Pasar al contenido principal

José Rosario Delgado

Su abstención, por favor

José Rosario Delgado

Por favor, su abstención en el venidero proceso electoral podría causarle un gran daño no sólo a Venezuela, que ya bastante ha tenido en estos 26 últimos años, desde febrero de 1992, sino a un sistema electoral que, si bien ha sido manipulado por quienes están al frente de este país en el lapso citado, podría ser tomado de mojiganga por estos o aquellos que en el futuro piensen en comicios democráticos a la hora de escoger gobiernos serios o sacar regímenes nefastos, como el actual.

Jamás estuvimos de acuerdo con la elección de hugo chávez e hicimos saber su inconveniencia en los medios de la época desde el mismo 4 de febrero. No tenemos, a Dios gracias, el pecado original de ser seducidos por un orate bocón que ofrecía villas y castillos a los electores, aunque veladamente simpatizaba con la toma del poder por la fuerza y nunca creyó en elecciones, lo que fue su primera bandera de lucha.

Sin embargo, entendimos a quienes en el momento se dejaron llevar por el felón que satanizó a la Venezuela Libre y Democrática y ofreció luchar contra los males y los vicios, que los había, prometió descabezar la corrupción en todos sus niveles y adecentar la administración de justicia, pero que potenció las vagabunderías y acabó con la gallinita de los huevos de oro, Pdvsa, sembrando de hambre y de miseria la patria de Bolívar.

Eso lo entendemos y cualquiera lo entendió; incluso, gente aparentemente seria se le guindó de las botas e hizo fiesta en la víspera y en el día de la llegada de la peor dictadura que ha padecido este pobre país pobre en toda su historia colonial y republicana. Muchos de ellos salieron espantados temprano advirtiendo lo que venía que, por supuesto, les tomaron la palabra y cogieron las de Villadiego, también cantando la desgracia que se avecinaba.

Insistimos, eso se puede entender; pero no entendemos cómo es posible que haya gente todavía pensando en votar por nicolás maduro, un tipo que ha sido gobierno desde el comienzo de la tiranía, fue presidente de la asamblea nacional, canciller del régimen y, para más tragedia, vicepresidente y presidente la exrepública que se encuentra hoy sumida en la peor crisis humanitaria del hemisferio, cuidado si del planeta, y repotenció todas las calamidades que le delegó el granuja ausente.

Que haya gente pensando en votar por la pandilla socialista también podría ser entendido porque hay una caterva de bandidos comprometidos con sus negocios de todo tipo y una serie de pobladores que sueñan con la esperanza inútil de las dádivas y prebendas que pudieran matarles el hambre; sin embargo, no podemos entender, tampoco, a gente que dice que no irá a votar y llama a la abstención; gente que no le da ni siquiera un chancecito a la posibilidad de salir de esta pesadilla por la vía electoral del domingo 20 de mayo.

No se trata de Henrí Falcón, no; se trata de nosotros mismos, de Venezuela, que debemos luchar, luchar y seguir luchando todos los días, y esa lucha incluye votar, el más importante de los actos democráticos de la nación. Y una nación que desesperadamente grita a la comunidad internacional que venga a ayudarnos, ¿no es capaz de hacer su aporte en esta lucha aunque sea con su Voto? ¿Sin reparar en que su abstención, ¡por favor! podría ser determinante en el hundimiento de esta Venezuela a la deriva donde están en juego, también, los consejos legislativos?

Entre el riesgo y la tentación

José Rosario Delgado

Así tituló el consagrado periodista venezolano Luis Evaristo Ramírez uno de sus acertados y útiles libros siempre orientados hacia el fortalecimiento y el adecentamiento del ejercicio del oficio periodístico, tomando en cuenta dos torrentosas aguas en las que navegaban y nadaban, antes, los hoy comunicadores sociales; es decir, entre el riesgo de los regímenes oprobiosos, represivos, y la tentación de invitaciones, atractivos y generosos regalos provenientes de distintos sectores de la sociedad interesados en inducir la información y la noticia, que, ojo, son cosas distintas.

