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Opinión

Lester L. López O.

Apreciación de la situación política # 139

Mientras el régimen continúa la destrucción sistemática del país a pasos de demoledores siguiendo el guión cubano – a estas alturas no puede haber duda de eso – como única forma de someter a la sociedad venezolana y entronizarse en el poder sin importarles que al final ese poder se ejerza sobre los despojos de un país plagado de miserias pero ellos disfrutando del producto del saqueo realizado en los últimos 18 años como última alternativa a evadir la justicia por las fechorías, corruptelas y violación de los derechos humanos en los que han incurrido para mantenerse en el poder, las oposiciones democráticas siguen dispersas y sin vislumbrar una visión que conduzca, aunque sea a mediano plazo, a lograr el cambio político necesario para salir de esta calamidad.

Todos los días se hace más evidente que el régimen se mantiene en el poder por dos factores fundamentales: el apoyo de las cúpulas militares convertidas en el partido político en armas y la mediocre actuación de los partidos políticos opositores cuyo logro más importante, después de la portentosa victoria electoral de diciembre del 2015, ha sido lograr que menos del 10% la sociedad civil crea en ellos como consecuencia de su nefasta actuación en los últimos dos años.

Esta semana que finaliza el otrora denominado “partido del pueblo” optó por deslindarse de lo que queda de la MUD porque no podían “ponerse de acuerdo” en algunos aspectos de la visión política común opositora como sí, precisamente, ese no fuera el principal problema de las oposiciones: la carencia de una visión común que le permita la unidad de propósito para lograr el cambio político.

Mientras los partidos políticos se siguen reunificando en torno a sus visiones particulares y no en torno a cómo enfrentar al régimen, la sociedad civil organizada, como es sabido, ha promovido diferentes frentes de luchas que agrupan gremios, asociaciones, sindicatos, ongs, cámaras, colegios y hasta las diferentes iglesias para que unido a los partidos políticos se logre la tan ansiada unidad superior para cambiar al régimen, propósito loable, necesario y urgente, pero que hasta ahora, desafortunadamente, aún está lejos de concretarse. La evidencia de esto se ve en las múltiples mini protestas que cada una de estas asociaciones hacen a diario en diferentes ciudades del país, todas ellas en función de sus legítimos derechos laborales y salariales, pero sin culpar directamente al régimen y su mandamás y mucho menos para exigir su renuncia y atestiguar directamente de quienes son los culpables de esta tragedia. Pero el punto concreto es que la unidad entre los diferentes actores de la sociedad civil está tan lejos de alcanzarse como la de los partidos políticos a los que tanto se critica.

En consecuencia se puede admitir que uno es reflejo de lo otro y más que una autocrítica sería un buen punto de partida para avanzar en la búsqueda de la unidad que se quiere, sin una sociedad civil organizada unida difícilmente se puede alcanzar la unidad de los partidos políticos y viceversa. Pero conviene aclarar que los integrantes del régimen y de las fuerzas armadas también son el reflejo de la misma realidad y solo mantienen una precaria cohesión por el silencio impuesto, la coerción y los delatores internos alienados por el régimen ya que la inflación y la baja capacidad adquisitiva es común para todos.

También es común para todos que con este régimen no hay futuro ni para los partidos, ni para la sociedad civil, ni para muchos integrantes del régimen y de las fuerzas armadas. Ese futuro dependerá de la unidad de propósito y de que aparezca un director de orquesta que dirija esa unidad.

Mientras tanto, el hambre crece…

@lesterllopezo 07/07/18

 3 min


Definir al populismo como una “tendencia política que pretende atraerse a las clases populares” y “dice defender los intereses y aspiraciones del pueblo”, no es lo suficientemente explícito. Esta expresión se ha usado de tan distintas maneras, y en ocasiones tan disímiles, que es difícil encasillarlo en una simple definición.

Es tan variado el espectro político en el que están ubicados diferentes tipos de gobiernos que se han llegado a considerar como regímenes populistas que, específicamente en América Latina, se mencionan los de Luis Inácio Lula da Silva, en Brasil; los Kirchner, en Argentina; Alberto Fujimori, en Perú y Evo Morales, en Bolivia; entre otros; y, por supuesto, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, en Venezuela. Como se puede corroborar, el término es utilizado en contextos y situaciones muy diferentes; aunque siempre se pueden encontrar semejanzas entre los líderes de estos gobiernos y sus gestiones políticas.

