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George Soros

Actualización de mis predicciones de Múnich

George Soros

Hace exactamente un mes di un discurso en la víspera de la Conferencia de Seguridad de Múnich. Desde entonces pasaron tantas cosas notables —y tan rápidamente— que vale la pena comparar mis predicciones con lo que realmente ocurrió.

Los cambios más grandes se dieron en el sistema climático mundial. Con esto me refiero tanto a las cuestiones climáticas en sí como a la comprensión que de ellas tienen los científicos climáticos. El mensaje principal que procuré transmitir en Múnich fue que el sistema climático mundial depende en gran medida de lo que ocurre en el círculo ártico. El sistema climático del círculo ártico solía estar separado del sistema climático mundial: los vientos solían soplar predeciblemente en dirección antihoraria, pero debido al aumento de la interferencia humana, la separación entre ese sistema y el mundial dejó de imperar.

De hecho, ahora el aire frío escapa del círculo ártico y es reemplazado por aire caliente que este absorbe del exterior. Por eso el círculo ártico se calentó cuatro veces más rápidamente que el resto del mundo durante las últimas cuatro décadas, y la tasa de calentamiento se acelera rápidamente. Desde que di el discurso las temperaturas del círculo ártico se dispararon para subir más de 20 °C por encima de lo normal, marcando récords y aumentando la preocupación por la tasa a la que se derrite la capa de hielo en Groenlandia.

La comprensión de proceso de calentamiento por los científicos climáticos también dio un gran salto adelante, lograron demostrar que la liberación del metano, un gas de efecto invernadero mucho más peligroso que el dióxido de carbono, es mayor a la explicable por las fuentes de emisiones asociadas con la actividad humana. Esto implica la existencia de otras fuentes —por ejemplo, el aumento de las emisiones de metano por el calentamiento del permafrost— cuyo origen es la perturbación humana de la naturaleza.

Son cada vez más los científicos climáticos que creen que sería adecuado declarar la emergencia climática debido a que, a la tasa actual, el calentamiento global superará los 1,5 °C. Como dijo el mes pasado Sir David King, jefe asesor científico del gobierno británico durante la gestión de Gordon Brown y actual director del Grupo Asesor para la Crisis Climática, «debemos reducir rápidamente las emisiones y eliminar el exceso de gases de efecto invernadero, pero lo más importante y urgente es volver a congelar el Ártico». Se trata de un programa de gran envergadura, considerando que ya estamos atrasados.

La otra esfera donde hubo cambios importantes es la guerra de Rusia contra Ucrania. Hasta octubre Ucrania ganaba en el campo de batalla, luego Rusia, con ayuda de Irán, introdujo drones a gran escala. El objetivo era socavar la moral de los ucranianos privando a la población civil de electricidad, calefacción y agua. Eso puso a Ucrania a la defensiva.

El ejército ruso regular está en una situación desesperada: el liderazgo es malo, está mal equipado y profundamente desmoralizado. El presidente Vladímir Putin lo notó e hizo una apuesta desesperada: recurrió a Yevgeny Prigozhin, quien había conducido un ejército de mercenarios llamado Grupo Wagner y estaba ansioso por demostrar que sus fuerzas podían superar a las del ejército regular. Putin le permitió a Prigozhin reclutar prisioneros de las cárceles rusas. Con la ayuda de los exconvictos y un costo enorme en términos de sus vidas y las de otros mercenarios, el Wagner comenzó a ganar terreno alrededor del pueblo de Bajmut, donde el ejército regular seguía estancado o perdía terreno.

La apuesta de Putin funcionó... hasta cierto punto. El ejército regular se sintió amenazado y comenzó una guerra burocrática contra Prigozhin, y la ganó. Logró que Prigozhin no pudiera reclutar más prisioneros y entregó munición equivocada a los combatientes del Wagner. En las últimas semanas Prigozhin se quejó públicamente, una acción que dejó a Putin en una posición complicada. Inicialmente trató de ayudar a Prigozhin, pero la clase dirigente apoyó al ejército militar, y juntos convencieron a Putin de que Prigozhin representa una amenaza a su continuidad en el poder.

