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Opinión

Carlos Raúl Hernández

Hay consenso en la comunidad especializada en que las sanciones económicas a los países son sencillamente inútiles para los fines que se proponen e incluso contraproducentes, de “efectos perversos” diría Maquiavelo. Sobre las sanciones personales no existe tanto acuerdo, porque son un castigo extrajudicial, para unos, grata venganza, ley del Talión, para otros por eso mismo, aberrantes.Es el caso de la sanción al miembro del organismo electoral venezolano, Leonardo Morales, aplaudida por radicales y rechazada por moderados. Las sanciones económicas más notorias a países en el siglo pasado, Norcorea 1950, Cuba 1960, Irán 1970, Irak 2004, no “cambiaron el régimen”. Es pintoresco que Irán tiene más de 130 mil sancionados, entre funcionarios, familiares y amigos de éstos. Los únicos perjudicados son los pueblos que reciben el castigo de los gobiernos y de las sanciones.

En Venezuela las personales comenzaron en 2014 y se han extendido a económicas con el fin de paralizar la producción petrolera y la actividad productiva en general. Se congelan cuentas y activos del Estado en el exterior, hoy en manos de partidos políticos extremistas, acto sin precedentes, por lo menos que yo conozca.


Líderes insurreccionales
Sobre los fines que persiguen esas sanciones no hay que extenderse, porque uno de la claque de la fenecida AN que vive en Washington, declaró: “pensamos que profundizarían la crisis económica y Maduro se iría… nos equivocamos”, remató. Otro que se ocupa de las comunicaciones del grupo desde Bogotá, la cantó el año pasado y declaró que “con las sanciones se quería provocar una explosión social”. Pero mientras más husmeamos conseguimos más perlas.
Un tercero afirmó claramente que “entre las sanciones, la carencia de alimentos y la crisis sanitaria, el gobierno se debe desplomar”. En aquel momento escribí que ya el líder de la oposición radical no era Juan Guaidó sino el Covit-19. La genial estrategia buscaba entonces, en un estilo muy marxista por cierto, que la “exasperación de las contradicciones”, como vaticinaba Luis Althusser, llevaría al colapso del orden.
Cadáveres, y enfermos en las calles, ancianos y niños muriendo de hambre y sin medicinas, la distopía aterradora de la libertad. Como una película de George Romero, vendría la redención con las fuerzas del bien, la invasión desde Miami y Madrid y militares darían un golpe planeado en el barrio de Salamanca, el grupo Epicentro “vestido de pincelito”. De fallar el alzamiento, “el quiebre”, los insurrectos declararían zonas liberadas para constituir a partir de ahí nuevas microrepúblicas.


¡Me tienen frito!
En medio de la división de las Fuerzas Armadas, avanzarían los ejércitos, colombiano por occidente y brasilero por el sur oriental, lo que consumaría el desenlace. Dos años atrás expuse eso, pero hace unos seis meses aparece como alternativa en una página Web de magazolanos en Miami y hace unas pocas semanas otro grupo publicó hasta un mapa con dos nuevos países en territorio venezolano.
En el tercer trimestre del año pasado, supongo que harto de más de un año de gafedades opositoras y fracaso de sus operadores en el problema venezolano, Trump decide subir la apuesta y apela a un recurso fácil: el combate al narcotráfico, tomar el Mar Caribe, con la Operación Libertad, que militarmente es brutalmente descabellada.
Envió destructores armados con misiles Thomahawk, los mismos usados en Siria, Guardacostas, helicópteros, aviones Awacs, marines, grupos de operaciones especiales, buques de combate litoral, blindados terrestres. Salvo los guardacostas, no es un equipo bélico de combate al narcotráfico, sino para una invasión militar. Lo más descabellado de esta operación en el Caribe, es que hasta los perros de la calle saben que 80% del tráfico de cocaína de Latinoamérica al resto del mundo es por el Pacífico.

Guyana como intriga
Allí las costas de Colombia y Ecuador están tomadas por la violencia de más de veinte grupos irregulares armados que dominan el territorio. Allí no entran los ejércitos colombiano ni ecuatoriano, ni se ejerce la soberanía nacional. Comandos subversivos llamados Los Contadores, la Empresa, Finisterre, Steven González, ELN, FARC disidente y muchos otros, mantienen un estado de guerra en la zona.
Además, las amenazas al “narcoestado” venezolano se hacen el año que Colombia rompe el récord histórico de tierras dedicadas al cultivo de coca, con 218.000 hectáreas y el de asesinatos políticos: cada dos días matan un líder social, aunque el gobierno reconoce solo uno cada cuatro días. Cierto que por el territorio venezolano pasa el narcotráfico, como por muchos otros países de la región, pero Colombia produce 70%, Perú 20% y Bolivia 10% de toda la cocaína que se consume en el planeta.
Los dos primeros consumidores son EEUU y Brasil. Y repito, 80% de ella sale por el Pacífico colombiano ecuatoriano y 20% por el Atlántico. Después del fracaso de las insurrecciones de piñata, de haberse desplomado su prestigio en la opinión pública y ganado repudio, el mismo grupo decidió en Bogotá volver a la insurrección de charlatanes a un océano de distancia. E intrigar en el diferendo con Guyana, rezar que el gobierno se equivoque por no hacer o por hacer y perder. Sacarle punta a lo que ocurre en el Arco minero. Nuevo capítulo.

@CarlosRaulHer

 4 min


Ángel Oropeza

En ciencias de la salud se sabe que una de las claves del éxito de un tratamiento contra cualquier trastorno o enfermedad es un adecuado diagnóstico. Sin un diagnóstico acertado, los tratamientos simplemente no resultan porque no se corresponden con la patología para los cuales fueron diseñados. Lo anterior resulta igualmente cierto cuando se habla de atacar o resolver problemas de naturaleza social y política.

