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Ramón Cardozo Álvarez

(In)seguridad alimentaria y desnutrición en Venezuela

Ramón Cardozo Álvarez

El Banco Mundial, en su más reciente actualización del informe sobre seguridad alimentaria, publicada el pasado 11 de agosto, advirtió que "el alza sin precedente de los precios de los alimentos ha provocado una crisis mundial que empujará a millones de personas más a la pobreza extrema, aumentando el hambre y la malnutrición, y amenazando con eliminar los avances en materia de desarrollo logrados con tanto esfuerzo”. La actual inflación en el sector alimentario, que afecta sobre todo a los países de ingresos bajos y medianos, obedece, según el organismo multilateral, a la guerra en Ucrania, a las interrupciones en la cadena de suministro y a las repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19.

Respecto al caso específico de Venezuela, el Banco Mundial, utilizando datos del Fondo Monetario Internacional correspondientes al período abril-julio de este año, estimó en 155% la inflación anual de los bienes relacionados con la alimentación en Venezuela, ubicándolo como el tercer país con mayor inflación alimentaria del mundo, solo superado por el Líbano y Zimbabue. Según los datos publicados por el Observatorio Venezolano de Finanzas, la canasta alimentaria familiar en el país pasó de 303 dólares en julio de 2021 a 392 dólares en julio de 2022.

Esta inflación de los alimentos a nivel mundial afecta de manera muy significativa a Venezuela pues agudiza la crisis prolongada de inseguridad alimentaria que el país ha venido sufriendo desde hace más de una década. Desde el año 2010, los porcentajes de la población que enfrenta una grave privación de alimentos (prevalencia de la subalimentación) en Venezuela se han incrementado notablemente, pasando de 2,5% (2010-2012) a 22,9 % (2019-2021), de acuerdo con los informes anuales sobre "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo”, elaborados por la FAO, FIDA, OPS, WFP y UNICEF.

Por su parte, el "Índice global del hambre” (Global Hunger Index – GHI 2021) elaborado por el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), indicó que Venezuela pasó de un nivel de hambre bajo (7,4%) en el 2012 a un nivel de hambre grave (22,2%) en el 2021, ocupando el puesto número 82 dentro de un grupo de 116 países, siendo solo superada en la región por Haití (32,8), el cual se ubicó en el puesto 109.

De acuerdo con la FAO, una persona se encuentra en situación de inseguridad alimentaria cuando carece de acceso regular a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para un crecimiento y desarrollo normales y para llevar una vida activa y saludable. En el año 2019, una evaluación de seguridad alimentaria en Venezuela realizada por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas encontró que el 92% de la población venezolana sufría de inseguridad alimentaria. De ese porcentaje, el 32,3% (9,3 millones) tenía brechas significativas o extremas en el consumo de alimentos (Inseguridad alimentaria moderada o severa), lo cual ubicó a la venezolana dentro de las 10 peores crisis alimentarias a nivel mundial durante el 2019. En el informe del siguiente año (2020), el PMA no incluyó a Venezuela debido a la falta de información. Sin embargo, señaló que la seguridad alimentaria del país seguramente estaba empeorando.

Los hallazgos de estas organizaciones internacionales se corresponden con los resultados de la encuesta anual "Condiciones de vida de los venezolanos - (ENCOVI)” de la Universidad Católica Andrés Bello. Esta encuesta reportó para el período 2017-2021 un aumento sostenido de los altos porcentajes de hogares venezolanos que sufren de inseguridad alimentaria: 80% (2017), 88% (2018), 93,4% (2019-2020), y 94.2% (2021). Dentro de estos totales, el porcentaje de hogares del país que reducen la cantidad de alimentos, se saltan comidas y experimentan hambre (Inseguridad alimentaria severa) alcanzó los siguientes porcentajes: 32% (2018), 23,3% (2019-2020), y 24,5% (2021).