Ucrania está aprovechando las luchas internas rusas. El presidente Volodímir Zelenski consultó a los líderes de su ejército, cuya recomendación fue unánime: pasar al ejército de Prigozhin por la clásica trituradora de carne mientras está tan en desventaja. Las fuerzas ucranianas podrán entonces montar un contraataque cuando reciban armamento actualizado, especialmente los tanques Leopard 2 que les prometieron. Eso debiera ocurrir alrededor de mayo, pero podría darse antes.

La mayoría de las previsiones importantes sobre la guerra que hice en Múnich un mes atrás —incluso que una poderosa ofensiva de primavera ucraniana será decisiva para cambiar la tendencia—, probablemente se hagan entonces realidad. Soy consciente, por supuesto, de que diversas publicaciones de confianza difundieron artículos que describen una situación mucho más sombría sobre el avance de la guerra. ¿Cómo se las puede conciliar con mi mirada, más optimista? Solo postulando una campaña de desinformación exitosa.

Putin está desesperado por lograr el cese de las hostilidades, pero no quiere admitirlo. El presidente chino Xi Jinping está en la misma situación. Pero es poco probable que el presidente estadounidense Joe Biden aproveche lo que parece una oportunidad para concertar un alto el fuego, porque prometió que su país no negociará a espaldas de Zelenski.

Los países de la ex Unión Soviética, ansiosos por afirmar su independencia, esperan impacientes que el ejército ruso sea aplastado en Ucrania. En ese punto, el sueño de Putin de renovar el imperio ruso se desintegrará y dejará de ser una amenaza para Europa.

La derrota del imperialismo ruso tendrá vastas consecuencias para el resto del mundo. Traerá un gran alivio a las sociedades abiertas y causará enormes problemas a las cerradas, pero lo más importante es que permitirá que el mundo se concentre en el problema mayor: el cambio climático.

Traducción al español por Ant-Translation

16 de marzo 2023

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/climate-crisis-deepens-and-...

Vladímir Putin y el riesgo de la tercera guerra mundial

George Soros

La invasión rusa de Ucrania lanzada el 24 de febrero dio inicio a una tercera guerra mundial que puede destruir la civilización. La invasión fue precedida por una larga reunión que mantuvieron el presidente ruso Vladímir Putin y su par chino Xi Jinping el 4 de febrero, día de inicio de las celebraciones por el año nuevo lunar chino y de las Olimpíadas de Invierno en Beijing. Al final de la reunión, ambos publicaron un documento de 5.000 palabras, cuidadosamente redactado, con el anuncio de una estrecha alianza entre los dos países. El documento es más contundente que cualquier tratado y seguramente demandó negociaciones detalladas previas.

Que Xi le haya dado a Putin una aparente carta blanca para la invasión y guerra contra Ucrania me tomó por sorpresa. Ha de estar muy seguro de que su confirmación como gobernante vitalicio de China dentro de unos meses es una mera formalidad. Tras concentrar todo el poder en sus manos, Xi ha preparado con esmero el escenario para elevarse al nivel de Mao Zedong y Deng Xiaoping.

Obtenido el respaldo de Xi, Putin se lanzó a hacer realidad su sueño con una brutalidad increíble. Ya cercano a la edad de 70 años, piensa que si va a dejar una marca en la historia de Rusia, es ahora o nunca. Pero su idea del lugar de Rusia en el mundo está distorsionada. Parece creer que el pueblo ruso necesita un zar a quien seguir ciegamente. Esa idea es todo lo contrario de una sociedad democrática y distorsiona el «alma» rusa, que es emocional hasta el sentimentalismo.

En mi infancia tuve muchas ocasiones de hablar con soldados rusos que ocupaban Hungría en 1945. Aprendí que compartirán hasta el último trozo de pan con alguien que les caiga bien. Luego, a inicios de los ochenta, me embarqué en lo que denomino mi filantropía política.

Lo primero que hice fue crear una fundación en mi Hungría natal; luego tuve participación activa en la desintegración del imperio soviético, que ya estaba comenzada cuando Mijaíl Gorbachov ascendió al poder en 1985. Establecí una fundación en Rusia, y después en cada uno de los estados sucesores. En Ucrania lo hice incluso antes de que se convirtiera en un país independiente. También visité China en 1984, donde fui el primer extranjero al que se permitió crear una fundación (la cerré en 1989, justo antes de la masacre de la plaza Tiananmen).

No conozco a Putin en persona, pero he observado su ascenso con mucha atención, consciente de su carácter despiadado. No vaciló en reducir a escombros la capital de Chechenia (Grozny), así como ahora amenaza hacer lo mismo con la capital de Ucrania, Kiev.

