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Opinión

Nícmer Evans

De diagnósticos y denuncias estamos saturados. Todos sabemos en el desastre que estamos, pero también estamos seguros que quienes tienen el poder, ya sin proyecto, sin mística, sin épica y sin apoyo popular, igual no van a querer dejarlo democrática o voluntariamente.

Pero también estamos seguros que no hay autoritarismo que resista a un pueblo organizado y en lucha, el problema es que hoy los partidos políticos, todos, han contribuido a la disolución de la capacidad organizativa y dirigencia social de las fuerzas vivas de este, nuestro país.

Diagnosticar y caracterizar a los factores y sectores sociales desmovilizados sería largo y tedioso, sin embargo lo que es importante señalar es que tanto el gobierno del Presidente Chávez, como el uso y abuso de los partidos políticos de la oposición han desgastado, cooptado, divido y debilitado a las fuerzas vivas, léase: trabajadores, estudiantes, profesores y docentes, pensionados, transportistas, campesinos, juventud, mujeres, afrodescendientes, GLBT, ambientalistas, por los derechos humanos y un largo etc.

Los partidos políticos, siempre necesarios, pero que no han podido ser útiles para poder generar los cambios que ofrecen, nuevamente, como en la década de 1990, han perdido credibilidad (insisto: todos). Es por ello que hoy es más imprescindible que nunca que las banderas de la movilización social sean agitadas por quienes viven y padecen los problemas reales y desean más que el resto, que sean resueltos. Los partidos políticos deben pasar a la retaguardia, pero motorizando, acompañando y facilitando que las fuerzas vivas logren su reactivación.

Si los partidos u organizaciones políticas, cualquiera de cualquier bando, incluso los de nuevo tipo como Marea Socialista (MS), pretenden conducir y protagonizar las movilizaciones de calle, sin dar el rol estelar a quienes deben tenerlo: las fuerzas vivas organizadas, estarán destinas al fracaso.

En lo personal confío en organizaciones democráticas como Marea Socialista y otras que surgen del seno del descontento con el PSUV y la MUD, y si logran atinar en una relación entre iguales con los diversos sectores sociales, estoy seguro que se podría activar una poderosa movilización social que agitaría los cimientos del poder en un mediano plazo.

Las condiciones están dadas, ahora sólo depende de la voluntad y la claridad política. @NicmerEvans
Nicmer Evans

Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a239948.html

http://informe21.com/blog/nicmer-evans/sobre-que-hacer-las-fuerzas-vivas

 1 min


Tulio Álvarez

Donald Trump ha sido demonizado, especialmente por los latinos, razones no faltan. Inclusive, algunos han hecho comparaciones de su estilo con cierto mesianismo de izquierda criolla que resultan más que jocosas; sí tomamos en consideración su vocación francamente capitalista, de aquellas que llaman salvajes. Aunque se debe reconocer que los socialistas de aquí, al margen de su bestialidad en el manejo de los asuntos públicos, han resultado adictos al capital no trabajado. La depredación y entrega del país así lo señala.

No se puede negar que el individuo es un “hombre de empresas”, buenas o malas, imán de recursos y dinero, con ambos polos activos. De manera que la primera predicción no es aventurada: Manejará los asuntos públicos como un gran negocio, su perspectiva de la política internacional es comercial; además, se rodeará de “socios” asesores y militares que garanticen la “ejecución” de cualquier compromiso incumplido.

Pero, cabe la interrogante, ¿Se materializará el riesgo global que tanto anuncia su advenimiento? Otra más práctica, ¿Tendrá influjo determinante para Venezuela su asunción como Presidente de El Imperio? Los más encumbrados internacionalistas tienen que aceptar que no conocen al personaje, sus declaraciones han sido asombrosas, pero también contradictorias, al tiempo que adecúa su discurso de acuerdo al auditorio. Por ejemplo, en el área de defensa, por una parte, manifestó voluntad de restaurar el dominio militar de la Potencia del Norte, pero, al mismo tiempo, vinculó la ‘quiebra del país’ al gasto vinculado a la defensa de otras naciones.