Inseguridad alimentaria y desnutrición crónica

En Venezuela, la inseguridad alimentaria ha sido un factor determinante en el aumento de la malnutrición que ha afectado a la población, en especial a sus sectores más vulnerables. Al respecto, la doctora Marianella Herrera, médica investigadora y presidenta del Observatorio Venezolano de la Salud, señala: "En una población que deba enfrentar la inseguridad alimentaria en términos de acceso, disponibilidad, o bio-utilización de los alimentos, se generan importantes impactos en el estado nutricional de sus miembros, sobre todo de aquellos pertenecientes a los grupos más vulnerables que allí conviven como, por ejemplo, mujeres embarazadas, mujeres lactantes, adultos mayores y niños menores de cinco años”.

Por sus efectos permanentes en el largo plazo, son de especial relevancia los impactos que la inseguridad alimentaria produce sobre la desnutrición de niños menores de cinco años y de las mujeres embarazadas, los cuales pueden conducir a una "desnutrición crónica” en esos grupos. Así lo señala el estudio "Venezuela entre la inseguridad alimentaria y la malnutrición”, elaborado por la doctora Herrera junto a las doctoras Maritza Landaeta-Jiménez y Yaritza Sifontes: "El retraso del crecimiento, o talla baja para la edad, es una alteración en el crecimiento físico y funcional, en gran medida irreversible, debido a una nutrición inadecuada y brotes de infección repetidos durante los primeros 1000 días de vida. Este retraso tiene una serie de efectos a largo plazo para los individuos y las sociedades entre los cuales se encuentran: disminución del desarrollo cognitivo y físico, reducción de la capacidad productiva, mala salud y aumento del riesgo de enfermedades degenerativas como la diabetes”.

La organización Caritas, en un estudio realizado con datos recopilados entre 2017 y 2019 sobre una población de 46.462 niños menores de 5 años en áreas pobres de Venezuela, encontró que el 31,7 % de este grupo de niños tenía una tasa de retraso en su crecimiento. En la misma dirección, la ya referida encuesta ENCOVI encontró que en el periodo 2019-2020, el 30% de los niños menores de cinco años sufría de desnutrición crónica, lo cual ubicaba a Venezuela como el segundo país de América Latina con los peores niveles de esta grave alteración en el desarrollo de estos niños. El Informe de la encuesta cierra con la advertencia de que "las secuelas de largo plazo de los actuales estados nutricionales de Venezuela pueden ser irreversibles”.

La doctora Herrera advierte, además, que "hoy en día se considera que las desventajas ambientales, incluyendo las deficiencias nutricionales, pueden producir alteraciones en la secuencia del ADN de las personas, mientras las deficiencias persistan (marcas epigenéticas), lo cual es terrible porque estas alteraciones podrían pasar de una generación a otra”. En otras palabras, los impactos negativos de la desnutrición crónica no solo acompañarían a la persona por el resto de su vida, sino que podrían ser transmitidos a sus descendientes.

Causas de la inseguridad alimentaria en Venezuela

La nutricionista venezolana Susana Raffalli, especialista en temas de seguridad alimentaria y acción humanitaria, considera que la incapacidad del Estado venezolano para garantizarle a la nación una adecuada oferta alimentaria está asociada, entre otros factores, al deterioro del aparato productivo nacional, la caída de las importaciones, la alta inflación, el bajo poder de compra del salario mínimo del venezolano y a los inadecuados e insuficientes programas alimentarios del gobierno nacional. "Ni sumando los bonos, ni sumando los alimentos subsidiados de la caja Clap y el salario mínimo se llega a tener siquiera 30 % de la canasta del grupo de alimentos mínimo que una familia en Venezuela necesita, y eso, por definición, es una inseguridad alimentaria muy severa”, afirmó Rafalli en noviembre del 2020 en una entrevista con Crónica Uno. A un año y medio de esa declaración, la situación continúa igual. Por ejemplo, el reciente incremento del salario mínimo a 20,25$ apenas alcanza para cubrir el 5% de la canasta alimentaria familiar.

