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Opinión

Eddie A. Ramírez S.

Hay alarmas que emiten sonidos y otras que encienden luces de advertencia. Ocasionalmente fallan por defectuosas o por haber sido dañadas. Por lo general funcionan, pero a veces aplica el refrán de que no hay peor sordo que quien no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver.

En las refinerías de petróleo, por ejemplo, existe un sofisticado sistema de alarmas y de alertas; además, el registro de incidentes y de accidentes indica el grado de seguridad de las operaciones. Como en la Pdvsa roja está una gerencia inepta que no realiza el mantenimiento preventivo, el mendaz ministro Tarek El Aissami se hace el sordo y el ciego, atribuyendo las fallas de las alarmas y los accidentes a sabotaje de opositores o del presidente colombiano.

En política, las encuestas son la herramienta de alarma más utilizada para medir el grado de aceptación o de rechazo de determinadas decisiones o de candidatos. Cuando no son del agrado, tanto el régimen, como la oposición, alegan que son sesgadas. Las mismas indican claramente un elevado rechazo a la gestión de los rojos, pero también al desempeño del liderazgo opositor. Sin embargo, ambos se hacen los desentendidos.

Del lado del régimen está claro que el objetivo es perpetuarse en el poder por la sumisión de genuflexos funcionarios de toga y birrete, y por la complacencia del Alto Mando militar. La pobreza, elevada inflación, deficiencia de los servicios médicos, educacionales, escasez de agua y de electricidad no le importa. Mucho menos la huida de más de seis millones de venezolanos obligados a buscar refugio en otros países.

Del lado de la oposición es difícil explicar la sordera y ceguera de una parte de la dirigencia para aceptar la validez de las encuestas y tomar decisiones que conduzcan a la salida del Maduro y su equipo de ineptos. Lamentablemente, los partidos políticos se han venido a menos. Este es un fenómeno que no es exclusivo de Venezuela, sino una realidad en muchos países.

En nuestro medio, no puede obviarse que algunos de nuestros dirigentes viven de la política y no para la política y otros pretenden competir con los 70 años de actividad de la apreciada reina Isabel. En los países desarrollados, un dirigente que pierde una elección o que no cumple sus promesas se retira voluntariamente. En nuestro patio el retiro político es casi impensable. Desafortunadamente, tenemos más imitadores de Caldera y de Carlos Andrés, que de Betancourt, Leoni y Herrera Campíns.

Otro factor que quizá explica parcialmente la desfavorable opinión pública sobre nuestros partidos es la presencia de las redes sociales. Hoy, millones de opinadores sin formación política quieren imponer su verdad. Frecuentemente estos opinadores exigen a los políticos una gran inflexibilidad, la cual está reñida con esa profesión. Es deseable que haya un número de compatriotas que quiera aplicar con rigidez lo que Weber llamó la ética de la convicción, ya que son la conciencia de que hay límites que no se pueden violar. Además, tienen la excusa de que no son directamente responsables de las posibles consecuencias negativas derivadas de esa inflexibilidad.

Por su parte, los políticos no pueden darse ese lujo. Tienen que tomar en cuenta el concepto de Weber sobre la ética de la responsabilidad. Es decir, prever el grado de afectación de determinada decisión sobre la mayoría de los ciudadanos. Esto viene a colación sobre el punto de acudir o no a votar. Los seguidores de la ética de la convicción tienen razón al afirmar que Maduro no es presidente y, por lo tanto, no debe haber una elección convocada para sustituirlo. Sin embargo, como no hay otra opción válida, la consecuencia sería que Maduro compita con unas marionetas y siga en Miraflores.

Como menciona el colombiano Mauricio García Villegas, doctor en ciencias políticas y articulista, “un político responsable puede verse abocado a ceder parte de sus principios o incluso a negociar con sus enemigos políticos con tal de evitar males mayores. Eso fue lo que hizo Mandela en Sudáfrica para acabar con el apartheid. Otra cosa es negociar para obtener fines personales. La ética de la responsabilidad nos exige afrontar las consecuencias de nuestros actos sin liberarnos de la exigencia que tenemos de justificar los medios que utilizamos”.

Los políticos deben escuchar las inquietudes de los ciudadanos de a pie y estos entender que no es lo mismo observar el juego desde las tribunas que dirigirlo desde el campo. Las alarmas están activadas desde hace tiempo. En el caso de la Pdvsa roja no quisieron escucharlas y por eso la empresa está quebrada. Todos nosotros debemos contribuir a escuchar las verdaderas alarmas y descartar las imaginarias para que el país no se siga hundiendo.

Como (había) en botica: Al tener que escoger entre Petro y Rodolfo, los colombianos están entre la espada y la pared.

Tomás Páez, estudioso de nuestra diáspora, anunció la creación de la Red Global de la Diáspora de Venezuela. Páez declaró a El Nacional que este proyecto “es la iniciativa más importante de facilitación para el trabajo conjunto de las organizaciones de la diáspora”. Participan 200 organizaciones en Madrid, Toronto, Bogotá, Buenos Aires, Miami y Washington.

La farsa del juicio al apreciado periodista Roland Carreño evidencia, una vez más, el sometimiento de los jueces a las órdenes de Miraflores.

Lamentamos el fallecimiento de Hugo Perich, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

7 de junio 2022

 4 min


Ismael Pérez Vigil

La oposición democrática ha decidido, sabiamente en mi opinión, participar en las elecciones presidenciales de 2024 y a través de la Plataforma Unitaria, presentar un candidato que será seleccionado mediante un proceso de elecciones primarias, a llevarse a cabo en 2023, que ojalá fuera este mismo año.

Llegar a esas primarias y a la elección presidencial, en la actual coyuntura política, no es un tema trivial, tiene varias complejidades estratégicas, donde paradójicamente la elección del candidato es lo más simple. Llegar −con alguna probabilidad de triunfo− supone desarrollar una estrategia que permita fortalecer a la oposición y garantizar que esas elecciones reúnan mínimas condiciones para participar y que se respeten sus resultados, en caso de triunfo.

En mi opinión, la estrategia opositora, en lo inmediato, supone dos cosas: lograr un proceso de negociación con el régimen y preparar una estrategia electoral; veamos primero el tema de la negociación y lo que eso supone. Para ello voy a resumir lo que plantee la semana pasada (https://bit.ly/3lQXNHv) que me servirá de contexto, para evaluar el tema de la preparación para las elecciones de 2024. Disculpen lo repetitivo, sé que es un trago amargo, pero precisamente por eso hay que insistir, las veces que sea necesario, para que se vaya asimilando.

“Lo que, probablemente, vendrá: unas negociaciones, donde la oposición, con la anuencia de USA, tendrá que aceptar el levantamiento de las sanciones personales y la concesión de inmunidad, al estilo de Chile con Pinochet…[porque] esas sanciones fueron creadas, para luego ser negociadas”; yo no lo dije de esa manera en mi ya referido artículo; esa es la interpretación de un amigo con respecto al mismo; pero lo pude haber dicho así, exactamente así, porque creo que esa interpretación es correcta.

Lo que no sé y lo que sé.

No sé si se reanudará la negociación suspendida en México, mediada por el Reino de Noruega, pues se dice que hay algún reparo, no oficial, por parte del régimen; tampoco sé si esa negociación será inmediata; pero, hay cosas que sí las sé:

– La primera y más importante es que sé que de este mal paso en la vida republicana de Venezuela, solo saldremos después de una negociación, en México o donde sea y con la mediación de quien sea: Noruega, El Vaticano, un grupo ad hoc de países, etc.

– Sé que dicha negociación inevitablemente nos llevará a un proceso electoral, que deberá ser supervisado internacionalmente, ojalá que respaldado por una vigorosa fuerza interna opositora y −seguramente− con apoyo de la amenaza de represalias internacionales contra el régimen y sus funcionarios, si no se celebran elecciones libres y si no se respetan los resultados; sin eso cualquier negociación perderá sentido.

– Otras cosas que sé, es que no habrá una “graciosa” renuncia de este régimen al poder que de modo omnímodo ejerce, pues, precisamente, con todo el poder y recursos que maneja, no lo entregará, ni se dejará conducir mansamente a la cárcel a pagar sus culpas, como algunos piensan.

– Sé también, y lo que está ocurriendo en Ucrania me lo confirma, que no habrá una intervención armada, militar, externa, en Venezuela que venga a poner “orden” en el país y a restablecernos la democracia;

– También sé que, al menos por el momento, no tenemos la fuerza interna que debilite al bloque político-militar, hegemónico, en el poder y lo obligue a sentarse a negociar su salida.

– Pero sé que en toda negociación hay que llegar a acuerdos; es decir, habrá que ceder, probablemente, en levantar sanciones personales, pues entre otras cosas, al régimen lo tiene sin cuidado las sanciones generales, económicas, por más que digan que son la causa de todos nuestros males y también lo tiene sin cuidado si afectan al pueblo; lo único que le preocupa son las sanciones personales que les impiden o podrían impedir a ellos, sus amigos y familiares, viajar por el mundo, adquiriendo propiedades y disfrutando de sus fortunas; el levantamiento de las sanciones personales, probablemente, será la solicitud del régimen, para ellos a cambio ceder en la realización de elecciones justas y libres

– Y, por último, como también sé que al final habrá un proceso electoral, cuanto antes nos montemos en ese esquema y empecemos a discutir sus consecuencias y posibilidades, mejor será; así nos podremos dedicar a organizar ese proceso y estar en condiciones de preparar estrategias alternativas.

Reflexión necesaria.

Ese es, en el fondo, el planteamiento de mi artículo de la semana pasada: Ponernos a reflexionar en torno a ese tema, para romper el fangoso marasmo en el que nos encontramos, de críticas a todo, a los partidos, al gobierno interino, a los líderes opositores, al proceso unitario, a la decisión organizativa de la llamada Plataforma Unitaria, al tema de si realizar o no primarias y de qué manera, etc.

Seguramente muchos se rasgarán las vestiduras ante esta perspectiva, ¡“Negociar”, que horror!; algunos hasta la consideran una “mala palabra” y se aferran a unos “principios” que, vista la realidad que tenemos, no pasan de ser “principios abstractos” de un orden que no existe, para un país que solo está en la mente de unos pocos, que lo recubren de filosofía, de argumentos morales y éticos, de sentimentalismo, pero en el fondo, no es más que una disipación de la realidad, como dicen los versos de Andrés Eloy Blanco: “…vapores de la fantasía / son ficciones que a veces dan a lo inaccesible / una proximidad de lejanía”.

Cerradas muchas de las fantasiosas vías, la electoral es la vía natural que nos va quedando y a ella se debe llegar tras una negociación.

Negociar, no conceder, no celebrar.

