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Opinión

Carlos Raúl Hernández

La revolución ocurre cuando las sociedades prosperan. EEUU vivía su esplendor gracias al crecimiento económico sostenido después de la Segunda Guerra. Arthur Schlesinger Jr., autor de estudios históricos monumentales y asesor de Kennedy, decía: “nos hemos vuelto… prósperos y merodeamos bajo el estupor de la grasa… una atmósfera pesada, sin humor, santurrona, estulta… sin ironía ni autocrítica… “.

…El clima de los cincuentas tardíos (es) él más aburrido y deprimente de nuestra historia”. Pero un tumor minaba aquel cuerpo muelle de confort: la post esclavitud excluía a los negros de los derechos plasmados en la Constitución. La humillación se expresaba en el jazz, el blues, el góspel, el rock, y ahora por el más negro de los negros, el crossover universal, Elvis Presley.

Los beatnicks, Gingsberg, Kerouac, Arthur Miller, sacudían el ambiente cultural, y Marcuse, Adorno, Fromm, sembraban en las universidades su versión de la fantasía marxista. Aparece el Black Power, movimiento político cultural que enaltecía la negritud, black is beautifull, (no esa cursilería snob de “afroamericanos”) dividido fatalmente entre ramas antagónicas de moderados y radicales.

Unos luchaban por los Derechos Civiles, dirigidos por Martin Luther King, con la Constitución de EEUU y la igualdad de derechos como programa; otros, terroristas, delincuentes, inficionados de violencia, aupaban la lucha de clases, destruir la sociedad “capitalista”, los valores democráticos. Para descrédito del movimiento, asaltaban, secuestraban, asesinaban. Y se los tragaron la tierra, las cárceles y la inutilidad.

“Del mismo color”
Gracias al combate por los Derechos Civiles, cincuenta años más tarde Barack Obama es presidente de EEUU y un supremacista blanco se estrella contra la mayoría popular y la reelección. Al nacer los sesentas, Katherine Goble (luego Johnson) Dorothy Vaughan y Mary Jackson, tres matemáticas negras, enganchan en la NASA como parte de un pelotón innominado de calculistas al servicio de todos los departamentos.


El cuerpo esencial de la NASA, es el Grupo de Trabajo Espacial, dirigido por el súper matemático e ingeniero Al Harrison, de extraordinaria personalidad y talento. Entran en crisis cuando los rusos se adelantan y ponen en el espacio a Gagarín, y porque a semanas del lanzamiento de John Glenn, el primer norteamericano en orbitar el planeta, no podían calcular el ángulo de entrada, la velocidad y cientos de vectores para su reingreso a la atmósfera.

Requieren un experto en geometría analítica, y del pelotón envían a Katherine. Al entrar a la oficina con su caja de cosas personales, la tomaron por bedel. El único baño para negras quedaba a casi un Km., trayecto que hacía corriendo entaconada, varias veces al día. Ante sus reiteradas ausencias, Harrison la increpó enérgicamente ante todos y ella ripostó en el mismo tono.

“Trabajo como un burro día y noche, recorro una milla cada vez que voy al baño, y tomo café de una jarra que dice 'para negros' entre personas que casi no me tratan”. Harrison arrancó la etiqueta de la jarra y tomó una barra de hierro. Ante la estupefacción colectiva, destrozó las vallas plásticas que indicaban la exclusividad racial de los sanitarios. Al terminar, gritó “en la NASA todos meamos del mismo color”.

Nervios de cobalto y mimbre
El ángulo de reentrada a la atmósfera era de vida o muerte. Si se pasaba de agudo, rebotaba y se perdería en el espacio. Si era demasiado obtuso, se estrellaría contra una pared. En el pizarrón de la oficina, ella escribió el procedimiento para resolverlo, con estupefacción de todos. Ese es su salto quántico y Harrison la adopta. Frente a la inminencia de la misión, convocan reunión del Pentágono, las ramas militares, la cúpula del gobierno y Glenn.

Katherine porfía a Harrison que ella debe asistir. Él accede y le dice, cariñosa y enérgicamente “vienes, pero no abras la fuking boca”. Ya dentro, acribillado a preguntas, le lanza una mirada S.O.S, y ella avanza al pizarrón y desentraña las incógnitas. Calcula velocidades, ángulos, y coordenadas para reingreso y amarizaje, ante bocas abiertas y el flechazo en Glenn. Pero el día X, quince minutos antes del despegar, el caos.

La computadora IBM daba resultados contradictorios, y Glenn dice categóricamente que solo despegaría si Katherine lo aprobaba. Ella corrigió a la máquina, y autorizó el vuelo del Atlas. Una de las escenas más dramáticas de la historia de la aventura espacial es el reingreso de Glenn. Por fallas de fabricación, la cápsula se incendia, y en la agonía colectiva, es ella quién salva la crisis, la vida y la misión de Glenn. “La nave resistirá” dijo terminante...


