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Opinión

Ramón Cardozo Álvarez

Las protestas de los trabajadores venezolanos arrecian ante la acuciante pérdida de capacidad adquisitiva y la falta de perspectivas de mejora de su situación.

Las multitudinarias manifestaciones de los trabajadores de la educación que se vienen produciendo a lo largo y ancho de Venezuela desde inicios de este 2023 tienen como explicación la pérdida masiva de la capacidad adquisitiva de la gran mayoría de los trabajadores venezolanos, cuyos ingresos actuales no son suficientes ni siquiera para adquirir los productos básicos necesarios para subsistir.

Luego de más 400 protestas escenificadas a lo largo de estas dos últimas semanas en casi todos los estados del país, los trabajadores venezolanos no han recibido por parte del régimen de Nicolas Maduro una respuesta concreta y satisfactoria a sus justas reclamaciones.

Hasta la fecha, la estrategia de Maduro ha sido evadir la responsabilidad de su Gobierno frente al agudo deterioro del poder adquisitivo de los venezolanos y realizar difusas promesas respecto a una futura mejoría de los sueldos de los trabajadores, sin especificar ni cuándo, ni cuánto, ni de dónde saldrían los recursos para pagar esos eventuales aumentos: "Más temprano que tarde pasaremos de esta fase de parto y de resistencia, a una fase de mejoría sostenida de los ingresos de la clase obrera y trabajadora… De mil maneras lo haremos. ¿Pariendo recursos? Pariremos. ¿Produciendo? Produciremos”, declaró Maduro durante la clausura del IV Congreso de la clase obrera.

Amenazas y amedrentamiento a los educadores

La ausencia de respuestas por parte del Ejecutivo nacional a los justos reclamos de los trabajadores ha venido acompañada de las consabidas prácticas de amenaza y amedrentamiento a todos aquellos venezolanos que levantan la voz en reclamo de sus derechos.

Dentro de estas prácticas antidemocráticas resaltan la detención de los manifestantes por parte de los organismos de seguridad del Estado y el uso de la violencia a través de los colectivos armados chavistas.

El jueves 12 de enero, funcionarios de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) y el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) detuvieron de manera arbitraria a nueve trabajadores de las empresas siderúrgicas del Orinoco y Bauxilum que participaban en una protesta salarial. Luego de ser presentadas a los tribunales, estas personas quedaron sometidas a un régimen de presentación y libertad restringida, teniendo prohibido volver a protestar o participar en manifestaciones públicas.

Por su parte, los colectivos armados chavistas, con la misma intención de amedrentar y disuadir a los manifestantes, han venido incrementando sus acciones en contra de las marchas de los trabajadores. El 14 de enero, un colectivo del estado Aragua amenazó a través de las redes sociales a todos aquellos trabajadores que salieran a reclamar mejoras salariales.

El 19 de enero, colectivos armados impidieron que los trabajadores se congregaran a protestar en un sector del oeste de Caracas. Esa misma fecha, en Apure, de acuerdo con un reportaje de la periodista Sebastiana Barráez, oficiales de la Guardia Nacional amenazaron a los educadores con utilizar a los colectivos si no se dispersaban.

Las causas reales de la pérdida del poder adquisitivo

En línea con su estrategia de evadir la responsabilidad de su gobierno, Nicolás Maduro ha reiterado una y otra vez que las sanciones internacionales son las únicas responsables de la profunda crisis económica y de la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.

Sin embargo, diferentes estudios e investigaciones han comprobado que, para agosto del 2017, fecha en la cual se le aplican al país las primeras sanciones no personales, "la economía venezolana tenía 14 trimestres consecutivos de contracción económica, se encontraba ad portas del inicio de la hiperinflación, había perdido acceso efectivo a todos los mercados financieros internacionales, su producción petrolera experimentaba una prolongada tendencia declinante de más de 2 años de duración”, tal y como se señala en el estudio "Impacto de las Sanciones Financieras Internacionales contra Venezuela: Nueva Evidencia” (enero 2021), elaborado por la consultora ANOVA Policy Research.

Colapso del modelo económico del chavismo

Por su parte, los estudios del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) encuentran que "Venezuela registró una caída muy significativa de la actividad económica a partir del cuarto trimestre de 2014. Desde entonces, se han encadenado veinticuatro trimestres consecutivos de contracción económica, que culminaron el primer trimestre de 2021, cuando se observó un crecimiento tenue. Ese impulso perdió fuerza a partir del segundo trimestre de 2022”.

Al respecto, el economista Ángel Alvarado, cofundador del OVF, explica: "La pérdida del poder adquisitivo del venezolano viene a ser una de las consecuencias del colapso del modelo económico del chavismo. Las sanciones del 2017 agudizaron la situación, pero, para ese momento, la economía venezolana ya había entrado en una profunda crisis a consecuencia de: a) La política de expropiaciones masivas, con sus efectos perniciosos sobre la producción nacional, incluyendo a la producción petrolera; b) La política de alto endeudamiento irresponsable y gasto público desenfrenado e ineficiente; c) La política intensiva de control de precios y control de cambio, y d) Los altos niveles de corrupción gubernamental”.

Maduro, con pocas alternativas de política económica

Los trabajadores venezolanos rechazan la política gubernamental de compensación salarial a través de pequeñas bonificaciones, pagadas a través del carné de la Patria, las cuales no forman parte del salario, son entregadas a discreción por el Ejecutivo Nacional y no alcanzan ni siquiera para un día de comida. "Bonos del hambre” y "No quiero bono, no quiero CLAP, yo lo que quiero es un sueldo digno ya”, son algunas de las consignas que se escuchan en las marchas.

La exigencia central de los trabajadores al régimen de Nicolás Maduro es que el Estado venezolano cumpla con el artículo 91 de la Constitución Nacional, el cual dispone que "El Estado garantizará a los trabajadores del sector público y del sector privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica”.

Para diciembre de 2022, el precio de la canasta alimentaria para el grupo familiar, según CENDA, fue de 474,87 US$. Una familia de cinco personas necesitó 63,24 salarios mínimos para costear la canasta básica. El salario mínimo actual en Venezuela es de 130 bolívares, lo cual es equivalente a solo 6,5 US$ dólares al cambio actual del Banco Central.

Gasto público que depende de la industria petrolera

Se estima, pues no hay información oficial al respecto, que en Venezuela existen alrededor de 4 millones de empleados públicos y unos 4 millones de pensionados, lo cual totaliza aproximadamente 8 millones de personas cuyo salario depende directamente del Estado venezolano.

Para hacer frente al gasto público, el régimen de Maduro depende casi de manera exclusiva de la industria petrolera, de la cual proviene alrededor del 95 por ciento de las divisas externas del país. En estos momentos, de los 3 millones de barriles diarios de petróleo que se necesitarían para cubrir las necesidades del país, la devastada industria petrolera venezolana apenas alcanzó, en diciembre de 2022, a producir una cuarta parte de esa cantidad (660 mil bpd ) y existen pocas expectativas de que esta menguada producción pueda mejorarse de manera significativa durante el 2023, incluso si se diera un mayor alivio de las sanciones. Por otra parte, Venezuela actualmente se encuentra excluida de los flujos crediticios internacionales.

El dilema para Maduro es político

En estos momentos, Maduro tiene muy pocas opciones de política económica para responder a las naturales y justas exigencias de los trabajadores del país. En Venezuela, la tasa de inflación mensual de diciembre pasado fue de 37.2 por ciento, la más alta de los últimos veinte meses,y la tasa anual de inflación anualizada durante el 2022 alcanzó el 305,7 por ciento, siendo el país con la inflación más alta de América Latina para ese año.

Según el economista Alvarado, "si Maduro decreta un aumento significativo de los salarios de los trabajadores de la administración pública, le imprimirá una mayor aceleración a este proceso inflacionario. Ello acarrearía una nueva caída de los salarios reales y volveríamos al poco tiempo al punto de partida”.

Por ello, concluye Alvarado, el verdadero dilema de Maduro no es económico, sino político: "La única forma de que se pueda recuperar de manera sostenible en el tiempo el salario real de los venezolanos es con una transacción política que lleve a un cambio real del modelo económico del país”.

El dilema político de Maduro, entonces, se reduce a "transar políticamente un cambio de modelo y solucionar el problema del ingreso salarial de los venezolanos, o atrincherarse en su modelo político y sacrificar la solución salarial de los venezolanos”.