Las acciones deben diseñarse como consecuencia de un diagnóstico apropiado, y nunca al revés. Una observación diagnóstica detallada y objetiva del momento político venezolano nos arroja, entre otros, dos hallazgos que merecen atención. Uno, y por razones de distinta índole, la correlación relativa de fuerzas con respecto al régimen de Maduro no parece ser favorable en este momento para las fuerzas democráticas. Estamos en una situación de reflujo, o en el mejor de los casos de enlentecimiento en el avance.

Situaciones similares se han presentado en el pasado durante la larga lucha por la liberación democrática de Venezuela y han sido superadas, pero todo indica que estamos en este momento de nuevo en una situación que amerita reacomodos actitudinales y revisiones estratégicas.

El segundo hallazgo, en cierta forma relacionado con el primero, apunta al hecho del estado actual de dispersión de las fuerzas democráticas, en el cual no pocas organizaciones políticas y sociales intentan trazar su propia ruta ante la desconfianza sobre la posibilidad de construir una ruta común.

Frente a este diagnóstico, lo pertinente pareciera ser -en primer lugar[1]plantearse una estrategia de acumulación progresiva de fuerzas que asuma la lucha por la liberación democrática como un proceso de estadios o momentos sucesivos y ordenados, cada uno de los cuales persigue ciertas metas u objetivos necesarios. Y el primero de esos momentos, sin duda alguna, es el del necesario reencuentro, en el cual la meta principal y más urgente sea pasar del estadio actual de dispersión de las fuerzas democráticas a un nuevo estadio donde frenemos esta tendencia a la entropía y logremos reencontrar a la mayoría de las fuerzas sociales y políticas del país en espacios mínimos de consensos estratégicos y rutas comunes de lucha.

Este momento de encuentro debe realizarse en primer lugar sobre la búsqueda de una ruta estratégica común de lucha democrática que debe ser construida a partir de la escucha y el intercambio sobre cómo cada sector percibe o considera lo que hay que hacer.

El Frente Amplio Venezuela Libre, instancia unitaria de comunicación y articulación entre los partidos políticos democráticos y una amplia gama de sectores sociales organizados, ha querido contribuir con el objetivo principal de este necesario momento de encuentro –frenar la dispersión de las fuerzas democráticas, tan beneficiosa a la dictadura- propiciando una serie de intercambios con distintas organizaciones y sectores en la búsqueda de identificar esos consensos estratégicos mínimos sobre los cuales coincidir en una hoja de ruta común con la cual todos nos identifiquemos.

Como insumo a esos intercambios, el Frente Amplio ha propuesto para la discusión cinco grandes metas u objetivos de nuestra lucha democrática en la actual coyuntura, que pudieran servir para comenzar a aglutinar en torno a ellos el esfuerzo de sectores políticos y sociales en este momento dispersos. Estas cinco metas son:

1) Alcanzar un acuerdo político nacional, entendiendo por este el resultado exitoso de un proceso de negociación integral, con el acompañamiento internacional de actores reconocidos y relevantes, y que esté orientado a la resolución política de la crisis venezolana.

Este Acuerdo Político Nacional tiene varias características definitorias que son importantes de resaltar. En primer lugar, está orientado a la resolución del conflicto raíz de la crisis nacional que es el político. Por tanto, es un Acuerdo que está en función del objetivo político estratégico que es solución política de la crisis venezolana.

En este sentido, se diferencia de los acuerdos parciales humanitarios que puedan lograr otros sectores de la sociedad civil. A estos últimos se les debe estimular y fortalecer, pero al mismo tiempo cuidando que –desde la heterogeneidad y especificidad propias de cada sector- tributen todos al objetivo macro de la superación de la dictadura, que es la raíz y causa de todos los demás problemas sociales y económicos.

En función de lo anterior, es necesario velar para que cada negociación y acuerdo parcial cumpla con tres requisitos para recibir el apoyo de todos los demás actores democráticos: a) que contribuya y no debilite la consecución del objetivo macro: b) que no generen división ni dispersión entre los actores democráticos, y c) que tales acuerdos sectoriales no neutralicen o afecten los intereses de otros sectores.

2) Acercamiento a los sectores moderados y democráticos del chavismo que estén a favor de una solución política a la crisis.

3) Atención de crisis humanitaria, entendiendo por ella todo esfuerzo y acción para lograr una atención efectiva que alivie la grave crisis humanitaria que el país atraviesa. Nótese que se usa el término “aliviar”, ya que la solución de esta crisis solo será realidad cuando se logre una solución al conflicto político nacional.

4) Construcción de la Unidad Nacional, que no es otra cosa que alimentar todos los esfuerzos que se realicen para lograr el encuentro del país/nación en el marco de un objetivo estratégico común.

5) Enfrentar con éxito los escenarios electorales. Sobre este último punto es necesario detenernos muy brevemente. Elecciones libres, justas y verificables son la base de una verdadera solución democrática en Venezuela. Recuperar el poder del voto es la gran apuesta de las fuerzas democráticas del país, apuesta que cuenta con el respaldo de buena parte de la comunidad internacional.

En justicia, Venezuela reclama un cronograma electoral integral en donde se contemplen, además de las elecciones regionales y municipales, sobre todo, la realización de nuevas elecciones presidenciales y legislativas, porque las que se han realizado en el pasado reciente usurpando ese nombre han sido calificadas como ilegitimas ya que no se han cumplido las condiciones para que la voluntad popular se exprese conforme a los estándares internacionales.

Para alcanzar esta gran aspiración es necesario construir acuerdos que garanticen las condiciones necesarias, teniendo como referencia las que se establecieron de común acuerdo con la Unión Europea en diciembre de 2020 y que no fueron aceptadas por el madurismo, utilizando para ello la movilización y la presión nacional e internacional necesarias.

