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Carolina Jaimes Branger

La cara e ́piedra de Rafael Ramírez

Carolina Jaimes Branger

Leo en un artículo de Rafael Ramírez, “La privatización de PDVSA, un acto inconstitucional”, lo siguiente: “La existencia de PDVSA como empresa nacional, se remonta a 1976 y fue una conquista de todos los venezolanos, cuando la nacionalización de la industria petrolera puso fin al período concesionario; es decir, al control directo que, durante más de 66 años, las empresas transnacionales ejercieron sobre la producción de nuestro petróleo.

En ese período de nuestra historia, las transnacionales petroleras se llevaron más de 50 mil millones de barriles de petróleo, disfrutando de extraordinarias concesiones fiscales y durante muchos años, sin ni siquiera pagar impuestos.

Fueron los años del saqueo, de la apropiación de nuestra riqueza, transferida al capitalismo internacional, instalando el modelo rentista petrolero en el país, sumiendo al pueblo venezolano en la pobreza y la desigualdad, que ha caracterizado a nuestra sociedad desde entonces”.

Los años del verdadero saqueo, de la apropiación de nuestra riqueza, la instalación del modelo rentista que ha sumido al pueblo venezolano en la más extrema pobreza y desigualdad ocurrieron entre los años 2002 y 2013, cuando él se desempeñó como ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería y presidente de Petróleos de Venezuela. No puedo decir que me sorprenden sus palabras, porque si algo ha demostrado, es que tiene la cara de piedra de granito.

Durante el mandato de Ramírez, PDVSA se convirtió en un instrumento político del gobierno venezolano. La empresa fue utilizada para financiar programas políticos y mantener el control del poder. La politización de PDVSA llevó a la designación de funcionarios leales al gobierno en posiciones clave, en lugar de profesionales con experiencia en la industria petrolera. Nunca se me olvidará cuando en los días previos de las elecciones presidenciales de 2006, su discurso en el que aseguró que “PDVSA era roja rojita, de arriba a abajo”, palabras que luego repitió, como si fueran una gracia, cuando en realidad fueron la consigna de nuestra desgracia.

La gestión de Ramírez también se caracterizó por una falta de reconocimiento y valoración del talento que quedó dentro de PDVSA después de que Chávez despidiera a 24.000 de los empleados y obreros más calificados. Muchos profesionales capacitados y experimentados abandonaron la empresa debido a la politización, la falta de oportunidades y la falta de incentivos. Esta fuga de talento tuvo un impacto negativo en la capacidad de PDVSA para mantener y mejorar su producción de petróleo. Esta falta de transparencia y meritocracia debilitó la toma de decisiones y la eficiencia de la empresa.

Bajo su gestión también se observó una importante desinversión en la infraestructura y el mantenimiento de PDVSA. Los ingresos generados por la industria petrolera no se destinaron a modernizar y mejorar la infraestructura de la empresa, lo que resultó en una disminución de la producción y una mayor vulnerabilidad a los problemas técnicos. La falta de inversión a largo plazo debilitó la capacidad de PDVSA para responder a las demandas del mercado y mantener sucompetitividad.

También se denunciaron numerosos casos de corrupción y malversación de fondos dentro de PDVSA. Ramírez fue acusado de permitir y encubrir prácticas corruptas, incluyendo sobornos y desvío de fondos. Estos actos de corrupción no solo afectaron la integridad de la empresa, sino que también minaron su capacidad para invertir y mantener su operatividad.

El legado de Rafael Ramírez en PDVSA es uno de desinversión, corrupción y mala gestión. Su enfoque político y falta de transparencia debilitaron la empresa y contribuyeron a su caída, lo que a su vez afectó gravemente la economía venezolana. Cuando logremos salir de este horror que ha sido el chavomadurismo, si es que algún día salimos, es fundamental aprender de los errores del pasado y recordar a esos personajes oscuros, como Ramírez, que, sin un ápice de remordimiento, colaboraron a destruir lo mejor de nuestro país.

Para entonces, no sé si estaremos todavía a tiempo de buscar una gestión transparente, profesional y eficiente en el sector petrolero para revitalizar PDVSA y promover el desarrollo económico sostenible de Venezuela. Pero espero que sí lo estemos para verlos presos, a él y a los demás responsables, pagando por la destrucción que causaron, sus pésimos manejos y su corrupción sin límites.

@cjaimesb

7 de agosto 2023

https://www.elimpulso.com/2023/08/07/opinion-la-cara-epiedra-de-rafael-ramirez-7ago/

¿Por qué no me gusta Bukele?

Carolina Jaimes Branger

Nayib Bukele es un político salvadoreño que actualmente se desempeña como el presidente de El Salvador desde junio de 2019. Bukele es el primer presidente de El Salvador que no pertenece a los partidos políticos tradicionales de derecha e izquierda, aunque antes de ser presidente fue alcalde de la capital del país, San Salvador, y también había sido alcalde de la ciudad de Nuevo Cuscatlán por el FMLN, el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) un partido político en El Salvador que se fundó en 1980 como una coalición de diferentes grupos guerrilleros y políticos de izquierda que buscaban la liberación del país de la dictadura militar y la lucha por la justicia social.

De centro izquierda era el partido Cambio Democrático, con el que esperaba alcanzar la presidencia en 2019, pero fue disuelto por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. Fue cuando Bukele dio el salto a la centroderecha con GANA, la Gran Alianza por la Unidad Nacional con la que ganó las elecciones. Es decir, que no sabemos si Bukele es de la ultraizquierda, de izquierda, de centro izquierda, de centro derecha, de derecha o de ultraderecha. Porque ahora se comporta como un mandatario de ultraderecha.

