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Laureano Márquez

La embestidura de Sánchez, por Laureano Márquez

Laureano Márquez

En España, de cada diez cabezas,

nueve embisten y una piensa”

Antonio Machado

(poeta español)

Realmente España es un país de difícil comprensión, incluso para nosotros los hispanoamericanos. Sánchez es el presidente de un gobierno denominado “en funciones”, porque no ha podido, desde que sacaron a su antecesor, ser presidente con todas las de la ley (aunque algunos prefieren llamarlo “en defunciones”, por aquello de que, de momento, su único logro ha sido desenterrar a Franco). Negado rotundamente (“no es no”) en los meses precedentes a formar gobierno con el partido de Pablo Iglesias, tras múltiples negociaciones sin acuerdo, convocó a unas nuevas elecciones, para ver si, en una de esas, no necesitaba el apoyo de nadie.

Resulta que en las elecciones que acaban de hacer, a pesar de que tanto el partido Socialista como Unidas Podemos, redujeron su votación, lograron en menos de 48 horas el acuerdo –que en meses no habían alcanzado– para formar gobierno y con Iglesias –nada menos– que de vicepresidente.

Para Venezuela esto es una mala noticia. Pablo Iglesias apuntala incondicionalmente todas las dictaduras Iberoamericanas, apoyó y asesoró el chavismo en nuestro país y –a su vez– fue financiado por él para torcer el rumbo de España (otro logro post mortem del comandante eterno). Suponemos que la política de España hacia Venezuela cambiará para pasar de la alcahuetería actual, al abierto respaldo.

De hecho, no es casual que el primer mensaje haya sido para nosotros la tocata y fuga del Pollo Carvajal, cuya extradición solicitaba los Estados Unidos. Parece que todos en la madre patria se asombraron de que Carvajal supiese de la sentencia de la Audiencia Nacional, encargada de tramitar su extradición, antes que nadie. Risible asombro, a los venezolanos ya nada nos sorprende, menos de alguien de la calaña del personaje, portador de pasaportes falsos, especialista en contrainteligencia militar (que en nuestros países quiere decir brutalidad contra civiles) y en todo tipo de ilegalidades. Curiosamente, en vísperas de tan trascendente decisión, el gallinero de Carvajal en Madrid, permanecía sin vigilancia y ahora que se ha fugado han puesto un riguroso control policial en su casa, (je,je,je) será para evitar que regrese, dice uno.

Eso de que nadie aprende en cabeza ajena es una gran verdad. Los españoles consiguieron luego de la muerte de Franco, un gran acuerdo para la construcción de una de las naciones de mayor avance, progreso y bienestar del mundo, orgullosa de su diversidad cultural. En estos tiempos todos los bandos políticos, aunque a veces incluso lo ignoren, se han puesto de acuerdo para destruirla.

Sánchez necesita, además de el de Iglesias, el apoyo de los separatistas. Algo muy propio de la contradicción del alma española: “para formar un gobierno en España, se requiere del apoyo de los que no creen en ella”. Si yo fuese independentista catalán consideraría que no hay mejor momento que este para mis (des)propósitos.

La diáspora venezolana no sale de un susto, en Argentina vuelven la Kirchner, Chile se desestabiliza, en Perú y Ecuador nuestra presencia no es del todo grata, México asusta, Trump pone restricciones a los asilos, que supone uno España comenzará a negar. Para un venezolano, emigrar se está convirtiendo en casi lo mismo que “cambiar de camarote en el Titanic”. No está fácil, nos va quedando Islandia, Groenlandia y los países escandinavos. Ese cuento de que “España no es Venezuela” con el cual los españoles evalúan lo que les sucede, no consuela a ningún venezolano. Nosotros, que dijimos al comienzo de esta pesadilla nuestra con mucha seguridad y no poca vanagloria: “Venezuela no es Cuba”, mira ya por dónde vamos.

