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Opinión

Carlos Raúl Hernández

No se pueden negar los esfuerzos para desenterrar el movimiento contracultural de los setentas, que después de décadas oscurecido reaparece en el esplendor de su imbecilidad, para cancelar autores e impedir ediciones. Ha trabajado, pero les falta empuje para eliminar figuras del pensamiento que hacen mucho daño a “la causa”. Roto el cántaro de Pandora, que nunca fue una caja, aparece la bandera de reingreso a la locura perdida, pero falta empuje para revolucionar las inasibles reglas del arte, “la esperanza de la razón y el corazón”, para hacerlo instrumento de lucha.

Para la cultura políticamente correcta, sobrevivirían muy pocas obras. La importancia simbólica del corazón en la cultura, la inagotable variedad de noblezas asociadas con él, voluntad, coraje, carácter, esfuerzo, amor, bondad, se hace tan grande porque para Aristóteles ahí radica el aparato pneumático, encargado de recoger las sensaciones de los cinco sentidos y trasmitirlas al alma.

Ese es un paso gigante en la evolución del conocimiento, una primera respuesta a cómo se conectan el mundo sensible y las ideas, que supera la oposición absoluta entre ambos concebida por su maestro Platón. En el cardios se unen los dos componentes del hombre, que no tienen otro punto de contacto, y sin él, el espíritu pasaría a través del cuerpo sin tocarlo, lo traspasaría como en Ghost. El corazón es el gozne que articula la fuerza vital inmaterial con el cuerpo, el alma con el cuerpo, que sin ella es inerte, está muerto. Como la trasmisión de un vehículo, conecta la aceleración del motor con las ruedas. Transfiere vida a la carne, capacidad de movimiento por medio de la circulación sanguínea, y en proceso inverso el alma percibe, siente el mundo material que se trasmite por la piel, los ojos, los oídos.

En el alma, las sensaciones se transforman en pensamientos a los que Aristóteles llama fantasmas o fantasías. y ahí comienza el sabio a ganarse a pulso la cancelación de sus obras para que dejen de publicarse y leerse. La atracción ocurría porque cuando una mujer con la regla se miraba al espejo, dejaba en él una película invisible de mínimas gotas de sangre que penetraban por los ojos, llegaban al músculo cardíaco de un varón y formaban un fantasma que se apoderaba de él. La víctima se debilitaba y podía morir de melancolía negra, enfermedad también llamada hereos, (un tipo de demonio) que daba nombre al mundo femenino. Al aquejado de ese mal lo domina el fantasma que lo había seducido. Semejante poder de la mujer sobre el hombre, causaba odio, miedo y rabia.

En la Edad Media la melancolía de los varones tuvo fascinantes y terribles implicaciones antifemeninas, asociada a maleficios, magia negra, pacto con el Diablo y otros crímenes. El hereos o despecho trae “omisión del sueño, de la comida y de la bebida, todo el cuerpo se debilita salvo los ojos… Sin tratamiento, los enfermos se hacen maniácos y mueren”. Deambulan con el pulso alterado, pierden capacidad de atención y para actuar. El médico heteropatriarcal recomienda relaciones con varias mujeres, viajes, excursiones, consumir alcohol, hacer ejercicio. Si no mejora, se contratará una vieja harpía para que consiga un trapo lleno de sangre menstrual y se lo restriegue en la cara al paciente mientras grita “ella es esto, suciedad, es una asquerosa como todas” en el entendido que las mujeres son “un mal de la naturaleza” como reza el más insigne manual de cacería y tortura de brujas, el Malleus Maleficarum.

Si después de eso no se curaba, entonces no estaba poseído por el fantasma de la amada sino por el demonio en persona. El enfermo de melancolía negra o hereos, se debilitaba, pero no sus ojos. La malignidad los requería para entrar por ellos y a través del nervio óptico tomaba el cerebro y derribaba su autoestima. El espíritu obsedido necesitaba los ojos para buscar o mantener contacto angustioso con su dominadora. Un poeta del primer Renacimiento se preguntaba “¿cómo esa mujer tan grande puede entrar por mis ojos, tan pequeños?” y los médicos respondían que no era ella directamente la que imperaba en el infeliz, sino su fantasma y el efecto de algunas piezas que él le quitaba con autorización o subrepticiamente.

Él atesoraba pañuelos, relicarios, mechones de pelo y otras prendas. En la magnífica y terrible leyenda artúrica, el valiente e invencible Lancelot colapsó ante un peine con los dorados risos de Ginebra, “la sombra blanca” y, mujer al fin, causante de la aniquilación del reino de Camelot.

Ellas siempre eran culpables de desgracias y los hombres víctimas inocentes o en todo caso propiciatorias, por lo menos hasta la aparición del arquetipo de Don Juan. El enamorado obsesivo era víctima de una brujería o de la posesión del fantasma destructivo de una mujer, pero Don Juan, el burlador, será la antítesis.

En otra rama de la pasión medieval, que la literatura llamó amor cortés o cortesano, a ellas son tiranas, despectivas, sádicas con los pobres caballeros que sucumbían a su embrujo. Se trataba de embelesos masculinos adúlteros y no correspondidos por mujeres casadas, y hasta un hombre tan serio como Petrarca, se hace la víctima: “Quien me tiene en prisión, ni abre ni cierra/ni me retiene ni me suelta el lazo/ y no me mata amor ni me deshierra/ ni me quiere ni quita mi embarazo”.