Nuestra lucha en las actuales circunstancias consiste en la construcción de escenarios electorales que nos acerquen progresivamente a estas grandes aspiraciones, que nos permitan acumular fuerzas, propiciar la movilización política, reivindicar las condiciones electorales necesarias para el cambio político y la edificación de una sólida estructura electoral.

La construcción de estos escenarios, y la actuación concreta en cada uno de ellos, dependerá de la evaluación de lo que más convenga en función de los objetivos superiores que demanda el cambio político. en la dirección indicada

Estas son las 5 metas de la lucha que ha propuesto el Frente Amplio para la discusión, buscando rescatar la necesaria confianza intersectorial entre las fuerzas democráticas del país y que, de compartirse, sirvan de base para la cimentación progresiva de una estrategia mínima consensuada que nos agrupe a todos. Porque si común es el destino que todos enfrentamos, lo inteligente es diseñar y encontrarnos entonces en un camino común para afrontarlo.

@AngelOropeza182

04-03-21

https://www.elnacional.com/opinion/5-metas-para-el-reencuentro/

 5 min


Fernando Mires

Alrededor de los libros

Quiso la casualidad – o la no casualidad – que la novela llegara a mis manos en un momento oportuno. Estaba precisamente por terminar de leer la magnífica novela Aquitania de Eva García Sáenz, a la que los críticos califican de narración histórica y con buen criterio agregan el estereotipo de trhiller medieval. Una novela que no solo relata un periodo de la vida de “el vientre de Europa” como se nombrara sarcásticamente a sí misma quien fuera reina de Francia y de Inglaterra, la bella, culta e inteligente Leonor de Aquitania. Y tenía razón: durante los días de Leonor, los dormitorios monárquicos de las recién formadas naciones de Europa procreaban descendencias que terminarían ramificándose a lo largo y a lo ancho de los reinados que darían forma y destino a la Europa de hoy. El poder monárquico, como todo poder originario, fue esencialmente fálico (creo que Lacan estaría de acuerdo con esa frase)

Como sucede con las buenas novelas, Aquitania deja consigo el deseo de saber más allá del siglo Xll que nos describe García Sáenz, deseo que en mí fue colmado por la aparición de otra novela. Me refiero a la escrita por Carmen García Guadilla bajo el poético título: El silencio de los abedules. En efecto, García Guadilla retomó el hilo justo donde lo había dejado García Sáenz: a fines del siglo Xll, arrastrándolo a lo largo del siglo Xlll.

Por un momento pensé que estaba frente a una suerte de continuación de Aquitania. Nada más errado. Al leer las primeras páginas de El silencio de los abedules pude constatar de que se trataba de una novela muy distinta. Entre ambas había un siglo de diferencia Y el tiempo, al fin, no pasa en vano.

Entre el siglo Xll y el Xlll mucho cambió en Europa. Los reinos ya no constituían territorios con tronos sino también con “cortes”. Los litigios inter-monárquicos ya no eran librados a punta de lanza y espada, sino también a través del debate y de la argumentación bien sostenida. De modo larvario estaban apareciendo los signos de esa práctica (o ciencia, o arte, o técnica) que hoy llamamos política.

Y así fue: la política, la de nuestro tiempo, no es una simple repetición de la de los antiguos griegos. Ella comenzó a incubarse ahí donde aparecieron diferencias las que en primera instancia eran culturales en un tiempo donde recién estaba teniendo lugar la separación entre el concepto de cultura con el de religión.

El paralelismo de las tres culturas en España -la judía, la cristiana y la musulmana-que según algunos autores coexistían amistosamente y según otros solo se toleraban con hostilidad, hizo que cada una aportara lo suyo a la formación reciente de un saber destinado a convertirse en universal, no solo por su multiculturalidad sino porque fue tomando forma en esos recintos del saber colegiado llamados después universidades.

Ese es precisamente el tema central de El silencio de los abedules: el nacimiento de la universidad hispana y europea, estudiada por García Guadilla con inteligencia e imaginación historiográfica y llevada al papel con fina prosa a través de los conflictos que tenían lugar en Castilla, relatados por el “héroe” del libro: no un rey, no un cruzado, no un guerrero, no un monje, sino un estudiante universitario: Jürgen- Rilke Sloterdijk, venido a Castilla desde la fría y alemana Würzbug.

Confirmamos entonces que los hechos históricos son el resultado de larguísimos e intrincados procesos formativos y por eso toda data fija será siempre arbitraria. Ni el renacimiento cultural ni la secularización política nacieron en un día determinado. Quizás ni nacieron. Quizás solo se mantenían subsumidos –y protegidos- al interior de las instituciones que sucedieron a la lentísima y nunca finalizada caída del imperio romano, sobre todo en los más oscuros conventos y monasterios. No es necesario volver a leer En Nombre de la Rosa de Umberto Eco, para saberlo.

Ese James Bond del siglo XlV, el monje Guillermo de Baskerville (alias Sean Connery) ya era a su modo un renacentista redomado, pero dos siglos antes de que apareciera ese periodo que los historiadores bautizaron con el mal nombre de “renacimiento”: a esa ruptura que quizás nunca existió entre el mundo medieval y el moderno. Lo mismo ocurrió con la secularización o separación entre la religión y el Estado. Muchísimo tiempo atrás esa separación ya existía, aunque de modo latente. Y antes de que se hiciera presente en los exteriores públicos de las cortes, luchaban en los interiores de las almas nobles, donde eran debatidos los deseos del cuerpo con los del deber-ser espiritual.