Dorothy Vaughan fue la única en la NASA que dominó el lenguaje FORTRAN de la IBM y se convirtió en jefe de informática. Mary Jackson había rediseñado la cápsula para que no se desarmara al reentrar e hizo posible la hazaña. Sin puños crispados, sin violencia, sin odio, una mujer negra se hizo reina de la NASA. (Vea la apasionante historia en el film Figuras en la sombra, 2016, del director Theodor Melfi)

@CarlosRaulHer

 4 min


Liliana Castiglione

¿Qué es el trastorno narcisista de la personalidad según la psicología?

El trastorno narcisista de la personalidad se caracteriza por tener un patrón generalizado de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía.

El DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales) considera que este se manifiesta por cinco (o más) de los hechos siguientes:

  • Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (por ejemplo: exagera sus logros y talentos). Sin duda, un egocentrismo excesivo.
  • Está absorto en fantasías de éxito, poder, belleza o amor ideal ilimitado.
  • Cree que es “especial” y único, superior a los demás. Suele manifestar aires de superioridad o arrogancia
  • En sus relaciones con otros carecen de empatía, lo que lo hace incapaz de reconocer o identificarse con los sentimientos y las necesidades de otras personas.
  • Puede además sentir envidia (consciente o inconsciente) y suelen denigrar a otros, sentirlos de menos nivel que él.
  • Tiene una necesidad excesiva de admiración, lo que lo hace dependiente de los halagos de otros.
  • Se aprovecha de los demás para sus propios fines.
  • Con frecuencia envidia a los demás o cree que estos sienten envidia de él.
  • Evita situaciones que le resulten contrarias al globo inflado en el que ubican la imagen de sí mismos.

¿Los narcisistas se detectan a simple vista porque son insoportables?

Al contrario de lo que podamos pensar suelen ser encantadores, como la serpiente de la tentación ya que suelen tener un poder de seducción que atrae a otros.

¿Tener autoestima elevada implica narcisismo?

Hilando fino, un cierto narcisismo es sano mientras se vincule a valor personal, a sentirse digno, en confianza con uno mismo, feliz de ser quien se es, pero el narcisista ese valor se lleva a niveles límites y lo transforma en un fin en sí mismo, algo así como la meta de su vida por lo que presenta ansiedad de ser reconocido y admirado constantemente.

¿Entonces un narcisista es antisocial?

No debemos confundir los términos, los antisociales no buscan ni necesitan la admiración de los demás, usan a los otros para obtener beneficios.

¿Por qué una persona se transforma en narcisista?

Hay patrones de crianza que determinan este tipo de personalidad, patrones que se alejan de ser contribuyentes en el desarrollo de una imagen positiva en el niño. Generalmente se modelan en forma exacerbada las habilidades y logros olvidando la importancia de desarrollar en ellos la tan necesaria tolerancia a la frustración.

Los narcisistas son «niños emocionalmente descuidados», quizás por exceso como mencionamos antes o por no sentirse lo suficientemente amados donde el ego se transforma en un mecanismo compensatorio.

¿Cómo puedo relacionarme con una persona narcisista?

Resulta clave no dejarse manipular, ten presente que el narcisista necesita culpar a los demás de sus fracasos y en esa lista puedes estar tu, de igual manera querrá que pienses como él ya que se considera un patrón referencial y si no estableces límites su actitud se verá reforzada y por tanto incrementada.

Tomar en serio sus críticas es una mala idea, recuerda que no eres el problema, él te menosprecia para su beneficio. Puedes hacerle ver que no aceptas ese tipo de descalificativos porque no te hace sentir a gusto, manifestándolo en forma asertiva, sin necesidad de atacar.

Recuerda que su capacidad de empatía es baja o escasa de manera que si es incapaz de ponerse en tu lugar eso representa su limitación, no la tuya.

No permitas formas de violencia que pueden ir desde lo físico a lo verbal, ten presente que su capacidad de tolerancia ante conflictos es casi nula porque siempre buscarán tener la razón y suelen actuar en forma exagerada

De esta forma mantener una relación íntima o amorosa con personas de estas características puede ser muy complicada si deseas relaciones funcionales, sus actitudes pueden hacerte sufrir mucho e incluso lesionar tu autoestima.

¿Cómo ayudar a una persona narcisista?

Pueden trabajar en terapia pero difícilmente suelen reconocer que tienen un problema y por ende no buscarán ayuda. Un momento interesante para animarlo a buscar ayuda es en una situación de vulnerabilidad cuando haya tenido una experiencia que les haya afectado el ego.

Si deseas establecer relaciones de mutuo respeto y valoración, donde haya empatía, negociaciones, entendimiento de que ambas partes son valiosas y juntos pueden ser mejores, búsqueda de resolución armoniosa de conflictos, probablemente la mejor elección que puedas hacer no es la de estar con una persona narcisista.

14 de marzo 2021

Guayoyo en Letras

https://guayoyoenletras.net/2021/03/14/te-ha-tocado-relacionarte-con-una...

 3 min


Analítica.com

El principio de libre determinación de los pueblos se basa en el derecho internacional público y se encuentra en la Declaración de las Naciones Unidas.

El derecho a la autodeterminación permite a los pueblos decidir libremente su condición política, sus propias formas de gobierno, desarrollo económico, social y cultural, al igual que estructurar libremente sus instituciones, sin intervención externa, siempre y cuando los derechos esenciales de las personas sean respetados y los gobiernos emanen de la voluntad popular.

