Pasar al contenido principal

Opinión

​José E. Rodríguez Rojas

Luis Pedro España, uno de los investigadores de la ENCOVI 2019-2020 afirmó, en el momento de la presentación de los resultados del estudio, que los indicadores de pobreza mostrados por el mismo no eran propios de Venezuela sino de un país africano. Como consecuencia de estos resultados algunos analistas han hablado de la “africanización de Venezuela”, pero tal afirmación no toma en cuenta que la situación económica y social de los países africanos ha mejorado y no guarda similitud con el colapso económico y la crisis humanitaria que atraviesa nuestro país.

Zimbabue fue gobernado durante muchos años por un dictador senil, Robert Mugabe, quien mantuvo políticas similares a las del Socialismo del Siglo XXI impulsadas por el chavismo. Ello condujo a una situación de hiperinflación muy similar a la que atravesamos desde finales del 2017. Según un artículo de la revista The Economist, de inicios del 2016, el senil dictador decidió dolarizar la economía lo cual permitió controlar la hiperinflación e impulsar la economía del desventurado país africano. Ello, según la revista mencionada colocó a Zimbabue, a inicios del 2016, en una situación económica mejor que la de Venezuela, cuyo gobierno no tomó ninguna medida para enfrentar el flagelo inflacionario, el cual se agravó de finales del 2017 en adelante, agudizando el proceso de empobrecimiento que ha caracterizado a nuestro país en los últimos años.

Sudáfrica, el país de Nelson Mandela, posee una economía diversificada la cual fue muy afectada por las sanciones económicas que se aplicaron al país durante la época del apartheid, pero una vez que éste finalizó y se inició la democracia la situación mejoró progresivamente. Es exportadora de productos minerales y agrícolas. Posee además una actividad turística importante y es el país más industrializado de África. Sus niveles de industrialización y lo diversificado de su economía la colocaron como la economía de mayor tamaño del continente africano, pero en años recientes fue desplazada por Nigeria. Su producto interno bruto rondó los 420 mil millones de dólares en el 2012 para descender a 351 mil millones de dólares en el 2019, lo cual es cinco veces el PIB de Venezuela, a pesar de tener una población ligeramente mayor a la de nuestro país. La inflación anual oscila entre 2 y 3% anual. Los gobiernos democráticos que sucedieron al apartheid emprendieron una política social de apoyo a los más vulnerables, constituidos en su mayoría por la población de raza negra. Gracias a ello su tasa de pobreza disminuyó y se ubicó, en el 2015, en 18,8 %, según el Banco Mundial, muy lejos de la desorbitada tasa de 96,5% de Venezuela.

Nigeria fue un Estado fallido hace varios años, sin embargo las elites gobernantes han tomado decisiones que han posibilitado un resurgimiento de la economía. En primer lugar el gobierno del país africano renegoció su deuda con el Club de Paris. También emprendió reformas que moderaron la inflación, la cual en el año 2019 se ubicó en 11%, que es una cifra elevada pero muy lejos de la hiperinflación que atenaza a la economía venezolana. La pobreza afecta a la mitad de la población, según el Banco Mundial, es una cifra elevada pero muy por debajo de la pobreza de nuestro país estimada en 96% por ENCOVI. La producción petrolera nigeriana está en manos de compañías transnacionales. Las elites nigerianas han tenido el cuidado de mantener la misma en manos del capital extranjero, lo cual les ha permitido acceso a capital y tecnología. Las compañías han incrementado el nivel de producción, el cual asciende a 2 millones de barriles diarios. También son exportadores de cacao y películas. La dimensión de la economía nigeriana, medida por el PIB, ha crecido a tal nivel que ha desplazado a Sudáfrica como la mayor economía del continente africano. Mientras las elites nigerianas han tomado decisiones que han impulsado la economía e incrementado el tamaño de la misma, la inacción del régimen venezolano ha provocado un colapso económico que ha disminuido el tamaño de la economía venezolana, hasta representar una cuarta parte del que tenía cuando comenzó el gobierno de Maduro.

Hablar de la “africanización de Venezuela” ante esta realidad no es muy acertado, pues las naciones africanas han tomado decisiones en política económica y social que las han hecho avanzar, alejándolas del caos económico que atenaza a Venezuela en la actualidad.

Profesor UCV

 3 min


Jesús Elorza G.