También se manifestó contra la proliferación de armas nucleares en forma casi simultánea a su promesa de modernizar el arsenal nuclear de Estados Unidos y a la velada insinuación sobre la conveniencia de lo propio para Japón, con el objetivo de neutralizar a los norcoreanos. Esto sin dejar de mencionar todos los conflictos de poder que se avistan por el singular desastre que, según él, representa el acuerdo con Irán en esta materia, el peor jamás negociado.

Trump no tiene precedente. Rompió todo código de comportamiento durante la campaña, pero se ha leído cierta moderación después de la victoria. Ante tales conductas se hace evidente que él deberá resolver el dilema eterno de los norteamericanos entre intervencionismo o aislacionismo; y, en este aspecto, estoy convencido de que será un buen hibrido de acuerdo a sus propios intereses económicos. Esto podría ser desastroso para los venezolanos.

El perfil de las alianzas internacionales parte del contubernio con su admirado Putin. Resulta pasmoso el contexto en el que ha manifestado esa veneración. La primera señal fue la calificación de “inteligente” a la jugada que se materializó en la intervención ucraniana, ejecutada por Rusia en 2014, en entrevista ante Buzzfeed News del 2 de agosto de 2016. Criterio que ratificó el 16 del mismo mes, en comentario ante la NBC, afirmando que los sucesos de Crimea afectan a los europeos mucho más que a los americanos y que aquellos tienen la carga de la solución. Fue una abierta crítica a los alemanes que, en su opinión, reflejaban una doble moral al negociar petróleo y gas con los rusos mientras criticaban sus acciones.

El clímax del romance se produce precisamente en la coyuntura actual por la intervención de los rusos en la campaña electoral, las sanciones dictadas por la administración Obama en los estertores de su mandato y lo que Trump calificó como brillante jugada de Putin al no dar respuesta con actos de retaliación. Casualmente, el mismo 30 de diciembre de 2016, Washington Post publicó un trabajo de investigación en el que se refiere una “darker suspicions” de la relación entre ambos jerarcas. Un pacto con consecuencias y efectos desconocidos.

La relación existe, los rusos intervinieron en la elección, tal como lo demuestra el estudio del 10 de noviembre de 2016 realizado por Jonathan Eyal, ‘Russia and Donald Trump’ del Royal United Services Institute. La clave es que Putin avanza en el proyecto de dominación mundial de la “Madre Rusia” sin la limitación burguesa que representa para Obama el fin de un mandato. El Duet Putin-Trump comprende que solo tiene que esperar unos días y que cualquier respuesta es retroalimentar la estrategia de los demócratas que presienten un largo recorrido en el desierto de la política norteamericana.

Definitivamente, en los albores de su presidencia, Trump se siente muy bien con el ‘zar ruso’, lo cual no es novedad y había sido adelantado bien temprano en la entrevista que concedió al Daily Telegraph el 31 de julio de 2015, una conversación en la que no dejó pasar que “Putin odia a Obama; y Obama odia a Putin”. El presidente saliente está atado de manos y solo puede ejecutar vendettas como la que le aplicó al Estado de Israel y los intereses económicos que lo representan en Estados Unidos, por sus ‘aportes desinteresados’ a la campaña rival.

Aquí está un detalle que no se debe olvidar. En mis clases de Derecho Constitucional, advierto que el esquema democrático de nuestra civilización es débil, a la par que residual, ya que la mayoría de los estados se inscriben en prácticas autoritarias o totalitarias. De manera que la forma de vida en libertad siempre estará en riesgo y el peligro se acrecienta con novedosas prácticas de terror y renovadas fórmulas de agresión. Esto sin contar la técnica de la izquierda irredenta de utilizar los mecanismos democráticos, tales como el sufragio y el control de la institucionalidad que se deriva de los eventos electorales, para destruir la democracia misma.

En este último punto, cabe resaltar el purulento influjo de Venezuela en América Latina; en especial, Argentina, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Y debemos reconocer que el Régimen de Maduro es un aliado fiel a cualquier potencial socio en la corrupción, inscrito en la internacional de las tiranías, tal como ha demostrado con cubanos, norcoreanos, bielorrusos, fundamentalismos islámicos y, gran descubrimiento, con los más grandes vendedores de chatarra belicista rusa. Precisamente por tal relación estamos en grave peligro como nación.