Putin ya no es la persona astuta y prudente que fue como agente de la KGB. Ahora tiene una idea fija, y parece que perdió contacto con la realidad. Es evidente que juzgó mal la situación en Ucrania. Esperaba que los ucranianos rusoparlantes recibieran a los soldados rusos con los brazos abiertos, pero se comportaron igual que los que hablan ucraniano. La población ucraniana organizó una resistencia increíblemente valiente contra fuerzas muy superiores.

En julio de 2021 Putin publicó un largo ensayo en el que sostiene que en realidad, rusos y ucranianos son un solo pueblo, y que los ucranianos están bajo el engaño de agitadores neonazis. La primera parte del argumento no está desprovista de justificación histórica, ya que Kiev fue la sede original de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Pero en la segunda parte, el que se engaña es Putin. Y debería estar advertido: muchos ucranianos lucharon con coraje durante las protestas de la plaza de la Independencia en 2014.

Los hechos de 2014 enfurecieron a Putin. Pero cuando ordenó al ejército ruso atacar a sus hermanos ucranianos, el desempeño militar fue deficiente; y en esto tiene mucho que ver la corrupción en el otorgamiento de contratos de defensa. Sin embargo, en vez de culparse a sí mismo, todo indica que Putin se ha vuelto literalmente loco. Decidió castigar a Ucrania por hacerle frente, sin que nadie al parecer le esté poniendo límites. Lanzó al combate a todo el ejército ruso, pasando por alto todas las reglas de la guerra; en particular, con sus bombardeos indiscriminados contra la población civil, que alcanzaron numerosos hospitales y dañaron la red eléctrica de la que depende la central nuclear de Chernóbil (ahora ocupada por fuerzas rusas). En la asediada Mariupol, 400 000 personas han estado casi una semana sin agua ni alimentos.

Es muy posible que Rusia pierda la guerra. Estados Unidos y la Unión Europea están enviando armas defensivas a Ucrania, y hay tratativas para la compra de aviones de combate MIG de fabricación rusa, que los pilotos ucranianos conocen, y que pueden cambiar la situación por completo. Cualquiera sea el resultado, Putin obró maravillas en lo referido a fortalecer la determinación y unidad de la UE.

En tanto, parece que Xi se dio cuenta de que Putin está fuera de control. El 8 de marzo, un día después de que el ministro chino de asuntos exteriores Wang Yi insistiera en que la amistad entre China y Rusia sigue siendo «fuerte como una roca», Xi telefoneó al presidente francés Emmanuel Macron y al canciller alemán Olaf Scholz para transmitirles su apoyo a los esfuerzos de pacificación que llevan adelante y pedir «máxima contención» en la guerra, para evitar una crisis humanitaria.

Es dudoso que Putin vaya a satisfacer sus deseos. Sólo cabe esperar que ambos pierdan el poder antes de que puedan destruir la civilización.

Traducción: Esteban Flamini

11 de marzo 2022

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/putin-ukraine-world-war-3-r...

La mayoría silenciosa de Europa se expresa

George Soros

La elección del mes pasado para el Parlamento Europeo tuvo resultados mejores que los que uno hubiera esperado, y fue por una sencilla razón: la mayoría silenciosa pro europea habló. Su mensaje fue que quiere preservar los valores fundacionales de la Unión Europea; pero también quiere cambios radicales en su funcionamiento. Su principal inquietud es el cambio climático.

Esto favorece a los partidos proeuropeos, especialmente los Verdes. Los partidos antieuropeos, de los que no se puede esperar nada constructivo, no consiguieron los avances que esperaban. Tampoco pudieron formar el frente unido que necesitarían para aumentar su influencia.

Una de las instituciones que necesita cambios es el sistema de Spitzenkandidat, que supuestamente provee una forma de selección indirecta de la dirigencia de la UE. Pero en realidad, como explicó Franklin Dehousse en un artículo brillante, pero pesimista, en el EU Observer, es peor que si no hubiera ningún proceso de selección democrática. Los estados miembros tienen partidos políticos reales, pero su combinación transnacional produce construcciones artificiales que sólo sirven para promover las ambiciones personales de sus líderes.