Para el proceso electoral de la Federación Venezolana de Fútbol (FVF), periodo 2017-2021, Laureano González presentó un "Team Work", que según sus palabras, era un trabuco que iba a garantizar la presencia de nuestro país en el próximo mundial. En el equipo directivo incluyo en las vicepresidencias a uno apoyado por el Ministro de Educación y el Presidente del Comité Olímpico, el segundo a bordo era el Ministro del Deporte y un tercero era un General de Brigada del Ejercito ..... ¡que mas queréis!, les decía a sus amigos, con este "Line up" tengo garantizado el visto bueno de ejecutivo nacional y aseguro los presupuestos.

El trabuco de Laureano, en su primer año de gestión funciono a las mil maravillas. Pero con la caída de los precios del petróleo, las sanciones internacionales contra el régimen la ilusión se vino a pique: Pdvsa cortó el aporte de dinero a la federación y los dejó “colgados de la brocha” con una deuda de mas de 8 millones de dólares.

Además, salieron a flote por un lado las ansias de poder del Primer Vicepresidente, quien confrontaba a diario la gestión de Laureano, y por el otro el Ministro del Deporte, Segundo Vicepresidente, sintiéndose guapo y apoyado, solamente centraba su actividad en la promoción de su persona para la Presidencia del Comité Olímpico.

Las contradicciones y confrontaciones iban en escalada y el mundo del fútbol fue sorprendido el 6 de enero 2020 con el anuncio de la renuncia de Laureano "por motivos de salud", que se hizo efectiva el 11 de marzo.

La renuncia en cuestión, permitió que Berardinelli en su condición de Primer Vicepresidente pasara a ocupar la Presidencia de la FVF, haciendo realidad su sueño personal. El Ministro de Educación, Aristóbulo Isturiz, se frotaba las manos por el logro alcanzado: no pudimos joder a Esquivel en el 2006 para tener el control absoluto de la Copa América pero ahora si lo logramos. El presidente del Comité Olímpico “brincaba en una pata” de la alegría y manifestaba a sus seguidores que con este paso aseguraba su reelección en el comité por que Berardinelli le pondría freno al Ministro del Deporte, Pedro Infante.

A partir de ese momento, los hechos se desencadenaron a la velocidad de la luz: en primer lugar, sintiéndose seguro de su poder, Berardinelli convocó en el mes de marzo a una asamblea de la federación, con el objetivo de modificar los estatutos, incorporando un artículo especial que "Prohibía la elección de funcionarios de gobierno para cargos directivos" lo cual en la práctica y para las próximas elecciones en el 2021, dejaba por fuera al Ministro del Deporte y al General de Brigada.

Con lo sucedido en la reunión de la CONMEBOL, donde no dejaron participar a Berardinelli por no haber aprobado el examen de idoneidad, dado que no cumplía con las exigencias de la FIFA y la Conmebol, al tener antecedentes penales en el territorio venezolano y además haberlos ocultado, acciones van contra el reglamento de gobernanza de los entes del fútbol organizado

Esto abrió las compuertas para que los afectados por la nueva medida estatutaria pasaran a la ofensiva utilizando las armas del régimen: sacaron a la luz pública los trapos sucios de Berardinelli, dando a conocer la sentencia del Tribunal Primero de Juicio, del Circuito Judicial Penal del Estado Yaracuy, que en 2007 lo condenó a prisión de dos años, cuatro meses y quince días, por ser el autor responsable del delito de: USO Y APROVECHAMIENTO DE ACTOS FALSOS, Artículo 320 en concordancia con el Artículo 323 del Código Penal vigente.

Acto seguido, en cuestión de minutos, la Contraloría de Venezuela ordenó congelar las cuentas bancarias de Berardinelli, por presuntas irregularidades administrativas en el manejo de recursos estatales concedidos a la FVF, como medida precautelativa, a objeto de impedir que el sujeto de marras continúe cometiendo ilícitos con el Patrimonio de la Federación. Posteriormente, Berardinelli es detenido en el estado Yaracuy y trasladado a Caracas.

El Ministro del Deporte celebra con sus allegados la detención de Berardinelli y el casi seguro ascenso de su persona a la Presidencia de la FVF, empatando el récord totalitario de Eduardo Álvarez, al ser ministro, presidente del IND y ahora de la FVF. “Ahora voy con todos los hierros por el COV” expresaba en cada brindis que hacía.