Prudencia debería ser el parámetro para que Venezuela se relacione con un gobierno dirigido por Trump. Su discurso es flemático y no comparte el mismo estilo de los que dejaron pasar insultos y amenazas de aquellos que solo saben ladrar. Ustedes saben a quienes me refiero. No olvidemos que amenazó con bombardear la infraestructura de producción petrolera que provee de fondos al radicalismo islámico y que tomaría ese petróleo, sin aclarar su destino. Excusa perfecta para cualquier acción contra un país petrolero.

Lo que se puede esperar, en las primeras de cambio, son jugadas desesperadas bajo la mesa utilizando la relación con Putin para propiciar ‘una cumbre Maduro-Trump’. Este es el sueño mojado de los revolucionarios sin revolución ni pueblo desde el año 1999. La verdad es que el pragmatismo de la política internacional norteamericana, carente en general de principios o valores salvo como justificación de sus acciones, puede favorecer un encuentro con cualquier dictadorcillo de quinto patio si el interés económico lo requiere. Pero la única condición es que se vislumbre permanencia en el poder y ese no es el caso en Venezuela. Pero cualquier cosa puede pasar con Trump.

Por lo pronto, no es aventurado predecir grandes cambios en la política internacional de Estados Unidos. La disminución del poder que hasta ahora ha manifestado la OTAN; y, consecuencialmente, la defensa de eso que podemos definir como “Mundo Occidental” tendrá un peso mayor para las potencias europeas. La visión de Trump sobre esta instancia parte de la calcificación de los vetustos acuerdos dirigidos a la intervención automática de los Estados Unidos en el supuesto de agresión de alguno de sus miembros, bajo la calificación de obsolescencia que realizó en entrevista conferida a Business Insider, el 24 de marzo de 2016. Una óptica que transformaría el papel asumido como ‘Policía del Mundo’ luego de la Segunda Guerra Mundial.

También es previsible el atemperamiento de las sanciones americanas a Rusia por su intervención en Ukrania, un efecto similar al que produjo el Brexit con relación al Reino Unido. Ambos socios temporales coinciden en priorizar la estabilidad en el Medio Oriente y es previsible un alineamiento de los americanos en el sostenimiento del régimen de Bashar al-Assad; lo que a su vez tendría incidencias veladas en la relación con los turcos y sauditas. América Latina es un gran enigma. Han sido tan descarnados y desconsiderados los comentarios y opiniones sobre nuestra realidad que cualquier situación se puede presentar; inclusive, un buen escenario.

Porque a diferencia de otras latitudes, la institucionalidad federal de los Estados Unidos, su tradición constitucional y su forma de vida imponen restricciones a cualquier gobernante. Sin embargo, aun con tales precedentes eligieron a Trump. Yo confió más en el elemento humano. La sicología de ambos personajes me hace recordar el acuerdo de Hitler y Stalin para repartirse el mundo. También me hace prever una corta luna de miel y que el nuevo mandatario tendrá que conformarse con sus viejas amantes europeas para lo habitual: “Hacer grande a los Estados Unidos otra vez”, el muy original lema de su campaña. Ojalá que los tarugos criollos no se entrometan en esta pelea de mayores. Aunque sean aliados circunstanciales del enemigo oculto que nos ve como república bananera.

Tulio Álvarez

tulioalvarez17@gmail.com

@tulioalvarez

 7 min


Sergio Arancibia

Los diferentes gobiernos norteamericanos a lo largo de los últimos 60 años han ido paulatinamente incrementando la cantidad de mercancías que Estados Unidos compra y vende en el mercado internacional y, consecuentemente, han ido impulsando una creciente liberalización del comercio mundial, como corresponde a quien quiere vender lo más posible al resto de los países del mundo. Algunos gobiernos han avanzado más rápido y otros más lentos, pero todos han seguido más o menos el mismo camino: exportar lo más posible y lograr, por la vía de la imposición, de la presión o de la negociación la mayor apertura posible de los mercados internacionales. Sin embargo, sin perjuicio de esa política - y de todo lo que se pueda decir sobre la potencia y la prepotencia del imperialismo norteamericano - lo cierto es que la presencia comercial de Estados Unidos en el mundo contemporáneo ha ido en continuo descenso en el transcurso de los últimos 60 años.