@CarlosRaulHer

 4 min


Alberto Barrera Tyszka

El 8 de septiembre, el Tribunal Constitucional de Cabo Verde autorizó definitivamente la extradición de Alex Saab a Estados Unidos. Desde hace más de un año, este empresario nacido en Barranquilla, ciudad de la costa colombiana, se encuentra detenido en el país del noroeste africano.

Para quienes no han oído hablar de Saab, bastaría apuntar que, según investigaciones de la justicia internacional y periodísticas, es reseñado como el operador económico del chavismo, está acusado de lavado de dinero por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos y —entre otras cosas— es señalado por amasar una fortuna vendiendo a sobreprecio leche en polvo de dudosa calidad a un país en emergencia humanitaria. Su caso podría ocupar un lugar destacado en el surrealismo bolivariano.

Desde su detención en Cabo Verde, Saab —en tiempo récord— pasó de ser un comerciante colombiano a un ilustre ciudadano venezolano, un diplomático de alta jerarquía del país, un heroico revolucionario chavista, incansable defensor del amor y la fraternidad. Ha sido un proceso vertiginoso y un poco absurdo. Como si fuera posible, por ejemplo, trabucar instantáneamente a Al Capone en Mahatma Gandhi.

En otra maniobra desesperada para impedir su extradición, el régimen venezolano nombró esta semana a Alex Saab como representante del gobierno en el proceso de diálogo con la oposición que se está desarrollando en México. Lo que ha hecho la dirigencia de la autoproclamada “Revolución bolivariana” por este comerciante es inaudito. El culto al “Comandante eterno” —en referencia a Hugo Chávez— ha sido sustituido por la promoción del negociante turbio. La manera insólita en que ha defendido y luchado por Saab es un gran estriptís. Al defender con exaltada vehemencia a un personaje así, el chavismo ha quedado desnudo: revela que su verdadera naturaleza es la corrupción.

Con una alerta roja de Interpol y siendo investigado por las autoridades estadounidenses, Saab fue detenido en junio de 2020 cuando su avión se detuvo a recargar combustible en Cabo Verde. La Fiscalía de Colombia, por su parte, también lo acusa de actividades financieras irregulares. Tan pronto fue detenido, el chavismo convirtió el caso Saab en un problema político. Acusó al imperialismo y denunció una conspiración internacional en contra del pueblo de Venezuela. Sin embargo, la hipótesis que respira detrás de las investigaciones es distinta: Alex Saab podría ser el testaferro de Nicolás Maduro.

Las primeras búsquedas e indagaciones serias sobre la sorprendente carrera comercial de Saab las realizaron un grupo periodistas venezolanos, quienes desde el portal digital Armando.info pusieron una lupa sobre su historia. Lo que comenzaron a descubrir los transformó en un peligro. Saab los demandó en Venezuela y se vieron obligados a salir del país. Pero siguieron trabajando desde el exterior hasta desentrañar y documentar el complejo entramado de negocios que vinculan a Saab con el gobierno venezolano y que incluye desde la asignación de divisas preferenciales hasta la importación de alimentos, pasando por la construcción de viviendas, el comercio de minerales o contratos con la empresa estatal de petróleo. La estructura financiera desarrollada por Saab se extiende por el mundo, y podría sumar más de 6000 millones de dólares que, según se calcula, pudo haber “ganado” en estos años en Venezuela.

A pesar de todas las investigaciones y de las denuncias documentadas, el chavismo ha desplegado un enorme y sostenido plan nacional e internacional, con muchos esfuerzos diplomáticos, movilizaciones populares, una campaña de grafitis callejeros en Caracas e incluso con la producción de una serie en YouTube (llamada Alex Saab, agente antibloqueo), para sacralizar en el altar de la izquierda al empresario. Quien ganó dinero importando paquetes de alimentos de baja calidad nutricional para los pobres de Venezuela, es presentado ahora como un mártir de la solidaridad. Alex Saab es el Che Guevara del chavismo. El cinismo es la etapa superior de la Revolución.

La reciente designación de Saab como delegado oficial del gobierno en la mesa de negociaciones en México es, también, otra manera de desvestir las intenciones y los procedimientos con los que funciona Nicolás Maduro y su gobierno. Su propuesta supone que la justicia no tiene ninguna independencia, que la voluntad de un dirigente político puede imponerse tranquilamente sobre las instituciones y los tribunales. Es también una confesión, una forma de explicar por qué hay más de 300 presos políticos en Venezuela.

Tras la muerte de su líder en el año 2013, los llamados “hijos de Chávez” no solo continuaron destruyendo y saqueando las riquezas del país, demolieron sus instituciones y arruinaron su capacidad productiva, si no que —con vocación suicida— también despilfarraron y acabaron con el capital simbólico que habían heredado. El espectáculo que vendía el proyecto bolivariano como una revolución —humanista y de izquierda— es ahora puro aserrín, sobras de utilería. No hay ideología sino negocios.

La inminente extradición del empresario colombiano se da justo cuando el chavismo y la oposición están avanzando sobre posibles acuerdos en varios terrenos. Esto incluye, por su puesto, un probable levantamiento o flexibilización de las sanciones internaciones que pesan sobre el país. Es inverosímil pensar que Alex Saab puede participar de alguna manera en estas negociaciones. Pero su historia sí debería estar presente en esa mesa de diálogo.