Tomar la decisión de negociar y estar conscientes de que es un paso ineludible y necesario, no implica adelantarse a hacer concesiones en discusiones públicas, por la prensa o redes sociales, guardemos eso para la mesa de negociación. Mucho menos implica adoptar el lenguaje del régimen, su agenda de discusión y de “justificación” y “disculpas” por haber llevado al país a la ruina. En otras palabras, asumir la decisión de negociar y reconocer que hay una “mejoría” en indicadores económicos en el país, no implica “celebrarle” al régimen la supuesta apertura económica −aun cuando, repito, algunos indicadores de “mejoría” sean reales−; mientras esa “mejoría” solo alcance a un porcentaje ínfimo de la población y más del 85% del país siga sumido en la miseria, sin servicios públicos, sin seguridad social, ni personal, sin hospitales, sin empleo, etc. la tal “mejoría” es solo una efímera ilusión.

No celebrar tampoco significa que vamos a hacernos los ciegos con algunas de las transformaciones que se producen; por el contrario, vamos a exigir que se continue en esa línea de acción. No celebrar no significa que los empresarios dejen pasar oportunidades y sus gremios se desgasten enfrentando al gobierno como si fueran partidos políticos opositores. No celebrar tampoco implica que el pueblo deje de estar atento a los cambios que lo favorezcan, ni dejar de aprovechar los que alivien o le traigan cierto bienestar. Significa que eso no nos va a adormecer en el objetivo fundamental de salir de este régimen de oprobio.

Desde luego que tampoco implica celebrarle al régimen actos “magnánimos” con respecto a unos pocos presos políticos, mientras mantenga cientos en las cárceles y continue la persecución de los líderes opositores.

Tampoco hay que obnubilarse o engañarse con sus llamados de “amplitud” de incorporar en las negociaciones a la “oposición” que ha “domesticado”, mientras mantiene el secuestro de los legítimos partidos de oposición, sus símbolos y el desconocimiento “judicial” de sus genuinas autoridades.

También debemos recordar, antes de celebrar, que ahora el régimen pretende aprobar en su “asamblea nacional” leyes para esquilmar los recursos de las oenegés e intimidar a sus dirigentes, aliados y controlar el aporte internacional de los recursos para ayuda humanitaria o hacerla pasar como una “obra” suya, práctica que ya ha desarrollado otras veces.

Este es el contexto en el cual hay que evaluar las tareas que tiene por delante la oposición democrática −ante la inminente elección presidencial del 2024, o antes− y que desarrollaré la próxima semana.

4 de junio de 2022

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 6 min


Tatiana Stanovaya

Una de las razones por las que es tan difícil entender las intenciones rusas, y lo que está en juego en la guerra de Ucrania, es la importante divergencia entre cómo los observadores externos ven los eventos y cómo son vistos desde el Kremlin. Cosas que parecen obvias para algunos, como la incapacidad de Rusia para lograr una victoria militar, son pecibidas de manera completamente diferente en Moscú. El hecho es que la mayoría de las discusiones de hoy sobre acerca de cómo ayudar a Ucrania a ganar en el campo de batalla, obligar a Kyiv a hacer concesiones o permitir que el presidente ruso Vladimir Putin salve las apariencias que tienen poco en común con la realidad.

Aquí intentaré descativar cinco suposiciones comunes acerca de cómo Putin ve esta guerra. En ni opinión, Occidente necesita ver la situación de manera diferente si quiere ser más efectivo en su enfoque y disminuir los riesgos de escalada.

Suposición 1: Putin sabe que está perdiendo.

Conclusión derivada de la idea errónea de que el principal objetivo de Rusia es tomar el control de gran parte de Ucrania y, por lo tanto, cuando el ejército ruso se desempeña mal, o no logra avanzar o incluso retroceder, equivale a un fracaso.

Sin embargo, los principales objetivos de Putin en esta guerra nunca han sido adquirir territorios; más bien quiere destruir Ucrania en lo que él llama un proyecto “antirruso” y así evitar que Occidente use el territorio ucraniano como cabeza de puente para realizar actividades geopolíticas antirrusas. Como resultado, Rusia no se ve a sí misma fracasando. Ucrania no se unirá a la OTAN ni existirá pacíficamente sin considerar las demandas rusas de rusificación (o "desnazificación" en la jerga de la propaganda rusa) y "des-OTANficación" (conocida como "desmilitarización" en términos de la propaganda rusa) , lo que significa un alto a cualquier cooperación militar con la OTAN. Para cumplir estos objetivos, Rusia necesita mantener su presencia militar en territorio ucraniano y seguir atacando la infraestructura ucraniana.

No hay necesidad de grandes conquistas territoriales ni de tomar Kyiv, la capital de Ucrania (incluso si soñó con eso al principio). Incluso la anexión de las regiones de Lugansk y Donetsk, que Moscú considera solo una cuestión de tiempo, es un objetivo local auxiliar para hacer que Ucrania pague por sus opciones geopolíticas incorrectas y pro-occidentales durante las últimas dos décadas. A los ojos de Putin, él no está perdiendo esta guerra. De hecho, es probable que crea que está ganando, y estará feliz de esperar hasta que Ucrania reconozca que Rusia se quedará allí para siempre.

Suposición 2: Occidente debería encontrar una manera de ayudar a Putin a salvar las apariencias, disminuyendo así los riesgos de una mayor escalada, posiblemente nuclear.

Imagine usted una situación en la que Ucrania acepta la mayoría de las demandas de Rusia: reconoce a Crimea como rusa, al Donbás como independiente, y se compromete con un ejército reducido y promete no unirse nunca a la OTAN. ¿Acabará eso con el conflicto? Incluso si, para muchos, la respuesta parece ser un "obvio "sí", están equivocados. Rusia puede enfrascarse en una batalla con Ucrania, pero geopolíticamente, se ve a sí misma librando una guerra contra Occidente en territorio ucraniano. En el Kremlin, Ucrania es vista como un arma anti-rusa en manos occidentales, y destruirla no conducirá automáticamente a la victoria de Rusia en este juego geopolítico anti-occidental. Para Putin, esta guerra no es entre Rusia y Ucrania, y el liderazgo ucraniano no es un actor independiente sino una herramienta occidental que debe ser neutralizada.

Entonces, independientemente de las concesiones que Ucrania pueda hacer (independientemente de cuánto políticamente realistas puedan ser), Putin continuará intensificando la guerra hasta que Occidente cambie su enfoque del llamado problema ruso y admita que, como lo ve Putin, las raíces de de la agresión rusa son el resultado de que Washington ha ignorado las preocupaciones geopolíticas rusas durante 30 años. Este ha sido el objetivo real de Putin durante mucho tiempo y permanece sin cambios.

Las demandas poco realistas rusas rechazadas por Kyiv son incluso una forma para que el Kremlin las aumente en una confrontación Rusia-Occidente, poniendo a prueba la capacidad de Occidente para estabilizarse de modo unido y consistente. Hoy, Occidente ve el problema bajo la luz equivocada: al tratar de detener la guerra de Rusia, se enfoca en los pretextos artificiales de Moscú para su invasión de Ucrania y pasa por alto la obsesión de Putin con la llamada amenaza occidental, así como su disposición a usar la escalada y así obligar a Occidente a entablar un diálogo bajo condiciones rusas. Ucrania es sólo un rehén.

Supuesto 3: Putin no solo está perdiendo militarmente sino también internamente, y la situación política en Rusia es tal que Putin podría enfrentar pronto un golpe.

Sucede lo contrario, al menos por el momento. La élite rusa se ha preocupado mucho por garantizar la estabilidad política y evitar las protestas que ha terminado por consolidarse en torno a Putin como el único líder capaz de afirmar el sistema político y prevenir el desorden. La élite se encuentra políticamente impotente, asustada y vulnerable, incluidos aquellos personasjes retratados en los medios occidentales como belicistas y halcones. Hacer un movimiento contra Putin equivale hoy a suicidarse a menos que Putin comience a perder su capacidad de gobernar (física o mentalmente). A pesar de las nuevas divisiones y grietas dentro de las filas y el descontento con las políticas de Putin, el régimen se mantiene firme.

La principal amenaza para Putin es el propio Putin. Aunque el tiempo puede estar en su contra, el despertar de la élite es un proceso que llevará mucho más tiempo de lo que mucha gente espera. Dependerá de la presencia de Putin en el día a día del gobierno.

Supuesto 4: Putin tiene miedo de las protestas contra la guerra.

Lo cierto es que Putin tiene más miedo a las protestas a favor de la guerra. Hay que tener en cuenta el afán de muchos rusos por ver la liquidación de los que ellos llaman nazis ucranianos. El estado de ánimo público podría incluso impulsar una escalada que lleve a Putin a ser más agresivo y decidido, aunque sea como resultado de la propia propaganda del Kremlin. Esto es un punto extremadamente importante: Putin ha despertado un oscuro nacionalismo del que depende cada vez más. Pase lo que pase con Putin, el mundo tendrá que lidiar con esta agresión pública y con las convicciones antiliberales y antioccidentales que hacen que Rusia sea un problema para Occidente.

Supuesto 5: Putin se ha sentido profundamente decepcionado con su séquito y dio luz verde al enjuiciamiento penal de altos funcionarios.

Este es un tema intensamente discutido en Occidente. Surge de la especulación sobre el arresto del ex jefe de gabinete adjunto de Putin, Vladislav Surkov así como la detención de Sergey Beseda, un alto oficial de seguridad responsable de Ucrania; y purgas entre el círculo íntimo de Putin. Todos estos rumores deben verse con extremo escepticismo.

En primer lugar, no ha habido confirmación de ninguno de ellos. (Más bien, fuentes de alto nivel sugieren que ni Beseda ni Surkov han sido arrestados). En segundo lugar, es probable que Putin esté molesto y decepcionado con su personal, pero no es su estilo purgar su círculo íntimo a menos que se hayan cometido delitos graves. Las intenciones son lo único que le importa a Putin, y si los servicios secretos de Rusia calculan mal o incluso lo informan mal sin malas intenciones, no habrá procesamientos. Finalmente, la campaña militar en Ucrania ha sido manejada de cerca por Putin desde el principio con muy poco espacio para que los subordinados muestren alguna iniciativa.

Todo esto significa que el dilema occidental —redoblar el apoyo a Ucrania porque Putin está perdiendo o apaciguar a Putin porque está desesperado y es peligroso— está profundamente equivocado. Sólo puede haber dos resultados posibles. O Occidente cambia su enfoque hacia Rusia y comienza a tomarse en serio las preocupaciones rusas que llevaron a esta guerra o el régimen de Putin se desmorona y Rusia revisa sus ambiciones geopolíticas.