Es cierto que ha llevado a cabo una lucha firme y decidida contra las maras en el país desde que asumió el cargo. Ha promovido una política de mano dura contra las pandillas y ha implementado medidas de seguridad que buscan reducir la violencia y la inseguridad en el país y lo ha logrado. Una de esas medidas fue la creación de la Fuerza Armada de El Salvador (FAES), una unidad especializada en la lucha contra las pandillas. La FAES ha llevado a cabo operaciones de seguridad en todo el país, deteniendo a miles de miembros de las maras y confiscando armas y drogas. Bukele también ha anunciado medidas más drásticas, como el traslado de los líderes a cárceles de máxima seguridad y la abolición de los derechos que tienen los miembros de esas pandillas en prisión, como el acceso a teléfonos celulares y visitas de familiares.

Ustedes se preguntarán entonces el por qué del título de este artículo. Y es que Bukele, además de haber tenido gran éxito apresando a los pandilleros, a la vez les ha dado poderes ilimitados a los militares y a la policía. La policía y los militares son instituciones que tienen como objetivo proteger y garantizar la seguridad y la integridad de la población. Sin embargo, cuando estas instituciones tienen exceso de poder, pueden convertirse en un peligro para la sociedad y para la democracia, porque pueden utilizar la fuerza de manera desproporcionada y violenta, lo que puede resultar en la tortura, el asesinato y la desaparición forzada de personas, cosas que ya están sucediendo en El Salvador paralelamente a la razia contra las maras. El uso excesivo de la fuerza por parte de la policía y los militares genera un clima de miedo y de intimidación en la población, lo que afecta la libertad de expresión y la capacidad de las personas para participar en la vida política del país.

Otra consecuencia del exceso de poder de la policía y los militares es la corrupción. Cuando estas instituciones tienen un poder ilimitado, pueden utilizarlo para obtener beneficios personales, como el soborno, el tráfico de drogas y el control del mercado negro. Y que incurran en ellas justamente las instituciones encargadas de garantizar la seguridad y la justicia en el país, es una contradicción.

Por último, este exceso de poder de la policía y los militares lleva indefectiblemente a la inestabilidad política y a la fragilidad institucional. De hecho, ya Bukele ha debilitado las instituciones democráticas que tanto costó construir después de una guerra civil que tuvo como saldo 75.000 muertos, porque se ha consolidado como un líder autoritario con millones de seguidores no sólo en El Salvador, sino en toda América Latina y otras partes del mundo. El culto al líder es un fenómeno que puede darse en cualquier régimen político, pero se vuelve especialmente peligroso cuando se trata de un dictador -de izquierda o de derecha- que utiliza las mismas tácticas que los regímenes autoritarios que pretende erradicar. Y aquí entra el controvertido tema de los derechos humanos. Es muy fácil llegar matando y averiguar después. La consolidación del poder en manos de una sola persona siempre va en detrimento de la democracia y de las libertades individuales… ¿O es que acaso no lo sabemos los venezolanos?

Además, no existe tal cosa como “dictadores buenos” y “dictadores malos”. El autoritarismo populista es malo siempre. Aquí en Venezuela mucha gente votó por Chávez pensando que sería un nuevo Pérez Jiménez. Su argumento principal era que “Pérez Jiménez torturaba a quienes conspiraban, pero el resto de la población vivía en paz”. ¡Y hay quienes todavía piensan y aplauden eso! ¡Por eso hay tantas violaciones a los derechos humanos en el mundo!

El culto al líder es un fenómeno muy peligroso que debe ser evitado en cualquier régimen político que pretenda ser democrático. Cuando se crea una figura intocable, aquellos que la critican pueden ser considerados enemigos del pueblo o traidores, lo que dificulta cualquier tipo de diálogo y puede llevar a una situación de violencia. En este sentido, el culto al líder es un obstáculo para la construcción de una sociedad más justa y equitativa.

Debo reconocer que Bukele también ha implementado programas socioeconómicos destinados a prevenir la violencia y la delincuencia juvenil, como la creación de programas de empleo para jóvenes y la construcción de centros deportivos y culturales en las zonas más afectadas por la violencia de las maras. Otra de las medidas destacadas de su gobierno ha sido la implementación de un plan para mejorar la economía del país, que ha incluido la reducción de impuestos a las empresas y la promoción de la inversión extranjera. Sin embargo, estas medidas están favoreciendo más a los grupos de poder en el país que a la población. ¿Entonces?…

En general, la presidencia de Bukele ha generado controversia y ha sido objeto de críticas y elogios en diferentes sectores de la sociedad salvadoreña y de América Latina. Mientras muchos lo apoyan por sus políticas de seguridad y económicas, otros lo critican por su estilo autoritario y su falta de respeto a las instituciones democráticas. Me cuento entre los segundos. No se puede, o, mejor dicho, no se debe, erradicar una injusticia cometiendo otras injusticias. El tema de los derechos humanos no es fácil. Fácil es aplaudir de lejos, cuando no se es doliente de las injusticias. La historia ha demostrado que quienes usan tácticas autoritarias son una amenaza para la democracia, la libertad y la justicia. La glorificación de estos líderes puede llevar a una sociedad a la ruina, ya que estos líderes suelen ser impulsados por su propio ego y su deseo de poder. Y de esta cabuya, al menos los venezolanos, tenemos un rollo…

