Pasar al contenido principal

Opinión

Ana Ramírez

Desde que sus libros son un fenómeno de ventas internacional, Yuval Noah Harari (Israel, 1976) conversa habitualmente con jefes de Estado de todo el mundo. Macron, Merkel, Macri, Rutte o Kurz se han acercado a él. Sus obras calaron en los despachos de los mandatarios y en los de las deidades de Silicon Valley, como Bill Gates o Mark Zuckerberg. 'Sapiens' fue su primer título y un 'bestseller' que dio la vuelta al globo con más de 23 millones de copias vendidas desde 2014. En esa breve historia de la humanidad, Harari glosó la imaginación humana desde el instante de su nacimiento. Pasando por dioses, naciones, imperios y todos los grandes relatos que alimentan la mente de un sapiens.

En 'Homo Deus' (2016), el gurú proyectó su mirada a un futuro de retos tecnológicos. Y, en 2018, con '21 lecciones para el siglo XXI', Harari cerró el círculo desgranando el presente. Hoy, algunos lectores de este historiador israelí acuden a él en busca de respuestas, como una especie de profeta. Un rol con el que no se siente cómodo, según explica a este periódico. "Los que piensan en mí de ese modo buscan dejar de pensar por sí mismos y que yo llegue con todas las respuestas. Y no puedo hacerlo. Es peligroso". El próximo otoño, continuará con las adaptaciones de 'Sapiens'. Después de haber convertido el 'bestseller' en novela gráfica, Harari prepara cuatro volúmenes dedicados al público infantil y juvenil.

PREGUNTA. 'Imparables' (Montena) es una adaptación de sus ideas sobre la historia de la humanidad para niños. ¿En qué se diferencian la comprensión del lector infantil y la del adulto? ¿Cómo ha 'traducido' su pensamiento?

RESPUESTA. El objetivo principal del libro es hacer la historia accesible y atractiva para los niños. Entiendo el estudio de la historia no como el estudio del pasado, sino del cambio. No es tan importante lo que hizo la gente que vivió hace miles de años. Están todos muertos y no les importa lo que pensamos de ellos. Lo que es valioso es lo que hacemos hoy. Para actuar de formas distintas, tenemos que comprender de dónde venimos. Muy a menudo, las historias que se inventaron hace miles de años nos siguen controlando. Dioses, naciones, dinero, amor... Todo eso sigue definiendo cómo pensamos y nos comportamos ahora. El mensaje principal para los niños sería: "El mundo en el que vives no tiene por qué ser así. Es así, porque los seres humanos lo hicieron así. Lo que significa que la gente puede cambiar el mundo". Ante la sensación de que el mundo es injusto, todavía se puede cambiar, porque es obra de la gente. Creo que es más difícil escribir sobre historia para niños. Tienes que reflexionar de forma más profunda. Si tratas de explicarle algo a un adulto, pero no estás muy seguro de lo que estás diciendo, siempre puedes escribir una frase muy larga y complicada, con palabras muy largas y complicadas. Y esconder el hecho de que, en realidad, no sabes lo que quieres decir. Los lectores pensarán que no han entendido nada, pero que probablemente se deba a que el autor es muy elevado y no son capaces de comprenderlo. Con los niños esto no funciona. Hace falta decirles lo que opinas del modo más simple posible. Esto te fuerza a reflexionar más, a clarificar tus ideas. Por otro lado, también es más fácil escribir para niños. Todavía no creen en todos los cuentos de hadas en los que creemos los adultos. Escuchamos durante muchos años ciertas narrativas sobre la política, la economía, la sociedad... Sean ciertas o no, creemos en algunas de ellas. Si escribes un libro en el que propones una nueva historia, es probable que muchos adultos no la acepten. Pero los niños todavía no han escuchado estas narrativas, son más abiertos. Es más fácil explicarle lo que es el dinero a un niño de 10 años que a un adulto de 50.

P. Cada vez nacen menos niños y cada vez son más las voces que alertan de una crisis demográfica con consecuencias todavía desconocidas. Si los relatos distópicos de hace unos años nos hablaban de un planeta superpoblado, de un malthusianismo sin remedio, ¿hablarán las distopías de un planeta sin niños ni jóvenes, sin energía para sostener una población envejecida?

R. Bueno, no hay escasez de personas. Hace 10.000 años, la población mundial rondaba los 10 millones de personas. Ahora, estamos acercándonos a los 8.000 millones. Si nos quedamos en ese punto o incluso bajamos de los 8.000 millones, está bien. De hecho, sería mejor para el planeta. Si lo que nos preocupa es quién cuidará de la gente mayor... Creo que hay muchas razones para traer niños al mundo. Algunas son buenas y otras no tanto, pero es una razón terrible tener hijos solo para que alguien cuide de ti cuando seas mayor. Los niños no son sirvientes. No los creas para que alguien pague tu pensión o alguien se haga cargo de ti cuando tengas 80 años. Creo que el cambio demográfico es positivo y, en parte, se debe al descenso de la mortalidad infantil. Hace un siglo, las enfermedades, la desnutrición, la falta de antibióticos y vacunas provocaban que al menos un tercio de los niños muriera antes de alcanzar la adultez. Si fuera una mujer y tuviera seis niños, sabría que es muy probable que algunos de ellos murieran por alguna enfermedad como el sarampión o por la desnutrición antes de cumplir los 20 años. Esa era una de las razones por las que la gente tenía muchos hijos, porque sabían que muchos de ellos morirían. Este ya no es el caso. La medicina moderna, la higiene, los medicamentos han hecho que la mortalidad infantil haya descendido dramáticamente. En el mundo, es menos del 5%. En los países desarrollados, es menos del 1%. La gente tiene menos hijos porque sobreviven. Además, invierten más en ello. Las familias y la sociedad dedican mucho más tiempo, dinero y recursos a los niños. En lugar de tener 10 hijos y que trabajen en el campo o en una mina de carbón desde los ocho años, tenemos dos o tres niños y se educan durante muchísimos años. Creo que esto es algo bueno. Medir el éxito de una sociedad por el tamaño de su población ya no es relevante en la situación del siglo XXI. Es mejor tener una población menor, con mejor educación, más feliz y más sana, que tener una gran población pobre y enferma.

P. Una menor población mundial quizá sea buena para el planeta, pero no para un sistema económico que está basado en el crecimiento. Si la inversión de la pirámide poblacional genera países insostenibles, ¿cómo cree que afrontaremos la crisis?

R. Una posibilidad es el auge de la inteligencia artificial que ya estamos viendo. Los robots y los procesos automáticos están reemplazando a la gente en muchos trabajos. De hecho, es bueno que mucha gente ya no tenga que hacer esos trabajos. Si piensas en el cajero de supermercado, es un trabajo muy importante, pero no es malo que un robot pueda hacerlo. No es divertido ni ofrece posibilidades de desarrollarse. Si en lugar de ser cajero un robot puede hacerlo por ti y liberarte para que puedas estudiar, aprender, ir a la universidad o convertirte en un artista... ¡Es bueno! La automatización podría ser una respuesta. Otra respuesta podría ser la confianza en otros países para exportar algunas producciones. O, en sentido contrario, que otra gente pueda venir temporal o permanentemente a trabajar a un país. Existe un gran debate sobre la inmigración, pero, como en casi todos los problemas de la vida, solo hay que encontrar el punto medio. Es imposible que un país pueda asumir un número ilimitado de inmigrantes. Eso no es razonable. Pero sí un número moderado de inmigrantes que están dispuestos a formar parte de la cultura local. Todo el mundo ha venido de algún sitio. Si trazas tu árbol genealógico hacia atrás, al final llegarás a algún inmigrante. Nadie ha brotado de la tierra. Quizás hace 50 o 100 años, pero todos somos descendientes de inmigrantes.

P. La importancia del relato o de la narrativa para comprender la naturaleza humana está en el centro de su pensamiento. Cultura, religión, tradiciones, sistemas políticos... Las historias que los seres humanos nos contamos a nosotros mismos para entendernos y definirnos. ¿Qué narrativa usamos para comprender el cambio demográfico? ¿Podría ser el de una guerra generacional? El 'boomergedon', la 'generación tapón'... Los relatos que explican una juventud empobrecida.