En esa encrucijada se encuentra hoy día la población electoral de Venezuela, mirando la alternativa como la vería el torero en el callejón del circo de toros; o sea, entre la costa del público que burla desde la barrera y la casta del cornúpeta que bufa en la arena. Como el diestro que corre o se encarama están los electores acostumbrados a poner y quitar gobiernos mediante el Voto, pero que ahora no encuentran qué hacer porque algunos, que no tienen autoridad en la plaza, tratan de impedírselo.

Votar en las actuales condiciones, que son las mismas de hace unos 20 años, implica en verdad un serio riesgo; pero es el mismo riesgo que se corrió en anteriores ocasiones y que, en ocasiones también, la oposición triunfó. Muchos riesgos, inconvenientes, peligros y contratiempos se corren de aquí al 20 de mayo, pero ninguno tan grave como la desgracia de dejar a este nefasto régimen un día más en el gobierno.

En situaciones extremas hay que tomar decisiones extremas, hay que asumir riesgos y responsabilidades capaces de sacar al país del infierno donde lo han metido y revivir la esperanza en que sí se puede detener la destrucción y descapitalización humana de la nación; que toda la maldad que administra esta tiránica dictadura es peor que cualquiera de los riesgos que se podrían correr el 20 de mayo o la fecha que se le antoje al irresponsable régimen para la elección presidencial.

Quiere decir que caer en la tentación de no Votar sería aún más grave que los riesgos que se correrían para cumplir con el sagrado deber, el inalienable derecho o, en la situación que se vive, la impostergable obligación de Votar por la oportunidad que se nos presenta, pues pesarían sobre las conciencias los males que se potenciarían si, por irresponsabilidad ciudadana, esa gente se mantiene en el poder por el poder mismo como lo pretenden.

Mientras Votar es un grave riesgo por la falta de condiciones y la perversidad del régimen, la tentación de no Votar sería por no estar en condiciones de asumir la responsabilidad que impone el civismo y se caería, sin duda alguna, en el juego adelantado y perverso que los necios del gobierno ponen en el tablero para distraer a la audiencia que se lleva por los cantos de sirena y los trinos de pajarillos preñados de promesas incumplidas e incumplibles que vienen y van como las groseras cadenas de radio y tv donde aparecen los alimentos y los medicamentos que en la calle inútilmente busca la población.

Entre el riesgo de que nos roben el Voto y la tentación de no Votar hasta que haya mínimas condiciones de pulcritud antes, durante y después del acto de Votación es como decir a la venenosa serpiente que acecha: “un momento, espera aquí mientras busco un palo para aplastarte la cabeza”. No, señor; no se puede esperar pasivamente a que los que no oyen ni ven porque no quieren ver ni oír hagan lo que no quieren hacer mientras el pueblo activamente hace lo que debe y sabe hacer, que es Votar para cambiar o intentar cambiar el peor de los gobiernos y el peor de los caminos.

(T)errorismo electoral

José Rosario Delgado

Venezuela ha sido una sucesión de errores producidos a través del tiempo y jamás ha podido entrar a un siglo cuando éste comienza sino cuando se les antoja a quienes han subyugado a la nación durante largos períodos, constituyéndose en lastre para el desarrollo social, económico, político, educativo, cultural e incluso histórico, tropiezos que hacen de nuestro país una zona de amargas tristezas que no han agravado más la situación por el bendito sentido del humor que nos hace reír y reírnos hasta de nosotros mismos.

La misma llegada de los españoles en 1498 neutralizó el ingreso al siglo XVI por las refriegas de la conquista y la colonia hasta los sucesos de 1810 que nos impidieron ingresar con seriedad al siglo XIX y así las montoneras domésticas que bloquearon la entrada al siglo XX. Ni se diga lo que es historia presente con la desgracia moderna que nos paraliza el paso al siglo XXI con la peor de las miserias, pues huyen de aquí quienes están muy bien preparados y formados para garantizarnos un futuro decente.

