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Pam Belluck

Los pacientes con COVID-19 pueden tener un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental

Pam Belluck

Un nuevo estudio reveló que al año siguiente de contraer covid, muchas personas tenían más probabilidades de ser diagnosticadas con trastornos psiquiátricos que quienes no se contagiaron.

El aislamiento social, el estrés económico, la pérdida de seres queridos y otras dificultades durante la pandemia han contribuido a aumentar los problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.

¿Acaso el hecho de tener COVID-19 puede aumentar el riesgo de desarrollar problemas de salud mental? Un estudio nuevo, y extenso, sugiere que sí.

La investigación, publicada el 16 de febrero en la revista médica The BMJ, analizó los registros de casi 154.000 pacientes con COVID-19 en el sistema de la Administración de la Salud de los Veteranos estadounidense y comparó su experiencia durante el año posterior a su recuperación del contagio inicial con la de un grupo similar de personas que no contrajeron el virus.

El estudio solo incluyó a los pacientes que no habían recibido ningún diagnóstico o tratamiento de salud mental durante al menos dos años antes de contagiarse de coronavirus, lo que permitió que los investigadores se centraran en los diagnósticos y tratamientos psiquiátricos que se produjeron después de la infección.

De acuerdo con el estudio, las personas con COVID-19 tenían un 39 por ciento más de probabilidades de ser diagnosticadas con depresión y un 35 por ciento más de probabilidades de que se les diagnosticara ansiedad durante los meses posteriores a la infección que quienes no presentaron la enfermedad durante el mismo periodo. Los pacientes con COVID-19 tenían un 38 por ciento más de probabilidades de recibir un diagnóstico de estrés y trastornos de adaptación y un 41 por ciento más de probabilidades de que se les diagnosticaran trastornos del sueño que las personas no contagiadas.

“Parece haber un exceso de diagnósticos de salud mental en los meses posteriores a la COVID-19”, dijo Paul Harrison, profesor de psiquiatría de la Universidad de Oxford, quien no participó en el estudio. Dijo que los resultados reflejan el panorama detectado en otras investigaciones, incluido un estudio de 2021 de su autoría, y “refuerza el argumento de que hay algo en la COVID-19 que está dejando a las personas en mayor riesgo de presentar trastornos en la salud mental”.

Los datos no sugieren que la mayoría de los pacientes con covid desarrollen síntomas de salud mental. Solo entre el 4,4 y el 5,6 por ciento de los que participaron en el estudio recibieron diagnósticos de depresión, ansiedad o estrés y trastornos de adaptación.

“Afortunadamente, no es una epidemia de ansiedad y depresión”, dijo Harrison. “Pero no es trivial”.

Los investigadores también encontraron que los pacientes con covid tenían un 80 por ciento más de probabilidades de desarrollar problemas cognitivos como niebla mental, confusión y olvido que aquellos que no tenían covid. Además tenían un 34 por ciento más de probabilidades de desarrollar trastornos por el uso de opioides, posiblemente por medicamentos recetados para el dolor, y un 20 por ciento más de probabilidades de desarrollar trastornos por el uso de sustancias no opioides, incluido el alcoholismo, informó

Después de contagiarse de covid, las personas tenían un 55 por ciento más de probabilidades de tomar antidepresivos recetados y un 65 por ciento más de probabilidades de tomar ansiolíticos recetados que quienes no se contagiaron, según encontró el estudio.

En general, más del 18 por ciento de los pacientes con COVID-19 recibieron un diagnóstico o una receta médica para un problema neuropsiquiátrico en el año siguiente, en comparación con menos del 12 por ciento del grupo que no se contagió. Según el estudio, los pacientes con COVID-19 tenían un 60 por ciento más probabilidades de caer en esas categorías que las personas que no presentaron la enfermedad.

La investigación reveló que los pacientes hospitalizados por COVID-19 eran más propensos a ser diagnosticados con problemas de salud mental que aquellos con infecciones por coronavirus menos graves; sin embargo, las personas con infecciones iniciales leves seguían estando en mayor riesgo que las personas sin COVID-19.

“Algunas personas siempre dicen: ‘Ay, bueno, tal vez las personas están deprimidas porque tuvieron que ir al hospital y pasaron como una semana en la unidad de cuidados intensivos’”, señaló el autor principal del estudio, Ziyad Al-Aly, jefe de investigación y desarrollo en el Sistema de Atención Médica para Veteranos de San Luis e investigador de salud pública clínica en la Universidad de Washington en San Luis. “En las personas que no fueron hospitalizadas por COVID-19, el riesgo era menor pero significativo, y la mayoría de la gente no necesita ser hospitalizada, así que ese es realmente el grupo representativo de la mayoría de las personas con COVID-19.”