R. Mucha gente está adoptando esta narrativa de una guerra generacional. Que las generaciones precedentes están destruyendo el planeta, el futuro de la gente joven y que sus intereses están enfrentados. Generalmente, como historiador, soy prudente con estos relatos militarizados y simplistas, que entienden el mundo como una batalla entre dos fuerzas. Casi siempre es más complicado que eso. Si las antiguas generaciones se preocupan poco de lo que hacen, casi siempre es porque piensan en sus hijos, en proveerles de salud, educación y alimentación. Casi todas las cosas que construyen y desarrollan, en el fondo, son para asegurar el bienestar de las generaciones más jóvenes. No solo es un viaje egocéntrico para mejorar sus propias vidas. La gente joven tiene muchos aliados entre las generaciones de mayores. Del mismo modo que todos somos descendientes de inmigrantes, todo lo que tenemos material y culturalmente vino de algún sitio. Todo fue desarrollado por gente mayor que nosotros. Prefiero no pensar en esta lógica de jóvenes contra viejos, y pensar más en cómo podemos unir esfuerzos para proteger el planeta, el ecosistema, que es el hogar de todos nosotros. "Tenemos la tecnología, el conocimiento y los recursos para resolver el problema del cambio climático. Lo que no tenemos es sabiduría"

P. Recientemente, se ha mostrado optimista respecto a la crisis climática. Ha calculado que sería posible alcanzar la cero emisión neta de carbono invirtiendo en este empeño un 2% del PIB mundial. ¿Lo cree factible? ¿Erramos al plantear el reto climático en dimensiones monstruosas, tanto en sus consecuencias como en sus posibles soluciones?

R. Creo que es peligroso caer en la desesperación. Esta es una de las razones por las que escribí un artículo sobre "La solución del 2%". Hace unos años, existían muchas voces que negaban el cambio climático. Pero ahora, de repente, se han movido al otro extremo, al de la desesperación. "Es demasiado tarde, no hay nada que podamos hacer, el mundo está colapsando". La desesperación es tan peligrosa como la negación, porque no motiva a hacer nada. No soy un experto en clima, ni un científico. Pero, como historiador, lo que me interesa es el proyecto político que necesitamos para prevenir la catástrofe climática. Y para construir un proyecto político, es necesario plantearlo en términos de presupuesto. ¿Cuánta parte del presupuesto necesitamos para alcanzar este objetivo? Si los cálculos apuntaran a un 50% del presupuesto, diría que es casi imposible excepto en casos muy extremos. La única situación en la que un país puede gastar el 50% de su presupuesto es la guerra total, como la Segunda Guerra Mundial. Pero ¿cuánto dinero necesitamos para combatir el cambio climático? Las buena noticia es que la mayoría de los modelos apuntan a un 2% más del PIB mundial anual. Es mucho dinero y sigue siendo un gran proyecto político global. Sería algo en torno a los 1,7 billones de dólares todos los años. Pero es un proyecto físico... No significa que tenemos que destruir el modelo económico actual o abandonar los logros de la civilización moderna. En realidad, los políticos son bastante buenos moviendo el 2% de un presupuesto de aquí a allá. Eso es lo que hacen la mayor parte del tiempo. No digo que vaya a ser fácil, pero es un objetivo realista. Es importante enfatizarlo, porque si la gente cae en la desesperación, se rendirá y no intentará hacer nada.

P. Hace unos instantes hablaba del crecimiento vertiginoso de la población mundial en los últimos siglos. ¿Es eso lo que nos inclina a la desesperación ante los problemas globales, la sensación de que la humanidad ha crecido hasta volverse un trasatlántico inmanejable?

R. No, pienso que tenemos la tecnología, el conocimiento científico y los recursos económicos para resolver el problema del cambio climático. Lo que no tenemos es la sabiduría o la voluntad política. Si los políticos y la gente deciden hacerlo, es completamente viable. Hay problemas en el mundo que no sabemos resolver, que están más allá de nuestro poder, al menos por ahora. Pero el cambio climático no es uno de ellos. Es un problema solucionable, aunque no es sencillo. No existe la voluntad política. Todavía vemos muchos representantes políticos negando el problema o sus implicaciones en él. O, directamente, excluyéndolo de sus prioridades porque tienen cosas más urgentes que hacer. "Si hay gente muriéndose de inanición en el mundo, es solo porque algún político quiere que mueran de hambre" No puedo decir que sea muy optimista, sobre todo teniendo en cuenta los últimos tres años. Hemos fallado como especie y como humanidad ante la pandemia del covid, y ahora tenemos la terrible invasión de Rusia en Ucrania. Putin ha roto el gran tabú de la comunidad internacional, está intentando aniquilar una nación entera. Y toda Europa se ha unido contra él. Pero no India, ni Brasil ni muchos otros países. Esto es decepcionante. Si no podemos unir nuestras fuerzas contra esa clase de peligros inmediatos, es difícil imaginar cómo vamos a unirnos para enfrentarnos a un problema más complejo como el cambio climático. Pero, aun así, hay un espacio para la esperanza. Al menos, en el sentido de que no es una misión imposible. Tenemos el poder para hacerlo, pero no la sabiduría.

P. Si pudiera escribir 'Homo Deus' ahora, ¿se mostraría más pesimista sobre el futuro de la humanidad?

R. Absolutamente. Escribí aquellos libros en 2014 y 2015. La impresión era que problemas como la guerra, las epidemias o la hambruna siempre podían surgir por las leyes de la naturaleza. Siempre puede surgir una nueva enfermedad o carestía, pero sentíamos que la humanidad había construido un orden global lo suficientemente fuerte como para que estas situaciones quedaran bajo nuestro control. Pasó con el ébola, en 2014. La acción internacional fue rápida para contenerlo. Pero lo que ha ocurrido en los últimos cinco o seis años es que la humanidad ha abandonado el orden que ha construido. Hemos permitido que colapse. Es como si construyéramos una presa en un río y pensáramos: "Bueno, ya está. El río está bajo control. Ya no hay inundaciones". Pero, entonces, empiezas a abandonar la presa. Hay grietas y piezas que se caen, pero no haces nada al respecto. Al final, la presa colapsa y hay una riada terrible. Esto es lo que está ocurriendo. Incluso los países que lideraron este orden global como EEUU o Gran Bretaña están saboteando este orden. El Brexit es una señal para Putin de que Gran Bretaña ya no está interesada en Europa. Entonces, "si invades Ucrania, nosotros no haremos nada". Pasa lo mismo con la elección de Donald Trump y sus políticas aislacionistas contra cualquier colaboración internacional. Esto también fue una señal clara. EEUU abandona el orden global y ya no quiere lideralo. Es una llamada para que gente como Putin piense que no van a intervenir si hace algo. No es demasiado tarde para salvar el orden global y mejorarlo, pero depende de nuestras decisiones. No se trata de las leyes naturales o de milagros divinos, sino de humanos construyendo instituciones. Si construyes buenas instituciones, pueden controlar y contener problemas como la guerra, las enfermedades o la hambruna. Pero si dejas que colapsen, todos esos problemas volverán. La hambruna es el mejor ejemplo, vemos que está volviendo. Hay que dejar claro que esto no es un desastre natural. Hace cientos de años, puede que sí. Debido a inundaciones, terremotos u otros eventos, un territorio podía quedarse sin comida. No teníamos la tecnología para prevenir la hambruna ni para llevar comida rápidamente de un territorio a otro. Estábamos desamparados. Ahora, la única hambruna que existe es la hambruna política. Si hay gente muriéndose de inanición en el mundo, es solo porque algún político quiere que mueran de hambre. Tenemos la tecnología para producir y transportar comida. Espero que tengamos la sabiduría para construir mejores instituciones que prevengan que la hambruna se convierta otra vez en una amenaza para la humanidad.

P. Una de las ideas que desarrollaba en 'Homo Deus' era la pérdida de libertad en la acción y el pensamiento humanos en favor del control tecnológico y la influencia de los algoritmos. ¿Relaciona la crisis del orden global que menciona con este ensimismamiento?

R. Algunos creen que existe una contradicción entre el globalismo y el nacionalismo, o entre el globalismo y el individualismo. Opino que es un gran error. No hay una contradicción. A menudo, para florecer como individuo, es necesario cooperar con los demás y con otras naciones. Si examinas la comida, el deporte, la religión, el arte. Si te preguntas de dónde vienen, la mayor parte viene del extranjero. Si te gusta tomar café, los etíopes lo introdujeron en el ámbito doméstico. Cada vez que bebes café, deberías agradecérselo. Si te gusta el fútbol, fue inventado por los ingleses. Si eres cristiano y lees la Biblia, fue escrita en Oriente Medio. Si te gusta la lengua española, es hija del latín y viene de Italia. Si piensas en todas estas cosas como individuo, te darás cuenta de que no existe ninguna contradicción entre ser individualista y cooperar felizmente con los demás. Es como ser patriota: no se trata de odiar a los extranjeros y a las minorías, sino de amar a la gente que tienes a tu alrededor.

4 de julio 2022

El Confidencial

https://www.elconfidencial.com/cultura/2022-07-04/yuval-noah-harari-entr...

 14 min


Ignacio Avalos Gutiérrez

Antes de abordar el asunto que tengo pensado para el artículo, siento la obligación de poner las cartas sobre la mesa y confesar que, de acuerdo a la clasificación que se ha inventado para ubicar a las personas conforme a su vinculación con las nuevas tecnologías (generación X, Y , Z, Alpha ), yo me encuentro catalogado como predigital y si bien logró surfear con cierta dignidad en algunas plataformas, nunca se me borra la sensación de ser un intruso que proviene del escenario analógico.

