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Opinión

Guillermo Abril

La constitución de la nueva Asamblea de Venezuela este martes ha colocado en una posición complicada a la Unión Europea: a partir de ahora reconoce el liderazgo de Juan Guaidó, pero lo hace solo como miembro destacado de la oposición. Así lo ha comunicado el Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell, en un escueto comunicado publicado este miércoles en el que ha evitado nombrar al opositor como presidente interino o encargado, un trato habitual hasta la fecha, pero cuya legitimidad emanaba de la anterior Asamblea, formada tras las elecciones de 2015 y sustituida por la recién constituida tras los comicios parlamentarios del 6 de diciembre.

El comunicado resulta un complejo equilibrio de verbo diplomático en el que Bruselas recoge la posición de los Veintisiete. En él, “lamenta profundamente” la constitución de la nueva Asamblea Venezolana, surgida de unas elecciones que califica de “no democráticas”, y asegura que “la UE mantendrá su compromiso con todos los actores políticos y de la sociedad civil que se esfuerzan por restablecer la democracia en Venezuela, incluidos, en particular, Juan Guaidó y otros representantes de la Asamblea Nacional saliente elegidos en 2015, que fue la última expresión libre de los venezolanos en un proceso electoral”.

Tras las elecciones de diciembre, Guaidó trató de recabar apoyos en Bruselas y solicitó en una comparecencia virtual organizada por el grupo liberal Renew del Parlamento Europeo que las instituciones del Viejo Continente le siguieran reconociendo como presidente encargado de Venezuela. Para mantener la pugna con el actual mandatario, Nicolás Maduro, el líder opositor tomó este martes posesión de una Cámara paralela, considerada por el resto de la disidencia venezolana como la auténtica Asamblea Nacional.

Pero sus gestos no han sido suficientes para que la UE diera el paso. Bruselas tenía sobre la mesa tres opciones: la de no reconocer a Guaidó en absoluto, algo que daría alas al régimen de Maduro; la de mantener su apoyo de forma completa, algo que ya resultó complicado y generó tensiones en 2019; o la de considerarlo una especie de primus inter pares, un rostro visible y destacado de la oposición, un gesto que permitiría de algún modo seguir protegiendo a la disidencia e incluso abrirle la puerta a los fondos que el país tiene repartidos en otros países, como el Reino Unido, Suiza, Estados Unidos o Portugal.

Finalmente, Bruselas ha optado por esta última opción, a la vez que mantiene “un ojo puesto” sobre el desarrollo futuro de los acontecimientos en el país, según ha explicado este martes Peter Stano, portavoz de Exteriores de la Comisión Europea. “Discutiremos nuestra posición sobre Venezuela en las próximas semanas”, ha dicho el portavoz del Ejecutivo, quien se ha referido al nuevo órgano constituido por el chavismo como la “autodenominada Asamblea Nacional” y ha reiterado casi palabra por palabra el mensaje emitido por Borrell: “No hemos reconocido la Asamblea Nacional, así que en lo que respecta a nuestros compromisos, la gente que representa a la Asamblea Nacional son Juan Guaidó y el resto de representantes de 2015; ellos son las personas con las que interactuaremos”, ha dicho.

La postura de Bruselas no ha contentado sin embargo a todo el mundo, y ha sido rechazada con especial intensidad por el grupo liberal Renew del Parlamento Europeo. “Es fundamental que la UE siga reconociendo oficialmente al presidente interino Juan Guaidó y la extensión del mandato de la Asamblea Nacional, votada democráticamente en 2015, hasta que se celebren elecciones libres y justas”, escribe por email Dita Charanzová, vicepresidenta del Parlamento Europeo encargada de América Latina, y una de las principales líderes de Renew. “Lamento la falta de claridad por parte del Alto Representante de la Unión Europea, y pido al Señor Borrell que se pronuncie a favor de la continuidad constitucional de manera urgente”, ha reclamado.

6 de enero 2021

El País

https://elpais.com/internacional/2021-01-06/la-ue-reconoce-el-liderazgo-de-juan-guaido-pero-evita-reconocerlo-como-presidente.html

 3 min


Jesús Elorza G.

En la tradicional Misa del Deporte, los atletas, entrenadores y dirigentes deportivos que se dieron cita en las diferentes catedrales del país, coincidían en sus planteamientos relacionados con la crisis por la cual sigue transitando, desde hace muchos anos el deporte en el país.

El clamor nacional, estaba referido a la imperiosa necesidad que tiene el sector deportivo en superar las insuficiencias de todo tipo que, a pesar de ser denunciadas reiteradamente, todavía siguen sin ser resueltas: la discriminación política ideológica que rige en los programas de asistencia social para los atletas, la problemática de la alimentación, transporte, becas, uniformes, viáticos y la asistencia a los eventos internacionales, la paralización de los Juegos Deportivos Nacionales, el deterioro de los Centros de Preparación, la permanente violación de la Autonomía de las Federaciones y del Comité Olímpico, con el propósito de asaltar los cargos de dirección con funcionarios del Ministerio del Deporte o el IND, el discrecional y corrupto manejo del Fondo Nacional del Deporte, la militarización de los Juegos Deportivos Universitarios, la discriminación salarial del entrenador venezolano frente al extranjero, la falta de atención médica y la inexistencia de un Seguro HCM con la cobertura necesaria para atender lo relacionado con las emergencias, prácticamente condenando a una muerte segura a todas las personas relacionadas con el sector.

Todos los presentes, en forma unánime elevaron su voz de protesta para señalar que la problemática del deporte, se ve agravada en forma exponencial por la crisis económica que hoy se vive en el país. La hiperinflación que ha conducido vertiginosamente a la dolarización de la economía, ha reducido, mejor dicho, desaparecido el poder de compra en los ciudadanos. El Bolívar como moneda nacional prácticamente no tiene ningún valor. Los salarios al igual que las beca sufren el mayor impacto de la crisis: mensualmente, el ingreso no sobrepasa 1 dólar, mientras que el valor de la Canasta Alimentaria Familiar tiene un costo aproximado de ¡250 dólares! Es decir, que un atleta, entrenador o dirigente requiere de ¡208 salarios mínimos! para poder llevar alimentos a su hogar.

A esto, comentaban los deportistas de todo el país, hay que agregarle que la política populista de las Cajas CLAP ¡solo es distribuida para los que viven en la región capital!

Al final, la decisión tomada por unanimidad de todos los presentes, fue la de dar a conocer los problemas del deporte y exigir su inmediata solución durante el desarrollo de la misa. Estaban de acuerdo en mantener una actitud crítica y no complaciente frente a las autoridades gubernamentales del sector deportivo.

La acción que iban a realizar, en ningún momento podía entorpecer el desarrollo de la eucaristía, por el contrario, la «Oración de los Fieles» pasaría a ser una expresión solidaria de denuncias y reclamos del deporte venezolano:

-Por la superación de la crisis estructural del deporte....Roguemos al señor

-Por el castigo judicial a los corruptos del deporte....Te lo pedimos señor

-Por la "Indexación" de las becas, salarios y pensiones ...Te lo exigimos señor

-Por el establecimiento de un Seguro HCM que garantice la atención medica....Te lo pedimos señor

-Por el respeto a la Autonomía del sector federado....Roguemos al señor

-Por el transito a Elecciones Libres que permitan superar la crisis social-económica y política ...Roguemos al señor.