Berardinelli, quemaba sus últimos cartuchos, alegando haber sufrido un sincope o que tenía el coronavirus para evitar que lo llevaran a la cárcel. Además, dirigió una correspondencia a la FIFA considerándose "un perseguido político del régimen intervencionista y violador de la autonomía federativa" ¡qué te parece cholito!

En este juego sucio, Venezuela corre el riesgo de ser desafiliada o suspendida por la FIFA, mientras los egos de los actores disfrutan al querer mantenerse en el poder, unos y otros, buscando alcanzar las mieles olímpicas. Ambas partes representan por igual a un estado general de corrupción putrefacta, en donde el deporte no tiene cabida alguna y lo que importa es los negocios que giran alrededor de la federación.

 3 min


Trino Márquez

Pareciera existir una relación directamente proporcional entre la lejanía y el grado de extremismo de las posiciones. Mientras más alejadas de Venezuela se encuentran algunas personas, más extremistas se muestran. Da la impresión de que se desayunan con alacranes y almuerzan con una mapanare. Lo peor es que entre algunos profesionales de la política ocurre igual. No son capaces de colarse por los intersticios dejados por el gobierno en su afán de sobrevivir en el cuadro tan adverso que enfrenta.

El G-4, en vez de poner ciertas condiciones razonables para conversar y negociar tal cual sugiere la delegación de Noruega, país que no descansa en su afán de lograr un acuerdo inteligente entre el gobierno y la oposición, inmediatamente descarta cualquier posibilidad, señalando que el diálogo quedó cancelado una vez Nicolás Maduro, en agosto de 2019, decidió levantarse de la mesa de conversaciones, cuando acusó a Juan Guaidó y al resto de la oposición de apoyar las duras sanciones aplicadas por el gobierno de Donald Trump. Maduro adoptó esa postura radical porque sabía que el proceso de diálogo marchaba hacia un acuerdo inevitable: la convocatoria a elecciones libres con supervisión internacional. Este evento marcaría el fin de su mandato y el de la era chavista-madurista. Sería suicidarse en primavera. No quiso asumir ese costo.

Ahora también aspira a seguir engrapado al poder, pero la situación de su gobierno es peor que hace un año.El punto fundamental donde se apoya Maduro es la fuerza represiva y coercitiva de su régimen. El consenso que todo sistema, por más autoritario que sea, trata de construir, se ha reducido a su mínima expresión. Las sanciones económicas, el derrumbe de la producción y los ingresos petroleros, el retroceso de la actividad económica en medio de la pandemia de la Covid-19 y la imposibilidad de recibir un auxilio sustantivo de sus aliados políticos en el plano internacional, lo han llevado a buscar reducir las aristas más filosas de su nefasto gobierno.Por eso invita a los noruegos. El único ente autorizado a permitir la entrada al espacio aéreo nacional es el Gobierno. Resulta obvio que sin el beneplácito de Maduro, el avión que trajo a esa delegación no habría podido ingresar a Venezuela.

La reacción tan desafortunada del G-4 la explico por dos razones. La primera es la precariedad, casi inexistencia, de partidos políticos; estos carecen de direcciones nacionales en las cuales se evalúen con serenidad y profundidad los distintos aspectos de un proceso. En segundo lugar, la excesiva dependencia de las organizaciones políticas internas con respecto de los líderes que se encuentran en el exilio o alojados en embajadas. Tal parece ser el caso de Primero Justicia y Voluntad Popular, cuyas direcciones domésticas no parecen tener el nivel de autonomía y poder que les permitan tomar decisiones importantes de forma autónoma. Las directrices son trazadas por figuras demasiado alejadas del acontecer diarioe influidas por factores externos que distorsionan la realidad interna.

El diálogo y la negociación sólo pueden rechazarse cuando uno de los factores en conflicto –sea ejército nacional, partido o grupo- posee tal fortaleza, que el acercamiento al adversario puede interpretarse como un signo inconveniente de debilidad. Ese no es el caso de Venezuela. La oposición se encuentra en extremo disminuida: con partidos raquíticos y organizaciones civiles –sindicatos, gremios, asociaciones y federaciones estudiantiles- menguadas. Por el lado del gobiernoocurre otro tanto: el PSUV se transformó en una maquinaria burocrática alejada de la gente. El baluarte del régimen reside en la creciente capacidad represiva que ha levantado. La maquinaria represiva constituida por fuerzas formales -FANB, FAES, Dgcim, PNB- e informales –los colectivos y grupos irregularescomo las FARC y el ELN, especialmente al sur del país-, representan su mayor fortaleza.