La falta de respuestas concretas del régimen, la utilización de los órganos de seguridad del Estado y de los colectivos chavistas para amedrentar y disuadir a los educadores, y el diferimiento indefinido de la mesa de diálogo en México, hacen presagiar que, lamentablemente, Maduro buscará atrincherarse en su modelo político y sacrificar una vez más la solución real a los problemas de los venezolanos. (ms)

23 de enero 2023

DW

https://www.dw.com/es/nicolás-maduro-ante-la-encrucijada-salarial-de-venezuela/a-64491845?maca=spa-newsletter_sp_Titulares-2358-xml-newsletter&r=17270412561132172&lid=2415672&pm_ln=186046

 7 min


Eddie A. Ramírez S.

Sesenta y cinco años separan a una Venezuela pujante, polo de atracción de una inmigración valiosa, de otra que está destruida y cuyos hijos tienen que buscar refugio en otros lares. En la primera, a pesar del crecimiento económico, los atropellos selectivos del dictador habían colmado la paciencia de los ciudadanos. Extrañamente, en la segunda, la de hoy, a pesar la pobreza, de las violaciones masivas de los derechos humanos y de las protestas en las calles no hemos logrado salir de quien usurpa Miraflores. ¿A qué se debe esta diferencia? Al respecto, nos permitimos recordar brevemente la actuación de los actores en las sublevaciones del 18 de octubre de 1945, 24 de noviembre de 1948 y del 23 de enero de 1958.

En octubre, está claro que fue un movimiento generacional. El presidente Medina pretendió designar a su sucesor, oponiéndose a una votación universal. Además, su coqueteo con los comunistas, enemistad con el expresidente López Contreras y mantener en cargos importantes a militares que no eran de carrera, los llamados “chopo de piedra”, fueron determinantes en la insurrección. En la misma solo participaron oficiales con rango de mayor hacia abajo. La insurgencia se hubiese producido aun sin el visto bueno del partido Acción Democrática, pero contar con su aprobación le dio impulso a la conspiración. En ese entonces, el empresariado y el resto de la sociedad civil no tenían un peso importante. Lo sustituyó una Junta de Gobierno integrada por dos militares, cuatro militantes y un simpatizante de Acción Democrática.

El golpe del 24 de noviembre en contra del presidente Gallegos se produjo como reacción de los sectores afectados por el sectarismo adeco, reconocido posteriormente por Betancourt, quien por cierto se había distanciado de Gallegos. La pretensión de debilitar la educación privada, para favorecer la injerencia del Estado, mediante el Decreto 321, causó mucho rechazo. El Alto Mando Militar, con apoyo de la mayoría de la oficialidad, pensó que la crisis política se podía solucionar instando al presidente Gallegos a tomar medidas que este consideró inaceptables. Se produjo la sublevación con el visto bueno de los partidos Copei y URD, de la Iglesia y de las fuerzas vivas. La consecuencia fue una cruel dictadura.

El 23 de enero de 1958 el dictador Pérez Jiménez fue derrocado gracias a una tormenta perfecta: la pastoral del 1 de mayo de 1957 de monseñor Rafael Arias Blanco, criticando la pobreza; el descontento militar por el intento del dictador de realizar un referendo en vez de una elección; la constitución, en junio 1957, de la Junta Patriótica que unió a los cuatro partidos de la oposición; la huelga estudiantil del 21 de noviembre de 1957; el alzamiento militar de la aviación y de varios cuarteles, el 1 de enero de 1958; la petición de los militares, el 9 de enero, de sacar al ministro del Interior y al jefe de la Seguridad Nacional, aceptada por el dictador; el manifiesto, el 14 de enero, de los intelectuales y profesionales exigiendo libertad; el acuerdo político entre Betancourt, Villalba y Caldera, logrado en el exilio; la huelga general, manifestaciones y enfrentamientos en Caracas el 21 de enero. Todo ello precipitó la sublevación de la marina y el desconocimiento del dictador por la oficialidad de la Escuela Militar, que obligaron a huir al nativo de Michelena, a pesar de que contaba con el apoyo de Estados Unidos y de la vista gorda del resto del mundo.

¿Cuál es la situación este 23 de enero? Las violaciones a los derechos humanos han sido masivas. La pobreza está generalizada. La Iglesia elevó su voz de protesta, los estudiantes, educadores, jubilados y ciudadanos en general reclaman sus derechos en las calles, los intelectuales, empresarios y organizaciones de la sociedad civil han culpado al régimen de nuestros males, en las cárceles hay civiles y militares, unos siete millones de compatriotas han tenido que emigrar, los países democráticos rechazan la usurpación de Maduro y este se niega a realizar elecciones transparentes, así como abrir y depurar el Registro Electoral ¿ Por qué no sucede otro 23 de enero como en 1958?

Un factor fundamental es que el Alto Mando Militar y cientos de generales y coroneles sostienen al régimen. Ascensos inmerecidos y cargos en el sector público los han hecho sumisos y corruptos y, el resto de la oficialidad está vigilada y quizá piense que la división en el sector político podría desencadenar una ingobernabilidad. Las descalificaciones mutuas, inconsistencias y falta de acuerdos en la oposición impiden formar un frente sólido que presione para lograr elecciones transparentes. La insensatez de gran parte del sector político sin duda dificulta lograr la salida de un régimen que dista de ser una dictadura tradicional. Es inaceptable el salto al vacío que dieron al defenestrar al gobierno interino, cesar a nuestros embajadores y colocar en mayor riesgo nuestros activos en el exterior, así como los pleitos entre Leopoldo López y Borges desde el exilio, y de otros dirigentes en Venezuela.

El daño está hecho. La única vía que pudiese lograr atenuarlo son las primarias. Desde luego, no con tantos candidatos, sino con solo dos apoyados por sendos bloques de partidos y organizaciones de la sociedad civil. Para ello es de vital importancia que le demos carta blanca a los integrantes de la Comisión creada para realizarlas. Son gente honorable. No cometamos el exabrupto de querer imponerles condiciones y de amenazar con no participar si no las acepta. Se requiere una gran dosis de sensatez y desprendimiento. Caso contrario, seguiremos subyugados y la historia será implacable.

Como (había) en botica:

Don Henrique Machado Zuloaga fue un exitoso empresario. Practicó la responsabilidad social y defendió principios y valores. Fue un buen ciudadano. Nuestro pésame a su esposa Corina, a su valiente hija María Corina y demás familiares.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

24 de enero del 2023

 4 min


El Nacional (Entrevista)

Moisés Naím, uno de los columnistas más leídos en idioma español, viaja hace 32 años a Davos para participar del foro que congrega a jefes de Estado, empresarios y ejecutivos de las empresas más importantes del mundo. En la pequeña ciudad de las montañas suizas, el autor de La revancha de los poderosos conversó con La Tercera sobre lo que la cita 2023 va dejando en limpio, y su mirada de Latinoamérica y Chile en el contexto global

Ha venido hace 32 años a Davos, la reunión en la pequeña ciudad de las montañas suizas, donde se dan cita jefes de Estado, empresarios y ejecutivos de las empresas más importantes del mundo. Es por eso que capta como nadie las tendencias que emergen cada año, las tensiones y preocupaciones que se reflejan, así como también los nuevos temas que vendrán no solo en economía, política, geopolítica, sino ciencia, tecnología, conocimiento y cambios sociales.

Moisés Naím es uno de los columnistas más leídos en idioma español, y actualmente se desempeña como miembro distinguido del Carnegie Endowment for International Peace en Washington, DC. En 2013, Naím fue incluido por la revista británica Prospect en la lista de los intelectuales más destacados del mundo y ha sido reconocido como un “global thought leader” por el Gottlieb Duttweiler Institute de Suiza. Dirigió por 14 años la revista Foreign Policy, revitalizando y robusteciendo el proyecto, que bajo su mandato ganó el National Magazine Award for General Excellence tres veces.

Sus libros han sido traducidos a varios idiomas, y cuenta que el último de ellos, La revancha de los poderosos, está en la lista de los más vendidos en Asia, España, y distintos países del mundo.

Mientras afuera nieva suavemente, Naím se sienta en uno de los cafés del Congress Center -donde cuesta encontrar asiento- para conversar con La Tercera sobre lo que Davos 2023 va dejando en limpio, y su mirada de Latinoamérica y Chile en el contexto global.

—La guerra en Ucrania ha sido uno de los temas centrales en este Davos, con el mensaje de Zelensky y la presencia de su esposa. ¿Cómo ha visto la postura europea?

—La decisión de Putin de invadir Ucrania tuvo varias sorpresas, inclusive para él, quien suponía que era cuestión de días… Se pensó en general que iba a ser de corta duración, pero esto va para largo. La otra sorpresa es que los ucranianos no solo demostraron ser feroces soldados y militares, sino eficientes comunicadores. Y manejan la comunicación moderna, las redes sociales y los influencers, de manera muy eficaz. También se pensaba que iba a haber ataques cibernéticos que iban a paralizar a Ucrania y lo que ha habido son ataques medievales de destrucción de infraestructura y edificios, y asesinatos. Y la gran sorpresa, por último, es que esta guerra hizo que los europeos descubrieran que son una superpotencia. Y que tienen armas superpoderosas: la más poderosa que tienen es la unión. Descubrieron que si actúan unidos, pueden ser una superpotencia que se sienta en la mesa -no como observador, como había sido hasta ahora-, sino como protagonista. Están los chinos, están los norteamericanos, y ahora está Europa, como protagonista.