@cjaimesb

https://noticierodigital.com/2023/06/por-que-no-me-gusta-bukele/

… y la suciedad seguirá aplaudiéndolos

Carolina Jaimes Branger

Ocurrió cuando yo apenas tenía cinco años, pero lo recuerdo tan vívidamente como si hubiera pasado ayer. Una tarde fui a jugar con mis amigas Mau y Érika Sosa. Tata, su nana, estaba barriendo el patio, cuando subió a hacer algo y dejó el montoncito de basura al lado de la escoba y el recogedor, justo al lado de la entrada de la casita de muñecas donde estábamos nosotras. Nos llamaron a merendar. Cuando salimos de la casita, algo de un color muy chillón llamó mi atención en aquel montoncito. Era un zapatico de plástico, de esos que venían como cotillón en las piñatas. Yo tenía uno, que le servía a una muñeca que era algo más grande que la Barbie. Pero me faltaba la pareja. Lo agarré y me lo metí en uno de los bolsillos de mi braga.

Cuando llegué a mi casa, fui directo a bañarme. Me desvestí. Mi mamá estaba conmigo en el baño, cuando sacó el zapatico del bolsillo. “¿Esto qué es?” me preguntó. Le expliqué lo que acabo de contar. “¿Te lo regalaron?”. “No”, respondí. “Lo saqué de la basura, lo iban a botar”. “No importa si lo iban a botar. Si no te lo regalaron, no es tuyo. Vístete que lo vamos a ir a devolver y te vas a disculpar”. Creo que fue la primera vez en mi vida que sentí vergüenza. Cuando llegamos a casa de los Sosa, no quería bajarme del carro. “Vamos, Carolina”, la voz de mi mamá era conminadora.

Érika Sosa, la mamá de mis amigas, me abrazó y me dijo que aceptaba mis disculpas, pero que en realidad no había nada que disculpar y que me podía llevar el zapatico. “Ahora sí te lo puedes llevar”, me dijo mi madre, “Érika te lo regaló”.

¡Qué lección de vida! Tuve la oportunidad de agradecérsela a mi mamá varias veces, cuando salían a relucir “escándalos” que, comparados con los robos de hoy en día, eran algo que podría calificarse de nimio, pero no lo eran. A los cinco años aprendí que ladrón es quien se roba un zapatico de plástico, quien se roba un lápiz, quien roba un banco, quien hace negocios sucios, quien defrauda a la Nación… Lo que difiere es el monto de lo robado.

Cuento esta historia en recuerdo de mi madre, agradecida por la educación que recibí, porque fue estricta cuando tuvo que serlo. Hoy, a la vista de estos robos milmillonarios de los que están acusados e imputados unos cuantos funcionarios, me pregunto dónde estaban sus mamás cuando empezaron a robar.

Es más, me pregunto qué tienen en la cabeza -y en el alma- esos padres que a sabiendas de que sus hijos no tenían cómo comprarse una mansión en el Caracas Country Club, un avión, una finca, apartamentos en las ciudades más caras del mundo, carros de lujo y un largo etcétera, se llenaban la boca contándoles a sus amigos “la genialidad para los negocios” de su retoño. Ningún adulto es tan idiota para no darse cuenta de lo que había detrás de esos “negocios”. Fueron alcahuetas y peor aún, cómplices de asesinato. Sí. Así como lo leen. Porque lo que se robó esa gente faltó en algún hospital para asistir a miles que murieron de mengua, esperando los insumos que no habían y que por el precio, eran imposibles de comprar en una farmacia. Son cómplices de darle aire a un régimen que ha matado y torturado a presos políticos. Sus hijitos, de los que se sienten tan “orgullosos”, se cogieron el dinero que estaba destinado a subir los sueldos de tantos empleados decentes, cuyos hijos, padres, o ellos mismos, han muerto de hambre.

¿Y qué decir de los “amigos”? ¡La mayoría aprovechando la chamba! ¡Y encima, no tienen el más mínimo reparo de publicarlo en sus redes sociales! ¡Qué podredumbre la de esta sociedad! ¿O debería llamarla más bien “suciedad”?

Tengo mis reservas sobre si estas detenciones son reales o solo son un show para captar votos. Las bragas naranjas “Alex Saab style”. Las poses pretendiendo que iban esposados hasta que al gordo de franela negra se le olvidó y se metió los dedos en la nariz. La braga de la única mujer entallada… ¿para que se vea más bonita?… La sala con las sillas de agencia de festejos… Habrá que esperar. Lo que no puede esperar es la reeducación en valores. Si eso no sucede, lo que cambiaremos serán los nombres. Los ladrones seguirán saqueando, depauperando, destrozando el país y matando a sus habitantes. Y la suciedad seguirá aplaudiéndolos…

@cjaimesb

Los torturadores y sus jefes

Carolina Jaimes Branger

“Nuestras investigaciones y análisis muestran que el Estado venezolano se apoya en los servicios de inteligencia y sus agentes para reprimir la disidencia en el país. Al hacerlo, se están cometiendo graves delitos y violaciones de derechos humanos, incluidos actos de tortura y violencia sexual. Estas prácticas deben cesar de inmediato, y los responsables deben ser investigados y juzgados de conformidad con la ley”, dijo Marta Valiñas, presidente de la Misión Internacional Independiente de determinación de hechos sobre Venezuela de la ONU.

Todos los días, miles de personas son torturadas en comisarías, oficinas de seguridad y prisiones de todo el mundo. Las organizaciones de derechos humanos protestan contra la tortura y abogan por los sobrevivientes, pero ni ellas ni el público saben mucho sobre los torturadores.