Esas situaciones que llamamos “errorismo histórico”, pues son esos errores los que nos tienen aquí, donde estamos, fuimos superándolas cuando surgió, en contra de lanzas, cañones y fusiles, la posibilidad de que a través de la decisión de los venezolanos se pudiera designar a las autoridades mediante votación directa, universal y secreta; es decir, deponer las armas y blandir el Voto como única manera para accionar moral y cívicamente la búsqueda de soluciones a los conflictos generados por las ansias de poder político.

Una ejemplar experiencia electoral de 70 años que, pese a trapisondas tradicionales y modernas trácalas, eran organizadas, dirigidas, supervisadas y escrutadas por los actores y factores políticos, por pequeña o escasa que hubiera sido su votación, y gerenciadas por ciudadanos comprometidos con su trayectoria personal y profesional, dando cuentas claras de su responsabilidad ante el país, ante su familia y ante su espejo.

Sin embargo, hoy día todo eso se ha trastocado, se ha derrumbado y el consabido e histórico errorismo venezolano es transformado en “terrorismo electoral” con gente, formal e informalmente formada e informada terciando en la satanización de las elecciones como mecanismo de cambio y ubicándolas en el ángulo de las sospechas no como medio para salir de la dictadura sino como fin de ésta para perpetuarse en el poder.

Esta vez las figuras principales, los protagonistas, se convierten en actores del reparto de posiciones adversas a la realidad que ellos mismos viven al confundir a los espectadores, que no se explican cómo es que lo que ayer nos era útil, y exigíamos como punto de partida para lanzarnos a enfrentar el obligante compromiso, de repente nos repugna y nos somete al escarnio de la audiencia hambrienta, famélica y enferma que busca desesperadamente salir de esta amarga pesadilla.

Con el (t)errorismo electoral estamos jugando ya no con la situación que sufrimos y padecemos no sabemos hasta cuándo, sino con la fe y la esperanza de los ciudadanos que se quedan y los que se van porque no encuentran ni ven salidas serias, responsables, propias de nuestro pasado, presente y futuro, orientadas por nosotros mismos y no coordinadas por esa comunidad internacional que puede ser que quiera ayudar y ayude, pero que no vendrá a Votar por los venezolanos, los “campeones” de la democracia y la libertad.

Abstinencia y abstención

José Rosario Delgado

Los venezolanos de hoy nos encontramos entre la abstinencia y la abstención. La abstinencia obedece a una deplorable situación que no depende de los ciudadanos, sino de la crisis social, económica y política, crisis humanitaria, pues, en la que nos ha metido este gobierno que no sólo nos golpea por el detestable espectáculo que damos a nivel nacional e internacional, sino por el hambre que nos agobia día a día y noche a noche sin que podamos satisfacer el apetito de los más moderados comensales.

Esa abstinencia inducida nos afecta a todos los sectores de la sociedad porque los que apenas pudieran trabajar para comer no tienen empleo y los que tuvieren empleo deben gastar más de lo que pueden para poder acceder a la alimentación; es decir, teniendo medios para ir al mercado, se ven obligados a adquirir los productos de la canasta básica a precios inflados y hasta especulativos.

Tal abstinencia incluye a quienes se daban el deseado lujo a y la común posibilidad de reunirse con familiares y amigos a departir, compartir y repartir momentos de alegría o de celebración con sabrosas parrilladas rociadas de exquisito whisky, premiado ron criollo o la hasta hace poco modesta cerveza que para todos alcanzaba y, si no, la clásica “vaca” se hacía presente en momentos en que el jolgorio daba para más.