El equipo también comparó los diagnósticos de salud mental de las personas hospitalizadas por COVID-19 con las hospitalizadas por cualquier otro motivo. “Tanto si las personas fueron hospitalizadas por ataques cardíacos como por quimioterapia o por cualquier otra afección, el grupo de COVID-19 presentaba un riesgo mayor”, explicó Al-Aly.

El estudio incluyó los registros médicos electrónicos de 153.848 adultos que dieron positivo en la prueba del coronavirus entre el 1 de marzo de 2020 y el 15 de enero de 2021, y que sobrevivieron al menos 30 días. Dado que fue al principio de la pandemia, muy pocos se vacunaron antes del contagio. Se les hizo un seguimiento a los pacientes hasta el 30 de noviembre de 2021. Al-Aly dijo que su equipo planeaba analizar si la vacunación posterior modificaba o no los síntomas de salud mental de las personas, así como otros problemas médicos posteriores al COVID-19 que el grupo ha estudiado.

Los investigadores compararon a los pacientes con COVID-19 con más de 5,6 millones de pacientes del sistema de Veteranos que no dieron positivo en la prueba del coronavirus y con más de 5,8 millones de pacientes de antes de la pandemia, en el periodo que va de marzo de 2018 a enero de 2019. Para tratar de medir el efecto del COVID-19 en la salud mental frente al de otro virus, también se comparó a los pacientes con unos 72.000 pacientes que tuvieron influenza durante los dos años y medio anteriores a la pandemia. (Al-Aly dijo que hubo muy pocos casos de influenza durante la pandemia para proporcionar una comparación en el mismo periodo de tiempo).

Los investigadores trataron de reducir las diferencias entre los grupos ajustando muchas características demográficas, las condiciones de salud previas al COVID-19, si habitan en residencias para adultos mayores y otras variables.

En el año posterior a su contagio, los pacientes de COVID-19 presentaron índices más altos de diagnósticos de salud mental que los otros grupos.

“En realidad no me sorprende porque ya lo habíamos observado”, señaló Maura Boldrini, profesora adjunta de psiquiatría en el Centro Médico de la Universidad de Columbia NewYork-Presbyterian. “Me llama la atención la cantidad de veces que hemos visto a personas sin antecedentes psiquiátricos con estos síntomas nuevos”.

La mayoría de los veteranos del estudio eran hombres, tres cuartas partes eran blancos y su edad promedio era de 63 años, por lo que los resultados pueden no corresponder con todos los estadounidenses. Aun así, el estudio incluyó a más de 1,3 millones de mujeres y 2,1 millones de pacientes negros, y Al-Aly aseveró: “Encontramos indicios de un mayor riesgo independientemente de la edad, la raza o el sexo”.

Hay varias razones que podrían explicar el aumento de los diagnósticos de salud mental, afirmaron Al-Aly y otros expertos. Boldrini dijo que, en su opinión, lo más probable es que tanto factores biológicos como el estrés psicológico asociado a tener una enfermedad hayan influido en los síntomas.

“En psiquiatría, casi siempre se produce una interacción”, dijo.

La investigación, incluidas las autopsias cerebrales de pacientes que murieron de covid, encontró evidencia de que la infección puede generar inflamación o pequeños coágulos de sangre en el cerebro, y puede ocasionar accidentes cerebrovasculares pequeños y grandes, dijo Boldrini, quien ha realizado algunos de estos estudios. En algunas personas, es posible que la respuesta inmunitaria que se activa para luchar contra la infección por coronavirus no se detenga de manera efectiva cuando el contagio desaparece, lo que puede impulsar la inflamación, dijo.

“Los marcadores inflamatorios pueden alterar la capacidad del cerebro para funcionar de muchas maneras, incluida la capacidad para producir serotonina, que es fundamental para el estado de ánimo y el sueño”, dijo Boldrini.

Por sí mismos, esos cambios cerebrales pueden o no causar problemas psicológicos. Pero, si alguien está experimentando estrés por haberse sentido físicamente enfermo o porque el covid interrumpió sus vidas y rutinas, dijo, “es posible que sea más propenso a no poder manejar esa situación porque su cerebro no funciona al 100 por ciento”.