Christopher Justin Einolf, profesor asociado del departamento de Sociología de la Universidad de Northern Illinois, a partir de un proyecto de historia oral realizado por el Instituto de Derecho de Derechos Humanos de la Universidad DePaul, que pertenecían al Proyecto de Historia de Irak, analizó las historias de catorce de los ex torturadores estadounidenses en aquel país, después de la caída de Saddam Hussein. Esas personas fueron entrevistadas sobre lo que hicieron y por qué lo hicieron.

No todos los testimonios coinciden con el estereotipo del torturador como un brutal interrogador policial, impulsado por un sadismo retorcido. Más bien se ha encontrado que los torturadores a menudo no son tan sádicos como personas normales que, bajo ciertas circunstancias, se hunden en una rutina de horror íntimo en la que hieren o mutilan a otro ser humano (pienso en particular en el caso de Linda Loaiza), mientras se mantienen al margen de los gritos y la agonía de sus seres humanos víctimas.

La mayoría de los hombres que fueron entrevistados expresaron pesar por lo que habían hecho. Algunos de ellos atribuyeron su elección de carreras a infancias traumáticas en las que soportaron la violencia de padres alcohólicos y abusivos. Uno explicó que odiaba mucho a su padre y “tenía un fuerte deseo de vengarse de él”.

La mayoría de la gente asume que torturar a otro ser humano es algo que solo una minoría es capaz de hacer. Abofetear o golpear a otra persona, exponerla temperaturas extremas, electrocutarla, requiere de otras personas activas que deben lidiar con niveles imponentes de contacto físico que violan todas las normas de interacción interpersonal.

Torturar a alguien no es fácil, y someter a otro ser humano a la tortura es estresante para todos excepto para los psicópatas. ¿Qué se necesitaría para que una persona común torturara a otra persona, quizás la electrocutara, incluso hasta el punto de la (aparente) muerte?…

Posiblemente en los experimentos más famosos de la psicología social, el difunto Stanley Milgram de la Universidad de Yale investigó las condiciones bajo las cuales la gente común estaría dispuesta a obedecer las instrucciones de una figura de autoridad para electrocutar a otra persona. La historia de estos experimentos se ha contado a menudo. Yo misma lo hice en estas páginas en un artículo titulado “Cuando las sociedades se vuelven locas”, publicado el 11 de enero de 2021.

Cuando la tortura se institucionaliza, se convierte en posesión de un grupo alojado en ministerios secretos y fuerzas policiales secretas. Bajo estas condiciones, los apoyos sociales y las recompensas están disponibles para amortiguar los extremos de comportamiento que surgen, y los actos se perpetran fuera de la vista del público.

En “Ninguno de nosotros éramos así antes” (2010), el periodista Joshua Phillips cuenta las historias de algunos de esos soldados estadounidenses en Irak, que recurrieron al abuso, el tormento y la tortura de los prisioneros. Una vez alejados del teatro de guerra y de la camaradería del batallón, lo que les vino a continuación fue una culpa intensa, duradera, muchas veces incapacitante. También padecen del trastorno de estrés postraumático y el abuso de sustancias. El suicidio no resultó raro como consecuencia.

Pienso -y espero- que los torturadores que han actuado en Venezuela, padezcan de todos estos efectos y más. Para los monstruos de sus jefes, que los mandaron a entrenar en los peores antros que hay para ello, y para quienes pudiendo evitarlo no hicieron nada, no espero otra cosa que cárcel de por vida, porque no fue que perdieron la brújula moral interna: también sus condiciones de seres humanos.

@cjaimesb

Hablando sobre Marx y los marxistas

Carolina Jaimes Branger

Un museo en Camboya relata el genocidio cometido durante el régimen de Pol Pot | Getty Images

¡Ojalá se les enseñara marxismo a los estudiantes de bachillerato! Los profesores tendrían que explicarles a los muchachos que en los regímenes comunistas existe el más salvaje de todos los capitalismos: el capitalismo de Estado. Este se adueña de todos los espacios y secuestra no solo la propiedad privada, sino también la de los medios de producción, que debería pertenecer a los ciudadanos.

Tendrían que explicarles que en 1917 una revolución puso fin a una monarquía absolutista, la de los Romanov en Rusia, para dar paso a otro absolutismo más esclavista, más tiránico y más depredador que el régimen de los zares. Primero Lenin y luego Stalin, uno de los peores carniceros de la historia. Tal vez nunca se sabrá el número de muertos, pero los indicios hablan de decenas de millones. Les explicarán a los estudiantes que los iconos que trataron de destruir, resurgieron a la caída del régimen con más fuerza que nunca y que hasta los miembros de la familia real asesinada son venerados como santos por un gran sector de los rusos. Y que hoy en día Vladimir Putin intenta reconstruir ese fracaso histórico teñido de sangre por todas partes que fue la Unión Soviética.

Tendrían que explicarles que el paralelo 38 divide dos Estados, Corea del Sur y Corea del Norte. Que el primero, capitalista, es una de las primeras economías del mundo. Que sus habitantes gozan de un alto índice de ingreso per cápita, la educación es una de las mejores del mundo y poseen un sólido sistema democrático. Que del segundo, sin embargo, más de 500.000 refugiados han huido desde 2000 y 4 millones de muertos es el saldo de la hambruna a raíz de la caída del régimen soviético. Un país pobre, rico en recursos naturales, víctima de un régimen autoritario que comenzó con Kim Il-sung, continuó con su hijo Kim Jong-il, investido de todos los poderes por la Asamblea Nacional y donde hoy su nieto, Kim Jong-un, un monstruo peor que su padre y su abuelo, manda a matar a quien le da la gana, por cualquier nimiedad. Corea del Norte es el país más aislado del mundo.