Ni se diga de la posibilidad de viajar en el perímetro de la ciudad para visitar a los familiares y a los amigos a conversar, recordar y, de paso, comer “algodón de azúcar” o beber un delicioso café o una irritante gaseosa. Sin embargo, esa posibilidad también se nos derrumbó a todos por igual; nadie está a salvo de la situación reinante y que nos ha traído a esta abstención colectiva que nos mata de necesidad, de hambre, de tristeza.

Eso es una pequeña parte de la abstinencia a la que nos tiene sometidos este forajido gobierno, pero por todos es sabido que hay más, mucho más. Son bastante los males que nos afectan, que nos atosigan, que nos trasladan a épocas superadas hace mucho tiempo y que la gran mayoría de los venezolanos de hoy no conocieron y ojalá no conozcan nunca. Sin duda, eso es culpa del perverso régimen que nos mata a paso de hambreadores.

No obstante, la abstención depende total y absolutamente de nosotros. Somos los venezolanos quienes manejamos directamente la decisión de Votar o no. No es obligado Votar o abstenernos. La tradición democrática de 70 años enseñó y demostró que nunca fue obligado el Voto y se hizo lema o eslogan “el Voto es secreto” como fórmula de espantar los miedos que pudieran azuzar los perversos gobiernos que hubo. Y que hay, por cierto. La abstinencia es externa, la abstención es interna. Escogemos nosotros.

Claro, esa tradición democrática arrastró consigo la vieja maña de hacer trampas, que nació primero, crecieron paralelas e inseparables en el tiempo y en el espacio, pero que debe ser combatida cuidando la Votación y los Votos mediante la presencia de testigos y miembros de Mesa a tiempo completo. Si todos vamos a Votar, cuidamos el proceso y “mosqueamos” los Votos no habrá ningún fraude que se dé ni trampa que valga. No a la abstención…

Abstención… ¡Firm!

José Rosario Delgado

Esta dictadura roja y refloja, militar y militarista, se caracteriza desde su aparición como golpista y abstencionista. Su desgraciada aparición en aquel escenario antipolítico el malandro supremo la hizo a través de un golpe de estado, y desde el malhadado momento en que fue sobreseída su causa inició una campaña anti Voto, promoviendo a troche y moche la abstención, gritando y llamando a los cuatro vientos que se tiró sobre la Constitución a que no se debía Votar.

Con el execrable mensaje militar y militarista extendido por todo el país, quienes le acompañaban en su patraña y campaña abominable justificaban su vómito vituperando al “adeco-burgués” Pacto de Punto Fijo como montado sobre elecciones para someter al pueblo a los caprichos del capitalismo e imperialismo yanquis sólo para llevarse los recursos naturales, petróleo, y las reservas auríferas y ferrosas para satisfacer sus ansias económico-financieras.

Ese manido discurso comunista del felón militar y militarista fue el que caló entre la mayoría de los venezolanos que votaron ciegos, sordos y mudos que hoy se quejan no del gobierno ni de la ruina donde nos ha llevado, sino de esa metida de sus cuatros patas, al tiempo que mantienen firmes en su cerebro el abstencionista mensaje que los sedujo y los condujo a creer en los pajaritos preñados que les pintó el sátrapa en ciernes.

Sólo la oportunista ingenuidad del buenazo de Luis Miquelena logró orientar al militar y militarista sobre lo fácil que sería acceder al poder mediante el confiable sistema electoral y la probada y comprobada cultura democrática venezolana; es decir, con palabras de Lenin, ahorcar a los demócratas criollos con sus propios mecates, la lección doctrinaria que alienta y alimenta la perversidad genética de quienes hoy detentan el poder por el poder mismo.

¿Cómo les parece? Ahora, quienes quieren salir de este nefasto y tiránico régimen militar y militarista por cualquier vía pretenden cerrar y desechar alegremente y a la ligera la puerta electoral porque el sistema, el que tiene 20 años utilizándose, no funciona, es poco o nada confiable, no les sirve, no ofrece las garantías exigidas, etcétera, sin tomar en cuenta que lo poco confiable y que no funciona es el agotado y desgastado liderazgo opositor que cada día que pasa tropieza con la misma piedra y con la misma pata.