Si bien es necesario debatir sobre el sentido de unas sanciones que afectan de manera directa la crisis humanitaria del país, también es necesario debatir sobre los mecanismos que garanticen que la eliminación de estas sanciones represente realmente un beneficio para las mayorías empobrecidas y no, como hasta ahora, alimenten al sistema hipócrita y corrupto que

(@Barreratyszka)

19 e septiembre 2021

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2021/09/19/espanol/opinion/alex-saab-maduro.html

 4 min


Allie Volpe

Durante el último año y medio, a medida que la pandemia ha pasado de ser un hecho aterrador a un evento que altera la vida a largo plazo, nuestros mecanismos de supervivencia han tenido que adaptarse y evolucionar.

Sin embargo, hay diferencias en cómo hemos abordado el tiempo que pasamos en aislamiento.

Para algunos, la positividad fue esencial para hacer frente a la crisis; muchos disfrutaron de la oportunidad de desacelerar y reevaluar, se sintieron agradecidos de tener todavía un trabajo o mantuvieron las cosas buenas en perspectiva (incluso logrando un balance entre educación virtual, trabajo remoto y mantener a la familia a salvo).

Por supuesto, mantenerse optimista y expresar gratitud no son prácticas adversas, pero este optimismo implacable, conocido como "positividad tóxica", describe las emociones negativas como un fracaso o una debilidad.

Además, hay pocas cosas más irritantes que encontrarse con un positivista tóxico cuando estás lidiando con la cruda realidad.

Y no reconocer las dificultades puede tener un efecto perjudicial en nuestra salud mental.

Qué es la positividad tóxica y por qué puede ser una trampa

Los recordatorios persistentes para reflexionar sobre "lo bueno que tenemos" en medio de una situación difícil no hacen que la tristeza, el miedo o la ansiedad desaparezcan, muestra una investigación del William and Mary College, en Virginia, EE.UU., y la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.

En cambio, reprimir las emociones negativas puede hacernos sentir peor.

Hay otro enfoque mental que tiene un encuadre más realista.

El "optimismo trágico" propone que la vida tiene sentido y que hay esperanza, al tiempo que reconoce la existencia de pérdida, dolor y sufrimiento.

El optimismo trágico es un término medio en el que las dificultades y los desafíos nos brindan un momento de aprendizaje".

Definido por primera vez por el psicólogo austriaco y sobreviviente del Holocausto Viktor Franklen 1985, el optimismo trágico sostienen que hay espacio para experimentar tanto lo bueno como lo malo, y que podemos crecer a partir de ambos.

Los expertos sugieren que este tipo de filosofía puede ser exactamente la que tenemos que poner en práctica mientras dura la pandemia, y que puede ayudarnos también después.

Encontrar sentido en medio del caos

El optimismo trágico, dice la periodista especializada en psicología y filosofía Emily Esfahani Smith, ofrece una perspectiva sobre la adversidad que ayuda a las personas a sobrellevar las crisis con más resiliencia y crecer como resultado de ellas.

"Reconoce las dificultades, el dolor y el sufrimiento de lo que está sucediendo y, al mismo tiempo, la capacidad de mantener la esperanza", explica.

Una piedra angular de la filosofía es la capacidad de encontrar sentido y propósito en medio de desafíos y contratiempos.

"El sufrimiento es parte de la vida, y la pregunta es: ¿cómo vas a afrontarlo?", dice Esfahani Smith, autora de The Power of Meaning ("El arte de cultivar una vida con sentido", 2017).

"Mucha gente niega o ignora su sufrimiento, y muchas otras personas se sienten completamente abrumadas por él", agrega la escritora.

Ser trágicamente optimistas es un término equilibrado en el que, en lugar de aplastar nuestro espíritu, las dificultades y los desafíos, nos brindan un momento de aprendizaje.

Por ejemplo, replantear el estrés de dar un discurso público como un desafío, en lugar de una amenaza.

Las realidades de la pandemia pueden hacer que encontrar el lado positivo sea una tarea muy difícil, por eso reconocer la pérdida, el dolor y la culpa de nuestras situaciones es tan beneficioso.

Al comienzo de los confinamientos en Reino Unido la primavera pasada, Jessica Mead, estudiante de doctorado en el Departamento de Psicología de la Universidad de Swansea, trató de medir los cambios en el bienestar entre los ciudadanos.

Naturalmente, los niveles de bienestar se desplomaron como resultado de la pandemia, pero Mead y sus colegas descubrieron que los participantes que mostraron un optimismo trágico enfrentaron de manera más efectiva el trauma de la pandemia.

Cómo desarrollar una personalidad resistente en tiempos de coronavirus, según la psicóloga Laura Rojas-Marcos

Los participantes calificaron hasta qué punto estaban de acuerdo con declaraciones como "he aprendido a enfrentarme y adaptarme a lo que sea que me depare la vida" y "acepto lo que no se puede cambiar en mi vida".

Se comprobó que quienes se identificaron más fuertemente con las declaraciones mostraban un optimismo trágico.

Las personas que aceptaron que la vida viene con dificultades y estaban preparadas para ellas, se enfrentaron a los confinamientos de manera más eficaz que las que no lo hicieron.