Esto es evidente sobre todo en el Partido Popular Europeo (PPE), que se las arregló para capturar la presidencia de la Comisión desde 2004. El líder actual del PPE, Manfred Weber (que no tiene ninguna experiencia en un gobierno nacional), parece dispuesto a entrar en casi cualquier acuerdo con tal de permanecer en la mayoría parlamentaria, incluso aceptar al autocrático primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.

Orbán le generó un grave problema a Weber, al incumplir abiertamente las normas europeas y establecer el equivalente a un estado mafioso. Casi la mitad de los partidos nacionales que forman el PPE querían expulsar al partido de Orbán, Fidesz. Pero en vez de hacerles caso, Weber consiguió convencer al PPE de plantearle a Fidesz una demanda relativamente fácil: que permita a la Universidad Centroeuropea (de la que soy fundador) seguir funcionando libremente en Hungría, como universidad estadounidense.

Fidesz no cumplió. Aun así, el PPE no lo expulsó, sino que sólo lo suspendió, para que pudiera contar como parte del PPE en la elección del presidente de la Comisión. Ahora Orbán está tratando de restablecer la participación plena de Fidesz en el PPE; hay que ver si Weber encuentra un modo de darle lugar.

Como el sistema de Spitzenkandidat no se basa en un acuerdo intergubernamental, cambiarlo no presenta mayores dificultades. Sería mucho mejor que la presidencia de la Comisión Europea surgiera directamente de una lista cuidadosamente elaborada de candidatos cualificados, pero eso obligaría a cambios en los tratados. En cuanto a la presidencia del Consejo Europeo, puede seguir eligiéndola una mayoría cualificada de estados miembros, como estipula el Tratado de Lisboa.

La reforma que sí demandaría modificar los tratados se justifica por la cada vez mayor legitimidad democrática conferida por las elecciones para el Parlamento Europeo. La participación en la elección reciente superó el 50%, un marcado aumento desde el 42,6% de 2014. Es la primera vez que la participación aumenta desde la primera elección en 1979, cuando participó el 62% de los votantes habilitados.

Inesperadamente, parece que esta vez del sistema de Spitzenkandidat puede salir un equipo soñado. Esta novedad se debe en gran medida al presidente francés Emmanuel Macron (que se opone al sistema de Spitzenkandidat por principio). En una cena con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez (ganador de la elección general nacional en España, que precedió a la votación para el Parlamento Europeo), ambos líderes acordaron apoyar a dos Spitzenkandidaten que sean ideales para la Comisión y para el Consejo.

El principal sostén del sistema de Spitzenkandidat es Alemania. Si Weber pierde la competencia, Alemania tratará de conseguir que Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, asuma la presidencia del BCE; pero esa designación distaría de ser ideal. De hecho, lo descalifica haber dado testimonio contra el BCE ante el Tribunal Constitucional Federal de Alemania en un caso en el que se pretendía invalidar las “transacciones monetarias directas” del Banco, una política que fue crucial para superar la crisis de la eurozona a principios de esta década. Espero que este hecho se vuelva más conocido.

Cualquier otro candidato cualificado sería preferible a Weidmann para la presidencia del BCE. Como están las cosas, Francia no se quedará con ninguno de los puestos principales. Sería bueno que Alemania tampoco los tenga, para dejar más espacio a otros países.

Hay muchas instituciones de la UE además del sistema de Spitzenkandidat que necesitan una reforma radical. Pero eso puede esperar hasta que sepamos si la promesa que se expresó en la última elección parlamentaria se cumple y en qué medida. Todavía no es tiempo de cantar victoria, relajarse y celebrar. Hay mucho trabajo que hacer para convertir a la UE en una organización funcional que haga realidad su enorme potencial.

7 de junio de 2019

Project Sybdicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/europe-silent-majority-want...

La amenaza de las redes sociales a la sociedad y la seguridad

George Soros

Vivimos un momento aciago de la historia mundial. Las sociedades abiertas están en crisis, y están en ascenso diversas formas de dictadura y estado mafioso, de las que la Rusia de Vladimir Putin es un ejemplo. En Estados Unidos, al presidente Donald Trump le gustaría instituir una versión propia de un estado de tipo mafioso, pero no puede, porque la Constitución, otras instituciones y una activa sociedad civil no lo permitirán.