La palabra populismo comenzó a usarse de manera generalizada a partir de mediados del siglo XX. Muchos autores y ensayistas reconocidos proponen como antecedentes importantes de los movimientos políticos populistas, al fascismo, implantado en Italia por Benito Mussolini (1.883–1.945) y al nazismo alemán de Adolfo Hitler (1.889 -1.945). Ambos ejercieron gobiernos despóticos y autoritarios, con discursos que apelaban al patriotismo y a las glorias pasadas del imperio romano o la supremacía de la raza aria, con un bien orquestado cuerpo doctrinario de respaldo y gran apoyo de las clases populares, pero con resultados nefastos. Desde un inicio, la violencia fue una característica intrínseca de sus actuaciones, alimentada por el odio y generadora de miedo. En América Latina, el argentino Juan Domingo Perón (1.895-1.974) es también otro antecedente a considerar.

La calificación de populista se utiliza, en general, para aplicársela a dirigentes y agrupaciones políticas, o a gobiernos, cuyas propuestas y estrategias se basan en promesas atractivas para el pueblo; comúnmente con un fuerte componente demagógico, pues se apela al halago, al patriotismo y a los sentimientos, más que al razonamiento, para obtener el favor y apoyo del pueblo con el fin de arribar al poder o mantenerse en él. Las promesas suelen ser exageradas, radicales y no pocas veces difíciles de cumplir o francamente inviables; como cuando se pretende solucionar complejos problemas de desarrollo y justicia social, con simples pero efectistas medidas impuestas de manera totalitaria.

En la prédica populista es común incluir el planteamiento de la confrontación entre los menos favorecidos de la sociedad y los que gozan de mejores condiciones de vida o de ciertos privilegios. La retórica del nacionalismo y la exaltación del patriotismo son temas recurrentes en el discurso populista; con lo cual se puede invocar a un pasado glorioso, sea éste cierto o no. Es frecuente que se busque consolidar los apoyos políticos alrededor de un partido único, en el que se promueve el culto a la personalidad del líder, cuya autoridad está fuera de toda discusión. Una estrategia a la que se acude usualmente, para concentrar el control político, es desdibujar la separación de los Poderes Públicos del Estado democrático; es decir, su división e independencia. Se suele acudir al socialismo como fuente ideológica de inspiración, pero con sesgos particulares de acuerdo a las circunstancias políticas locales, frecuentemente más como una muletilla política que como una verdadera ideología de referencia. En algunas ocasiones, gobiernos con tendencias populistas han tenido un desempeño aceptable en áreas específicas; pero no se trata de la generalidad de los casos.

Una fuerte estructura de la institucionalidad democrática, la fortaleza de las organizaciones civiles y un alto grado de civismo y participación ciudadana dificultan en gran medida que un gobierno populista autocrático pueda desmontar el sistema democrático de un país. Lo contrario resultaría favorable para el triunfo de los movimientos autoritarios de corte populista.

En la presente etapa histórica de Venezuela, un régimen populista e irresponsable, ha desmontado la democracia representativa desde el poder, sustituyéndola por lo que se ha llegado a llamar "democracia directa". Aquí se le llamó "democracia representativa, participativa y protagónica"; que solo ha servido para hundir al país en la más espantosa ruina económica y en la degradación moral. Venezuela, bajo el gobierno populista chavista, es uno de los ejemplos más patéticos, en todo el planeta, de los pésimos resultados que un régimen populista y totalitario, devenido en dictadura, pueda llegar a producir. Probablemente, ninguna corriente política le ha hecho más daño a Venezuela, en toda su vida republicana, como el populismo; más aún, si en ello ha estado involucrado algún caudillo militar. Basta con leer atentamente nuestra historia para corroborar esta triste realidad.