El tema escogido se enmarca dentro de la actual metamorfosis tecnocientífica, envuelto en muchas preguntas para las que aún no alcanzamos a tener respuestas, si bien algunos análisis muestran indicios que llaman a encender las alarmas con respecto al proceso de digitalización de la vida humana.

Los niños del Silicón Valley

Me parece que nadie en su sano juicio puede voltear la cara ante los beneficios y ventajas que traen consigo las nuevas tecnologías, abriendo puertas que resultaban impensables. Pero tampoco puede hacerse el desentendido frente a las tendencias que marcan su evolución, orientada en muchos de sus aspectos, hacia un futuro poco deseable, por no decir distópico.

Poner cuidado, digo. No en balde, y lo coloco sólo como un ejemplo, los hijos de los directores de las compañías identificadas como las “grandes tecnológicas” (Apple, Google y demás), asisten a la escuela para oír a sus profesores, pizarra y tiza mediante, y aprender aritmética, lenguaje, geografía y el resto de las materias que se incluyen el pensum de la primaria. Bill Gates, el creador de Microsoft, limitó el tiempo de pantalla de sus hijos, afirmando en una entrevista que “No tenemos los teléfonos en la mesa cuando estamos comiendo y no les dimos móviles hasta que cumplieron los 14 años”

“Lo que detona el aprendizaje es la emoción, y son los humanos los que producen esa emoción, no las máquinas. La creatividad es algo esencialmente humano. Si le pones una pantalla a un niño pequeño limitas sus habilidades motoras, su tendencia a expandirse, además de su capacidad de concentración”, expresó un ingeniero de la citada empresa. En la misma dirección, distintos estudios han revelado que una exposición inadecuada de los niños a las pantallas está asociada con retrasos en el desarrollo de su nivel mental, además de otros desacomodos que lo desestabilizan psicológicamente. Como es lógico suponer, los desórdenes se presentan, a su manera en cada caso, en todos los ámbitos por donde transita la existencia de las personas.

Déficit de abrazos

Las tecnologías digitales han cambiado acelerada e intensamente los anteojos tras los que los humanos miran la realidad y se vinculan unos con otros, conectándose más, pero volviéndose cada vez más individualistas y fragmentados. En otras palabras, más comunicados, pero más recluidos y abrumados por la soledad.

Ciertas investigaciones llevadas a cabo sostienen que cada vez se tiene menor roce personal para crear vínculos y las experiencias han quedado relegados a lo que suceda frente a la pantalla. Hay un déficit de besos, abrazos, olores. El tacto, que resulta clave para experimentar la vida, se reduce, mientras se amplía casi infinitamente el espacio digital, según ya lo empieza revelar el metaverso, destapando la posibilidad de que dentro de algunos años pasemos gran parte de la existencia en el entablado virtual.

El Rock Star de la filosofía

Leo en un comentario sobre su libro, que hoy estamos en la transición de la era de las cosas a la era de las no-cosas. Que no son las cosas, sino la información, lo que determina el mundo en que vivimos, Que la digitalización desmaterializa el mundo. Que, en lugar de guardar recuerdos, almacenamos inmensas cantidades de datos. Que los nuevos dispositivos sustituyen así a la memoria, “…sin violencia ni demasiado esfuerzo”.

Me refiero la última obra del coreano Byung-Chul Han, el filósofo que vende más libros en el planeta. En ciertos corrillos intelectuales se lo considera una estrella propia de la sociedad del espectáculo y se le critica cierta superficialidad, dado que no matiza debidamente sus juicios

Criticas aparte, su texto gira en torno a las cosas y las no-cosas, y pone bajo la lupa, en una entrevista “… los escollos que levanta la digitalización, a la par que recupera la magia de lo sólido y lo tangible y reflexiona sobre el silencio que se pierde en el ruido de la información”. En términos algo equivalentes se expresó hace ya unos cuantos años el intelectual polaco Zygmunt Bauman, refiriéndose a la Modernidad Líquida, indicando que “…los humanos nos hallábamos frente a la desaparición de las realidades sólidas que estructuraban nuestras vidas.”

Las líneas precedentes son apenas el tímido esbozo de una cuestión complicada y polémica, pero alcanza, creo, para sentir aprensión por las limitaciones del traslado de los espacios de socialización físicos a los digitales. De paso, ya se comenta del “tecnoestrés” como una enfermedad, uno de cuyos síntomas es tener el celular a la mano (y hasta enganchado en la mano) durante las 24 horas del día.

La vuelta a la normalidad

Conforme a lo que sostienen varios especialistas, la vuelta a la normalidad tras la pandemia, pudiera significar hasta cierto punto, la reivindicación de la vida analógica, la de las experiencias reales, la del contacto humano, la de las emociones verdaderas. Uno de ellos cita a Kafka, escéptico con las cartas, quien advertía que “… los besos escritos no llegan a su destino.”, una afirmación que, me parece, puede estimarse como una metáfora anticipada los vientos que nos soplan actualmente.

Visto lo anterior, no debe sorprender la aparición de un número mayor de estudios que sostienen que, “lo físico contraataca”. Que toma cuerpo una suerte de desquite de lo analógico. Para no ir más allá de lo que este espacio permite, solo referiré como muestra el hecho de que Amazon están montando establecimientos físicos que evoquen la emoción que es imposible de transmitir vía Internet, esto es, la cercanía humana, la experiencia física, el juego con los sentidos y las emociones humanas y en función de ello se ha dado a la tarea de abrir librerías y tiendas, propósito tras el que van orientándose negocios de distinta naturaleza, así como, a su manera, en otras esfera (política, educativa, ambiental, deportiva, sanitaria …), visto que a la digitalización nada le resulta ajeno.

En cierto grado, el retorno a lo analógico podría entenderse, igualmente, como el reclamo por un ritmo de vida más calmado, ante la aceleración dominantes en la vida cotidiana, y para que el mundo y las cosas «vuelvan a hablarnos, afirma Chul Han.

Somos seres biológicos, que interactuamos en la vida a través de los cinco sentidos. En consecuencia, lo que corresponde es arremangarse la camisa y trabajar por la conciliación de ambos mundos.

HARINA DE OTRO COSTAL

En la actual edición, Venezuela, sempiterno campeón de los Juegos Bolivarianos, dueño del primer lugar durante largo tiempo, volvió a quedar (cuarta o quinta vez consecutiva) tras de Colombia, país que duplicó al nuestro en lo que respecta al número de medallas obtenidas. En su versión actual la Generación de Oro según la bautizó Hugo Chaves a comienzos de su gobierno, se quedó con muy poco para presumir. Al contrario, dejó ver que en lo que respecta al deporte, el gobierno es el mismo que maneja la educación, la salud, el ambiente, la economía, en fin, comprobando que una Yulimar Rojas no hace montaña.

El Nacional, miércoles 4 de julio de 2022

 5 min


Eddie A. Ramírez S.

Desde que se iniciaron las actividades petroleras fue evidente que había un cortocircuito entre las empresas transnacionales y sus trabajadores con el resto de la sociedad venezolana. Curiosamente, esa situación persistió después de la estatización. Los ciudadanos en general no se interesaron en conocer esa compleja industria y los petroleros tampoco se preocuparon en divulgar suficientemente la actividad que realizaban. Esta realidad la aprovecharon políticos de la extrema izquierda para sembrar la mentira de que Pdvsa era un Estado dentro del Estado, una Caja Negra manejada por individuos que no les preocupaba el país.

Después de los sucesos en defensa de la meritocracia en Pdvsa, ocurridos entre febrero y el 11 de abril del 2002, un grupo de sus trabajadores decidió crear la Asociación Civil Gente del Petróleo para estrechar relaciones con el resto de la sociedad. Esta iniciativa estuvo liderada por Juan Fernández, María de Oteyza y Mireya Ripanti. El documento constitutivo, registrado el 3 de julio del 2002, lo firmamos veintidós trabajadores de Pdvsa y filiales. Quien esto escribe agradece que fue invitado a formar parte del grupo fundador a pesar de que me jubilaba en tres meses. La directiva, electa por los firmantes, quedó integrada por los tres citados, presidida por Fernández.

Paralelamente se constituyó Unapetrol, presidido por Horacio Medina, con el objetivo de defender a los trabajadores previendo las retaliaciones por la participación en la lucha por la meritocracia. Este sindicato fue reconocido por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), pero no por el Ministerio del Trabajo.

Ambas organizaciones intentaron dialogar con Alí Rodríguez, nuevo presidente de Pdvsa, para evitar la injerencia política partidista dentro de la empresa. Fue en vano. El paro cívico del 2 de diciembre 2002 fue respaldado motu proprio por los petroleros. Como consecuencia, fuimos despedidos unos 23.000, inclusive algunos que estaban en el exterior, en reposo médico, de vacaciones o jubilado, como este escribidor de cuartillas. Hoy, unos están en la diáspora, otros confinados en Venezuela. Muchos pasando penurias, al igual que la mayoría de los compatriotas.