Por el momento, tanto Rusia como Occidente parecen creer que su contraparte está condenada y que el tiempo está de su lado. Putin sueña con que Occidente sufra una desilusión política, mientras que Occidente sueña con que Putin sea destituido, derrocado o muera por una de las muchas enfermedades que se rumorea que padecen. Nadie tiene razón. Al final del día, un acuerdo entre Rusia y Ucrania solo es posible como una extensión de un acuerdo entre Rusia y Occidente o como resultado del colapso del régimen de Putin. Y eso te da una idea de cuánto podría durar la guerra: años, en el mejor de los casos.

(Foreign Policy)

5 de junio 2022

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2022/06/tatiana-stanovaya-en-lo-que-occ...

 6 min


Carlos Malamud, Rogelio Núñez Castellano

Los Ángeles acoge del 6 al 10 de junio la IX edición de la Cumbre de las Américas. El encuentro, contemplado como una oportunidad para que América Latina gane visibilidad internacional y Washington renueve su influencia, a la vez que pueda promover una alternativa hemisférica de desarrollo para la región, ha quedado opacado por las diferentes visiones existentes sobre la coyuntura actual. Estas se expresan en tensiones políticas con diferentes países, especialmente con México, por la participación de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la Cumbre, y en menor medida con Brasil, aunque por motivaciones diferentes.

Resumen

La IX Cumbre de las Américas, a celebrarse del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, debe reunir a los países latinoamericanos y caribeños más EEUU y Canadá, en una coyuntura marcada por los efectos de la pandemia y, más recientemente, por las consecuencias globales de la invasión rusa de Ucrania. La Cumbre se presenta, a priori, como una ventana de oportunidad para los diferentes actores involucrados, en la medida en que sean capaces de reforzar los lazos hemisféricos, algo que todavía está por ver. Esto implica que la Administración Biden sea capaz de renovar y recuperar su influencia en América Latina, mientras América Latina simultáneamente debe dar muestras de una mayor sintonía con el tan denostado vecino del Norte.

Sin embargo, la vigencia de recelos preexistentes, la existencia de agendas contradictorias, la falta de coordinación y la preeminencia de los objetivos particulares sobre los generales han obstaculizado la posibilidad de que América Latina asuma un papel protagónico en esta Cumbre, lo que dificulta aún más el objetivo de tener una voz única en la escena global.

Mientras la Administración Biden preparaba esta cita, su atención estaba básicamente puesta en la crisis ucraniana y en la agenda migratoria, lo que restaba interés a los problemas estructurales del Hemisferio. Por eso será importante ver la atención que la Cumbre presta a la agresión rusa y a la respuesta continental. El sesgo dado a la reunión parece que ha puesto en un segundo plano tanto el diseño y la financiación de un plan integral de crecimiento con desarrollo, como la defensa de la gobernabilidad democrática.

La retórica del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), intentando presentarse como un líder regional que habla en nombre de toda América Latina y defiende a Cuba, Venezuela y Nicaragua, ha enrarecido los preparativos de la cita y complicado buena parte de los proyectos que buscaban impulsar un cambio profundo al sur del Río Bravo. Por último, habrá que ver cómo se concreta la invitación a España y si esto se traduce en una mayor sintonía, coordinación y cooperación en una agenda compartida de políticas de ambos países para América Latina.

Análisis

Introducción: el significado histórico de las cumbres de las América

Las Cumbres de las Américas nacieron en 1994, en el marco de la post Guerra Fría y de la globalización, como un foro impulsado por EEUU para construir una coalición hemisférica con los países democráticos, impulsando procesos de cooperación y coordinación política. Fue una manera de replantear, tras el colapso soviético, la relación regional una vez consolidadas las transiciones a la democracia, acabados los conflictos centroamericanos y finalizada la pugna EEUU-URSS. También fue una manera de responder a iniciativas extraregionales, como la de España, que trataban de ganar influencia mediante las Cumbres Iberoamericanas, nacidas tres años antes (1991). Se buscaba consolidar la democracia mediante alianzas estratégicas con los países democráticos, todos salvo Cuba. Esto duró hasta 2015. Entonces Raúl Castro participó junto a Barack Obama en la Cumbre de Panamá, coincidiendo con su acercamiento a La Habana.

Uno de los principales objetivos de las Cumbres fue profundizar los lazos económicos mediante la firma de un acuerdo de libre comercio de ámbito hemisférico, el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), reforzado con un foro de Estados democráticos. El proyecto tuvo el respaldo entusiasta de buena parte de los países de la región, comprometidos con los distintos mecanismos y procedimientos ensayados para implementar un plan tan ambicioso.

La tímida oposición inicial fue creciendo tras la llegada de Hugo Chávez, su alianza con Fidel Castro y el lanzamiento del ALBA, inicialmente conocida como la Alternativa Bolivariana de las Américas, que tenía una postura frontal contra cualquier forma de libre comercio. En 2005 se hundió el pilar básico de esta iniciativa hemisférica impulsada por los diferentes inquilinos de la Casa Blanca –el proyecto económico/comercial–. Lo que salió adelante fue la apuesta por la defensa y la consolidación de la democracia, traducida en la Carta Democrática Interamericana, aprobada en la Cumbre de 2001 en Quebec. Los participantes confirmaron su compromiso de defender la democracia representativa. En el siglo XXI las cumbres fueron perdiendo su empuje, mientras se estancaba la discusión en torno al ALCA y emergían otros actores extraregionales, como China.

En 2015 y 2018 Cuba participó en las Cumbres de Panamá y Lima, pese a no compartir los principios y valores sostenidos en la Carta Democrática y a ser un régimen de partido único. En su artículo 3º, la Carta señala que “son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.

La Cumbre de 2022: ¿una ventana de oportunidad frustrada?

La IX Cumbre de las Américas a celebrarse en junio en Los Ángeles vuelve a territorio estadounidense tras la I en 1994. El contexto es muy diferente al de las ediciones anteriores y, sobre todo, a la última, la VIII (Perú, 2018). La pandemia –que pospuso un año la reunión– y la invasión de Ucrania han acelerado la transformación geopolítica internacional. El escenario mundial (político-institucional, geopolítico y económico-social) se está transformando rápidamente. El mundo de la post Guerra Fría ha ido desapareciendo, comenzando en la crisis económica de 2008. A ello siguieron problemas internos (polarización política y declive económico) y externos en EEUU (retiradas de Irak y Afganistán).

La tradicional hegemonía estadounidense en América Latina es cosa del pasado, tras el desembarco de otras potencias extrarregionales, comenzando por China. La propuesta económico-comercial de Pekín, con el referente de la Franja y la Ruta resulta muy atractiva para buena parte de la región y otorga a China una estrategia global más asertiva. Respecto a lo sucedido en 2018, ya no es Donald Trump el presidente de EEUU sino Joe Biden, más inclinado a reforzar sus alianzas con los aliados tradicionales: la UE, Australia y Nueva Zelanda o países asiáticos como Japón, Corea del Sur o incluso la India.

Todo apunta a que la Cumbre de Los Ángeles es vista por EEUU como una palanca importante para reforzar su papel hemisférico, establecer nuevas alianzas y contener su pérdida de influencia internacional tras la retirada en Afganistán, el ascenso de China y la invasión de Ucrania. Mientras Trump no acudió a Lima, Biden es el anfitrión de esta Cumbre y su implicación con ella es mayor.

La relación con América Latina ha sido hasta ahora relativamente marginal para la Casa Blanca. La coyuntura internacional, marcada por la pandemia y Ucrania, explica esta circunstancia, aunque hay razones de más largo plazo. Desde el final de la Guerra Fría y muy especialmente tras los atentados del 11-S (2001), EEUU ha ido perdiendo interés en la región. Desde que naufragó el ALCA (2005) gracias a la obstrucción de Argentina (Néstor Kirchner), Venezuela (Hugo Chávez) y Brasil (Lula da Silva), Washington no ha tenido un programa regional integral. Esto es percibido por la Administración Biden, sabedora de la necesidad de reforzar las alianzas del Sur Global, lo que requiere profundizar la relación con América Latina, especialmente cuando la creciente presencia china amenaza la solidez de la relación hemisférica, algo dado por hecho durante tiempo.

La nueva Cumbre de las Américas parece haber tenido una importancia secundaria en la agenda estadounidense, centrada en el problema migratorio y pendiente de la guerra de Ucrania. Tampoco existe un proyecto hemisférico relacionado con la transformación digital y medioambiental ni ninguna oferta concreta para situar a la región como un aliado estratégico frente a Pekín. Por ejemplo, se podría pensar en el impulso de políticas de nearshoring y complementariedad energética mediante el desarrollo y financiación de fuentes de energía basadas en commodities claves para la economía verde. Estos cambios estructurales contribuirían no sólo a mejorar la inserción global de las economías latinoamericanas, sino también reducirían la presión migratoria en EEUU.

En un año electoral en EEUU (elecciones de medio término) la prioridad son las migraciones, de gran incidencia en ciertos estados. Esto afecta tanto a México, lugar de paso, como a los países centroamericanos y caribeños, origen de las oleadas migratorias. Biden ha convertido la firma de un pacto migratorio regional en el principal objetivo de la Cumbre, al considerar que la crisis climática, la pandemia y la corrupción han generado “flujos migratorios y de refugiados sin precedentes en la historia moderna de la región… nuestro objetivo es trazar un nuevo enfoque regional para mejorar la forma en que gestionamos de manera conjunta la migración en la región para la próxima década”.

Si bien el lema de la Cumbre (“Construir un futuro sostenible, resiliente y equitativo”) se plantea objetivos estructurales y de largo plazo, ésta tiene objetivos más focalizados en impulsar “esfuerzos regionales coordinados” para atender la migración, abordar sus causas y combatir las redes de tráfico de personas. La seguridad sanitaria tras la pandemia, la crisis climática, la transición hacia energías limpias, el acceso a tecnologías digitales, el crecimiento económico equitativo o el fortalecimiento de la institucionalidad democrática han ido quedando eclipsadas no sólo por la migración sino también por las discrepancias políticas.

El gesto de EEUU de invitar a España a la Cumbre muestra las características del nuevo liderazgo mundial que propone Biden y abre una ventana de oportunidad para que ambos países busquen soluciones coordinadas a los problemas latinoamericanos. Esta propuesta reafirma el deseo de Washington de reforzar sus alianzas transcontinentales, como ocurre con el AUKUS, para recuperar el liderazgo perdido y hacer frente al desafío de China y otras potencias extra regionales. Son más cosas las que unen a España y EEUU que las que las separan. Son los dos países con mayores vínculos históricos, sociales, económicos y culturales con América Latina y ambos están siendo desplazados por China y sus intereses. La relación bilateral permite vislumbrar una mayor colaboración y cooperación sobre América Latina, especialmente en aquello relacionado con la gobernabilidad, el reforzamiento de las instituciones, la lucha contra el crimen organizado y otras múltiples cuestiones. No se trata de que España sea el “puente” entre EEUU y América Latina, algo que esta no necesita, sino que Madrid y Washington refuercen conjuntamente el interés por una región vital para el futuro de los intereses compartidos.