—Ursula von der Leyen fue muy clara en su apoyo a Ucrania todo el tiempo que se requiera…

—Eso está revelado en el discurso de Von der Leyen en Davos, que es uno de los mejores discursos que he oído en Davos en muchos años. No lo esperaba de ella, ni de Europa, y me han sorprendido positivamente. Lo otro es que lo que estamos viendo en Davos es una campaña mucho más amplia de Ucrania. Ya han logrado captar la atención de Davos de manera significativa, están muy representados y muy presentes, y también están en otras partes. Mientras que a Putin no lo hemos visto, está desaparecido.

—Los rusos no están invitados a Davos, de hecho…

—Claro, quedaron fuera. Otra de las cosas que estamos viendo es el sorprendente desenchufe de un país entero. Rusia ha sido desenchufada, y todo eso se refleja.

— La desglobalización, o reglobalización, ha estado muy presente en el debate. Esta idea de que la globalización estaría llegando a su fin, o que será transformada, ¿cómo lo ve?

—Lo veo confuso, basado en una definición obsoleta y muy estrecha de lo que es la globalización. A la que se refieren la mayor parte de esas conversaciones -la desglobalización, la desindustrialización, etc.- define la globalización en términos de flujo de comercio e inversiones. Pero resulta que es mucho más que eso. Un virus que nació en medio de China, pasó en muy pocas horas a afectar a toda Europa, después rebotó en todo el mundo, y causó una pandemia global donde no hubo país del planeta que no estuviera tocado por ella, a una velocidad y una trayectoria inusitadas. ¿No es eso globalización? ¿No lo es la globalización de los terroristas? ¿O de los activistas de derechos humanos? ¿O El Me Too? Yo te puedo dar una lista de cosas buenas y cosas malas que tienen que ver con la integración del mundo.

—¿Es imparable?

—Claro, no es un proyecto de nadie, así que no es que ahora lo vamos a desacelerar… Aquí lo que está pasando es que están reconstruyendo las redes de suministro. (Pero) todo lo que está pasando con el comercio no basta para definir la globalización. Es una definición que pierde de vista estas otras dimensiones.

—El “desacople” con China, diversificar las cadenas de suministro, se han puesto como objetivos muy prioritarios.

—Hasta que hacen los números. Todo eso suena muy bien hasta que haces los números. Y eso le ha pasado a una gran cantidad de compañías. Hay partes donde no vas a poder estar porque los gobiernos han intervenido, hay todo tipo de limitaciones y embargos, sobre todo Estados Unidos. Pero la razón por la cual ha habido tanta intensidad de integración de China con el resto del mundo, no estaba basada en discursos, sino en los números. Era muy barato producir en China y exportar a Europa, Estados Unidos y el resto del mundo. Y sigue siéndolo. Lo que pasa es que ahora hay otros protagonistas -Vietnam, Tailandia, Indonesia, Malasia- que también están jugando en suplir al resto del planeta de productos manufacturados en economías de bajos salarios. De nuevo: en esto hay mucho eslogan, mucho cliché, hasta que ves los números.

La democracia en declive

—Sobre la democracia en declive, se ha hablado de cambiar la narrativa: pasar de decir que está en declive hacia decir que la democracia está bajo ataque. ¿Hay consenso en eso?

—El libro que acabo de publicar, La revancha de los poderosos, sostiene esa tesis. Yo creo que la democracia es una forma de gobierno que está en peligro de extinción; tenemos que reanimar el apoyo a la democracia. Estamos viviendo en un planeta donde la mayoría de las personas no ha conocido la democracia, y para mucha gente la democracia va contra la naturaleza del ser humano. Yo no creo eso, creo que el ser humano está genéticamente orientado hacia la libertad, y donde hay opciones, prefiere opciones antes que monopolios, de todo tipo. Entonces, uno: la democracia está bajo ataque. Dos: en peligro de extinción. 3. No es tarde para actuar. 4. Hay que saber dónde actuar, y cómo. Pero ningún problema ha sido resuelto si antes no ha sido diagnosticado. Y el diagnóstico de que la democracia está en peligro de extinción todavía no es claramente aceptado. No forma parte de la narrativa. Y sí, es uno de los peligros que tenemos hacia adelante.

—Ha bajado la adhesión a ella…

—Porque ya hay una gran desilusión con la democracia. Y entonces ahora, como estamos entrando a una época de inflación, y de bajo crecimiento, vamos a tener países cuyas democracias van a ser perdidas debido a estas nuevas condiciones.

—Los populismos tienen ahí un caldo de cultivo, ¿no?

—A ver: ¿cuántos países conoces tú que tienen gobiernos exitosos? Pocos. En el mundo, la norma es que los países no tienen gobiernos exitosos, sino fracasados, que no le están sirviendo a la gente. Eso no se dice ni es reconocido suficientemente. Hace falta una revolución en la gestión gubernamental, que no solo es de administración, sino de política, de tecnología, de recursos humanos, de talento, etcétera. En momentos en que nunca antes había sido tan importante el talento y el conocimiento en el manejo de las organizaciones, los gobiernos no logran atraer y retener el talento del nivel que hace falta para navegar y sobrevivir. Entonces hay desilusión con las promesas que han sido hechas y exigidas. Pones todo eso y lo mezclas y es un caldo de cultivo muy importante y una amenaza. Como los gobiernos, que no logran tener desempeño, deben encontrar otras maneras de lograr apoyo de la gente, utiliza lo que yo llamo las tres P: populismo, polarización y posverdad. Han existido siempre pero están con una potencia y una globalidad enormes. Como no puedes rendirle a tu gente, los enredas en conflictos, les haces promesas que sabes que no puedes cumplir, que desilusionan a la gente pero que te sirven para quedarte un poquito más en el poder. Divides a través de la polarización, conviertes a tus rivales políticos en enemigos, criminalizas la diferencia de ideas, y todo eso potenciado, aumentado eficazmente, cruzado, por las tecnologías, que crean este ambiente de posverdad, en que no hay a quién creer ni qué creer.

—¿Dónde se dan estas tres P hoy?

—Las encuentras en todas partes. En Estados Unidos, donde Trump fue un fantástico utilizador de esto, pero lo encuentras en América Latina, en Europa, en Asia.

La democracia está en peligro

—¿Qué antídoto?

—Democracia. La palabra mágica acá es: entérate primero. Hasta que toda esta gente no entienda que “la democracia está en peligro”, como tema de conversación va a ser muy difícil.

—Acelerar la transición energética es otro problema que se ha tomado la agenda de Davos este año, por razón del cambio climático, pero también geopolíticas. ¿Cómo hacerlo más rápido, si justamente por la guerra en Ucrania se ha reactivado el uso de combustibles fósiles?

—La gente sabe que existe ese dilema que tú dices. Es muy importante entender que las dos grandes amenazas a la estabilidad del mundo son el cambio climático y la inteligencia artificial, y ahí Latinoamérica no está bien preparada. La IA va a tener impactos que no son imaginables, va a transformarlo todo. Algunas para muy bien y otras para muy mal. La IA como tema central debería existir, prestarle atención y saber cómo usarla, cómo regularla. Y en cuanto al cambio climático, es lo que tú dices, la convergencia de intereses inmediatos geopolíticos, la realidad de que o se hace algo o nos freímos. Y vamos a tener, nuestras democracias, países, que hacer lo necesario. Pero cómo escribí una columna: a veces lo necesario es obvio pero imposible.

—¿Qué es lo que más le preocupa de la IA?

—Que contribuya más a la radicalización y la confusión. O sea, si tú eres sometida diariamente a contenido tergiversado, manipulado, diseñado para manipular, pues es un mundo muy capturado por los charlatanes. Siempre ha estado muy vulnerable a la influencia de charlatanes, mentirosos, manipuladores, demagogos, eso no ha cambiado. Lo que ha cambiado es que ahora son digitales, globales y grandes.

Los autogoles de Boric

—Ha habido en este Davos importante presencia latinoamericana. Mucha delegación de Brasil, de Colombia vino el Presidente Petro y sus ministros, también los presidentes de Costa Rica y Ecuador, la canciller peruana y la vicepresidenta de República Dominicana, aunque no hubo autoridades de Chile. Se decía en un panel que la región tenía tres ventajas: que es la única donde no hay guerra, que tiene agua y recursos naturales. Son buenas ventajas comparativas, ¿no?

