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Claudio Bifano

Un llamado a los colegas ucevistas

Claudio Bifano

Cuando se tiene el atrevimiento de hacer un llamado a los colegas, ese llamado debe comenzar haciéndoselo uno mismo. En mi larga trayectoria universitaria no había manifestado con tanta insistencia mis opiniones sobre las elecciones de autoridades universitarias como lo estoy habiendo ahora. No porque en otros momentos no me haya interesado en qué manos quedaba el destino de nuestra Universidad, ni porque estuviera conforme con las credenciales académicas de todos los que aspiraban a ser decanos o rectores. Fui uno de los que prefirió guardar para sí, o compartir con un pequeño grupo de amigos, las preocupaciones sobre el futuro que estábamos construyendo para nuestra universidad. No involucrarse en la llamada “política universitaria” y trabajar para construir una hoja de vida presentable dentro y fuera del país fue el objetivo de muchos profesores, algo que pudo lograrse en cierta forma, gracias a unas condiciones de vida y de trabajo muy favorables. Pero la realidad que aplasta al país desde hace ya demasiado tiempo obliga, primero por deber ciudadano y más aún por el respeto al oficio de profesor a actuar de otra forma; con mucho respeto, pero sin filtros ni sesgos

Pudiendo o no compartir el contenido del acuerdo alcanzado entre el gobierno y las autoridades universitarias para las elecciones y la forma como se logró, después de más de dos lustros, la elección de nuevas autoridades es imprescindible. No es necesario volver a describir en qué estado se encuentra la UCV desde el punto de vista académico y administrativo. No hay que abundar en la hostilidad que repetidamente ha mostrado el gobierno hacia las universidades, que un distinguido colega la llamado la “política de destrucción por diseño de la universidad”, ni en seguir lamentando la pérdida de profesionales calificados o el visible decaimiento de la investigación y de los estudios de postgrado. Es vox populi; es tema obligado de conversaciones en los pasillos de la universidad, que cada quien narra e interpreta a su manera.

Ahora bien, aun estando convencido de que la elección de nuevas autoridades no es la receta milagrosa para sanar los problemas de fondo de la universidad, podría esperarse que la comunidad académica viera propicia esta coyuntura para dar comienzo a la muy necesaria y tan cacareada discusión interna sobre las fortalezas y debilidades de nuestra universidad y explorar posibles vías de solución a sus apremiantes necesidades. Pero, por lo menos para mi sorpresa, eso no está pasando. Se están reviviendo los viejos esquemas de proselitismo basados en compromisos grupales para alcanzar cuotas de un supuesto poder y así mantener un statu quo como si nada hubiese pasado en el país y en la universidad. Abundan aspirantes a ocupar cargos de dirección que no proponen un análisis serio del presente y sobre todo del futuro de la institución. Pareciéramos estar empeñados en revivir la “fiesta de la democracia universitaria” de tiempos pasados, cuando los partidos políticos pretendían medir en las universidades su fuerza electoral. ¡Pero no! Estas elecciones ya no son una fiesta democrática, los universitarios estamos frente al compromiso y el deber de levantar a nuestra universidad malherida, y eso requiere iniciativas que rompan con los esquemas del pasado y exige el compromiso de la comunidad académica; será un trabajo muy duro por las dificultades de vida que todos debemos atender.

Para justificar de alguna forma la indiferencia del profesorado ante esta coyuntura, se comenta que no se puede esperar otra cosa, porque la universidad es un reflejo del país en todas sus manifestaciones y que las circunstancias políticas imposibilitan intentar o hasta proponer cambios, y se la compara con las elecciones nacionales de 2024. Discrepo de ese discurso simplista, porque la historia es dinámica y se construye en la medida en la que sus protagonistas orientan sus estrategias. La universidad, a través de su comunidad académica, tiene el deber de señalar rumbos propios y ofrecer alternativas para mejorar su funcionamiento, aun a contrapelo de lo que disponen quienes por infelices circunstancias gobiernan al país. Las posibilidades de lograrlo pueden ser limitadas, pero intentarlo es un deber insoslayable.

Los profesores no podemos seguir disimulando la realidad de nuestra universidad con el trabajo de colegas, que por iniciativa propia hacen esfuerzos puntuales para mantener viva la docencia sin apoyo ni reconocimiento institucional.

Tengamos el valor de, por lo menos, acometer el rescate de la universidad que se acerque a los ideales que proclamamos, pero hagámoslo no solo con palabras o con los recuerdos de un pasado que no volverá, sino comprometiéndonos a interpretar con sentido de futuro que “la Universidad vale lo que valen sus profesores”.

Buscar vías para reforzar la sustentabilidad financiera de la institución, mejorar la producción de conocimiento, mejorar y actualizar la oferta académica de pre y postgrado, explorar posibilidades de trabajo con colegas que han emigrado, resolver asuntos de gerencia interna, entre muchas otros temas, podrían formar parte de un programa de trabajo que los candidatos deberían complementar con propuestas sobre cómo tratar de lograrlo.