Tendrían que explicarles también que Mao Tse-tung construyó su régimen sobre el terror y que el exceso de trabajo y la hambruna que hubo entre 1958 y 1961 produjeron la muerte documentada de 38 millones de personas y muchos millones más que jamás pudieron contabilizarse. Que la violencia de Mao y sus acólitos, sucesora directa de la violencia estalinista de la mal llamada Revolución Cultural, dejó como saldo muchos más millones de muertos.

Tendrían que hablarles de los jemeres rojos (Khmer Rouge), un ejército de revolucionarios comandados por una de las figuras más monstruosas que haya producido la humanidad: Saloth Sar, mejor conocido como Pol Pot. El odio fue el motor de su vida y obra. La llamada Kampuchea Democrática marcaba el “año cero”. Todo el pasado capitalista, hasta el más mínimo vestigio, debía ser eliminado. Se quemaron industrias hasta que no quedó piedra sobre piedra. Todos los medios de transporte fueron también destruidos. La carreta de bueyes o mulas fue decretada como el medio de transporte nacional. Se quemaron escuelas, bibliotecas, laboratorios, se prohibieron todos los medicamentos, pues los “remedios” residían nada menos que en la sabiduría popular. Los ciudadanos perfectos eran los campesinos, pues no habían sido contaminados. Y bajo la orden de Pol Pot, de acabar con “todos los elementos subversivos” se ejecutó indiscriminadamente, previa toda clase de horrendas torturas que los hacían confesar cualquier cosa, a toda la clase media y culta, profesionales de todas las ramas. Llegaron hasta a asesinar a quienes usaban lentes “porque los lentes eran síntomas de intelectualidad”. La liberación para aquellos infelices era el tiro de gracia que acababa con sus vidas. “El que protesta es un enemigo, el que se opone, un cadáver” era el lema de Pol Pot.

Tendrían que contarles sobre los fusilados y los presos, sobre los que se fueron de Cuba y los que quedaron sin libertades en su propio país. Y por supuesto, hablarles de cómo una revolución inspirada en la cubana acabó con nuestro país.

Tendrían que hablarles de Marx, un misógino, maltratador de su mujer y sus hijos, que nunca trabajó sino en escribir sus teorías imposibles, llenas de odio y violencia, ha producido la mayor cantidad de muertos que haya conocido la humanidad, para, como decimos aquí, “curarles el sarampión desde chiquitos”.

@cjaimesb

Por qué sigo apoyando a Guaidó

Carolina Jaimes Branger

Antes de que le dé un ataque de mal de rabia, le pido que lea este artículo hasta el final. Ahí estará mi cuenta de Twitter si quiere insultarme. Pero hágalo después de leerme.

La oposición venezolana, la oposición de verdad y no el saco de gatos (¿o más bien saco de alacranes?) que quieren hacernos pasar como opositores, vive su peor momento. Cuando el G4 decidió ir a pesar de todo a las elecciones del 21 de este mes, no pudieron ponerse de acuerdo en nombrar candidatos únicos. Y por supuesto, no todos son Roberto Patiño, mejor dicho, la excepción fue Roberto Patiño, quien dio una lección de gallardía moral y coherencia política al declinar la postulación. Tampoco pudieron escoger a los candidatos más idóneos para los estados y los municipios. Hay unos que francamente están peor seleccionados que Vielma Mora en Carabobo, que ya es bastante decir. ¿Con qué autoridad critican al chavismo?

En este escenario tan desolador, permanece la figura de Juan Gerardo Guaidó Márquez, quien sigue siendo reconocido como el representante del interinato en Venezuela. Es el interlocutor válido con las democracias más sólidas del mundo. Pero en esta locura que vivimos, donde dudamos de todo y de todos, pero a la vez -y paradójicamente- creemos todo lo que circula por las redes, hay ciertos grupos que han decidido destrozar a Guaidó. Ya no necesitamos a los bots chavistas para que circulen informaciones falsas como las que aseguran que Guaidó se robó los fondos de la ayuda humanitaria o más recientemente, los de Monómeros, por ejemplo.

Me han dejado boquiabierta las declaraciones de Julio Borges, a quien en varias ocasiones he defendido a capa y espada. Por cierto, el viernes pasado el Procurador Especial Enrique Sánchez Falcón le salió al paso desmintiendo todas sus aseveraciones. Yo también tengo preguntas para Borges: ¿por qué si PJ tenía un representante en la Comisión de Administración del Interinato y había corrupción, no lo denunció sino hasta ahora? ¿Por qué si crees que “el interinato murió” sigues siendo el canciller?

En el caso de Monómeros, fue una diputada de PJ, Bibiana Lucas, presidente de la comisión especial de la AN que investigó el caso, justamente, quien aclaró que “Lo que nos arroja es que Monómeros no está quebrada, eso es muy importante. Nunca ha estado quebrada. Monómeros lo que tiene es un problema de flujo de cajas por el acceso al mercado de divisas o a las bancas, pero Monómeros es una empresa súper noble que no sé cómo ha resistido ante tanto ataque”.

Por eso, amigo lector, cuando usted retuitea furibundo informaciones que le llegan ¿se ha cerciorado antes de que sean ciertas? ¿Puede, con su conciencia tranquila, acusar de ladrón a alguien que quizás no lo sea? ¿Le gustaría que le hicieran eso a usted?