Para Biden, esta Cumbre es la prolongación de la celebrada “por la democracia” en diciembre de 2021. Ambas son una oportunidad para reforzar las democracias frente al ascenso del populismo autoritario. El objetivo de apoyar “la democracia y el respeto a los derechos humanos… núcleo del compromiso de EEUU con nuestros vecinos de América” justifica la no invitación a Cuba, Nicaragua y Venezuela. Aquí, la Cumbre se acabó politizando y siendo un obstáculo para potenciar la coordinación regional en la modernización de las estructuras económicas y las instituciones democráticas. Sin embargo, uno de los principales obstáculos que complica los objetivos de la Administración (más ambiciosos teóricamente que en los hechos concretos) es el carácter fragmentario de la región, cruzada por las tendencias más diversas, polarizada políticamente y con México tratando de convertirse en el líder regional. Algunas de las propuestas de López Obrador son incompatibles con las de Washington. Por eso, condicionó su presencia en la Cumbre a la invitación de Cuba, Venezuela (Biden recibiría a Juan Guaidó, a quién sigue reconociendo como “presidente interino”) y Nicaragua, una propuesta secundada por Bolivia.

AMLO se ha erigido en defensor de la participación sin exclusiones de todos los gobiernos. En línea con la Doctrina Estrada, omnipresente en la política exterior mexicana, apuntó a la participación “de todos los países, todos los pueblos de América, porque nadie debe excluir a nadie”. Sin embargo, EEUU descartó invitarlos por considerar que “no respetan” la democracia. Brian Nichols, subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, dejó claro que si el objetivo es fortalecer la institucionalidad democrática no tiene sentido invitar a una dictadura de partido único o a dos regímenes autoritarios: “Nuestra base en el Hemisferio es la democracia. Tenemos la Carta Democrática de las Américas, la Carta de la OEA, las declaraciones de Quebec y Lima. Hay un sentimiento y una visión democrática en las Américas y vamos a respetar eso. Y, por lo tanto, no nos parece conveniente incluir a países que falten al respeto a la democracia”.

La región muestra una vez más sus fracturas internas: mientras Colombia (recientemente reconocido por EEUU como un aliado estratégico extra OTAN), Ecuador y Paraguay respaldan a EEUU, otros países lo critican. Alberto Fernández, el mandatario argentino que ocupa la presidencia pro tempore de la CELAC, anunció que “es momento de ayudar a Venezuela”. Luis Arce, presidente de Bolivia, convocó a no excluir a ningún país porque se corre el riesgo de “que no se materialicen” los objetivos de la Cumbre “si se desconoce el pluralismo, se ignora el principio de autodeterminación y se veta la participación de países hermanos”. La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, también rechazó las exclusiones: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”. De igual forma, los países de la Comunidad del Caribe (Caricom) advirtieron en un primer momento a Washington que si persistía en las exclusiones no acudirán. El embajador de Antigua y Barbuda en EEUU, Ronald Sanders, llegó a explicar que no asistirían porque “la Cumbre de las Américas no es una reunión de EEUU, por lo que no puede decidir quién está invitado y quién no”.

Si bien Argentina, Honduras y Chile criticaron las exclusiones, a diferencia de México, siempre comprometieron su presencia. Por el contrario, el presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, anunció que no acudirá tras las críticas de EEUU al nombramiento de la fiscal general, Consuelo Porras, acusada de corrupción por Washington. El departamento de Estado condenó su designación y dijo que Porras estaba “involucrada en una corrupción significativa” y que había obstruido repetidamente las investigaciones anticorrupción “para proteger a sus aliados políticos y obtener favores políticos indebidos”. Con estos antecedentes, López Obrador dobló su apuesta rechazando las exclusiones. En su reciente visita a Cuba se comprometió a insistir ante Biden la no existencia de vetos. Tras su gira centroamericana y caribeña, incrementó su desafío a Washington y sostuvo que “si se excluyen, si no se invita a todos, va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo, me representaría el canciller, Marcelo Ebrard” y que “si un país no quiere asistir, pues ya ese es su derecho, pero ¿cómo una Cumbre de América sin todos los países de América? ¿De dónde son los no invitados? ¿Son de otro continente, de otra galaxia, de un planeta no conocido?”.

Con el paso del tiempo, esta tensión inicial provocada por las exigencias mexicanas se fue atemperando. Primero, porque EEUU ha reducido la presión sobre Cuba y Venezuela. Ha rebajado las sanciones contra Cuba existentes desde la época de Trump sobre visados, viajes y remesas. De todos modos, esta marcha hacia la normalización diplomática convive con las reclamaciones sobre la democratización y el respeto a los Derechos Humanos. En marzo pasado, funcionarios estadounidenses se reunieron en Caracas con Nicolás Maduro, una reunión seguida dos meses después por la decisión estadounidense de permitir a Chevron renegociar su licencia de operación en Venezuela. López Obrador, sin moverse de su decisión de no acudir a Los Ángeles, ha ido rebajando el tono, asegurando que la relación bilateral no iba a sufrir ningún daño. “No se debe de pensar que, si en este caso de la cumbre no coincidimos, pues ya se va a producir una ruptura. De ninguna manera. Nosotros, independientemente de lo que se resuelva, pues siempre vamos a tener una relación de amistad y de respeto con el Gobierno de Estados Unidos, y más, mucho más, con el pueblo de ese país”.

Finalmente, el despliegue diplomático de Washington dio sus frutos. Los gestos hacia Cuba y Venezuela consiguieron que la mayoría de países del Caricom variara su inicial posición negativa. Además, el viaje por la región del senador Christopher Dodd, asesor de la Casa Blanca para la Cumbre de las Américas, puso en marcha unas negociaciones con México para pactar la presencia de AMLO en Los Ángeles y logró que el hasta entonces reticente y ambiguo Bolsonaro aceptara acudir a la cumbre. Washington no ha tenido problema en cortejar a López Obrador, reconociendo de forma implícita el liderazgo mexicano y la propia importancia de su vecino del sur para el éxito de esta Cumbre. Como dijo el embajador en México. “Se puede preguntar por qué estamos dándole tanta atención a México. Es porque en una Cumbre de las Américas se requiere que México esté allí con su liderazgo”.

Del otro lado, Cuba, Venezuela y Nicaragua no sólo confirmaron su intención de acudir a Los Ángeles sino que convirtieron la XXI Cumbre del ALBA celebrada el último fin de semana de mayo en La Habana en una plataforma para cuestionar la Cumbre de las Américas y la posición mantenida por EEUU. Sin embargo, la trascendencia mediática del ALBA fue sumamente discreta, en consonancia con el bajo perfil que mantiene la organización en los últimos años.

Si bien la próxima Cumbre de las Américas es un marco donde la región podría empezar a tener un papel relevante, todo indica que los países latinoamericanos llegarán con agendas propias, a veces contradictorias, descoordinados y sin una propuesta de conjunto. La politización en torno a las exclusiones sólo agrava la situación. Como apunta el expresidente Ricardo Lagos, “en esta hora de tempestades, sería lógico ver a Latinoamérica compartiendo ideas para resolver sus dificultades. No se ve fácil, porque hace mucho que no nos hablamos. Sin embargo, ante los momentos duros que avecinan, cabe pensar cómo encaramos en conjunto los desafíos tanto a nivel continental como local. Quizás buscar un nuevo multilateralismo Norte/Sur… Lo único claro es que si queremos ser capaces de cruzar este tiempo de desafíos mayores, la unidad y los consensos fundamentales son de máxima prioridad”.

Es una nueva muestra de descoordinación regional, que comienza con las desavenencias entre las dos grandes potencias latinoamericanas, Brasil y México. En una década Brasil pasó de ocupar un papel protagonista y dinámico en el escenario mundial (sobre todo con Lula da Silva, entre 2003 y 2010) a tener un papel periférico y deslucido con Jair Bolsonaro. La Cumbre de Los Ángeles ha estado prácticamente ausente de la agenda de Bolsonaro, casi exclusivamente ocupado en su reelección y en su pugna con los organismos electorales brasileños. Esta posición coincide con el agotamiento de su propuesta de impulsar una política exterior ideologizada, con Ernesto Araujo como canciller. El Brasil de Bolsonaro redujo su estrecho margen de acción geopolítico al desaparecer sus posibles aliados internacionales (Trump), dificultarse la relación con otros (Vladimir Putin) y crecer su aislamiento regional con la diminución de gobiernos de centroderecha y derecha y aumentar los de izquierda. Ante la cita de Los Ángeles, Brasilia jugó a la ambigüedad y dejó traslucir que Bolsonaro no planeaba asistir, no por las exclusiones sino por una causa no revelada, pero que desvela la frialdad entre Brasil y EEUU. A 12 días de la reunión Planalto por fin confirmó su asistencia.

El protagonismo ha pasado a AMLO: tras su apuesta por reactivar la CELAC acude a esta Cumbre tras su gira por América Central y el Caribe, combinando una agenda múltiple. No sólo se alza como defensor de la reincorporación de Cuba a la comunidad americana y la no exclusión de Venezuela y Nicaragua, sino también aspira erigirse en líder regional buscando articular con EEUU una solución al problema migratorio y diseñar una propuesta para construir una alternativa de desarrollo. Es un proyecto alejado de las ideas “antiimperialistas” del socialismo del siglo XXI y sus aliados, pero impregnado del clásico nacionalismo latinoamericano y con pretensiones de aunar estrategias poco compatibles: tener a EEUU como aliado en la construcción de un marco de convivencia hemisférico, inspirado en la UE, y, al mismo tiempo, pretender ser el abanderado de los principios democráticos mientras admite en la comunidad de naciones americanas a las dictaduras y los regímenes autoritarios.

En teoría, para tratar de que se democraticen. Si bien el aislamiento desde 1961 no propició la transición en Cuba, el acercamiento de Obama de 2015 tampoco permitió su apertura.

Como señaló Rafael Rojas, “la reciente gira del presidente Andrés Manuel López Obrador resume la contradicción que plantea el proyecto de la Cuarta Transformación dentro de la izquierda latinoamericana… admira la Revolución Cubana y a Fidel Castro, pero propone una vía de transformación democrática y capitalista, y un tipo de vínculo con EEUU, radicalmente distintos a los del socialismo cubano. Justifica la falta de democracia en Cuba y suscribe la criminalización de las protestas populares y de la oposición pacífica en la isla, porque las considera efectos perversos del bloqueo, pero se proyecta como principal aliado regional del antagonista histórico de La Habana”.