Harrison, que ha realizado otros estudios con grandes bases de datos médicas, señaló que dichos análisis pueden pasar por alto cierta información específica sobre los pacientes. También dijo que algunas personas en los grupos de comparación podrían haber tenido covid y no haber sido examinados para confirmarlo, y que algunos pacientes podrían haber sido más propensos a recibir diagnósticos porque estaban más preocupados por su salud después del covid o porque los médicos fueron más rápidos al momento de identificar los síntomas psicológicos.

“No hay un análisis que te aclare todo el panorama”, dijo Al-Aly. “Puede que todos o la mayoría de nosotros hayamos experimentado algún tipo de malestar emocional o estrés mental o algún trastorno del sueño”, añadió, “pero a las personas con COVID-19 les fue peor”.

18 de febrero 2022

NY Times

https://www.nytimes.com/es/2022/02/18/espanol/covid-salud-mental.html

Aprovechar el cerebro para ayudar a hablar a un paralítico

Pam Belluck

No ha podido hablar desde 2003, cuando quedó paralizado a los 20 años por un grave derrame cerebral tras un terrible accidente de tráfico.

Ahora, en un hito científico, los investigadores han accedido a las áreas del habla de su cerebro, lo que le permite producir palabras y frases comprensibles con sólo intentar decirlas. Cuando el hombre, conocido por su apodo, Pancho, intenta hablar, los electrodos implantados en su cerebro transmiten señales a un ordenador que las muestra en la pantalla.

Su primera frase reconocible, según los investigadores, fue: "Mi familia está fuera".

El logro, publicado el miércoles en la revista New England Journal of Medicine, podría llegar a ayudar a muchos pacientes con enfermedades que les roban la capacidad de hablar.

"Esto va más lejos de lo que nunca imaginamos que podríamos llegar", dijo Melanie Fried-Oken, profesora de neurología y pediatría de la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón, que no participó en el proyecto.

Hace tres años, cuando Pancho, que ahora tiene 38 años, aceptó trabajar con los investigadores de neurociencia, no estaban seguros de que su cerebro hubiera conservado los mecanismos del habla.

"Esa parte de su cerebro podría haber estado inactiva y no sabíamos si realmente se despertaría para que volviera a hablar", dijo el Dr. Edward Chang, presidente de cirugía neurológica de la Universidad de California en San Francisco, que dirigió la investigación.

El equipo implantó una lámina rectangular de 128 electrodos, diseñada para detectar las señales de los procesos sensoriales y motores relacionados con el habla y vinculados a la boca, los labios, la mandíbula, la lengua y la laringe. En 50 sesiones a lo largo de 81 semanas, conectaron el implante a un ordenador mediante un cable conectado a un puerto en la cabeza de Pancho, y le pidieron que intentara decir palabras de una lista de 50 comunes que él mismo ayudó a sugerir, incluyendo "hambre", "música" y "ordenador".

A medida que lo hacía, los electrodos transmitían señales a través de una forma de inteligencia artificial que intentaba reconocer las palabras pretendidas.

"Nuestro sistema traduce la actividad cerebral que normalmente habría controlado su tracto vocal directamente en palabras y frases", dijo David Moses, ingeniero postdoctoral que desarrolló el sistema con Sean Metzger y Jessie R. Liu, estudiantes de posgrado. Los tres son los autores principales del estudio.

Pancho (que pidió que se le identificara sólo por su apodo para proteger su intimidad) también intentó decir las 50 palabras en 50 frases distintas como "Mi enfermera está fuera" y "Tráeme las gafas, por favor" y en respuesta a preguntas como "¿Cómo estás hoy?".

Su respuesta, mostrada en pantalla: "Estoy muy bien".

En casi la mitad de las 9.000 veces que Pancho intentó decir palabras sueltas, el algoritmo acertó. Cuando intentó decir frases escritas en la pantalla, lo hizo aún mejor.

Al canalizar los resultados del algoritmo a través de una especie de sistema de predicción lingüística autocorrectiva, el ordenador reconoció correctamente palabras individuales en las frases casi tres cuartas partes de las veces y descifró perfectamente frases enteras más de la mitad de las veces.

"Demostrar que se puede descifrar el habla a partir de las señales eléctricas del área motora del habla del cerebro es algo innovador", dijo el Dr. Fried-Oken, cuya propia investigación consiste en intentar detectar las señales mediante electrodos en una gorra colocada en la cabeza, no implantada.

