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Opinión

Eduardo Fernández

Colombia nos sigue dando lecciones de política, de democracia y de civilización. Contra todos los pronósticos el triunfo de un candidato de izquierda no ha significado un cataclismo. Mucho menos han significado el inicio de una guerra civil entre los colombianos.

Gustavo Petro gana las elecciones después de un proceso muy conflictivo y sus primeras palabras son de apertura y de conciliación. Antes de haberse proclamado la victoria oficial del candidato vencedor, el otro candidato, Rodolfo Hernández, que no logró el triunfo electoral pero cuya votación se acercó al cincuenta por ciento de la votación nacional, se apresuró a llamar al candidato vencedor para felicitarlo por su triunfo. Petro no vaciló en tomar la llamada, agradecerla y manifestar su deseo de conversar con Hernández dentro de su propuesta de lograr un gran acuerdo nacional.

Hay que decirlo con toda claridad: Petro se comporta como un ganador democrático y civilizado que tiene conciencia de que recibió el voto de la mitad de los colombianos, pero sabe que la otra mitad no votó por él. Hernández se comporta como un político democrático y civilizado cuando llama a su adversario para felicitarlo por su triunfo a conciencia de que por él voto la mitad de los electores colombianos.

En seguida, el Presidente electo, Gustavo Petro se comunica con él líder más importante de lo que ha sido y seguirá siendo la oposición a sus propuestas, el expresidente Álvaro Uribe. Este último toma la llamada, acepta la invitación a dialogar y reunirse con el nuevo mandatario para conversar acerca de los intereses superiores de Colombia y de los colombianos.

Que gran demostración de cultura cívica, de conciencia democrática y de responsabilidad para con los ciudadanos colombianos, que en toda esta ecuación, son los más interesados en que Colombia avance y no retroceda.

En sus declaraciones luego de la reunión con el Presidente Petro, el ex Presidente Uribe habla en términos de concederle el beneficio de la duda, ofrece lo que el mismo llama una «oposición razonable» y mantiene un discurso de elevada textura democrática y ciudadana.

¡Qué gran lección para nosotros los venezolanos; ojalá seamos capaces de aprenderla, de asimilarla y de emularla! Ojalá la transición democrática que todos anhelamos para nuestro país, podamos lograrla en un ambiente civilizado, de diálogo constructivo, de aceptación de las reglas que impone la cultura democrática, de colocar los intereses de Venezuela y de los venezolanos por encima de banderías partidistas, de odios y de retaliaciones.

Seguiremos conversando.

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 2 min


Fernando Mires

Si hay un término en boga en la política internacional, este es: punto de inflexión. Quiere decir, cambio de paradigma, cambio de estrategia, cambio de orientación, en cualquier caso, cambio radical. Ese punto de inflexión se ha hecho presente en las dos grandes conferencias internacionales de junio del 2022: la de la UE y, sobre todo, la de la OTAN. No es casualidad.

El punto de inflexión puede ser visto como una adecuación a un cambio en la estructura militar y política que ha experimentado el mundo en los dos últimos decenios del siglo XXI. En términos escuetos, las líneas estratégicas aprobadas en la cumbre de la OTAN tienen que ver con ordenamientos generados a nivel global.

En efecto, hay tres grandes potencias pero esas potencias no son equivalentes. China, Rusia y Occidente. La primera se define en términos económicos y militares. La segunda en términos territoriales y militares. Y la tercera en términos económicos, políticos y militares. En el único punto donde hay equivalencia entonces –y es lo decisivo– es en el militar. De ahí la importancia de la OTAN y su cambio de orientación. Se trata de crear, de acuerdo a las palabras de su presidente Jens Stoltenberg, lineamientos para limitar a las otras dos potencias en el único espacio común a las tres: el militar. Así se explican los objetivos principales del nuevo paradigma de la OTAN.

Por un lado, Rusia, sobre todo a partir de la invasión a Ucrania, es visto desde la OTAN como el peligro inmediato y por lo tanto, como el principal. Por otro lado, China será considerada como enemigo, solo si logra establecerse una alianza chino-rusa. Ahora, para que esa alianza no tenga lugar, será preciso debilitar al máximo a uno de sus eslabones y el más débil es, por ahora, la Rusia de Putin. Esas son las razones que llevaron a la OTAN no solo a ampliar su magnitud con la incorporación de Finlandia y Suecia sino, además, a fortalecer militarmente su flanco oriental, al mismo tiempo que mantendrá su esfuerzo en el apoyo militar a Ucrania. ¿Significan estos cambios un debilitamiento para Putin como ha sostenido la mayoría de las interpretaciones relativas al cambio estratégico de la OTAN? Aparentemente, sí. Pero también hay motivos para pensar en sentido contrario.

La tesis que sostiene en tono triunfalista que el punto de inflexión de la OTAN conlleva un duro revés para Putin, parte de la base de que las acciones de Putin en Ucrania, como ha sostenido la «escuela realista norteamericana», después usada por Putin como medio de propaganda, se debe a la ampliación de la OTAN. No obstante ha sido el mismo Putin quien la ha contradicho. Putin ha declarado, y no solo una vez, que para él no es ningún problema que Finlandia y Suecia sean miembros de la OTAN. No hay ningún motivo para contradecirlo.

Como hemos advertido en otros textos, las intenciones geopolíticas de Putin no se ven resentidas por el hecho de que la OTAN sea más o menos grande. Su objetivo, al menos el inmediato, es reconstituir el espacio originario de la antigua RUS, vale decir, el imperio ruso presoviético. Incluso Putin parece haber renunciado, por lo menos durante la primera etapa de su avance, a la reconquista de los países bálticos, pues esta acción demandaría una reacción de Occidente muy superior a la que ha mostrado frente a Ucrania.

Putin –lo demostró en el caso de Ucrania donde en meses de guerra ofensiva solo ha logrado hacerse de algunas ciudades en el Donbás– no está en condiciones de hacer la guerra en dos o más frentes a la vez. Su propósito por ahora solo se puede limitar a asegurar la fase de reconsolidación del imperio en la zona por él considerada «natural», a la que, según su mitología, pertenece Ucrania. Después, de acuerdo a las condiciones –parece pensar Putin– verá lo que hace. Por el momento lo decisivo para él es reintegrar a Ucrania, y si eso no es posible, destruirla por completo (evidentemente, lo está haciendo).

No obstante, hasta ahora su balance es magro: ha anexado a Bielorrusia vía Lukazensko, destruyendo a la sociedad civil de ese país y la guerra en Ucrania está lejos de ser ganada. Moldavia también podría ser anexada aunque para él parece ser una pieza menor.

En breve, Putin está atascado en el primer escalón de su proyecto imperial. El segundo escalón, ya lo anunció Putin en San Perterburgo, es derrotar a Occidente, entendiendo por ello su debilitamiento político y económico.

La guerra a Ucrania es vista por Putin como un factor decisivo para debilitar militar, política e incluso moralmente, si no a Occidente, por lo menos a su parte europea. Cuenta para ello, así como también contó Stalin, con potenciales aliados intereuropeos, entre ellos la Hungría de Orban, la Turquía de Erdogan, la Serbia de Vučic. Cuenta con las ultraderechas neofascistas que emergen en todos los países de Europa. Cuenta con la posibilidad de una crisis económica inducida por la guerra que, según sus cálculos podría derrumbar a las economías europeas, desatando descontentos sociales y debilitando gobiernos.

Cuenta con los efectos del hambre mundial provocada por sus bloqueos militares y por la crisis energética la que multiplicará a las masas migratorias, sobre todo a las provenientes de África. Y, no hay que olvidar, cuenta con la posibilidad de que en el 2024 triunfe en los EE UU la alternativa nacional-populista de Trump, quien en aras de la recuperación económica de su nación podría ofrecer a Putin todo el espacio euroasiático para que haga allí lo que más le convenga. En pocas palabras, Putin cuenta con un tiempo cuyos vientos, según sus meteorólogos políticos, soplan a favor.