Cuando termina la Segunda Guerra Mundial y se reestructuran los canales y las normas del comercio internacional, Estados Unidos emerge como el país con mayor poder económico, comercial, financiero y tecnológico en el escenario mundial. Sin embargo, las exportaciones de dicho país representaban en 1948 solo el 21.7 % de las exportaciones mundiales. Cinco años después ese porcentaje había bajado al 18.8 %. En el año 1963, el porcentaje de las exportaciones norteamericanas en el total de las exportaciones mundiales bajó a 14.9%. Diez años después ese nivel se ubicaba en 12.3 %. En 1983 había alcanzado un porcentaje de 11.2%. En 1993 presentó un ligero aumento con respecto a la década anterior y alcanzó un porcentaje de 11.6 %. Pero en el año 2003, ya en el siglo XXI, el peso de Estados Unidos en el comercio internacional se había reducido al 9.8 % de las exportaciones mundiales. Para el 2014 ese porcentaje bajó al 8,8 %.

Podemos decir, por lo tanto, que hoy en día el peso de Estados Unidos en el comercio mundial está en el nivel más bajo de los últimos 60 años. Y por primera vez en las últimas décadas Estados Unidos tiene un presidente que pregona abiertamente que pretende reducir las importaciones norteamericanas y modificar toda la red de acuerdos que han conformado el cuerpo normativo del comercio internacional contemporáneo, de modo de generar no más liberalización comercial, sino más proteccionismo. Si eso lo intentara llevar adelante un país pequeño, de poco peso en el comercio internacional, lo más probable es que no pasaría nada. Pero si lo intenta quien todavía detenta el 8.8 % del comercio internacional, es indudable que el conjunto del sistema se tiene que sentir afectado o trastocado. No tan afectado como cuando Estados Unidos controlaba el 20 % o más del comercio internacional - situación en la cual su poder de imponer, de normar o de influir era extraordinariamente alta – pero lo suficientemente afectado como corresponde ante las acciones de un socio que no es marginal en el comercio mundial. Hay hoy en día otros actores que tienen tanto o más poder comercial que Estados Unidos. La Unión Europea y China, fundamentalmente, y en menor medida, Japón y Rusia, países todos que reaccionarán en defensa de sus intereses. Ellos no tendrán una actitud pasiva o meramente contemplativa de lo que quiera hacer el Sr. Trump, sino que reaccionarán en forma preventiva, defensiva y/o retaliativa. Por lo tanto, estamos a las puertas de una gran modificación de la estructura, de los volúmenes, de las normas, de los canales y de los flujos del comercio internacional contemporáneo.

¿Cómo puede todo eso afectar a Venezuela? Como el comercio exterior venezolano es bastante simple, esa pregunta se responde analizando que puede pasar en el mercado petrolero internacional. Si la política proteccionista del Sr. Trump alcanza también a este mercado - y no hay razones para suponer lo contrario - es dable suponer que Estados Unidos caminará hacia la autosufuciencia petrolera, incentivando la producción interna en desmedro de las importaciones. Eso implica incentivar la producción de los yacimientos petroleros convencionales y potenciar también la producción por la vía del fraking, todo lo cual puede llevar a incrementar la producción mundial de petróleo y a reducir más aún más las exportaciones venezolanas hacia el mercado norteamericano. Eso se suma a la ya consolidada búsqueda internacional de energías no contaminantes y a la difusión de los automóviles eléctricos, todo lo cual puede implicar a mediano plazo un mercado petrolero poco propicio para los intereses de Venezuela.

http://www.talcualdigital.com/Nota/136348/venezuela-y-la-nueva-politica-...

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Tranquilo, no voy a escribir en estas líneas un tratado de ética. Para eso está el Nicómaco de Aristóteles, y si alguien quiere entretenerse, el Amador de Fernando Savater. Pero la verdad es que el concepto de ética se ha convertido en una dama para todo servicio. Basta que alguien publique algunas notas divergentes para que quien no está de acuerdo te imparta un curso de ética. Algunos incluso la usan como sinónimo de moral sin decir si se refieren a una moral universal o a la que les inculcó su mamá. Quizás por ahí hay que comenzar.