Sin embargo, Maduro y su círculo íntimo saben que, como le gustaba decir a Napoleón, los fusiles sirven para todo, menos para sentarse en ellos. La capacidad de coerción es útil para mantener sometida a una sociedad y sembrar terror, pero no para consolidar el liderazgo, ni disfrutar indefinidamente del poder. Por esa razón tratar de negociar. Allí existe una debilidad que la oposición debería cultivar aprovechando al máximo las pocas fortalezas que posee. La más importante: el apoyo internacional, donde Noruega es una pieza importante.

@trinomarquezc

 3 min


Maxim Ross

Voy a comenzar con una aseveración que, quizás moleste a muchos, en especial a aquellos que han trabajado seriamente el tema y también a los que han puesto en practica su experimento, unos con gran éxito, otros con lo contrario, porque es que la palabra privatizar o la privatización han causado tantos enconos y tantos adherentes que no estoy seguro nos convenga seguirla utilizando, sobre todo si queremos avanzar en que el negocio petrolero en su plenitud nos sea devuelto a nosotros sus propietarios, los venezolanos.

Cada vez que usamos el termino privatizar, no solo sus enemigos lo descalifican con tanta firmeza que terminan convenciendo a la gran mayoría de sus desventajas, sino que nosotros también contribuimos con su descalificación porque, cada vez, que se pone en practica aparece un gran capital tomando posesión de la propiedad estatizada, sea este nacional o extranjero. La gente común, fácilmente engañada por la propaganda politica, termina sintiendo que ha sido estafada o, inclusive, creyendo que le han “robado” lo que era suyo, cuando nunca lo fue.

Sugiero, entonces, iniciar dos planos de acción. En primer lugar, cambiar el concepto de “privatizar” por el de nacionalizar porque, en realidad no estamos frente a un tema tecnocrático, de carácter financiero o de defensa de la propiedad privada, ambos desde luego en su estricto sentido en la dirección correcta, sino porque creo que estamos frente a un tema de carácter político. Si queremos lograr el objetivo de que nuestra principal industria pase a manos de los venezolanos, quienes somos sus verdaderos dueños, tenemos que pensarlo y focalizarlo en ese sentido, terreno en el cual lo han logrado contaminar sus adversarios.

Nacionalizar, hay que aclararlo enfáticamente, no es estatizar, como realmente se hizo en nuestro caso, cuando las sucursales de las petroleras internacionales y las pocas empresas venezolanas pasaron a manos del Estado, con el falso e intencionalmente incorrecto nombre de nacionalizarlas. Eso lo sabemos y lo sabe todo el mundo, pero donde hay que poner la mira es en decirles y demostrarle a todos cuán lejos estuvo y está su principal industria de su poder de decisión. Nada de lo que se hace dentro de ella está al alcance y en manos de la gran mayoría de venezolanos.

Por otro lado, el tema no puede confundirse con los momentos en que fue bien manejada, porque si bien hubo una etapa en la que fue muy bien conducida por manos expertas, ello no es una excusa para exigir que sea real y efectivamente nacionalizada y lograr la plena participación de los venezolanos en su manejo, orientación y dirección. Mas todavía ahora, cuando PDVSA exhibe el peor resultado en toda su historia, siendo que es exclusivamente dirigida por quienes tienen el control del poder político, se han adueñado del Estado venezolano y toman decisiones dentro de un privilegiado y cerrado circulo político-militar.

En segundo lugar, sugiero al mundo político iniciar una campaña en un terreno práctico, utilizando todos los expedientes de propaganda para ilustrar a los venezolanos sobre la diferencia entre estatizar y nacionalizar, probablemente usando una batería de instrumentos que van, desde las experiencias internacionales en el manejo de la industria, con una amplia participación de la sociedad civil, de los ciudadanos, de sus verdaderos dueños los “nacionales”, hasta la explicación de las ventajas que tendría su nacionalización. Por ejemplo, con la difusión de los beneficios económicos directos que comenzaría a recibir cada uno de los venezolanos, comenzando con la entrega de un titulo de propiedad, de una acción de PDVSA con nombre y apellido y con el valor en dólares o euros que corresponda.