En su Homilía, el sacerdote, presentó algunas reflexiones sobre el valor del deporte, a la luz de la fe cristiana haciendo una referencia muy precisa, relacionada con todo lo expresado por los fieles en su oración. "Deporte con Hambre no es Patria" y dirigiéndose a las autoridades deportivas presentes en la misa les dijo "No puede llamarse cristiano quien teme o no resuelve las críticas de sus semejantes" y con la señal de la Cruz dio por terminada la misa. Atletas, Entrenadores y Dirigentes, se tomaron de la mano como señal de hermandad deportiva y de su compromiso de luchar por “Un deporte Mejor en Una Sociedad Mejor”

 3 min


Patricia Fernández de Lis

La investigación científica resulta tan compleja que muchos sintieron que era poco relevante para su vida. Pero el virus SARS-CoV-2 cambió de golpe esta percepción. Nunca en la historia se había logrado una vacuna en tan poco tiempo. Hemos visto lo mejor y lo peor de la ciencia este 2020. ¿Mantendrá ese esencial reconocimiento y apoyo

Katalin Karikó quizá gane algún día un premio Nobel, pero se ha pasado décadas sufriendo rechazos. Esta investigadora húngara pensaba en los noventa que una molécula de origen esquivo, el ARN, podría usarse para curar enfermedades como el cáncer, pero su idea provocaba la incredulidad de colegas e instituciones y no encontraba financiación. “Todas las noches estaba trabajando y pensaba: ‘Subvención, subvención, subvención’, y la respuesta siempre era: ‘No, no, no”, contaba hace poco a la revista Stat. Perdió su trabajo en la Universidad de Pensilvania (EE UU), pensó que no era lo suficientemente buena, quiso dejar la ciencia. Pero siguió investigando y, cuando en enero de este año se publicó la secuencia genética de un misterioso virus mortal que asolaba China, aplicó su idea a una posible vacuna. Diez meses después, la inmunización de la empresa en la que trabaja, la alemana BioNTech, se ha probado en 44.000 personas y es una de las grandes esperanzas para acabar con la pandemia mortal que ha arrasado las vidas de millones de ciudadanos, acostumbrados a vivir en sociedades avanzadas y acomodadas, y que jamás esperaron tanta muerte y desolación. En nuestras vidas, predecibles e hipertecnologizadas, ha irrumpido un virus que nos ha pillado desprevenidos y nos ha dejado sobrecogidos, desconcertados y asustados. Muchos ciudadanos se han preguntado cómo es posible que nadie nos avisara de que esto podía suceder. Pero científicos como Karikó sí nos avisaron. La cuestión es que nadie estaba escuchando.

Carl Sagan, astrofísico, divulgador, escritor y figura totémica de la ciencia, el escepticismo y la razón, lo dijo quizá mejor que nadie, y lo dijo varias veces: vivimos en una sociedad absolutamente dependiente de la ciencia y la tecnología, decía, y, sin embargo, nos las hemos arreglado para que casi nadie entienda la ciencia y la tecnología. Y esa es una receta clara para el desastre, concluía.

“La desconexión entre científicos y ciudadanos siempre ha existido”, reflexiona el escritor y también físico Agustín Fernández Mallo. “Creo que tiene que ver con una incorrecta educación, pero no tanto en los contenidos científicos como sí en la filosofía de la ciencia. Quizás ahí también tenemos parte de culpa el sistema social científico, que históricamente ha alentado la idea de que la ciencia es igual a la verdad”, añade. Y la ciencia es solo un método para acercarnos a esa verdad; eso sí, es el mejor que tenemos.

La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) realiza cada dos años una encuesta sobre la percepción social de la ciencia en España. La última, de 2018, muestra que los españoles confían en la ciencia, pero no la comprenden: casi la mitad de los encuestados consideran que su educación científica es baja o muy baja. Y al 30% es un tema que les interesa poco o muy poco porque en su mayoría, aseguran, no la entienden.

Matilde Cañelles cree, como Fernández Mallo, que la desconexión entre científicos y ciudadanos no es exclusivamente achacable a la falta de formación de la sociedad. Esta investigadora del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC) ha empleado mucho tiempo en estudiar los cambios en la percepción de la relevancia de la ciencia en la sociedad; ahora participa en un estudio multidisciplinar sobre la repercusión social de la covid. La experta explica que el éxito de una carrera científica se valora, cada vez más, analizando el número de ar­tículos que ha publicado un investigador en las revistas especializadas, lo que convierte esa publicación en la única manera de evaluar su trabajo y la que marca, en última instancia, la posibilidad de conseguir más fondos. En inglés lo llaman publish or perish, publica o perece. Y esto ha aislado a muchos científicos bajo toneladas de documentos y burocracias, y les ha hecho olvidar la necesidad de trasladar los resultados de sus investigaciones a la sociedad. “Se ha creado lo que los americanos llaman la rat race [carrera de ratas] por conseguir más y más artículos, más y más dinero, y un laboratorio más grande. Y se han perdido algunos valores, como la necesidad de hablar con los medios y los ciudadanos”, reflexiona Cañelles.

Un problema añadido es que los largos y complejos tiempos y métodos de la ciencia casan mal con una sociedad acostumbrada a medir el éxito de un proyecto en el tiempo que se tarda en poner un tuit, y a valorar a los políticos en periodos de cuatro años. Como se observa claramente con el ejemplo de la vacuna de Katalin Karikó, un científico necesita decenas de años y una financiación sostenida en el tiempo para que sus investigaciones obtengan resultados. En España, la sangría de los fondos dedicados a ciencia en los últimos 10 años ha sido monumental y no tiene comparación con ninguna otra actividad: invertimos un 1,24% del PIB, menos que hace una década (1,40%), cuando el promedio europeo es del 2%. La carrera investigadora es un desastre, con doctores ultraformados que tienen sueldos mileuristas y ninguna perspectiva de tener una carrera estable; los laboratorios están ahogados por la falta de dinero y la burocracia; los mejores biólogos, físicos y matemáticos se van al extranjero o a la industria farmacéutica y la tecnológica. Aun así, cuando los científicos quisieron protestar por su situación, el año pasado, en Madrid, salieron a la calle solo 500 personas. “Hay una ceguera política, y también social, para darnos cuenta de que las inversiones a medio y largo plazo son inversiones también de ahora”, resume la directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), María Neira.

La falta de atención e interés público por la ciencia se muestra fácilmente con un ejemplo muy simple. El Centro Nacional de Epidemiología es el encargado de vigilar nuestra salud pública y controlar las enfermedades que pueden afectar a los ciudadanos. En el organismo trabajaban 100 personas en 2008. Tras los recortes provocados por la crisis económica, este año, cuando llegó a España la mayor pandemia del siglo XXI, eran tan solo 64. Ahora, unos meses después, el centro se ha reforzado y tiene 77 trabajadores, pero aún siguen siendo menos, en plena crisis sanitaria, que hace 12 años.

Así que la ciencia ha seguido trabajando con medios cada vez más limitados, y ante la indiferencia general, y cuando los virólogos y epidemiólogos avisaron de que en algún momento llegaría una pandemia global provocada por un virus, nadie escuchó. Hay libros y reportajes que cuesta releer sin estremecerse. Hasta ahora habíamos “esquivado la bala”, como ha dicho Keiji Fukuda, exjefe de epidemiología de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Atlanta (CDC, el centro de referencia de EE UU en materia de salud pública). Gracias a una combinación de preparación (especialmente en los países de Extremo Oriente) y buena suerte, ni el SARS en 2002, ni la gripe porcina en 2009, ni el ébola en 2014, ni el zika en 2016 fueron pandemias completas. Pero cuando el 11 de marzo de 2020 la OMS declaraba que la covid causada por el virus SARS-CoV-2 era una pandemia, la atención de todo el planeta, hasta el momento centrada en peleas políticas, partidos de fútbol, raperos o series de televisión, se giró hacia la ciencia. Y la ciencia estaba preparada.

Desde su posición privilegiada en la OMS, María Neira reflexiona: “Si hemos tenido una vacuna en 10 meses es porque ya había grupos de científicos, con sueldos no exactamente millonarios, que llevaban tiempo trabajando en ello. No es que estuvieran poco preparados. Es que eran pobres. La comunidad científica estaba trabajando en esto, con recursos exiguos y buena voluntad, pero, si no hubiera sido por eso, no estaríamos aquí”.