Mead también descubrió que los optimistas trágicos buscaban cosas como sus relaciones con amigos y familiares para encontrar sentido a la vida.

Ella señala que encontrar sentido en tiempos difíciles es un proceso más profundo que una solución a corto plazo, como jugar videojuegos durante unas horas para desconectarse.

"Centrarse en el sentido vital puede llevar un poco más de tiempo para desarrollar esa relación con lo que sea que le dé significado a cada uno, pero será mucho más duradero", dice.

Del estrés al crecimiento

Es posible que nuestra mentalidad no solo afecte la forma en que lidiamos con la pandemia en el día a día, sino también en cómo saldremos de ella en los meses venideros.

Algunas personas que experimentan un evento traumático tienen dificultades para sobrellevar la situación y pueden desarrollar trastorno de estrés postraumático (TEPT), una de las principales preocupaciones de muchos profesionales de la salud mental a medida que anticipamos el fin de la pandemia.

Este puede ser el caso de muchos que dependen de la positividad tóxica; alentar a las personas a ser optimistas y agradecidas cuando están pasando por momentos muy difíciles no fomenta el crecimiento al otro lado de la tragedia, dice Mead.

Y si bien la positividad puede, en las cantidades adecuadas, tener beneficios, llevada a los extremos, también puede hacer que las personas se sientan culpables, avergonzadas o en negación de sus verdaderos sentimientos.

Sin embargo, otros encuentran que el trauma les da una nueva oportunidad de vida, una perspectiva alterada conocida como crecimiento postraumático.

El optimismo trágico ayuda a facilitar esto: al aceptar y asimilar los sentimientos angustiosos que la pandemia nos ha impuesto, podemos usarlos para alimentar el desarrollo personal.

Paul Wong, psicólogo y profesor emérito de la Universidad de Trent en Ontario, Canadá, dice que el camino hacia esa transformación puede ser incómodo porque la vida no es fácil.

"Está bien estar solo", dice. "Está bien sentirse mal, está bien sentirse ansioso. Bienvenido al club de los humanos".

Pero en lugar de dejar que estos sentimientos negativos nos abrumen, o ignorarlos por completo, como es habitual en la positividad tóxica, abrazar el optimismo trágico significa hacer un esfuerzo diario por sentirse cómodo con la soledad o la ansiedad.

Podemos aprender que disfrutamos de la soledad, que valoramos mucho la comunidad o descubrir quiénes queremos ser después de la pandemia.

Entonces, aunque puede parecer tentador sonreír y aguantar, tomar la ruta un poco más incómoda de un optimista trágico puede ayudarnos a ver que hay luz al final del túnel, y ayudarnos a respirar hondo mientras la alcanzamos.

19 de septiembre 2021

BBC Worklife

https://www.bbc.com/mundo/noticias-58476841

 5 min


Ismael Pérez Vigil

Me sorprende −no sé cómo llamarlo− el nivel de ingenuidad, credulidad y en algunos casos, oportunismo político, cuando leo comentarios y mensajes acerca de la noticia de que el régimen estaría solicitando la incorporación de Alex Saab a la mesa de negociación en México. Creo que vale la pena poner todos estos temas −el preso de Cabo Verde, el prófugo de Madrid y las negociaciones de México− en perspectiva. Vayamos por partes, de lo más simple e inmediato a los más complejo y escabroso.

Primero, con este señor retenido en cárcel de lujo en Cabo Verde, mientras se decide su extradición a los EEUU, sus abogados han utilizado todo tipo de trucos y de subterfugios legales para retrasar lo que luce inevitable; pero, ¿De verdad alguien puede creer que este señor tiene la más mínima posibilidad de ser incorporado a la mesa de negociación en México? ¿Qué el tribunal de Cabo Verde, que le ha dado largas y que tiene al gobierno de los EEUU respirándole en la nuca y mirando por sobre el hombro de los magistrados, va a ordenar que monten a este señor en un avión y lo envíen a México? El primero que rechazaría semejante barbaridad es él mismo preso de Cabo Verde, que no estaría dispuesto a salir de su cómodo resort y ser capturado de manera aparatosa en cualquier aeropuerto.

Segundo, con respecto al Sr. Pollo; podemos dar por seguro que va a ocurrir, si no algo igual, algo muy parecido a lo que pasó con el preso de Cabo Verde. Van a tratar de alargar el proceso, retrasarlo, darle largas, el señor va a amenazar con “descubrir” cualquier cosa, con denunciar a medio mundo --como ya lo está haciendo-- con revelar lo que sabe, etc. El Sr. Pollo y sus abogados, emplearán todo tipo de argucias y artimañas para retrasar algo que lo afecta, sobre todo personalmente, y hemos de suponer que cuenta con los medios económicos para ello.