Luego, comenzar a difundir los derechos que otorga esa posesión en distintos frentes, como en la participación de las ganancias, seguros personales o colectivos, reducción de impuestos, capacidad para convertir esos activos en préstamos o en garantías para fines de desarrollo familiar, en especial para la educación de los hijos. Finalmente, y quizás lo mas importante idear el método, claro y transparente, para que cada quien se sienta representado en la Asamblea de Accionistas y en sus órganos directivos.

Con ello, vuelvo al punto, mientras sigamos encerrados en la tesis de privatizar y el lenguaje se centre en sus ventajas financieras, en la eficacia de las instituciones a privatizar tendremos parte de la batalla perdida. Solo cuando enfrentemos de que se trata de un muy relevante y álgido tema político, quizás, digo quizás, podamos avanzar en ese salto cualitativo que sí que cambiaría el ordenamiento público y político venezolano, quitándole esa herramienta de poder a quienes la han mantenido hasta ahora. Cuando logremos eso, entonces, si que podremos hablar de una democracia efectiva y vigilante en Venezuela.

Consciente estoy de si esta es o no la oportunidad de hacer este llamado, por esa voz que se corre hoy de que ya no somos, ni seremos un país petrolero, por un lado, por las limitaciones que impone actualmente el mercado internacional y, por el otro, por lo que implica reconstruir nuestra devastada industria, pero como alguien dijo: “Llueve y escampa” y nada dice que este mundo de hoy será así para siempre. En todo caso, allí están unas reservas que están esperando una nueva oportunidad de ser explotadas, solo que ahora debemos hacerlo aprendiendo de las lecciones que nos han llevado hasta aquí.

De todas ellas, de cómo adueñarnos del negocio petrolero ha de ser nuestra máxima conseja.

 4 min


En el reciente foro organizado por el Interamerican Institute for Democracy, dirigentes venezolanos y amigos de otros países expresaron sus apreciaciones sobre las iniciativas necesarias para cesar la usurpación. Resumimos las intervenciones, a las cuales este ciudadano agrega algunos comentarios.

1- Sobre la unidad de la oposición: la mayoría la consideró imprescindible para lograr el objetivo. Los menos piensan que no toda la oposición persigue lo mismo, que incluso algunos se sienten cómodos con una cohabitación y no faltó quien expresara que es imprescindible un cambio de liderazgo.

Comentario: el grado de desconfianza y el desespero por una salida privan sobre el análisis mesurado. Por ello, es recomendable no caer en acusaciones genéricas, sino señalar nombres y apellidos, de los supuestos colaboracionistas, agregando las pruebas correspondientes. Por ejemplo, no todos los que han aceptado ir a elecciones con las condiciones actuales son colaboracionistas, pero sí lo son quienes reconocen a Maduro y promueven votar, como los integrantes de la nanomesa.

Aquellos que predican que hace falta un cambio de liderazgo, con evidente referencia contraria al presidente(e) Guaidó, deberían señalar quién tiene más aceptación en las encuestas y en poder de convocatoria. También indicar si hay algún partido con popularidad importante. La unidad no puede ser para que un grupo de partidos o de dirigentes decida por todos, pero tampoco tiene que haber un consenso total, sino discusiones francas que conduzcan a decisiones para beneficio de la democracia.

2- Sobre el cómo salir de la usurpación: Todos coincidieron en que la naturaleza del régimen es la de una banda criminal que cuenta con apoyo internacional de grupos terroristas y de cuatro o cinco gobiernos no democráticos. Además, que internamente cuenta con apoyo del Alto Mando Militar y del Tribunal Supremo de Justicia de facto. Por ello, supuestamente los venezolanos no podemos poner cese a la usurpación. ¿Aumentar las sanciones? ¿Intervención de una fuerza multilateral? ¿Votar?

Comentarios: las sanciones han surtido un efecto importante, pero no han sido suficientes. Hay que considerar que la gran mayoría de los gobiernos democráticos que reconocen al presidente(e) Guaidó no han aplicado sanciones, a pesar de ciertos compromisos adquiridos. También que en varios casos las sanciones han sido exitosas en lograr el cambio, aunque su acción es lenta. Por lo tanto, esta vía sigue abierta y el esfuerzo de nuestros dirigentes debe dirigirse a lograr que más países las apliquen y que aumenten en intensidad.