Antiguamente los príncipes alegaban tener derechos de origen divino y por tanto se consideraba que podían ejercer plenamente la soberanía en los territorios que gobernaban. Su voluntad era la ley.

Eso cambió con la Revolución Francesa. Hoy en día la soberanía proviene del pueblo, tal como lo establece nuestra Constitución en su artículo 5, el cual reza textualmente:

“La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”.

Mal puede un gobierno alegar el principio de autodeterminación frente a otros Estados cuando le niega a su pueblo el ejercicio de esa soberanía conforme a lo establecido en su Constitución.

Cuando el derecho al sufragio -claramente previsto en el Art 63 de la Constitución- queda restringido al encarcelar, inhabilitar o exiliar a los líderes opositores, al ilegalizar a los partidos de oposición, al valerse de una justicia amañada para apoderarse de las organizaciones opositoras, al permitir concurrir sólo a los candidatos opositores sumisos o cuando no existe transparencia ni credibilidad en los mecanismos para contar los votos y por el contrario hay la percepción generalizada de fraude, ya no es factible decir que tal gobierno emana del pueblo.

Por eso las democracias más respetadas del mundo desconocieron las elecciones del 6 de diciembre del 2020. Se trató de comicios que no cumplieron con estándares internacionales y que sólo sirvieron para para que el régimen confiscara otro de los poderes.

Cuando esas cosas ocurren deja de existir la democracia y surgen gobiernos que, para mantenerse en el poder, se valen cada vez más de la fuerza.

En su “Contrato Social”, Rousseau afirmaba: “ la fuerza no constituye derecho, y únicamente se está obligado a obedecer a los poderes legítimos” .

John Locke -Siglo XVII- señalaba que la soberanía emana del pueblo y que el Estado tiene como misión principal proteger las libertades individuales de los ciudadanos. Abordaba también Locke al principio de la separación de los Poderes. La autoridad del Estado se sostiene en los principios de soberanía popular y legalidad. El poder no es absoluto sino que ha de respetar los derechos humanos.

En Venezuela la violación reiterada a los Derechos Humanos ha sido ratificada por Michelle Bachelet, Alta Comisionada de las ONU para los DDHH.

La libertad de expresión está fuertemente restringida y en cuanto a libertades económicas se nos ubica al nivel de Cuba y Corea del Norte. La economía ha sido destrozada en medio de casi 40 meses de hiperinflación y una caída del PIB que ya nos ubica entre las dos naciones más pobres del continente, en tanto que la corrupción campea por sus fueros. La moral pública ha desaparecido.

El principio de no injerencia tiene excepciones que, en el marco de las Naciones Unidas y desde el 2005, se encuentra consagrado en una nueva regla denominada responsabilidad de proteger. No violan por tanto las sanciones el principio de autodeterminación cuando se aplican en el marco de la citada responsabilidad.

El aislamiento del régimen es progresivo. Cada vez se aleja más de la democracia y reprime más a sus ciudadanos. Pretende tener el derecho de hacerlo invocando para ello razones de soberanía y apelando al principio de autodeterminación de los pueblos, a la vez que acusan de injerencia en sus asuntos internos a los Estados que les exigen respetar los DDHH o que les aplican sanciones.

Una cosa es evidente. Como su nombre lo indica, el principio de la autodeterminación se aplica a los pueblos y no a los gobiernos que pretenden robarles la libertad.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

 3 min


Ismael Pérez Vigil

La discusión acerca de la posición opositora con relación a la participación o no en las elecciones regionales continúa sin que asome una leve luz en el fondo. Con la desventaja de que en la medida que pasa el tiempo y no hay una posición “oficial” con respecto al tema, la discusión se hace más y más amarga, florece el “dibujo libre” y las iniciativas personales y grupales.

Obviamente, la discusión no se queda en el tema de la participación electoral, va mucho más allá y se remonta también −suponemos− al pasado reciente y al más lejano, sobre todo en cuanto a recriminación de errores y fallas a dirigentes y partidos.

Hay quienes llegan muy lejos en su proclama de la no participación −no los llamaré abstencionistas, pues dicen no serlo− pero, les parece que no solo está “agotada” la vía electoral, al menos para algunos, también está agotada la opción de convocar a “la calle”, por carecer de una estrategia posterior. Y, además, señalan otros, esta opción ha sido “traicionada” y “abandonada” por líderes “negociantes”, que entregaron cualquier iniciativa a unas frustradas negociaciones que al final lo que hicieron al fracasar fue apuntalar más al régimen y languidecer las acciones de “calle”.

Imbuidos a lo mejor sin saberlo por ese espíritu de la antipolítica que fue esencia del triunfo del chavismo en 1998, además de estar contra las “negociaciones”, también están en desacuerdo con los procesos de “diálogo”, pues no tiene sentido “negociar con delincuentes”, dicen.