Tercero, si extraditan finalmente a ambos a los EEUU, ¿Que creen Uds. que va a pasar? Yo voy a disentir de muchos colegas, periodistas y analistas, pero: ¿Ustedes creen que estos señores pueden tener alguna información útil, de procesos que ya se deben haber desmantelado hace tiempo? ¿O que tienen alguna información que el gobierno norteamericano ya no conozca, de sobra y con suficientes datos y pruebas? ¿Alguien puede pensar que lo que estos señores conozcan −y revelen, si es que lo hacen− va a representar alguna diferencia frente a los casos que ya los EEUU deben tener suficientemente documentados? Más aún ¿Alguien cree que de verdad estos señores van a decir algo diferente a lo que han dicho ya todos los que están por allá −el señor aquel de la maleta con los dólares para Argentina, el tuerto de los caballos y granjas; el “petrolero” escondido en la Ciudad Eterna; la fiscal prófuga por el país vecino; y varios más que ya están exilados o en cárceles de los EEUU y que supuestamente ya cantaron? O sea, ¿Realmente alguien cree que estos señores van a aportar algo diferente o van a decir algo que de verdad ponga al régimen venezolano en “peligro”, o tan siquiera en un “aprieto” mayor que el que ya tiene y que por lo visto no le afecta mucho? Dejo como reflexión esas preguntas.

Cuarto, es evidente que el régimen venezolano tiene que demostrar que protege a los suyos; a todos los testaferros que todavía tiene por el mundo y a todos los que hacen “negocios” con ellos. No les puede enviar el mensaje de que los va a dejar desamparados ante cualquier “dificultad”; por el contrario, les tiene que decir −y demostrar con hechos− que los van a defender, hasta la última instancia que puedan. Y ese es el mensaje que está enviando con todas esas movidas que le estamos viendo y que confunden a algunos.

Quinto, si bien el mensaje es para su propia gente, para evitar desbandadas inconvenientes, hacia nosotros −viniendo de quien viene, especialista en manipulación y provocación− el mensaje es para irritarnos, para desbalancearnos, para que nos peleemos entre nosotros, dados como somos de crédulos de todo lo que ellos dicen, sobre todo de lo que puede afectar o desacreditar a la oposición democrática, al G4 o al gobierno interino, porque saben bien que esas estupideces sacan a algunos de sus casillas, los desmoralizan y a otros les dan una excusa para golpear más a la Plataforma Unitaria, para debilitar nuestra posición negociadora y estimular e inducir más la abstención, cómo si eso hiciera falta. También sirve de pretexto para que unos supuestos “radicales”, de esos que nunca van a la raíz, sino que siempre se quedan en la superficie de la difamación, aprovechen para denigrar de la oposición democrática, del G4, del gobierno interino, de los partidos y líderes que han logrado sobrevivir.

Sexto, ¿Y la negociación?, se preguntarán algunos. A medida que transcurren las semanas, desde el inicio del proceso de negociación en México y dados los precedentes conocidos, está cada vez más claro que un interés del gobierno de Nicolas Maduro siempre fue ganar “respetabilidad”, “reconocimiento” o “legitimidad” ante la comunidad internacional y, por supuesto, lograr que le quitaran algunas o todas las sanciones internacionales, aun cuando, en mi opinión, ya ha aprendido a manejarse con ellas. Sin las sanciones y algo más de recursos, no cabe duda, que el régimen pudiera continuar el populismo hacía sus seguidores a nivel popular −y que algo “percole”, al resto de la población− y puede, sobre todo, continuar con el “Festín de Baltasar”, con sus socios internacionales e internos; porque con sus “enemigos”, que somos todos los venezolanos que nos le oponemos, con la represión y el control policial y militar es más que suficiente. Una vez que ocurra algo de eso −mayor reconocimiento, levantamiento de sanciones− o que no ocurra, como pareciera que va a ser la situación, el régimen pateará la mesa y se levantará de ella sin contemplaciones, que pareciera ser el escenario que está preparando a toda velocidad, toda vez que ha entendido que no se eliminaran las sanciones y que la “legitimidad” internacional no es un objetivo tan apremiante. Para levantarse de la mesa se servirá de cualquier excusa, el preso de lujo de Cabo Verde, el prófugo de Madrid, o lo que sea.

Séptimo, y sí esto ocurre, ¿Para nosotros, entonces, qué significado tuvieron la negociación en México y el 21N?, pues para nosotros, si no se logran los objetivos planteados en la negociación y en el Memorándum de Entendimiento, esta negociación, lo que quiera que dure, habrá servido para ganar tiempo −que somos quienes realmente lo necesitamos−, para unificar y solidificar más nuestras estrategias, para calibrar mejor nuestros partidos y líderes, para mantener el apoyo internacional, y −junto con la participación electoral del 21N− para ganar en organización y disminuir el caos interno que nos carcome. Si esto es así, todo lo ocurrido habrá sido ganancia, siempre y cuando se cumpla una condición fundamental: que no nos montemos falsas expectativas, que siempre es el error que cometemos.

Cada vez es más claro que el fin de este régimen de oprobio depende de la fuerza de tenaza, de la presión interna e internacional, que logre romper el caparazón de la logia en el poder, de ese bloque hegemónico sostenido por la fuerza militar, que es lo único −y no es poca cosa− que mantiene al régimen. Para ello nos toca fortalecer la presión interna, tarea con la que estamos en deuda. Resistir y sobrevivir es importante, pero no es suficiente.