El hueco negro de las cifras gubernamentales

En el reciente informe de junio de 2022 de la FAO y el PMA sobre inseguridad alimentaria aguda titulado "Puntos críticos del hambre: Alertas tempranas”, se señala nuevamente de manera expresa que Venezuela no fue incluida como un foco de hambre debido a la no disponibilidad o a la escasez de datos actualizados sobre inseguridad alimentaria.

Desde hace ya casi una década, el Estado Venezolano ha dejado de publicar cifras oficiales relacionadas con la seguridad alimentaria y la nutrición de la población. El último anuario de mortalidad se publicó en el 2014 y desde el 2015 no se publican cifras sobre el consumo y la disponibilidad de alimentos en el país. La ausencia de datos oficiales ha tenido que ser suplida por investigaciones propias de organismos internacionales y de organizaciones no gubernamentales, las cuales procuran ofrecer una descripción lo más exacta posible de la crisis alimentaria en Venezuela no obstante las dificultades y limitaciones derivadas del silencio del Estado venezolano.

Para los venezolanos expertos en políticas públicas sobre nutrición, así como para los organismos internacionales como la FAO o el PMA, este hueco negro de cifras oficiales es uno de los obstáculos más graves que existen en Venezuela para implementar los correctivos necesarios y así enfrentar de manera eficaz la grave inseguridad alimentaria. Con esta política de silencio, el gobierno pretende reforzar, tanto interna como externamente, su prédica de que en Venezuela la vida se ha normalizado. Sin embargo, esta estrategia nada le dice a la gran mayoría de venezolanos que día a día siguen sufriendo en carne propia los graves efectos de la inseguridad alimentaria.

19.08.2022

DW

https://www.dw.com/es/inseguridad-alimentaria-y-desnutrición-en-venezuela/a-62871194

Los trabajadores venezolanos toman las calles y levantan su voz

Ramón Cardozo Álvarez

En los últimos cuatro meses, los intentos del régimen de Nicolás Maduro de transmitirle al mundo la idea de que en Venezuela la vida se ha normalizado, se han visto desmentidos con las imágenes de miles de trabajadores activos, jubilados y pensionados venezolanos protestando de manera pacífica en las calles de las principales ciudades del país, reclamando al Gobierno el respeto a sus derechos laborales.

Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), durante el primer semestre de este año se produjeron en Venezuela 3.892 protestas, de las cuales, el 42 por ciento correspondieron a reclamos relacionados con derechos laborales. Dentro de este grupo de protestas, la principal demanda de los trabajadores activos y jubilados fue la de contar con un salario digno y suficiente que les permita cubrir sus necesidades básicas y las de su núcleo familiar.

Salario mínimo insuficiente

El último aumento del salario mínimo en Venezuela fue decretado por el Gobierno nacional el pasado mes de marzo de 2022, ubicándolo en 30 dólares, siendo, por mucho, el más bajo de Latinoamérica. Para ese momento, ese monto solo alcanzaba a cubrir el 8 por ciento del costo de la canasta alimentaria, la cual se ubicaba en 370 dólares. Hoy en día, cuatro meses después, la inflación ha hecho retroceder el salario mínimo venezolano a 21,38 dólares (0,7 dólares por día), mientras que la canasta alimentaria ha aumentado a 392 dólares, con lo cual el salario mínimo apenas alcanza para adquirir el 5,5 por ciento de la canasta alimentaria, de acuerdo con las cifras del Observatorio de Finanzas de Venezuela (OVF).

Según Pablo Zambrano, Secretario Ejecutivo de la Federación de Trabajadores de la Salud (FETRASALUD), el detonante de las actuales protestas laborales tiene como antecedente la política de "aplanamiento salarial” que, desde el 2018, el Ejecutivo Nacional ha adelantado a través de instructivos emanados de la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE), con el objeto de regular los tabuladores salariales de los empleados públicos. Estos instructivos violan de manera flagrante la Constitución, las normas laborales y los acuerdos de las convenciones colectivas vigentes en el país.

"Tablas salariales del hambre"

En efecto, según el dirigente sindical Zambrano, el último instructivo de la ONAPRE, dictado en marzo de este año, modificó de manera unilateral y arbitraria "los criterios para el cálculo del último incremento salarial y redujo sustancialmente los beneficios salariales conquistados por los trabajadores venezolanos".