Tras una sesión reciente, observada por The New York Times, Pancho, que llevaba un fedora negro sobre un gorro de punto blanco para cubrir el puerto, sonrió e inclinó ligeramente la cabeza con el limitado movimiento que tiene. En ráfagas de sonido grave, demostró una frase compuesta de palabras en el estudio: "No, no tengo sed".

En las entrevistas realizadas durante varias semanas para este artículo, se comunicó a través de intercambios de correos electrónicos utilizando un ratón controlado por la cabeza para teclear minuciosamente tecla a tecla, el método en el que suele confiar.

El reconocimiento por parte del implante cerebral de sus palabras habladas es "una experiencia que cambia la vida", dijo.

"Sólo quiero, no sé, conseguir algo bueno, porque siempre me dijeron los médicos que tenía 0 posibilidades de mejorar", escribió Pancho durante un videochat desde la residencia de ancianos del norte de California donde vive.

Más tarde, envió un correo electrónico: "No poder comunicarse con nadie, tener una conversación normal y expresarse de alguna manera, es devastador, muy duro de vivir".

Durante las sesiones de investigación con los electrodos, escribió: "Es como tener una segunda oportunidad de volver a hablar".

Pancho era un saludable trabajador del campo en los viñedos de California hasta que tuvo un accidente de coche después de un partido de fútbol un domingo de verano, dijo. Tras ser operado de graves daños en el estómago, recibió el alta del hospital, caminando, hablando y pensando que estaba en vías de recuperación.

Pero a la mañana siguiente, estaba "vomitando y sin poder sostenerme", escribió. Los médicos dijeron que había sufrido un derrame cerebral, aparentemente causado por un coágulo de sangre tras la operación.

Una semana después, despertó del coma en una pequeña y oscura habitación. "Intenté moverme, pero no podía levantar un dedo, e intenté hablar, pero no pude escupir una palabra", escribió. "Entonces, empecé a llorar, pero como no podía emitir ningún sonido, lo único que hice fueron unos gestos feos".

Fue aterrador. "Deseé no volver nunca del coma en el que estaba", escribió.

El nuevo método, denominado neuroprótesis del habla, forma parte de una oleada de innovaciones destinadas a ayudar a decenas de miles de personas que carecen de la capacidad de hablar, pero cuyos cerebros contienen vías neuronales para el habla, dijo el Dr. Leigh Hochberg, neurólogo del Hospital General de Massachusetts, la Universidad de Brown y el Departamento de Asuntos de los Veteranos, que no participó en el estudio pero coescribió un editorial al respecto.

Esto podría incluir a personas con lesiones cerebrales o enfermedades como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) o la parálisis cerebral, en las que los pacientes no tienen suficiente control muscular para hablar.

"No se puede exagerar la urgencia", dijo el Dr. Hochberg, que dirige un proyecto llamado BrainGate que implanta electrodos más pequeños para leer las señales de las neuronas individuales; recientemente descodificó los movimientos de escritura a mano de un paciente paralizado.

"Ahora es sólo cuestión de años", dijo, "que haya un sistema clínicamente útil que permita restablecer la comunicación".

Durante años, Pancho se comunicó deletreando palabras en un ordenador mediante un puntero sujeto a una gorra de béisbol, un método arduo que le permitía escribir unas cinco palabras correctas por minuto.

"Tenía que inclinar la cabeza hacia delante, hacia abajo, y pulsar una a una las letras de las teclas para escribir", explica en un correo electrónico.

El año pasado, los investigadores le dieron otro dispositivo que consistía en un ratón controlado por la cabeza, pero todavía no es tan rápido como los electrodos cerebrales de las sesiones de investigación.

A través de los electrodos, Pancho comunicaba entre 15 y 18 palabras por minuto. Ese era el ritmo máximo que permitía el estudio porque el ordenador esperaba entre las indicaciones. El Dr. Chang afirma que es posible una decodificación más rápida, aunque no está claro si se acercará al ritmo del habla conversacional típica: unas 150 palabras por minuto. La velocidad es una de las principales razones por las que el proyecto se centra en el habla, aprovechando directamente el sistema de producción de palabras del cerebro en lugar de los movimientos de la mano que se realizan al teclear o escribir.

"Es la forma más natural de comunicarse", afirma.

La personalidad boyante de Pancho ha ayudado a los investigadores a superar los retos, pero también hace que en ocasiones el reconocimiento del habla sea desigual.