México ha avanzado en el tema migratorio para promover una emigración segura, legal y dar una solución integral a la crisis. Tras una conversación telefónica entre López Obrador y Biden, seguida de una reunión entre el secretario Marcelo Ebrard y los secretarios de Estado, Antony Blinken, y de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, ambas administraciones parecen dispuestas a buscar soluciones de largo plazo, con una estrategia que impulse el desarrollo económico, la creación de empleos y la inversión de empresas y gobiernos para desincentivar la migración. No obstante, las diferencias entre México y EEUU sobre cómo implementar la ayuda y su escasa importancia económica, de 4.000 millones de dólares (una cifra respetable pero lejana de las necesidades de la América Central), reducen considerablemente su viabilidad. Si bien los proyectos mexicanos (“Sembrando Vida” y “Jóvenes Construyendo el Futuro”) de impulso al desarrollo de América Central y el Caribe refuerzan su liderazgo regional, por sí mismos son insuficientes para hacer frente a los desafíos estructurales de la zona.

Al margen de México o Brasil, para Chile, con Gabriel Boric, la Cumbre es un escenario privilegiado para presentar internacionalmente su proyecto renovador, de una izquierda alejada del extremismo retórico de la anterior generación (la del “socialismo del siglo XXI”). Frente a gobiernos de salida (Iván Duque en Colombia), debilitados internamente (Alberto Fernández en Argentina y Pedro Castillo en Perú) o centrados en las elecciones (Bolsonaro en Brasil), el nuevo ejecutivo chileno, pese a las dificultades internas, llega con una agenda novedosa y reformista más que disruptiva, con el deseo de tender puentes con el resto de la región e integrarla más allá de la ideología.

Boric, que ha invitado al presidente de la patronal chilena a que le acompañe a la Cumbre, encarna un cambio respecto a la política exterior de los populismos de izquierda (Chávez, Correa…) y derecha (Bolsonaro y Bukele). Acaba con el discurso maniqueo del “ellos y nosotros”, con la politización de las relaciones exteriores y las despersonaliza al apostar por la vía diplomática. Si bien Chile es partidario de que Cuba, Nicaragua y Venezuela acudan a la Cumbre, no dejará de participar si finalmente se consuma su exclusión. Antonia Urrejola, ministra de Exteriores, apunta que “el presidente [Boric] ha insistido que, más allá de las cercanías ideológicas con unos u otros, su prioridad es que América Latina vuelva a tener una sola voz. Y esa voz única tiene que ver con una agenda común que tenemos que encontrar los distintos países de la región que va más allá de las diferencias ideológicas. América Latina es de las regiones más afectadas por la crisis climática, siendo que es una de las que menos responsabilidad tiene. Tenemos que tener una mirada conjunta en el tema migratorio, el narcotráfico, la seguridad. la idea de que más allá de la cercanía ideológica con algunos gobiernos de la región, la agenda fundamental para América Latina es una agenda de integración regional. Porque América Latina, por la polarización y la fragmentación, perdió la voz… es un discurso nuevo en la izquierda latinoamericana. Creo que por sí mismo es un liderazgo muy importante donde el presidente, y así lo ha demostrado también en materia de política interna, está por abrir todos los espacios de diálogo, más allá de las diferencias que son legítimas”.

Conclusiones

La IX Cumbre de las Américas se perfila más como una nueva ocasión perdida que como una ventana de oportunidad para buscar soluciones viables y de largo plazo a los problemas medulares de América Latina. Su politización –la estrategia de México de posicionarse como líder regional frente a EEUU, tomando como bandera la presencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua– ha profundizado las tradicionales divisiones regionales. Sobre todo, ha opacado los proyectos de reforma estructural centrados en solucionar el desafío migratorio no sólo mediante políticas de control y seguridad sino también promoviendo una agenda integral de crecimiento con desarrollo.

El camino hacia la Cumbre ha mostrado la persistencia de dos debilidades que lastran a la región: el liderazgo de EEUU, no sólo mundial sino también hemisférico, y el débil compromiso de América Latina con la democracia. El liderazgo estadounidense tiene dos tipos de problemas. Primero, desde el hundimiento del ALCA en 2005 Washington sigue sin ofrecer un proyecto integral capaz de seducir a la región. La fractura interna entre Republicanos y Demócratas, acentuada tras la presidencia de Trump, provoca la falta de una “política de Estado” para América Latina. EEUU pasó de excluir a las dictaduras –Cuba– de la Cumbres de las Américas a admitir su presencia (2015 y 2018) para volver en 2022 a no invitar a los regímenes no democráticos. Washington sigue sin encontrar el tono adecuado para plantear la relación hemisférica como una relación entre iguales.

En segundo lugar, para muchos gobiernos de América Latina la Cumbre se ha convertido en una manera de adoptar una posición de resistencia frente a EEUU, lo que permite ganar apoyos internos y legitimidad ante un electorado tradicionalmente atraído por un mensaje antiimperialista. México está en pleno proceso electoral y se asoma a las presidenciales de 2024. Este año Brasil elige o reelige presidente. Una actitud nacionalista y desafiante ante Washington da resultado en las urnas, tanto para la izquierda (AMLO) como para la derecha extrema (Bolsonaro). En concreto, la postura de López Obrador supone una victoria asegurada pase lo que pase. Si logra que Washington acepte la presencia de estos tres gobiernos podrá presentarse como el gran ganador ante la potencia hegemónica; y si no acuden por el veto de EEUU, se convierte en un referente del nacionalismo antiestadounidense a escala regional. En ese contexto se entiende que la Administración Biden haya redoblado sus esfuerzos en las últimas semanas para conseguir que López Obrador reconsidere su postura. Primero, con una nueva conversación entre Blinken y Ebrard; y luego, con la visita de Christopher Dodd.

Por el contrario, para Biden cualquier salida es negativa. Aceptar la presencia de tres gobiernos no democráticos desvirtuaría la esencia de la reunión y pondría en cuestión su estrategia. Además, regalaría un balón de oxígeno a un gobierno, como el cubano, que no aprovechó el deshielo desde 2015 para impulsar la apertura democrática y el respeto por los Derechos Humanos, sino que profundizó su perfil represivo. También a Nicaragua, que celebró elecciones sin las mínimas garantías y encarceló a los principales líderes opositores que buscaban ser candidatos. Hay otra alternativa aún peor. Una cumbre sin los presidentes de las dos mayores potencias regionales, México y Brasil, vaciaría de contenido los acuerdos de la Cumbre. De todos modos, si el Hemisferio se resiente de la falta del liderazgo del “amigo americano”, también padece y mucho la ausencia de líderes claros en América Latina.

En una coyuntura como la actual, los grandes objetivos de la Cumbre (la defensa y reforma de los sistemas democráticos y la transformación de las Cumbres para ganar peso internacional y acometer coordinadamente los déficits hemisféricos) podrían quedar en segundo plano. Es una forma de desaprovechar la oportunidad que brinda la presente Cumbre en la búsqueda de una mayor relevancia internacional para América Latina. Lejos de ser un apéndice global, la región debe jugar sus cartas y sacar partido de su potencial alianza con Occidente. EEUU y la UE deberían reconocer el peso de América Latina en la defensa de la democracia y en el suministro de materias primas, especialmente en esta coyuntura marcada por la agresión rusa. Al mismo tiempo, América Latina debe mostrarse como una región cohesionada, con proyectos de largo plazo y consensuados y que transmita seguridad (jurídica y de gobernabilidad).

La invitación a España para que asista a la Cumbre es una forma de inaugurar una nueva etapa. Los problemas latinoamericanos (la crisis centroamericana y la migratoria, el desafío del crimen organizado y el deterioro económico y social de la región) sólo puede abordarse desde la cooperación regional y con el apoyo e implicación de las grandes potencias mundiales. Como dice Ricardo Lagos, la búsqueda de un nuevo multilateralismo Norte/Sur, o al menos de una parte del Norte con una parte del Sur, es una cuestión esencial. Lo es para América Latina, pero en un momento como el actual también lo es, y mucho más, para EEUU e incluso para España y la UE.

Junio 3, 2022

elcano

https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-cumbre-de-las-americas-y...

 24 min


Catherine Andrews

Los dos objetivos modernos de la educación superior –formar estudiantes críticos y contribuir al bien común de la nación– siempre han estado en conflicto. ¿Puede la libertad académica ser el camino idóneo para resolverlo?

La universidad moderna nació como parte de la construcción del Estado-nación durante el siglo XIX. Generalmente se señala a Wilhelm von Humboldt –hermano del viajero Alexander y fundador de la Universidad de Berlín (1810)– como el diseñador del primer proyecto universitario. El objetivo de la universidad humboldtiana fue formar estudiantes comprometidos con el avance del conocimiento, pero con una cultura nacional compartida, expertos en lengua, literatura, geografía e historia alemanas. En otras palabras, la universidad debía educar y forjar la patria a la vez.

De manera similar, los primeros Estados-naciones en Hispanoamérica consideraron la educación pública como una prioridad para crear una ciudadanía educada, capaz de participar en el nuevo sistema de gobierno representativo. En un primer momento, los gobernantes creyeron que la Iglesia católica –que había fundado las primeras universidades y operado todas las escuelas durante el periodo colonial– sería un buen aliado en esta tarea. No obstante, para fines del siglo XIX la Iglesia se había convertido en fuerte oponente al liberalismo político, como atestigua el caso de México. Los gobiernos liberales latinoamericanos, por ende, promovieron la secularización de la educación y la fundación de universidades públicas administradas por el Estado. En México, el gobierno de Benito Juárez fundó la Escuela Nacional Preparatoria en 1867. La administración de Porfirio Díaz estableció la Universidad Nacional en 1910 para reemplazar a la Real y Pontificia Universidad de México. Se esperaba que tanto la ENP como la Universidad Nacional cumplieran con propósitos muy similares a los que Humboldt imaginó para la Universidad de Berlín: la formación de ciudadanos capacitados y comprometidos con la nación.

Como bien observa Joan W. Scott en su libro Knowledge, power, and academic freedom, siempre ha habido tensión entre los dos objetivos del proyecto universitario moderno. Por un lado, formar estudiantes en el quehacer académico requiere potenciar capacidades críticas, herramientas de análisis y habilidades para armar y redactar ensayos. La academia es una comunidad disciplinaria que opera bajo reglas, métodos y estándares comunes que juzgan la calidad, pertinencia y aportaciones de un argumento, proyecto o texto con referencia a este marco disciplinario. Su fin último es la interrogación, la investigación y la crítica de la evidencia en búsqueda de novedades que permitan avanzar en el conocimiento.