Profesor UCV felipeedmundo@gmail.com

 3 min


James A. Goldston

Las victorias populistas en las elecciones de los últimos años en todo el mundo han llevado a muchos a concluir que la democracia liberal está amenazada. Sin embargo, el arresto esta semana del ex Primer Ministro de Malasia bajo cargos de corrupción es una de varias señales que sugieren lo prematuro de las predicciones del declive global de la democracia liberal.

La implicancia de esta visión fatalista es que los defensores de la democracia liberal no pueden reclamar la superioridad moral sino hasta reexaminar sus propios supuestos políticos y económicos. Pero es un error creer que el ascenso de los autócratas es puramente ideológico, o que representa un rechazo generalizado de la democracia, el liberalismo o los derechos humanos o civiles. Los demagogos que están saliendo electos hoy no están motivados tanto por principios como por poder y ambición: su beneficio personal, el de sus familias y sus camarillas. Para recuperar el equilibrio a nuestro desajustado mundo es necesario que expongamos la corrupción que abunda al centro del nuevo antiliberalismo.

En Hungría, los familiares y amigos del Primer ministro Viktor Orbán se han enriquecido con préstamos estatales y contratos públicos. En el pueblo natal de Orbán, Felcsút, un aliado ha supervisado la construcción de un estadio de fútbol con capacidad para 4000 personas, a pesar de que su población total es de apenas 1600. Mientras que “la corrupción antes de 2010 era más bien una disfunción del sistema”, observa el observatorio Transparencia Internacional, “hoy forma parte del sistema”.

En 2014 en Turquía, gente cercana al Presidente Recep Tayyip Erdogan, entre los que están varios miembros de su gobernante Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP), se vieron implicados en un plan de lavado de dinero que supuestamente buscaba evadir las sanciones a Irán por parte de Estados Unidos y sus aliados. El escándalo llevó a la renuncia de cuatro miembros del gabinete y a la divulgación de grabaciones de audio en que, se supone, se puede escuchar a Erdogan instruyendo a su hijo para que se deshiciera de millones de dólares de fondos mal habidos. Sin embargo, Erdogan descartó las acusaciones como una encerrona, y los fiscales turcos acabaron por invalidar el caso.

En Malasia, ahora se acusa al ex Primer Ministro Najib Razak y sus asociados de robar más de $4,5 mil millones de 1MDB, un fondo de inversión estatal. Según el Departamento de Justicia estadounidense, el dinero malversado se usó para adquirir bienes raíces de lujo en Manhattan, mansiones en Los Ángeles, pinturas de Monet y Van Gogh, un avión corporativo, un yate y otros bienes suntuarios.

Y, por supuesto, en Estados Unidos se siguen planteando preguntas alrededor de los intereses privados del Presidente Donald Trump y su familia, y cuánto han influido en su desempeño en el cargo.

Lo irónico del asunto es que la rabia en torno a la corrupción ha sido esencial para alimentar la actual ola de autócratas populistas. Así que para defender la democracia liberal debemos recuperar el manto de la anticorrupción. Al redistribuir bienes robados por delincuentes políticos y corporativos y sus cómplices legales y financieros, las campañas contra la corrupción no solo hacen que los poderosos rindan cuentas. También pueden abordar la desigualdad y la frustración general que los populistas han explotado.

Pero el combate contra la corrupción también significa poner el foco de atención sobre quienes amenazan, matan o dañan de otros modos a los periodistas que trabajan exponiendo los abusos de poder, y perseguirlos judicialmente. La libertad de expresión y otros derechos fundamentales no son lujos para las elites, como plantean los dirigentes autoritarios: son indispensables para proteger a las sociedades libres.

Más aún, una campaña coordinada contra la corrupción podría servir como fuerza unificadora en países con profundas divisiones políticas. Si bien un gobierno de mayorías puede despreciar los intereses de las minorías, los regímenes corruptos nos roban a todos. Por eso la corrupción ha provocado protestas masivas de Bucarest a Brasilia desde el año pasado.

Es cierto que quienes están en el poder pueden convertir las campañas anticorrupción en una herramienta política. En China, el Presidente Xi Jinping ha hecho un hábil uso de las purgas anticorrupción para eliminar adversarios políticos y lograr un poder casi absoluto. Esto es una razón más para que quienes proponen la democracia liberal redoblen sus esfuerzos para combatir las violaciones a la confianza pública.