—Pero en el mundo de hoy, las ventajas comparativas no salen del control de los recursos, sino del control del conocimiento. De nada te sirve tener un yacimiento petrolero o de gas o unas grandes minas de cobre, si no logras utilizar más tecnología. Puedes seguir produciendo y exportando cobre como se hacía hace 100 años, pero también lo puedes hacer con técnicas más novedosas. Entonces, sí, América latina tiene ventajas en términos de recursos, pero su relación con el mundo está dictada esencialmente por la exportación de drogas y de gente, y de materias primas. Ninguna de estas cosas forma parte de la conversación mundial. Las materias primas ahora están en la mira, y América Latina es un jugador importante, pero solo como eso, sacando recursos del suelo, y mandándolo en barcos a otros países. Pero de ahí el valor agregado, o la transformación de esas exportaciones en un instrumento de influencia geopolítica…

—¿Sigue siendo Latinoamérica “el continente olvidado”, como dice el libro de Michael Reid?

—Sí. Una vez, un altísimo funcionario de Estados Unidos, cuando le pregunté por qué no le prestan atención a América Latina, me dijo que América Latina no es competitiva ni siquiera como amenaza. No tiene armas nucleares, no tiene cómo estar en la lista. Entonces, me decía él, cuando me despierto en la mañana y me entregan el reporte de lo que pasó en la noche, el número 54 de los temas del día es que algún presidente en América Latina dijo o hizo una barbaridad. Hay muchas otras prioridades que son más importantes, de importancia existencial (para ellos). Corea del norte es más importante porque tiene bombas atómicas, etc.

—¿Cómo ve a Chile en este contexto latinoamericano?

—Chile es el modelo. Yo tenía la esperanza, y todavía la tengo, de que así como Chile marcó la pauta y le mostró al mundo cómo se podía manejar la economía de un país emergente, pobre, remoto, que se convirtió en un país exitoso. Era un ejemplo en la política económica. Y, bueno, yo dije: quizás puede ser que con este gobierno Chile no solo nos muestre cómo se hace la economía en un país de este siglo, sino cómo se hace la política. Y yo tenía mucha esperanza de que eso funcionara y que Chile fuera ejemplo del cambio político, con este Presidente. Y luego lo que veo es que una vez a la semana se hace un autogol. El Presidente Boric no pasa una semana en que hace una cosa en que, simplemente, pareciera ser que es para atender su base, que le está exigiendo cosas. Hay un choque entre lo que el resto del mundo espera y lo que la base más estridente y más radical de la coalición de Boric quiere. Y él está en el medio, entonces eso explica por qué lo vemos una vez a la semana haciendo cosas, que uno piensa, ¿para qué está haciendo esto? Esto no le compra nada, salvo unos apoyos internos que él debería tener. Mientras él siga cautivo de una base radical y estridente, paralizante -porque no logran imponer su punto de vista pero sí logran bloquear los avances en otros ámbitos-, Boric puede ser simplemente una oportunidad perdida. Pasar a la historia como una oportunidad perdida, como un país que podría darle al mundo una visión de cómo se reforma la economía para que sea una de crecimiento, y como se reforma para ser una democracia atractiva, competitiva y funcional al siglo XXI.

—Pero le quedan tres años…

—Le quedan tres años. Tiene que ver con su capacidad de aprendizaje, con cómo resuelve él el dificilísimo equilibrio entre satisfacer a una base de radicales, que está dentro de su coalición, y lo que el mundo espera de un país como Chile en estos momentos. Pero dentro de eso también hay la esperanza de que haya un aprendizaje haciendo (learning by doing). y que dejemos de ver este espectáculo donde se enreda en temas donde no debería estar enredado. El autogol como patrón regular debe desaparecer.

Por Paula Escobar Chavarría, desde Davos

 12 min


Ángel Lombardi Lombardi

Reflexionando sobre el político y la política lo primero que se me plantea es por qué la mala fama de este oficio. La política como la prostitución existen desde siempre. Parecen ser oficios necesarios para el funcionamiento de la vida social, aunque no tengan buena fama.

A las prostitutas en la antigua Grecia parece que las llamaban «las esposas de la ciudad». El político y el gobernante también se ocupaba de la ciudad, a su manera.

Para Platón y Aristóteles la política era cosa de personas virtuosas y preparadas para el buen gobierno y todo ciudadano estaba obligado a ocuparse de la política. En caso contrario, se impone el desorden y la tiranía.

En los siglos siguientes prevaleció esta concepción idealista de la política y el deber ser de la misma.

Hay que esperar a Maquiavelo 1469-1532 para que alguien se atreva a escribir, lo que todos sabían, que lo usual y real, era el político, rapaz y tiránico y la política un campo de batalla, «la guerra con otras armas». Maquiavelo usa la figura del león y el zorro para caracterizar al político y la política como una combinación de «fortuna y virtud»; entendiendo por fortuna, la suerte y el azar y por virtud, la ambición o voluntad de poder, sin otro límite que la propia ambición y codicia (el fin justifica los medios).

Intentar el bien, pero igual cualquier otro medio si así lo exige la conquista del poder y su conservación. El político de Maquiavelo, tal como los que él estudió en los libros de historia y conoció en su experiencia política, mentía, simulaba, engañaba, era cruel y ejercía todo tipo de violencia si era necesario.

Hoy esto suena exagerado o superado, podría ser, dada la evolución civilizatoria de la política, además como apunta Gramsci el «príncipe» hoy no es un individuo, sino los partidos de masas o grupos de poder en pugna y sistemas políticos más reglamentados y complejos y en los sistemas democráticos con más controles. Realmente Maquiavelo es un observador de lo «real» y sabe que el político «debe saber contemporizar con los acontecimientos». Que en política no hay amistad ni lealtad y que un político vale no por sus intenciones sino por sus resultados. Que ofender al pobre no es grave pero si a los poderosos.

Maquiavelo con sus lecturas y experiencia política termina por asumir una idea de la condición humana bastante negativa. Un príncipe debe ser amado o temido, se pregunta Maquiavelo y se contesta él mismo, lo ideal sería ser amado y temido, pero si no es amado, que sea temido.

El político no confía en nadie porque piensa que de «los hombres en general se puede decir esto: que son ingratos, volubles, simuladores y disimulados, que huyen de los peligros y están ansiosos de ganancias; mientras les haces bien, te son enteramente adictos, te ofrecen su sangre, su caudal, su vida y sus hijos, cuando la necesidad está cerca; pero cuando la necesidad desaparece, se “rebelan», Maquiavelo no se hace ilusiones sobre la naturaleza humana y recomienda al príncipe que actúe en consonancia con ello.

Nuestro autor se inspira en la tradición griega que atribuye la educación de Aquiles al centauro Quirón «Tener por preceptor a un maestro mitad bestia mitad hombre no quiere decir otra cosa sino que un príncipe necesita saber usar una y otra naturaleza y que la una sin la otra no es duradera».

El príncipe de Maquiavelo no tiene otra moral que sus intereses y conveniencia y para ello recomienda «no apartarse del bien, mientras pueda, sino a saber entrar en el mal, cuando hay necesidad».

Estas ideas escandalizaron a su tiempo y siguen escandalizando pero no hay político y gobernante que se respete que no haya leído a Maquiavelo quien trató de ver la política y el gobierno, como lo que es y no como debería ser. La política para Maquiavelo es la lucha por el poder, alcanzarlo, mantenerlo y legarlo. El bien general es subordinado al bien particular, de uno o de pocos. Ambición y codicia tienden a tipificar y explicar la conducta del político y el gobernante.
Para Maquiavelo la política no debe confundirnos con respecto a los intereses reales de sus oficiantes, el político, casi siempre muy alejados o contrarios del interés general o bien común, como diríamos hoy.

Twitter: @angellombardi

Ángel Lombardi Lombardi es licenciado en Educación, mención Ciencias Sociales, con especialización en la Universidad Complutense y la Universidad de La Sorbona. Fue rector de la Universidad del Zulia y rector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.

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Fernando Mires

No desde una biblioteca, sino desde su experiencia, Condoleezza Rice, ex secretaria de estado norteamericana, ha puesto en un breve artículo los puntos en donde corresponde: en las razones, el curso y desenlace de la guerra desatada por Putin a través de la invasión a Ucrania. Parte de una premisa elemental: en una guerra la derrota no es una opción. El tema entonces es dilucidar que significa una derrota para cada una de las partes, y eso nos lleva a pensar en los objetivos de cada actor en una guerra.