Algunos también, al menos después del resultado electoral en los EEUU, están desesperanzados de cualquier acción militar externa que antes esperaban y otros además señalan estar ahora en desacuerdo con el desembarque de “marines” en las costas venezolanas y en cualquier llamado a la insurrección militar, pues consideran a los militares venezolanos −con toda razón, por cierto− la mano oculta real de esta dictadura a la que estamos sometidos. Al final, tal parece que algunos solo dejan abierto un estrecho e incierto camino a una mítica “negociación”, que nunca nos dice cuál es, así como tampoco nos dicen cuál sería una probable vía para salir de este oprobio.

En el desierto que atravesamos, sin guía y sin opciones ampliamente compartidas, apenas reluce algo, más por costumbre o temor, la idea de la mítica unidad; en la cual, en realidad y por lo visto, nadie cree muy firmemente. Por temor y mito me refiero a que nadie en sus cabales y que tenga una cierta aspiración de continuar en la política, va a denigrar de la idea de la unidad pero luce que nadie está tampoco haciendo esfuerzos muy profundos al respecto.

Pareciera que estamos sumidos en una especie de abandono “dirigencial”, a la espera de que las cosas se resuelvan solas, confiados en que el tiempo todo lo cura; o que estamos esperando, nuevamente, algún milagro desde el exterior, obrado por un “informe” de algún organismo internacional o por los vientos nórdicos, que soplan de vez en cuando y de cuando en vez, como pareciera que ahora vuelve a ocurrir.

Los partidos políticos, asumo, que están en fogosa discusión interna para dirimir su futuro inmediato, como es la convocatoria de un proceso electoral, que como ya sabemos se va a efectuar con o sin la participación de la oposición democrática, tras lo cual el régimen seguirá su curso, aun con el exiguo número de votantes que se presenten, sin importarle para nada la legitimidad del proceso o nuestro reconocimiento o el de la comunidad internacional.

Los actores políticos, analistas, consultores, seguirán en su tarea de argumentar si vale o no la pena votar; si debemos o no embarcarnos en una nueva ronda de negociación, de diálogo. Con todos los argumentos que ya sabemos y no vale la pena repetir.

Los líderes, que nos han conducido hasta aquí reconocerán o no sus errores y las críticas que se les han formulado, y algunos seguirán −con poco o mucho apoyo− o surgirán otros, porque la experiencia también nos indica que siempre aparecen otros o los mismos, montados sobre las olas, o desde la profundidad de las aguas que los han revolcado. Pero, la política, también se abre paso como la vida misma. Por eso hoy mi reflexión y mis preguntas son otras. Mas intimas y personales, más ineludibles.

Nosotros dos, usted que lee y yo que escribo, que si bien tenemos y sufrimos los problemas comunes de los venezolanos −inseguridad, falta de gasolina, pésimos servicios públicos, alto costo de las cosas− pero que seguramente no estamos tan agobiados por la cotidianidad, o preocupados a muerte por el diario sustento, como millones de venezolanos, algunos de los cuales han tenido que irse del país, dejando atrás amigos, padres y hasta hijos, para intentar ayudarlos desde el exterior; usted y yo, repito, que hemos optado por permanecer aquí… ¿Qué papel nos toca ejercer en todo esto?

Porque este país también es nuestro y no está muerto, vive… aquí se trabaja duro, se invierte en lo que se puede, se estudia, se crea arte, se hace música, se lucha −en fin−, se ama y se muere, por salir de este oprobio. ¿Vamos a seguir en la amargura de quejarnos por todo? ¿Vamos a renegar del país, darle la espalda y dejarlo por imposible?

Durante cuarenta años de floreciente democracia desde 1958 nos apartamos hacia la barrera, en busca de un burladero. Nos apartamos de la política por ocuparnos de nuestros negocios, familias, actividad profesional o académica y contribuimos −en buena medida− a propalar la antipolítica que permitió que se encumbraran en 1998 los que destruyeron al país. ¿Vamos a seguir culpando a los partidos, a los líderes que ayudamos a surgir y que ahora pretendemos abandonar, por los errores y fallas en las que nosotros también participamos? ¿Vamos a continuar esperando que aparezca esa fórmula mágica de unidad, que confundimos con unanimidad, para comenzar a actuar? ¿O por el contrario vamos a intentar hacer algo, desde nuestro espacio natural de influencia, para convencer a los venezolanos de que sí hay una solución y que depende del esfuerzo de todos?

No podemos seguir lamentándonos por la falta de éxito, dando todo por perdido y regresar a nuestro rincón de las lamentaciones, desconociendo veintidós años de lucha y resistencia. Aquí se ha luchado, resistido y hecho muchas cosas durante veintidós años, en los que muchos perdieron fortunas, futuro y vidas; años de éxitos y fracasos, pero que han impedido que este régimen, de ínfulas totalitarias, se termine de adueñar del país y acabe con toda resistencia. Que no quede duda que podemos contribuir a la discusión, a difundir ideas, a aportar en la organización del país y llenarlo nuevamente de esperanza, una y otra y otra vez.

Politólogo

https://ismaelperezvigil.wordpress.com

 5 min


Jesús Elorza G.