El período 2003-2004 fue de innumerables atropellos contra la sociedad civil y contra los petroleros en general. Juan Fernández, como representante de Gente del Petróleo y de grupos de la sociedad civil, jugó un importante papel en las relaciones con los partidos de la oposición, contribuyendo a conciliar posiciones Los petroleros nos organizamos alrededor de un Comité Guía para la toma de decisiones. El 7 de diciembre 2004 renunció Fernández a la presidencia de la Asociación. El 21 de diciembre, dictaron medida privativa de libertad a Mireya Ripanti, Edgar Paredes, Horacio Medina, Juan Fernández, Lino Carrillo, Juan Santana, Gonzalo Feijoo y a Edgar Quijano, quienes tuvieron que refugiarse en el exterior.

Quien esto escribe fue electo como Coordinador Nacional de Gente del Petróleo en diciembre del 2004, permaneciendo en el cargo, con elecciones periódicas, hasta el 30 de mayo del 2014. A partir de esta fecha, Beatriz García ha sido la Coordinadora. Se modificaron los estatutos para adaptarlos, ya que no estábamos en la empresa, se eligieron equipos coordinadores en Caracas y en las áreas petroleras, así como delegados que eligen al Coordinador Nacional y se reúnen periódicamente para la toma de decisiones importantes.

En Unapetrol, ante la ausencia obligada de Horacio Medina, Antonio Méndez asumió las riendas en Venezuela. Este sindicato defiende ante la Organización Internacional del Trabajo las violaciones de nuestros derechos. No ha podido realizar elecciones internas por acatar la disposición de la CTV de no aceptar injerencia del gobierno.

En estos veinte años, ambas organizaciones han estado presentes en las marchas de protesta, participado en Asambleas de Ciudadanos, formando testigos electorales, cooperando en esos procesos, realizando sugerencias a los partidos e insistiendo en la unidad y selección de candidatos idóneos. Han denunciado ante la Fiscalía General, la Contraloría y la Defensoría del Pueblo las violaciones a los derechos humanos. Así mismo, la utilización de grupos paramilitares afectos al régimen para agredir a los opositores.

Han hecho público la falta de mantenimiento de las instalaciones petroleras, los accidentes ocurridos como consecuencia de tener gerentes ineptos, designados solo por ser afectos al régimen; el aumento desproporcionado de la nómina, la drástica caída de la producción y refinación, y el manejo del petróleo como instrumento político y no como un negocio que apalanque el desarrollo del país.

Han señalado que Pdvsa es utilizada para realizar infinidad de actividades, en lugar de concentrarse en su actividad medular. Es pública la corrupción imperante. La empresa pasó de ser una compañía petrolera que tenía programas de responsabilidad social, a una empresa de responsabilidad social que marginalmente tiene alguna actividad petrolera.

No se han limitado a realizar denuncias, sino también a elaborar planes para la recuperación de la industria petrolera. Nuestros miembros Beatriz García, Rafael Gallegos, Eugenio Montoro, Gilberto Morillo, Julio César Arreaza, Nelson Hernández, Juan Fernández, Horacio Medina y Eddie Ramírez escriben periódicamente sobre tópicos de interés petrolero y político. Este mes saldrá el libro Gente del Petróleo y Unapetrol: veinte años de lucha por la meritocracia y la democracia, escrito por Beatriz García y Eddie Ramírez, con valiosos testimonios de veintiún compañeros.

Dos décadas después, algunos compañeros partieron a otro plano, pero siguen presentes. Agradecemos a los comunicadores sociales que han cubierto nuestras actividades y a todos los que nos han apoyado. Nuestras organizaciones siguen comprometidas en la defensa de los principios y valores inculcados por quienes nos antecedieron. Los venezolanos lograremos implantar la democracia y aspiramos que en todas las dependencias oficiales y en las empresas del Estado se establezca el sistema meritocrático como requisito necesario, aunque no suficiente, para tener un mejor país.

Como (había) en botica:

Hoy, 5 de julio, seguimos luchando por la libertad.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 4 min


Edgar Benarroch

ESCRIBIR

Escribir es representar ideas mediante letras que conforman palabras u otros signos gráficos, es plasmar pensamientos en un papel u otro soporte material a través de la utilización de letras o signos, por ello el pensamiento precede a la escritura que es una manera de ordenar las ideas que nos llegan.

En los últimos tiempos me he dedicado a escribir notas donde expreso opinión y consideraciones sobre variados aspectos, situaciones y pocas veces sobre personas. Confieso que me revolotea en la mente como un torbellino un cúmulo de ideas que trato de organizar, comprimir y resumir de la mejor manera en una nota, aunque en muchas ocasiones me excedo y algunos amigos me lo han dicho.

Escribir notas es organizar ideas que nos vienen del pensamiento, llevarlas al papel y resumirlas tratando que al menos la idea central quede señalada. Escribo mucho sobre política, responde a mi pasión, y sobre la situación que confrontamos en el país y algunas veces afuera. Cuando trato de abordar otros temas, muy aparte del quehacer público nuestro y de lo que ocurre con este régimen que desgraciadamente tenemos y el pueblo, confieso que me parece estarle quitando tiempo y dedicación a lo fundamental, que es nuestra Patria y nuestro pueblo.

Como todos saben soy diametral y empecinadamente opuesto al régimen que tenemos y ansío cuanto antes un cambio radical en la conducción nacional y por ello mis escritos son críticos, negativos, quisiera y deseo hacer críticas positivas y de reconocimiento, pero este régimen no da una sola razón para ello.

No me he dedicado a averiguar el nivel de aceptación que tienen mis notas, en términos generales, presumo que motivo cansancio por lo repetitivo, escribiendo siempre sobre las mismas cosas y muchas veces repitiendo la misma argumentación, lo hago ex profeso porque la redundancia y repetición ayudan a fijar los conceptos y es muy bueno no olvidarnos de lo que tenemos encima que tanto daño causa al país y a nosotros.

He escrito que este régimen es MALO Y MALUCO, así con mayúsculas sostenidas, porque lo es y para que no se nos olvide es bueno repetirlo a diario con la esperanza que ello sirva de aliciente y estimulo para profundizar la lucha que adelantamos por un cambio radical ya e inicio de la construcción nacional.

Otra de las cosas que no he medido es la frecuencia de estas notas, hace algún tiempo lo hacía semanal, después fueron dos a la semana y ahora son interdiarias, quisiera para no cansar, saber cual es la frecuencia adecuada que contribuya y no fastidie .

Al final agradezco muchísimo a ustedes me ayuden en cuanto a los temas que se deben tratar, lo extenso de las notas y la frecuencia de su publicación, para ubicarnos o ubicarme en el sitio exacto, donde todos estemos a gusto.

5 de julio 2022

¿QUÉ LOS CAMBIÓ?

Conozco amigos y algunos de ellos ocuparon importantes cargos de gobierno en mi estado Aragua y en el país, que eran auténticos antichavistas (en pleno auge de Chávez ) y estaban en franco desacuerdo con el rumbo que el país llevaba, me hablaron de políticas contrarias al interés nacional y al Bien Común. Los sentía, porque me lo expresaban, sumamente preocupados por la suerte del país. Uno de ellos cuando hablábamos que estábamos en presencia de un régimen cívico-militar, corrigió y dijo militar-cívico.

Algunos de estos amigos tuvieron que salir del país huyendo de la persecución y amenaza de cárcel, luego regresaron y para mi asombro y alarma hoy están respaldando a este régimen, ya no militar cívico, sino militar totalitario, y algunos tienen cargo de representación popular.

¿Qué los cambió, qué los indujo a ello?, es una pregunta que me hago y mi pensamiento vuela, no deseo expresar la respuesta que me doy porque todo está en conjetura y especulación y aunque sean bien fundamentadas, son solo esos, pero si de alguna cosa estoy seguro es que no son anormales y creo deben saber perfectamente bien lo que ocurre en el país y el inmenso sentimiento de repudio popular a este catastrófico régimen.

También creo que no fue por rectificación que es salir de lo malo para ir a lo bueno y no de lo bueno o regular a lo malo o peor. Ellos son gente informada e inteligente ( que ahora dudo) y deben tener conciencia del espantoso desmoronamiento de los índices que miden el grado de desarrollo de los países y de lo mal que el pueblo, mucho más pobre ahora que antes, lo está pasando desde hace por lo menos quince años.

Ellos saben que si ayer teníamos problemas y vicisitudes, hoy los afrontamos con mayor profundidad, todo lo bueno lo transformaron en malo y todo lo malo lo llevaron a peor. Lo menos que la población tiene derecho a esperar es que exista seguridad pública, personal y de bienes y que existan eficientes servicios públicos que el Estado está en la obligación de garantizar.

Ninguna de esas dos cosas tenemos. La inseguridad campea en todo el territorio nacional y estamos permanentemente expuestos a que en cualquier lugar y hora nos encuentre la delincuencia o el hamponato, civil o uniformado; y los servicios públicos (agua, luz, gas doméstico) no funcionan y cuando lo hacen es de manera intermitente que pone a todos a correr para almacenar agua, aprovechar la electricidad o comprar el gas doméstico cuando aparece.