Esas "tablas salariales del hambre” pulverizan el ya exiguo salario del trabajador en Venezuela y desconocen o disminuyen de manera sustancial bonificaciones salariales como los pagos de primas por titularidad, por antigüedad, por responsabilidad, por profesionalización, por conceptos de uniforme y por hijos con discapacidad, entre otras.

Sector educativo y de salud, muy afectados

Esta política salarial del Gobierno nacional afecta sobre todo a los trabajadores de los sectores de la salud y de la educación pública venezolana, y repercute de manera muy negativa sobre la ya menguada calidad de estos servicios esenciales para el país.

Para la laboralista María Bernardoni de Govea, exministra del Trabajo y profesora del Derecho del Trabajo, la actual conflictividad laboral hunde sus raíces en el giro radical que a partir de 1999 el "Socialismo del Siglo XXI” dio al sistema de relaciones laborales en Venezuela.

Sin diálogo social ni consulta tripartita

Los efectos de este giro radical fueron muy bien recogidos en el Informe que sobre Venezuela elaboró la Comisión de Encuesta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el año 2019. Ese informe describe cómo "durante casi veinte años, el Gobierno (venezolano) ha llevado adelante su programa político, sin asegurar el respeto de la libertad sindical, incluida la autonomía de las organizaciones de empleadores y de trabajadores, del dialogo social y de la consulta tripartita”.

Advierte la profesora Bernardoni que "durante el gobierno de Rafael Caldera, antes de la llegada de Chávez a la presidencia de Venezuela, se logró reformar en 1997 la Ley Orgánica del Trabajo de forma consensuada, a través de un pacto social entre trabajadores, patronos y el gobierno nacional. En esa ley se institucionalizó la instancia de la Comisión Tripartita Nacional.

De acuerdo con esta ley, el Gobierno nacional no tenía la posibilidad de fijar unilateralmente el salario mínimo hasta que no se verificase que la instancia tripartita hubiera sido incapaz de acordar la fijación del salario mínimo”. A partir de 1999, con la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela, el ya referido Informe de la Comisión de Encuesta de la OIT (2019) señala que "se dejaron de utilizar y después se eliminaron los órganos que se habían creado para estructurar el diálogo y la consulta relativos a la fijación del salario mínimo y a la discusión de cuestiones relativas a las normas internacionales del trabajo, y no se creó ningún órgano tripartito permanente para reemplazarlos”.

A lo largo de su mandato, Hugo Chávez cuestionó la representatividad y legitimidad de las organizaciones sindicales y gremiales históricas del país (CTV y FEDECAMARAS), así como al modelo de relaciones corporativistas entre organizaciones de empleadores y trabajadores respecto del Estado.

Amplia facultad normativa del Ejecutivo Nacional

En el año 2012, Chávez dictó el Decreto Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras (DLOTTT), que derogó la anterior ley y estableció el nuevo régimen laboral venezolano.

Este modelo laboral chavista se caracteriza, de acuerdo con Bernardoni, por "la preeminencia del Estado y sus intereses sobre los de patronos y trabajadores, así como por la injerencia en la vida de las organizaciones que estos conforman. El decreto ley le otorgó al Ejecutivo Nacional una amplia facultad normativa en materia laboral, dispuso un trato privilegiado al patrono/Estado, acrecentó la injerencia del Estado en la vida de los sindicatos, y derogó las conquistas logradas en materia de diálogo y concertación social, entre ellas, la existencia de la Comisión Tripartita Nacional”, dice la profesora.

Por ello, concluye Bernardoni, "la puesta en práctica de este modelo de relaciones laborales ha contribuido en mucho al clima de conflictividad laboral que estamos experimentando actualmente en el país. El funcionamiento permanente de una instancia como la Comisión Nacional Tripartita hubiera impedido que las condiciones salariales de los venezolanos se hubieran deteriorado al nivel que estamos viendo hoy en día”.