Afortunadamente, son iniciativas que ya cuentan con un sólido historial. En Estados Unidos, cuatro décadas de casos cada vez más sólidos de aplicación de la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por sus siglas en inglés) han castigado conductas dolosas en todo el mundo y recuperado miles de millones de dólares en bienes robados. Y a pesar de las constantes críticas de Trump a la FCPA, todavía le falta deslucir sus actividades (si bien eso aún puede ocurrir).

De manera similar, en Francia los fiscales acusaron recientemente a un ex presidente y a un importante millonario de corrupción a gran escala en África. En el Reino Unido, el gobierno acaba de adoptar medidas para que todos los territorios británicos de ultramar –notables paraísos para el dinero de origen oscuro- publiquen para fines de 2020 las listas de los verdaderos propietarios de las compañías registradas. Y en España, el Partido Popular, que había gobernado por largo tiempo, perdió una moción de censura tras una investigación criminal por malversación financiera que envió a prisión a su tesorero.

Pero se necesitan más medidas, a pesar de estos signos de avance. Las fuerzas anticorrupción siguen siendo desiguales entre jurisdicciones distintas. Para enfrentar transacciones financieras trasnacionales debemos desarrollar redes internacionales más sólidas de fiscales e investigadores.

Al mismo tiempo, más gobiernos deberían seguir el ejemplo del Reino Unido, poniendo fin a la práctica de la “propiedad benéfica” de terceros secretos. Los dueños de algunos de los apartamentos más caros de la Ciudad de Nueva York se han esforzado mucho (en gran parte, por medios legales) para mantener ocultas sus identidades al registrarse mediante fundaciones, compañías de responsabilidad limitada u otras entidades.

En términos más generales, los donantes públicos y privados deberían reforzar su apoyo a las organizaciones de la sociedad civil y los medios independientes. Son instituciones que pueden seguir y exponer la corrupción, explicar cómo implica a poderosas figuras políticas e incentivar a los actores estatales a sancionar a los responsables.

Frenar la corrupción no será fácil, si se considera que muchas economías dependen de los flujos de inversión vinculados a actividades criminales. Pero son claras las consecuencias de la inacción. La corrupción es un importante factor impulsor del populismo y del retroceso de los valores liberales. La próxima vez que alguien le pregunte qué pasó con la democracia liberal, dígales que sigan la pista del dinero.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Julio 4, 2018

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/commentary/exposing-populist-corruptio...

 5 min


Corina Yoris-Villasana

Si preguntara en las redes sociales a qué se refiere la locución “tragedia griega”, estoy absolutamente segura de la respuesta. Dirían, palabras más, palabras menos, que es una representación teatral donde el protagonista sufre terriblemente y su desenlace es siempre espantoso. No es raro que así se responda, puesto que si acudimos a los manuales de literatura o a las enciclopedias más usuales, la definen así. Pero, ¿siempre el final es horrendo? Los protagonistas, los héroes –o el héroe, en singular– desafían a destinos inexplicables, por regla general infaustos; luchan denodadamente en contra de los dioses, aun cuando hay tragedias en las que el héroe, poseedor de virtudes excelsas, logra salir airoso de las vicisitudes.

Las tramas de las grandes obras del teatro griego versan sobre conflictos que nunca han perdido su vigencia. Por ejemplo, La Orestíada, escrita por Esquilo (siglo V a.C.), una trilogía formada por: Agamenón, Las coéforas y Las Euménides, versa sobre la lucha entre la venganza y la justicia. En la primera obra de la trilogía Clitemnestra asesina a su esposo, Agamenón, cuando este regresa de la guerra de Troya, como un acto de venganza por el asesinato de la hija de ambos, Ifigenia, precio que Artemisa le puso a Agamenón para que los vientos le volvieran a ser favorables en su trayectoria hacia Troya. Muerto el rey, Egisto se une a Clitemnestra y usurpa el trono. Pasan los años –en las tragedias el tiempo transcurre de manera veloz– pero Electra, hija de Agamenón y de Clitemnestra, no ha olvidado el asesinato de su padre. Se encuentra con Orestes, su hermano, y lo convence de llevar a cabo la venganza. Orestes asesina a Egisto y a su madre. Ese matricidio levanta la cólera de Las Furias y Orestes es juzgado. Sin embargo, el parlamento bajo la protección de Palas Atenea absuelve a Orestes, en tanto se considera que él actuó para salvar el reino y devolver el honor a su familia, que había sido mancillado en la figura de Agamenón.