Los cuatro jinetes de la guerra

En contra de los representantes de la escuela «realista» norteamericana, quienes han provisto de argumentos a Putin al hacer aparecer la invasión como una guerra defensiva (frente a la «expansión de la OTAN»), para Rice está claro que esa guerra no declarada por Putin no persigue otro propósito que restablecer los límites de la antigua Rusia imperial, sea en su forma zarista, sea en su forma estalinista. Frente a ese proyecto, la derrota no puede ser, ni para los Estados Unidos ni para el occidente político, una opción. ¿Por qué no puede serlo? Aquí no podemos responder sin atender a las razones de las cuatro fuerzas en contienda: Rusia, Ucrania, la UE y los EE UU.

Sobre Rusia ya está dicho: como observó el canciller alemán Scholz, la intención del dictador ruso es mover el reloj hacia antes de 1989, vale decir, restaurar el imperio, con algunas leves modificaciones. Intención que por lo demás ha dado a conocer el mismo Putin. «Sin Ucrania no hay imperio ruso», dice Rice citando a Zbigniew Brzinnski. La Rusia que imagina Putin podría prescindir de las naciones caucásicas, de las bálticas, e incluso de Bielorrusia, pero de Ucrania, no. Cito: «Para Putin la derrota no es una opción. No puede ceder a Ucrania las cuatro provincias orientales que ha declarado parte de Rusia. Si no puede tener éxito militar este año, debe mantener el control de las posiciones en el este y sur de Ucrania que brindan futuros puntos de partida para ofensivas renovadas para tomar el resto de la costa del Mar Negro de Ucrania, controlar toda la región del Donbas y luego avanzar hacia el oeste. Ocho años separaron lo toma de Crimea por parte de Rusia y su invasión hace casi un año». Putin, agrega Rice, es un imperialista con paciencia. Y cree –es su opinión central– que el tiempo está jugando a su favor.

Ucrania, por su parte, no puede sino hacer lo contrario: resistir hasta el final. Por eso los cálculos de Henry Kissinger acerca de que habría que ceder unos kilómetros cuadrados a Rusia fueron recibidos en Kiev como un agravio. Y con razón. Si alguien asalta tu casa y tú pides ayuda a tus amigos, y uno de ellos te contesta que debes cederle un par de habitaciones, corriendo el riesgo de que mañana te quite otra habitación, o simplemente la vida, es algo que nadie podría aceptar. Eso es justamente lo que no puede soportar la enfermiza fantasía de Putin: Ucrania es un país extranjero, y si no lo era del todo antes de la invasión, ahora sí lo es. Y cada vez lo será más.

Con la declaración de independencia de 1991 aprobada por el 90% de su ciudadanía, Ucrania decidió ser un país europeo, y si no miembro de la UE ni de la OTAN, la decisión de pertenecer a Europa fue aceptada por todo el mundo político, incluyendo Rusia. Por eso, y no por otras razones, Zelenzky está obligado a ser maximalista.

Pero, aunque parezca paradoja, el suyo ha sido un maximalismo realista. Por un lado defiende la integridad territorial que prevalecía antes de que la invasión comenzara – no el 2022 sino el 2014, con la anexión rusa de Crimea y la zona del Donbas-. Por otro lado, nunca ha negado su predisposición a acudir a negociaciones, pero en ningún caso bajo las condiciones dictadas por Putin.

Los gobiernos europeos han comprendido lentamente que lo que está en juego es mucho más que Ucrania. Una Ucrania en manos de Putin sería una amenaza a la soberanía territorial de Europa. Más todavía, llevaría al desconocimiento de toda la legislación internacional, de todos los tratados, a la imposición de la ley de la selva y con ello, a la ruina moral y política de la UE. Es por eso que los tanques y aviones son en estos momentos más útiles en Ucrania que guardados en los hangares europeos.

Estados Unidos comparte las posiciones de sus socios, principalmente las de los países que limitan con Rusia, razón por la cual ha entregado incondicional apoyo militar a Ucrania. Lo seguirá haciendo, también en aras de sus propios intereses. En efecto, si en la guerra a Ucrania, Putin resultara vencedor, EE UU. quedaría a punto de perder su lugar hegemónico en el mundo, en beneficio, no de Rusia -que como vencedor o ganador siempre será un imperio regional– sino de su rival estratégico mundial: China. Eso quiere decir que para mantener su lugar geopolítico estratégico frente a China, los EE UU no pueden dejarse derrotar por una potencia de segundo orden como Rusia. Biden lo ha entendido así.

Por supuesto, si miramos la escena desde una perspectiva global, nos encontramos frente a un escenario terrorífico. Ni Rusia, ni Ucrania, ni la UE, ni los EE UU, quieren ni deben perder. Pero sí, pueden. Allí está el nudo del embrollo. Por eso, lo más probable es que, más allá de acuerdos ocasionales, armisticios, interrupciones y negociaciones, es que nos encontremos frente a una larga guerra y, como ya lo estamos viendo, muy cruenta.

Entre el querer y el poder

La guerra solo será ganada cuando el enemigo, en este caso Putin, no pueda ganarla. Esa es la premisa euroamericana. El problema es que Putin piensa lo mismo, pero desde su perspectiva. Putin cree que no solo debe sino, además, puede ganar la guerra. ¿Cuáles son sus cálculos? Una respuesta nos las da Condoleezza Rice. Putin está convencido –y tiene buenas razones para estarlo– de que el tiempo está jugando a su favor.

Cierto es que Putin esperaba hacerse en un corto plazo de Ucrania, pero los hechos demuestran que también tenía un plan B. Para ejecutarlo dispone de un cuantioso armamento ofensivo y de un ejército ilimitado, al que puede renovar constantemente extrayendo fuerza de trabajo militar desde todas las regiones de Rusia.

Como ha erigido una dictadura personal, tampoco necesita consultar sus decisiones. Así puede Putin cambiar de tácticas de un día a otro sin que nadie lo contravenga. Hasta el vocabulario militar es impuesto desde el estado. Como escribí en otro texto, el desarrollo de la guerra ha acelerado un proceso en formación, el de la construcción de un nuevo totalitarismo: militar y teocrático a la vez. De ahí se explica en parte la sintonía que ha encontrado Putin con los ayatolas de Irán.

Putin cuenta, además, con el hecho de que en los países democráticos, justamente porque lo son, hay divisiones políticas. Ha tomado nota por ejemplo de que la alianza franco-alemana no está siempre en condiciones de transformar su potencia económica en potencia militar. No se le escapa que Macron está situado entre dos fuerzas proputinistas, la derecha populista de Le Pen y el socialismo populista de Melenchon. Ha advertido que Scholz cuando más es un buen administrador y no un líder político, mucho menos un estratega militar. Además quiere reanudar las relaciones económicas con Rusia después de la guerra, lo que explicaría sus deficiencias de compromiso militar durante la guerra.

Putin dispone, por si fuera poco, de dos caballos de Troya. La Hungría de Orban en la UE y la Turquía de Erdogan en la OTAN, ambos países regidos por presidentes con pretensiones teocráticas muy similares a las que caracterizan al gobierno ruso.

Y no por último, en Occidente tiene lugar una contrarrevolución antidemocrática abiertamente dirigida en contra de la UE y los EE-UU. Las insurgencias trumpistas en los EE UU. y bolsonaristas en Brasil, están evidentemente coordinadas entre sí y ambas forman parte del mismo contexto, nos advirtió recientemente la historiadora Anne Applebaum.

No obstante, si Occidente aparece relativamente debilitado frente a Rusia, Putin deberá comprender tarde o temprano que nunca lo estará lo suficiente como para cantar una victoria total sobre Ucrania. Por una parte, el ejército ucraniano compensa su inferioridad cuantitativa con su superioridad cualitativa. La diferencia es importante. Los soldados ucranianos saben por qué luchan. Los soldados rusos no lo saben. Por otra, Ucrania cuenta con un capital geopolítico que le será fiel hasta el último: son las naciones de Europa Central y del Este (dejemos a un lado la Hungría del renegado Orban)- .A ellas Putin deberá sumar las debilidades que ofrece en el flanco centro-asiático donde también existen pretensiones turcas y chinas, no compatibles con las ambiciones hegemónicas de Rusia (en Kazajstán y Kirguistán, por ejemplo)

También Putin deberá contar con que Inglaterra y los EE UU (a no mediar una reelección de Trump o algo parecido) seguirán apoyando a Ucrania sin compromisos. Hay pues un «núcleo duro» que se mantendrá firme, uno que puede impedir que Putin no gane la guerra por él mismo iniciada. Es por eso –volvemos aquí al problema planteado por Rice- que Putin busca hacer del “factor tiempo” un aliado. Y según Rice, lo está consiguiendo.