Ética es una palabra que viene de Grecia y moral otra que viene de Roma. Por eso una de las primeras premisas de Aristóteles es que la ética depende de condiciones de tiempo y lugar, es decir, no hay una ética universal y absoluta. Lo que es ético aquí puede que no lo sea allá. Ni lo que es para mí, que lo sea para ti.

Aristóteles estableció, además, una segunda premisa; a saber, la ética proviene de la discusión. Hoy diríamos, en concordancia con Habermas, la ética es un concepto discursivo. Nunca termina de hacerse. Muy diferente para los romanos.

Para los romanos la ética debía ser pre-scrita y luego codificada. Esa ética pre-scrita es lo que llamamos moral. Y sobre moral no se discute. La moral romana –es decir, la moral- está más cerca de la ley moderna que de la ética griega. Del mismo modo los mandamientos de las religiones no están sujetos a revisión. Mandan y punto. En cambio es imposible imaginar una ética sobre la cual no se discuta.

Podemos entonces decir que la ética es situacional y grupal a la vez. En ese sentido debemos distinguir tres tipos de ética. La que viene de la tradición, la que viene de los grupos (profesiones por ejemplo) a los cuales pertenecemos (o ética situacional) y en el último tiempo, las que se deducen de alguna ideología. De tal modo que si alguna vez alguien te acusa de no ser ético, debes preguntarle a cuál de esas éticas se refiere porque de otro modo no se entiende nada.

Más importante todavía es establecer una relación entre la ética y las leyes. Pues desde que hay leyes nos regimos por ellas y no por éticas que cada uno pueda interpretar a su gusto y antojo. Recordemos en este punto a Kant. Cuando no hay leyes, apelamos a las máximas, decía. Pero las máximas no pueden sustituir a las leyes, agregaba. Más aún, las máximas (que al no ser leyes son normas éticas) deben ser deducidas si no de la letra por lo menos del sentido de las leyes. La conclusión es obvia: ninguna razón ética puede ser anti-constitucional, aun cuando opere sobre un “vacío” constitucional. Efectivamente: no hay mayor falta a los principios éticos que actuar u opinar en contra de lo que dicen las leyes.

Eso significa: si alguien realiza sus actos de acuerdo a la constitución y las leyes, no puede ser juzgado por ningún principio ético. Solo en ausencia de ley adquiere la ética su razón de ser.

Pero como está dicho, las leyes no cubren todo los espacios de la vida. Un profesor, por ejemplo, puede ser muy buen padre de familia y en su casa ser ético, pero si no prepara sus clases, en su profesión no lo es. La ética, entonces, es un concepto plural. No existe “la” ética, solo hay éticas (familiar, ciudadana, profesional). Incluso las unas pueden entrar en conflictos con las otras. Creo que no necesito dar ejemplos. Casi no hay ser humano que no haya sido sometido alguna vez a un conflicto inter- ético. Son los también llamados conflictos de lealtades. ¿A quién ser más leal? ¿A la novia o a la madre? ¿Al esposo o al amante? ¿A la familia o a la patria? ¿A mi religión o a la constitución? ¿A la música o a la política? Los psicoanalistas conocen muy bien esos conflictos. Saben también que si esos conflictos no existieran, ellos, los psicoanalistas, serían más pobres.

¿Hay una ética política? Por cierto, el político que ofrece el cielo sin saber cómo alcanzarlo, carece de ética profesional. Pero eso vale solo para los políticos y no todos, al menos de profesión, lo somos. Eso quiere decir: nadie puede ser juzgado éticamente por algo que no es o no hace. Juzgar por ejemplo a un artista por su adhesión o no adhesión política cuando esta no viola a la ley es un absurdo despropósito. Presionarlo, además, para que adscriba a una causa política, e insultarlo si no lo hace, es un agravio a la ley, a la moral y por lo mimo, a toda ética.