Jürgen, el estudiante alemán -lo dibuja con mano precisa García Guadilla- era un héroe de su tiempo. Por ejemplo, amaba a dos mujeres: una de belleza espiritual, otra de belleza muy corporal. Como suele suceder, aún en nuestros días, al final no se quedó con ninguna de las dos. No obstante, el brote secular ya asomaba desde las profundidades más ocultas de su alma mística. Su fascinación obsesiva por la trayectoria intelectual del herético teólogo francés Pedro Aberlardo (1079-1142), correspondía con su pensamiento culturalmente dualizado. Como miembro del naciente cuerpo estudiantil, Jürgen era un personaje en vías de secularización. Por su amor a los libros clásicos, era también un renacentista. La pasión de Jesús y la sabiduría de Aristóteles no eran para Jürgen, como tampoco para muchos teólogos de su tiempo, una contradicción insuperable.

Monumentales obras teológicas como las de Santo Tomás de Aquino, digámoslo de modo claro, no salieron de la nada. El cristianismo aristotélico del gran teólogo fue el recaudo de un tesoro guardado y protegido por la cristiandad más medieval. Cierto es que dos siglos después de Tomás, Maquiavelo opondría abiertamente el poder del Príncipe al del Papa. Pero los sabios teólogos de la escuela de Salamanca, con Francisco de Vitoria y Francisco Suárez a la cabeza, habían también establecido, en términos más filosóficos que teológicos, una separación entre ambos poderes: el religioso y el secular. Una separación que nunca había sido total. Todavía no lo es.

Caminando imaginariamente por las calles de la Palencia de Carmen García, pude divisar allí, pero en miniatura, la misma estructura propia a la mayoría de las ciudades medievales. Al centro o en lo alto, el palacio real. Muy cerca, los cuarteles militares. Luego, los conventos, monasterios y numerosas iglesias, y, lo más lejos posible de los militares, los centros de estudios religiosos desde donde nacerían las primeras universidades. En las calles cercanas al centro de estudios monacales, aparecían las bulliciosas tabernas. No muy lejos, los talleres de los copistas de libros (nunca sabremos cuanto le debemos a esos generosos trabajadores).

Naturalmente el Rey –fuera quien fuera– quería tenerlos a todos alineados en su torno. Pero pronto comprendería que esa sería una tarea imposible si no eran establecidas alianzas periódicas con unos o con otros de esos poderes. Pues, a la vez, esos poderes -y aquí reside lo complejo del asunto- no solo convivían de modo conflictivo entre sí, sino también al interior de cada uno de ellos. En el mundo religioso por ejemplo, tenía lugar una disputa soterrada entre la teología y las ciencias de la materia orgánica, incluyendo las del cuerpo humano. La teología a su vez no solo era teológica sino también filosófica. Y los soldados no solo eran militares, también había monjes combatientes organizados en ordenes religiosas, al estilo de los templarios, señores de horca y cuchillo. Hubo incluso militares muy intelectuales de los cuales nuestro siempre bien amado Miguel de Cervantes no fue el último ni tampoco el primero. Gran parte de la literatura del siglo de oro español nació de los relatos de batallas libradas siglos atrás. Soldados poetas, clérigos platónicos y aristotélicos, no eran rarezas en los mundillos cortesanos del siglo Xlll pre-español. Y mucho menos, en esas nacientes universidades que nos da a conocer García Guadilla.

Carmen García Guadilla, profesora universitaria al fin, tomó partido. Su libro está centrado en los Estudios Generales de tipo conventual los que lentamente comenzaron a dar origen a las universidades. Desde esas universidades del siglo Xlll comenzó a emerger nuestra modernidad, o dicho en términos toymbianos, los pilares conceptuales de la civilización occidental. En estudiantes como Jürgen, Berceo, Josef, Philippe, quienes discutían, reían y bebían en las tabernas, estaba renaciendo la amistad griega basada en la sabiduría y en los conocimientos: un pensamiento libre pero también asociado. No por casualidad, los primeros gremios, antecesores de las futuras clases sociales, surgieron de los estudiantes y de los profesores laicos contratados y, no por último, de esos copistas abnegados que reproducían letra a letra los libros de los grandes pensadores griegos y romanos.

“La universidad” –escribe Carmen García Guadilla– “representa la apertura al mundo, la discusión argumentada, la crítica a los falsos poderes. Ser miembro de la universidad, sea como maestro o como estudiante, otorgaba grandeza al espíritu, una libertad que capacita para ejercitar no solo el autoconocimiento, sino, a su vez, el reconocimiento del universo en que se vive”

Yo no sé si eso fue lo que intentó Carmen. Pero yo leí su libro como si hubiera sido un canto de amor a la universidad. A la de ayer y a la de hoy. De ahí que El silencio de los abedules, en mi opinión, más que novela histórica, es historia novelada. No es lo mismo. Que el lector busque la diferencia.

xzxzcA través de libros como El silencio de los abedules será posible pensar que esa lucha que tuvo lugar entre el poder y el saber -o si se prefiere: entre el poder del tener y el poder del saber- sigue dándose en nuestro tiempo, aunque bajo diversas formas. Fue así como logré reconocer en el estudiante Jürgen y en sus amigos, no solo a mis antepasados de profesión, sino también a algunos de mis contemporáneos. Tengo la sospecha de que otorgar esa visión fue un propósito de Carmen García Guadilla.

4 de marzo 2021

Polis

https://polisfmires.blogspot.com/2021/03/fernando-mires-entre-el-poder-y...

 8 min


Juan Miguel Hernández Bonilla

En el libro Superior, publicado hace poco en español por la editorial Círculo de Tiza, la periodista y divulgadora científica británica Angela Saini insiste en que la raza es una construcción social y no un precepto biológico. A través de un emocionante viaje histórico y científico –que comienza en el Museo Británico de Londres, pasa por el zoológico humano de París de comienzos del siglo XX y llega hasta las cuevas australianas de hace 60.000 años– la periodista de la BBC explica la problemática e inseparable relación entre la raza y el poder.