Por otro lado, la universidad pública es financiada por el Estado, el cual espera que la investigación y la docencia universitarias contribuyan al bien común de la nación. Los productos académicos, desde esta perspectiva, deben aportar algo tangible a la ciudadanía, a las instituciones del Estado y a la política pública. En consecuencia, el Estado suele buscar incidir en la docencia y la investigación académicas con el fin de asegurarse de que el dinero invertido produzca los resultados que considera necesarios. Las universidades se vuelven entonces espacios políticos en donde se discute tanto la naturaleza de las contribuciones que los universitarios deben ofrecer a la sociedad, como la definición del bien común nacional.

Las tensiones entre uno y otro objetivo han sido resueltas de diferentes maneras en la historia contemporánea. En una conferencia sobre la libertad académica dictada en 1991, Identity, authority, and freedom: The potentate and the traveler, Edward W. Said explica que los gobiernos poscoloniales árabes, en países como Argelia y Egipto, concibieron a las universidades recién inauguradas como “extensiones” del Estado. Después de tantos años de vivir bajo los mandos imperiales inglés, francés y otomano, los nuevos gobernantes persiguieron una política nacionalista reivindicadora de la cultura árabe que rápidamente confundieron con la defensa de sus propias políticas e ideales. Como mantenían un control político directo sobre las universidades, los gobiernos consideraban al personal académico y administrativo como servidores públicos para beneplácito del gobierno en turno. Como consecuencia, “los criterios de promoción y nombramiento de empleados fueron la conformidad política en lugar de la excelencia académica”. En un ambiente de sospecha y miedo alimentado por la Guerra Fría y el conflicto árabe-israelí, el control político llevó a la adopción de prácticas represivas, hasta que “el nacionalismo en la universidad dejó de representar la libertad y sí el acomodamiento, la precaución y el miedo en lugar de la brillantez y la osadía, la autopreservación en lugar del avance de conocimiento”. A juicio de Said, para entonces, el resultado fue la subordinación de la academia a los partidos gobernantes y la supresión de la vida intelectual universitaria.

En América Latina los gobiernos del siglo XX también estuvieron tentados a usar las universidades para promover sus ideologías predilectas y sus propias versiones del nacionalismo. Los gobiernos posrevolucionarios mexicanos, por ejemplo, quisieron que la educación en todos sus niveles formara al estudiantado de acuerdo con el discurso nacional-revolucionario para respetar y promover los ideales que, según los revolucionarios, habían motivado su lucha a partir de 1910. Como es muy sabido, durante su sexenio, Lázaro Cárdenas reformó la Constitución para indicar que la educación pública debía ser socialista. Aunque esta reforma fue desechada por su sucesor, los gobiernos priistas posteriores se empeñaron en incorporar y mantener al profesorado y estudiantado universitario dentro de las redes corporativas del partido. Como denuncia Said para el mundo árabe, esta situación propició el reconocimiento de “la conformidad política en lugar de la excelencia académica”.

En este contexto, se desarrolló el concepto de autonomía universitaria que se defendió como la mejor manera de regular la relación entre el Estado y la universidad. La autonomía universitaria supone tres elementos clave: un gobierno universitario independiente de la tutela de la Secretaría de Educación u otra dependencia estatal, la participación del estudiantado y el profesorado en los cuerpos de gobierno y el respeto a la libertad de investigación y cátedra dentro de la universidad. Este modelo se popularizó entre las universidades públicas estatales después de la publicación de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional en 1945, aunque algunas –como la Universidad de Guadalajara– no obtuvieron la autonomía hasta 1990. Otras instituciones públicas de educación superior, como el Instituto Politécnico Nacional o los 31 centros públicos vinculados al Conacyt, nunca la consiguieron.

Mientras tanto, en Estados Unidos, el profesorado se ha defendido de la intromisión externa apelando al concepto de la libertad académica, que incorpora las libertades de cátedra e investigación, así como el principio del autogobierno. En una “Declaración de Principios” publicada en 1915, la Asociación de Profesores Universitarios señaló que estas libertades eran fundamentales para asegurar que la universidad cumpliera con sus objetivos educativos e investigativos. Solo la garantía de la “imparcialidad” del profesorado podría inspirar la confianza pública y gubernamental en la labor universitaria. En un primer momento, la asociación se protegió de los intentos de los grandes donadores de las universidades privadas de interferir en los currículos y los nombramientos del profesorado. No obstante, después de la Segunda Guerra Mundial, la persecución política de comunistas y socialistas promovida por el senador republicano Joseph McCarthy llegó también a las universidades y escuelas públicas. Durante el gobierno de Trump, y actualmente en estados gobernados por el Partido Republicano, como Florida y Texas, se hostiga políticamente la enseñanza de la teoría crítica de raza y los estudios de género.

De la situación histórica aquí expuesta emanan preguntas ineludibles: ¿Por qué las comunidades académicas quieren libertad académica o autonomía universitaria? ¿Por qué plantean que la intromisión del Estado (o de intereses privados) es nociva para la educación? Said nos ha bosquejado una respuesta preliminar: tratar a las instituciones de educación superior como si fueran dependencias gubernamentales termina privilegiando la conformidad y las lealtades políticas sobre la excelencia académica. Es decir, lleva a la universidad a la mediocridad, lo que resta legitimidad a su docencia y su investigación. Como observa la Asociación de Profesores Universitarios estadounidense, un(a) estudiante que considera que su profesor(a) no tiene criterio académico propio no lo o la respetará y no querrá estudiar con él o ella. Asimismo, priorizar la conformidad política a la hora de realizar la investigación significará que las aportaciones académicas –sean en calidad de asesoría o análisis– que la universidad ofrece a la sociedad y al gobierno no solo serán sesgadas ideológicamente, sino que serán de dudosa utilidad para la solución de los grandes problemas nacionales.

No obstante, esta respuesta preliminar requiere más explicación. ¿Quién define la excelencia académica? ¿Por qué sostener que los sesgos ideológicos son perjudiciales para la investigación? ¿No tienen todos los investigadores e investigadoras preferencias políticas? En fin, ¿no es la insistencia en la libertad académica una simple medida de defensa por parte de comunidades académicas que se adopta solo cuando la interferencia desde el Estado viene de gobiernos cuya ideología política es contraria a la suya? Todas estas preguntas han sido articuladas por varias personas en los últimos meses en el contexto de la imposición ilegal de un nuevo director general del cide por parte del Conacyt.

Para responder a estas preguntas hay que regresar al libro de Joan W. Scott citado líneas arriba. Las comunidades académicas son disciplinarias en el sentido de que operan de acuerdo con normas y metodologías aceptadas por sus integrantes. Por tanto, la excelencia académica se define con referencia a este marco disciplinario. Aunque todas las disciplinas han desarrollado sus propias prácticas, el denominador común es la insistencia en el pensamiento crítico como motor de la investigación. Pensar críticamente significa cuestionar todo, sobre todo los argumentos de autoridad: sean religiosos o morales en boca del líder espiritual, sean políticos de un presidente o de una mayoría parlamentaria, sea el consenso aceptado de expertos académicos en un tema. Las preguntas siempre tienen que ver con las bases para creer que alguna idea o hipótesis es sustentable o no. En otras palabras, si hay evidencia documental u oral, cuantitativa o cualitativa, que sugiera que el argumento propuesto ofrece una interpretación convincente.

Desde el pensamiento crítico no se puede asegurar que toda opinión es igualmente válida ni que una interpretación debe adoptarse porque la sustenta alguien en particular. La opinión legítima se sostiene debidamente con referencia en la evidencia disponible; y si las pruebas contradicen el dicho de una autoridad estas se tienen que presentar. Excluir deliberadamente alguna evidencia, ignorar las preguntas bien fundadas sobre las bases de un argumento o apelar a una autoridad como prueba única son prácticas que limitan la investigación y obstaculizan la comprensión de un tema. Por esta razón perjudican al trabajo académico y lo vuelven inútil tanto para los objetivos exclusivamente académicos como para los de índole política y estatal que deberían traducirse en beneficio de la sociedad. No se trata solo de la libertad para el pensamiento crítico, sino también de la definición más certera de este concepto. No puede haber libertad si no se puede cuestionar todo.

Claro que la metodología crítica no es infalible ni sus practicantes siempre la realizan con éxito. Uno de los más famosos defensores históricos del pensamiento crítico, Immanuel Kant, argumentaba que la ilustración occidental podría entenderse a través de la frase Sapere aude, “¡Atrévete a pensar por ti mismo!”. Pero, al mismo tiempo, no tenía inconveniente en aceptar ideas sobre la inferioridad innata de hombres no blancos (por un tiempo) y las mujeres de todos los colores (toda su vida), a pesar de que, en la época en que escribió, no faltaban voces que señalaban los problemas con estas ideas: el marqués de Condorcet y Mary Wollstonecraft, entre ellos. De hecho, cualquier revisión de los debates intelectuales del siglo xviii revela que el compromiso ilustrado con “el uso público de la razón” muchas veces conllevaba la convicción de que solo algunas personas debieran tener esta facultad, mientras que otras debieran dedicarse a tareas más afines con sus capacidades intelectuales.

No obstante, una formación en el pensamiento crítico siempre abre nuevas posibilidades. Es cierto que Kant, como muchos ilustrados, no reconocía que sus ideas sobre las mujeres eran dogmáticas y carentes de sustento empírico; y es verdad que los imperialistas europeos y estadounidenses de los siglos XIX y XX desarrollaron sus teorías raciales para justificar en lugar de explicar el colonialismo rapaz. Pero la formación en la práctica de pensar críticamente proporciona las herramientas a las sociedades para cuestionar los dogmas patriarcales e imperiales. No es una coincidencia que las primeras feministas en todas partes del mundo insistieran en la educación de las mujeres como el primer paso hacia su emancipación. La feminista afroamericana Bell Hooks planteaba que “la educación es la práctica de la libertad” precisamente porque nos ofrece la posibilidad de “conocer más allá de las fronteras de lo aceptable”. Como puede atestiguar cualquier historiadora, no hay nada más liberador que aprender que las normas culturales (o cualquier otra cosa) actualmente aceptadas como naturales e inamovibles en nuestras sociedades son productos históricos en continua evolución. Al interrogarnos acerca de los porqués y para qués de dicha evolución en la historia, adquirimos conciencia del mundo de posibilidades no transitadas, pero todavía alcanzables, para nuestros futuros.