Por si alguien no ha entendido, lo dicho significa lo siguiente: si alguien es socialista, conservador, liberal, incluso fascista (en el caso en que los fascistas estén legalizados) o simplemente un ni-ni o un no-no, está en su pleno derecho. Y cuando hay derecho, no hay ética que valga. Naturalmente, podemos discutir a cada uno lo que políticamente es o representa. Podemos -en muchos casos, debemos- polemizar con sus posiciones. Pero no podemos cuestionar su derecho a ser o no ser lo que alguien es o ha decidido ser o no ser, de acuerdo a las garantías, derechos y deberes que ofrecen la constitución y las leyes.

Esas solo son algunas reglas básicas de la ética. Por cierto, hay además una ética democrática. Una de sus razones nos dice que debemos aceptar (aceptar no quiere decir compartir) las decisiones que no nos gusten cuando ellas están circundadas por un marco constitucional. Si no fuera así la democracia sería una imposibilidad. Ese principio es válido también en países dominados por dictaduras o tiranías. En ellos la constitución ha sido violada por el propio poder establecido. En la mayoría de esos países los ciudadanos luchan y se organizan por el restablecimiento de las libertades constitucionales. Mal podrían hacerlo si sustituyen los principios constitucionales por un puñado de normas éticas sujetas a la libre interpretación de cada cual. Razón de más para repetir la idea central de este breve artículo: no hay mejor ética que la que no contradice ni la letra ni el sentido de una constitución.

Las leyes nacieron de las éticas. Pero después que nacieron las leyes, las éticas nacen de las leyes.

Pienso que con esta última frase he dado justo en el clavo. Voy a patentarla.

Polis. 11 de enero 2017

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Uso y abuso se ha hecho del término «unidad», como expresión de una cohesión inexistente entre los dirigentes del grupo de partidos que conforman la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

Hablamos de dirigentes porque las decisiones y acuerdos que allí se toman emanan de los líderes visibles de AD, PJ y UNT, dado que los demás solo cuentan a la hora de las apariencias, de las fotos y de la dilución de responsabilidades.

La palabra que nos ocupa, en manos de los cabecillas de la MUD, se asemeja más a una franquicia comercial, como puede ser Mc Donald o Arturo’s, que a la expresión de una realidad política o de un sentimiento popular. Para nuestra lengua, la franquicia es una concesión de derechos de explotación de un producto, actividad o nombre comercial, otorgada por una empresa a una o varias personas en una zona determinada.

Con la misma vesania con que el PSUV se apropió la palabra Patria, quienes se llaman sus opositores lo hicieron del término Unidad, pero un leve análisis nos permite concluir que ambos se asemejan en la antonimia de sus realidades: ni los del PSUV tienen patria ni los de la MUD unión.

¿Cómo pueden llamarse patriotas quienes son sumisos a potencia extranjera o unitarios quienes se asemejan a beodos peleando por una botella vacía? ¿Acaso no es de todos sabida la presencia e influencia cubana en nuestro País, o el permanente atajaperros entre los precandidatos presidenciales de la MUD?, cada uno de los cuales arrima la brasa para su sardina sin importarles la realidad de un pueblo al que el hampa le ha arrebatado centenares de miles de vidas y, lo que es peor, lo somete al riesgo de que las próximas generaciones sufran de cretinismo como consecuencia del hambre que trata de mitigar con la ingesta de basura, propia de los países más pobres del mundo.

Hablar de unidad en ausencia de unidad de propósitos es una estafa. La comunidad de objetivos es necesariamente previa a cualquier unidad de acción. No pueden marchar juntos quienes se dirigen a diferentes lugares, como absurdo es que partidos que sostienen la conveniencia estratégica de mantener a Maduro en el poder, compartan su andar con quienes promueven la salida como solución a buena parte de nuestros males.

Estos conflictos de fondo convierten a la MUD en un canceroso metastásico y terminal, por mucho que sus beneficiarios pretendan cambiarle el nombre y esconder a algunos hombres para que todo siga igual, en una jugada capaz de sonrojar de envidia a Giuseppe di Lampedusa, autor de El Gatopardo.

Tal como están las cosas, el mejor servicio que puede prestarle la MUD al País es su desaparición; no me refiero a las letras que conforman la sigla, sino a los hombres que le determinaron anteponiendo sus intereses particulares a los del colectivo y que ahora pretenden cambiar de camisa para parecer distintos.