Por lo pronto, de verdad me sorprende el nivel de ingenuidad de algunos análisis viniendo de personas −periodistas algunos− que uno pudiera suponer que están algo mejor informados. Seamos serios, la gravedad de lo que vivimos en el país lo amerita.

https://ismaelperezvigil.wordpress.com/

 6 min


Luis Ugalde

La gran mayoría de los venezolanos quisiera tener esperanza de librarse de esta tragedia nacional, pero lamentablemente no ve salidas creíbles ni en el régimen ni en la oposición. Las promesas “revolucionarias” de hace 22 años pronto se volvieron cenizas arrasadas por el saqueo y la corrupción inaudita: muchos años antes de las “sanciones” norteamericanas centenares de miles de millones de dólares fueron robados y malversados por la “revolución”, las empresas básicas despojadas y arruinadas, la producción nacional reducida a la cuarta parte, el bolívar convertido en papel despreciable, el trabajo con ingresos de miseria y la Constitución y los derechos humanos sistemáticamente violados. Por eso, casi 6 millones de venezolanos han abandonado este barco con riesgo de ahogarse en las aguas procelosas de la migración. En todas partes se escucha el lamento por la desgracia y ruinas como en Ciudad Guayana que solo provocan lágrimas e indignación. Esta descomposición no puede ser ocultada por la cínica propaganda del régimen, ni por su represión armada, ni echándole la culpa al “imperio”.

Con la sonora derrota electoral de diciembre de 2015 el régimen se asustó, decidió cerrarse a toda elección libre y justa, e impuso el “gendarme necesario” de una constituyente supraconstitucional para eliminar todo resultado electoral y toda decisión que no le conviniera. Renacer de la sociedad civil. No basta criticar a los políticos y decir que no nos sentimos representados por ellos; es imprescindible una nueva conciencia re-publicana con responsabilidad pública de cada uno con sentido del pacto social para el bien común de todos. Grave sería pasar de los perseguidos, inhabilitados y presos de hoy a la misma receta mañana para los actuales perseguidores. Es necesario crear una sociedad única, plural y con iguales derechos para todos y con todas las capacidades productivas activadas para salir de la pobreza.

Así mismo hay que crear nuevas bases económicas con creciente productividad, pues la abundancia de la renta petrolera estatal, que brotó hace un siglo, está en ruinas. Negociación, Elección y Esperanza creíble. No es cierto que nos falta conciencia de la tragedia nacional, sino una esperanza creíble como fuerza para cambiar. Debajo de las aparentemente apagadas cenizas, hay mucha energía y fuego que solo resurgirán con el soplo de una esperanza que los vuelva a encender; soplo de vida que ya no tiene el régimen y tampoco lo demuestran los líderes democráticos. ¿Cómo transformar en esperanza creíble lo que no parece sino cenizas, desengaño y resignación?

Tenemos dos retos delante: las elecciones regionales de noviembre organizadas por la dictadura con todo tipo de ventajismos para fortalecerse y perpetuarse en el poder y una muy dura y difícil negociación en México entre la dictadura y la Plataforma Unitaria con acompañamiento internacional. Obviamente la dictadura va a ellas para salir vencedora y lograr que le quiten las “sanciones” que la tienen ahogada. Es lo que hay y no basta repudiar esta realidad, hay que transformarla y para ello hay que asumirla y cambiarla. Las elecciones presidenciales y parlamentarias libres y justas son un derecho violado y cuentan con el apoyo internacional de más de un centenar de democracias muy decisivas y significativas. El malestar nacional, incluso de millones que fueron chavistas de buena fe, lo invade todo.

Por eso nos preguntamos ¿qué podemos hacer para salir de la votación de noviembre con la esperanza creíble incrementada con el despertar de la ciudadanía en todos los niveles y los demócratas más movilizados, organizados, unidos y convencidos de que podemos librarnos de este régimen claramente enemigo de la sociedad venezolana y de sus esperanzas?

Desde ahora tenemos que empezar a prender la esperanza creíble con el soplo de la unidad con hechos y ejemplos visibles, como el que ha dado Roberto Patiño al declinar sus mejores posibilidades de ser buen candidato a favor de otro, acordado en unidad. Y también manifestar nuestra indignación frente a actitudes divisionistas escandalosas en algunos que se dicen demócratas. Es necesaria la Unión y Acuerdo de Salvación Nacional, incluso entre quienes difieren entre ir a votar o abstenerse. El 21 de noviembre será una buena oportunidad para celebrar algunos triunfos, castigar al régimen, poner al descubierto sus atropellos dictatoriales y también a los partidos y figuras opositoras que bloquean y se oponen a la unidad necesaria; convertir esa votación en un paso para urgir el cambio con elecciones presidenciales (que se nos deben) y parlamentarias libres y justas e inmediato cambio de modelo económico y concreción de la imprescindible ayuda internacional para la emergencia humanitaria y la reconstrucción económica social. Al mismo tiempo ver que es imprescindible lograr negociaciones serias que cambien sanciones (salvo delitos que no prescriben) por fomento de inversiones, derechos humanos y recuperar el pacto social para el bien común de todos.

Solo sumando fuerzas hoy enemigas y logrando decisiva solidaridad y apoyos internacionales (más allá de las sanciones económicas) los venezolanos seremos capaces de reconstruir el país y restablecer los derechos humanos y principios democráticos hoy tan violados.