Putin ya declaró en el congreso internacional de dictaduras que tuvo lugar en San Petersburgo que la guerra en Ucrania es solo el comienzo de una cruzada en contra de Occidente. En el marco de esa guerra Putin intentaría –de hecho lo está intentando– convertirse en la vanguardia político-militar de todas las naciones autocráticas, dictatoriales y por lo mismo, antioccidentales de la tierra. El antiguo sueño de Stalin, la capitulación de la Europa democrática, quiere convertirlo en realidad, pero bajo otras formas y mediante otros métodos.

Reconstituir a la antigua Rusia significaría en su afiebrada pero no imposible utopía, convertir a Rusia en el eje central de un nuevo continente llamado Eurasia. Y bien, para cumplir ese objetivo, ya ha dado los primeros pasos. Justamente en los días en que tenían lugar las conferencias de la UE y de la OTAN, Putin emprendió un viaje hacia naciones en vías de ser dominadas por Rusia.

A algunos observadores pareció solo un intento para demostrar a Occidente la extensión y solidez de su zona de influencia territorial. Pero a Putin no interesan los espectáculos mediales. Todo lo que hace, lo hace de acuerdo a un fin, muchas veces oculto. Y en este caso, más que una demostración de fuerza lo que más interesaba al dictador era asegurar su frente interior en aras de una expansión que escapa al área de competencia militar occidental: hacia la región caucásica y en Asia Central.

Veamos los países que Putin visitó: en primer lugar Tayikistán, donde posee fuertes conexiones económicas y diversas bases militares. Tayikistán además mantiene relaciones económicas y religiosas con los talibanes de Afganistán quienes, necesitados de asistencia material no dudarían en vincularse al imperio ruso bajo la condición de que le sean respetadas su soberanía, sus tradiciones y su orden religioso. No deja de ser sintomático que después del terremoto, Afganistán pidiera ayuda a Occidente, y luego del viaje de Putin, la rechazara sin dar explicaciones.

La segunda estación del periplo de Putin fue su visita a los gobiernos de Kazajstán, Kirguistán, Turkmenistán, Uzbekistán, la mayoría de ellos de orientación islamista. Acercamiento interesante: en la histórica asamblea de la ONU donde Rusia fuera condenado por 141 votos, ninguno de esos gobiernos votó a favor de Rusia. La mayoría se abstuvo. Fue un aviso a Putin de que ninguno de esos países quiere correr la suerte de Chechenia y Ucrania. Pero a Putin tampoco interesa por el momento anexar a esas naciones. Lo importante para él es incorporarlas a una línea estratégica común: la lucha en contra de ese Occidente poblado por infieles antiislámicos. Su objetivo ya declarado es ir formando un frente de naciones antioccidentales, sean ortodoxas o musulmanas.

Ya ejerce control sobre Siria, a la que ha convertido en colonia, del mismo modo como busca con denuedo una alianza más estrecha con Irán, vale decir una alianza de la civilización ortodoxa con la civilización islámica en contra de la «obscena» civilización occidental, algo que ni siquiera pasó por la cabeza de Samuel Hungtinton.

Ahora bien, en el cumplimiento de ese proyecto, la OTAN quedaría totalmente fuera del juego. Al fin, no es su espacio de guerra. La divisa de la OTAN, en términos elementales, parece ser la siguiente: «A Rusia no pertenece ningún país europeo. Si quiere aumentar su territorio, que vaya a otras partes».

Por cierto, conformar esa enorme alianza antioccidental exigiría un alto precio: la incorporación de China como potencia económica. Rusia pondría a disposición del proyecto chino de dominación económica mundial, sus fuentes energéticas, gas, petróleo y sus ejércitos. China, su capital y sus mercados.

En esa proyección, el mundo, según Putin, quedaría sometido a la dominación económica de China y a la militar de Rusia. ¿Un nuevo orden mundial? Si es que queremos, usemos ese nombre.

Pero todo ese, para Occidente tenebroso proyecto, puede ser realizado solo bajo una condición, y es la siguiente: que Occidente permaneciera impávido e inmóvil. No obstante, ese tampoco será el caso.

Es cierto que la nueva estrategia de la OTAN tiene por el momento un objetivo estrictamente defensivo. Mediante la incorporación de Finlandia y Suecia, más otras naciones que vendrán, se trata de tender una línea demarcatoria vedada a la expansión rusa. Un “no pasarán” territorial y militar.

Probablemente el Kremlin computa que en Occidente habrá deserciones, vacilaciones y caída de gobiernos democráticos. Y claro, seguramente habrá un poco de todo eso. No hay nada más inestable que una democracia en tiempos de crisis económica o guerra, y más todavía si estas dos catástrofes aparecen al unísono. Pero, a la vez, Occidente también confía en que las alianzas internacionales de Putin, sobre todo con una Rusia empobrecida por la guerra, no sean tan estables como a primera vista aparecen. Mientras la gran mayoría de los habitantes sometidos al imperio ruso o chino anhelan vivir como en Occidente, muy pocos en Occidente, aunque se declaren antinorteamericanos, quieren vivir como rusos o como chinos.

Competir económicamente con China en los mercados mundiales y a la vez guerrear con Rusia en espacios territoriales sería por cierto una tarea titánica. No obstante, la democracia política tiene una ventaja que no poseen los órdenes autocráticos antioccidentales. La democracia no solo es una forma de gobierno ni solo un modo de vida, es también, aunque a muchos parezca extraño, una fuerza económica.

La democracia, para serlo, supone la valoración del ser humano, y esa valoración supone a su vez aumentar el capital de todos los capitales habidos y por haber: la inteligencia de la inventiva. Inteligencia que no solo lleva a pensar filosóficamente sino también a recorrer el mundo de las ciencias. En otras palabras, Occidente dispone de una capacidad de creación que no puede desarrollarse plenamente bajo el peso de los estados dictatoriales.

La gran capacidad económica china tiene como fundamento los bajos precios salariales y una tecnología imitativa de la originaria, que es predominantemente occidental. Rusia, bajo Putin ha llegado a convertirse en un gigante militar, pero económicamente está condenado a subordinarse a China o a Occidente. Tanto China como Rusia podrían tener, sin duda, las mismas o mejores capacidades creadoras. Pero para que eso ocurra deberían ser liberadas fuerzas productivas de las que el capital humano es su fuente originaria. Eso supondría liberar al ser humano de yugos estatales, autocráticos y dictatoriales. En otras palabras, ambas naciones deberían negarse a sí mismas como dictaduras o autocracias. Algo que por el momento está muy lejos de ser posible.

Quizás pensando así fue que, en un día de rara inspiración, Joe Biden declaró que la gran contradicción de nuestro tiempo es la que se da entre democracias y autocracias. No sabemos si Biden se dio cuenta de la tremenda verdad que dijo. Pues esa verdad implica, entre otras cosas, situar a la guerra y a la economía bajo la hegemonía de la política (autocracias y democracias son ordenes políticos, no económicos ni militares) Una verdad en fin que no solo deberá realizarse al exterior sino al interior de cada nación.

Occidente saldrá lesionado de la guerra de Ucrania, no hay dudas. Pero también podría suceder que Rusia tampoco salga fortalecida y su alianza con China sea dificultada, entre otras razones, por la decisión de la OTAN de no solo invertir esfuerzos en el espacio Atlántico Norte, sino también en dirección del Pacífico Sur. Por eso fue muy importante que por primera vez hubieran asistido a la cumbre de la OTAN países cooperantes que no forman parte del tratado originario cono son Corea del Sur, Japón, Nueva Zelandia y Australia. De esa nueva orientación tiene que haber tomado nota Xi Jinping y su comité central.

La OTAN ha entrado definitivamente en la tercera fase de su historia. En la primera sirvió de protección en contra del avance de la URSS. En la segunda fue embarcada en una guerra difusa y sórdida en contra de un terrorismo internacional que no conoce patrias. En la tercera, la que recién comienza, ya ha decidido a servir de muro de contención en contra de la Rusia imperial de Putin para luego convertirse en la organización militar de todas las democracias occidentales.

Si Occidente lograra convencer a China que una guerra comercial y financiera pero no militar puede ser más rentable que una guerra militar a la que sería arrastrada por Rusia, sería un gran éxito político. Naturalmente, en ese caso Occidente, particularmente los EE UU, deberán hacer concesiones económicas a China. Pero así y todo ese sería un precio módico a pagar si se trata de evitar una maligna alianza antioccidental de carácter militar entre Rusia y China.