Una parte del (nuevo) plan militar de Putin consiste en evitar una confrontación directa entre tropas rusas y ucranianas, donde tiene todas las de perder. De ahí que haya elegido el camino de la guerra indirecta. En el papel puede ser vista como una opción técnica. En la práctica se trata de un genocidio sistemático. No exagero. Durante los dos últimos meses Putin ha dedicado todo su esfuerzo a destruir desde larga distancia la infraestructura ucraniana. La palabra infraestructura también nos suena como una opción técnica. En la práctica se trata de demoler psíquica, moral y físicamente a la población civil de Ucrania.

Putin ya ha pasado a la historia como el primer estratega que privilegia los ataques a la población civil por sobre la infraestructura militar. Los daños militares que sufre Ucrania son más bien colaterales. Putin quiere convertir a toda Ucrania en una inmensa Guernica. La verdad es que puede ser aún peor.

Los propios oficiales de Hitler reconocieron que el bombardeo a Guernica fue un error, algo posible de creer en una época en que no existía la precisión digital de nuestros días. Una excepción a la regla, si se quiere. En cambio los misiles digitalizados de Putin explotan de modo directo sobre establecimientos civiles, viviendas, jardines infantiles, incluso hospitales. Esos ataques no son una excepción, son la regla.

«Putin nos está torturando» –dijo frente a la pantalla una anciana surgida desde las ruinas–. Efectivamente, de eso se trata: de una tortura lenta a Ucrania, hasta que no quede nada ahí, hasta que no quede nadie ahí. La estrategia de la tabula rasa. Y en los días en que se perpetra esa masacre, Europa discute de modo bizantino si enviar armas ofensivas o no hacia Ucrania. Y mientras los gobernantes discuten, Putin cuenta con el tiempo, su aliado favorito.

Macron y Scholz esperan que alguna vez Putin accederá a sentarse en una mesa de negociaciones donde los enemigos rehusarán a poner condiciones. No los criticamos. Sabemos que las negociaciones son necesarias para finalizar toda guerra. Pero también sabemos que para hablar de negociaciones hay que conocer antes que nada el carácter de una guerra. Pues bien: esta es una guerra de invasión. Por lo tanto solo podrá terminar cuando termine la invasión. El punto entonces será encontrar una condición de tiempo y de lugar para que esta guerra llegue a su fin. La condición del tiempo responde a la pregunta cuándo. La de lugar, dónde. La respuesta de Putin a la primera pregunta es, “hasta cuando me dejen seguir”. La respuesta a la segunda, “hasta donde me dejen llegar”.

En otras palabras, Putin seguirá avanzando hasta cuándo y hasta dónde pueda avanzar. Cuando no pueda más, si no está más loco de lo que está, aceptará una negociación. En las palabras precisas del politólogo alemán Herbert Münkler, “el curso de la guerra determinará las negociaciones y no las negociaciones el curso de la guerra”. Pero en este punto habría tal vez que diferenciar entre dos palabras que a veces se confunden: conversaciones y negociaciones.

Conversaciones las hay siempre. Quizás hay muchas más de las que sabemos que hay. En toda guerra, y esta no tiene por qué ser una excepción, hay una diplomacia secreta y una diplomacia pública. El objetivo político es transformar las conversaciones en negociaciones, las que como tales, solo pueden ser públicas. Como no es difícil deducir, estas negociaciones solo tendrán lugar cuando una de las fuerzas enemigas entienda que ya no puede –aunque quiera y aunque deba– avanzar más. A ese objetivo tienen que llevar las conversaciones: A reconocer y a hacer reconocer al adversario, el punto crítico del no-poder.

El mismo Münkler explicita ese punto recordando una fina diferencia hecha por Clausewitz. Es la diferencia entre meta y propósito. La meta responde a la pregunta de qué queremos lograr con una guerra, y el propósito a la pregunta de qué queremos lograr en una guerra. Si la meta occidental es que Putin abandone Ucrania, el propósito está claro: hay que quitar el arma del tiempo a Putin. Y ese tiempo, agregamos, solo puede ser quitado con más armas y no con más palabras.

Quisiera, créanme, haber escrito justamente lo contrario (con más palabras y no con más armas). Pero no puedo. Estoy escribiendo sobre y durante una guerra genocida. Al fin y al cabo, si uno es honesto, no escribe sobre lo que quiere sino sobre lo que debe. Pero también, sobre lo que puede.

Referencias:

Anne Applebaum – LO QUE LOS MANIFESTANTES DE BRASIL APRENDIERON DE LOS ESTADOS UNIDOS

Condoleezza Rice – EL TIEMPO NO ESTÁ AL LADO DE UCRANIA

Herfried Münkler – EL CURSO DE LA GUERRA DETERMINARÁ LAS NEGOCIACIONES

Twitter: @FernandoMiresOl

Fernando Mires es (Prof. Dr.), Historiador y Cientista Político, Escritor, con incursiones en literatura, filosofía y fútbol. Fundador de la revista POLIS.

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Benjamín Tripier

Cuando las señales del entorno se vuelven confusas y contradictorias, siempre recomiendo volver a las bases como para entender desde dónde venimos, y cuáles son los elementos duros e inmutables, y así poder clarificar y separar lo circunstancial y transitorio, de lo estructural y permanente.

Y, como estamos en un proceso de cambio continuo, también debemos entender que lo duro e inmutable, también pueden sufrir transformaciones producto de los estímulos del entorno. Porque si bien estamos como en una burbuja aislada del mundo, también es cierto que hay filtraciones que ponen a la gente a pensar, y a ajustar y condicionar su comportamiento. Hay que entender qué es real, profundo e ideológico, y qué es lo adaptable según las circunstancias.

El concepto de “compañero de ruta” que usaba la izquierda para mimetizarse con las circunstancias y desde allí, desde adentro, minar las bases culturales de las sociedades, es perfectamente aplicable en nuestra realidad venezolana, para entender la dicotomía a la que se está enfrentando el chavismo, de cara adentro, y con su propia gente. Y que los que no son chavistas, perciben desde afuera.

Es la pulseada entre el Plan de la Patria, y el neochavismo liberal. En una pulseada no hay empate; al final, entre tiras y aflojes, uno gana y el otro pierde… es dicotómico. Y como luce difícil que esto ocurra sin dividirse, y sin que haya un cisma interno en el chavismo, pues parece que el arreglo interno al que llegarán, se parecerá mucho al modelo chino: el neo chavismo para los de arriba, y el Plan de la Patria para los de abajo. Liberalismo para los de arriba, y comunismo para los de abajo.

Lo anterior, cada vez más se parece al modelo chino, con la diferencia que en China no hay oposición ni de base, ni de dirigencia política. Por consiguiente, aquí hay que verlo más como control social de las bases, y control político económico de la minoría que vive razonablemente bien en la parte de arriba. Liberalismo para los de arriba (17% de la población), y comunismo para los de abajo (83% de la población).

En la renovación anual de autoridades económicas se nota una continuidad de la estrategia que llamo “liberal acotada”, sin que el ala dura aún haya podido penetrarla; la cual desde la AN 2020 trata de influir, retrasar e impedir que avance más. Pero, hasta por supervivencia interna del chavismo como centro del poder, no pueden darse el lujo de regresar Plan de la Patria como estaba concebido inicialmente; tal vez deberían migrar a un nuevo plan de la patria, más acorde a los tiempos y a las circunstancias.

Mientras que las autoridades en lo social, comunal y político, se mantienen en una línea dura, útil para mantener atendido al chavismo radical, y, de paso, con ese enfoque, mantener bajo control a las bases, que supieron ser mayoritariamente chavistas. Y eso se ve en las calles que poco a poco van calentándose en situación de protestas, genuinas y no politizadas, porque protestan por su supervivencia… y si protestan es porque están aquí y, por alguna razón, no se están yendo del país.

En términos generales, para cualquier evaluación de nuestra relación con EE UU, y de los impactos económicos que de eso se desprenden, no debemos perder de vista que ellos dicen que somos “una amenaza inusual y extraordinaria para su seguridad interna” al nivel de Irán o Corea del Norte.

Cómo puede alguien fantasear que por más petróleo que Irán tenga, EE UU va a priorizar al petróleo por encima de su seguridad interior. Con nosotros ocurre lo mismo… o peor, porque estamos muy cerca.

Político

La dirigencia opositora terminó desdibujándose dejando sin referencias a las gigantescas bases que quisieran un cambio de gobierno. Lo anterior se evidencia en bloques dispersos que podrían identificarse como los de la plataforma de México, los de la AN 2015, los de la comisión de primarias, y los actores independientes como María Corina Machado y Juan Guaidó.