A estas alturas, cuando apenas empieza el escarceo electoral, el militar y militarista régimen de la infamia, presa del miedo, comienza a hacer aguas, la oposición canta el No Votar como punta de lanza, como eslogan de lucha, asumiendo de una vez posiciones que en cualquier momento podrían cambiar porque no es maña la vieja costumbre de votar que durante 70 años utilizan los venezolanos para dirimir sus desencuentros políticos.

La oposición vuelve a la cabilla virtual y al niple digital para hacerse sentir, para hacer saber que existe, pero con mensajes contra la naturaleza misma de la democracia en un momento en que no se trata de llevar al candidato a la presidencia de la república, sino de sacar a una dictadura militar y militarista que poco a poco trajo esta situación de hambre y miseria y aceleradamente lleva a la ignominiosa degradación existencial.

El arma secreta

José Rosario Delgado

La Mesa de la Unidad Democrática (MUD) desde hace mucho tiempo mantiene un sospechoso e inentendible culipandeo en torno de los procesos electorales y es por eso que, lamentablemente, pierde credibilidad en densos sectores de la población venezolana, incluso entre quienes los siguen ciegamente, a pie juntillas, como única posibilidad de crear una fuerza que no sólo capaz de derrotar a la dictadura que nos acogota, sino que logre transformar a este país en lo que realmente queremos todos los venezolanos, dentro y fuera del país.

Eso de deshojar margaritas cada vez que se asoma un proceso no es propio de gente responsable y seria; no puede ni debe ser que no tenga agendizado el movimiento de sus estrategias frente a la gravísima crisis de institucionalidad y electoralidad existente y de cara a las trampas que a cada rato arma el gobierno a través de sus sigüises instalados en el Consejo Nacional Electoral (CNE), Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), Fiscalía General de la República (FGR) y ese adefesio que llamamos La Prostituyente.

Triste es el recuerdo de la abstención inducida por la MUD en 2005 y aquellos polvos trajeron estos lodos que cubren de fétida asquerosidad la conformación de los ya mencionados órganos del Poder Público durante años y, por supuesto, permitieron anular totalmente las funciones constitucionales de la Asamblea Nacional (AN), atando de manos y pies al pueblo venezolano y a sus instancias de esperanza útil.

Ahora, cuando se anotaron unos sí y otros no a las elecciones regionales y municipales, y cuando no se inscriben para las presidenciales, comienzan a asustarnos con el fantasma de la programada e inducida abstención y satanizan la posibilidad candidatural de Henrí Falcón, quien se constituye, hasta hoy (es candidato), en la única opción cierta de enfrentar las aviesas pretensiones del gobierno dictatorial de eternizarse en el poder por el poder mismo.

Henrí Falcón se inscribió, respondió a la apertura del proceso eleccionario viciado, tramposo, tracalero, manipulado, fraudulento, “puyao”… pero eso es lo que hay durante los últimos 18 años, por lo menos, y le ha servido a unos y a otros; no sabemos por qué antes sirvió y ahora no les sirve. Quizás porque el candidato no es el que quiere ser o el que ellos quieren que sea; por eso, tal vez, pudieran promover animadversión hacia Falcón “no vaya a ser que gane”.

No se detienen a pensar en que también pudieran ser Henrí Falcón y su Avanzada el chivo expiatorio del sistema y del tamaño y la capacidad que tiene el venezolano cuando se le presenta un compromiso de semejantes dimensiones; compromiso que les permita a los millones de electores descontentos con la tiranía echar mano a su poderosísima y oportuna arma secreta que durante muchos años ha salido a relucir en momentos difíciles.