No sólo está en duda la supervivencia de la sociedad abierta; también está en juego la supervivencia de la civilización toda. El ascenso de líderes como Kim Jong-un en Corea del Norte y Trump en Estados Unidos tiene mucho que ver con esto. Ambos parecen dispuestos a correr el riesgo de una guerra nuclear para conservar el poder. Pero la causa principal es mucho más profunda. La capacidad de la humanidad para dominar las fuerzas de la naturaleza, con fines constructivos o destructivos, no para de crecer, mientras nuestra capacidad de dominarnos a nosotros mismos tiene fluctuaciones, y ahora está en retroceso.

El auge de las grandes plataformas de Internet estadounidenses y su conducta monopólica contribuyen poderosamente a la impotencia del gobierno estadounidense. Estas empresas han tenido muchas veces una actuación innovadora y liberadora. Pero el creciente poder de Facebook y Google las convirtió en obstáculos a la innovación y causantes de una variedad de problemas de los que apenas comenzamos a darnos cuenta.

Las empresas generan ganancias explotando su entorno. Las mineras y petroleras explotan el entorno físico; las proveedoras de redes sociales explotan el entorno social. Esto es particularmente perverso, porque estas empresas influyen sobre la forma en que las personas piensan y actúan, sin que estas ni siquiera se den cuenta. Esto interfiere con el funcionamiento de la democracia y la integridad de las elecciones.

Como las plataformas de Internet son redes, tienen rendimiento marginal creciente, lo que explica su asombroso crecimiento. El efecto red es algo realmente inédito y transformador, pero también es insostenible. A Facebook le llevó ocho años y medio alcanzar mil millones de usuarios, y la mitad de ese tiempo sumar otros mil millones. A este ritmo, en menos de tres años Facebook se quedará sin gente a la que convertir.

Facebook y Google controlan en la práctica más de la mitad de todos los ingresos por publicidad digital. Para mantener la posición dominante, necesitan ampliar sus redes y aumentar la cuota que reciben de la atención de los usuarios. En la actualidad, lo hacen dando a los usuarios una plataforma conveniente. Cuanto más tiempo pasan estos en la plataforma, más valiosos se vuelven para las empresas.

Además, los proveedores de contenido no pueden evitar el uso de las plataformas y deben aceptar sin más sus condiciones, con lo que contribuyen a las ganancias de las empresas de redes sociales. De hecho, la excepcional rentabilidad de estas empresas deriva en gran parte del hecho de que no asumen responsabilidad (ni pagan) por el contenido presente en sus plataformas.

Las empresas afirman que lo único que hacen es distribuir información. Pero su carácter de distribuidores cuasimonopólicos las convierte en servicios públicos, que deberían estar sujetos a una regulación más estricta, con el objetivo de proteger la competencia, la innovación y el acceso justo y abierto.

Los verdaderos clientes de las empresas de redes sociales son quienes pagan por poner anuncios en ellas. Pero está apareciendo de a poco un nuevo modelo de negocios, que se basa no sólo en la publicidad, sino también en la venta directa de productos y servicios a los usuarios. Las empresas explotan los datos que controlan, ofrecen servicios combinados y usan la discriminación de precios para quedarse con una cuota mayor de los beneficios, que de lo contrario deberían compartir con los consumidores. Esto aumenta todavía más la rentabilidad de la empresa; pero los servicios combinados y la discriminación de precios reducen la eficiencia de la economía de mercado.

Las empresas de redes sociales engañan a los usuarios, ya que manipulan su atención, la redirigen hacia sus objetivos comerciales propios, y diseñan deliberadamente los servicios que ofrecen para que sean adictivos. Esto puede ser muy nocivo, en particular para los adolescentes.

Hay parecidos entre las plataformas de Internet y las empresas de juegos de azar. Los casinos han desarrollado técnicas para enganchar a los clientes hasta el punto en que se jueguen todo el dinero que tienen, e incluso el que no tienen.

Algo similar (y potencialmente irreversible) está sucediendo con la atención humana en esta era digital. No es sólo una cuestión de distracción o adicción; las empresas de redes sociales están de hecho induciendo a las personas a entregar su autonomía. Y este poder para moldear la atención de las personas está cada vez más concentrado en unas pocas empresas.

Esto implica consecuencias políticas de largo alcance. Las personas que no tienen libertad de pensamiento son fáciles de manipular. Este peligro no es sólo una acechanza futura; ya tuvo un papel importante en la elección presidencial de 2016 en Estados Unidos.