La carrera científica por conseguir fármacos que mitiguen la gravedad de la enfermedad y vacunas que la erradiquen ha sido monumental, no tiene precedentes y arrancó en cuanto China notificó, en diciembre del año pasado, los primeros casos de una neumonía atípica de origen desconocido. Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra y divulgador científico, lo resume en su apasionante libro Preparados para la próxima pandemia (Destino): en tan solo unos días se identificó al causante, un coronavirus. El 13 de enero ya estaba disponible en la web de la OMS el protocolo para la técnica de la PCR para detectar el virus y en mayo ya había 270 test diagnósticos distintos. En unos meses, científicos de todo el planeta secuenciaron más de 90.000 genomas de pacientes repartidos por todo el mundo, para así conocer mejor el patógeno y ver cómo y en qué circunstancias muta. En seis meses se publicaron 40.000 artículos científicos sobre el SARS-CoV-2, cuando sobre el primer coronavirus, el SARS, se escribieron unos 1.000. Se han probado decenas de tratamientos distintos (antivirales, antiinflamatorios, plasma de pacientes recuperados…) y la OMS puso en marcha un programa, Solidaridad, por el que 400 hospitales de 35 países han compartido los datos sobre la eficacia de todos esos medicamentos. Y finalmente está la gran esperanza, el único camino de regreso a la vida anterior, la vacuna. Hay 125 candidatos y 3 de ellos están en el mercado menos de un año después de que se identificara esa misteriosa neumonía en China. Nunca, en la historia, se había logrado este hito tan rápido. Las vacunas tardan decenas de años en desarrollarse y para algunos virus, como el VIH, ni siquiera existen.

La ciencia ha hecho un esfuerzo brutal al margen de la falta de interés ciudadano, los recortes, los sueldos miserables o la inestabilidad de la carrera investigadora. María Neira reflexiona sobre su experiencia en la OMS estos meses: “Hemos batido récords en la colaboración entre expertos. Nunca había visto nada así; no puedo decirle ningún nombre de un científico que hayamos llamado, aunque fuera para citarle unas horas después o a las tres de la madrugada, que nos dijera que no. Y esto ha ocurrido además hablando de cuestiones donde hay muchos intereses comerciales también. Esta ha sido una de las cosas que más nos han emocionado a mis colegas y a mí: esa generosidad, la colaboración altruista y muy consciente del momento histórico en el que estamos metidos”. La ciencia, a pesar de todo, ha respondido, sí. Pero no sin costes.

“Hasta ahora, lo que le llegaba a la sociedad, a través de los medios de comunicación, es el producto final de la ciencia, pero en estos meses lo que se ha visto es cómo funciona la ciencia, las tripas. Y lo que ha quedado, a veces, es mucha inquietud”, opina López-Goñi, que con su cuenta en Twitter (@microBIOblog) llega a casi 58.000 personas. El primer problema es que la sociedad, y también los políticos, suelen pedir soluciones rápidas y contundentes a problemas complejos y cambiantes, como es la lucha contra un virus mortal. “Y la ciencia no tiene respuestas inmediatas ni certezas, sobre todo en temas de biología. Siempre, nunca… son términos que no puedes usar”, dice el microbiólogo. Y además “hemos visto las vergüenzas de la ciencia”.

Los científicos publican los resultados de sus investigaciones en revistas especializadas que son revisadas por otros científicos. Ese proceso normalmente dura meses, pero la pandemia no espera. Por eso, este año se han publicado decenas de miles de preprints, estudios sin confirmar, de utilidad para la comunidad investigadora, pero que han sido publicados en medios de comunicación y redes sociales como verdades contrastadas cuando no lo estaban. También se ha reducido a la mitad el tiempo de revisión de las revistas médicas, de 120 días de media a 60. Y ha habido ejemplos sangrantes de ciencia mal hecha. Es muy conocido el caso de un artículo científico sin revisar que aseguraba en enero haber encontrado un “sospechoso” vínculo entre el virus del sida y el coronavirus, sugiriendo que estas coincidencias no “eran de naturaleza fortuita” y abriendo la puerta a la idea de que el virus de la covid podría haber sido creado deliberadamente en un laboratorio. El artículo fue retirado dos días después, pero fue descargado por 200.000 personas y lo difundieron más de 23.000 tuits.

Hay mala ciencia que además ha traído jugosos beneficios en Bolsa a las empresas que han jugado a ofrecer información sin contrastar sobre sus medicamentos o sus vacunas. En el momento en el que se escribe este reportaje, ninguna de las tres empresas que han puesto su vacuna ya a disposición de los Gobiernos de todo el mundo (AstraZeneca, Pfizer y Moderna) ha dado a conocer los resultados de sus investigaciones a la comunidad científica.

Pero probablemente el mejor ejemplo del lío en el que se ha visto metida la comunicación de la ciencia durante la pandemia ha sido el de la hidroxicloroquina. Este medicamento, que ha sido utilizado desde hace décadas para la terapia de enfermedades como el paludismo, fue identificado al principio de la pandemia como uno de los posibles tratamientos contra la covid. También fue defendido por personajes como el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, o el estadounidense, Donald Trump, lo que despertó la atención mundial hacia el fármaco, hasta el punto de que hubo problemas de abastecimiento en todo el planeta. Sin embargo, cuando la prestigiosa revista The Lancet publicó un estudio en mayo sugiriendo que aumentaba el riesgo de muerte, ese simple fármaco para la malaria quedó desacreditado, tiznado también por la defensa que habían realizado dos presidentes populistas y que no son precisamente amantes de la ciencia. Y sin embargo ese estudio, publicado en una revista muy prestigiosa, fue finalmente retractado, así que relevantes médicos e investigadores pidieron que les dejaran seguir investigando. Finalmente, la OMS aseguró en octubre que la hidroxicloroquina no salva vidas, pero los resultados de su estudio tampoco se han publicado aún. Todo este confuso batiburrillo de estudios y comunicados ha trasladado confusión a la ciudadanía, que en este momento probablemente no sabe ya si la hidroxicloroquina mata o salva.

“Con la información científica cada vez más polarizada, retorcida y exagerada, hay una creciente preocupación de que la ciencia esté siendo representada al público de una manera que puede causar confusión, expectativas inapropiadas y erosión de la confianza pública”, reconoce en un interesante informe, titulado Tenemos que hacerlo mejor, la organización Royal Society de Canadá. La arrogancia de algunos científicos mediáticos y tuiteros en hablar de un tema sobre el que no han investigado, y hacerlo además con contundencia (“cuanto más seguro esté alguien sobre la covid-19, menos debería usted confiar en él”, como dice un editorial de la revista British Medical Journal), ha terminado de añadir ruido y desconcierto a un mundo, el de la comunicación de la ciencia, que no está precisamente sobrado de prestigio y referentes. ¿Cuánto dura la inmunidad de la covid? ¿Son más peligrosas las mutaciones del virus? ¿Qué está ocurriendo en las escuelas para que no haya grandes contagios? Lo cierto es que no lo sabemos, y quizá ha llegado el momento de reconocerlo. “La certeza es el reverso del conocimiento”, dice ese mismo editorial. “Conviene insistir en que la ciencia produce resultados válidos para el mundo precisamente porque admite desde el principio que puede ser refutada, que no tiene por qué ser verdad siempre; es decir, es crítica consigo misma y se va autocorrigiendo. Lo único que nunca puede ser refutado son las religiones o las ideologías fundamentadas en alguna fe”, explica Fernández Mallo.

La mala ciencia, mezclada con la necesidad de certezas por parte de los políticos y la población en un asunto en el que no las hay, ha generado mucho ruido alrededor de la ciencia: conspiraciones, noticias falsas, movimientos antivacunas y antimascarillas, desconfianza… “Yo creí que había visto todo tipo de epidemias, y las he visto horribles”, reflexiona María Neira desde la OMS. “Pero esta tiene componentes irracionales, de politización alta, de comunicación cacofónica, de infodemia, incluso de reacciones apocalípticas. Hay que volver a la serenidad y al liderazgo, que no quiere decir adoctrinar. Mucha gente ahora quizá se siente vulnerable y no se siente liderada”.