Inexistencia de un verdadero sistema de seguridad social

A pesar de que la Constitución venezolana de 1999 prescribe en su artículo 86 el deber del Estado de asegurarle al ciudadano la cobertura de un sistema de seguridad social que le garantice la protección de la salud, las pensiones y el desempleo, la realidad es que el venezolano en estos aspectos está prácticamente desamparado.

El abogado Luis Eduardo Diaz, investigador especialista en seguridad social y profesor de la Universidad Rafael Urdaneta (URU), sostiene que, en Venezuela, realmente no existe un sistema de seguridad social: "Lo que existe es una estructura burocrática llamada Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, que administra unos centros de salud colapsados y un sistema de pensiones ínfimas, todas ellas homologadas a un menguado salario mínimo. Existe también una legislación de Seguridad Social completamente ineficaz, que no ha sido desarrollada en las últimas décadas y que no es útil para nadie. Sobreviven apenas algunas instituciones nacidas al amparo de esa ley, que son organismos burocráticos que no tienen ninguna función social, pues no prestan un buen servicio, no tienen transparencia interna en sus resultados, en sus procesos y mucho menos en el servicio a los usuarios”.

Pensiones de vejez ínfimas

El monto de las pensiones en Venezuela no garantiza la subsistencia del beneficiario, pues está ligado al insuficiente salario mínimo ya descrito. Según el reportaje "La promesa rota: El colapso de la Seguridad Social en Venezuela”, del portal venezolano PRODAVINCI, "la pensión de vejez en Venezuela perdió el 99,7 por ciento de su valor en los últimos 20 años. Un profesor que se retiró en septiembre de 2020 aportó más de 16 mil dólares al sistema de pensiones durante 20 años. Al valor actual de las pensiones, el sistema le devolverá 281,43 dólares por los próximos 25 años. El profesor tendría que vivir 1.459 años para que le retribuyeran lo que aportó”.

El profesor Diaz advierte además que no ve que el régimen de Maduro tenga intenciones de desarrollar en el futuro cercano un verdadero sistema de seguridad social: "Para sus fines políticos, el Gobierno nacional mantiene de forma paralela las misiones sociales, las cajas de alimentos y el Carnet de la Patria, que más que políticas de seguridad social vienen a ser instrumentos de política clientelar y de control social”.

Es comprensible entonces que, en medio de este drama social, los trabajadores venezolanos hayan tomado las calles para reivindicar su derecho a un salario justo y a una seguridad social que les permitan a ellos a y sus familias disfrutar de una vida digna. Se trata de una lamentable realidad, muy distinta a la "normalización” que Maduro procura proyectar.

11 de agosto 2022

DW

https://www.dw.com/es/los-trabajadores-venezolanos-toman-las-calles-y-le...

La clase media desaparece en Venezuela

Ramón Cardozo Álvarez

Aristóteles, en su obra La Política, plantea la existencia de una clase media fuerte y estable como garantía de estabilidad, concordia civil y libertad en la ciudad, pues así se evita el predominio de facciones extremas caracterizadas por su riqueza o por su pobreza: "Cuando uno de esos grupos toma el poder se forma una ciudad de amos y esclavos, no de hombres libres".

Hoy en día, tenemos una vasta literatura que subraya el papel esencial de la clase media para promover tanto el desarrollo económico de los países, como la aparición y consolidación de los sistemas democráticos.

La democracia venezolana, nacida en 1958, tuvo como uno de sus principales objetivos la ampliación de la incipiente clase media que se venía fraguando en Venezuela durante las primeras décadas del siglo XX.

Según el politólogo Guillermo Tell Aveledo, investigador y Decano de la Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos de la Universidad Metropolitana de Caracas, "la democracia venezolana de la segunda mitad del siglo XX se empeñó en crear una equilibrada sociedad de clase media. Por ello, promovió de manera extraordinaria programas de salud, educación y vivienda, los cuales, aunque no alcanzaron por completo sus objetivos, ampliaron de forma notoria la clase media venezolana”.