"A veces no puedo controlar mis emociones y me río mucho y no me va muy bien con el experimento", comentó.

El Dr. Chang recordó momentos en los que, después de que el algoritmo identificara con éxito una frase, "se le veía temblar visiblemente y parecía que se estaba riendo". Cuando eso ocurría o cuando, durante las tareas repetitivas, bostezaba o se distraía, "no funcionaba muy bien porque no estaba realmente concentrado en conseguir esas palabras. Así que tenemos que trabajar en algunas cosas porque obviamente queremos que funcione todo el tiempo".

El algoritmo a veces confundía palabras con sonidos fonéticos similares, identificando "going" como "bring", "do" como "you", y palabras que empezaban por "F" - "faith", "family", "feel"- como una palabra V, "very".

Las frases más largas necesitaban más ayuda del sistema de predicción lingüística. Sin él, "¿Qué te parece mi música?" se descodificaba como "¿Qué te parece traer mal?" y "Hola, ¿cómo estás?" se convertía en "¿Tienes hambre?".

Pero en las sesiones que la pandemia interrumpió durante meses, la precisión mejoró, dijo el Dr. Chang, tanto porque el algoritmo aprendió de los esfuerzos de Pancho como porque "definitivamente hay cosas que están cambiando en su cerebro", ayudándolo a "iluminarse y mostrarnos las señales que necesitábamos para sacar estas palabras."

Antes de su infarto, Pancho sólo había asistido a la escuela hasta el sexto grado en su México natal. Con una notable determinación, desde entonces ha obtenido un diploma de bachillerato, ha tomado clases universitarias, ha recibido un certificado de desarrollador de páginas web y ha empezado a estudiar francés.

"Creo que el accidente de coche me ha hecho ser mejor persona, y también más inteligente", afirma por correo electrónico.

Con su restricción de movimiento en la muñeca, Pancho puede manejar una silla de ruedas eléctrica, pulsando el joystick con un calcetín de peluche atado a su mano con gomas. En las tiendas, se queda cerca de algo hasta que los cajeros descifran lo que quiere, como una taza de café.

"Lo colocan en mi silla de ruedas y lo llevo a mi casa para que me ayuden a beberlo", dijo. "La gente de las instalaciones se sorprende, siempre me preguntan: "¿Cómo has comprado eso, y cómo les has dicho lo que querías?".

También trabaja con otros investigadores utilizando los electrodos para ayudarle a manipular un brazo robótico.

Sus sesiones de habla, que se celebran dos veces por semana, pueden ser difíciles y agotadoras, pero siempre está "deseando levantarse y salir de la cama cada día, y esperar a que llegue mi gente de la U.C.S.F.".

El estudio del habla es la culminación de más de una década de investigación, en la que el equipo del Dr. Chang mapeó la actividad cerebral de todos los sonidos vocálicos y consonánticos e intervino el cerebro de personas sanas para producir el habla por ordenador.

Los investigadores subrayan que los electrodos no leen la mente de Pancho, sino que detectan las señales cerebrales correspondientes a cada palabra que intenta decir.

"Está pensando la palabra", dijo el Dr. Fried-Oken. "No son pensamientos aleatorios los que el ordenador está captando".

El Dr. Chang dijo que "en el futuro, podríamos ser capaces de hacer lo que la gente está pensando", lo que plantea "algunas cuestiones realmente importantes sobre la ética de este tipo de tecnología". Pero esto, dijo, "se trata realmente de restaurar la voz del individuo".

En las tareas más recientes, Pancho hace mímica de palabras en silencio y deletrea palabras menos comunes utilizando el alfabeto militar: "delta" por "d", "foxtrot" por "f".

"Es un verdadero pionero", dijo el Dr. Moses.

El equipo también quiere diseñar implantes con más sensibilidad y hacerlos inalámbricos para una implantación completa que evite la infección, dijo el Dr. Chang.

A medida que participen más pacientes, los científicos podrían encontrar variaciones cerebrales individuales, dijo el Dr. Fried-Oken, añadiendo que si los pacientes están cansados o enfermos, la intensidad o el tiempo de sus señales cerebrales podrían cambiar.

"Sólo quería de alguna manera poder hacer algo por mí, aunque fuera un poquito", dijo Pancho, "pero ahora sé que no lo hago sólo por mí".

14 de julio de 2021

NY Times

*** Translated with www.DeepL.com/Translator (free version) ***

https://www.nytimes.com/2021/07/14/health/speech-brain-implant-computer....