Tremendo revuelo causó en el sector deportivo, el Informe de la Memoria y Cuenta del Comité Olímpico Venezolano (COV). Los atletas, entrenadores y dirigentes deportivos que lograron tener acceso al informe comentaban entre si los diferentes aspectos ¨poco claros¨ o insuficientemente explicados que sobresalían en el mismo.

Por ejemplo, señalaba uno de los dirigentes federativos, llama poderosamente la atención que a el COV ingresó un aporte de la organización Panam Sport por el orden de los ciento noventa y siete mil doscientos cincuenta y siete dólares con sesenta y ocho centavos ($. 197.257,68), bajo la referencia 464616, presumiblemente destinados a organizaciones deportivas, y sorpresivamente, se puede observar que solamente se hace mención a la recepción de estos ingresos, pero no se detalla la distribución de estos recursos financieros.

Otro federativo, interviene para apoyar a su compañero y agregar que en el cuadro de los egresos 2020, se señalan inversiones para el mantenimiento, remodelación y construcción de tres (3) obras:

1. Casa Federación monto: cincuenta y nueve mil seiscientos cincuenta y dos dólares con quince centavos ($ 59.652,15).

2. Villa Olímpica monto: veintiséis mil novecientos ochenta y uno dólares con cuarenta centavos ($. 26.981,40).

3. Comité Olímpico Venezolano monto: treinta y tres mil setecientos cuarenta y tres dólares con ochenta y nueve centavos ($. 33.743,89).

Pero, de estas obras no se puede constatar quienes las ejecutaron, ni la memoria descriptiva de las mismas, no se evidencia el cronograma de ejecución ni la memoria fotográfica de la ejecución. Por la envergadura de esta inversión se debería dejar constancia del alcance e impacto, así como la o las empresas que realizaron o ejecutaron estas obras.

Un atleta, mostrando su malestar, señala con los documentos en la mano que, en los gastos destinados a la búsqueda de “resultados superiores” y actualización técnica de los atletas, se destinaron solamente 5.500.000 bolívares y a los dirigentes olímpicos les asignaron nada más y nada menos que 10.886.117.287,31 bolívares por concepto de Dietas por Reuniones¨ que yo prefiero llamar ¨Bozal de Arepas¨ para comprar silencios cómplices.

Un entrenador, se mostró solidario con lo dicho por el atleta y agregó que en los Gastos por Proyectos, el COV destinó Bs 2 mil 277 millones a Becas que contrasta con lo invertido en la fiesta anual de la Gala Olímpica, mercadería y promoción que asciende a más de 11 mil millones. El Ideal Olímpico de esos dirigentes es una rumba a todo dar, el atleta es un tema de poca importancia. Al Programa de Entrenadores, señalan que le aportaron 99 mil novecientos sesenta y nueve dólares, pero el informe no evidencia en forma discriminada la identificación de cada técnico que fue beneficiado con ese dinero, terminó diciendo el entrenador.

No dejen por fuera que en el 2020 destinaron 75.228 dólares para ayudas a atletas, pero en su concepto de “pantallerismo y lujo” le metieron 124.177 dólares a remodelación, mobiliario y mantenimiento a la sede del COV. Para estos dirigentes olímpicos lo importante no somos nosotros sino una sede dorada, dijo un atleta.

Muy serio tomó la palabra un dirigente federativo para señalar, que uno de los aspectos de mayor gravedad contenido en el referido Balance de Tesorería 2020, es lo relacionado con lo que podríamos llamar ¨NEPOTISMO OLIMPICO¨. Ya que se pudo observar en los estados de cuenta suministrado, la erogación de pagos a personas con vinculaciones de afinidad y consanguinidad con el presidente del COV, en flagrante violación de lo estatuido en el artículo N.º 25 de los estatutos del Comité Olímpico Venezolano (COV), donde se prohíbe la actuación de personas con vinculo conyugal, de adopción o parentesco dentro del 4to grado de consanguinidad y 2do de afinidad ambos inclusive. Esto se puede evidenciar en las erogaciones siguientes:

1. María Vásquez referencia 383043, monto 3.000 dólares

2. Desirée Karina Vásquez referencia 385406, monto 1.000 dólares

3. María Vásquez referencia 388567, monto 1.000 dólares

4. María Vásquez referencia 398525, monto 1.500 dólares

5. María Vásquez referencia 394153, monto 5.700 dólares

6. Génesis Álvarez referencia 394986, monto 1.020 dólares

7. Desirée Carina Vásquez referencia 417535 monto 8.600 dólares

8. María Vásquez referencia 417771 monto 1.200 dólares

9. Vicente Vásquez referencia 417931 monto 1306,24 dólares

10. Esteban Álvarez referencia 418361 monto 1.300 dólares

11. María Vásquez referencia 418359 monto 6.500 dólares

12. María Vásquez referencia 420830 monto 10.500 dólares

13. Desirée Carina Vásquez referencia 465135 monto 2.049,64

14. María Vásquez referencia 465137 monto 5.100 dólares

15. Desirée Carina Vásquez referencia 465554 monto 2.600 dólares

16. Génesis Álvarez referencia 466046 monto 500 dólares

17. Génesis Álvarez referencia 449391 monto 2.700 dólares

18. Alicia de Vásquez referencia 456410 monto 5.000 dólares

De la erogación marcada con el numeral 18, se da la supuesta descripción de que son recursos destinados para la remodelación de la Casa Federaciones, para la que el monto asignado es superior, por lo que se puede entender, que existen otras erogaciones no reportadas en estos balances.