No hablemos de PDVSA, del complejo siderúrgico de Guayana, de los centros hospitalarios públicos, de las instalaciones educacionales, especialmente las universitarias, donde todo está en el verdadero suelo a punto del colapso total. No hablemos de nuestras tierras fértiles y fecundas que hoy son monte y culebras por la expropiación o invasión instigada y respaldada por el régimen, de que el 70% de nuestra planta industrial cerró por quiebra o por fuerza oficial, de que el comercio en un 50% también cerró. No nos extendemos en nada de ello porque lo vemos, sentimos y soportamos a diario y salta a la vista, máxime cuando se está ocupando una posición de representación popular donde se tiene acceso a la información que se desee.

¿Qué llevó a estos amigos a ese extraño y muy raro cambio?, a ese inesperado brinco de talanquera, repito, no lo se. Ellos en su conciencia revisarán su cambio de parecer, de conducta y de parámetros para juzgar lo que tenemos, solo les digo que rectificar siempre es bueno en cualquier momento y lugar. Traten que sean los valores y el sagrado y gran interés nacional que los guíe en las posiciones que asumen y en sus comportamientos. Más allá de lo que ustedes piensen o hagan, está la observación pública que a diario nos escruta y emitirá, creo que oportunamente, su juicio.

4 de julio 2022

IGUALES PERO DISTINTOS

Los seres humanos somos iguales por ser creación del mismo Padre Eterno, por nuestra misma condición y ante la ley, pero somos distintos por nuestra formación, ideales, principios y valores los que nos lleva a consideraciones y opiniones coincidentes pero también diferentes, a comportamientos y acciones distintas.

Somos sociales por instinto gregario y nos podemos desenvolver en comunidad por la consideración, respeto y tolerancia que todos debemos tenernos y la capacidad de aceptar nuestras deficiencias y errores, conversándolas para superarlas. Gracias a Dios somos distintos en ese aspecto, sino la humanidad sería muy aburrida y además en las diferencias nacen los mejores caminos y logramos los mejores productos. Bien se ha dicho que “Cada cabeza es un mundo” por lo distinto que somos. Lo lógico, natural y sensato es que todos, en nuestras diferencias, nos encontremos cuando se trata de luchar para alcanzar el Bien Común y la Justicia Social.

Como queremos el bienestar propio lo deseamos al prójimo y para ello debemos colaborar con toda nuestra voluntad, privilegiando siempre la lucha por reivindicar a los más débiles, pobres y vulnerables. Mientras exista pobreza no podemos, no debemos estar conformes ni tranquilos, por ello, la vida es una constante lucha y entrega de servicio privilegiando a la colectividad y al pobre y desamparado.

Nos encontramos en una situación muy severa y difícil que nos causa inmenso malestar a todos por la desastrosa obra de este régimen. Nuestro ineludible e impostergable deber es parar la caída que tenemos como país y personas y recuperar la Nación para colocarla en vías de desarrollo integral y ello sólo es posible saliendo de lo que tenemos.

Por la desastrosa gestión de este régimen, quienes antes le dieron su confianza hoy se la retiraron y están en franca línea de oposición deseando un cambio radical cuanto antes. Ese cambio urgido por el pueblo, que lo clama a diario y a gritos, debe promoverlo y líderizarlo la dirección de la oposición conjuntamente con el país nacional organizado y adelantar una estrategia inteligente, eficaz y útil para salir de lo que tenemos e iniciar la inmensa tarea de la reconstrucción nacional.

Esa estrategia debe ser compartida por todos quienes queremos cambio, entonces ella debe elaborarse en UNIÓN de todos. Unión para elaborar la hoja de ruta que nos lleve a la salida cuanto antes de este régimen totalitario y maligno y para configurar una propuesta al país que contenga las soluciones a la honda crisis que soportamos, esas soluciones deben ser entendibles, creíbles y sobre todo realizables para no caer en nuevos desengaños. Sería nuestro programa de gobierno para la recuperación nacional y bienestar de todos quienes acá vivimos.

Se ha dicho, por voceros autorizados de la oposición, que el próximo año 2023, seleccionaremos nuestro candidato a la Presidencia de la Republica y que será por consenso -que es lo deseable- o por elecciones primarias donde todos los venezolanos mayores de 18 años puedan expresarse. A ese candidato, seguro próximo Presidente, le entregaremos ese programa de gobierno que será el camino que debe seguir. Menos mal que ahora falta menos.

2 de julio 2022

 7 min


Fernando Mires

Si hay un término en boga en la política internacional, este es: punto de inflexión. Quiere decir, cambio de paradigma, cambio de estrategia, cambio de orientación, en cualquier caso, cambio radical. Ese punto de inflexión se ha hecho presente en las dos grandes conferencias internacionales de junio del 2022: la de la UE y, sobre todo, la de la OTAN. No es casualidad.

El punto de inflexión puede ser visto como una adecuación a un cambio en la estructura militar y política que ha experimentado el mundo en los dos últimos decenios del siglo XXl. En términos escuetos, las líneas estratégicas aprobadas en la cumbre de la OTAN tienen que ver con ordenamientos generados a nivel global.

En efecto, hay tres grandes potencias pero esas potencias no son equivalentes. China, Rusia y Occidente. La primera se define en términos económicos y militares. La segunda en términos territoriales y militares. Y la tercera en términos económicos, políticos y militares. En el único punto donde hay equivalencia entonces –y es lo decisivo- es en el militar. De ahí la importancia de la OTAN y su cambio de orientación. Se trata de crear, de acuerdo a las palabras de su presidente Jens Stoltenberg, lineamientos para limitar a las otras dos potencias en el único espacio común a las tres: el militar. Así se explican los objetivos principales del nuevo paradigma de la OTAN.

Por un lado, Rusia, sobre todo a partir de la invasión a Ucrania, es visto desde la OTAN como el peligro inmediato y por lo tanto, como el principal. Por otro lado, China será considerada como enemigo, solo si logra establecerse una alianza chino-rusa. Ahora, para que esa alianza no tenga lugar, será preciso debilitar al máximo a uno de sus eslabones y el más débil es, por ahora, la Rusia de Putin. Esas son las razones que llevaron a la OTAN no solo a ampliar su magnitud con la incorporación de Finlandia y Suecia sino, además, a fortalecer militarmente su flanco oriental, al mismo tiempo que mantendrá su esfuerzo en el apoyo militar a Ucrania. ¿Significan estos cambios un debilitamiento para Putin como ha sostenido la mayoría de las interpretaciones relativas al cambio estratégico de la OTAN? Aparentemente, sí. Pero también hay motivos para pensar en sentido contrario.

La tesis que sostiene en tono triunfalista que el punto de inflexión de la OTAN conlleva un duro revés para Putin, parte de la base de que las acciones de Putin en Ucrania, como ha sostenido la “escuela realista norteamericana”, después usada por Putin como medio de propaganda, se debe a la ampliación de la OTAN. No obstante ha sido el mismo Putin quien la ha contradicho. Putin ha declarado, y no solo una vez, que para él no es ningún problema que Finlandia y Suecia sean miembros de la OTAN. No hay ningún motivo para contradecirlo.

Como hemos advertido en otros textos, las intenciones geopolíticas de Putin no se ven resentidas por el hecho de que la OTAN sea más o menos grande. Su objetivo, al menos el inmediato, es reconstituir el espacio originario de la antigua RUS, vale decir, el imperio ruso pre-soviético. Incluso Putin parece haber renunciado, por lo menos durante la primera etapa de su avance, a la reconquista de los países bálticos, pues esta acción demandaría una reacción de Occidente muy superior a la que ha mostrado frente a Ucrania. Putin –lo demostró en en el caso de Ucrania donde en meses de guerra ofensiva solo ha logrado hacerse de algunas ciudades en el Donbás– no está en condiciones de hacer la guerra en dos o más frentes a la vez. Su propósito por ahora solo se puede limitar a asegurar la fase de reconsolidación del imperio en la zona por él considerada “natural”, a la que, según su mitología, pertenece Ucrania. Después, de acuerdo a las condiciones -parece pensar Putin- verá lo que hace. Por el momento lo decisivo para él es reintegrar a Ucrania, y si eso no es posible, destruirla por completo (evidentemente, lo está haciendo). No obstante, hasta ahora su balance es magro: ha anexado a Bielorrusia vía Lukazensko, destruyendo a la sociedad civil de ese país y la guerra en Ucrania está lejos de ser ganada. Moldavia también podría ser anexada aunque para él parece ser una pieza menor. En breve, Putin está atascado en el primer escalón de su proyecto imperial. El segundo escalón, ya lo anunció Putin en San Perterburgo, es derrotar a Occidente, entendiendo por ello su debilitamiento político y económico.