Guaidó se echó sobre sus espaldas la carga de sacar a un régimen que ha demostrado en un sinfín de oportunidades que no tiene límites de ningún tipo. Que está dispuesto a lo que sea con tal de mantenerse en el poder y cuentan con que dentro de la oposición nos estamos destrozando entre nosotros mismos. Es cierto que en 2019 no se cumplió el cese de la usurpación y que eso desmoralizó a muchos y engrosó la lista de la diáspora. Les recuerdo que a principios de 2020 entramos en pandemia, un escenario que no hizo sino darle un respiro al régimen de Maduro por un rato. Pero hoy estamos mucho más fuertes para negociar y exigir que en 2019. Las sanciones están resquebrajando al chavismo desde adentro. Hay quienes quieren negociar, porque se ven el agua llegándoles al cuello. Todos desconfían de todos, y no solo porque las cabezas de algunos tienen precio. La extradición de Alex Saab a Estados Unidos y el Pollo Carvajal cantando más que un gallo en España antes de ser extraditado, son temas que los tienen preocupados al máximo. Si se sentaron en la mesa de negociación en México era porque se sentían débiles. Patearon la mesa en un acto de malacrianza por Alex Saab, pero casi pongo la mano en el fuego de que van a volver a sentarse.

Guaidó es la persona, a pesar de todo, que tiene mayor porcentaje de aceptación en las encuestas. Pero de su mismo lado lo quieren defenestrar. ¿Acaso están jugando al “juego del calamar”? ¿No se dan cuenta de que en ese juego la mayoría sale muerta?…

Apenas la semana pasada, Guaidó se reunió con el jefe de la mayoría del Senado estadounidense, Dick Durbin, el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Menéndez y el presidente de la Subcomisión de Relaciones Exteriores del Senado para el hemisferio occidental, Tim Kaine, quienes una vez más le expresaron su disposición a seguir presionando hasta conseguir elecciones presidenciales libres y a poner coto a la terrible crisis humanitaria que hay en el país. Y repito, Guaidó sigue siendo el representante del país que se niega a seguir bajo la garra del chavismo frente a las democracias más sólidas del mundo. ¿Es que acaso eso no tiene valor?

Aquí tenemos que navegar juntos. Y el capitán, les guste o no, es Juan Guaidó, que además necesita a su tripulación que trabaje de forma organizada y coherente. Estoy segura de que cuando esta pesadilla termine, tendremos que agradecerle su valor, su entrega y su trabajo. Y muchos tendrían que pedirle disculpas por haberle levantado falsos testimonios. Pero yo que lo conozco, sé que la libertad de Venezuela será su mayor recompensa.

@cjaimesb

Llamado a la sensatez

Carolina Jaimes Branger

Hay situaciones que no entiendo. Hay actitudes que tampoco. Lo que sí tengo meridianamente claro es que mientras la oposición democrática siga en esa guerra intestina que libra a diario, lo que logrará será darle respiración boca a boca a un régimen que está ahogándose en su propia ineficiencia, en su escandalosa corrupción y en su infinito odio y deseos de hacer mal. Por eso quiero hacer un llamado a la sensatez.

Mi primera llamada es para María Corina Machado. Eres brillante, preparada, valiente. Por favor, no te empeñes en continuar afirmando que la única ruta para salir de Maduro es el TIAR y que lo que ha hecho Guaidó hasta ahora no ha valido la pena.

¿Cómo que no ha valido la pena? Lo que ha logrado Guaidó en términos de apoyo, sanciones a funcionarios, precio a las cabezas del régimen y recuperación de activos nacionales, es mucho en menos de dos años: a mí no me queda duda de que es la primera vez que un régimen que vivía sobrado en todo sentido, se ha visto contra las cuerdas.

Que 60 países desconozcan a Maduro y que haya chavistas que antes se paseaban sobrados por el mundo derrochando sus riquezas mal habidas y que hoy no se atrevan a dar un paso fuera de Venezuela son grandes logros.

María Corina, tú misma has estado moviendo tus contactos en la OEA para la activación del tratado… ¡Sigue haciendo tus diligencias, pero ellas no excluyen que trabajes en equipo! El Grupo de Lima está conformado por países miembros del TIAR y todos han descartado de plano una invasión.

Estados Unidos también la descartó, María Corina, cuando les sugeriste que ellos podían ayudar a “des-invadirnos” (sacar a los cubanos) porque además de invadidos estamos catalogados como un estado narcoterrorista. En esta última semana dejaron claro que no están contemplando (por ahora) la invasión militar a Venezuela y encima, la pandemia ha venido a complicar todo.

Hasta los países más sólidos económicamente acusan el golpe a sus finanzas. ¿Quién va a enviar fuerzas para invadir Venezuela con el coronavirus haciendo estragos? Puede ser que suceda, pero las probabilidades son muy, muy bajas. Entonces, María Corina, ¡incorpórate al equipo! Todos tenemos que remar en la misma dirección.

La segunda es para Henrique Capriles. Yo te respeto mucho, Henrique. Me parecen injustas las acusaciones que te han hecho y te he defendido. Has sido un trabajador incansable en pro de la democracia y no te ha temblado el pulso a la hora de tomar medidas impopulares, lo que te convierte en una rara avis de la política venezolana.