Con respecto a la intervención de una fuerza multilateral, cabe preguntar si quienes la proponen conocen los daños que ocasionaría en cuanto a pérdida de vidas y a la propiedad, las cuales ya son muy elevadas. Además, qué efecto tendría sobre la reconciliación de los venezolanos, sobre nuestra Fuerza Armada y sobre la gobernabilidad y estabilidad del futuro gobierno. Quienes insisten en la intervención no quieren entender que ningún gobierno ha estado dispuesto a actuar. Cuando Trump declara que “todas las opciones están sobre la mesa es para intentar incentivar a que nuestra Fuerza Armada intervenga, como debería hacerlo.

Quienes predican de buena fe que es necesario votar deben considerar que: a- Si votamos perderemos el apoyo internacional; b - Si votamos y ganamos, el régimen desconocerá la nueva Asamblea, como hizo con la actual; c-Si votamos y perdemos por las trampas y por la abstención, el régimen se consolidará; d- La abstención en la pantomima electoral del 2018 logró el desconocimiento de Maduro, el reconocimiento a Guaidó como presidente(e) por 58 países y por el Parlamento Europeo, la aplicación de sanciones, la aceptación de Gustavo Tarre como embajador ante la OEA y de otros embajadores, tomar posesión de Citgo y de Monómero Colombo Venezolanos, reconocimiento por el BID y bloqueo de activos del régimen, lo cual no es poca cosa.

3- Más acciones de parte del presidente(e) Guaidó: Otras intervenciones sostuvieron que Guaidó debe designar su equipo de gobierno; que la Asamblea Nacional debe darle más poder para toma de decisiones; necesidad de un nuevo pacto unitario; no sabotear la unidad por debajo de cuerda; las diferencias deben dejarse para después que cese la usurpación; mantener relación estrecha con los dos partidos de Estados Unidos.

Comentario: Si Guaidó designa su Gabinete, todos los ministros van presos o tienen que exiliarse. Un gobierno en el exterior significa tirar la toalla. Además los nombramientos producirían más desunión de la ya existente. Para que haya verdadera unidad debe haber mayor inclusión, sin caer en discusiones eternas y acatar las decisiones. Coincidimos con las otras recomendaciones.

Como (había) en botica:

Excelente el Manifiesto del Consejo Superior de la Democracia Cristiana que rechaza la farsa electoral y el secuestro de Copei, AD, PJ y VP.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

 3 min


Mibelis Acevedo Donís

Primero concéntrense en salir del pozo”. He allí el consejo que Felipe González daba a Ricardo Lagos y sus compañeros de la Concertación, y que un reciente trabajo de Lowenthal y Smilde en “The New York Times” invocaba a santo de la crisis que sacude a la oposición venezolana. Más allá de la anécdota, claro, más allá del foco que algunos han puesto en la “injusta” comparación entre la Venezuela de Maduro y el Chile de Pinochet, importa detenerse en la pedagógica premisa que los autores desgranan. Una oposición estancada, rota, perdida dentro sí misma, sin aparente autonomía, fuerzas ni influencia real, difícilmente podrá impulsar demandas políticas de gran calado. Más que idealismo, en fin, el maximalismo que hoy esgrimen unas huestes enclenques luce más bien como panglossiano extravío.

Lo dicho: recomponerse hacia lo interno asumiendo previamente la debilidad e identificando sin auto-engaños la oportunidad, sería el primer paso de un nuevo ciclo. Apelar al pragmatismo, además, no implica renuncia al objetivo. Todo lo cual lleva a preguntarse: ¿habrá disposición esta vez para aceptar que se está tocando fondo, o la expectativa seguirá atada a la terca percepción de que aún somos lo que alguna vez tuvimos? ¿Divisaremos el escalón, la ocasión de capitalizar algún progreso -aunque sea imperfecto, aunque sea incierto- o seguiremos dragando, haciendo más y más profundo el pozo?

Proclamas como “estamos más fuertes y unidos que nunca”, por ejemplo, hoy no parecen tener cabida. Sería un error creer que las ventajas de 2019 siguen intactas luego de la seguidilla de estrafalarios “asaltos al cielo”; de la embestida del régimen en medio del desconcierto de quienes -a contravía de la prédica de Sun Tzu- atacan “con cólera y con prisas. El peor lastre, el de la ceguera autoimpuesta, impide precisar la propia carencia o captar la marrullería de los comerciantes de espejitos que pululan en uno y otro bando. Peste que como a esos ciegos amargamente descritos por Saramago, los que “viendo, no ven”, mete a los afectados en una caverna de autoindulgencia, inmunes a las críticas y reconsideraciones.