En cuanto a la plataforma de México, está buscando algún tipo de referencia asociativa, pues quedó sola frente al gobierno que le exige que libere unos fondos que no están en condiciones de cumplir, porque no tienen cómo hacerlo. Los únicos que podrían hacerlo, son los mismos que los congelaron, y entre ellos estaba el interinato (que ya no existe) y las agencias del gobierno de EE UU responsables por su ejecución.

El centro de la discusión sobre México sí, o México no, es si los eventos de elecciones libres a que se comprometió el chavismo, están o no vinculados con la liberación de los 3,2 mil millones de dólares a los que se comprometió la oposición.

La AN 2015, perdió contacto con las bases y están buscando obtener accesos para reemplazar al interinato en su capacidad de maniobra con el gobierno de EE UU; y tratando de lograr un reconocimiento de las bases en Venezuela, de lo cual están muy lejos, porque los que tomaron las decisiones fuertes en diciembre pasado, ahora son percibidos como “escorpiones”, como parte de la zaga “mesita” y “alacranes”.

En fin… juegos de política interna que lo único que han logrado hasta ahora es incentivar la abstención en cualquier proceso electoral que se presente, asegurando de esta forma la continuidad del chavismo… que es lo que pareciera que quisieron asegurar.

La comisión de primarias está constituida por personalidades respetables que todo indica que dejarán un trabajo de buena calidad. El tema es si todos los aspirantes estarán dispuestos a participar y si será el factor de unificación de la dirigencia; y si esto será suficiente para recuperar el contacto con las bases. Porque por más infraestructura de calidad que pueda presentarse, el verdadero problema es la crisis de credibilidad que existe en las bases con respecto a las más de tres decenas de precandidatos que se escucha pudieran presentarse.

Y finalmente, los dos que andan arando en el desierto, que son María Corina y Guaidó, pero que son los únicos referentes top of mind que las bases reconocen como verdaderos opositores.

De todos modos, en esto de la oposición no está todo dicho, porque, de un momento para otro, se desmontaron piezas importantes de rompecabezas, lo cual sin duda será aprovechado por el chavismo para terminar de colonizar a los dirigentes permeables… lo que es difícil que puedan colonizar es a las bases populares.

Social

El haber nombrado a la pobreza en la Memoria y Cuenta, si bien es un paso, aún no significa que sea suficiente como para calmar la presión social, la cual, si bien no proviene de las bases muy pobres, si está basada en gente que supo ser clase media baja, y hoy son pobres. Y el problema, es que supieron tener más, y ser mejor atendidos por el estado, y ahora no está ocurriendo; y como tienen puntos de comparación, bueno, protestan. Porque los pobres-pobres, ya venían de antes y no conocieron algo diferente.

Aunque si… aun siendo muy pobres, el estado los atendía… y lo suficiente como para que en Venezuela nunca en los últimos 50 años, hubiera habido gente con hambre… era algo impensable. Pero hoy, la ONU dice que tenemos 6 millones de personas con hambre… sí… como lo leen… 6 millones de personas con hambre.

Económico

Las exportaciones de petróleo de Venezuela pre GL 41 para Chevron, debido a las sanciones, se hacían a precios muy bajos y con grandes descuentos y gastos de intermediación y especulación, con grandes costos logísticos y de transporte, con costos de insumos pagados a proveedores, como Rusia e Irán, a precios internacionales, y con problemas de sistemas de pagos, que terminaban en efectivo; lanzándonos cada vez más hacia el lado oscuro de la economía mundial, donde se mezcla lo legal con lo ilegal, y lo formal con lo informal.

Porque todo se agudizó con las sanciones a Rusia por la brutal y sin sentido agresión a Ucrania, que nos llevó a prácticamente perder nuestra posición en divisas en el sistema financiero ruso, el cual, al ser fuertemente sancionado, nacionalizó los depósitos y los convirtió en rublos; además de verse obligada a competir con nosotros en el mercado negro, haciendo que nuestros precios cayeran aún más.

Ahora, con las exportaciones de Chevron, que se hacen a precios internacionales y con costos acotados y transparentes; así ellos retengan una parte para cobrar deuda, lo que nos queda está empezando a mostrarnos que hay otro mundo, que habíamos perdido de vista.

Lo que queda es apoyar a que se logre lo más rápidamente posible, alcanzar el máximo de producción posible bajo el paraguas de esa GL. Pero no hay que fantasear, y hay que poner los pies sobre la tierra, porque las condiciones actuales de nuestra infraestructura petrolera no son buenas, y las inversiones requeridas son altas. Y con una GL que se renueva mensualmente, dependiendo de condiciones políticas; y con unas relaciones con EE UU que se van tensando por la interpretación que cada parte tiene de los acuerdos preliminares de México, pues siempre está en vilo la decisión de continuar o frenarse.

No estamos pasando por un buen momento con EE UU lo cual no ayuda a una buena relación y a la continuidad de esa ventanita de oportunidad que les abrió la OFAC, pero solo a cambio de elecciones libres, como deben ser. Porque si eso no se da, pues no habrá más petróleo para EE UU, ni 3,2 mil millones para nuestros pobres.

Porque nuestra crisis cambiaria inflacionaria actual es por falta de fondos, los cuales tienen un solo origen posible en este momento, que es EE UU; ya sea por los ingresos de petróleo, ya sea por la liberación de fondos congelados. Porque las exportaciones no tradicionales generan muy poco volumen, y una gran parte de esos ingresos se quedan afuera.

Y si, como les decía más arriba, revisamos los ingresos petroleros por el mercado informal, posiblemente nos demos cuenta de que perdemos plata con cada barril exportado. Bueno… tal vez no, porque nuestros costos de extracción han caído tanto que tal vez aguanten los altos precios de los diluyentes e insumos iraníes. En fin… hoy somos más dependientes que nunca de EEUU, y estamos enemistados con ellos… muy mal negocio.

El otro ángulo de la crisis cambiaria y de inflación es la falta de fuentes alternativas de divisas. Por eso es que se está buscando que los dólares depositados en las cuentas de los bancos puedan negociarse en las mesas de los bancos, con la excusa de respaldar créditos indexados respaldados por esos fondos. Para ver si con esa inyección pudiera contenerse el tobogán devaluacionista asociado, a la inflación por un lado, pero a la falta de un inventario de dólares suficiente como para ponerle un freno. Por eso la necesidad de los 3.,2 mil millones de la mesa de México, los flujos que pueda inyectar PDVSA por lo de Chevron, y ahora lo de los créditos extra que le proponen a la banca.

Pero claro… en este último caso, no se ve la ventaja para ninguna de las partes, porque arranca del supuesto de la estabilidad que el dólar pudiera inducirle a la economía; pero esto fue así solo al principio de la liberación, porque al no completarse la medida formalizando y legalizando formalmente al dólar, nos encontramos con el caso único de tener una inflación en dólares del orden de 40%. Por eso es que no terminamos de salir del mundo bolívar, ni terminamos de entrar al mundo dólar. Nos hemos quedado en un limbo que impide que cualquier medida que se tome tenga eficacia, y alcance los niveles de impacto que la teoría les dice que debiera tener.

La señal débil que habría que tomar, es el objetivo de los dólares en custodia que están allí, en los bancos, pero sin estar bancarizados. Ya fueron por los depósitos… la pregunta ahora, es si también irán por las custodias.

Internacional

Los gobiernos de izquierda de la región se reunirán en Buenos Aires el próximo martes 24 de enero, con la presencia de países con gobiernos de centro derecha como Ecuador, Paraguay y Uruguay, y con invitados especiales como EE UU y la China, bajo el paraguas de la Celac. Esto es interesante porque el apelativo izquierda ya no es tan homogéneo como supo serlo en nuestra región, sino que ahora tienen en común solo el discurso, porque en la práctica, en cada país, las oposiciones de centro derecha los tienen más que condicionados y esperando su momento para retomar el poder.

Los gobiernos de izquierda de Argentina, Brasil, Colombia, Chile y Perú, perdieron la capacidad de mantener políticas populistas, no solo por las restricciones de ingresos que ellos mismos se impusieron, sino principalmente, porque las oposiciones en sus países son tan fuertes que los están llevando a que solo les quede el discurso de izquierda, el cual, de tanto repetirlo y no lograr resultados, ya hasta les juega en contra… tal vez deberían llamarse a silencio por un tiempo. Al menos hasta que se restablezcan los niveles económicos mínimos como para poder contar con recursos para aplicar sus políticas distribucionistas… porque ahora solo pueden distribuir la pobreza que ellos mismos causaron.