La buena noticia es que la ciencia está mejor preparada que nunca para ayudar a los líderes políticos a hacer su trabajo, o sea, a liderar. El Gobierno ha aumentado un 60% la inversión en ciencia, la mayor subida que ha habido nunca en nuestro país. Las donaciones al mayor centro de investigación español, el CSIC, pasaron de los exiguos 460.000 euros de 2019 y a los 11,3 millones de euros que registraba a principios de diciembre. El Instituto de Salud Carlos III, sobre el que ha recaído gran parte de la gestión de esta pandemia, recibió durante los últimos 15 años, desde 2005 hasta 2020, 740.000 euros. En 2020 se han superado los 1,2 millones de euros, en su mayor parte de personas jurídicas. Pero personas físicas han donado a una entidad prácticamente desconocida para el gran público hasta esta pandemia más de 11.000 euros. Y en el caso del CSIC, 177.340 euros han sido donados por ciudadanos anónimos. Es un fenómeno desconocido en España. Además, algunos científicos en universidades, como López-Goñi, aseguran que han aumentado las matriculaciones en carreras de Biología, Bioquímica y Medicina, aunque aún no hay datos oficiales. La atención mundial está, sí, fijada sobre la ciencia. ¿Pero se mantendrá?

“La ciencia es una inversión estratégica, inteligente y, al mismo tiempo, de sentido común. Es obvio, es tan básico que no debería ni discutirse. De esta hay que salir pensando que la ciencia no es que nos salve la vida, es que te la prepara para ser mucho mejor”, dice contundente María Neira. Ella y otros expertos creen que la próxima cita para comprobar si la ciencia se mantiene en el interés de ciudadanos y políticos es lo que la OMS llama Una Salud; es decir, la necesidad de reflexionar sobre la conexión de nuestra salud y la del planeta. Porque de lo que nadie tiene dudas es de que vendrá otro virus mortal, que a su vez provocará otra pandemia. La cuestión es si habremos aprovechado el tiempo para prepararnos.

“Además de reforzar los sistemas de respuesta y de vigilancia epidemiológica, tenemos que pensar en cómo tratamos los factores de riesgo, y eso no lo estamos haciendo bien. Ahora estamos concentrados en apagar este fuego, pero ¿qué pasó para que se provocara? Y eso lo sabemos muy bien, aunque lo estamos posponiendo”, dice Neira. La experta cita como riesgos que no estamos afrontando la contaminación del aire, el uso de energías fósiles, las ciudades en que vivimos, “donde el coche es el rey y nosotros somos ciudadanos de segunda”, y un estilo de vida sedentario que aumenta factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes y la obesidad. “La sociedad nos va a pedir que reduzcamos la vulnerabilidad y va a exigir a los gobernantes que se ocupen de reducir esos riesgos, vengan de donde vengan, y de protegernos mejor”, añade.

Y en esa reducción de riesgos es clave el mantenimiento de los científicos como figuras centrales en el asesoramiento a los políticos cuando llegue el momento de volver a tomar decisiones complejas. “Hemos tardado muchos meses en implementar canales para capilarizar ese conocimiento científico”, dice el sociólogo Pep Lobera, que forma parte de uno de esos comités, el que asesora al Gobierno sobre la estrategia de las vacunas. “Esta crisis es un golpe muy fuerte, pero no será el último. Y si no tenemos canales para que ese conocimiento permee hacia la toma de decisiones en contextos de incertidumbre, no se podrán improvisar”, añade. Y además es el momento de reforzar la comunicación entre científicos y ciudadanos, y para eso es fundamental, cree, “ser muy transparentes, muy receptivos, no generar falsas esperanzas, escuchar las inquietudes de los que las tienen y no despreciarlos con que les falta cultura científica”, una frase que es pronunciada en demasiadas ocasiones por algunos científicos muy mediáticos. “Hace falta humildad”, concluye Lobera.

El año 2021 será fundamental en la historia de la ciencia y la confianza pública en ella: si la mayor parte de la población quiere inmunizarse, si las vacunas contra la covid funcionan bien y si las conspiraciones no triunfan, la confianza en la investigación se habrá reforzado y, muy probablemente, la sociedad no permitirá que la atención desaparezca. Lobera, que es uno de los que más han investigado las fortalezas y carencias de la cultura científica en España, cree que en esto el país parte con una ventaja y una desventaja. El factor positivo es que estamos en unos niveles de confianza en los científicos, en el funcionamiento de la ciencia y en las vacunas muy elevados respecto a otros países. En una encuesta publicada en septiembre por el Pew Research Center, de Estados Unidos, el 91% de los españoles se muestran de acuerdo con que hay que gastar fondos gubernamentales en ciencia (es el mayor porcentaje de todos los estudiados) y somos, después de indios y australianos, los que más confiamos en los investigadores. Los datos coinciden con las encuestas que se realizan en España y que colocan a los científicos siempre entre los profesionales más admirados, con médicos y maestros.

El factor en contra es que vivimos en uno de los lugares más polarizados políticamente. Mascarillas sí o no, salud o economía, PCR o antígenos; hasta los debates más técnicos han servido para polarizar a la población. “Y hay una relación preocupante entre la erosión de la confianza social en la ciencia, y en la política, y la emergencia de partidos populistas con líderes carismáticos, proféticos. Es un año muy importante para hacer las cosas bien”, añade Lobera. Siempre y cuando, claro, las inversiones se mantengan y no desaparezcan cuando los focos de la covid se apaguen: “Hay que estar financiando investigación de calidad siempre, para que cuando venga la crisis, y nunca sabes por dónde te va a venir, tengas conocimientos suficientes en los que apoyarte para poder hacer los descubrimientos o generar las metodologías que te van a ayudar”, resume Cañelles.

Gracias a la ciencia ya no hay viruela y estamos a punto de erradicar la polio, la dracunculiasis, la hepatitis C, el sarampión o la rubeola, reflexiona López-Goñi en su libro. Gracias a la ciencia ya no hay peste ni leprosos por las calles de Europa. Gracias a la ciencia el sida es una enfermedad crónica. Gracias a la ciencia muchos cánceres se pueden curar. Para solucionar esta y futuras pandemias, y hasta que a alguien se le ocurra un método mejor, el único camino que tenemos es escuchar, comprender, defender y financiar a las Katalin Karikó del mundo; escuchar, comprender, defender y financiar la ciencia.

27 de diciembre de 2020

El País

https://elpais.com/elpais/2020/12/22/eps/1608637752_983427.html#?sma=new...

 18 min


Norberto Paredes

En los últimos años las relaciones entre Venezuela y Trinidad han estado marcadas por tensiones migratorias.

Aunque en décadas pasadas eran principalmente los trinitarios quienes emigraban a Venezuela en búsqueda de oportunidades, ahora son los venezolanos quienes se vuelcan a la pequeña isla de 1.300.000 habitantes, escapando de la crisis económica, política y social que vive su país.

Y en ambos lados de los apenas 11 kilómetros que separan a la República Bolivariana de Trinidad muchos desconocen la historia que comparten.

Situada al noreste de Venezuela, esta isla -la quinta más grande del Caribe- fue visitada por Cristóbal Colón durante su tercer viaje, en el año 1498, pasando a formar parte de las colonias del Imperio Español en América.

Pero vista como poco atractiva, en comparación con "El Dorado" que se encontraba más al sur del continente, Trinidad era muchas veces considerada por los españoles como una carga, en lugar de un sitio para desarrollar y encontrar riquezas.

Luego de largos periodos de abandono y reconquistas, la entonces provincia de Trinidad se convirtió en una de las integrantes de la Capitanía General de Venezuela cuando esta fue fundada en 1777.

Esa entidad luego daría paso a la nación soberana que conocemos actualmente.

Hoy, todos los territorios fundadores de esa Capitanía General son parte de Venezuela: la provincia homónima (también llamada Caracas), así como Cumaná, Guayana, Maracaibo y Margarita.

Todos, menos uno: Trinidad.

La historia de cómo esta isla, ahora parte de Trinidad y Tobago, se desprendió del Imperio Español, pasó a manos británicas y se independizó, casi dos siglos después, es compleja y turbulenta.

Pero lo cierto es que a los españoles se les hizo difícil consolidarla como colonia, como lograron hacerlo con muchos otros territorios en la región.

Según los historiadores, los problemas para los conquistadores europeos comenzaron el mismo día en que decidieron colonizar la isla.