El pozo prevalece, sin embargo. Se hace más hondo y estrecho en la medida en que la realidad pide activo involucramiento de los actores políticos; no entelequias, no meras consignas. En la superficie, una sociedad cada vez más hostigada por la pandemia y la merma generalizada, cada vez menos tocada por la consciencia de responsabilidad sobre el espacio común, no sólo obliga a explorar algún consenso surgido de la emergencia del nos-otros. También la convocatoria a elecciones viciadas –y percibidas por muchos como inútiles, en tanto no garantizan mudanzas drásticas del statu quo– presiona por decisiones que, entre otras cosas, comprometen la supervivencia de la oposición como alternativa política.

Todo anuncia que sectores acoquinados por el clima de opinión, auto-entrampados por la batería argumental que desestimó la participación en 2018 y dio su bendición al interinato; llevados por la idea (¿profecía autocumplida?) de que la vía electoral se agotó en 2015, decidirían abstenerse. Una posibilidad que perturba por muchos motivos. No sólo porque ante la reducción dramática de capacidades, despachar una oportunidad de organización, cohesión y articulación interna se vuelve una crónica de inanidad anunciada. No sólo porque el seguimiento del corsi e ricorsi opositor indica que el aumento de lainfluencia del bloque se relaciona con avances cuantificables en el terreno electoral; y los retrocesos, con el abandono total o parcial de esos cortijos. No sólo porque el interés de países aliados promete diluirse en el trastorno de la pandemia y los reacomodos de la post-pandemia. No sólo porque la desafección cívica que está en la base de la abstención (según reciente sondeo de Datanálisis, la identificación partidista opositora se ubica en 11,7%) delata la desconexión entre liderazgo y ciudadanía e impide capitalizar el descontento. Preocupa además porque la integridad y vigencia delethos democrático en contextos neo-autoritarios también dependen del visible contraste ofrecido por una oposición que, como apuntan Lowenthal y Smilde, debería participar “activamente en los asuntos públicos y la política”.

En ese sentido, y aun al tanto de la distorsión procedimental que encajan las neo-autocracias del siglo XXI, surge la angustia: ¿qué opciones de lucha quedan para la fuerzas democráticas que deciden apartarse de la arena institucional? ¿A qué grado de influencia pueden aspirar en procesos de cambio si, mudas o ausentes, no logran hacer sentir su peso en zonas de conflicto asociadas a las elecciones, a la gestión local, al parlamento, a los medios de comunicación?

Las alternativas no abundan. Precisamente, en atención a ese riesgo de auto-anulación es que oposiciones democráticas en otras latitudes, en lugar de tullirse señalando la ilegitimidad del régimen eligieron sudar en el terreno de juego y bajo las reglas que este imponía, con la esperanza de cuestionarlo, de debilitar sus bases de apoyo; de derrotarlo, incluso. Es el caso de Chile (1988), de Brasil (1985), Polonia (1989) o Ghana (2000). Pero también es un desafío en pleno desarrollo en países africanos como Kenia, Togo, Tanzania, Burundi o Guinea, por ejemplo, donde elecciones en medio de turbulentos procesos de autocratización/regeneración democrática y los perennes dilemas estratégicos que plantean, forman parte del actual paisaje político.

Primero concéntrense en salir del pozo, luego intenten ampliar su influencia, paso a paso. La serena exhortación que en 1986 el presidente español hacía al futuro presidente chileno, reverdece a la luz de los trajines de quienes enfrentan estas escurridizas, elásticas, fulleras autocracias modernas. Vale la pena atenderlo, sin duda. Nos consta que uno de los verdugos del ímpetu democrático es el obstinado apego por los oficios suicidas.

@Mibelis

 4 min


EL TIEMPO

En los últimos meses, alias “Ariel” ha empezado a cobrar relevancia en las investigaciones que agencias del Estado vienen adelantando en torno a las actividades del ELN.

Desmovilizados de esa guerrilla e informantes lo identifican como Jaime Galvis Rivera y aseguran que ha empezado a acumular tanto poder que alias “Pablito” –el más beligerante miembro de la cúpula de esa guerrilla– sigue sus órdenes.