Recomendación

  • Al gobierno: que confirme la posibilidad de que la banca pueda comprar títulos valores emitidos por las empresas; para así facilitar el financiamiento vía el mercado de valores cuyos títulos de renta fija, terminan en los fideicomisos de los bancos, y no se incorporan fácilmente al circuito productivo.
  • A la dirigencia opositora: que busque nuevos espacios frescos e independientes para reconstituirse, pues las figuras con las que había una cierta articulación, ya se perdieron, o bien en institucionalidad, o bien en desconfianza. Democráticamente hablando, el 2024 parece perdido; así que habrá que pensar en el 2030, y esta vez hacerlo bien… difícil, pero posible.
  • A la dirigencia empresarial: que dimensione adecuadamente la demanda de expansión del crédito, sin la contraparte de la expansión del producto. Lo cual, a su vez, está atado a la expansión del servicio eléctrico y la provisión de energía. Un error de apreciación, podría volver a desatar la inflación que fue controlada por las medidas prudenciales del encaje y los bonos de conversión cambiaria… que restringieron el crédito… atentos a ese tema.
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Carlos Raúl Hernández

EEUU y Canadá son altamente desarrollados, pero fueron colonias igual que Argentina, que entre 1853 y 1946 fue también potencia mundial. Y aunque el odio patológico contra Colón y España, la leyenda negra, no fuera síntoma de merma mental, la revolución de independencia fue la oportunidad para cambiar la historia. En EEUU, cinco o seis hombres extraordinarios dirigidos por un titán y anti caudillo, George Washington, lo hicieron con la Constitución de 1787, una de las obras de ingeniería política más compleja y dificultosa de la historia moderna. Fue un inédito, sorprendente y temerario modelo político que se pensaba, sucumbiría muy pronto. Estados Unidos tuvo una sola guerra civil, gran matanza para liberar los esclavos, con la que consolidó la unidad nacional, emprendió la ocupación del espacio continental de costa a costa, con la idea del Destino Manifiesto y arranca la Revolución Industrial. En diametral diferencia, desde la independencia, Hispanoamérica entra en crónica violencia, se desintegran los virreinatos y vienen cien años de guerritas y dictaduras militares.

Bolívar, Rosas, Francia, Monteagudo, Castelli decenas de caudillos militares y amanuenses civiles, le dan otro destino opuesto al Norte. No fue así en Argentina gracias al cisma de Alberdi con el militarismo en 1853, ni en Chile que se estabilizó a partir de 1833. Comparar figuras de épocas diferentes, por ejemplo, Eisenhower y Julio César, puede ser un ejercicio entretenido e interesante. En computadora simularon un combate entre Cassius Clay y Rocky Marciano para saber quién fue “el más grande”. Pero como la técnica y los conocimientos dan ventajas a la última generación, parece mucho más práctico Plutarco con sus vidas paralelas: contrastar personajes de momentos cercanos. Así podemos carearlos con relativa justicia. Hoy día tenemos certeza que Shakespeare es superior a Marlowe, Neruda a Juan Larrea y Churchill la estrella de su época. Valdría la pena analizar a George Washington y Simón Bolívar, líderes de revoluciones de la Ilustración.

En El federalista, creado por Alexander Hamilton, James Madison y John Jay en el debate para elaborar la constitución, dice que “la separación de poderes es el mejor avance hacia la perfección en los tiempos modernos” y denomina “abogados del despotismo” a los que pedían centralismo y mano dura contra la inestabilidad de la república en su comienzo. Hamilton con fe política incondicional en “las virtudes del pueblo” diseña “la regular distribución del poder…el balance y chequeo legislativo…la representación del pueblo en la legislatura por diputados de su elección...”. Del otro lado, Bolívar en Cartagena 1812 atribuye su catástrofe personal en la Primera República a no haber fusilado suficiente y a tiempo: “la fatal adopción del sistema tolerante… improbado como débil e ineficaz” y al error de “hacer por la fuerza libres pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos”.

“La república se perdió "por seguir las máximas exageradas de los derechos del hombre… junto a… elecciones populares hechas por los rústicos del campo y por los intrigantes moradores de las ciudades…unos… tan ignorantes que hacen sus votaciones maquinalmente y otros tan ambiciosos que lo convierten todo en facción”. Por siglo y medio se ha rendido culto a estas “teorías” ¿Qué tienen de raro entonces nuestros resultados? Washington fue lo más distante a un charlatán y ni siquiera quiso tomar la palabra en la Convención de Filadelfia que aprobó la constitución, presidida por él. Habló cinco minutos en la clausura, para no inclinar la balanza en el debate. Desayunaba con los delegados para desmontar bombas de tiempo que amenazaban el experimento republicano. Entre ellos, que el sistema de representación conducía a que, en el futuro congreso, estados grandes como Virginia, aplastarían en número de parlamentarios a los pequeños como Rhode Island, que no estaban dispuestos a aceptarlo. Entiende la gravedad y se dedica a conciliar, nunca a amenazar, sobre el sistema federal de nuevo tipo, y la convivencia equilibrada de estados pequeños, su autonomía y la libertad individual.. De esos desayuno viene la anécdota que usó para explicar el papel equilibrador del senado, Vertió el café de la tasa al platillo Y comentó "las decisiones de los representantes vienen calientes y el senado las enfría".

Y logró el milagro con el “Gran Compromiso”, crear una cámara federal, el senado, que en primer lugar, dominará la otra, formada por miembros de edad adulta por plazos mayores que los representantes y en la que los estados tendrían el mismo número de miembros. Así se originó la Constitución escrita más longeva del mundo moderno, obra maestra en los aportes clásicos a la teoría política. Por estas latitudes, Bolívar analiza su fracaso inicial, la Primera República en 1812, con sociologismos y gran elocuencia en el Manifiesto de Cartagena, pero principalmente con mentalidad militar. Las causas del descalabro, a su juicio: debilidad del gobierno patriota, vacilación para aplastar al enemigo, adversidades creadas por “exceso” de libertad, y “el federalismo” de la Constitución del 21 de diciembre de 1811. Una obra de ficción. Las provincias, Cumana, Guayana, Maracaibo y Margarita, carecieron de autonomía ya desde la creación de la Capitanía General en 1777, a diferencia de Norteamérica, donde las trece excolonias estuvieron a un paso de hacerse repúblicas independientes y las conjuga la Constitución. En estas latitudes, la “federal” de 1811 nunca entró en vigencia y por eso sus atribuciones no existían ni en el papel.

Apenas a cuatro meses de aprobada, el 4 de abril de 1812, el Congreso renuncia a sus funciones y la suspende. Nombra a Miranda Dictador Absoluto, amo de la vida y la muerte. “No consultéis más que a la suprema ley de salvar la patria” en extrema adulancia aterrada, con la potestad de designar los comandantes militares, facultados para ajusticiamientos sumarios. La constitución, la libertad y el federalismo murieron sin nacer. Con sorna por las potestades de Miranda, los realistas asaltan y toman la plaza de Puerto Cabello mientras su comandante, Bolívar, jugaba cartas, dominó o cosas mucho más gratas. Ese catastrófico fracaso político militar, y los errores de Miranda, explican el fin de la república. En una de las situaciones complejas de su vida, acusa a Miranda de traidor, quita del medio al jefe, lo mancha históricamente, lo entrega a los peninsulares y en la operación obtiene un pasaporte español. Y para desviar la atención de semejante operativo y quitarse responsabilidades, nada mejor que redactar un tratado: el Manifiesto de Cartagena (1812) con el que el águila vuela sobre las causas “profundas”, el federalismo y los excesos de la libertad.

Pero la derrota de la República no era la blandenguería sino falta de apoyo popular, el desprecio mutuo entre la gente y los líderes. El asunto era resolver eso y no soltar a la calle la bestia del terrorismo en degollinas masivas que hacían a la población mucho más hostil, ni implantar la hegemonía militar con puño de hierro, como lo hacen. La fatuidad del documento de Cartagena la demuestra que Boves vuelve a aplastar a los patriotas y a la Segunda República en plena efervescencia del terror de la Guerra a Muerte (1813) “inspirada” en el, “programa” del caudillo Antonio Nicolás “el Diablo” Briceño. Boves se limpia las botas con el terror patriota, aplicando el suyo propio. En 1814, año de su muerte en la batalla de Urica, ahoga en sangre la Segunda República gracias a una consigna de enorme tino y poder de movilización: que los patriotas crearían “una república de blancos”. Bolívar sólo saldrá de la racha de derrotas años después, cuando aprende a cambiar su relación con el pueblo llano que tanto despreciaba (“estúpidos”, incapaces para la libertad, hijos de tres estirpes enfermas”), gracias a José Antonio Páez, quien, por su liderazgo popular, su aceptación por la masa “estúpida”, es capaz de juntar fuerzas para la guerra de liberación nacional. El desprecio por la libertad, la federación, la gente y la civilidad, podría ayudarnos a entender por qué América Latina es un paraíso de energúmenos.

@CarlosRaulHer

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