La lucha entre la venganza, reclamada por el lazo de sangre, y la justicia, representada en las leyes de la ciudad, es el núcleo de esta obra de Esquilo. Los dioses lo absuelven de toda culpa por considerar “legítimo” el derecho que le asiste de ajusticiar a su madre y al amante de esta.

Otra de las grandes tragedias griegas es Antígona, escrita por Sófocles en el siglo V a. C. Hija de Edipo, antiguo rey de Tebas, sus hermanos habían heredado el gobierno de la ciudad y debían ejercerlo de manera alterna. Pero Eteocles condenó al ostracismo a Polinices, quien, clamando por justicia, atacó a la ciudad de Tebas. En la batalla mueren ambos. El trono es ocupado por Creonte, tío de Antígona, rinde honores a Eteocles y niega los funerales a Polinices por considerarlo traidor. Antígona protesta por las leyes de la ciudad, se niega a aceptarlas, resaltando que su deber filial es honrar y dar sepultura a los familiares, optando por las leyes naturales, la más de las veces desviadas de las reglas sociales. De nuevo, el conflicto entre aquello que se considera un deber de honor y el cumplimiento de las leyes que pueden no estar ajustadas a una realidad de índole social.

¿Es Creonte el héroe? Se deja llevar por la desmesura, comete un error fatal y cae como héroe. ¿Es Antígona la heroína? Representa la defensora de la libertad individual, quien no acepta acatar leyes que atentan contra su honor y el de su familia. Es totalmente actual el conflicto: ¿qué ocurre cuando la ley prohíbe un acto que el individuo supone imparcial y moral, y, además, esa proscripción recae sobre las personas del entorno familiar?

Cabría un análisis más detallado, pero mi interés es traer a la actualidad nacional el leitmotiv de ambas tragedias: la lucha entre una legislación intransigente, base de un régimen autoritario, y el reconocimiento de la libertad individual. Está claramente presente la objeción de conciencia y esta implica la inobservancia de un deber de índole jurídica cuya ejecución provocaría en el sujeto una violencia a la propia conciencia. No olvidemos que “desde los orígenes del Estado de Derecho se ha entendido que el respeto a la conciencia es uno de los límites más importantes del poder” (Aparisi).

¿Por qué el empeño que hay por parte oficialista en cambiar la legislación vigente, la Constitución actual? ¿Por qué quienes adversaron la aprobación de esa Constitución ahora la defienden? En una magnífica entrevista, Luis A. Herrera Orellana explica en detalle esta situación. Haciéndome eco de sus palabras, y tomando en cuenta que es poco el espacio disponible, esa reforma o nueva Constitución se les hace indispensable para conseguir establecer el Estado comunista que en la actual Constitución es solo un preludio. Y, a pesar de no haber estado de acuerdo con la constituyente y su resultado, muchos la defienden ahora, no como un hecho jurídico, sino político.

Un cambio será para establecer las bases del Estado comunista y el fin de las libertades individuales. Es este el tamaño de nuestra tragedia, defender una Constitución que nació ilegal, puesto que se basó en una interpretación totalmente paradójica, como señaló en su momento E. Piacenza: “Para que pueda reconocerse en alguna situación una competencia constituyente originaria es preciso que no se tenga por válido ningún orden jurídico; pero, sin orden jurídico”.

El leitmotiv de las tragedias griegas en su versión venezolana. La objeción de conciencia es, en definitiva, una manera de desobediencia jurídica. ¿Qué prevalece? ¿Resucitamos la Constitución de 1961?