Los que durante más de tres lustros jugaron ping-pong con el régimen, copando espacios que correspondían a otros, deben ser repudiados por todos y marcharse de la política venezolana. Hacen falta nuevas caras que impulsen nuevos procedimientos signados por los principios que diferencian a la democracia de los demás regímenes políticos; pero detrás de esas caras debe haber estadistas que estén más atentos a la próxima generación que la próxima elección.

En ausencia de propósitos comunes, cualquier organización se asemejaría a un grupo de borrachos empujando a un automóvil que se niega a prender, sin tomar en cuenta que unos lo hacen hacia atrás desde el capó y otros hacia delante desde la maletera, mientras piensan quién sería el bribón que escondió la botella que no sabe vacía.

turmero2009@hotmail.com

@DulceMTostaR

http://www.dulcemariatosta.com

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De novela ha calificado el diálogo, Aldo Giordano, representante del Vaticano, y no podía ser de otra manera, porque todo lo avizorado en los próximos capítulos de este culebrón, tanto para la MUD como para Nicolás, será de coger palco.

Ya el año pasado en comunicación dirigida al Monseñor Pietro Cardenal Parolin, el Secretario Ejecutivo de la MUD, Jesús Chuo Torrealba, planteaba que el próximo 13 de enero, los facilitadores deberían activar mecanismos para verificar sobre el terreno, el no cumplimiento de los acuerdos por parte de Maduro, admitiendo con ello, el fracaso en las negociaciones.

Este espejismo dialogante se transformó en un arma de doble filo, porque mantiene de hecho, partido en dos toletes a la MUD y le ha rebanado la poca credibilidad internacional al gobierno. Insistir en la predica de que Maduro se burló hasta del Papa, es repetir el error, de seguir colocando todas las posibilidades de hacer retroceder al gobierno con el malogrado diálogo.

En el caso de la MUD debería comenzar el año aceptando que se equivocó al suspender la marcha anunciada hacia Miraflores y el juicio político al Presidente, justo antes de ir a sentarse a negociar lo innegociable, para perjuicio de la sociedad venezolana.

Una cosa es creer que las demandas exigidas por la Santa Sede, eran cargadas de buena fe, y otra era suponer que, con ello, se tenía el mandado hecho. Quien no va respaldar el establecimiento de un Canal Humanitario para los más afectados por la crisis o la liberación de los presos políticos. De hecho, solo el gobierno ha manifestado su negativa ante esta solicitud, al igual que en la necesidad de ponerle fecha al cronograma electoral de las elecciones de gobernadores, la de los diputados en Amazonas y a los futuros sufragios de Alcaldes.

Estas demandas para que sean cumplidas, deben ir acompañadas de la participación popular, y ello significa salir de la simple negociación sin calle. Con los presos políticos se debe relanzar una jornada nacional e internacional de solidaridad, y no permitir políticas de goteo o la simple negociación, como si se tratara de rehenes. La libertad debe ser para todos y de forma inmediata.

Asumamos que mientras Nicolás Maduro sea el jefe de Estado, no saldremos de la crisis, y por ello, junto al pueblo exijamos de forma irrevocable y desde la calle, su renuncia. Esta acción política tiene su fundamento constitucional, en los artículos 333 y 350 de nuestra Carta Magna, y pudiese convertirse en la principal bandera de lucha del país; no así, la iniciativa del abandono del cargo presidencial, la cual será aplastada por el TSJ oficialista.

Es la hora del pueblo en la calle, en consecuencia, dejemos que él tome la palabra y sea quien ponga las condiciones en futuras negociaciones con el gobierno, si ellas fuesen necesarias de realizarse, de lo contrario impongamos el único leguaje que hace retroceder al gobierno: miles de manifestaciones en las calles del país.

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La tortura se convirtió en una herramienta del régimen para poder sobrevivir. Muchos rojos ejecutan directamente las torturas a ciudadanos de la oposición por razones políticas. Otros son alcahuetas que apadrinan a los torturadores facilitándoles su aborrecible labor, por lo que también son torturadores. Cabe recordar que el Artículo 1 de la Convención de las Naciones Unidad contra la Tortura establece que ¨Se entenderá por el término tortura todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia¨.