Si esa alianza fracasó entre la URSS y la China de Mao, no hay motivos para que esta vez tenga éxito. La tarea de Occidente no debe ser en ningún caso provocar a, sino negociar con China. Rusia, sin China, sería solo un gigante militar subdesarrollado, destinado a sucumbir por tercera vez bajo el peso de su propia historia.

En fin, el tan cacareado nuevo orden mundial no está todavía constituido. Como todo en esta vida, será configurado en el cada día, allí donde las contingencias suelen primar más que pronósticos basados en lógicas deterministas. Hay que prever y priorizar, claro está. Pero más no se puede.

Por el momento solo sabemos que Rusia es el enemigo principal y China el enemigo posible. De ahí que el próximo encuentro que tendrá lugar entre Xi Jinping y Biden será de importancia fundamental para el curso de la historia del siglo XXl.

El mundo no depende solo de los misiles sino también de las palabras. Eso lo supieron en su tiempo Churchill y Stalin (podríamos decir también Kissinger y Mao Zedong) cuando, amenazados por un mismo peligro, abandonaron por un instante sus miedos y sus odios, y se dispusieron a conversar.

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS, Político,

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Carlos Raúl Hernández

1. Calle-calle-calle, “Maduro vete ya”, “la salida”, “intervención militar democrática”, “movimiento popular constitucional”, “hora cero”, “trancón”, “referéndum popular”, “la ruta de la dignidad”, 350, “TIAR, “esto lo resuelve el catire Trump”, “referéndum popular”, “no se dialoga con delincuentes”, “falta poco”, “solo negociaremos qué va a comer en el avión”, “no lo llames elecciones”, “¡colaboracionistas!”, “alacranes”, “¿con ese CNE?”, “no es gobierno, es régimen”. “Henry Falcón será Vicepresidente”, “no voto sin condiciones electorales”, “si o si”, “operación libertad”, “intervención extranjera”, “marcha sin retorno”, “abstención”. El diccionario del vacío, arterías, engendros, quincallería conceptual que nos hundió. Y la reina madre de las burradas: el llamado abstencionista en 2018. El mundo está hecho de palabras y ellas cambian la vida de quien las pronuncia y de quien las oye, porque son el momento simbólico de la acción. Hablamos varios lenguajes al mismo tiempo sin saberlo, el verbal, los gestos, las miradas, el vestido, pero más allá de cualquier hermenéutica, los resultados.

2. A una amiga muy querida la atormenta el cinismo de aspirantes a líderes que demostraron no tener lo que hay que tener. Después de arrastrarnos a la desgracia, regresan como si nada a lo mismo que excomulgaron, y por lo que se ve, vuelven a hacerlo mal. Fanáticos del vacío, sacrificaron el movimiento de masas que los siguió lealmente. Dostoievsky expresó pánico por el fanatismo y el cinismo, porque él practicó ambos. En su juventud fue víctima de una simulación de fusilamiento, que, según cuenta, cambió su vida. Y describe ambas cosas en el capítulo quinto de Los hermanos Karamasov. En un pasaje llamado “El gran Inquisidor” narra la milagrosa reaparición de Cristo frente a la Catedral de Sevilla en el siglo XVI, en plena inquisición y al día siguiente de que hubieran quemado un grupo de acusados. Hace milagros, concentra una multitud, resucita una muerta, pero ordenan apresarlo. Una vez detenido se presenta en su calabozo el Gran Inquisidor, un erguido anciano de noventa años, vestido de manera pobre y rústica, y le pregunta –“¿Eres Tú?”. Jesús no se digna a contestar y el Inquisidor dice.

3. “No contestes nada. Ya lo has dicho todo. Mañana morirás quemado como el peor de los herejes”. Reconocer la presencia de la Vedad desestabilizaría sus bases y optan por la cínica expresión de las necesidades del status. ¿Pero existe la condición humana, algo que identifica a todos los hombres por el hecho de serlo, alguna trascendencia que nos dé dignidad como especie? La condición humana es el título de la estremecedora novela de André Malraux, en la que narra que durante el fracaso de la insurrección de Shanghai en 1927, ajusticiaban a un grupo de comunistas lanzándolos uno a uno a la caldera de la locomotora. Conmovido por el pánico de un joven militante, el jefe, Kyo, en sublime acto de abnegación, le regala al muchacho el mayor tesoro, la última cápsula de cianuro, y asume él la muerte en llamas. Kyo es un valiente, irreverente, heterodoxo, enemigo de dogmas de izquierda o derecha, personaje que representa a Malraux, revolucionario, bohemio, humanista. El sacrificio de Kyo no es “por la revolución” sino por un ser humano concreto, frágil y acobardado, merecedor del desprecio de Chan, el fanático cruel, la representación del Partido Comunista.

4. Para los antihumanistas teóricos y prácticos: Marx, Lenin, Spengler, Max Scheler, Nietzsche, Hitler, Michael Foucault, Althusser, Merleau Ponty, los individuos son “briznas de paja en el huracán revolucionario”, sacrificables, porque la revolución vale más que los individuos, familias, vidas, muertes, dolores. Nechayev quería seres “sin identidad ni nombre propio” y Foucault, en la misma tónica afirma que el hombre no es nada, sino “una invención fracasada del Renacimiento”. ¡Qué pueden importar la violencia, el terror, la tortura contra sujeto particulares, si son elementos revolucionarios de purificación, válidos porque persiguen fines superiores! Para Nietszche la decadencia de la civilización es producto de la piedad cristiana por los débiles ¿Es verdad, como dice, que el imperio romano se desplomó por tal influencia debilitadora del amor al prójimo, o porque la esclavitud, el trabajo gratuito, fundó el ocio de los grupos de poder, frenó el desarrollo de las fuerzas productivas, la ciencia, la tecnología, la creatividad, el esfuerzo individual, y se desplomó podrido de improductividad?

5. Pensadores alemanes, denuncian pérdida del sentido patriótico, la disposición de dar la vida por la patria, derramar la sangre en batalla, por obra del confort, capitalista, el comercio, el aburguesamiento, evocación de Esparta, y Max Scheler escribe que “los hombres se habrían devorado pacíficamente si no fuera porque la dignidad de la guerra ha justificado la violencia”. Por fortuna Kant escribió que el hombre se define por sus decisiones, ya que al actuar funda leyes universales y sabemos que asesinar, hacer pogromos contra grupos sociales, razas o naciones, no puede ser ley universal. Y ahí la filosofía ensambla con la acción política, dice Helmuth Plessner “el arte del momento adecuado, la ocasión favorable”. El hombre vive, como las demás criaturas, pero a diferencia de éstas, tiene conciencia de que vive.

@CarlosRaulHer

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Ismael Pérez Vigil

Por la ruta de la reflexión profunda nos lanza el último artículo del Padre Luis Ugalde (Podemos porque hacemos), y aunque no siempre los comentemos públicamente, son tema de discusión en privado: “¿Leíste el artículo de Ugalde?, nos interroga cualquier persona, en cualquier momento; por eso hay que estar atentos y al día, sus artículos no se pueden ignorar ni pasar por alto.

La esperanza de Ugalde

Del artículo más reciente, de entre todas las reflexiones, se desprenden dos hilos importantes: uno es la lucha contra la desesperanza y el pesimismo y el otro una crítica, aunque lacónica, muy dura hacia quienes hablan de la “mejoría” del país.

Pareciera contradictorio hablar de esperanza, de optimismo, que supone ver aspectos positivos en lo que ocurre en el país y al mismo tiempo, criticar tan duramente a quienes ven signos externos de mejoría económica; pero no es contradictorio. Veamos.
Nos dice el padre Ugalde “…millones de venezolanos dentro y fuera del país estamos haciendo lo necesario primero para sobrevivir y luego para salir adelante”, y así es. Para muchos no hay forma de explicar como hacen millones de venezolanos que no tienen ahorros o ingresos en dólares para sobrevivir en medio de la alta inflación, la carestía de alimentos y medicinas, la carencia de servicios públicos, la severa crisis humanitaria, y paremos de contar; pero el “milagro” ocurre y de alguna manera el artículo nos revela el porqué: se llama esfuerzo y trabajo; se llama, como dice el Padre Ugalde, potenciar lo que el país lleva adentro, “… potenciar el talento de millones de venezolanos que con lo que hacemos damos la prueba de lo que podemos”; esa es la verdadera riqueza del país.