Toca a la Asamblea de Federaciones, ponerle un punto final a este “Festín de Baltazar” lleno de corrupción y nepotismo dentro del movimiento olímpico venezolano, dijo para terminar el dirigente deportivo, provocando una generalizada manifestación de apoyo solidario de atletas, entrenadores y federativos en todo el país.

 3 min


Fernando Mires

Cuando el presidente Luis Arce ganó sin apelaciones las elecciones en Bolivia, surgieron esperanzas relativas a que la tensión política iba a bajar en ese país. Tensión surgida desde el momento en que los partidos de oposición, las instituciones del estado, la OEA y gran parte de la comunidad internacional, certificaran las irregularidades cometidas por los partidarios del hasta entonces presidente Evo Morales, durante la primera vuelta electoral (octubre, 2019)

No obstante, el gobierno interino que correspondió ejercer a Jeanine Áñez en representación del Senado, lejos de contribuir a bajar la tensión, la incrementó. La actitud del gobierno de Áñez fue revanchista, estando muy lejos de asumir el rol de mediador entre fuerzas políticas antagónicas. Todo lo contrario, desde el momento en que la presidenta Áñez asumió su gobierno, pero sobre todo cuando tuvo la - hoy lo sabemos - infeliz idea – de postularse a la presidencia, no hizo más que ensanchar la grieta cívica del país. En cierta medida podría decirse que Áñez ha cosechado de su propia siembra. No solo tensó a la política, convirtiendo a Evo Morales en una víctima, sino además, colaboró a fraccionar aún más a la de por sí dividida oposición boliviana.

El fraccionamiento opositor, el profundo arraigo del MAS entre los sectores populares, y el buen cometido cumplido por Arce como ministro de economía durante la presidencia de Morales, fueron razones que explican su sólido triunfo electoral. Tan sólido que incluso llegó a estar en condiciones de dividir aún más a la oposición, separando a sus sectores democráticos de los más extremistas. Pero por razones difíciles de entender, Arce optó por seguir la vía contraria. En lugar de encabezar un gobierno de reconciliación nacional, decidió utilizar todo el peso del aparato judicial en contra de la persona de la ex presidenta, hoy acusada de terrorismo, sedición y conspiración (¡!).

Desde el punto de vista político, un acto de estupidez. Lo único que ha conseguido el gobierno fue unificar a la oposición en defensa de la figura de Áñez, algo que nunca podría haber logrado por si sola la ex-presidenta. Sin embargo, desde el punto de vista institucional el problema fue más grave: el gobierno Arce ha dado una muestra, una más, de esa profunda incultura política de la cual la de Bolivia es solo una expresión de la que caracteriza a la gran mayoría de los países latinoamericanos.

A casi nadie escapa que la intención abierta del evismo -hay que diferenciar aquí el concepto de evismo del de masismo – ha sido la de reivindicar para sí el relato histórico de los acontecimientos ocurridos en Bolivia desde 2019. De acuerdo al relato evista, Morales fue destituido por un golpe de estado. Para la oposición, en cambio, no hubo golpe sino un abierto fraude ante el cual el ejército no quiso ponerse al servicio de Morales y reprimir sangrientamente a una sublevación. Para los evistas, Áñez fue una presidenta golpista. Para la oposición, una presidenta constitucional. La prisión de Áñez cabe en el primer relato, y visto así, la figura de Áñez pasa a ser la de una víctima propiciatoria destinada a justificar ese relato. Relato que, dicho de paso, favorece mucho más al evismo de Morales que al masismo de Arce.

Si bien hemos sostenido que la no-intervención de un ejército no puede ser considerada un golpe de estado, ni desde el punto de vista jurídico ni del político – quienes hemos vivido golpes de estado sabemos de lo que hablamos – la verdad del relato boliviano deberá ser dirimida por la historiografía nacional y no mediante un golpe jurídico a la oposición establecida, representada en la persona de Áñez

Un caso que no es el primero ni tampoco será el último. En Perú por ejemplo, cursa el chiste de que si alguien quiere ser acosado, sometido a escarmiento y terminar en la cárcel, debe postularse a presidente de la república. La cifra de presidentes enjuiciados y condenados ha llegado allí a ser muy alta. Ni siquiera el trágico suicidio de Alán García (abril 2019) sirvió para frenar la seguidilla de vendettas que ha signado a la vida política de ese país.

El caso Arce hace recordar, entre otros, al de Vilma Rousseff en Brasil, quien no solo fue juzgada sino – valga la expresión – ajusticiada moralmente por el senado y otras instituciones. También hay que computar el del ex presidente Uribe acusado de corrupción (octubre 2020) y al final liberado de todo cargo. No por último, Cristina Fernández quien no exenta de delitos ha concentrado en contra de sí un odio que va más allá de la aversión ideológica, tiene muchas cuentas pendientes con la justicia. Vilma, Cristina y Alvaro: Tres ex-presidentes muy distintos entre sí, sentados en el sillón de los acusados.