 3 min


Carlos Machado Allison

Han sido designadas por el CNU, es decir por el Ministerio de Educación Superior, las nuevas autoridades interinas de la Universidad Simón Bolívar y obviamente las mismas, nadie esperaba otra cosa, son fieles seguidores del actual gobierno. Nada nuevo bajo el sol, desde hace más tiempo del que puedo recordar, los partidos políticos siempre han hecho grandes esfuerzos por logar que rectores, directores y otras autoridades universitarias sean personas militantes o amigos de un partido u otro. Poco les ha importado si los mismos poseen las cualidades requeridas para ejercer el cargo y si bien es cierto que algunos tenían los méritos suficientes, no deja de ser comprobable que la militancia, el compadrazgo clientelar o la ideología han sido factores relevantes en las elecciones y designaciones. Lo mismo ocurre en todos y cada uno de los niveles educativos del país.

Las universidades no son las únicas instituciones contaminadas por esa tendencia. Lo mismo ocurre en muchos ámbitos como el judicial, las empresas del Estado, las fuerzas armadas, el aparato burocrático y hasta en el sector privado donde con frecuencia se designa a un dirigente gremial más por sus buenas relaciones con el gobierno que por su competencia empresarial. Es, en mi opinión, el reflejo de una sociedad atrasada, dependiente siempre de las decisiones del gobierno central, preñada de un autoritarismo que nos hace pensar que somos auténticos descendientes de Felipe II, sazonados por las ideas de Luis XV y, aquí y allá, un toque de Hitler, Mussolini, Fidel Castro, Mao y Stalin. Tan contaminados que aún recuerdo a colegas universitarios cantando loas al gobierno de Corea del Norte, mientras otros recordaban con añoranza las dictaduras del pasado.

La Constitución actual, que adversé con el escaso poder de la pluma – porque carezco de cualquier otro – le otorga al gobierno todo el poder con más de 300 artículos edulcorados con frases que apuntan hacia el bienestar del pueblo. Un grupo de estudiosos de la materia, encabezados por Canova, han demostrado que entre más artículos y palabras posea una Constitución, más atrasado es el país, más poder tienen los gobiernos y más baja es su posición en las clasificaciones sobre democracia, libertad, nivel de vida, derechos fundamentales u oportunidades para crear nuevos negocios o generar riqueza. Cosas que, desde luego, requieren una población bien educada.

Hoy vivimos en un país arruinado, aislado del progreso internacional, carente de la renta petrolera que lavaba la apatía y la ignorancia, esta última derivada de un sistema educativo centralizado, políticamente penetrado, con maestros tan mal pagados que pueden ser calificados como indigentes. Buena parte del país observa con asombrosa apatía como el futuro de sus hijos es incierto desde el día en que nacen ya que se educarán bajo un clima donde las palabras excelencia, ética, responsabilidad o ciudadanía carecen de sentido, mientras se valoran el igualitarismo, la coima, el enchufe y la sumisión. Ante un drama de esta magnitud, no sorprende que en muchas universidades y otros centros educativos, los conflictos internos dominen sobre los problemas fundamentales.

Ahora, en plena pandemia, con tan sólo una fracción de la población vacunada, se decreta el retorno a las aulas como si todos los planteles, sus docentes, empleados, estudiantes y padres fueran iguales, en lugar de dejar esa decisión y su aplicación, en manos de cada alcaldía o comunidad educativa. Es que palabras como autonomía, descentralización, ciudadanía y libertad son vistas como amenazas a la estabilidad del gobierno, porque poseer una educación adecuada y pensar, marca la diferencia entre un rebaño y una sociedad humana moderna.

 2 min


Carlos Malamud

Las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias –PASO como se las conoce coloquialmente– no sirven para elegir a ningún cargo ni autoridad, sino solo para seleccionar a los candidatos de las fuerzas políticas en liza que participarán en los siguientes comicios. Más allá de su papel ordenador de las diferencias internas de los partidos y coaliciones, que generalmente suelen ser dirimidas antes de confeccionar las listas electorales, lo cierto es que las PASO funcionan como un gran test, a escala 1:1, que permite medir eficazmente la temperatura política y social de la sociedad argentina.

Desde su implantación en 2009 siempre han sido un indicador avanzado de lo que sucedería un par de meses después. De ahí su importancia y de ahí la seriedad con la que deberían analizar sus resultados tanto las fuerzas políticas como los medios de comunicación y la opinión pública en general. En esta ocasión, los resultados fueron claramente adversos para los intereses del peronismo/kirchnerismo gobernante. Si bien el promedio de las encuestas conocidas permitía albergar la esperanza de un triunfo oficialista, aunque más ajustado de lo que se especulaba cuatro o cinco meses atrás, el desastre electoral fue de tal magnitud que “terremoto” o “tsunami” fueron de las palabras más repetidas para calificarlo.

En esta oportunidad se seleccionaban los candidatos para las elecciones parlamentarias de medio término, que deben celebrarse el próximo 14 de noviembre, y en las que se renovará un tercio del Senado y la mitad de la Cámara de Diputados. Actualmente el oficialismo cuenta con mayoría propia en el Senado y es la primera minoría en Diputados. Con estos guarismos no tiene garantizada la gobernabilidad, aunque cuenta con un margen de maniobra bastante amplio. Sin embargo, aquellas normas que requieren de mayorías cualificadas son más difíciles de aprobar, al necesitar complejas negociaciones con la oposición, lo que no siempre es posible.

Después de estos resultados y ante la posibilidad de que se repitan (o agraven) en noviembre, una cuestión importante es ver la reacción de los distintos actores políticos y también de los principales agentes económicos. Entre los primeros hay que tener en cuenta lo que ocurre dentro del oficialismo y de la principal coalición opositora, aunque sin perder de vista a la izquierda y los nuevos liberales, así como a los partidos provinciales, que en ciertas circunscripciones (como Neuquén) siguen teniendo una implantación importante.