Es curioso comparando a España y América podríamos decir que tanto la pobreza como la abundancia extrema, producen monstruosidades políticas. En América se es de izquierda por estar mal y en España por estar bien.

Devolver la política al terreno del pensamiento visionario y lúcido, sustentado en ideas y principios, para arrebatárselo a la embestida oportunista del populismo demagógico, parece ser la tarea más urgente de la democracia actual para evitar que ésta se convierta –nuevamente– en Caballo de Troya de peligrosos totalitarismos.

https://talcualdigital.com/index.php/2019/11/15/la-embestidura-de-sanche...

La cagastocracia

Laureano Márquez

Tomás Camba es un joven venezolano que acaba de ganarse una beca para asistir a uno de los campamentos de ciencia más importantes de la organización Stardom Up, en los Estados Unidos. Se fue de Venezuela a los doce años –tiene 14– y han descubierto en él habilidades extraordinarias para la ingeniería. Tomás tiene diseños para teléfonos que funcionan con energía eólica, entre otras ideas que han llamado la atención de la gente de ciencia por allá, donde esas cosas importan. Es de esperar que este niño haga grandes cosas en el terreno de la ingeniería. Es nuestro, lo produjimos nosotros, pero difícilmente vuelva, dado lo que se atisba en el horizonte.

Este país nuestro tiene una increíble capacidad para producir gente talentosa en todas las áreas de la ciencia y las artes, gente que tarde o temprano debe salir del país para triunfar. Somos un semillero de inteligencia que no aprovechamos, porque inteligencia y honestidad son en estos tiempos, la principal amenaza para quienes nos gobiernan. La pregunta se hace ineludible: ¿cómo en un país que tiene tanta gente brillante los peores siguen en el poder? Federico Vegas habla, en un extraordinario texto escrito en el portal Prodavinci, de la “cagastocracia”, que él deriva de “kakistocracia”, el gobierno de los peores.

Esta cagastocracia nuestra surge de dos variantes que aunan esfuerzos: la extraordinaria incapacidad intelectual y la repugnante condición moral. No es solo, pues, la increíble habilidad para demoler con absoluta falta de sentido común todo lo que alguna vez funcionó en el país, en un constante pulso entre incapacidad y corrupción –que vienen a ser los únicos motores que ha encendido el régimen–, sino también el estado de bajeza moral que detentan los líderes de la cagastocracia en su proceder: no existe freno alguno para perversidades de toda naturaleza, para la crueldad y para la violación de cuanto principio ético la humanidad conoce. Estos 18 años de entrenamiento en la ruindad, rinden en estos tiempos sus más acabados frutos.

Me refugio en este joven, repito su nombre: se llama Tomás Camba. Cada vez que por causa suya nombren a Venezuela, será para bien, para que el mundo nos vea como gente inteligente. En medio de esta debacle, seguiré sintiendo que el país que fue capaz de producirlo a él, tiene esperanza y redención, que lo bueno sigue allí, esperando su momento, su oportunidad de brillar, de construir ese país que está en nuestros sueños, de bondad, inteligencia, desarrollo, cultura y –sobre todo– libertad. Inevitable pensar, cuando se ve el talento juvenil en acción, en todos los que perdieron la vida en estos tiempos, asesinados, también en los torturados y encarcelados con saña cruel, por quien no tiene sensibilidad alguna para reconocer lo noble y lo bello.

Me invade la misma angustia de Vegas por la inutilidad de cuanto se escribe. La palabra y los argumentos solo son provechosos cuando queda un rastro de pensamiento en el destinatario. Razón tiene Alberto Barrera cuando señala que más que mediadores necesitamos traductores. Las palabras son cascarones vacíos. En el diccionario del poder, las palabras cambian de significado cada vez que usan, fluctúan, se devalúan también.

Cumplo otra semana con mi compromiso de escritura, ya sin rastro de humor, en espera de la próxima jugada de la cagastocracia que nos rige.