La guerra a Ucrania es vista por Putin como un factor decisivo para debilitar militar, política e incluso moralmente, si no a Occidente, por lo menos a su parte europea. Cuenta para ello, así como también contó Stalin, con potenciales aliados inter-europeos, entre ellos la Hungría de Orban, la Turquía de Erdogan, la Serbia de Vučic. Cuenta con las ultraderechas neo-fascistas que emergen en todos los países de Europa. Cuenta con la posibilidad de una crisis económica inducida por la guerra que, según sus cálculos podría derrumbar a las economías europeas, desatando descontentos sociales y debilitando gobiernos. Cuenta con los efectos del hambre mundial provocada por sus bloqueos militares y por la crisis energética la que multiplicará a las masas migratorias, sobre todo a las provenientes de Africa. Y, no hay que olvidar, cuenta con la posibilidad de que en el 2024 triunfe en los EE UU la alternativa nacional-populista de Trump, quien en aras de la recuperación económica de su nación podría ofrecer a Putin todo el espacio euroasiático para que haga allí lo que más le convenga. En pocas palabras, Putin cuenta con un tiempo cuyos vientos, según sus meteorólogos políticos, soplan a favor.

Putin ya declaró en el congreso internacional de dictaduras que tuvo lugar en San Petersburgo que la guerra en Ucrania es solo el comienzo de una cruzada en contra de Occidente. En el marco de esa guerra Putin intentaría –de hecho lo está intentando– convertirse en la vanguardia político-militar de todas las naciones autocráticas, dictatoriales y por lo mismo, antioccidentales de la tierra. El antiguo sueño de Stalin, la capitulación de la Europa democrática, quiere convertirlo en realidad, pero bajo otras formas y mediante otros métodos.

Reconstituir a la antigua Rusia significaría en su afiebrada pero no imposible utopía, convertir a Rusia en el eje central de un nuevo continente llamado Eurasia. Y bien, para cumplir ese objetivo, ya ha dado los primeros pasos. Justamente en los días en que tenían lugar las conferencias de la UE y de la OTAN, Putin emprendió un viaje hacia naciones en vías de ser dominadas por Rusia. A algunos observadores pareció solo un intento para demostrar a Occidente la extensión y solidez de su zona de influencia territorial. Pero a Putin no interesan los espectáculos mediales. Todo lo que hace, lo hace de acuerdo a un fin, muchas veces oculto. Y en este caso, más que una demostración de fuerza lo que más interesaba al dictador era asegurar su frente interior en aras de una expansión que escapa al área de competencia militar occidental: hacia la región caucásica y en Asia Central.

Veamos los países que Putin visitó: en primer lugar Tayikistán, donde posee fuertes conexiones económicas y diversas bases militares. Tayikistán además mantiene relaciones económicas y religiosas con los talibanes de Afganistán quienes, necesitados de asistencia material no dudarían en vincularse al imperio ruso bajo la condición de que le sean respetadas su soberanía, sus tradiciones y su orden religioso. No deja de ser sintomático que después del terremoto, Afganistán pidiera ayuda a Occidente, y luego del viaje de Putin, la rechazara sin dar explicaciones.

La segunda estación del periplo de Putin fue su visita a los gobiernos de Kazajstán, Kirguistán,Turkmenistán, Uzbekistán, la mayoría de ellos de orientación islamista. Acercamiento interesante: en la histórica asamblea de la ONU donde Rusia fuera condenado por 141 votos, ninguno de esos gobiernos votó a favor de Rusia. La mayoría se abstuvo. Fue un aviso a Putin de que ninguno de esos países quiere correr la suerte de Chechenia y Ucrania. Pero a Putin tampoco interesa por el momento anexar a esas naciones. Lo importante para él es incorporarlas a una línea estratégica común: la lucha en contra de ese Occidente poblado por infieles anti-islámicos. Su objetivo ya declarado es ir formando un frente de naciones anti-occidentales, sean ortodoxas o musulmanas. Ya ejerce control sobre Siria, a la que ha convertido en colonia, del mismo modo como busca con denuedo una alianza más estrecha con Irán, vale decir una alianza de la civilización ortodoxa con la civilización islámica en contra de la “obscena” civilización occidental, algo que ni siquiera pasó por la cabeza de Samuel Hungtinton. Ahora bien, en el cumplimiento de ese proyecto, la OTAN quedaría totalmente fuera del juego. Al fin, no es su espacio de guerra. La divisa de la OTAN, en términos elementales, parece ser la siguiente: "A Rusia no pertenece ningún país europeo. Si quiere aumentar su territorio, que vaya a otras partes".

Por cierto, conformar esa enorme alianza anti-occidental exigiría un alto precio: la incorporación de China como potencia económica. Rusia pondría a disposición del proyecto chino de dominación económica mundial, sus fuentes energéticas, gas, petróleo y sus ejércitos. China, su capital y sus mercados. En esa proyección, el mundo, según Putin, quedaría sometido a la dominación económica de China y a la militar de Rusia. ¿Un nuevo orden mundial? Si es que queremos, usemos ese nombre.

Pero todo ese, para Occidente tenebroso proyecto, puede ser realizado solo bajo una condición, y es la siguiente: que Occidente permaneciera impávido e inmóvil. No obstante, ese tampoco será el caso.

Es cierto que la nueva estrategia de la OTAN tiene por el momento un objetivo estrictamente defensivo. Mediante la incorporación de Finlandia y Suecia, más otras naciones que vendrán, se trata de tender una línea demarcatoria vedada a la expansión rusa. Un “no pasarán” teritorial y militar.

Probablemente el Kremlin computa que en Occidente habrá deserciones, vacilaciones y caída de gobiernos democráticos. Y claro, seguramente habrá un poco de todo eso. No hay nada más inestable que una democracia en tiempos de crisis económica o guerra, y más todavía si estas dos catástrofes aparecen al unísono. Pero, a la vez, Occidente también confía en que las alianzas internacionales de Putin, sobre todo con una Rusia empobrecida por la guerra, no sean tan estables como a primera vista aparecen. Mientras la gran mayoría de los habitantes sometidos al imperio ruso o chino anhelan vivir como en Occidente, muy pocos en Occidente, aunque se declaren anti-norteamericanos, quieren vivir como rusos o como chinos.

Competir económicamente con China en los mercados mundiales y a la vez guerrear con Rusia en espacios territoriales sería por cierto una tarea titánica. No obstante, la democracia política tiene una ventaja que no poseen los ordenes autocráticos anti-occidentales. La democracia no solo es una forma de gobierno ni solo un modo de vida, es también, aunque a muchos parezca extraño, una fuerza económica.

La democracia, para serlo, supone la valoración del ser humano, y esa valoración supone a su vez aumentar el capital de todos los capitales habidos y por haber: la inteligencia de la inventiva. Inteligencia que no solo lleva a pensar filosóficamente sino también a recorrer el mundo de las ciencias. En otras palabras, Occidente dispone de una capacidad de creación que no puede desarrollarse plenamente bajo el peso de los estados dictatoriales.

La gran capacidad económica china tiene como fundamento los bajos precios salariales y una tecnología imitativa de la originaria, que es predominantemente occidental. Rusia, bajo Putin ha llegado a convertirse en un gigante militar, pero económicamente está condenado a subordinarse a China o a Occidente. Tanto China como Rusia podrían tener, sin duda, las mismas o mejores capacidades creadoras. Pero para que eso ocurra deberían ser liberadas fuerzas productivas de las que el capital humano es su fuente originaria. Eso supondría liberar al ser humano de yugos estatales, autocráticos y dictatoriales. En otras palabras, ambas naciones deberían negarse a sí mismas como dictaduras o autocracias. Algo que por el momento está muy lejos de ser posible.

Quizás pensando así fue que, en un día de rara inspiración, Joe Biden declaró que la gran contradicción de nuestro tiempo es la que se da entre democracias y autocracias. No sabemos si Biden se dio cuenta de la tremenda verdad que dijo. Pues esa verdad implica, entre otras cosas, situar a la guerra y a la economía bajo la hegemonía de la política (autocracias y democracias son ordenes políticos, no económicos ni militares) Una verdad en fin que no solo deberá realizarse al exterior sino al interior de cada nación.

Occidente saldrá lesionado de la guerra de Ucrania, no hay dudas. Pero también podría suceder que Rusia tampoco salga fortalecida y su alianza con China sea dificultada, entre otras razones, por la decisión de la OTAN de no solo invertir esfuerzos en el espacio Atlántico Norte, sino también en dirección del Pacífico Sur. Por eso fue muy importante que por primera vez hubieran asistido a la cumbre de la OTAN países cooperantes que no forman parte del tratado originario cono son Corea del Sur, Japón, Nueva Zelandia y Australia. De esa nueva orientación tiene que haber tomado nota Xi Jinping y su comité central.

La OTAN ha entrado definitivamente en la tercera fase de su historia. En la primera sirvió de protección en contra del avance de la URSS. En la segunda fue embarcada en una guerra difusa y sórdida en contra de un terrorismo internacional que no conoce patrias. En la tercera, la que recién comienza, ya ha decidido a servir de muro de contención en contra de la Rusia imperial de Putin para luego convertirse en la organización militar de todas las democracias occidentales.