En entrevista con EL PAÍS, Saini (Londres, 1980) cuenta la discriminación que sufrió cuando era niña por su color de piel, advierte el peligro del regreso del racismo científico y explica cómo las ideas que sustentaron el Holocausto aún están presentes en algunos sectores de la sociedad. “La llegada de Trump al poder en Estados Unidos, el auge del supremacismo blanco y el odio a los movimientos feministas y antirracistas tienen bases científicas similares a las del nazismo”.

La periodista, ingeniera por la Universidad de Oxford y también autora del libro Inferior, expone los problemas generados por el hecho de que los hombres blancos europeos y estadounidense hayan determinado el rumbo de la ciencia en el pasado. Saini afirma, además, que la identidad de cada individuo se define por sus experiencias, la educación que recibió y las condiciones económicas en las que vive; no por sus genes.

Pregunta. En el prólogo y en epílogo del libro Superior usted afirma que la biología no es suficiente para entender el problema de la raza, ¿por qué?

Respuesta. Creo que la raza no es una cuestión genética. Cuando se inventaron las categorías raciales no se elaboraron con premisas biológicas, sino con ideas sociales e históricas. El paisaje político del mundo fue lo que impulsó a los científicos de la ilustración a tener esta idea de que el color de la piel era significativo para categorizar a los humanos, lo cual es realmente arbitrario. Entonces, a menos de que podamos entender holísticamente todas estas piezas del rompecabezas (la ciencia, la historia, la política) no creo que comprendamos lo que significa la raza.

P. Usted hace énfasis en la importancia de estudiar y entender el poder, ¿cuál es la relación de este con la raza?

R. Los seres humanos somos muy difíciles de categorizar. La única forma de hacerlo ha sido a través del lente del poder. Cualquier poder prominente que haya en el mundo se ha usado para dividir a las personas, ya sea por raza, por clase social o por casta. Todas las categorías a las que te refieras están entrelazadas con el poder.

P. En el libro dice que la ciencia siempre depende del tiempo y del lugar en que se practica, incluso que depende de las creencias políticas de los científicos, ¿cuáles son las consecuencias?

R. Esto nos recuerda que la ciencia es humana. Tengo mucha fe en ella. Estudié ingeniería y creo que la investigación nos puede ayudar a comprender los hechos y a revelar las verdades universales. Sin embargo, la única forma de llegar a esas verdades es reconocer los puntos ciegos de la ciencia. No se puede hacer investigación a menos de que entiendas tus propios límites como científico, tus prejuicios y los filtros con que miras el mundo. Si queremos ver la naturaleza humana como en verdad es, tenemos que ser capaces de comprender nuestros límites.

P. Sabemos que en el siglo pasado el racismo científico estuvo relacionado con el holocausto. ¿Cómo funcionaba en ese momento y cómo funciona hoy?

R. Las ideas científicas que impulsaron ese periodo de la historia, la eugenesia en específico, decía: “Tú eres lo que eres cuando naces y tus aspectos biológicos positivos son hereditarios”. Se creía que la gente bella tendría hijos bellos, que la gente inteligente tendría hijos inteligentes. Era mejor crear ciertos grupos para que procrearan entre sí y para que otros no lo hicieran. Esa era la ideología detrás de la eugenesia. Fue esa la motivación del Holocausto, la lógica detrás del programa nazi de higiene social. Ahora entendemos cuán moralmente vacío es eso. Científicamente no tiene sentido, es absurdo, pero creo que no hemos podido abandonar estas ideas completamente.

P. ¿Por qué?

R. Por ejemplo, en Gran Bretaña, donde vivo, todavía hay mucha demonización de la clase trabajadora y de la gente pobre. Todavía creemos que la gente nace con ciertas cualidades y no hay forma de mejorar sus estados de vida. Creemos que la inequidad se debe a la genética en vez de otros factores históricos o materiales. Estas ideas de racismo científico todavía viven allí y se convierten en argumentos intelectuales para justificar la desigualdad.

P. En el libro se muestra cómo los hombres blancos europeos y americanos determinaron el rumbo de la ciencia en el pasado. ¿Piensa que aún son ellos quienes definen la ciencia?

R. La ciencia es mucho más internacional ahora, así que creo que la historia se está reescribiendo. En mi libro anterior, Inferior, mostré que cuando más mujeres ingresaron a las ciencias después de la Segunda Guerra Mundial y cuando las academias científicas comenzaron a admitir mujeres como miembros se empezó a reescribir lo que pensábamos sobre las mujeres. Se comenzaron a corregir algunos de los errores históricos en torno a las ideas de inferioridad femenina. Ahora, a medida que la ciencia se vuelve más global y más representativa, está pasando lo mismo. He dado muchas charlas en universidades y veo cómo los estudiantes de pregrado que vienen de lugares muy distintos y pertenecen a etnias alrededor del mundo están debatiendo cuestiones que nunca han sido debatidas. Hombres y mujeres de todos los continentes desafían las ortodoxias en sus campos de estudio y tratan de corregir los errores de estas disciplinas. Puedo ver que la ciencia está cambiando y que ese cambio es positivo.

P. En uno de los capítulos del libro Superior usted cuenta la discriminación que sufrió por su raza cuando era niña. ¿Qué debe suceder en el mundo para que sus hijos no experimenten algo similar?

R. En serio deseo que hubiera una respuesta más sencilla a este problema. Esto no es solamente acerca de racismo científico o intelectual, es sobre cómo nosotros pasamos ideas a nuestros hijos desde una edad temprana. Ningún niño nace con odio, pero aprenden esta conducta a medida que envejecen. Lo aprenden de sus padres y de la sociedad que los rodea. Sin embargo, la sociedad está cambiando lentamente, nos estamos volviendo más conscientes de ello. Pero también hay mucha resistencia a movimientos antirracistas como Black lives matter y hay reacciones violentas contra movimientos feministas. Tenemos que seguir luchando contra eso. No podemos permitir que nuestros niños se vean afectados por nuestros prejuicios. Eso es lo más difícil de todo.