La solidaridad, factor clave

Se llama también solidaridad; solidaridad de los que vivimos aquí y podemos generar algún trabajo, por efímero y poca cosa que parezca, para que alguien tenga algún ingreso; solidaridad de miles de organizaciones de la sociedad civil que hacen que circule el “excedente” −que toda sociedad genera−, en trabajo que produce un ingreso, en alimentos, en medicinas, en atención médica gratuita o casi gratuita, en objetos que se desechan y que se pueden reparar y le sirven a alguien más. Solidaridad de los que se fueron del país y no olvidan a los que se quedaron aquí y envían a sus familiares y amigos alguna cantidad de dinero o alimentos, o medicinas, o algún objeto que se puede intercambiar o vender. Se llama, en definitiva, tener conciencia de que el país sigue vivo, que no se ha muerto y quienes aquí vivimos nos esforzamos por “capear” el temporal y tratar de vivir lo mejor que podemos, a pesar de todas las limitaciones. Desde luego, aprovechamos cualquier resquicio, cualquier viento positivo que sople y no estamos ciegos ni somos tontos para no darnos cuenta de las “burbujas” que se inflan y tratar de aprovecharlas.

¿Se arregló el país?

El otro hilo de reflexión que destaco del artículo de Ugalde se refiere a esa crítica, aguda y muy fuerte, cuando dice: “No seamos cínicos, esto no se ha arreglado”.

No se necesitan más palabras y aunque se asume él y nos asume a todos en el “no seamos”, todos sabemos que a quien se refiere es a algunos sectores, de empresarios, de asesores y analistas que nos pretendan mostrar un país más allá de la realidad, una fantasía económica. Algunos incluso se limitan a enumerar las cuatro o cinco medidas macroeconómicas adoptadas, absolutamente insuficientes para llevar pan a las mesas, generar empleos o resolver la carencia de elementales servicios públicos que atosigan a la población. No voy a abundar más en el tema, pues lo hice con detenimiento en un artículo anterior; pero quería destacar que la escueta frase del Padre Ugalde encierra toda la profundidad de la crisis que vivimos, que está lejos de estar superada.

La crítica del artículo al “cinismo” de los que ven mejoras, junto a lo que nos señalan algunas encuestas recientes sobre la valoración que se tiene de los empresarios, por tratarse de un protagonista importante en lograr sembrar la esperanza y la recuperación del país, vale la pena dedicarle algunas líneas.

La primera advertencia para matizar en algo el excesivo optimismo de algunos es que no olvidemos que por mucho que los indicadores señalen que la economía creció en 2021 y crezca en 2022, se necesitarán varios años para que ese crecimiento nivele al PIB que teníamos a finales del siglo pasado, cuando comenzó este oprobioso régimen; o tan solo para nivelarnos al PIB del 2013, cuando se inició el régimen madurista.

La “mejora” de algunos sectores y de algunos indicadores económicos, o la frivolidad de algunos espacios de consumo y lujosa diversión no son un indicador importante para aseverar que el 80% o más de los venezolanos está saliendo de la pobreza. Y sobre todo no olvidar, como dice Ugalde en su artículo, que: “… el desastre es tan grande y global que es indispensable el cambio político para que en Venezuela sople con fuerza el viento de la esperanza y reverdezca el actual desierto desolador.”

Los empresarios

Sabemos bien que esta “prédica” de la mejoría del país está dirigida a los empresarios, a estimular su interés y sus inversiones y que entre ellos abunda la gente “pragmática”; algunos lo son tanto, que hasta creen que no les interesa la política, ni los políticos y muchos los consideran corruptos y una pérdida de tiempo ocuparse de ellos; excepto cuando tienen chance o no les queda más remedio que “acercarse” a algún político que les facilite la vida con algún trámite, les de acceso a divisas −en los largos períodos de control cambiario− o apure algún contrato; por algo son pragmáticos y deben ocuparse de empresas, de las que dependen miles de empleos y familias.

Nuestros empresarios, al menos una parte importante de ellos, que han sido educados y socializados en un profundo individualismo −como casi todos los venezolanos de clase media para arriba−, obviamente les interesa “su” empresa, su negocio, su vida y solo comparten socialmente con los demás. Por supuesto, ese interés en “su” negocio implica interesarse también por sus trabajadores, para los que buscan las mejores condiciones y los ayudan a que vivan lo mejor posible, porque saben que eso redunda en un mejor rendimiento y es mutuamente beneficioso.

Muchos de ellos se dedican a su comunidad inmediata, pero no mucho más allá, a menos que sean empresas muy grandes, que no nombrare, cuya “comunidad inmediata” es buena parte del país. Pero para algunos, todo lo demás, que no sea su entorno inmediato, se reduce a esa especie de “filantropía” a la que llaman “Responsabilidad Social Empresarial”

Con relación a la política, claro que hay empresarios que se ocupan del poder –es decir, de la política y los políticos– cuando ya lo básico está resuelto y les queda tiempo, siempre y cuando eso no los haga descuidarse de su actividad principal, la que, con toda razón y responsabilidad, nunca pondrán en peligro por dedicarse a otra cosa. Todo lo más se dedicará a “eso de la política” algún hijo, sobrino, hermano, o el fundador de la empresa, ya retirado de los negocios. Esto incluye cámaras y asociaciones empresariales, en donde obtienen información e influencia y alguna vez emprenden actividades colectivas, usualmente con pronunciamientos gremiales o alguna actividad social o deportiva conjunta.

Pero el tema gremial lo pospongo para otra ocasión.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

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Humberto García Larralde

Los encuentros la semana pasada de una delegación gubernamental de EE.UU. con representantes de Maduro y de la oposición, alimentan la expectativa de que se reanudarán las negociaciones entre ambos. Aunque no fuese el objetivo principal de la misión estadounidense, este tema seguramente no fue excluido. Por su parte, el jefe de la delegación de la Plataforma Unitaria opositora, Gerardo Blyde, reiteró su interés por retomar lo iniciado en México el año pasado y, por esa vía, continuar explorando posibilidades de acordar una transición pacífica a un régimen de libertades y de creciente prosperidad.

Para algunos, tales expectativas son ingenuas. Con la excusa del diálogo –no hablaba de negociar— Maduro se ha burlado en reiteradas oportunidades del país, solo para ganar tiempo y desactivar las presiones domésticas. Pero, por más escépticos que seamos, no debe despacharse, así por así, un nuevo intento por ponerle fin a la terrible tragedia arrojada sobre los venezolanos por estos “revolucionarios”. Las condiciones de miseria son demasiado graves y los avatares que golpean a diario a nuestros compatriotas, tan injustas –porque las podría solventar un gobierno democrático--, que sería irresponsable, por decir lo menos, no explorar esta posibilidad. Es demasiado lo que está en juego. No debemos ilusionarnos con que Maduro va a negociar esta vez con los intereses del país por delante (nunca lo ha hecho), pero si debemos identificar qué lo mueve, sus fortalezas y debilidades.

Hugo Chávez reveló muy temprano su inspiración fascista[1]. Invocó la epopeya independentista para promover un proyecto maniqueo y patriotero, asumiendo, como militar, la contienda política en términos bélicos, loas a la muerte de por medio. Su discurso populista, cargado de odios, descalificó a sus opositores y amenazó con vengarse de quienes “habían traicionado a Bolívar”. Los discriminó desde el poder, desconociendo sus derechos constitucionales y atemorizándolos con bandas de choque uniformadas de rojo. Su posterior adopción de categorías discursivas de la mitología comunista, agarrado de la mano de Fidel Castro, no altera esta caracterización. Eso sí, lo vinculó con un universo más amplio, que resultó decisivo para proyectarse internacionalmente como líder antiimperialista. Con esta imagen, labró alianzas con autocracias variadas que sólo tenían en común su odio a EE.UU., como la teocracia iraní, las encabezadas (en su momento) por Hussein, Gadafi y Mugabe y, por supuesto, Putin y su héroe, Fidel. Bajo el tutelaje de este último, accedió al know-how cubano sobre terrorismo de Estado, tan útil para consolidar su poder. Peor aún, al colocarse bajo el paraguas castrista, les entregó gustosamente el país. Accedió a que uno de sus agentes, Nicolás Maduro, lo sucediera al morir.