Abrupta reducción de la clase media venezolana

En las últimas décadas, Venezuela no solo ha ido perdiendo su democracia sino también su clase media. Estudios recientes muestran que, luego de haber llegado a ser una de las más amplias y robustas de América Latina, hoy en día, la clase media venezolana apenas alcanza una décima parte del tamaño que tenía hace una década, siendo además la más pobre de la región.

En el estudio "La clase media en Venezuela", publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el año 2021, se señala que, independientemente de la definición de clase media que se utilice, en los años recientes se ha dado una reducción abrupta del tamaño de la clase media venezolana, además de una erosión sostenida de sus ingresos.

Si se toma la definición absoluta de "seguridad económica", según la cual pertenece a la clase media aquel que tiene una baja probabilidad de caer en pobreza, en Venezuela la clase media pasó de constituir el 62 por ciento de la población, en el 2010, a representar solo el 15,5 por ciento, en el 2020.

Si se opta por medir la clase media como aquella franja que está entre los no-ricos (menos de 50 dólares per cápita por día) y la de no-pobres (por encima de la línea oficial de pobreza moderada del país), este estudio de la consultora Anova publicado por el BID señala que la clase media venezolana habría pasado del 72 por ciento de la población, en 2010, a constituir solo un 5,3 por ciento, en el 2020.

En Venezuela, se da una correspondencia clara entre la merma de la clase media y un amplio proceso de la expansión de la pobreza.

Amplio proceso de expansión de la pobreza en Venezuela

Respecto a los ingresos de la clase media, el estudio de Anova afirma que, entre los años 2010 y 2020, con excepción del estrato más rico de Venezuela, todos los demás vieron caer de forma pronunciada sus ingresos reales por debajo de la caída promedio de la economía:

"Una familia venezolana perteneciente a esta franja de ingresos (clase media) pasó de ganar aproximadamente 830 USD al mes, en 2012, a ganar 195 USD al mes, en 2020, lo cual implica una caída de cerca de 77 por ciento en sus ingresos familiares per cápita."

En Venezuela, se da una correspondencia clara entre la merma de la clase media y un amplio proceso de la expansión de la pobreza. Dentro de los ejemplos más dramáticos e ilustrativos de la vulnerabilidad y caída de la clase media venezolana hacia los estratos inferiores está el caso de los profesores universitarios.

De acuerdo con los datos de la Encuesta Enobu 2021, del Observatorio de Universidades, "en el año 2001, en Venezuela, un profesor titular ganaba alrededor de 2 mil 400 dólares. En 2021, ese mismo profesor obtiene 11 dólares mensuales por su trabajo… Mientras que, en México y hasta en Nicaragua, los sueldos en el mayor escalafón varían entre los 1.000 y los 2.000 dólares."

Otros datos relevantes de la encuesta señalan que, en Venezuela, el 84 por ciento de las familias de los académicos universitarios reciben ingresos familiares menores a 100 dólares mensuales; el 30 por ciento de los docentes universitarios tienen ingresos familiares de 1 a 10 dólares mensuales; el 35 por ciento de los profesores universitarios mayores de 60 años come menos de tres veces al día; el 93 por ciento de los docentes tienen dificultades para poder adquirir sus medicamentos; y el 70 por ciento de las profesoras universitarias llevaba, en ese momento, entre 1 y 3 años sin realizarse un examen médico de rutina.

¿Por qué desaparece la clase media venezolana?

La desaparición de la clase media venezolana está vinculada fundamentalmente con un modelo económico que produjo la caída del ingreso de los venezolanos, por los altos índices inflacionarios, y la destrucción de las fuentes del empleo, por el cierre de empresas. En 2017, el Consejo Nacional del Comercio y los Servicios (Consecomercio) contabilizó el cierre de alrededor de 500.000 empresas de las 850.000 que existían en 2002.

Otro factor decisivo ha sido el poco interés del llamado Socialismo del Siglo XXI en proteger y promover la existencia de la clase media venezolana. De hecho, la relación entre el expresidente Hugo Chávez y el actual presidente Nicolás Maduro con la clase media ha sido siempre tensa y, en diversos momentos, hasta de abierta confrontación.