Los profesores tenemos el deber de exigir propuestas concretas y posibles vías para ser abordadas a los colegas que se proponen la difícil tarea de dirigir la universidad.

Profesor Titular de la UCV

Individuo de Número de la Academia de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales

En vísperas de las elecciones de la UCV

Claudio Bifano

A escasos tres meses de celebrarse las elecciones universitarias, solo a través de las redes sociales el profesorado de a pie tieneal guna información de lo que se está discutiendo con relación a la elección de las nuevas autoridades rectorales en la Universidad Central de Venezuela. Sin embargo, trasciende que hay un movimiento de grupos de profesores que manejan nombres de aspirantes y candidatos a ocupar cargos directivos de la Universidad Central en un ritual casi masónico.

Vector político UCV, una organización que se define de “extensión para la investigación, el desarrollo y la innovación de la Universidad” distribuye una encuesta de intención para el rectorado con nombres de profesores que están supuestamente interesados en ocupar la silla rectoral.

Muchos colegas han denunciado la grave situación académica y estructural en que se encuentra nuestra universidad y si estas preocupaciones responden a un genuino interés de construir una universidad que no repita los errores del pasado, el profesorado y el estudiantado debería estar discutiendo muy seriamente el futuro próximo de nuestra institución, cuando, repito, faltan escasos tres meses para las elecciones,

Es difícil escribir sobre este asunto en estos momentos, sin dar la impresión de querer sembrar pesimismo en la comunidad académica. Nada más lejos de mi intención es pretender hacerlo, después de sesenta años de servicio en la Universidad; pero considero mi deber de viejo profesor compartir mis preocupaciones porque estoy genuinamente deseoso de que Venezuela cuente a futuro con universidades académicamente más adecuadas a las

exigencias del ahora. Y lo hago aun a sabiendas que puede no ser del agrado de algunos.

Con todo el respeto que merecen los candidatos que se están conociendo, para, por lo menos buscar solucionar algunos de los problemas que arrastra nuestra universidad no es tarea de una sola persona, o de un equipo rectoral, sino de la capacidad, el sentido común, la voluntad y el compromiso de la comunidad académica.

Nosotros hemos escogido la vía electoral democrática para seleccionar por mayoría a los colegas que van a ocupar los cargos de mayor responsabilidad de la universidad; defendemos ese principio y nos sentimos orgullosos de hacerlo, pero estamos en la obligación de respetar sus premisas. Respetarlas, significa que el profesorado activo y una representación calificada de estudiantes debe estar bien enterada de cuáles son las credenciales académicas (más allá de que tengan un título de doctor) de los candidatos, cual es el plan de trabajo que proponen para el rescate académico de la institución y, sobre todo, como llevar a cabo sus propuestas.

No me cansare de repetir que el éxito de la universidad reside en la calidad de los profesionales que forma y el conocimiento nuevo que generan sus profesores; es decir en la calidad de la docencia que imparten y la investigación que realizan sus profesores. Sin restarle la importancia coyuntural que pudieran tener, todas las demás son funciones o atribuciones colaterales.

Nunca fue un acierto decir que hay que llegar al poder y después hacer los cambios, como me dijo una vez un colega y ahora lo es menos que menos. La pasividad y el desánimo del profesorado universitario es palpable y la sostenibilidad de la institución está comprometida por lo que llegar a ocupar la silla de Vargas significa en estos momentos un enorme compromiso más que un privilegio que puede alcanzar un profesor.

Son tiempos difíciles los que tenemos que enfrentar. Sabemos que cualquier cambio en la universidad debe vencer la inquina que le tiene el gobierno, pero, aun así, es necesario comenzar desde adentro a abrir caminos propicios para construir la universidad necesaria para el futuro. Para lograrlo es indispensable que quienes lleguen a ocupar cargos de dirección en la universidad cuenten con la participación activa de los integrantes de la comunidad académica que quiera y pueda ayudar a alcanzar ese logro.

Cargamos sobre los hombros el peso de la llamada política universitaria que ha permanecido enquistada en la universidad durante más de medio siglo que la comunidad académica debe repensar porque ha sido nociva para la institución. Puede parecer muy difícil lograrlo, habrá que cambiar el gobierno dirán algunos, aunque pueda haber parte de razón en ese argumento, hay que tener el valor de comenzar a propiciar cambios a través de la confrontación de planteamientos y de ideas que giren en torno a los valores sustanciales de la universidad y también de aceptar que los conciliábulos para seleccionar candidatos deben dar paso a la convocatoria de la comunidad académica para discutir programas de trabajo que permitan construir conjuntamente el futuro que queremos para nuestra universidad.

@cbifano

Profesor Titular de la UCV

Individuo de Numero de la Academia de Ciencias Físicas Matemáticas y Naturales

Nueva Universalia. Defensa de los valores de la Academia

26 de febrero 2023 2023