"Trinidad ya estaba poblada cuando llegaron los colonizadores y muchos grupos indígenas se resistieron a la colonización. Cuando tienes diferentes grupos indígenas en una zona, normalmente ya hay una sociedad establecida que funciona", le dice a BBC Mundo Debbie McCollin, historiadora de la Universidad de las Indias Occidentales, en Trinidad y Tobago.

Ella subraya que, de todas formas, la isla nunca fue un objetivo para los españoles, sino un "medio para un fin".

"El objetivo eran las riquezas de Sudamérica y Trinidad era vista como una especie de plataforma que les permitía bajar por el (río) Orinoco, adquiriendo tierras e infiltrándose en territorios indígenas desde una base trinitaria", explica.

Una tarea difícil

Desde el comienzo del periodo de colonización, el Imperio Español hizo muy pocos esfuerzos para crear asentamientos en la isla de Trinidad.

Los pocos intentos generaron además un gran rechazo por parte de los locales y, dado que las Antillas Mayores y el continente eran considerados como más importantes, Trinidad fue abandonada por muchos años.

El primer esfuerzo real para colonizar el territorio lo hizo el español Antonio Sedeño en 1530, siendo nombrado gobernador de Trinidad por el Imperio Español.

Sedeño intentó crear lazos con los indígenas dándoles un trato justo y ofreciéndoles regalos, pero esta relación se terminó cuando las reservas de alimentos de los españoles comienzan a agotarse.

Los españoles decidieron entonces ingresar en poblaciones indígenas buscando nuevos suministros y esto enfureció a los locales que, luego de una larga batalla, obligaron al gobernante español a huir de la isla.

Juan Ponce de León II, exgobernador de Puerto Rico, fue el encargado de continuar la tarea que Sedeño jamás pudo completar, pero él también fracasó al enfocarse de nuevo en la riqueza de otros territorios vecinos.

Finalmente, Antonio de Berrio fue nombrado gobernador en 1580 y se convirtió en el primero en establecer una presencia e influencia española en la isla, fundando el pueblo de San José de Oruña, que funcionaría como la capital de la provincia.

Pero a lo largo de los siglos, la influencia de Madrid en Trinidad tuvo un límite y se vio eclipsada en un principio por la cultura local y luego por la vasta inmigración francesa fomentada con el fin de poblar la isla.

Según el libro "History of the People of Trinidad and Tobago", escrito por el exprimer ministro trinitario Eric Williams, para 1772, la capital San José de Oruña tenía una población de 326 españoles y 417 amerindios.

Fue en esa época del siglo XVIII que España y otras potencias colonizadoras se dieron cuenta de la importancia de Trinidad. Pero probablemente para la monarquía española ya era demasiado tarde.

La apertura a la inmigración

"Hasta 1770 Trinidad no fue una isla de mucha importancia desde el punto de vista económico ni político ni social: era una isla prácticamente abandonada", le cuenta a BBC Mundo Cristina Soriano, profesora de historia de la Universidad de Villanova en Pensilvania, EE.UU.

Hasta 1770 Trinidad no fue una isla de mucha importancia desde el punto de vista económico ni político ni social: era una isla prácticamente abandonada".

Pero en el marco de las llamadas reformas borbónicas, la monarquía españoló decidió reestructurar los ejes administrativos del imperio para hacer a las colonias en América más productivas y sacarles un mayor provecho económico.

"La corona española decide invertir en Trinidad. Se dan cuenta que pueden imitar el modelo económico desarrollado por los ingleses y los franceses en otras islas en el Caribe y se plantean desarrollar plantaciones de azúcar, pero para eso necesitan incentivar la migración", explica la historiadora venezolana.

Y en 1783 se firma la Cédula de población, una ley que abre la isla de Trinidad a la inmigración católica, principalmente desde colonias francesas en el Caribe, como Haití y Martinica.

Dependiendo de su color de piel y sus orígenes, cada francés que se muda a la isla recibe tierras a cambio de jurarle lealtad a la corona española.

Trinidad fue fusionada con Tobago en 1888 y desde 1962 forma parte de un país soberano: Trinidad y Tobago.

"Estas leyes eran más flexibles que las que existen en el resto de la América española y funcionaron", destaca Soriano.

Y gracias a la Cédula de población, una gran número de familias francesas se instaló en la isla, seguidas por un grupo incluso más numeroso que llegó a raíz de la Revolución haitiana.

El primer periódico en Venezuela se publicó en francés

"Las rebeliones en el Santo Domingo francés generan una huida importante de familias francesas hacia otras regiones, entre ellas la Trinidad española, trayendo consigo un numeroso grupo de esclavos: los españoles buscaron también incentivar la población esclava en la isla", detalla Soriano, agregando que para 1797 -cuando los ingleses invaden la isla- poco más de la mitad de la población en Trinidad se identificaba como francófona.

Y la inmigración francesa en Trinidad también dejó huellas en la historia venezolana, de hecho el primer periódico publicado en Venezuela no fue en español.

El historiador Tomas Straka, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), le cuenta a BBC Mundo un dato que puede resultar sorprendente para muchos: "El primer periódico venezolano fue publicado en Trinidad y se publicó en francés, esto debido a la gran cantidad de franceses que llegaron a la isla buscando tierras y oportunidades".

El primer periódico venezolano fue publicado en Trinidad y se publicó en francés".

El Correo de la Trinidad Española circuló desde agosto de 1789 hasta enero de 1790, mucho antes que la Gazeta de Caracas que vio luz en 1808.

El "error" de España

Durante casi 300 años Trinidad estuvo bajo dominio español, pero ¿cómo pasó a manos de la corona inglesa y por qué los británicos se interesaron en la isla?

Cristina Soriano, de la Universidad de Villanova, explica que con la pérdida de las colonias en América de Norte tras la Revolución de las Trece Colonias, el Imperio británico también perdió la capacidad de surtir a sus colonias en el Caribe con productos de tierra firme y vieron que Trinidad podría proporcionarles una vía para traer productos desde Venezuela.

"Como Trinidad era parte de la Capitanía General de Venezuela, había mucha integración económica y comercial y los británicos vieron que podrían sacarle beneficio a esa relación haciendo contrabando", explica.

Para esa época, Trinidad ya se había convertido en una colonia significativa desde un punto de vista social y sobre todo económico.

"Lo que ocurrió fue que los británicos empezaron a ver como Trinidad florecía. Este territorio creció exponencialmente desde 1783 hasta 1790, tanto en términos demográficos como en cuanto a plantaciones de azúcar. Así fue como se convirtió en un objetivo para los intereses económicos británicos", cuenta la historiadora trinitaria Debbie McCollin.

La Revolución haitiana impulsó la inmigración francesa a Trinidad que dejó huellas imborrables en la historia de la isla.

Entonces, el Imperio británico sólo necesitaba una razón para invadir Trinidad. Una sola. Y España se la dio.

Invasión de Trinidad y Puerto Rico

En 1796, Madrid y París firmaron una alianza militar conocida como el Segundo Tratado de San Ildefonso en el que convenían mantener una política militar conjunta frente a poderoso Imperio Británico que, pese a la independencia de Estados Unidos, todavía controlaba gran parte del mundo.

El pacto fue considerado por el Reino de Gran Bretaña -que veía a Francia como su gran enemigo- como una declaración de guerra por parte de España, por lo que los británicos respondieron enviando una flota al Caribe con la intensión de invadir Trinidad y Puerto Rico.

"Puerto Rico era más importante para España que Trinidad, por eso la corona española logró retener la primera y no se opusieron demasiado a la invasión de la segunda", asegura Tomas Straka.

Con la firma del Tratado de Amiens en 1802, España aceptó cederle Trinidad a Gran Bretaña, recuperando de paso la isla de Menorca que había sido nuevamente ocupada por los británicos en 1798.

Con la firma del Tratado de Amiens, España le cedió Trinidad a Gran Bretaña.

"Mi interpretación es que los españoles estaban demasiado preocupados con mantener las revoluciones atlánticas -la americana, la francesa y la haitiana- lejos de las costas de tierra firme. Estaban obsesionados con eso y como se dan cuenta de que es dificilísimo controlar la isla y como Trinidad no tenía el valor económico que tenía Cuba o Puerto Rico, entonces van a poner más refuerzos militares en esas zonas y en las costas de Colombia y Venezuela", relata.