Si Occidente lograra convencer a China que una guerra comercial y financiera pero no militar puede ser más rentable que una guerra militar a la que sería arrastrada por Rusia, sería un gran éxito político. Naturalmente, en ese caso Occidente, particularmente los EE UU, deberán hacer concesiones económicas a China. Pero así y todo ese sería un precio módico a pagar si se trata de evitar una maligna alianza anti-occidental de carácter militar entre Rusia y China. Si esa alianza fracasó entre la URSS y la China de Mao, no hay motivos para que esta vez tenga éxito. La tarea de Occidente no debe ser en ningún caso provocar a, sino negociar con China. Rusia, sin China, sería solo un gigante militar subdesarrollado, destinado a sucumbir por tercera vez bajo el peso de su propia historia.

En fin, el tan cacareado nuevo orden mundial no esta todavía constituido. Como todo en esta vida, será configurado en el cada día, allí donde las contingencias suelen primar más que pronósticos basados en lógicas deterministas. Hay que prever y priorizar, claro está. Pero más no se puede. Por el momento solo sabemos que Rusia es el enemigo principal y China el enemigo posible. De ahí que el próximo encuentro que tendrá lugar entre Xi Jinping y Biden será de importancia fundamental para el curso de la historia del siglo XXl.

El mundo no depende solo de los misiles sino también de las palabras. Eso lo supieron en su tiempo Churchill y Stalin (podríamos decir también Kissinger y Mao Zedong) cuando, amenazados por un mismo peligro, abandonaron por un instante sus miedos y sus odios, y se dispusieron a conversar.

3 de julio 2022

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2022/07/fernando-mires-el-nuevo-orden-m...

 12 min


Benjamín Tripier

Las dos ofertas estratégicas de energía que Latinoamérica puede ofrecerle a los aliados son Vaca Muerta en Argentina con gas y Venezuela con petróleo pesado. En ambos casos hay que hacer inversiones muy importantes que tomarían no menos de 3 años para comenzar a entregar algo. En Argentina tienen, además, el tema mapuche; y en Venezuela, las sanciones al gobierno.

Y los horizontes de evaluación son: uno, mientras dura la guerra; y dos, para después de la guerra. Si esto se da así, la geografía del suministro habrá cambiado radicalmente para cuando, dentro de diez años (por decir una fecha), la guerra haya terminado y se hayan consolidado los nuevos polos económicos.

La otra oferta estratégica de la región es la de los alimentos, para la cual tanto Brasil como Paraguay y Uruguay están preparados, mientras que Argentina, principal opción en otros tiempos, no solo no está preparada, sino que los tributos internos funcionan como un lastre que inhibe las posibilidades.

Es más probable (y posible) que los productos argentinos salgan de contrabando hacia Paraguay y Uruguay, para ser exportados al mundo, que la posibilidad de que Argentina los exporte directamente. Eso además de la falta de gobernabilidad y la anarquía interna en el gobierno kirchnerista.

A Venezuela la percibirán como una opción energética, pero solo si se logra consolidar y asegurar la fuente de suministro, cosa que es difícil que ocurra en las condiciones actuales. Por lo que las opciones de participar se ven bastante reducidas; porque el aporte que pudiera hacer una Venezuela sancionada, es marginal, y en la relación de bdp por problemas políticos internos, la relación, definitivamente, es negativa para el gobierno de Biden: en Estados Unidos son más los que presionan para profundizar sanciones, que los que presionan para flexibilizarlas o levantarlas.

La situación muy incómoda en la que se ha puesto Venezuela a sí misma, no cambiará de un momento para otro; y hasta es posible que, aun habiendo un cambio de gobierno (poco probable), la desconfianza continúe, porque, así como el chavismo no vino del espacio, tampoco se irá al espacio ni desaparecerá con un cambio de gobierno.

Debemos comprender que, a futuro, la inercia nos está llevando a una distribución política de tres cuartos distribuidos entre PSUV, VP y Primero Justicia; y el resto, entre partidos que, habiendo sido mayores y hegemónicos en otros tiempos, hoy son menores y sin fuerza, ni propuestas. Claro, siempre y cuando no aparezca un outsider que nos cambie la vida, y que en diez años seamos un poco más que la inercia positiva de una realidad calamitosa. La esperanza está puesta en el outsider.

La presión de los aliados sobre Venezuela puede ser un factor que repita las experiencias de invasión de la época Trump, más que nada porque es posible que, ya avanzada la guerra y siendo Rusia y Putin (o quien lo suceda) el enemigo indiscutible, Trump recupere la presidencia y sigamos postergados.

Esta oportunidad de volver a ser proveedores confiables de las fuerzas aliadas en contra de un jerarca que se cree que puede conquistar al mundo, pues parece que la perderemos.

Tenemos dos Guaidó, el percibido por el gobierno de Venezuela, por grupos opositores y por el resto del mundo, como el líder de la oposición venezolana; y el percibido por algunos de sus “compañeros” dirigentes y parte de las bases opositoras, como alguien que debe ser reemplazado. Al gobierno no le interesa que se reemplace a Guaidó porque toda su estrategia está alrededor de él y de lo que representa de cara a Estados Unidos; y seguramente no apoyará a quienes quieran reemplazarlo porque le costaría encontrar a alguien con tantos atributos “anti”.

Lo anterior tiene que ver con una especie de ebullición silenciosa que hay en las filas opositoras, y que no han logrado despertar entusiasmo en las bases, así ahora las visiten buscando votos para las primarias. Una vez más se trata de algo entre las cúpulas, donde el pueblo y sus necesidades parecen ser lo de menos.

No se ha escuchado a ningún líder opositor hablar de problemas concretos, proponer alguna línea conceptual, o alguna solución. Creen que con decir “cambio de gobierno” ya está todo dicho. Y no es así, aún hay dudas importantes sobre el desempeño que tendrían gobernando, y si no sería más de lo mismo, pero con signo diferente.

Aún hace falta que alguien proponga ideas que no pasen solo por rescatar Pdvsa o Sidor, que no signifique paternalismo o rentismo, en definitiva, hace falta alguien que genere una esperanza y ese alguien aun no apareció…y si apareció, pues lo disimula muy bien.

La reunión del G7, como últimamente ocurre con casi todas las reuniones que involucran a la geopolítica, tendrá el foco puesto en la guerra Rusia-Ucrania. Ese es el tema que dominará al mundo en los próximos años, y todo lo que se haga o deje de hacer tendrá algo que ver la guerra. La cual, lejos de mantenerse focalizada o de terminar, todo indica que se ampliará, profundizará y nos arrastrará a una nueva geopolítica que hará que las proyecciones que había hasta febrero pasado, queden obsoletas; y que países que parecían “ganadores” se vuelvan “perdedores” y también al revés.

Nuestra región latinoamericana no quedará ajena al conflicto, porque será vista como el repositorio de reservas de alimentos y energía, para cuando el mundo consumidor que es el que está en guerra, nos necesite. No ahora, no pronto, pero nos necesitará.

Y ya no importa mucho lo que nosotros en Latinoamérica pensemos, sino que todo será desplegado desde el punto de vista de Estados Unidos y de la UE. Porque ellos saben, mejor que nosotros, qué es lo que podemos y qué no podemos; no es necesario que el presidente de Argentina, en representación de la Celac diga u ofrezca, porque ellos están claros con qué pueden contar, y apretando qué clavijas pueden lograrlo. Lo que sí es seguro es que no se prestarán al juego político interno de cada país, no debemos menospreciar su capacidad de análisis.

Por el momento, lo más seguro es que vayamos a una guerra más amplia y que nuestra región sea alineada con las necesidades de los aliados. Y esa alineación será voluntaria, o forzada, pero no permitirán un juego ambiguo de ningún gobierno de la región. En tiempos de guerra, la soberanía queda sujeta al peso de las armas y al poder de los ejércitos. Hay que comenzar a “poner las barbas -o bardas- en remojo”.

El caso de Petro como vecino es un hecho ya consumado –solo falta que tome posesión– y solo tenemos que anticipar escenarios para minimizar el factor sorpresa. En ese sentido, lo primero es considerar que lo más probable es que el comercio se reactive, y que si el gobierno de Venezuela sigue actuando con pragmatismo, evitará politizar el tema, ni a favor ni en contra de la revolución; replegarse y dejar que el mercado actúe. No olvidar que mientras estuvo “cerrado” se creó una red informal, en negro, que no desaparecerá con la apertura; por lo que el pragmatismo deberá extenderse a no interferir con el nuevo rumbo.

En lo político ideológico, no hay manera de que Petro pueda desligarse de su pasado y del impacto que significa en los capitales que mantienen en buena forma económica a Colombia. Ese miedo que genera no podrá ser disipado con palabras (aunque las palabras mal utilizadas pudieran desencadenar consecuencias), si no con acciones concretas, con lo que haga, y con lo que no haga: debe cuidar muy bien sus decisiones. En los siguientes meses veremos cómo se desarrolla la relación entre Petro y el capital.