Al carecer Maduro del carisma de su mentor y no tener ascendencia entre los militares, tuvo que urdir mecanismos para ganárselos, siempre con asesoría cubana. Intensificó la corrupción entre estamentos del alto mando para convertirlos en eje de una red de cómplices dedicados a depredar a la nación, destruyendo, así, a la FAN. De gran ayuda fue el desmantelamiento de las instituciones del Estado de Derecho adelantado por su antecesor. Barrió con la transparencia y la obligación de rendir cuentas de su gestión, así como con las normas que resguardaban la hacienda pública. Le permitió aumentar aún más la represión, con centenares de manifestantes abatidos y las cárceles llenas de presos políticos. Por otra parte, al impedir –tramposamente-- la alternabilidad política, Maduro se convirtió en dictador.

Al acentuar bajo su mandato la expoliación del país, destruyó las bases de tributación del Fisco. Acudió, entonces, a la emisión monetaria para financiar el gasto. La hiperinflación que desató terminó de arruinar la economía y devastar las condiciones de vida de los venezolanos. La liberalización posterior de precios, la libre circulación de dólares y la privatización de activos públicos --sin orden ni concierto—, ¿indican que Maduro está de regreso de tanta locura? Midámoslo contra el contexto de colapso de la administración de Estado y de los servicios públicos, la matraca y la extorsión por doquier, sin mencionar la inobservancia descarada de los derechos humanos de la población. ¿A dónde va, entonces, el régimen? ¿Qué debemos esperar de éste en una negociación que deseamos sea seria?

Lo que define al régimen de Maduro es la corrupción. Todas las dictaduras son corruptas, en mayor o menor grado. El gobierno de Chávez también lo fue. Dejaba robar a militares y tomaba nota, no para castigarlos, sino para poder chantajearlos si alguno decidía retirarle su apoyo. Pero lo de hoy alcanza otro plano. La trampa, la mentira y desprecio por la vida de los demás es tal, que se han convertido en el nuevo “normal”. Han socavado los valores básicos que sustentan la convivencia en sociedad. No hay seguridad ni respeto por la suerte del venezolano. Sus problemas carecen de respuestas. Reina el abandono y la anomia. Las decisiones penden del capricho o voluntad de los poderosos. Sepultado quedó el promisor futuro socialista. No obstante, los fascistas siguen refugiándose en clichés “revolucionarios” para proyectar la idea de un país asediado por enemigos, tanto internos como externos, que requiere de su protección. La excusa perfecta para erigirse en dueños de Venezuela. Con impunidad sostenida de sus atropellos, por si hubiese dudas. Una “revolución” de cómplices.

Esta descomposición es propia de la cofradía gansteril de autócratas que amenazan al orden liberal, ya que se interpone a la expoliación de sus respectivos países (o de otros, como pretende Putin). Son cleptocracias poderosas, interesadas en trampear el sistema para hacer avanzar sus negocios. La alianza de mafias que sostiene a Maduro encaja bien ahí. Además de Putin, están Lukashenko, Ortega, Díaz Canel, Al Assad y otros, aliados con Hezbolá, el ELN, traficantes y con quien sea, para imponerse. El problema está en que, al pretender desplazar el orden internacional basado en normas --juego suma-positivo de convivencia entre naciones-- por uno sostenido en la fuerza y el embeleco --juego suma-cero--, se puede terminar del lado perdedor. Y es ese el “tres y dos” en que se debate Maduro.

¿Habrá hecho Putin un mal cálculo? De ser así, ¿debe aprovechar el margen que (aparentemente) le estarían abriendo los gringos? Maduro sopesa cuánto debe ceder para que le retiren algunas sanciones. ¿Tendrá que esforzarse en lucir más convincente en sus alegatos de respeto a los derechos humanos y aplacar, así, al CPI, a la Dra. Bachelet y al Consejo de Derechos Humanos de la ONU? Los militares traidores que lo sostienen le dejan poca opción. El Sebin y la DGCIM siguen arrestando a dirigentes sindicales, periodistas, médicos y otros, acusándolos de “terrorismo y asociación para delinquir” (¡!) Igual amenaza pesa sobre diversas ONGs defensoras de derechos humanos. Por otro lado, ¿le conviene continuar liberalizando la economía en busca de mayor apoyo interno? ¿Debe dar garantías creíbles para atraer inversiones? Eso significaría ceder poder y oportunidades de lucro. No se lo permitirían las mafias. ¿Pero podrá sacrificarse a algunas, las más débiles, sin que lo tumben? En fin, el futuro del régimen está sujeto a muchos imponderables, nada está seguro.

¿Qué implicaciones pueden derivarse para negociar unas próximas elecciones con unas garantías mínimas de que se respete la voluntad popular? Maduro no dará paso alguno hacia la apertura a menos que sea forzado a ella. De ahí lo imprescindible que Putin sea derrotado. En primer lugar, por razones de justicia y por el derecho de los ucranianos a existir en paz, pero también para romperle el espinazo a la cofradía gansteril. Pero eso no está en manos de los opositores en Venezuela. Lo que sí depende de nosotros es lograr que esa inmensa mayoría de venezolanos que clama por soluciones –el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social registra 2.677 protestas durante el primer cuatrimestre de 2022—se unifique detrás de una propuesta de cambio, con la fuerza suficiente para obligar a Maduro a ceder.

Sin apoyo internacional, será muy difícil desplazar a los fascistas del poder. Pero sin una fuerza opositora unida, con un proyecto creíble, capaz de erigirse en alternativa real de poder, tal apoyo no ocurrirá.

Economista, profesor (j), Universidad Central de Venezuela

humgarl@gmail.com

[1] Ver, García Larralde, Humberto, El fascismo de siglo XXI: La amenaza totalitaria de Hugo Chávez Frías, Random House Mondadori, 2008

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Edgar Benarroch

UNOS SI Y OTROS NO

Felicito al Ministerio Publico por el esclarecimiento del caso Carlos Lanz. Estoy seguro que iniciaron la investigación pensando que el secuestro o desaparición de Lanz era obra de la derecha nacional o internacional, de la CIA o gobierno de Estados Unidos, del MOSAD (servicio de inteligencia israelí) o de otro grupo “anti revolucionario”.

En la medida que avanzaba la investigación se percataron que todo tenía su origen en un complot organizado y dirigido por la esposa de Lanz, dirigente del PSUV y directora del INCE de Aragua, que con la colaboración activa de famosos delincuentes y amigos “íntimos”, muy íntimos, perpetraron el secuestro y horrendo asesinato de Lanz, pero era tarde para paralizar la investigación, mucha agua había pasado y mucha gente informada.

Todo ello provocó que el Fiscal General de la Republica apareciera en los medios de comunicación social del país dando detalles del horrendo secuestro y crimen y estableciendo responsabilidades en la esposa del asesinado y en trece de sus delincuentes amigos.

Dicho esto pregunto: ¿Por qué no ha ocurrido lo mismo, el esclarecimiento, con otros casos que también han causado alarma y preocupación nacional?, por ejemplo, el caso de El Junquito donde con un misil destrozaron una casa y asesinaron a Oscar Pérez y a sus siete acompañantes, entre ellos una mujer en estado de gravidez, después de haberse rendido con las manos en alto. No satisfechos fueron a la vivienda destruida y le propinaron un tiro de gracia a todos, algunos aún con vida.

Otro caso, el del Capitán Rafael Acosta Arévalo, que presentaron al juez en silla de ruedas y éste al verlo ordenó su inmediata reclusión en un hospital donde muró producto de los traumatismos recibidos en la tortura que no le dejó hueso ni músculo sano. El caso del General Raúl Isaías Baduel que muere en un calabozo en circunstancias no aclaradas. El caso del diputado Robert Serra, dirigente del PSUV, que fue encontrado muerto en una extraña casa en condiciones nada ordinarias. El caso del concejal de Caracas Fernando Albán que fue lanzado al vacío desde las instalaciones del SEBIN donde estaba preso, se inculpó a dos policías como autores materiales, pero no la autoría intelectual del macabro suceso, alguien impartió la funesta orden. Los detenidos por este caso han sido amenazados que si hablan correrán la misma suerte del concejal.