Están acostumbrados a escoger e imponer al candidato para que la gente vote por él, pero jamás han permitido que la gente escoja e imponga su candidato para hacer de él un Presidente de la República a través de su única, insustituible, poderosa y secreta arma: el Voto. Al pueblo no se le puede disuadir para que no vote; todo lo contrario, para preservar la democracia hay que persuadirlo para que vote. Voto e invito a Votar…

La forma del aguaje

José Rosario Delgado

Si en algo se ha caracterizado y destacado el gobierno chavomadurista durante estos 26 años (la tragedia arrancó aquel aciago día 4 de febrero de 1992) es en lo aguajero de su discurso y en lo ridículo de sus posiciones en torno de los asuntos internos y externos del país, creyendo o jurando que la gente es pendeja porque calla ante todas las mentiras que día tras día repiten los capitostes del régimen y sus acólitos anónimos o conocidos.

En lo interno no nos queda nada, nadita de nada, de aquello que se expropió en varios actos y que muchos aplaudieron, vitorearon y celebraron en cadena nacional de radio y televisión embriagados por la manu militari del enfermo difunto eterno, prevalido del poder que le fue entregado por pusilánimes funcionarios seducidos por las prebendas que, tal vez, podrían obtener una vez que se instalara el vandálico y aberrado régimen.

Asimismo, en lo externo, las representaciones diplomáticas de entonces se sintieron persuadidas por la repartición millonarios contratos y estrafalarios regalos, lo que les hizo coquetear con el energúmeno payaso mandatario para no quedarse fuera de la rebatiña de agasajos y canonjías ellos ni sus agazapados jefes, esperando ser favorecidos con recursos mineros y petroleros, tomando en cuenta que allí hay negocios y no amigos.

Un vicepresidente aguajero y torpe como ningún otro cataloga de “potencia” al país que acabó con su pujante y próspera industria petrolera, pero asegura, delante de supuestos inversores foráneos, que Venezuela producirá café y cacao, “como éramos antes” (sic), convencido de que los hambrientos y quebrantados venezolanos estamos chupándonos el dedo ante la grave crisis humanitaria que padecemos.

El aguajero ministro gorgojito se agarra del sistema comunicacional del Estado por todo el tiempo que le da su enfermiza gana para denunciar el “fraude electoral” en Colombia sin mencionar las trampas que aquí en Venezuela arman él y sus “pelelas” del cne con el fin de impedir a toda costa la participación del liderazgo de la mayoritaria y verdadera oposición en las venideras elecciones en una digna y decente igualdad de condiciones.

Las pelelas, con su cara ajada, salen a repetir el guión que gorgojito les dibuja, salen con su adornado y maquillado aguaje a decir que tenemos el mejor sistema electoral, lo cual puede ser verdad pero también tenemos la peor rectoría eleccionaria del planeta, lo cual no es garantía de pulcritud sino la más abyecta entelequia que país alguno pudiera conocer en toda su historia.

La forma del aguaje como gobierno, por ahora, la redondea, y no podría ser otro, el aguajero mayor, que piensa y cree que con bonos trimestrales de 700 bolívares a una ínfima parte de los menesterosos que mayoritariamente pululan en calles y callejones del país que fue, esperando limosnas para adquirir medicamentos y comprar comida que nunca llegan, mientras los más capaces ponen pies y sueños en polvorosa porque ya no aguantan…

Las choras más oscuras

José Rosario Delgado

Dentro de todos los choros y choras que desgobiernan a este país, hay unos y unas que son más tenebrosos y tenebrosas que otros; sin duda alguna, las choras más oscuras son las que arman las trampas que, desde el CNE (Con Nico Eterno), montan los forajidos investidos por las circunstancias de un poder que no tiene autoridad ni moral ni por imperio de la Ley.

Las choras más oscuras Deamedio, Diablitas, Divisay y Socotorra, al pie de la letrina, siguen y persiguen las instrucciones de Gorgojito para mantener el estado de casos y cosas que nos consumen rápidamente, sin que nos demos cuenta de que vamos nariceados al matadero de la historia y sin tener nada ni nadie quien les eche el cuento a los que, quizás, detrás de nosotros vienen recogiendo los despojos de la república que fuimos.