En resumen, como argumenta Gayatri Spivak en Thinking academic freedom in gendered post-coloniality, la libertad académica debe entenderse como el proceso de pensar críticamente. Como resultado, es un medio, un vehículo para interrogar nuestra realidad, en lugar de ser “un derecho formal inenajenable”. De ahí que el papel de cualquier gobierno democrático frente a la universidad, y, sobre todo, para uno que quiera avanzar en la justicia epistemológica y social, no es moldear la educación pública para alinear a la ciudadanía con sus acciones ni para que los académicos y las académicas investiguen los temas de su preferencia. El reto es cómo establecer las condiciones para que la libertad académica y el pensamiento crítico estén al alcance de las personas más allá de los muros de la universidad. Hay mucha investigación científica al respecto que puede servir para entender este reto. Por lo pronto, el primer paso ha de ser el de respetar la libertad académica y el pensamiento crítico dentro de las instituciones de educación superior. ~

1 de junio 2022

Letras Libres

https://letraslibres.com/revista/por-que-hay-que-defender-la-libertad-ac...

 11 min


Jesús Elorza G.

De un lado a otro, se paseaba pensativo el comandante de la SS, organización paramilitar, policial, política, penitenciaria y de seguridad al servicio de Adolf Hitler, destacado en Auschwitz el principal campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi. Múltiples ideas, se cruzaban en su cabeza, tratando de buscar un quehacer distinto al fastidio de su diaria rutina de llevar prisioneros judíos a la cámara de gases, al paredón de fusilamiento o las sesiones de torturas. Revisando la historia del Circo Romano, se le prendió el bombillo y se dijo a si mismo que la salida a su fastidiosa rutina de exterminador de judíos era la de montar un espectáculo de peleas entre prisioneros. Acto seguido, se acercó a la cerca electrificada de alambre de púas para preguntarle a los presos:

¿Quién sabe boxear?

Del otro lado de la cerca, los presos se miraban entre si asombrados por esa pregunta que les hacía el exterminador. Algunos, los números 172345, 157178, 139559 y el 77 tímidamente levantaron sus manos para responder afirmativamente. En ese campo de exterminio, donde el hombre no tenía ni nombre, sólo era un número, triángulo o estrella.

A partir de ese momento, se dio inicio al macabro espectáculo de ver pelear a dos famélicos contendores para divertir a sus carceleros. Con el tiempo, el asesino comandante del campo de concentración, fue más allá e impuso que la pelea fuese entre un judío famélico y un “Kapo”. Se trataba de los carceleros de Auschwitz, criminales, asesinos y violadores sacados de las cárceles para actuar como perros de presa y golpear a los presos. Evidentemente, que, en este escenario de terror, la pelea era desigual: a un lado del ring, un muerto viviente de 40 kilos, piel y huesos, que se ponía los guantes (o una simple venda en los nudillos) después de trabajar 11 horas al día con escaso alimento: un litro de agua oscura, un trozo de pan húmedo y la sopa que le daban a los cerdos; al otro lado, el Kapo carcelero fuerte y bien nutrido.

Los combates se celebraban a veces en un hangar, y otras en la explanada del campo de concentración, rodeados los presos de alambradas electrificadas y con los SS apuntando con sus armas. Para quienes vestían el pijama de rayas, boxear suponía alargar una vida que no era vida. Los púgiles tenían ciertas recompensas: un trozo de pan, un dado de mantequilla, algo más de sopa o trabajar en el establo o la cocina en lugar de en el exterior con las inclemencias del tiempo en invierno.

Las apuestas entre los carceleros alemanes, no se hicieron esperar y si en algún caso un judío le ganaba a un capo al terminar el combate llevaban al ganador al cuarto de tortura para que no se le ocurriera volver a repetir esa ofensa de superar a la raza aria.

Esta desgarradora historia de los “Boxeadores de Auschwitz” en narrada por el periodista José Ignacio Pérez en su magistral libro “K.O. Auschwitz”. En su libro, nos describe la macabra historia de los presos que tuvieron que boxear para sobrevivir en el campo de concentración. Además, en lo que pudiéramos llamar un reconocimiento a la dignidad humana y una denuncia al genocidio cometido por el régimen nazi-fascista de Hitler, logró el autor ponerles rostro a los números con los que los carceleros identificaban a los presos:

Noah Klieger, Tadeusz Pietrzykowski, Jacko Razon, Judah Vandervelde, Solomon Roth, Salamo Arouch, Andrzej Rablin... y otros tantos son los protagonistas de esta historia. Sus testimonios permitieron dar a conocer al mundo entero el macabro espectáculo del boxeo en los campos de concentración y exterminio

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Edgar Benarroch

LA ESCOLASTICA

La escolástica es el resultado de la unión del pensamiento filosófico y del teológico para comprender y explicar bien y adecuadamente las revelaciones sobrenaturales del cristianismo. Se desarrolló durante la Edad Media en la Europa occidental entre los siglos XI y XV. Los conocimientos de la escolástica se aplicaron en escuelas y universidades en ese entonces apoyándose en teorías filosóficas y naturales de Aristóteles y otros sabios griegos. La escolástica es entonces una corriente filosófica que busca relacionar e integrar de la mejor manera y más adecuada posible, la razón con la fe, pero colocando siempre la fe por encima de la razón.

Un gran volumen de los conocimientos de una persona viene de la experiencia y empleo de la razón, sin embargo, hay otro volumen que se adopta a partir de las revelaciones de la fe y que no puede ser explicado desde la realidad.

Para el cristianismo la escolástica fue una herramienta de gran utilidad para comprender la fe en toda su magnitud. El filósofo gigante del pensamiento Cristiano Santo Tomas de Aquino, fue el máximo representante de la corriente escolástica en el siglo XIII, su inmenso aporte profundizó en concepto y sustancia esta corriente que como hemos dicho, relaciona la razón con la fe, estando siempre ésta por encima de aquella. Santo Tomas de Aquino fue un fraile, teólogo y filósofo católico de la Orden de Predicadores, muy lamentablemente murió muy joven, a los cuarenta y nueve años, en ese tiempo no había el adelanto científico de hoy y el promedio de vida del humano era muy bajo.

Si tomamos algo que nos rodea y tenemos a nuestro alcance o lo imaginamos y le buscamos origen, sentido y razón, si por ejemplo pensamos en un “Parapente” o en el más sofisticado avión supersónico, en una patineta o el más moderno vehículo, en una carretilla o en una maquinaria de carga de las modernas, en una canoa que usaban nuestros aborígenes o en una sofisticada y moderna embarcación o en un astronauta y empezamos a buscar y razonar sobre sus orígenes, lo que primero pensamos es cómo se llama quien diseño y construyó, en el caso de la canoa de nuestros aborígenes, esa canoa, de dónde vino, quienes fueron sus padres y familia, quien construyó de dónde vino y quien de dónde vienes sus padres, de donde tomó la madera para hacerla, quién sembró ese árbol, cuando lo hizo, como extrajo la madera, como la transportó, que herramientas utilizó y así podemos seguir retro trayéndonos en el tiempo tanto que nos parece sin fin el camino, hasta que llegamos a un punto donde después de examinar lo recorrido y reflexionar, nos preguntamos ¿Y ahora?.

En ese punto y en ese ahora nos viene la idea que todo lo que vemos y vivimos; todo lo visible e invisible del universo; el hombre y la mujer, dotados de cerebro que es la computadora más extraordinaria e insondable que existe; el río, la laguna, los mares y los océanos; la piedra del jardín y los asteroides; el valle y la montaña; la fauna y la flora; el origen de los orígenes y el final de los finales; la vida y la muerte, son producto de la creación de un ser divino, omnipotente y todo poderoso, ese ser es DIOS, nuestro Creador y Padre Eterno. En ese punto y ahora se encuentran la razón y la fe y siempre aquella se entiende con la presencia e inmensidad de ésta. Quien vive con fe, vive completo, quien tiene a Dios, para qué más, si lo tiene todo, Él con nosotros y nada nos falta. Dios alimenta nuestro espíritu y llena nuestra alma, nos conduce por el camino adecuado e ideal y quienes se desvían de ese camino corren el riesgo de siempre tener problemas y obstáculos en su existencia. Estar con Dios y comportarnos imitando a su hijo Enviado Jesus, es vivir lleno de gozo y felicidad. Quien carece de fe es una persona incompleta, por no decir vacía, que siempre encontrará piedras en su camino que debe estar lleno de flores.

Hoy podemos decir, con ese estupendo e inmenso filósofo Aristóteles y con el gigante cristiano Santo Tomas de Aquino que la razón y la fe se encuentran y que aquella está consustanciada y probada en ésta . En y con la fe explicamos la razón.

7 de junio de 2022

QUE BUENO SERÍA

Que bueno sería que abandonáramos por siempre la diatriba diaria infecunda, inicua , estéril , sin entidad y subalterna y pasáramos al intercambio ideológico fecundo y sustantivo teniendo siempre presente que el interés nacional es superior a todos.

Que bueno sería que debatiéramos cómo dar mayor contenido político y humano a la democracia para hacerla más eficiente y eficaz y donde todos tengamos espacio para opinar sobre todas las materias que comprometen nuestra existencia y que nuestras opiniones sean vinculantes.

Que bueno sería que los gobernantes y representantes entiendan que su funciones son una delegación que el pueblo les hace para que cumplan con fidelidad su deber de trabajar permanentemente y sin cansancio por el Bien Común y la Justicia Social.

Que bueno sería que la oposición, que es buena su existencia en democracia porque es contrapeso y está alerta, cumpla con reciedumbre y sin cortapisas su responsabilidad siempre colocando el interés nacional primero.

Que bueno sería que nuestro sector opositor a este totalitario régimen, que se encuentra fracturada y dividida, se UNA como vía cierta para superar y salir de esto que tanto daño causa al país y a todos nosotros y empezar entre todos a lograr reconstruir el país que nos arrebataron y que en medio de muchas dificultades, vivíamos mucho, pero mucho mejor que ahora. La tarea es buscarlo y apartar las dificultades de entonces.

Que bueno sería volver al país donde todos éramos solidarios con el semejante y nos preocupábamos por la suerte comunal y no prendía el odio ni el rencor, que este régimen insiste en sembrarnos.

Que bueno sería que estos señores del régimen, mediante un rayo de luz divina, escuchen el inmenso clamor popular por adelantar las elecciones generales para reinstitucionalizar el país y presentarle oportunidad al pueblo para expresarse sobre sus nuevos gobernantes y representantes.

Que bueno sería si todos quienes proclamamos que el alto interés nacional es primero actuáramos en consecuencia.

Que bueno sería que se restableciera entre nosotros el sentimiento de fraternidad, ya que somos hijos del mismo Padre Eterno.

En fin, que bueno sería si en todos nosotros se opera un cambio sustancial que nos empiece a ser mejores ciudadanos preocupados por el interés colectivo, solidarios y practicantes de la caridad con el país, que es un deber, y con los semejantes que también lo es y que bueno sería vivir en la Venezuela que todos soñamos y deseamos , cargada de felicidad y prosperidad y donde nos podamos desenvolver como seres humanos que somos, que podamos soñar y estar cerca de la realización de esos sueños.