“Ariel” lleva varios años viviendo en el estado Apure. En una zona rural de El Nula hizo una finca llamada La Chiricoca, en donde tiene al menos tres anillos de seguridad y esquemas de protección”, dice un informe de inteligencia.

“Poder oculto” del ELN

Y allí se asegura que el poder económico, militar y político que este guerrillero ha consolidado en la frontera binacional lo han llevado a convertirse en el “poder oculto” del ELN.

EL TIEMPO reveló su identidad en enero de 2019, cuando se confirmó que junto a “Pablito” había diseñado el atentado terrorista que cobró la vida de 19 cadetes de la General Santander, en Bogotá.

Ahora se sabe que ha venido acumulando poder, ante la postura menos beligerante y más política que han adoptado miembros del llamado Comando Central (Coce) que permanecen en La Habana y que Colombia pide en extradición.

“Es el único integrante del Coce que ha intentado mantener su carácter clandestino para desarrollar su actividad delictiva”, le aseguró un investigador a EL TIEMPO.

Y señaló que, en su momento, se habló de pedir una circular roja de Interpol en su contra, luego de que se corroboró que fue el “cerebro” del atentado a una estación de Policía en Barranquilla, en 2018, matando a 5 uniformados.

Ese tipo de acciones convirtieron a “Ariel” en una ficha llamativa para miembros del régimen y más aún después del frustrado golpe militar en Caracas, el 30 de abril de 2019.

Aunque políticos de la oposición como Juan Guaidó y Henrique Capriles no lograron convencer a todos los militares de darle la espalda al régimen, el episodio acrecentó su desconfianza hacia sectores militares.

“Defensa de la revolución”

“Esa desconfianza del presidente Maduro hacia los militares –que lo llevó a renovar su cúpula– también los obligó a explorar la alternativa irregular para la ‘defensa de la revolución’, y el ELN y las disidencias de las FARC tienen un rol clave”, precisó una fuente oficial.

Aquí encaja el video revelado por EL TIEMPO, en el que Álvaro Díaz Tarazona, alias Fujimori, juró lealtad a Maduro a nombre del ELN, en marzo de 2019. Y “Ariel” –cuyo hermano participó en el secuestro del avión de Avianca, en 1999– también ha capitalizado ese nexo.

“Es el gran financista del Frente de Guerra Oriental y maneja desde rentas ilegales de coca, pescado, leche hasta el oro que sacan del llamado Arco Minero venezolano”, señala el oficial de inteligencia.

Y agrega que, después de que Estados Unidos incluyó a Cuba entre los países que no cooperan contra el terrorismo, “Pablo Beltrán”, huésped de la isla, tomó distancia del ala militar, al menos en sus entrevistas.

EL TIEMPO conoció su más reciente intervención, el 20 de julio, en Aula Libre, espacio académico abierto por un docente de la Universidad Nacional, en la que dijo que si le preguntaban a quién apoyaría en un eventual enfrentamiento entre Colombia y Venezuela, sería a la paz.

Y, una semana atrás, luego de reiterar que estarían dispuestos a un cese del fuego, dijo que las condiciones políticas en Colombia se están dando para que “en el 2022 haya un gobierno progresista”.

Aunque no se refirió directamente a Gustavo Petro, dijo: “La situación de Colombia está madurando para que en el 2022 haya un gobierno de corte progresista. Eso es real. La fuerza progresista que se opuso a Iván Duque en el 2018 sacó el 44% de la votación. Histórico, nunca había ocurrido eso en Colombia. Esa fuerza está ahí y está creciendo”.

Pablo Beltrán dice que el progresismo llegará al poder en 2022. Aseguró al medio Cuba Debate que en ese momento cree que estarán dadas las condiciones para dialogar.

Y agregó que sectores importantes de Colombia los apoyan y por eso están vivos. Además, que estaba desligado de operaciones militares.

Sus declaraciones han llamado la atención por la reciente visita de Gustavo Petro a Cuba por razones médicas. Pero EL TIEMPO le consultó a Petro en ese momento sobre reuniones con los jefes elenos durante su estadía en Cuba, y fue enfático en que su agenda en la isla obedeció exclusivamente a asuntos médicos personales.

26 de julio 2020

El Nacional

https://www.elnacional.com/mundo/latinoamerica/alias-ariel-el-poder-ocul...

 3 min