Aunque creíble, por supuesto, es impresionante la imprecación que esta femenil cuarteta vierte sobre la nación que les dio todo y de todo, sin reparar el daño que hacen y se hacen a diario con su perverso tira y encoge que jala la brasa pa’ la sardina de sus secuaces que, a la postre, también serán sus verdugos, Dios mediante, porque el que aquí la hace aquí la pagará.

Ese CNE, mal visto dentro y fuera de Venezuela, no guarda ni siquiera las formas ni las formalidades de una institución que debería regirse por el manual de la decencia de un país de profunda convicción de libertad e inequívoca tradición democrática, que historia tiene de la dignidad y el respeto con que fue dirigida el pasado reciente, con claras muestras del decoro de sus miembros en tiranía y en aquellos agitados días de postiranía.

No podrán las choras más oscuras conciliar el sueño sin sus autorrecetados somníferos que, sin embargo, nunca les darán la pausa deseada, la tregua buscada ni la paz anhelada mientras la justicia bregada no llegue a esta tierra de gracia (hoy en desgracia) para que los órganos del poder público se aboquen a cumplir su responsabilidad y dejen de atender con sumisión la misión de aberrados comisarios políticos de la dictadura.

Esa sonrisa mecánica ensayada y autoayudada con que las choras más oscuras tratan de agradar a la teleaudiencia, refleja tétricas intenciones de sepultar en electorales ataúdes la esperanzas de un pueblo que pagó y paga con creces las amarguras y torturas a las que diariamente es medido y sometido por conseguir el bocado negado día a día, hora a hora y minuto a minuto.

Corren en Venezuela tiempos aciagos cuando la confiscación se hizo decreto-ley, el atropello alcanzó jerarquía jurídica, la propiedad pública y privada perdió su sagrada vigencia y pasó a ser piñata y rebatiña de quienes, rodilla en tierra, apuñan petro-dólares y empuñan fusiles y ametralladoras para mantener su bota vil sobre el cogote y el estómago del pueblo que sufre y padece en las choras más oscuras…

El miedo del salario

José Rosario Delgado

Venezuela es el único país del mundo, sí, del planeta, en el que cualquier anuncio sobre incremento de sueldos y salarios pone a temblar a todos los presupuestos y supuestos beneficiarios, pues de inmediato viene atrás el hiperaumento de precios que hace trizas y cenizas los ingresos del pueblo, pone de fiesta los egresos del erario y abomba las entradas extra de los funcionarios depredadores de todos los presupuestos habidos por haber de chinos, rusos, y bielorrusos.

Ilusos y difusos asalariados bailan en una sola pata cuando el populista y burlista mandamás mete sus cuatro patas en busca de una perpetua reelección que no debería darse por nada del mundo, ni de vaina, y que únicamente pretende, a troche y moche, sostener su mandato sobre bonos y monos miserables como entretenimiento abusivo y televisivo para los que a morir de hambre vamos saludemos y aplaudamos.

El régimen y sus cabecillas, ciegos, sordos, bulleros y hambreadores, saben muy bien lo que hacen y por qué lo hacen mientras una mayoría sonríe, otra llora y los demás se quedan de lo más indiferentes aguardando con esperanza inútil qué pasará con el trabajo de algunos hasta que termine de hundirse este país ya derrumbado entre los despojos de lo que una vez fue.

No hacen caso a los gritos que les lanzan interna y externamente como alerta para que paren de una vez por todas, pues el miedo del salario o el salario del miedo nada soluciona ni beneficia cuando no se puede adquirir más de tres productos con la miserable mesada que no pasa de la limosna con la que este nefasto régimen busca indulgencias al mantener sus erradas políticas de economía de guerra.