Interesante es constatar que en los tres casos mencionados los acusados han logrado incrementar la adhesión en torno de ellos. A través de Vilma se quiso enjuiciar al lulismo y el lulismo está de regreso en Brasil. Uribe mantiene liderazgo sobre sus seguidores. Y la viuda de Kirchner es hoy la vice de Fernández. Con el mismo odio, el correísmo ecuatoriano acusará al “traidor” Lenin Moreno y probablemente lo convertirán de nuevo en líder. Es que no aprenden.

Naturalmente, los presidentes son personas que durante y después del ejercicio de su cargo deben ser sometidos a la misma justicia que impera en toda la ciudadanía. De hecho los presidentes no son más que empleados públicos a quienes elegimos para que cumplan una función durante un periodo determinado a cambio de un salario deducido de nuestros impuestos. Usar ese cargo para cometer actos ilícitos debe ser penado de acuerdo a la letra constitucional, ya sea aquí o en la quebrada del ají. Lo vimos recientemente con Sarkozy en Francia, quien usó la presidencia como un medio orientado a aumentar su patrimonio personal y por lo mismo ha sido condenado a tres años de prisión.

Por cierto, la furia oposicionista dista de ser un patrimonio latinoamericano. En momentos como los que atravesamos, caracterizados en diversas naciones por la disolución de la democracia de clases y su re-transformación en democracia de masas, los movimientos extremistas y populistas, en todas sus expresiones, constituyen la normalidad y no la regla.

Como es sabido, en las movilizaciones de clases predominan los intereses por sobre las pasiones. No así en las movilizaciones de masas, donde las pasiones desatadas marcan el compás. No obstante, hay particularidades específicamente latinoamericanas. Una de ellas es que la democracia de masas en Latinoamérica no ha sido una fase sino más bien una constante histórica.

En segundo lugar, a diferencia de la mayoría de los países europeos, la estructuras políticas de muchos países latinoamericanos carecen de una significativa centralidad política. La política así configurada, tiende a la polaridad, hacia los extremos. De ahí que la máxima europea que dice, “en una democracia la mayoría de los partidos deben ser coalicionables entre sí”, no se cumple casi nunca en suelos latinoamericanos. Para decirlo en síntesis: mientras en Europa los gobiernos intentan derrotar a la oposición, en diversos países latinoamericanos intentan destruirla. El gran problema es que a veces lo logran.

El recién elegido Arce no ha esperado mucho tiempo para declarar la guerra anti-política a la oposición, del mismo modo que en el breve gobierno de transición de Áñez, la oposición convertida en gobierno declaró la guerra política al evismo. Problema que se agudiza si tomamos en cuenta que la destrucción del enemigo político termina siendo un acto, no de justicia, sino de ajusticiamiento. La política, bajo esas condiciones, deja de ser la continuación de la guerra por otros medios y pasa a ser simplemente, parafraseando a Clausevitz, la continuación de la guerra con los mismos medios.

En un espacio donde impera la lógica de la destrucción del adversario, la oposición suele responder de modo similar a los gobiernos, facilitando el crecimiento de las posiciones más extremas en su interior. Como suele decirse en algunos países latinoamericanos, “aquí solo se impone el más gritón”.

Triste será decirlo: debajo de las fachadas democráticas, la política latinoamericana se encuentra todavía en su fase más salvaje. Allí los partidos políticos luchan, no por imponer principios, ideales, ideologías o programas, sino por su pura y simple sobrevivencia. El objetivo principal es destruir al otro antes de que el otro me destruya a mí. Hay países en los que la lucha política semeja a la de una hidra de dos cabezas.

La hidra de dos cabezas puede ser vista como una versión latinoamericana de la hidra de Lerna. Según la mitología griega, la del lago Lerna era una hidra policéfala. Pero de acuerdo a la naciente mitología política latinoamericana, es bicéfala. A la hidra de los griegos, por cada cabeza que le cortaban, nacían tres. La hidra latinoamericana en cambio mantiene sus dos cabezas. Una es la del gobierno. Otra la de la oposición. Dos cabezas que se muerden entre sí, creyendo cada una ser la cabeza de un cuerpo diferente.

Un gobierno como el de Bolivia podría llegar a ser también una hidra de dos cabezas. Un gobierno que al intentar destruir a la oposición termina destruyendo a la política y en consecuencia, destruyéndose a sí mismo como gobierno político.

Venezuela por ejemplo, ya es una hidra de dos cabezas. Una es la de un gobierno cuyo objetivo fundamental es eliminar a la oposición y la otra de una oposición cuyo objetivo fundamental es tumbar al gobierno. Una cabeza que se dice revolucionaria y solo ha sabido destruir los tejidos sociales y económicos de la nación. Otra cabeza que se dice insurreccional, entregada a delirantes fantasías abstencionistas e invasionistas, solo ha sabido destruir los tejidos políticos de la misma nación. Ni una cabeza ni la otra tienen los medios para realizar sus objetivos. Y como solo saben morderse entre sí, las dos son cada día más pequeñas. Según Datanálisis, la aprobación de los “líderes” (las comillas valen) no pasa del 12 por ciento. Ni sumándolos representan al espectro social de la nación. De más esta decirlo: esas dos cabezas reducidas son las de un enorme cuerpo agónico que al ser privado de sus funciones políticas, ya no puede ni sabe pensarse a sí mismo. Ese cuerpo es el pueblo venezolano.