Tenemos el impostergable e inaplazable derecho a vivir mucho mejor que como estamos y ello pasa por salir radicalmente de lo que tenemos cuanto antes e iniciar la dura, ardua pero apasionante tarea de la reconstrucción nacional o refundar la Republica como muchos estiman.

Ese derecho, que nos ha sido arrebatado por el totalitarismo que nos martiriza, debemos conquistarlo ya, si nos UNIMOS y apartamos, aunque sea en este espantoso episodio que nos queda para la salida, los intereses sectoriales e individuales.

En la UNIÓN de manera civilizada, inteligente y sin traumas está el camino que nos conduce a nuevos y mejores senderos.

6 de junio 2022

INSTANTES EN LA VIDA, PARTICULARMENTE EN LA POLÍTICA

La vida está llena de momentos e instantes, cada segundo que pasa es una ocasión para hacer o no hacer y lo que hagamos o dejemos de hacer tienen consecuencias inmediatas o posteriores, que se sienten en ese momento nada más o que perduran en el tiempo, todo de acuerdo a la entidad, intensidad y magnitud de lo que hicimos o dejamos de hacer. La vida entonces es una invitación permanente a tomar decisiones que se reflejan en nosotros mismos solamente o tienen efectos más allá de nosotros, en el prójimo o comunidad.

El doce de abril de 2002, cuando Chávez, ante la gigantesca manifestación de voluntades celebrada en Caracas que protestaba su gobierno y la solicitud formulada por el alto mando militar, renunció a la Presidencia de la Republica, “La cual aceptó”, estuvo lleno de momentos álgidos y trascendentes para el país y todos nosotros, que si se hubiesen tratados con inteligencia política y capacidad ciudadana, la situación ahora fuera otra, totalmente distinta a esta, seguro menos mala o mejor, nunca peor.

Cuando Chávez se entregó mansamente y lloroso en el comando general del Ejército y pidió ser acompañado por el Cardenal Ignacio Velasco, solicitó un avión para irse a Cuba con su familia y siete millones de dólares, un General del Ejército le respondió que no, que debía quedarse en Caracas para ser juzgado por el daño causado al país y a los venezolanos. Fue trasladado a la isla de “La Orchila” y ya sabemos todo lo ocurrido después.

Cuando el señor Pedro Carmona, para la época Presidente de Fedecamaras, asume provisionalmente la Presidencia de la Republica y anuncia al país un paquete de medidas desatinadas, inconstitucionales y sin lugar, no había en el escenario ningún político probado, inteligente y de altura que lo alertara sobre el delicado momento y sus consecuencias y ocurrió lo que todos sabemos: Regresó Chávez para peor que peor.

En esos dos instantes, donde se ventiló la suerte de la Republica, si se hubiese actuado con inteligencia política y diría con sentido común, que al parecer es el menos común de los sentidos, todo ha debido empezar por convocar a esas voluntades, con seguridad no estuviéramos pasándola tan mal como ahora.

Estamos sufriendo las consecuencias de aquellas decisiones, de aquellos instantes, donde estuvo presente la suerte de la Republica. Como esos instantes han ocurrido muchísimos, unos de capital importancia y otros de menos.

Lo cierto es que estamos permanente convocados y emplazados a tomar decisiones y lo acertado es que las que tomemos se correspondan con nuestro bienestar y el Bien Común. Cada quien toma decisiones de acuerdo a su formación, principios y escala de valores y cuando se actúa de acuerdo a la prédica actuamos con autenticidad.

En este tiempo tan menguado vemos, con mucha alarma y preocupación, como la autenticidad en muchos políticos del régimen pero también de la oposición no cuenta para nada, igual mentimos y falseamos para lograr objetivos generalmente non santos y ello transforma la política en un funesto y nauseabundo torneo demagógico de mentiras y falsedades que es un ambiente que debemos extinguir para siempre.

“Por la verdad murió Cristo” y por ello debemos luchar sin descanso para desenvolvernos en buen camino. Los mentirosos, falsos y tránsfugas quedan arraigados a la orilla del camino, mientras la caravana de la verdad pasa.

5 de junio 2022

EL DEBER, LA AMENAZA Y LA COMUNIDAD

Fui concejal en La Victoria, Estado Aragua, durante el periodo 1969-1974 y me correspondió presidir la comisión que tenía que ver con la administración y ejecución de la Ordenanza de Impuestos Municipales. Procure una profunda reforma a la existente que era totalmente vetusta y desactualizada. La que teníamos para aprobación no fue bien recibida por la Cámara de Comercio e Industrias de la ciudad y entonces organicé una reunión de ellos, nosotros y un representante de Fedecamaras.

La reunión se efectuó y por Fedecamaras asistió en doctor Porras Omaña quien después de conocer el proyecto de reforma dijo, yo pensaba que me iba a encontrar con una barbaridad contraria al interés general y no ha sido así. Les digo, prosiguió hablando, si fuera concejal de este distrito propondría más bien aumentar estos impuestos, pues el municipio necesita de muchos recursos para cumplir con su inmensa responsabilidad y nosotros los empresarios estamos obligados a colaborar; además todos sabemos que en la escala que estudiamos para iniciar la inversión, el impuesto municipal esta de decimoquinto. La Ordenanza se aprobó y todos marchamos contentos y felices. Más adelante la municipalidad contrató los servicios de Porras Omaña para asesorarnos en materia impositiva.

Otro paso que dimos fue el de realizar una amplia auditoría en todas las empresas instaladas en la zona Soco de la ciudad; para tal efecto contratamos a un grupo de municipes expertos en impuestos. Al cabo de corto tiempo, los auditores nos presentaron tres industrias que tenían tiempo evadiendo el impuesto municipal a través de la grosera costumbre de doble libro de contabilidad.

Procedimos al reparo procedente y notificamos al dueño y propietario de las tres empresas que resultó un señor dueño de una importante cadena de medios de comunicación social del país. Este señor me llamó e invitó a conversar en su oficina situada en la Torre de la Prensa en Caracas, cerca del Panteón Navional.

Como yo estudiaba entonces en la Universidad Católica Andrés Bello me quedaba cerca la oficina del señor y fui hasta allá. Entré a su oficina saturada de olor a buen tabaco y sin saludarme me dijo, te he investigado y se quien eres, no tienes real ni medio de comunicación y así es difícil hacer política, yo tengo ambas cosas y las pongo a tu orden con tal que seas mi concejal en ese pueblo que me debe tanto por la inversión que allá he hecho. Debieran estar agradecidos y no persiguiéndome. Además, tu como yo tenemos sangre sefardí y nosotros preferimos nos toquen las nalgas y no la cartera.

Le dije que no lo perseguíamos y que simplemente nos correspondía administrar la ciudad y queríamos hacerlo como debe ser y que yo era concejal de todo el municipio y no de nadie en particular. Atente a las consecuencias me dijo y empezó una terrible campaña de desprestigio en mi contra que gracias a Dios no me quebró. Mi hermana menor que trabajaba en una de sus empresas fue despedida de inmediato.

El asunto llegó hasta la Corte Suprema de Justicia. Me llamó quien era secretario de la comisión administrativa de la Corte para preguntarme si conocía con quien me estaba metiendo y le dije que si, me “aconsejó” que era bueno dejara las cosas hasta allí y que había ido muy lejos. No supe que decisión tomó después la Corte; creo que archivaron el caso hasta siempre.

Estos casos donde el interés personal quiere imponerse y sojuzgar al colectivo lo hemos presenciado desgraciadamente muchas veces y lo recto es que le salgamos al paso para siempre estar al lado del Bien Común. Acontecimientos como estos, que lamentablemente ocurren con relativa frecuencia, donde se produce un encontronazo entre el interés personal y el colectivo que debemos preservar, hay que atenderlos con reciedumbre y no quebrarnos y siempre estar al lado del interés colectivo y del Bien Común y la Justicia Social.

9 de junio 2022

BENEVOLENCIA

Job 29: 11-17. “…Yo libraba al pobre que clamaba y al huérfano que no tenía quien le ayudara . Llenaba de gozo a la viuda. Ojos era para el ciego y pie para el cojo. Padre para los necesitados y quebraba los colmillos del impío y de sus dientes arranque la presa…” El versículo anotado nos habla de la benevolencia que es una cualidad del ser humano con la que demuestra y prueba en sociedad que es bueno con los que convive. Una persona benevolente es aquella que es buena con los demás y sus sentimientos apuntan que las acciones que tiene que tomar deben beneficiar a los demás e inclusive comprometiendo su bienestar.

Un ejemplo de benevolencia es la que manifiesta con acciones el Papa Francisco , quien con gestos de profunda humildad y una notoria transformación de la Iglesia Católica, ha enviado un mensaje de paz, unión y comunidad entre todas las personas del mundo.

Los conflictos sociales, étnicos y bélicos afectan seriamente la benevolencia porque cada quien cuida con privilegio su bienestar e intereses sin pensar en el colectivo. Es contrario a la benevolencia ocasionar daños y malestar al prójimo y cuando ellos se propinan a un pueblo se está en presencia de una indolencia intolerable por negligencia, falta de cumplimiento de deberes o por maldad de marca mayor.

Por ello y visto todo lo ocurrido en estas dos ultimas décadas y particularmente en los últimos cinco años, podemos afirmar con mucha propiedad que estamos en un confrontamiento con un régimen totalitario indolente y bien lejos de la benevolencia, que no sólo no le importa el malestar ciudadano sino que lo causa y procura.

La iniquidad, la maldad, la desatención de los deberes y obligaciones de los gobernantes de hoy, es contrario a la benevolencia y con seguridad a éstos señores del régimen se les debe haber presentado una enorme mancha bien espesa y obscura en el lóbulo frontal del cerebro. Estos son peores, más allá de los malos. Hay muchos que no solucionan nada paro no causan daños. Estos, además de no solucionar nada, al contrario todo lo destrozan, también provocan daños terribles como hambre, frío e inseguridad.

En consecuencia, insistimos sobre la urgente necesidad de la salida de todo lo que tenemos cuanto antes y ello sólo es posible en UNIÓN de todos los sectores e individualidades que deseamos cambio radical ya.

La benevolencia no es incondicional, ni siquiera Dios, nuestro Señor y Creador, la concibe así. El perdón es una manifestación de benevolencia y para que Dios, nuestro Padre Eterno, nos atienda es necesario contrición, arrepentimiento y enmienda para no volver a chocar con la misma piedra, que se esté contrito, arrepentido y abatido por haber cometido una falta. Ello lo hacen quienes tienen el alma elevada y por lo tanto no lo esperemos de este régimen.

8 de junio 2022

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