P. Para que estos cambios se efectúen, ¿qué le parece más importante: la política o la cultura?

R. Se deben involucrar todos los aspectos de la sociedad. Como periodista científica diría que los científicos y los académicos tienen un rol importante. Una cosa fundamental que podemos hacer, y en la que he insistido desde hace un año, es que cada vez que un niño aprenda un concepto científico, se le debería enseñar la historia detrás de esa idea. Los niños deberían saber de dónde viene, dónde se originó y cómo se debatió lo que están aprendiendo. Así dejamos de ver la ciencia como un grupo de leyes rígidas y la empezamos a ver como una entidad en constante evolución.

P. Al final del libro, usted les pide a los lectores que no crean que tienen prioridad por su color de piel ¿cuál es la importancia de que la sociedad entienda esto?

R. Cuando reconoces que la raza es una manifestación de poder en vez de un hecho biológico, descubres que cualquier afirmación de superioridad racial no tiene ningún sentido. Deberíamos aprender que la identidad no se define por la raza o por cualquier otra categoría, sino por las propias experiencias, por la cultura en la que cada uno se cría, los valores que aprende, sus experiencias de vida y la gente que conoce. Mi ser es un producto de experiencias pasadas, el mundo en que estoy y la cultura a la que pertenezco. No podemos fijar la identidad en biología. Tenemos que entender que la identidad se conforma en nuestra relación con el mundo.

Angela Saini: «La biología no determina que la mujer sea el sexo débil»

5 de marzo 2021

El País

https://elpais.com/ciencia/2021-03-05/angela-saini-el-racismo-cientifico...

 6 min


Movimiento San Isidro

El Movimiento San Isidro (MSI) organiza una nueva plataforma, Patria y Vida, mediante la cual convoca a un diálogo nacional para construir una Cuba que represente a todos y permita superar la grave crisis que padece la nación a través de soluciones pacíficas y cívicas.

"Nosotros, quienes hacemos vida dentro del Movimiento San Isidro, observamos con enorme preocupación las erráticas decisiones del Gobierno nacional para enfrentar la crisis económica que actualmente afecta a toda la población cubana. Las medidas de la denominada Tarea Ordenamiento solo han agudizado las desigualdades económicas y sociales. La función del Gobierno se ha reducido a gestionar la escasez, el hambre, la represión y la violencia en plena pandemia de Covid-19. El gobierno continúa siendo incapaz de garantizar el respeto a los derechos humanos de la ciudadanía", señala el MSI en su convocatoria, a la que ha tenido acceso DIARIO DE CUBA.

"Por ello, y ante la negativa absoluta de la elite comunista de escuchar a quienes piensan diferente y discrepan de la dirección en la que se ha conducido el destino de nuestra nación, el Movimiento San Isidro manifiesta la necesidad urgente de llamar a un diálogo nacional a todos aquellos cubanos y cubanas, vivan dentro o fuera de Cuba y que aspiren a construir un país que represente un hogar seguro para todos sus hijos e hijas", añade.

El MSI entiende el diálogo "como el espacio de comunicación que permitirá considerar las voces de los diversos sectores de la sociedad cubana".

"La pluralidad es un principio ciudadano que busca integrar a la mayoría en el reconocimiento pleno de sus derechos. La participación de todos es fundamental para superar la grave crisis que invade cada rincón de nuestra hermosa tierra", sostiene.

"Lograr soluciones pacíficas y cívicas es parte inalterable de la misión de nuestro movimiento. Lo único que queremos que abunde en Cuba es la prosperidad, el progreso y el respeto a nuestra dignidad como seres humanos libres. No apostamos por el conflicto, proclamamos la paz", afirma.

Mediante el diálogo nacional el MSI invita "a la participación de todos y los más disímiles sectores para que se involucren en la vida pública a través de esta campaña, que busca aglutinar las opiniones acerca de los problemas que hoy nos aquejan, pero también de las propuestas y deseos para alcanzar el bienestar".

"Hacemos un llamado para que unidos jóvenes, grupos feministas, movimientos animalistas, artistas, organizaciones sociales y políticas, afrodescendientes, iglesias, familias, barrios, vecinos, gremios laborales, la diáspora cubana, entre otros, expresemos y conversemos sobre nuestras mejores intenciones para vivir en una Cuba próspera, libre, democrática y respetuosa de los derechos humanos", dice la convocatoria.

El MSI explica el que diálogo nacional que promueve "consta de varias fases" y "todas ellas abordarán temas que serán objeto de las conversaciones y consideraciones en sus círculos más cercanos y que conformarán finalmente una propuesta de país construida etre todos".

¿Cómo unirse al Diálogo Nacional y "ser parte de la transformación"?

"En tu círculo más cercano de amigos, familia compañeros de actividades, dialoga sobre lo siguiente: ¿Consideras que el diálogo es una buena herramienta para encontrar soluciones a los problemas que enfrenta nuestro país actualmente? En orden de importancia, ¿qué temas consideras que se deben abordar en un diálogo de manera urgente?", invita el MSI.

Esta primera fase del proceso tendrá una duración de 21 días, a partir de este 5 de marzo y hasta el 25.

Los participantes deberán enviar los resultados del diálogo a la dirección de correo electrónico dialogonacional@movimientosanisidro.com o a través de la página web del MSI, en la pestaña Plataforma Patria y Vida, y allí subir las respuestas. El MSI las revisará y las compartirá a través de diferentes medios.