@yorisvillasana

El Nacional

5 de julio 2018

 4 min


Isaías A. Márquez Díaz

Tras los descubrimientos e inventos que llevan a cabo diversos científicos e inventores, tales como: Franklin (electricidad), Edison (lámpara incandescente, telégrafo electromagnético, tubos catódicos y teléfonos), Tesla (corrientes polifásicas y acoplamiento de circuitos oscilantes), Westinghouse (freno de aire comprimido) y Morse ( telégrafo y motores eléctricos) y Graham Bell (teléfono), la Revolución Rusa, incipiente e ingenua, cuando quizá Lenín se halla atónito por que un extraño fluido fuese capaz de mover máquinas, hacer “hablar” al telégrafo, proyectar voces e imágenes hasta reproducirlas, resulta muy lógica su conclusión que la utopía del socialismo podía conquistarse, entre otros, mediante añadidura de la electricidad a los soviets.

Pero, el socialismo necesita algo más que el fluido eléctrico para convertirse en sistema alternativo. Necesario el desarrollo de las fuerzas productivas a objeto de lograr el bienestar. La colectivización forzosa del campo, así como la expropiación de fábricas urbanas, trajeron el hambre y la desesperación en aquel pueblo que apenas despertaba de la servidumbre zarista.

Tras darse cuenta de su dislate, Lenin intenta retroceder y lanza su famosa NEP (la Nueva Política Económica), cuya consigna es “¡Todo el poder para los soviets! y/o “Kulaks” (campesinos) enriqueceos……”. Demasiado tarde porque ya el burocratismo y la ausencia de una democracia formal habían socavado las estructuras de la sociedad rusa. En efecto, la corrupción y el acaparamiento conforman una armazón que, dirigida por Jósif Stalin, se convierte en una de las satrapías más relevantes del mundo contemporáneo.

Si el (des)gobierno se empeña en copiar el socialismo brutal de Stalin, ¿por qué carrizo no copia, entonces, la pasión por la electricidad? que se ostenta posterior a la renovación Kruschev.

 1 min


Impermeables al desaliento

El Consejo Universitario hizo un reconocimiento al profesor Rafael Cadenas quien por su obra poética recibió recientemente el ” Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana” que se une a otros de relieve conocido, otorgado por instituciones nacionales e internacionales

La sencillez del maestro lo hace casi imperceptible para quienes asisten a sus múltiples homenajes. En esta ocasión no ocurrió diferente Sólo cuando su tono de voz suave, erudita y elocuente teje un discurso en homenaje a la Palabra, aquella figura magra y discreta adquiere proporciones de bardo tocado por el prodigio del ingenio.

En el auditorio atento y silencioso el maestro, (calificativo que rechaza con prontitud) inicia su intervención repitiendo exprofeso 3 veces el vocablo “gracias”, justifica esta reiteración afirmando que esa palabra nunca se desgasta, tiende más bien a elevarse, ni se somete a manipulación alguna como ocurre con la palabra Patria, de la cual suelen apropiarse los cultores del autoritarismo tal como ocurre en nuestro país.

Así, durante el breve discurso, nuestro máximo poeta, sin sacrificar calidad expresiva, ratifica el compromiso, que le es inmanente, con los principios de la libertad, la creatividad sin vigilancia y el rechazo a quienes acusan a las palabras nobles de invitación a la revuelta ilegitima. Percibimos que el profesor Cadenas, de la Escuela de Letras (título que prefiere y lleva con orgullo) nos quiere advertir que las palabras no pueden rendirse ante ninguna causa que las haga innoble. Pero permitamos que sus propios versos iluminen con brillo adecuado lo que quiero comunicarles:

“Que cada palabra lleve lo que dice”.

“Que sea el temblor de lo que sostiene”

“Que se mantenga como un latido”

“Tiemblo cuando creo que me falsifico: Debo llevar en peso mis palabras: Me poseen tanto como yo a ellas”

Conmovidos y orgullosos ante la dimensión de Rafael Cadenas, quien no desea fastos y siente aversión al neón, sentimos que La Universidad Central de Venezuela se ha puesto toda de pie para rendir culto, (a lo único que le es permitido) al talento, a la probidad intelectual y a la sencillez de una figura relevante del presente de la Institución, que trasciende para incorporarse a su digno historial.