Los casos señalados, y no esclarecidos, son un pequeño ejemplo de los muchos que existen, pero suficientes para concluir que este régimen sólo investiga a quien les interesa; los demás los desecha, máxime si están comprometidos adeptos. Para este régimen la justicia es una liga que se estira o encoge de acuerdo con sus intereses. Esto que un caso se investigue y se llegue a sus últimas consecuencias y otros no y se archiven y escondan, es la manera de operar de este totalitario régimen populista.

11 de julio 2022

A NUESTRA FUERZA ARMADA

Esta nota no persigue desestabilizar al régimen y menos es un llamado a la insurrección armada, soy un profundo convencido y practicante de las bondades democráticas y por ello me dirijo a ustedes. Esta inquietud sólo persigue recordar el sagrado deber que nuestra Fuerza Armada tiene contraído con la Patria y con cada uno de nosotros: Preservar nuestra integridad territorial, defender y preservar la soberanía nacional y cumplir y hacer cumplir nuestra Constitución y leyes de la Republica.

El origen democrático de este régimen aún está en discusión, pero lo que está sumamente claro es que su desempeño está al margen de los postulados de la democracia y es violatorio de las más elementales normas constitucionales y legales que ordenan y limitan su acción.

En lo político existe una permanente persecución, encarcelamiento, tortura y hasta asesinato a la disidencia y a quien no es incondicional al régimen se le niega el pan y el agua; en lo económico estamos en medio de la peor crisis que recordemos que ha empobrecido a todo el pueblo, sembrado hambre generalizada y pulverizado nuestro signo monetario; en lo social peor no podemos estar con una sociedad descompuesta y desorganizada preocupada permanentemente cómo subsistir mañana y con servicios públicos como nunca deficientes, todo producto de una nefasta gestión oficial.

Ante esta gravísima situación, nuestra Fuerza Armada debe tener una palabra que tiene que apuntar al respeto de la Constitución y al clamor popular. Días atrás cuando se intentó convocar el Referendo Revocatorio del mandato de Maduro y así conocer la opinión popular, fue brutalmente boicoteado y saboteado por el régimen al extremo que lo hicieron imposible, en abierto y flagrante desconocimiento de la disposición constitucional.

Esto ha ocurrido ante nuestros ojos y ustedes como buenos observadores deben haberse informado. Si entre sus deberes está el cumplir la Constitución y hacerla cumplir, están emplazados a cumplir con fidelidad está sagrada obligación para que el régimen se encause en los canales democráticos de donde nunca ha debido separarse.

Si esta palabra, que por amor y respeto a la Patria deben tener, se cumple, el pueblo entero se los agradecerá y reconocerá y puede ser el inicio de recobrar el respeto y confianza del país en su gente de uniforme.

10 de julio 2022

EN DEMASÍA

En lo últimos días han ocurrido tantos hechos y nos hemos informado de algunos, todos generados por el régimen o atinentes a él, que nos atiborran de asombro, alarma y preocupación.

La inasistencia, hasta ahora sin explicación, de Maduro a la celebración oficial de los actos conmemorativos del aniversario de la firma del acta de nuestra Independencia, realizados en la Asamblea Nacional y el desfile militar en el Paseo de los Próceres de Caracas; el carnavalesco muñeco “súper bigote”, protagonista del desfile militar señalado; la ratificación del General Padrino López como Ministro de Defensa, no existe en la historia del país alguien que ocupara por tanto tiempo ese despacho; los ascensos militares, que según fuentes confiables y bien informadas obedecieron más a la incondicionalidad al régimen que a méritos militares; el horrendo caso de la desaparición de Carlos Lanz, su desenvolvimiento macabro y establecimiento de responsabilidades; la arbitraria detención de dirigente sindicales y de ONGs; Venezuela será transformada en escenario para prácticas militares de Rusia e Irán; la denuncia de horribles mecanismos de torturas en las mazmorras de la Dirección General de Contra Inteligencia Militar (DGCIM); el caso del comandante Igbert Marín Chaparro que tiene cuatro años de encierro en los centros de tortura del régimen, por haber denunciado las pésimas condiciones en los cuarteles y la elevada inmoralidad; y seguramente se me escapan otros más, por tenerlos ocultos o no estar informado.

Las vitaminas cuando se consumen de una manera adecuada y equilibrada le hacen bien al organismo, pero cuando se abusa por exceso de su consumo puede producir una intoxicación que se llama vitaminosis. Recibir tanta información, tan mala y en corto tiempo, puede producir “informanosis”, valga el término, que es el exceso de información que siendo mala perturba nuestro temperamento.

Esas informaciones malas y malévolas debemos procesarlas para reafirmarnos en donde estamos, pero también deben ser estímulos para ahondar en la lucha que adelantamos para salir cuanto antes de lo que desgraciadamente aún tenemos. Pronto llegará el momento en que se acaben los súper bigote en los desfiles militares, las ausencias indebidas y sin explicación del Presidente de la Republica en los actos patrios, que los ascensos militares respondan exclusivamente a méritos castrenses y no a incondicionalidad a personas, que no exista tortura ni persecución y que la corrupción desaparezca.

Todo será muy distinto cuando recibamos la grata y esperada noticia: ¡SE FUE EL RÉGIMEN, HAY UN GOBIERNO NUEVO Y DISTINTO! Ese día, estoy muy seguro, pronto llegará y lo viviremos cargados de alegría, entusiasmo, felicidad y esperanza en que todo será muy distinto y mucho mejor.

9 de julio 2022

EL POPULISMO

El populismo es una tendencia política que pretende atraerse a las clases más necesitadas y marginadas y algunas veces cautiva a desinformados e ingenuos. Su origen está en el movimiento ruso del siglo XIX llamado "narodnismo" que se traduce al español como populismo, es decir, ir al pueblo para conquistarlo valiéndose de cualquier medio, generalmente de la falsa promesa y el engaño.

Podemos afirmar por lo vivido que estamos en presencia de un régimen totalitario populista, y de un populismo punitivo que promueve la persecución, encarcelamiento, tortura, aplica penas crueles y asesinato de la disidencia. En esta acción están comprometidos todas las ramas del Poder Público nacional, utilizan para ello la manipulación de los medios de comunicación social y el estímulo de las emociones más primitivas.

El populismo busca partir el país en dos, por una parte, el pueblo y por la otra el anti-pueblo donde está la oligarquía, los traidores a la Patria, la burguesía, la derecha salvaje, los escuálidos y los empresarios explotadores. Cuando no existen tales enemigos los crean, promueven e inventan tanto en el país como fuera de él. En medio de esta dicotomía establece toda una estrategia para sembrar odio y rencor del pueblo contra el anti-pueblo. Promueve el líder único que crea y hace todo y es el gran sanador de todos los males y el perdonavidas. Con el ánimo de satisfacer medianamente las exigencias populares de cualquier índole aumenta los impuestos y endeuda al país.

En el caso nuestro no es posible aumentar el endeudamiento que es ya exorbitante, porque este régimen tiene cerradas todas las puertas de financiamiento, les queda Rusia y China que revisan su posición y los ingresos por la venta de petróleo han bajado estrepitosamente por la quiebra de PDVSA debido al brutal manejo que la sometieron.

Ellos no son culpables de lo malo que ocurre, toda la culpa es de los enemigos internos y externos (EE.UU. Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial de Desarrollo, Banco Interamericano y la derecha mundial), vale decir, del anti-pueblo.

El populista es un demagogo por excelencia, exalta a quienes lo escuchan con halagos y falsas promesas que en el momento son bien recibidas pero muy difícil, muchas imposibles de cumplir. Utiliza procedimientos fantasiosos para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de sus bajas pasiones y propia ambición.