El Movimiento San Isidro recomienda: "Al dialogar trata de no levantar la voz y brindar la oportunidad para que todos tengan la palabra. La opinión de todos es valiosa. Recuerda no se trata de tener la razón, el objetivo es expresar tu opinión. Evita las discusiones. Fundamenta tus ideas, explica el porqué de tu posición o propuestas. Designa a alguien del grupo que tome notas de los puntos aportados por cada participante. Designa un responsable para el envío de la información a las direcciones digitales indicadas anteriormente".

marzo 06, 2021

Polis

Fuente: https://mail.google.com/mail/u/0/#inbox/FMfcgxwLsmhMlBHMlQcdrqlMSwfhXdWP

 3 min


Beatriz De Majo

El escenario de la base militar de Tolemaida fue el escogido por Iván Duque para hacer el anuncio, hace 10 días, del nacimiento del Conat, un comando élite de 7.000 hombres de armas para perseguir, doblegar y desactivar a los grupos armados que se financian con el tráfico de drogas y otras actividades. Enfrentar el terrorismo internacional resulta ser el propósito esencial del SWAT neogranadino que se ocupará, por igual, de combatir la extorsión, la explotación y comercio ilegal de minerales y el tráfico de especies y de personas.

Sin mencionar en esta ocasión —ni de manera directa ni taimada— que las acciones de esta fuerza pudieran desarrollarse en territorio venezolano, el mandatario colombiano sí había hecho referencia, días atrás, a que los actores criminales habían, en muchos casos, encontrado refugio en nuestro país, gracias a la permisividad y complicidad encontrada por estos actores colombianos con el gobierno vecino. Un despacho de la agencia EFE sobre este tema precisó que las autoridades colombianas “han afirmado reiteradamente que el país vecino es la retaguardia estratégica de los grupos armados organizados y allí se esconden 1.400 miembros del ELN y de las FARC”.

Este artículo no pretende reseñar la respuesta oficial venezolana, a la iniciativa del Palacio de Nariño. Las altisonancias de Nicolás Maduro y sus acólitos, ministros y otros, son ya tradición. Lo que no puede obviarse frente a terceros es que el país vecino atraviesa históricamente uno de sus peores momentos en materia de violencia, sin duda el peor desde la firma del Acuerdo de Paz, y que ella es protagonizada por las mafias del narcotráfico que trabajan independientemente o bien en comandita con el ELN y las disidencias de las FARC.

Que este propósito sea una tarea a la que le prestarán una atención muy especial desde el Ejecutivo de Colombia es solo natural, además de que es una vía imperativa para dejar una ejecutoria inequívoca ante el mundo por parte de un gobierno que tuvo viento en contra desde el primer día. A Iván Duque le tocó, al mismo tiempo, rescatar una economía maltrecha, poner en marcha un proceso de paz con el que no comulgaba, atender las necesidades de un flujo monumental de refugiados, proteger al país de la inesperada y devastadora pandemia, hacerle frente al fenómeno de la disidencia de las FARC y la reactivación criminal del ELN, todo ello sazonado con la desestabilización política a institucional sabiamente armada desde Caracas con otros aliados del mismo corte de izquierda radical, como Cuba.

Está claro que con este Comando contra el Narcotráfico y Amenazas Transnacionales estamos frente a un pie de fuerza en cuyo diseño deben haber participado los principales aliados de Colombia afectados por el fenómeno del narcotráfico y el terrorismo. Es Estados Unidos el primer doliente de estas distorsiones criminales, al igual que los países europeos, recipientes directos de los flujos de narcóticos que provienen del eje colombo-venezolano. Cuesta creer que la visita a Bogotá y a la línea fronteriza de Cúcuta de la ministra de Relaciones Exteriores de España no esté relacionada con las dificultades que atraviesa el gobierno colombiano por imponer la paz y combatir el crimen organizado.

Además, el tema de las violaciones de derechos humanos también ha estado tomando cuerpo en Colombia, siendo de gran protuberancia para el mundo libre. El último informe de Bachelet y el último de Human Rights Watch cuentan por mucho una toma de conciencia colectiva de que es preciso actuar coordinadamente para poder desterrar de Colombia las distorsiones que se han estado generando y que dejan un número de muertes muy elevado cada año.

Con todos los análisis ya hechos de parte de propios y de ajenos, y con el instrumento militar ya diseñado para actuar “hasta las últimas consecuencias” en contra de estas manifestaciones del terrorismo transnacional, lo que vamos a ver en el año que separa al gobierno de Duque de su salida, es acción y acción concertada con terceros. “Donde quiera que estén los criminales tiene que llegar la justicia”, aseguró el presidente y esto no se logra a través de una observancia del fenómeno desasociada de una posición proactiva y contundente.

El Conat pareciera, pues, ser una importante pieza del legado indispensable para que la administración colombiana actual no pase sin pena ni gloria a la historia de su país.

https://www.elnacional.com/opinion/swat-en-colombia/

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Ismael Pérez Vigil

En nuestro lado de la acera −el de la oposición democrática− parece que ya muy pocos esperan una fuerza internacional interventora que solucione la crisis del país; incluso algunos así lo admiten. Se han resignado, por lo visto, a aceptar que eso era una quimera, y ya no se oye hablar de “marines”, fuerza armada multilateral, operación comando y solo algunos piensan en TIAR o R2P.

Pareciera, entonces, llegado el momento de pisar tierra nuevamente, contar con lo único disponible (sanciones internacionales contra los pro hombres del régimen, sus familias y testaferros) y dedicar los esfuerzos a organizar la oposición y la resistencia dentro del país, para confrontar el régimen en los escenarios que lucen posibles: procesos electorales y negociación, para llegar a procesos electorales.