Pero a estas alturas “abrir un camino” por tu cuenta… ¿no te parece que resulta aventurado? En particular si estás contando únicamente con tus partidarios y en un escenario donde el coronavirus hace cada día más estragos. Si vamos a abrir camino, deberíamos hacerlo todos juntos.

Pero me pregunto… ¿podrás abrir camino convocando a un pueblo que en su mayoría pasa hambre y que cada vez más se enferma, no solo de covid-19, sino de las siete o más plagas que pululan en Venezuela? ¿Una movilización? ¡Un pueblo en estatus de supervivencia no insurge! E ir a votar, Henrique -te lo dice alguien que siempre ha votado- en este momento es una locura. Creo que hay que hacer algo y estoy de acuerdo contigo en que quedarnos en la mera abstención solo nos volverá al 2005, el principio de todos nuestros males. Pero ese “algo” tiene que ser bajo la consigna de la unidad. Ya lo has hecho antes, Henrique. Te necesitamos.

La tercera es para Leopoldo López. Me gustaría conocer qué vas a hacer a corto plazo y a futuro. Me gustaría saber si estás consciente de que puedes colaborar proactivamente con todas las limitaciones que tienes y de forma exitosa.

Como la única certeza que nos queda es que Estados Unidos seguirá apoyando a Juan Guaidó y considerándolo presidente encargado hasta que cese la usurpación (y esperamos con razonable certitud que el Grupo de Lima y la Unión Europea se adherirán a la decisión) hay que unir esfuerzos. Guaidó necesita más apoyo que críticas y Venezuela necesita la unidad de sus líderes políticos. Todos sabemos lo que le sucede a un objeto que varias personas jalan hacia una dirección distinta: se queda en el mismo sitio.

Llegó el momento de la verdad. Demuestren cuánto aman a Venezuela. Guaidó es joven, le falta experiencia, pero tiene garra y ganas, valor y energías. Y a él fue a quien le tocó y lo ha asumido. Ustedes, María Corina, Henrique y Leopoldo son lo suficientemente preparados, políticamente corridos e inteligentes para saber qué hacer. Venezuela cuenta con ustedes.

@cjaimesb

Más que posible, probable

Carolina Jaimes Branger

Ahí estaban los cinco, en el búnker, sentados alrededor de una mesa ovalada. Yo también estaba allí, pero ellos no podían verme. No exagero cuando digo que vestían una suerte de trajes de buzos, con escafandra y todo. Además, cascos y chalecos antibalas. Pero eran los únicos que las vestían. Se habían cuidado de procurárselas cuando se dieron cuenta de que era inevitable el desenlace.

El personaje 1 se asomó a una de las ventanas. Lo único que vio fueron los cadáveres apilados en la calle. Había estudiado Medicina, pero toda la sensibilidad que rodea a esa carrera la había enterrado hacía muchos años, así como tendría que mandar a enterrar aquellos cuerpos antes de que surgiera otra epidemia. El personaje 2, una mujer que había tenido muchísimo poder, gritaba histérica. Todos tenían miedo. Si salían, morirían. Si no salían, morirían también. Sus leales los habían dejado cuando se dieron cuenta de que a ellos poco les importaba lo que les pasara. El personaje 3 les aseguró entonces tener las armas a buen resguardo, lo que les permitiría salir. El personaje 4 se había defecado en la silla hacía rato y el personaje 5 le reclamó que no se hubiera cambiado de ropa. Pero la realidad es que no podía moverse. Y sintió una vez más cuánto detestaba a aquel personaje 5 inútil y creído. Pero ahora todos dependían de todos. Más que nunca, tenían que permanecer unidos.

Afuera, lejos de donde llegaba el campo visual de quienes estaban en aquella sala del búnker, todo era tierra arrasada. Los saqueos habían acabado con todo, no solamente con la comida. El hambre ya era insoportable y la gente decidió salir... de todas formas, fuera por el virus, fuera por la falta de comida, no tenían alternativa: la muerte estaba al lado de ellos. Los militares jóvenes se les habían unido. Ellos también tenían hambre, miedo, desesperanza. Y los que habían sobrevivido a aquella catástrofe social, caminaban sin rumbo, sin saber qué hacer ni dónde ir. No había carros porque no había gasolina. Parecía que hubiera caído una bomba atómica.

Un bebé sentado en el piso al lado de una mujer muerta o sin sentido -imagino que era su madre- lloraba desconsolado. Y en el medio de aquel paisaje estaba yo, sin saber qué hacer. Cargué al bebé, pero éste desapareció repentinamente, como si se estuviera derritiendo entre mis brazos. Entonces grité... Una voz suave susurró en mi oído “despiértate, mi amor”. Era la voz de mi marido. Me abracé a él. Mi corazón palpitaba al galope. Finalmente pude volver a dormirme, pero en la vigilia pienso que ese sueño, más que posible, es probable...

@cjaimesb

https://www.eluniversal.com/el-universal/66487/mas-que-posible-probable

¡ Otra Navidad más !

Carolina Jaimes Branger

24 diciembre, 2018

Otra Navidad más de escasez, inseguridad, precariedad, desolación y muerte. Otra Navidad en la que los venezolanos no tenemos nada que celebrar y mucho que lamentar. Otra Navidad sin hallacas, sin pernil, ni pan de jamón. Otra Navidad sin luces, aguinaldos ni celebraciones. Otra Navidad sin Niño Jesús. Ya nada de “si la Virgen fuera andina y San José de los Llanos” porque los andinos están mal y los llaneros, peor.