La extrema tensión que confrontamos los venezolanos es caldo de cultivo para la demagogia que con frecuencia es utilizada por los radicales de lado y lado. Cuidémonos de ambos que nos empujan a un futuro incierto.

El populista es un mentiroso contumaz que pretende con la falsedad obnubilar al pueblo y convertirlo, como hemos dicho, en instrumento de sus obscuros intereses personales que generalmente buscan el enriquecimiento ilícito a expensas del poder, a expensas de los reales de todos. Busca el poder para desde allí dar rienda suelta a sus perversos intereses y se aglutina con sectores afines para estructurar un club de facinerosos y cómplices.

El populismo y la demagogia van de la mano, la segunda es consecuencia de lo primero o lo provoca. En América Latina hemos tenido presidentes extremadamente populistas, citó solo dos ejemplos: Juan Domingo Perón, el siglo pasado en Argentina que le hablaba a sus "descamisados" de amor y solidaridad con la promesa de vivir mejor y Hugo Chávez en el presente siglo en nuestro país. Dicen lo que el pueblo quiere escuchar y no lo que debe oír.

Juegan con la buena fe de la gente que creyendo en sus halagos y promesas los sigue y acompaña. Son verdaderos encantadores de serpientes. El tiempo los descubre y quita la máscara cuando llega la hora de los resultados.

Chávez ofreció progreso, paz, inclusión, y dijo nunca ser comunista. Pues destrozo el país, inició la quiebra de PDVSA-la cesta de los huevos de oro-, regalo a diestra y siniestra el dinero de todos tanto adentro como afuera con el interés de comprar voluntades, la mentira y falsedad le brotaban por los poros y terminó en los brazos de Fidel Castro que lo manejó a su antojo. Cuidado con el experto en vender ilusiones que no son otra cosa que eso, ilusiones. Ellos para llegar y luego mantener el poder ofrecen villas y castillos, ofrecen corrección que nunca cumplen porque no está en su ADN.

Oído al tambor, este es un régimen totalitario, populista y como tal demagogo, ofrecerá, Cristo en mano, rectificación y enmienda y volverá a vender ilusiones. Se han mantenido con pan y circo, mucho pan para pocos y algunos mendrugos para el resto. El problema que les angustia es que ya no tienen dinero para el pan y que los payasos del circo se fueron, unos porque se percataron que el espectáculo es malévolo y otros porque no le pagaron. Ya los animales tampoco están, unos murieron de inanición y otros huyeron despavoridos. Solo quedan los dueños del circo y la carpa cada vez más dañada y con la base de sustentación resquebrajada, casi inexistente, solo un artefacto de plomo la mantiene en pie que de seguro ante la multitud también se apartará o se pondrá a su lado.

Terminemos de desmontar esa carpa sucia y maloliente y los dueños saldrán corriendo como los payasos y animales, solo falta empujar todos y hacerlo ya con mucha fortaleza.

8 de julio 2022

LA POBREZA

La pobreza es un estado de no poder satisfacer las necesidades materiales básicas y elementales para una vida digna, ella se produce por carecer de los recursos económicos necesarios. La pobreza material además de producir agotamiento físico puede traer desesperación y angustia que a su vez pueden generar severos trastornos de conducta. La carencia de alimentación adecuada, de vivienda, educación, asistencia a la salud, de luz, agua, gas doméstico, de vestido y calzado es pobreza. El no poder satisfacer todas esas necesidades, lo digo bien, todas, es pobreza.

En Latinoamérica el nivel de pobreza es muy preocupante y en nuestro país es alarmante; somos de los primeros en el mundo con hambre y miseria. Más del 80% del país se encuentra en estado de pobreza, la mayoría en situación crítica, que son los que no pueden ni medianamente adquirir la cesta alimentaria.

Este dantesco panorama se presenta luego de ser el país más rico de Sur América. Los últimos veinte años de gobierno, o desgobierno, han incrementado el nivel de pobreza del pueblo venezolano hasta traernos a esta desastrosa y angustiante situación que soportamos. El empobrecimiento de la población es general, toca todos los niveles del país, todos los estratos han sido afectados negativamente con el agravante de quién era pobre, ahora está prácticamente en la indigencia. Dolorosamente ha aparecido un sector que se desenvuelve en la basura y lo vemos en quienes recurren a los desechos para conseguir algo de comer, son ellos los que están en pobreza atroz.

Esta inquietante y penosa situación es consecuencia de una pésima y desastrosa administración pública que algunos dicen es por falta de capacidad e idoneidad y otros aseguran que es política pensada del régimen, con la pretensión de amarrar por el estómago a la gente y hacerlas cada vez más dependientes de sus dádivas a la que llama misiones, bonos o cajas clap. Todo ello está enmarcado en lo que Fidel Castro instruyó a Chávez que su sucesor ha profundizado. La idea no es luchar para el que está abajo suba, no, lo que se busca es que el que está arriba baje y tenernos a todos en el sótano esperando la "caridad" oficial.

Cuando Giordani era Ministro de Planificación y Desarrollo del régimen y como tal, presidente del gabinete económico, era presidente de PDVSA el General Guaicaipuro Lameda . Este último planteó en reiteradas ocasiones, en las reuniones de dicho gabinete, la necesidad de abordar el problema de la pobreza nacional, hasta que Giordani lo llamó aparte y le dijo que a la revolución le interesaba mantener los niveles de pobreza y si era posible aumentarlos para poder afianzar el proceso revolucionario incipiente. Así pues que la conseja de Fidel Castro es la que se sigue al pie de la letra. Días después el General Lameda renunció al gobierno y hoy es una destacada voz de oposición.

La política que debe ser una incesante lucha por alcanzar el Bien Común a ellos le resbala . Se dedicaron a destruir el país y empobrecernos a todos, ya no sólo por la vía de carecer de recursos económicos sino que también los servicios públicos como la luz, el agua, gas doméstico no los niegan o racionan en términos insoportables .

Un país donde se requiere de veinte salarios mínimos para poder atender las necesidades básicas y elementales no puede estar bien, el grado de insatisfacción y angustia es muy alto y generalizado.

Mientras exista pobreza no hay Bien Común y en un político digno y auténtico no puede haber tranquilidad. La lucha que desarrollamos es por el bien de todos, pero particularmente por quienes se encuentran en estado de pobreza. La inmensa mayoría de las familias alcanza más o menos comer algo mediante remesas que parientes y amigos envían desde el exterior, con el sueldo mínimo, quien tiene trabajo, es imposible subsistir. Quienes están en el régimen han demostrado hasta la saciedad que para nada les importa la felicidad del pueblo y desea constreñirnos cada vez más para hacernos dependientes de sus decisiones. Ellos están en las tinieblas, donde desean llevarnos a todos y nosotros somos amigos de la luz que siempre triunfará.

Con hidalguía, fortaleza e inagotable voluntad continuemos solidariamente en la lucha que Dios y la Patria nos lo reconocerá. Tener un pueblo empobrecido es sumamente preocupante, tenerlo en situación crítica es criminal y alarmante. Antes de hablarle al país de los valores democráticos es necesario plantearle un programa como superar su estado de pobreza. No pretendamos que nos escuchen con hambre. Este régimen no tiene ningún interés que el pueblo venezolano tenga valores y nuestra lucha es para rescatarlos y reafirmarlos y ello pasa por tener un mínimo de las necesidades materiales satisfechas.

8 de julio 2022

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Ramón Cardozo Álvarez

Aristóteles, en su obra La Política, plantea la existencia de una clase media fuerte y estable como garantía de estabilidad, concordia civil y libertad en la ciudad, pues así se evita el predominio de facciones extremas caracterizadas por su riqueza o por su pobreza: "Cuando uno de esos grupos toma el poder se forma una ciudad de amos y esclavos, no de hombres libres".

Hoy en día, tenemos una vasta literatura que subraya el papel esencial de la clase media para promover tanto el desarrollo económico de los países, como la aparición y consolidación de los sistemas democráticos.

La democracia venezolana, nacida en 1958, tuvo como uno de sus principales objetivos la ampliación de la incipiente clase media que se venía fraguando en Venezuela durante las primeras décadas del siglo XX.