En este sentido, en la oposición, se da nuevamente una intensa y amarga discusión sobre si se debe participar o no en las elecciones regionales que se anuncian para fin de año, y que ya algunos llaman “megaelecciones”, pues se elegiría gobernadores, alcaldes, legisladores estadales y concejales. Aún no está claro si la decisión que adoptarán la mayoría de los partidos −si no todos− que hoy se congregan alrededor del Frente Amplio o Juan Guaidó −junto con organizaciones de la sociedad civil (SC), involucradas en la lucha política−, será la de participar en ese proceso electoral o la de abstenerse nuevamente.

Los argumentos para abstenerse o votar no han variado mucho desde la última discusión en 2018 y 2020; realmente no hay planteamientos originales y nuevos en la disputa. Quienes propugnan por continuar con la política de abstención siguen argumentando que no hay “condiciones democráticas” para participar; han reemplazado el mantra aquel de: “cese a la usurpación…” etc. por un nuevo mantra: “sin condiciones electorales, nuevo CNE… no hay participación”; y quienes argumentamos −como ven me incluyo− que se debe participar, afirmamos que nunca se lograrán condiciones ideales y mientras tanto, no se puede seguir perdiendo terreno −en la mente de los ciudadanos− debido a la inactividad política. Si, porque el principal terreno de la lucha contra la opresión no es en cargos políticos, sino en la mente, en el ánimo de la gente, y la inactividad política conduce a resignación, desesperanza y huida.

Como he dicho, soy partidario de la participación electoral −no volveré, al menos hoy, a argumentar más profundamente al respecto− y confío en que solo unos pocos partidos y posiblemente solo algunas oenegés e individualidades no acepten participar. Pero, si bien espero que la mayoría de los partidos y organizaciones de la SC opten por hacerlo, no obstante, también creo que la mayoría de la población, al menos por el momento, me luce que no seguiría esta decisión de los partidos y, por tanto, la abstención seguirá en cifras muy altas, posiblemente por encima del 60%.

La abstención “histórica” se ha estacionado como un peso muerto desde 1998 por encima del 30%, entre otras cosas gracias a la campaña de desacreditación del voto, que ha venido desarrollando el régimen, con mucha fuerza, desde hace unos quince años, cuando se empezó a dar cuenta de que perdía terreno electoral. A esa campaña han contribuido algunos grupos opositores y en general, todos hemos estimulado, con esas confusas estrategias de ir y venir, de participar y abstenernos. Por eso hay que trabajar muy intensamente en contrarrestar esta tendencia y evitar que la discusión −votar o abstenerse− nos siga dividiendo, como ha sido hasta ahora.

Esa lucha pasa por entender que participar o abstenerse, en realidad no dejan de ser tácticas políticas que deben seguir a la estrategia fundamental de ganar terreno y buscar la vía más eficiente para salir de este régimen de oprobio. En ese sentido, cualquier posición que se adopte, debe seguir un principio que se considera más básico, la unidad. Sea que se decida continuar la política suicida de la abstención, sea que se decida la vía de participar electoralmente, aunque hoy luzca poco eficiente, lo importante es que sea una decisión unitaria; de allí el nombre del artículo: Sí, lo que sea, pero unidos…

La unidad no es un mantra, ni un mero principio filosófico; no es una mera consigna, es una posición de eficacia política; es el convencimiento político de que enfrentar a un régimen con ínfulas totalitarias −aparentemente monolítico− no es posible hacerlo desunidos, separados, en múltiples pedazos, que se vuelven grupúsculos, fáciles de anular. Algunos dicen que tampoco es posible salir solos, y probablemente tengan razón, pero el problema es que nadie está dispuesto a hacernos la tarea de sacar al régimen de inmediato y radicalmente, como a algunos les gustaría; por lo tanto, toca hacer la tarea interna para buscar después el apoyo internacional y crear la amenaza creíble para que se llegue a la salida que necesitamos.

Si la decisión es abstenerse −ojalá no sea así− en todo caso no puede ser como ha sido hasta ahora: un simple quedarse en casa, contemplando los resultados y regodeándonos de la cifra elevada de los que se abstienen; debe ser una abstención “militante”, por llamarla con un término muy manido, para explicarle a los venezolanos que se mantienen al margen de la actividad política, el por qué es importante la lucha contra el régimen y que quedarse en casa, no es por mera indiferencia, no es por decepción personal, ni es darle la espalda al país, si no una forma de expresar descontento e insatisfacción por el estado de cosas, por la ruina en la que estamos sumidos.

Si la decisión es participar, no basta con postular candidatos unitarios a los diferentes cargos en disputa; hay que aprovechar la movilización de las campañas electorales para organizar la oposición, para ganar en organización popular, además de recuperar algunos de los espacios políticos que se han ido abandonando. Los partidos y grupos de la sociedad civil, debemos recorrer el país con los candidatos, en tareas de movilización y “agitación política”, para mostrarle a todos que sí hay una alternativa a este régimen de oprobio; y no termina allí la tarea, el empeño organizativo debe llegar −en los estados y municipios en donde hay posibilidad de ganar− a cubrir con testigos al menos el 90% de las mesas, si no todas; y más allá aun, se deben tener algunas ideas de cómo se podrían defender los resultados en el caso de que intenten arrebatarlos, como ocurrió en el Estado Bolívar en la elección de gobernadores en 2017. Significa no solo ganar los “espacios” en juego, sino estar dispuestos a defenderlos, hasta donde sea posible, sin actos heroicos y suicidas, conscientes de que el régimen está dispuesto a desplegar sus fuerzas represivas y de choque.

En todo caso lo que no puede ocurrir es que se nos siga confundiendo con ese peso muerto de los abstencionistas indiferentes, los “hastiados” de la política, los “indignados ahítos”; pero tampoco se nos debe confundir con los oportunistas alacranes que se anotan a cualquier proceso electoral para arrimarse al “festín de Baltasar”. Por eso, cualquiera que sea la posición que adoptemos, debe ser bajo la premisa de: Lo que sea, sí, pero unidos…

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