Venezuela ha llegado a ser la metáfora de la desintegración política de un país. Bolivia, gracias al destructivismo político apoderado de la nación, está a punto de recorrer el mismo camino.

18 de marzo 2021

Polis`

https://polisfmires.blogspot.com/2021/03/fernando-mires-la-hidra-de-dos-...

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Andrés Oppenheimer

El presidente Joe Biden merece un aplauso por sus primeras medidas sobre Venezuela. Está explorando formas más efectivas de restaurar la democracia en ese país, y dejando en ridículo las absurdas afirmaciones del ex presidente Donald Trump de que sería un “socialista” que apoyaría a la dictadura de Venezuela.

En primer lugar, Biden está llamando acertadamente al gobernante venezolano Nicolás Maduro un “dictador”. Y Biden no está relajando las sanciones de Estados Unidos contra funcionarios de alto rango del régimen de Maduro iniciadas por el ex presidente Barack Obama en 2014 y ampliadas durante el mandato de Trump.

“Sabemos que la raíz de gran parte de la miseria y el sufrimiento del pueblo de Venezuela radica en un solo individuo, y hemos dejado muy claro que Nicolás Maduro es un dictador”, dijo un portavoz del Departamento de Estado el 8 de marzo de 2021.

En segundo lugar, Biden sigue reconociendo a Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional electa democráticamente en 2015, como el “presidente interino” de Venezuela.

El Secretario de Estado Anthony J. Blinken tuvo una conversación telefónica de casi 45 minutos con Guaidó el 2 de marzo, que originalmente estaba programada para durar solo 10 minutos, me dijeron personas cercanas a la conversación. Ambos acordaron “aumentar la presión multilateral y presionar por una transición democrática pacífica”, dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, después de la llamada.

En tercer lugar, Biden anunció el 8 de marzo que otorgará Estatus de Protección Temporal (TPS) y permisos de trabajo a hasta 320,000 venezolanos exiliados en Estados Unidos, algo que Trump no había hecho en sus cuatro años en el cargo.

“Esto muestra la solidaridad del presidente Biden con nosotros”, me dijo el embajador de Guaidó en Estados Unidos, Carlos Vecchio, refiriéndose al TPS para venezolanos. “Ayudará a la diáspora venezolana en Estados Unidos a tener más poder político para buscar cambios políticos en Venezuela”.

Los funcionarios del gobierno de Biden dicen que no descartan flexibilizar algunas sanciones a Venezuela si la dictadura de Maduro toma medidas para permitir elecciones libres, pero que aún no hay señales de que eso suceda.

Mientras tanto, en círculos diplomáticos de Washington DC se está analizando la creación de una nueva coalición internacional para la crisis de Venezuela que algunos llaman G-8, o Grupo de los 8. La nueva coalición estaría formada por ocho democracias: Estados Unidos, Canadá, Brasil, Colombia, Alemania, Francia, Reino Unido y Holanda.

Vecchio, quien apoya la creación de un G-8 para Venezuela, me dijo que “este es un grupo de democracias que podrían usar su poder económico, político y diplomático, así como las sanciones, para forzar un cambio político” en Venezuela.

Solo una coalición de tan alto nivel podría también ejercer presión sobre los principales aliados de Maduro, como China, Rusia y Cuba, agregó Vecchio.

Ya existen varias coaliciones multilaterales sobre Venezuela, pero están fragmentadas y no han logrado mucho. A diferencia del propuesto G-8, ninguna de las principales coaliciones incluye a Estados Unidos, y la mayoría de ellas no han aplicado sanciones fuertes contra la dictadura venezolana.

El Grupo de Lima, compuesto por países latinoamericanos, perdió gran parte de su influencia en los últimos años después de la elección de líderes populistas de izquierda en México y Argentina. El Grupo de Contacto Internacional sobre Venezuela, liderado por Europa, tampoco ha logrado mucho.

El propuesto G-8 sería la primera coalición liderada por Estados Unidos y, por lo tanto, tendría mucha más influencia que las actuales, dicen los partidarios de la idea. Una coalición diplomática multinacional liderada por Estados Unidos habría sido impensable bajo Trump, porque el ex presidente había insultado a los líderes europeos y alienado a aliados clave de Estados Unidos.

En resumen, hasta ahora Biden está haciendo lo correcto sobre Venezuela. Ahora, debería aprovechar su mayor prestigio internacional para avanzar con la idea de un G-8, o algo parecido. De lo contrario, el desastre humanitario de Venezuela seguirá empeorando y millones más de venezolanos huirán al extranjero.

10 de marzo 2021

El Nuevo Herald

https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/opin-col-blogs/andres-oppenheim...

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