En el oficialismo tenemos en primer lugar el enfrentamiento entre el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández. El matrimonio de conveniencia tejido hace más de dos años atrás, y que permitió recuperar la Casa Rosada, no pasa por su mejor momento. Es más, lo que ha demostrado el fracaso de su gestión de la crisis económica y la mala administración de la pandemia es la disfuncionalidad del sistema de doble comando puesto en marcha, y la incapacidad de la vicepresidenta de aceptar un rol secundario en la administración del país.

Si antes de las PASO la presión del kirchnerismo para torcer el rumbo del gobierno ya era intensa, tras estos resultados está siendo aún mayor. Los trofeos mayores a cobrar son las cabezas de Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete, y de Martín Guzmán, el ministro de Economía y responsable de la negociación con el FMI. Según los seguidores de Cristina Fernández y de su heredero Máximo Kirchner, ellos son dos de los principales responsables, aunque no los únicos, del rumbo errado que ha tomado Alberto Fernández y que, según su particular perspectiva, es lo que les ha arrebatado el triunfo.

En realidad, el problema de los desaguisados gubernamentales, que va más allá del aumento de la inflación, del mayor número de pobres, de la corrupción, de los escándalos vinculados a la vacunación VIP y a las fallidas estrategias de producción y adquisición de vacunas y, sobre todo del Olivosgate (la difusión de fotos de celebración del cumpleaños de la Primera Dama en pleno confinamiento en lo más duro de la primera ola de la pandemia) no es pura responsabilidad de Alberto Fernández, sino también de Cristina Fernández. Buena parte de las políticas implementadas, y de los responsables designados para gestionarlas responden a los lineamientos del kirchnerismo más duro.

Con todo, el problema va más allá y está afectando el proyecto unitario que creyó ser el Frente de Todos, donde convergieron kirchneristas y peronistas tras el proyecto invencible de “Cristina Vicepresidenta”. Al peronismo y, sobre todo a sus dirigentes provinciales y locales (gobernadores e intendentes –alcaldes–) la derrota les resulta muy difícil de digerir. De ahí que, si en noviembre el resultado de las PASO se repite, se profundizarán los ajustes de cuentas y el “justicialismo tradicional” comenzará a tomar distancia de los responsables del fracaso. Y uno de ellos, sin lugar a duda, es Cristina Fernández.

Es más, si la coalición Juntos por el Cambio (radicales y macristas) avanza tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores, la vicepresidenta no solo perderá su principal bastión de poder (es la presidenta del Senado), sino que la misma gobernabilidad del país se verá afectada. Y en ese caso, especialmente en aquellos proyectos legislativos más controvertidos, habrá que negociar, algo difícil y complicado para quien, como el kirchnerismo, es poco propenso a hacerlo de forma sistemática. Simultáneamente se verán comprometidos los intentos del oficialismo de avanzar sobre la justicia, no solo para frenar los juicios contra Cristina Kirchner, sino también para reformar el gobierno de los jueces, bien a través de la composición del Consejo de la Magistratura, bien a través de la Corte Suprema y del funcionamiento de ambas instituciones.

Junto por el Cambio ha hecho lo más difícil hasta ahora, pero tiene grandes desafíos por delante. Lo primero fue revertir el recuerdo de la gestión de Mauricio Macri y su imagen muy deteriorada. Lo segundo, mantener la unidad de las distintas fuerzas opositoras y de las contradicciones surgidas entre algunos de sus dirigentes. La recompensa salta a la vista, aunque no basta con ganar las PASO. Tienen que repetir la jugada en noviembre, y sobre todo apuntar al premio gordo, la presidencia del país, en octubre de 2023.

Desde la perspectiva de los mercados, la reacción inicial fue la esperada. Alivio frente a la derrota del kirchnerismo, que se tradujo en el alza de las acciones argentinas en Wall Street, baja del dólar y del riesgo país. Son todas reacciones pensando en el medio plazo, pero la gran duda es lo que ocurrirá en las próximas semanas, especialmente con la intención del gobierno de revertir el resultado y ganar en noviembre. Lo más probable es que se mantenga el rumbo ya iniciado y que el endeudamiento, la emisión monetaria y el gasto público continúen su senda ascendente, complicando no solo el equilibrio macroeconómico, sino también un probable y más que necesario acuerdo con el FMI.

El resultado del domingo 12 es una clara expresión del “voto bronca”, o voto del cabreo o del enojo, contra los oficialismos latinoamericanos. Este fenómeno, si bien se venía manifestando desde algunos años atrás, ha cobrado renovadas fuerzas tras la irrupción de la pandemia. Por eso, los tres grandes retos frente a las elecciones de noviembre son: 1) ¿se mantendrá, y cuánto, el “voto bronca” ?; 2) ¿funcionará el voto útil?; ¿qué harán los votantes de las fuerzas menores y a quién apoyarán en noviembre?; y 3) ante la baja participación, ¿cómo votarán aquellos que no acudieron a las urnas en esta oportunidad? De la combinación de estos factores dependerá el resultado de unas elecciones cruciales para el futuro de Argentina.

15 de septiembre 2021

elcano

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