En la vieja acepción de lo que constituía la tortura, es evidente que son torturadores los oficiales y guardias nacionales que asaltaron en horas de la madrugada y agredieron a los residentes del campo petrolero de Los Semerucos. También los guardias nacionales que han agredido a ciudadanos con abusivo uso de la fuerza durante manifestaciones de protesta. Desde luego los funcionarios del Sebin que torturan a los presos en el Helicoide, denuncia formulada recientemente por el diputado Rosmit Mantilla, testigo de los hechos. A partir de 1987, priva la Convención citada, por lo que también se consideran torturadores a jueces, fiscales y a cualquier funcionario público que haya ocasionado directamente el daño o que lo haya propiciado.

Son torturadores los fiscales que han hecho falsas imputaciones y los jueces que han condenado a prisión a ciudadanos que han manifestado su desacuerdo con el régimen castro-comunista que impera en Venezuela. A continuación una pequeña muestra de jueces que deberán ser investigados por presuntas torturas al sentenciar sin pruebas: Gerson Niño, Carmen Amelia Chacín, Marjorie Calderón, Saturno Sánchez, Ciro Rincón Vera, Máximo Bernardo González, Carlos Julio Espinoza, José Ponce Anzola, Milagros Morales, Nerio Martínez, Samer Richard, Jesús Orangel García, Marlis Castillo. Juan Díaz, Fidolo Salcedo, Florencio Silano, Susana Barreiro, Miguel Graterol Maneiro y Migdalia Añez, entre otros.

Con respecto a los fiscales cabe investigar a Haifa El Aissami, Gilberto Landaeta, Isaías Rodríguez, Maikel Moreno, Eladio Aponte, Hernando Contreras, Yorauco Bauza, Luisa Ortega Díaz, José Benigno Rojas, Maribel Moreno, Gladys Carpio, Turcy Simancas, Alejandro Castillo y María Alejandra Pérez, para mencionar solo algunos. También pueden ser considerados torturadores los fiscales y jueces que avalaron despidos injustificados, así como Tarek Williams, quien se hace el desentendido.

¿Acaso no son torturadores los magistrados de la Sala Constitucional causantes del sufrimiento de millones de venezolanos a quienes se les violó su derecho constitucional a solicitar un referendo revocatorio y anularon la Ley de Amnistía? Sus integrantes son Gladys Gutiérrez, Carmen Zuleta de Merchán, Calixto Ortega, Arcadio Delgado, Luís Damiani, Lourdes Suárez Anderson y Juan José Mendoza Jover. ¿Y las rectoras del CNE?

Desde luego que Maduro y su tren Ejecutivo, principalmente el general Padrino López, también pueden ser considerados torturadores por ser los causantes de la escasez de medicinas y alimentos que hacen sufrir a la población y por apadrinar violaciones a los derechos humanos. Recordemos que una de las acepciones del diccionario es que ¨padrino es una persona que ampara y protege a otra, y que a veces emplea su poder para facilitarle la consecución de algo¨. Los torturadores tienen la opción de seguir delinquiendo y eventualmente enfrentar la justicia, la cual deberá decidir imparcialmente quién es culpable y quién es inocente, o bien propiciar un gobierno de transición mediante un acuerdo político que decrete una amnistía dentro de ciertos límites. Ello los beneficiaría y facilitaría la futura gobernabilidad. .

Como (había) en botica: Era de esperar que Maduro designara a ministros radicales. Muy peligroso el nombramiento de El Aissami Ninguno tiene méritos y el país seguirá cuesta abajo. El nuevo aumento del sueldo mínimo es prueba de que la inflación no tiene control. Muchas empresas cerrarán. Le deseamos éxito a Julio Borges al frente de la Asamblea. La MUD falló en su estrategia para enfrentar al régimen. La buena noticia es que muchos de los dirigentes han aceptado que se equivocaron y que hay traidores en sus filas. Esperamos que depuren y rectifiquen. Lamentamos el fallecimiento del geólogo Alex Lorenz, buen ciudadano y excelente profesional petrolero. También de Roberto De Vries, respetado siquiatra, y de Octavio Lepage, quien fue luchador contra la dictadura de Pérez Jiménez: ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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