Según el profesor Aveledo, "el chavismo se ha caracterizado por tener una visión negativa respecto de la clase media, en virtud de lo que entiende que son sus valores burgueses y posturas políticas".

Un ejemplo que ilustra muy bien la percepción negativa del chavismo frente a la clase media del país es la advertencia que, en el año 2014, hiciera el entonces ministro de educación Héctor Rodríguez, hoy gobernador del estado Miranda: "No es que vamos a sacar a la gente de la pobreza para llevarlas a la clase media y que después pretendan convertirse en escuálidos (opositores)", decía.

Su postura explica, al menos en parte, la pretensión de favorecer un cierto nivel de avance material en los estratos más bajos, a través de subsidios diversos, pero sin que ello signifique que los beneficiarios de estas ayudas puedan desarrollar los niveles de autonomía y libertad frente al Gobierno que caracterizan a las clases medias.

Otro factor fundamental en la contracción de la clase media venezolana ha sido el enorme éxodo de personas de este estrato social. Según el profesor Aveledo, este éxodo se ha producido en tres oleadas distintas: "Inicialmente, se produjo una primera oleada por temor al autoritarismo chavista. Posteriormente, una segunda oleada se dio por rechazo al modelo socialista. Por último, un porcentaje alto de la clase media, a la que se sumaron millones de personas de los estratos bajos, se vio obligado a emigrar por la gravísima crisis económica."

La desaparición de la clase media venezolana está vinculada fundamentalmente con un modelo económico que produjo la caída del ingreso de los venezolanos.

¿Qué ha perdido Venezuela con la desaparición de su clase media?

Una de las características de la clase media es su carácter multidimensional. "El contenido de la clase media está asociado con múltiples factores que incluyen sus hábitos de consumo, niveles de educación, tipos de vivienda, acceso a servicios, experiencia laboral, clases de empleo, profesiones, preferencias culturales, entre otros", explica Omar Zambrano, economista jefe la consultora Anova y coautor de su estudio sobre la clase media venezolana.

Por tanto, concluye, "Venezuela ha perdido uno de los factores más dinamizadores de su economía con la disminución de su clase media. La clase media es el bastión del consumo. Sus patrones de consumo, su demanda de bienes y servicios sofisticados, viviendas, vehículos, viajes, cultura, etc., junto con su propensión al ahorro y a la inversión, motorizan el crecimiento económico."

Por otra parte, la reducción de la clase media ha contribuido a la crisis de las empresas estatales y de los servicios públicos en Venezuela. En estos ámbitos se ha producido una merma de las capacidades gerenciales y técnicas, a consecuencia de la salida de una gran cantidad de profesionales, que se han visto obligados a emigrar o cambiar de oficio para poder sobrevivir. Esta situación se ha hecho particularmente evidente en los casos de los sistemas de salud y de educación.

Finalmente, Venezuela ha perdido un factor de estabilidad política, de defensa y promoción de la democracia, pues las clases medias ayudan a frenar la polarización y son favorables a instaurar regímenes políticos con libertad de empresa, Estado de derecho y un Gobierno responsable ante sus ciudadanos.

¿Cómo recuperar la clase media en Venezuela?

De cara al futuro, el informe Anova concluye que "Venezuela necesitará un programa de rehabilitación y reconstrucción de los ingresos de la clase media, como piedra angular del desarrollo económico futuro. Políticas públicas en beneficio de la clase media deben incluir, pero no limitarse, a aspectos como la reactivación del mercado laboral formal, las mejoras en la productividad y los salarios reales, y las políticas específicas de vivienda y educación."

La promoción de una amplia y vigorosa clase media es una necesidad impostergable para Venezuela. No se puede hablar de una verdadera lucha contra la pobreza si no se garantiza que aquellos que salen de ella no queden expuestos a volver a caer en la miseria como resultado de una coyuntura política o económica. Sólo una clase media estable, como decía el filósofo griego, es garantía de libertad.

6 de julio 2022

DW

https://www.dw.com/es/la-clase-media-desaparece-en-venezuela/a-62384271