"Así que puede decirse que fue un sacrificio. Además debido a la inmensa presencia francesa en Trinidad la situación era insostenible", dice.

La historiadora afirma que para el capitán general Pedro Carbonell fue "un alivio" deshacerse de Trinidad por lo difícil que le resultaba gobernarla.

¿Una "pérdida" inevitable?

Sin la invasión británica, Soriano cree que el español tendría mucha más presencia en la isla, pero más allá de ello, la sociedad trinitaria sería una multilingüe y multicultural como lo son muchas islas en el Caribe, con influencias tanto francesas como británicas.

"De no haber sido por los efectos de la Revolución francesa y los efectos en el Caribe y la Revolución de las Trece Colonias, los británicos tal vez nunca se habrían interesado en Trinidad. También creo que si no hubiera sido por el miedo que generaron esos movimientos en el Caribe español, seguramente Trinidad hubiera seguido siendo española, como lo siguieron siendo Puerto Rico, Santo Domingo y Cuba".

El historiador Tomas Straka va más allá y piensa que la isla todavía sería parte de Venezuela.

"No hay ninguna razón para pensar que Trinidad se hubiera separado de Venezuela, como no lo hizo ninguna otra provincia de las que formaron parte de la Capitanía General después de la independencia. Hubo intentos separatistas en algunas, como en Maracaibo y en Cumaná, pero fracasaron", dice.

Pero McCollin cree que debido a la demografía de su isla y lo debilitada que estaba España, la invasión de Trinidad era inevitable.

"Los británicos habían ganado tanta fuerza que Trinidad siempre iba a ser un objetivo. Y si los británicos no lo hacían, eventualmente los franceses iban a hacerlo, debido a su proximidad con el continente y las oportunidades que eso les ofrecía", apunta.

Más británica que española

Hoy, en Trinidad -que fue fusionada con Tobago en 1888 y se independizó de Reno Unido en 1962- la colonización española es vista como "débil", dice McCollin, pese a que todavía hay remanentes culturales dejados por los españoles y que son apreciados en la isla.

No obstante, sus compatriotas se sienten mucho más identificados con el periodo británico que con el español, pese a que este último fue más duradero: "Los británicos hicieron mucho en un corto periodo de tiempo".

"Pero en términos de cómo vemos la colonización general, creo que nos cuestionamos a nosotros mismos para comprender realmente el período y lo que significa para nosotros", agrega.

"Los trinitarios en general se sienten agradecidos de haber tenido toda la influencia que tuvo. Trinidad se volvió muy cosmopolita, con los franceses, los españoles, los británicos, la influencia africana y la india que llegó después; en este país hay una gran mezcla".

"Creo que de manera general apreciamos el período porque nos ha convertido en el pueblo tan colorido que somos ahora".

29 de noviembre 2020

BBC News

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-54644303

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Eddie A. Ramírez S.

Simón Bolívar fue nuestro primer vendedor de ilusiones cuando nos vendió la idea de la Gran Colombia, sin considerar que era inviable juntar a Colombia, Ecuador y Venezuela. Sin embargo, sembró la esperanza de la independencia, a la cual dedicó esfuerzo y talento. Así mismo, la mayoría de nuestros presidentes nos vendieron ilusiones, pero unos cuantos sembraron esperanzas, que permitieron construir un país, con sus virtudes y defectos.

En el siglo XX, el presidente Medina y sus seguidores vendieron la ilusión de que la democracia seguiría evolucionando, pero no consideraron que el general López Contreras aspiraba otra vez a la presidencia. Para ello contaba con la aprobación del Congreso Nacional, que era el gran elector, lo cual representaba un retroceso. El dictador Pérez Jiménez vendió la ilusión de que el cemento equivalía a progreso, por lo que descuidó la educación y se estancó el desarrollo.

En el período democrático 1958- 1999 hubo presidentes que vendieron ilusiones y otros que sembraron esperanza. Quizá Betancourt, Leoni y Caldera, con sus más y sus menos, sembraron esperanza. Carlos Andrés Pérez I vendió ilusiones al emprender planes faraónicos y endeudar el país, sin considerar la limitante de recursos humanos. Luis Herrera, Lusinchi, Carlos Andrés II y Caldera II gobernaron con más penas que gloria.

Hugo Chávez fue un gran vendedor de ilusiones, sin duda el mejor mercader que hemos tenido. Nos vendió que eliminaría la pobreza y la corrupción, y que convertiría a Venezuela en una potencia petrolera, agrícola, minera y turística. Sin embargo, era imposible materializar esas ilusiones expropiando empresas, despreciando la meritocracia, favoreciendo la corrupción, la inseguridad personal y jurídica, y regalando nuestros recursos a otros países para comprar voluntades.

Su pupilo Nicolás Maduro, no es capaz ni de vender un vaso de agua en el desierto, solo repite como loro lo que dijo su mentor. Además, por su descaro en el manejo de las elecciones no pudo vender la ilusión de democracia, por lo que tiene en contra a la mayoría de los países democráticos del mundo.

La Mesa de Unidad Democrática sembró esperanzas en las parlamentarias de diciembre del 2015, pero no supo o no pudo regar esa esperanza para poder cosechar. María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma vendieron ilusiones con La Salida, en el 2014. Demostraron coraje, pero no evaluaron que el régimen tiene las armas y el control del sistema judicial.

La Consulta popular del 16 de julio 2017 sembró esperanzas; era necesaria y contribuyó a la deslegitimación del régimen y a su aislamiento internacional. La acción en el Fuerte Paramacay, en el 2017, fue un gesto valiente, pero solo una ilusión.

El presidente(e) Guaidó sembró esperanzas cuando se juramentó en enero 2019. Algunos dirán que vendió ilusiones al ofrecer el fin de la usurpación, pero olvidan que él y otros han trabajado con ese objetivo.

Guaidó vendió ilusiones con el intento de introducir ayuda humanitaria por Cúcuta en febrero del 2019, aunque ese hecho también representó, a nivel internacional, una derrota política para el régimen y sin duda había que intentarlo. También vendió ilusiones en el evento de La Carlota en abril 2019, al no considerar que Mikel Moreno y Padrino López tienen compromisos con el régimen. Sin embargo, fue valiente al intentarlo. La Operación Gedeón, en mayo 2020, fue una venta de ilusiones por parte de un grupo de jóvenes valientes y románticos, pero mal asesorados, ya que la misma no tenía posibilidades de éxito

María Corina Machado y Antonio Ledezma venden ilusiones al insistir en que la solución es el 187-11 de la Constitución y en una intervención militar extranjera que ningún país ha manifestado apoyar, lo cual ha hecho daño.

La Consulta Popular del pasado diciembre sembró esperanzas. Es inexplicable que un luchador como Ledezma declare que¨ lamenta que haya creado expectativas que terminan de desinflarse¨.

Los venezolanos necesitamos sembradores de esperanza, ya que la misma moviliza. La venta de ilusiones por lo general produce frustraciones al no materializarse. Por ello hay que ser prudentes. Si trabajamos unidos es posible sembrar la esperanza de que el régimen saldrá este año.

Como(había) en botica:

Carmen Meléndez, sobre la cual pesan sanciones del Departamento del Tesoro de USA, acusó de terroristas a los esposos y capitanes de navío Zorany Salazar y Ronald Rodríguez, así como al civil Argen Ugueto.

El sindicalista petrolero Iván Freites, tenaz denunciador de los accidentes y de la corrupción en Pdvsa, tuvo que asilarse en Colombia.

El ciudadano pemón Salvador Franco, preso político, falleció en la cárcel.

Recientemente fue asesinada en su hogar la señora Nélida Paniccia de Mejías, esposa del ingeniero Rafael Mejías, y resultaron heridos nuestro compañero y su hija.

Lamentamos el fallecimiento de Augusto Rojas, de Guillermo Guerrero y de Ismael Ramos B., de Gente del Petróleo y de Unapetrol.

¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!

eddiearamirez@hotmail.com

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Ricardo Sucre Heredia

Me luce que 2021 será el año para intentar "pesos y contrapesos" políticos. No espero lo sea en el sentido liberal: de poderes autónomos que se limitan entre sí, en un juego suma variable; como dice nuestra constitución -que recoge la tradición de textos fundamentales anteriores- en su independencia, los poderes "coadyuvan a lograr los fines del Estado". Si se quiere, la concepción clásica. En Venezuela, serán "pesos y contrapesos" no de poderes autónomos, pero tendrán un efecto de supervisión política.

Tanto el gobierno como la oposición parecen conscientes que parte de sus complicaciones y fracasos se deben a sus excesos y a la ausencia de contrapesos.

En el caso del gobierno, el discurso de Maduro es consistente en abordar esta idea. Durante la campaña para las elecciones parlamentarias del 6-12-20, Maduro comenzó a hablar que el gobierno "debe rendir cuentas" ante el parlamento. Citó un curioso ejemplo. Reconoció que las denuncias contra Rafael Ramírez hechas por la AN elegida el día 6-12-15 eran veraces, pero que el gobierno no les prestó atención.

No les prestó atención para proteger a Ramírez y no darle la razón a la oposición. Hoy esto pesa al gobierno por la desastrosa situación de PDVSA. A Ramírez no lo designó la oposición sino los gobiernos de Chávez y Maduro. Se recuerda la infeliz expresión de Ramírez durante la campaña presidencial de 2006 sobre "PDVSA roja rojita", que fue muy aplaudida por los oficialistas. De "aquellos polvos vienen estos lodos", y Maduro está consciente que el desastre de la industria petrolera es responsabilidad del gobierno. En sus palabras, dejó ver que si hubiese habido algún contrapeso, posiblemente la suerte de PDVSA sería otra y la responsabilidad no recayera exclusivamente en el gobierno. Hay que recordar que Eulogio del Pino y Nelson Martínez, por ejemplo, fueron designados por Maduro, no por la oposición. Si el gobierno hubiese valorado el contrapeso de la AN de 2015, estas designaciones hubiesen pasado por el debate político que el gobierno no quiso dar.

En el caso de la oposición, El día 26-12-20 la AN aprobó la "Ley de Reforma del Estatuto que rige la Transición a la Democracia para restablecer la vigencia de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela". Aunque en redes sociales la discusión es jurídica es una suerte del "constitucionalismo del vale todo", me centro en lo político. El artículo 17 creó una instancia que se llama "Consejo Político" la cual "es el órgano de coordinación, seguimiento y evaluación de la acción de la Presidencia encargada de la República Bolivariana de Venezuela".

Aunque el texto no habla de sus integrantes, que sea "político" sugiere una conformación de figuras políticas o representantes de partidos políticos. Esta instancia tiene funciones de "coordinación, seguimiento, y evaluación". No es una instancia de consulta o meramente asesora. Al ser un consejo se supone es un cuerpo colegiado. Que sea así, me lleva a pensar en un "contrapeso" hacia Guaidó y el "interinato" dentro de la oposición G4.

Hay que recordar que luego del fracaso de la llamada "Operación Gedeón" el día 3-5-20, PJ emitió un comunicado en el cual, de forma elegante, criticó que las decisiones políticas estaban concentradas en el grupo Guaidó, pero esas decisiones afectaban a la oposición como un todo. Es decir, a la hora de decidir, no eran consultados, pero a la hora de "pagar la factura", todos tenían que hacerlo. En ese momento, PJ cuestionó el llamado "Centro de Gobierno" presidido por Leopoldo López.

La reforma al "Estatuto para la transición" plasma en el papel una negociación política dentro del G4, principalmente entre VP y PJ, partido que ha sido más vocal en sus observaciones al funcionamiento de la oposición G4. AD y UNT han sido más "Yes man" al menos en público. La reforma, entonces, define mecanismos de contrapesos en la oposición vinculada al G4, principalmente para la actuación de Guaidó, en una transacción: se apoya a Guaidó, a cambio de un poder más limitado para éste o un poder con niveles de supervisión.

Queda ver la conformación del "Consejo Político" para estimar las correlaciones internas dentro de la oposición G4 y cómo quedan las fuerzas políticas dentro de este cambio.

Ahora bien ¿"Pesos y contrapesos" para qué?

En el caso del gobierno, no es para avanzar hacia una democracia liberal porque no es su doctrina, pero sí puede ser para mejorar la gestión. Es lo que Maduro dejó ver en un acto con gobernadores y alcaldes del PSUV del día 29-12-20 ¿Será posible que lo haga? No es la primera vez que Maduro promete "cambios y prosperidad". Cada año lo hace.

Sin embargo, los cambios suceden. La "apertura a lo Maduro" promueve un nuevo tejido económico cuyos alcances todavía se definen, con una desigualdad social entre los que pueden dolarizarse y ajustarse a estos cambios, y los que no. Hay un nuevo ambiente económico que tiene tonalidades. Desde la economía estatal que se asocia a grupos privados -por ejemplo, las empresas en asociación de las que habló el gobernador de Portuguesa, las que generan cerca de 1.000.000 de dólares anuales en tasas que van al gobierno regional de ese estado- hasta las más conocidas, que son las empresas al detal que se conocen como la "economía de los bodegones".

Aunque cierta oposición que se asume la exponente de la "pureza" y la que entrega como "certificados ISO 9000 en ética política" afirma que quienes participan en esta economía "claudicaron" -por ejemplo, las críticas a una entrevista que BBC le hizo a Alberto Vollmer de Ron Santa Teresa- ese grupo es uno de los principales beneficiados de esa "apertura a lo Maduro" a la luz del bienestar que sin pena exhibieron en redes sociales durante esta Navidad, a pesar de su discurso tipo "Gran salto adelante" de Mao. Bienestar cuyo origen no es solo su "talento o que trabajo" -que no lo dudo- sino que esa "apertura" promueve un clima que hizo posible los suculentos platillos mostrados por este sector que aunque lo niega en su tradicional hipocresía, aprovecha con mucho "talento y trabajo" el incipiente "Pacto de los dólares" que Maduro hace con la sociedad venezolana.

Empero, la prueba importante de los "pesos y contrapesos" para el gobierno será en lo político. El espacio para ver si esta idea tiene base será la AN que se instalará el día 5-1-21 ¿Realmente el gobierno aceptará que "lo obliguen a cambiar" como dijo Maduro en el acto con el PSUV el día 29-12-20? Es lo que se verá. Luce difícil porque es un gobierno con muchísimo poder y que se auto-limite no parece lógico. No obstante, recientes teorías sobre las formas de gobierno autoritarias sugieren que sí es posible (los "autoritarismos limitados" de los que habla Boix, 2013).

En el caso de la oposición, los "pesos y contrapesos" ¿Pueden ser para que las decisiones pasen por una evaluación política antes de instrumentarse o decidirse, y no sean producto de un "cogollo" que impone y todos deben aceptar para que no los critiquen en público o es el primer paso para que la oposición G4 defina reglas políticas para tomar decisiones y relacionarse entre ellos? Es decir, definir reglas para la "gobernanza interna" del G4.

La prueba para la oposición será si comunica algún tipo de revisión de su estrategia o que ésta se discute, más allá de si decide mantenerla o no. En mi opinión, la estrategia de la oposición desde 2013 es errada, pero eso es otra discusión. Es decir, la prueba de la tesis de los "pesos y contrapesos" en la oposición será la calidad de la discusión política no sólo en el "que" sino en "quienes", para revisar o continuar una estrategia que a mi modo de ver no funciona, aunque la dirección del G4 y el público opositor más ruidoso en redes sociales siguen empeñados en mantenerla.

Si el planteamiento que 2021 puede ser un año en que se explorará "pesos y contrapesos" -aunque no sean liberales porque son auto-limitaciones- sería toda una novedad al indicar que hay consciencia que la inercia de un conflicto que se estancó, no conduce a nada.

El gobierno asume que sin cambios en la gestión será cuesta arriba gobernar aunque mantenga el poder. La oposición G4 internaliza que debe definir mecanismos de consulta política entre los partidos de esa alianza porque una política unilateral pero aceptada por todos, la llevó entre otros motivos, a la situación de debilidad en la que hoy está. Ninguno optó por negociar sino por construir mecanismos para limitarse, en la espera que mejoren el desempeño político de cada uno.

