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¿Por qué ocultar el diálogo?

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 3 min.

"Hablando se entiende la gente" es un decir popular que encierra una gran verdad. La manera de entender y hacernos entender es hablando. Aunque hablar es emitir sonidos y articular palabras, también con la escritura y hasta con gestos nos podemos comunicar. El ser humano tiene el don de la palabra que es lo que nos proporciona la interacción oral con nuestros semejantes. Vivir en comunidad es una permanente interacción para comunicar nuestros criterios, puntos de vista y juicios.

En los distintos niveles parlamentarios del país, municipal, regional y nacional la mayoría de las veces es más el tiempo que se invierte en hablar y conciliar con el adversario político que con los propios. El diálogo es algo permanente y la nación, región o municipio sabe de las reuniones y del diálogo para alcanzar acuerdos. El diálogo es la tarea diaria y el país no solamente lo entiende si no que lo considera necesario.

Es verdad que hoy estamos en presencia de un régimen usurpador nada democrático y muy distinto y antagónico a los del pasado, pero es él que aún conserva los hilos del poder y despacha desde Miraflores, desconocer el chavismo y la realidad nos desvincula de la tierra.

Estamos luchando por el cese de la usurpación por vía pacífica y civilizada, como debe ser, y ello supone hablar con el usurpador o sus representantes para lograr en el diálogo además del cese de la usurpación un gobierno de transición y elecciones generales. El diálogo es el camino pacifico para resolver la crisis, lo otro es comunicarnos con bayonetas y plomo, interno o externo peor aún, con gravísimas consecuencias siempre lamentables para todos.

Buena parte de la historia de la humanidad se ha construido con diálogo, la excepción ha sido las guerras. Con Adolf Hitler, que fue la personalización de lucifer se hicieron muchos esfuerzos para dialogar pero éste siempre se negó, la consecuencia fue la Segunda Guerra Mundial que duró seis años (1939-1945) y culmina con el suicidio de Hitler, más de sesenta millones de vidas humanas pérdidas y más de veinte ciudades destruidas. El Papa Francisco ha dialogado con Iglesias y jerarcas de religiones que no creen en nuestro Dios. Informan los medios de comunicación sobre las frecuentes conversaciones que sostiene los gobierno de los Estados Unidos, Rusia y Corea del Norte. Mientras mayor es la diferencia mayor debe ser el diálogo.

Creo que la oposición está en la necesidad y deber de hablarle con claridad al país y decirle que se está dialogando y se continuará dialogando. ¿Por qué ocultar el diálogo? Espero que no estemos dejándonos llevar por la corriente de opinión que no tolera y ve mal que dialoguemos con el régimen. Si creemos en el diálogo como vía pacífica para resolver la crisis así se lo debemos decir al país y orientarlo sobre las bondades del mismo. El dirigente debe dirigir y orientar no cabalgar la ola de opinión que consideramos inadecuada. Si el régimen continúa desconociendo la inmensa mayoría de la voluntad popular y por su tozudez el diálogo no produce los acuerdos deseados, nos queda el camino de la desobediencia ciudadana activa y salir millones de personas a la calle sin retorno hasta tanto cese la usurpación.

Este régimen usurpador tiene secuestrada la Republica y si queremos salvarla tenemos que sentarnos a hablar con el secuestrador. Apartemos la idea sin fundamento que dialogando le estamos dando tiempo al régimen o peor entregándonos. En esos encuentros llevamos tres banderas irrenunciables: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones generales. Con el diálogo ganamos todos, sin ėl perdemos todos. Necesario y urgente rescatar la Republica.

Cuando el país se entera por terceras vías o por versión interesada del régimen y no por nosotros que estamos dialogando despertamos incertidumbre , suspicacia y lo menos que piensa es que concurrimos a un acto indebido. Debemos hablarle al país con meridiana claridad y sin tapujos, máxime cuando transitamos el camino que la democracia y la civilidad recomienda. A todo evento nuestra posición y proposición son firmes e indeclinables. Ocultar la verdad ocasiona distorsiones inconvenientes a nuestro propósito. Agotemos el diálogo hasta donde sea posible mantenerlo por el bien de todos.