Hay incluso una posibilidad más alarmante en el horizonte: una alianza entre estados autoritarios y grandes monopolios informáticos provistos de abundantes datos, que una los incipientes sistemas de vigilancia corporativa con los ya desarrollados sistemas de vigilancia estatal. Esto bien puede dar lugar a una red de control totalitario que ni siquiera George Orwell hubiera podido imaginar.

Los países en los que es más probable que esas alianzas perversas surjan primero son Rusia y China. Las empresas tecnológicas chinas, en particular, están a la misma altura de las plataformas estadounidenses, y tienen pleno apoyo y protección del régimen del presidente Xi Jinping. El gobierno chino cuenta con poder suficiente para proteger a sus empresas líderes nacionales, al menos dentro de sus fronteras.

Los monopolios informáticos estadounidenses ya tienen motivos para hacer concesiones a cambio de entrar a estos mercados, inmensos y en veloz crecimiento. Y los gobiernos dictatoriales de esos países tal vez quieran colaborar con esos monopolios, para mejorar los métodos de control de sus poblaciones y ampliar su poder e influencia en Estados Unidos y el resto del mundo.

También es cada vez más notoria la relación entre el dominio de las plataformas monopólicas y el aumento de la desigualdad. Esto tiene que ver en parte con la concentración de las carteras de acciones en manos de unos pocos individuos, pero es más importante aún la posición peculiar que ocupan los gigantes informáticos. Estos han obtenido un poder monopólico al tiempo que compiten entre sí; sólo ellos son suficientemente grandes para adueñarse de las startups que pudieran llegar a hacerles competencia, y sólo ellos tienen recursos para invadir sus respectivos territorios.

Los dueños de las megaplataformas se consideran amos del universo, pero en realidad, son esclavos de la necesidad de mantener la posición dominante. Están librando una batalla existencial para dominar las nuevas áreas de crecimiento abiertas por la inteligencia artificial, por ejemplo los autos sin conductor.

El impacto de estas innovaciones en el desempleo depende de las políticas que adopten los gobiernos. La Unión Europea y en particular los países nórdicos son mucho más previsores que Estados Unidos en materia de políticas sociales. No protegen los puestos de trabajo, sino a los trabajadores. Están dispuestos a pagar el costo de la recapacitación o el retiro de aquellos que pierdan su empleo. Por eso los trabajadores de los países nórdicos se sienten más seguros y son más favorables a las innovaciones tecnológicas que los estadounidenses.

Los monopolios de Internet no tienen ni la voluntad ni el interés de proteger a la sociedad de las consecuencias de sus acciones. Eso los convierte en una amenaza pública; y es responsabilidad de las autoridades regulatorias proteger a la sociedad de ellos. En Estados Unidos, dichas autoridades no son suficientemente fuertes para oponerse a la influencia política de los monopolios. La UE está en mejor posición, porque no tiene megaplataformas propias.

La UE usa una definición de poder monopólico distinta a la de Estados Unidos. Mientras que las autoridades estadounidenses apuntan sobre todo a los monopolios creados mediante operaciones de adquisición, la legislación europea prohíbe el abuso del poder monopólico sin importar cómo se haya conseguido. La protección de los datos y de la privacidad es mucho más fuerte en Europa que en Estados Unidos.

Además, la legislación estadounidense adoptó una extraña doctrina por la que el perjuicio a los clientes se mide por el incremento del precio que pagan por los servicios que reciben. Pero eso es prácticamente imposible de determinar, porque la mayoría de las megaplataformas de Internet proveen la mayor parte de sus servicios en forma gratuita. Además, la doctrina no tiene en cuenta los valiosos datos de los usuarios que las plataformas van recolectando.

El enfoque europeo tiene su principal adalid en la comisaria europea para la competencia, Margrethe Vestager. A la UE le llevó siete años formular una acusación contra Google, pero su éxito aceleró en gran medida el proceso de institución de normas adecuadas. Además, gracias a los esfuerzos de Vestager, en Estados Unidos se está dando un cambio de actitud inspirado por la visión europea.

Tarde o temprano se terminará el dominio global de las empresas estadounidenses de Internet. La regulación y los impuestos, los medios que propugna Vestager, serán su ruina.

Traducción: Esteban Flamini

14 de febrero de 2018

Project Syndicate

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