Recomendación

Al gobierno

  • Que evite politizar la nueva relación con Colombia, porque no le aportará nada bueno; todo lo contrario. No hay que obligar a Petro a opinar sobre Maduro; hay que dejar que el comercio fluya y que el Estado cumpla su rol fiscal y de control de calidad.

A la dirigencia de la oposición

  • Que revisen las relaciones internas, y eviten el “show” de las peleas acusatorias; porque una vez que terminen las primarias deberán estar todos del mismo lado. Y si no cuidan las agresiones, habrá heridas que no sanarán.

A los dirigentes empresarios

  • Que reactiven las relaciones de negocios con Colombia, pues pudiera ser el buffer zone por donde tengamos acceso a productos originales; y además los puertos colombianos pudieran ser las entradas de productos, y que aquí nos lleguen por tierra. Hay que trabajar sobre eso y contribuir para que todo salga bien. Y hacerle propuestas al gobierno para facilitar el cruce de frontera de transportes colombianos

Mail: btripier@ntn-consultores.com

Instagram: @benjamintripier

Twitter: @btripier

 6 min


Ismael Pérez Vigil

La semana pasada, al comentar el triunfo de Gustavo Petro en Colombia, analicé los argumentos de quienes explican el resurgimiento del populismo en América Latina como una consecuencia de la “muerte de las ideologías” −que puede ser cierta o no− y, sobre todo, agregué yo, por la “muerte de los partidos políticos tradicionales”, algo a lo que todos hemos venido contribuyendo en los últimos 40 años; veamos ahora un poco más a fondo que es lo que denomino la muerte de los partidos políticos y las críticas que se hacen a los partidos políticos tradicionales, que es el punto que quiero destacar.

Los partidos tradicionales

Por partidos tradicionales voy a entender esos partidos que se desarrollaron desde finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, identificados con las grandes ideas, doctrinas políticas e ideologías clásicas (socialistas, comunistas, fascistas, liberales, etc.) y que hoy −sin duda alguna y casi en todas partes− están en grave crisis, abandonados por un pueblo, que ya no los sigue, y huérfanos de liderazgo.

Este es un tema delicado. Siempre he defendido a los partidos de la aguda e inmisericorde campaña antipolítica, descerrajada contra ellos desde mediados de los años 70 del pasado siglo; pero cuando defiendo a los partidos y señalo que son el elemento esencial para el desarrollo de la democracia, no necesariamente me refiero a los partidos que hoy en día tenemos.

Sin saber a ciencia cierta qué es lo que están haciendo internamente por renovarse y aun dándoles el beneficio de la duda, no puedo dejar de reconocer las críticas que se les hacen, y debo lamentar que la mayoría de ellos no han dado muestras de haber llevado a fondo sus procesos internos de renovación para superarlas, algo que nos vienen ofreciendo desde principios de la década de los 90 del siglo pasado, cuando ya era evidente su declive y la pérdida de su influencia sobre el país.

La crítica a los partidos

Es lamentable que muchos de los partidos se han ido convirtiendo en un cascaron vacío de ideología; son hoy expresiones decadentes de lo que fueron en su pasado glorioso, hoy de escaso arrastre social, con muy poca participación popular en sus filas y que se activan tan solo en momentos de procesos electorales, en los que desarrollan costosas campañas publicitarias, para las que necesitan cuantiosos recursos económicos, ahora escasos en Venezuela para esta actividad, desde que fueron despojados por la Constitución de 1999, cuando se los privó de los recursos del Estado y se les hizo más dependientes del financiamiento privado.

Al acudir a esas fuentes privadas de financiamiento, los que triunfan en comicios regionales y locales, suelen quedar tan comprometidos financieramente con los grupos que los financiaron, que tienen poca o ninguna independencia para llevar adelante sus programas e ideales propios; queda comprometida su independencia y se convierten fácilmente en rehenes e instrumentos de quienes los financiaron.

Muchos de sus líderes, antes asiduos a micrófonos de radio y cámaras de televisión, se han convertido ahora en “líderes de redes sociales”, que pululan alrededor de las mismas, a la caza de seguidores y “likes” y en casi todos ellos, al parecer, su inspiración programática son las encuestas de opinión y sus dueños o asesores, a los que siguen como si tratara de verdaderos oráculos.

Ante ese vacío u orfandad política que se ha creado, el pueblo ha iniciado una búsqueda que no siempre lo ha llevado a las mejores opciones. No es nada extraño que en toda América Latina, los sectores populares, masivamente, hayan dejado de seguir las opciones políticas tradicionales y los que no se marginan de la política y los procesos electorales, se inclinan por esas “figuras mesiánicas”, salidas de la nada, que cabalgan la ola de la antipolítica y el “neo populismo” y que van triunfando país tras país, en donde las instituciones se van derrumbando a su paso, como castillos de barajitas, y las que no lo hacen espontáneamente, son demolidas en cuanto llegan al poder esos nuevos demiurgos de la destrucción política.

Nuevos caudillos y populismo

El pueblo ha descartado, por toda América Latina −probablemente con la única excepción de Argentina, donde el peronismo sigue rampante e inmutable después de 80 años− a los partidos tradicionales y se han inclinado por llevar al poder a los “nuevos” caudillos que se le ofrecen; en algunos casos son líderes que rompieron con sus orígenes y se lanzaron a buscar el apoyo electoral en opciones fuera de sus partidos tradicionales, como el caso de Rafael Caldera en Venezuela en 1993; en otros casos, hartos de la falta de respuestas, viendo pasar a su lado la riqueza sin que nada o muy poco les toque, van buscando opciones de izquierda o populistas de derecha, entre quienes no han ejercido el poder con anterioridad, sin preocuparles las tendencias políticas, ni los viejos parámetros de izquierda o derecha, les basta con que tenga para ellos un mensaje y representen una ruptura con el orden tradicional y sus partidos más representativos, que no resolvieron sus problemas. En el fondo, piensan, tiene poco que perder el que nada tiene.

La búsqueda no ha sido fácil ni lineal, hay desvíos, avances y retrocesos, pero de esa manera llegaron al poder, para hablar de los más recientes, los Jair Bolsonaro, Gabriel Boric, Nayib Bukele, Pedro Castillo, Xiomara Castro, Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales, Lopez Obrador, Luis Arce, Lula da Silva, Nicolás Maduro, Pepe Mujica, Daniel Ortega, Dilma Rousseff, hasta Álvaro Uribe pertenece a esa estirpe y ahora la última novedad, Gustavo Petro en Colombia.

Explicaciones al populismo

En ninguno de los casos donde han triunfado las opciones “extremas”, producto de la “búsqueda”, muchas veces “pendular”, esos gobiernos han funcionado; al principio, algunos indicadores de pobreza mejoran, temporalmente, al igual que algunos indicadores de crecimiento económico, mejoría social, mejoría en materia educativa, en algunos casos de salud y en menor medida de distribución de la riqueza, usualmente mediante dádivas, pero los problemas no se han resuelto, por el contrario, al final han empeorado y el país se sume en un período de inestabilidad y caos que empeora aún más la situación.

En los sectores democráticos, que no son capaces de generar una respuesta estable, comienzan las auto recriminaciones y justificaciones, toda esa monserga de: “nadie aprende en cabeza ajena”, “es falta de educación”, “es ignorancia” y demás lamentaciones que no conducen a nada, en vez de evaluar y reconocer porque no son capaces de dar una respuesta creíble para el pueblo; solo se polariza más la situación y hace que se aleje o postergue la salida al problema.

Vienen entonces las soluciones y explicaciones mágicas, como esa de los nuevos “libertarios/as”: “el problema es que no se lucha por la libertad”, “no se combate el autoritarismo”, conceptos totalmente abstractos, para élites intelectuales, pero que poco le deben decir a la gente sumida en su miseria cotidiana, por más que sea cierto que los líderes que el pueblo selecciona en su “búsqueda” lo primero que hacen es acabar con el sistema de libertades públicas y devienen en gobiernos autoritarios, cuando no en dictaduras abiertas.

Conclusión

La salida es, sin duda, la tan postergada renovación profunda del liderazgo y de los partidos, que nos están debiendo desde principios de los años 90 del pasado siglo; renovación interna que los lleve a identificarse con los problemas cotidianos de la gente y ofrecerles alternativas, dentro de una economía abierta, de mercado, para resolver los problemas de miseria e inequidad, para acabar con la exclusión. ¿No hay capacidad de construir una opción que demuestre a la gente que se conocen sus problemas y se tiene una alternativa para solucionarlos? ¿Es que no hay propuestas para eso desde la perspectiva de la democracia y la economía de mercado? ¿O es que lo que no hay es liderazgo capaz para articular esa propuesta y plantearla sin demagogia? Acuciantes preguntas que están en la base de la solución.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 6 min