Según el politólogo Guillermo Tell Aveledo, investigador y Decano de la Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos de la Universidad Metropolitana de Caracas, "la democracia venezolana de la segunda mitad del siglo XX se empeñó en crear una equilibrada sociedad de clase media. Por ello, promovió de manera extraordinaria programas de salud, educación y vivienda, los cuales, aunque no alcanzaron por completo sus objetivos, ampliaron de forma notoria la clase media venezolana”.

Abrupta reducción de la clase media venezolana

En las últimas décadas, Venezuela no solo ha ido perdiendo su democracia sino también su clase media. Estudios recientes muestran que, luego de haber llegado a ser una de las más amplias y robustas de América Latina, hoy en día, la clase media venezolana apenas alcanza una décima parte del tamaño que tenía hace una década, siendo además la más pobre de la región.

En el estudio "La clase media en Venezuela", publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el año 2021, se señala que, independientemente de la definición de clase media que se utilice, en los años recientes se ha dado una reducción abrupta del tamaño de la clase media venezolana, además de una erosión sostenida de sus ingresos.

Si se toma la definición absoluta de "seguridad económica", según la cual pertenece a la clase media aquel que tiene una baja probabilidad de caer en pobreza, en Venezuela la clase media pasó de constituir el 62 por ciento de la población, en el 2010, a representar solo el 15,5 por ciento, en el 2020.

Si se opta por medir la clase media como aquella franja que está entre los no-ricos (menos de 50 dólares per cápita por día) y la de no-pobres (por encima de la línea oficial de pobreza moderada del país), este estudio de la consultora Anova publicado por el BID señala que la clase media venezolana habría pasado del 72 por ciento de la población, en 2010, a constituir solo un 5,3 por ciento, en el 2020.

En Venezuela, se da una correspondencia clara entre la merma de la clase media y un amplio proceso de la expansión de la pobreza.

Amplio proceso de expansión de la pobreza en Venezuela

Respecto a los ingresos de la clase media, el estudio de Anova afirma que, entre los años 2010 y 2020, con excepción del estrato más rico de Venezuela, todos los demás vieron caer de forma pronunciada sus ingresos reales por debajo de la caída promedio de la economía:

"Una familia venezolana perteneciente a esta franja de ingresos (clase media) pasó de ganar aproximadamente 830 USD al mes, en 2012, a ganar 195 USD al mes, en 2020, lo cual implica una caída de cerca de 77 por ciento en sus ingresos familiares per cápita."

En Venezuela, se da una correspondencia clara entre la merma de la clase media y un amplio proceso de la expansión de la pobreza. Dentro de los ejemplos más dramáticos e ilustrativos de la vulnerabilidad y caída de la clase media venezolana hacia los estratos inferiores está el caso de los profesores universitarios.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Enobu 2021, del Observatorio de Universidades, "en el año 2001, en Venezuela, un profesor titular ganaba alrededor de 2 mil 400 dólares. En 2021, ese mismo profesor obtiene 11 dólares mensuales por su trabajo… Mientras que, en México y hasta en Nicaragua, los sueldos en el mayor escalafón varían entre los 1.000 y los 2.000 dólares."

Otros datos relevantes de la encuesta señalan que, en Venezuela, el 84 por ciento de las familias de los académicos universitarios reciben ingresos familiares menores a 100 dólares mensuales; el 30 por ciento de los docentes universitarios tienen ingresos familiares de 1 a 10 dólares mensuales; el 35 por ciento de los profesores universitarios mayores de 60 años come menos de tres veces al día; el 93 por ciento de los docentes tienen dificultades para poder adquirir sus medicamentos; y el 70 por ciento de las profesoras universitarias llevaba, en ese momento, entre 1 y 3 años sin realizarse un examen médico de rutina.

¿Por qué desaparece la clase media venezolana?

La desaparición de la clase media venezolana está vinculada fundamentalmente con un modelo económico que produjo la caída del ingreso de los venezolanos, por los altos índices inflacionarios, y la destrucción de las fuentes del empleo, por el cierre de empresas. En 2017, el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) contabilizó el cierre de alrededor de 500.000 empresas de las 850.000 que existían en 2002.

Otro factor decisivo ha sido el poco interés del llamado Socialismo del Siglo XXI en proteger y promover la existencia de la clase media venezolana. De hecho, la relación entre el expresidente Hugo Chávez y el actual presidente Nicolás Maduro con la clase media ha sido siempre tensa y, en diversos momentos, hasta de abierta confrontación.

Según el profesor Aveledo, "el chavismo se ha caracterizado por tener una visión negativa respecto de la clase media, en virtud de lo que entiende que son sus valores burgueses y posturas políticas".

Un ejemplo que ilustra muy bien la percepción negativa del chavismo frente a la clase media del país es la advertencia que, en el año 2014, hiciera el entonces ministro de educación Héctor Rodríguez, hoy gobernador del estado Miranda: "No es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que después pretendan convertirse en escuálidos (opositores)", decía.

Su postura explica, al menos en parte, la pretensión de favorecer un cierto nivel de avance material en los estratos más bajos, a través de subsidios diversos, pero sin que ello signifique que los beneficiarios de estas ayudas puedan desarrollar los niveles de autonomía y libertad frente al Gobierno que caracterizan a las clases medias.

Otro factor fundamental en la contracción de la clase media venezolana ha sido el enorme éxodo de personas de este estrato social. Según el profesor Aveledo, este éxodo se ha producido en tres oleadas distintas: "Inicialmente, se produjo una primera oleada por temor al autoritarismo chavista. Posteriormente, una segunda oleada se dio por rechazo al modelo socialista. Por último, un porcentaje alto de la clase media, a la que se sumaron millones de personas de los estratos bajos, se vio obligado a emigrar por la gravísima crisis económica."

La desaparición de la clase media venezolana está vinculada fundamentalmente con un modelo económico que produjo la caída del ingreso de los venezolanos.

¿Qué ha perdido Venezuela con la desaparición de su clase media?

Una de las características de la clase media es su carácter multidimensional. "El contenido de la clase media está asociado con múltiples factores que incluyen sus hábitos de consumo, niveles de educación, tipos de vivienda, acceso a servicios, experiencia laboral, clases de empleo, profesiones, preferencias culturales, entre otros", explica Omar Zambrano, economista jefe la consultora Anova y coautor de su estudio sobre la clase media venezolana.

Por tanto, concluye, "Venezuela ha perdido uno de los factores más dinamizadores de su economía con la disminución de su clase media. La clase media es el bastión del consumo. Sus patrones de consumo, su demanda de bienes y servicios sofisticados, viviendas, vehículos, viajes, cultura, etc., junto con su propensión al ahorro y a la inversión, motorizan el crecimiento económico."

Por otra parte, la reducción de la clase media ha contribuido a la crisis de las empresas estatales y de los servicios públicos en Venezuela. En estos ámbitos se ha producido una merma de las capacidades gerenciales y técnicas, a consecuencia de la salida de una gran cantidad de profesionales, que se han visto obligados a emigrar o cambiar de oficio para poder sobrevivir. Esta situación se ha hecho particularmente evidente en los casos de los sistemas de salud y de educación.

Finalmente, Venezuela ha perdido un factor de estabilidad política, de defensa y promoción de la democracia, pues las clases medias ayudan a frenar la polarización y son favorables a instaurar regímenes políticos con libertad de empresa, Estado de derecho y un Gobierno responsable ante sus ciudadanos.

¿Cómo recuperar la clase media en Venezuela?

De cara al futuro, el informe Anova concluye que "Venezuela necesitará un programa de rehabilitación y reconstrucción de los ingresos de la clase media, como piedra angular del desarrollo económico futuro. Políticas públicas en beneficio de la clase media deben incluir, pero no limitarse, a aspectos como la reactivación del mercado laboral formal, las mejoras en la productividad y los salarios reales, y las políticas específicas de vivienda y educación."

La promoción de una amplia y vigorosa clase media es una necesidad impostergable para Venezuela. No se puede hablar de una verdadera lucha contra la pobreza si no se garantiza que aquellos que salen de ella no queden expuestos a volver a caer en la miseria como resultado de una coyuntura política o económica. Sólo una clase media estable, como decía el filósofo griego, es garantía de libertad.

6 de julio 2022

DW

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