Si es así, es algo novedoso para Venezuela. Hay treguas, armisticios, etc para limitar un conflicto. Pero lo novedoso que observo en el caso venezolano es que se buscan "pesos y contrapesos" más globales y políticos, que se institucionalicen. Lo ideal sería que esto baje la presión política y cree un espacio para "regularizar el conflicto" entre el gobierno y la oposición en general, sea a través de alguna negociación política o mediante la pugnacidad ajustada a ciertas reglas, que es en lo que creo y veo posible para Venezuela, al asumir que los dos grupos ya no quieren un conflicto suma cero.

@rsucre

1 de enero 2021

POLÍTICA Y PODER

https://politicaconsentido.blogspot.com/2021/01/2021-ano-de-pesos-y-contrapesos.html?spref=tw

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Ricardo Hausmann

No hace falta ser un neurocientífico para entender que el cerebro determina lo que vemos al menos tanto como los objetos de percepción. Esto es aún más válido en el mundo social, que por lo general refleja conceptos –como libertad, democracia, corrupción o pobreza- que existen en nuestra mente antes de verlos. Pero si uno es economista, tiene la mente entrenada para ver al mundo a través de la capa adicional de los incentivos.

Los incentivos están en todas partes, y la economía ha desarrollado un marco conceptual rico y sutil para entender todas las maneras en las que se los podría distorsionar. Hablamos de riesgo moral, selección adversa, problemas de recursos comunes, problemas de agencia, externalidades, búsqueda de rentas, excluibilidad, rivalidad y poder de mercado. Con estos conceptos, los economistas pueden explicar por qué alguien podría hacer demasiado poco de algo bueno (como invertir, trabajar o brindar bienes públicos), o demasiado de algo malo (como tomar riesgos imprudentes o contaminar). Vistos de esta manera, la mayoría de los problemas en el mundo pueden atribuirse a incentivos distorsionados.

Sin embargo, un antiguo proverbio advierte que no se debería ver cada problema como un clavo sólo porque tenemos un martillo en la mano. Si bien la economía puede captar muchas de las sutilezas de los incentivos, ha desarrollado una paleta relativamente acotada con la cual describir las capacidades y cómo se desarrollan. Pero las capacidades claramente importan. Si alguien no está haciendo algo que valoramos como sociedad, podría ser porque no puede, no porque no quiere. Esta debilidad en la economía tiene implicancias de amplio alcance respecto de cómo entendemos el crecimiento y el desarrollo económico, tema que tiene que ver esencialmente con la acumulación social de capacidades productivas.

Mientras que los incentivos afectan las elecciones que hacemos entre las opciones que enfrentamos, las capacidades determinan con qué opciones contamos. El crecimiento y el desarrollo económico tienen que ver con la expansión de esas opciones y, por ende, dependen fundamentalmente de políticas que catalicen o favorezcan la acumulación de capacidades. Sin embargo, debido al foco exclusivo en los incentivos, los economistas y los responsables de las políticas terminan buscando sólo clavos.

Por ejemplo, cuando se les pregunta qué se puede hacer para fomentar las exportaciones de un país, los economistas tienden a buscar desincentivos para exportar. Quizás el proteccionismo comercial esté haciendo que las empresas prefieran el mercado doméstico rentable por sobre mercados exportadores más competitivos y riesgosos. Quizá los aranceles a las importaciones estén haciendo subir los costos de los insumos haciendo que las exportaciones resulten menos rentables. Tal vez las políticas comerciales y los procedimientos aduaneros engorrosos estén sumando costos de transacción. O quizá los elevados costos del transporte se han vuelto un problema. No sorprende que todos estos factores basados en incentivos estén incluidos en el Índice Doing Business del Banco Mundial, y en el Índice de facilitación del comercio del Foro Económico Mundial.

Son pocas las veces en que los economistas que estudian esta cuestión consideran si un país tiene o no las capacidades necesarias para producir los productos correctos de la calidad correcta. ¿Políticas destinadas a bajar las protecciones comerciales y reducir los costos de transporte mejorarían esa capacidad? ¿O una mayor competencia en el mercado doméstico impediría la industrialización y debilitaría la capacidad para negociar con empresas extranjeras? Sin una visión sobre cómo estas políticas afectan la acumulación de capacidades, ni siquiera se las puede evaluar como corresponde.

De la misma manera, ante la pregunta sobre por qué gran parte del empleo de los países emergentes y en desarrollo está en microempresas -es decir, en el sector informal-, la respuesta obvia, según sostiene Santiago Levy de la Brookings Institution, es que el gobierno, mediante impuestos y subsidios, ha conseguido que resulte ventajoso seguir siendo pequeño. ¿Pero no se puede también explicar el problema por la falta de acceso de las microempresas a las capacidades necesarias para crecer, o por la falta de acceso de las grandes empresas a trabajadores distantes?

Para ampliar sus capacidades –y, por ende, sus opciones-, los países y las empresas necesitan aprender a hacer las cosas que todavía no saben cómo hacer. Sin embargo, no podemos aprender a hacer las cosas que no hacemos simplemente haciéndolas. No se puede adquirir experiencia haciendo cosas que uno no hace.

¿Cómo hace un país para escapar a esta encrucijada? Un primer paso obvio es convocar a personas o empresas que sí saben cómo hacer esas cosas. Muchos estudios han demostrado que la inmigración, las diásporas, la inversión extranjera directa y hasta los viajes de negocios son factores importantes en el crecimiento de las capacidades domésticas. Los responsables de las decisiones políticas tienen que preguntar si los países están haciendo cosas (o no están haciendo cosas) que pueden estar limitando (o mejorando) estos canales potencialmente transformadores.

Asimismo, lo que importa no es sólo la diversidad de las habilidades individuales sino también la disponibilidad local de proveedores o clientes, especialmente para insumos o productos que no se pueden transportar fácilmente. Una vez más, estos factores dependen de la estructura del ecosistema comercial existente que las empresas dan por hecho. Y ese ecosistema, a su vez, es un reflejo de la acumulación previa de capacidades, inclusive aquellas adquiridas por el gobierno y utilizadas para ofrecer bienes públicos y regulaciones específicas. Los mercados por sí solos no llevarán a un país a adoptar electricidad, trenes de alta velocidad, vacunas seguras y banca móvil; gobiernos interesados y capaces deben intervenir para guiar el proceso.

En suma, existen capacidades en diferentes niveles –desde individuos y empresas hasta cadenas de valor y ecosistemas enteros que comprenden entidades educativas, de capacitación, de investigación, regulatorias y otras-. Pero las capacidades no pueden ser coordinadas exclusivamente por los mercados, sobre todo porque muchas capacidades existen dentro de organizaciones que no pertenecen al mercado.

La acumulación de capacidades debe estar en el centro de cualquier agenda de crecimiento y desarrollo, y los gobiernos deben estar dispuestos a participar en discusiones nacionales y regionales de objetivos apropiados y estrategias efectivas. Hay muchos instrumentos que se podrían utilizar para desarrollar capacidades. Estos incluyen la protección comercial de las industrias incipientes; garantías de demanda (como los contratos para comprar vacunas contra el COVID-19 antes de que se haya demostrado que funcionan); empresas estatales (como en el sistema postal y los servicios públicos); políticas que instan a los conglomerados nacionales a diversificarse; corporaciones nacionales de desarrollo (como Temasek de Singapur y Khazanah de Malasia), sueños lunares (como propuso Mariana Mazzucato) y sistemas de innovación regionales y nacionales.

El aporte más importante de la economía al mundo ha sido profundizar nuestro entendimiento de los incentivos. Pero no tener una comprensión equivalente de las capacidades pueden llevarnos no sólo a ver todos los problemas como un clavo, sino también a clavar a los países en desarrollo a una cruz de falsa ortodoxia.

Dec 29, 2020

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/capabilities-as-a-key-ingredient-in-growth-and-development-by-ricardo-hausmann-2020-12/spanish

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