Otra Navidad más con Maduro en el poder, destrozando lo que queda de país. Otra Navidad más llena de ilegalidad por todas partes. Otra Navidad llena de escándalos por los que ya nadie se escandaliza. Otra Navidad saqueando las pocas industrias y los pocos comercios que apenas subsisten. Otra Navidad en la que los ladrones más ladrones celebran el saqueo de Venezuela. Porque eso sí, ellos celebran. Comen bien (para muestra hay bastantes botones), se visten con ropa de firma (también hay muchos botones y botonas), viajan en primera (más botones y más botonas), llevan a sus niños a Disney (World, Landia o Euro y hasta Japón), porque no hay cosa que le guste más a un comunista enriquecido que Mickey Mouse.

Otra Navidad más con la familia desintegrada por todo el mundo. Otra Navidad más con las casas vacías, con los frugales puestos en las mesas vacíos, llenos quizás con lo que dio para comprar las remesas que de afuera enviaron. Otra Navidad más extrañando estar en Venezuela y llorando al escuchar la canción “Ven a mi casa esta Navidad”, que hace años nos parecía tan lejana y tan ajena y ahora es tan real que parece venezolana.

Otra Navidad más pidiendo al cielo salir de esto. Otra Navidad más en la que las esperanzas se hacen menos. Otra Navidad en la que las risas dieron paso a las lágrimas. Otra Navidad donde en vez de reflexionar se maldice. Donde la compañía es ahora soledad. Donde el país se volvió una caja de Pandora, sin esperanza en el fondo de la caja…

Otra Navidad que no parece Navidad. La Navidad de la Venezuela madurista es la No-vidad, porque es la negación de todo lo que habíamos vivido como Navidad.

Es una Navidad más, pero también es una Navidad menos. A todo cochino le llega su sábado y éstos de aquí no serán la excepción. Esperando que el año que viene ya no tengamos que decir “¡otra Navidad más”! les deseo paz, salud y armonía.

@cjaimesb

Esa Venezuela 2.0

Carolina Jaimes Branger

Viví en Maracay, Estado Aragua, durante 21 años. Durante ese periodo entendí que aquello que decían los caraqueños que “Venezuela es Caracas y lo demás, monte y culebra” es una falacia. Porque Venezuela es lo que está saliendo de Caracas, ya sea por Tazón, Guarenas o La Guaira. Todo, excepto Caracas. Lo mismo sucede con la Venezuela 2.0, donde se generaliza lo que se lee en las redes, pero ésa tampoco es Venezuela. Me niego a creer que sea una muestra de cómo actúa y siente el resto del país.

En la Venezuela 2.0 encontramos extremos: desde las más nobles actitudes de generosidad, como en el caso de conseguir y donar remedios para alguien que los necesite, hasta los insultos más denigrantes. A esa Venezuela histérica me quiero referir. A esa Venezuela que descalifica sin pruebas, acusa irresponsablemente, agrede, atropella, ofende.

Recientemente leí un tuit de un autodenominado “doctor” (mi papá siempre me aconsejaba huir de esos personajes que se auto alaban) denostando de Henrique Capriles con una visceralidad que me llamó la atención. Henrique Capriles es, sin que me queden dudas, una de las personas que más ha dado por el país, aún a costo de su salud, seguridad y vida privada. Fue quien evitó una masacre el año 2013, porque no llamó a la gente a salir a la calle a reclamar el triunfo en las elecciones. Hizo bien: Capriles no tenía todas las actas, porque no tuvo testigos en todas las mesas como le había asegurado su comando de campaña. Entonces, ¿cómo iba irresponsablemente a pedir a la gente que saliera a la calle, peor aun conociendo el grado de malandraje de quienes detentan el poder?

Pero no sólo es en contra de Henrique Capriles. Es en contra de todo aquel que por una razón u otra se destaque. No les alaban los logros, pero la forma de restregarles los errores es vergonzosa. No ahorran en calificativos y siempre encuentran algo peor que decir. Sin embargo, contrastan sus epítetos en contra de los opositores, con los que usan en contra del gobierno: son mucho peores los primeros. No sé por qué razón.

En esa Venezuela 2.0 se pasa de héroe a villano y de villano a héroe en un abrir y cerrar de ojos. No importa cuánto ni cómo se haya resteado una persona por una causa, un comentario lanzado a la ligera por cualquier irresponsable –muchas veces anónimo- la puede sumir en un mar de escarnio hasta que caiga otra víctima a quien destrozar.

¿Qué nos ha pasado a los venezolanos que caímos en esa vorágine que tanto nos lesiona? De ser los hermanos de la espuma, de las garzas, de las rosas y del sol, pasamos a ser los cófrades de la inquina, la rabia, los agravios y la maldad. Ciertamente hay quienes se merecen los insultos y las descalificaciones por el daño moral y material que le han hecho al país, pero otros, no. Lo más insólito es que los mayores improperios van dirigidos no a los mayores destructores, sino a quienes han luchado contra ellos. Llamar “cómplice” de delitos a una persona es una acusación grave que no debería hacerse si no se tienen todas las evidencias que la incriminan. Pero no, en la Venezuela 2.0 se dice de todo, se denuesta de todo, se cree todo.

Yo estoy segura de que vamos a salir de esta situación que tanto nos agobia. De lo que no estoy segura es con qué tipo de sociedad vamos a contar para la reconstrucción del país. Si la que se va a imponer es esa histérica 2.0, podemos volver a caer en algo incluso peor de lo que ya hemos vivido. Si ésa es la sociedad que se impondrá a la generosa y amplia, mejor paso y gano…

@cjaimesb