Aumento salarial inasible, dinero disfrazado de petro que sólo existen en la cabeza desquiciada de quien dice gobernar pensando sólo en mantener el poder por el poder mismo y con su empeño en tirar al despeñadero lo poco que va quedando, sin plata en efectivo ni puntos de venta que funcionen y transferencias abultadas por la usura y las trampas de quienes aprovechan esos errores para mantener sus obscenas y pingües ganancias.

Mientras al pueblo macilento, abobado y mendicante les dan caldo sin sustancia o petros que no valen nada, la dictadura y sus acólitos trúhanes de uniforme y con uniforme amasan fortunas en euros, dólares, yenes y yuanes para cuando les toque, Dios mediante, salir en volandillas a gastarlos, quién sabe dónde, pero por nada del mundo se salvarán del castigo que les viene y que se merecen porque, en algún momento, se darán cuenta o alguien les contará lo que hicieron y lo que dejaron de hacer y, por su puesto, les llegará la factura…

La Petra

José Rosario Delgado

Curioso que este presidente y su gobierno, tan entusiastas como son con la degeneración y degradación del género, no hayan creado simultáneamente el criptomonedo el Petro y la criptomoneda la Petra. El Petro, paradójicamente, se fundamenta en un barril de petróleo, mientras que la Petra se sustenta sobre una rama de esperanza floreando a las orillas de un barranco de ilusiones con vértigo de ofertas y promesas incumplidas que no se cumplen ni se cumplirán nunca dada la naturaleza de este régimen bribón, truhán.

Mientras al Petro la dictadura le augura un futuro de “potencia” monetaria mundial, a la Petra se le ven las costuras de las costillas y el hambre se le refleja en las ojeras y en las orejas sin que los salvadores de la patria del carné hagan algo para superar la crisis más que humanitaria; una crisis de inmoralidad, amoralidad, atrocidad incluso, donde verdugos y condenados tararean las mismas canciones y corean sus falaces consignas.

El Petro navega en las plácidas aguas de la felicidad, mientras la Petra naufraga y se ahoga en los putrefactos pantanos de la ignominia, esperanza inútil, flor de desconsuelo que no se muere, pero que mata de miseria y necesidades a quienes aún se recrean con grávidos pajarillos que revolotean en la televisión y se les posan en el ramaje de la imaginación para asirse en la sinrazón.

Servirá el Petro para todas las operaciones económicas y financieras de todos los bandidos que medran en el presupuesto y la Petra no encuentra comida y si encuentra no tiene con qué comprarla; si la compra no tiene con qué cocinarla y al calentarla no consigue con que acompañarla. Dice el bocazas que el Petro es dinero contante y sonante y la Petra pasa horas, días, semanas y meses sin éxito buscando plata en efectivo.

Ya el Petro se cotiza en la bolsa de valores y la bolsa de Petra no ve los valores de su pensión luego de cotizar, durante años, el Seguro Social. El Petro viaja en las redes sociales abriéndole paso a la inversión y la Petra no puede abrirse paso entre la muchedumbre que ansiosa pide, por el amor de Dios, le suministren, le vendan, la bolsa del Clap para darles de comer a sus hijos que son el futuro de la patria de chávez y maduro.

Según el gobierno y sus acólitos el Petro goza de buena salud, luce fuerte y robusto porque es petrodólar puro, pero la Petra no tiene salud, se enflaquece y se desvanece del timbo al tambo buscando asistencia médica y medicamentos para ella y los suyos que se mueren de mengua en las calles recogiendo la pasilla y la borona que les tira la revolución y al que le caiga la chupa.

Ahora que el petróleo es de todos los vagabundos que manejan Pdvsa (ministerio impúdico dixit) y ésta es de todos los acreedores de aquí y de por allá, el Petro se puso a valer para los corruptos mientras la Petra trata de vender las gallinas flacas que le quedan intentando mandar a sus hijos fuera de Venezuela en busca de calidad de vida y mejor destino. El Petro da buenos dividendos a los cripto-asesores del régimen mientras la Petra se aferra al Cristo-Jesús redentor de los pobres. Amén…