Gracias Maestro, no tenemos otra forma para llamarle, por demostrarnos que en tiempos de oscuridad y amenazas al pensamiento libre, las palabras son imprescindibles para iluminar a quienes luchan y conceden confianza al futuro.

Secretario de la UCV

 1 min


I.

El fútbol representa, en gran medida, una convocatoria al sentimiento nacional. Como dijo el filósofo francés Albert Camus, quien fuera portero en sus tiempos juveniles, “La Patria es la Selección Nacional de Futbol”.

Sin embargo, conforme lo han determinado historiadores y politólogos, a medida que avanzan los procesos de globalización, el Estado Nacional está siendo replanteado y redefinido en tanto que comunidad político y cultural, variando significado, sus atribuciones y sus posibilidades. Con referencia al futbol esto se manifiesta, no sólo en la mutación en sus esquemas de organización, sino, a la vez, en sus funciones simbólicas con respecto al patriotismo.

II.

Poco a poco el fútbol se ha ido trans nacionalizando, Así las cosas, resulta cada vez más frecuente observar inversiones italianas apoyando equipos sudamericanos, firmas norteamericanas comerciando con clubes mexicanos, empresas petroleras árabes adueñándose de los conjuntos europeos más emblemáticos e, igualmente, identificar franquicias de equipos mexicanos en Estados Unidos y españoles en la India o establecer asociaciones de clubes importantes de futbol con la pujante industria de los E-Sports. En la misma dirección es muy común observar jugadores de todos lados que están en todas partes, cambiando de camiseta a cada rato, según se coticen en el muy flexible mercado internacional de piernas ; constatar, así mismo, un mercado internacional de entrenadores que, bien apertrechados desde el punto de vista tecnológico, contribuyen de manera significativa a predicar estrategias y métodos de entrenamiento, que contribuyen a la homogeneización del balompié; y, por último, mirar fanáticos trans nacionalizados, seguidores de divisas ubicadas en cualquier rincón del planeta.

Además de lo registrado en el párrafo precedente, en Rusia estamos, de nuevo, ante la presencia de selecciones integradas por jugadores de diferentes razas y culturas (en un ambiente no exento, de xenofobia, dicho sea de paso), que en muchos casos no nacieron en el país que representan, ni cantan su himno. Solo por dar apenas un indicio del panorama que se bosqueja actualmente, alrededor de la mitad de los integrantes de los equipos de Bélgica y Francia, presentes en el Mundial, son nacidos en Africa o hijos de inmigrantes africanos. Por otro lado, es importante indicar, en el mismo sentido, el caso de buena parte de los futbolistas latinoamericanos que actúan en el extranjero y sólo saben de su país ocasionalmente, cuando son llamados para ponerse la camiseta del equipo nacional.

Como resultado de todo lo anteriormente expuesto, se ha ido desvaneciendo el “estilo nacional”, ese modo de jugar que se filtraba en la cancha como cierta expresión de la idiosincrasia de cada país. El actual es, entonces, un “futbol mestizo”, evidencia, pareciera, de que se desnacionalizan las selecciones nacionales.

Hay, pues, un cierto agotamiento del fervor nacionalista en las canchas. El fútbol se mueve en clave trans nacional y va tomando la forma del planeta, al paso que la silueta de los países se va despintando conforme a las modificaciones de los parámetros económicos, sociales, políticos e ideológicos en torno a los que fueron emergiendo los nexos entre Fútbol y Patria.

En este contexto, la FIFA empezó a cocinar un mundial de clubes, como marca del balompié del Siglo XXI, cuya primera versión se jugó el año 2000 en Brasil, asomando la separación institucional del nacionalismo político y el balompié.

III.

Así las cosas, es pertinente preguntarse qué pensaría hoy en día Albert Camus. Tratando de adivinar creo diría que territorio e identidad ya no están tan claramente delimitados. Que el formato nacional en el que se ha desarrollado el fútbol se está alterando. Y que la definición de la Patria como la Selección Nacional de Fútbol, va perdiendo parcialmente el sentido que antes tenía. Su definición no se encuentra muerta, pero tampoco goza de buena salud, agregaría.

El Nacional, miércoles 4 de julio de 2018

 3 min