Muchas son las medidas adoptadas por el propio gobierno que han creado la cultura de dolarización
El colapso de los precios del petróleo y la caída de las reservas internacionales a su nivel más bajo en la última década agravan los problemas que el gobierno viene confrontando para garantizar la liquidación de divisas a los sectores productivos. Sin embargo, les exige que sigan operando para mantener el empleo que allí se genera. Por eso se debate entre mantener un rígido control de cambios o flexibilizar los mecanismos para tener acceso a las divisas y quitarse de encima la enorme presión que ejercen todos los sectores económicos y sociales que reclaman la asignación oportuna, suficiente y transparente de divisas.
Muchas y variadas son las medidas adoptadas por el propio gobierno que han contribuido a crear una cultura de la dolarización. Desde la emisión de bonos de Pdvsa denominados en dólares que se compraban en bolívares, hasta el Convenio Cambiario N° 33 que dictó las normas para las operaciones en divisas en el sistema financiero nacional, pasando por el Sistema de Transacciones en Moneda Extranjera (Sitme) y el Convenio Cambiario Nº 20 que autorizó la apertura de cuentas en divisas, el gobierno ha venido flexibilizando las condiciones que permiten realizar un creciente número de transacciones financieras y comerciales en dólares. Quienes tienen cuentas en divisas en la banca nacional pueden realizar transferencias electrónicas desde y hacia el exterior, lo cual facilita las operaciones de compra-venta en dólares. En el caso de las empresas, éstas pueden mantener fondos en divisas destinados a la adquisición y pago de bienes y servicios relacionados con los proyectos de inversión que ejecutan en el país.
Más no resulta fácil terminar de oficializar la decisión de dolarizar la economía para un gobierno que tiene como bandera la igualdad y la inclusión social, toda vez que semejante medida representa una discriminación en contra de la mayoría que no tiene acceso a las divisas. Solo los privilegiados que lograron capturar una tajada de los dólares de Cadivi/Cencoex/Sicad podrán adquirir esos bienes en dólares. Pero los trabajadores que viven de un ingreso fijo en bolívares tendrían que convertirlo en dólares a la tasa de cambio más cara, lo cual vuelve sal y agua sus salarios y les cierra todo acceso a los bienes cuyos precios estén dolarizados.
Por si fuera poco, el artículo 318 de la CRBV plantea que “La unidad monetaria de la República Bolivariana de Venezuela es el bolívar”. Sin embargo, a la creciente venta de viviendas y boletos aéreos en dólares, se suma ahora la venta de vehículos, lo cual sentencia también la dolarización de los créditos para adquirir vehículos, las pólizas de seguros y las reparaciones que impliquen la sustitución de piezas y repuestos.
¿Por qué se dolariza la economía?
Al igual que toda moneda, el bolívar tiene como funciones básicas las de servir de unidad de cuenta, de medio de cambio y de depósito de valor. Cuando esas funciones comienzan a deteriorarse, la dinámica económica tiende de manera espontánea y natural a utilizar otra moneda que pueda cumplir de mejor manera tales funciones.
Pero la contracción del aparato productivo, las desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo para financiar el déficit fiscal y la caída de las reservas internacionales se han juntado para pulverizar el poder de compra del bolívar e implantar la creciente tendencia a la dolarización de la economía nacional.
De hecho, en la economía venezolana hay una inmensa cantidad de productos cuyo precio se define primero en dólares y luego se traduce en bolívares a la tasa de cambio más alta. Y aunque el bolívar se utilice como medio de cambio o pago, en realidad es el dólar el que se ha usado como unidad de cuenta para acordar el precio y cada vez son mayores las operaciones de compra y venta que no solo se contabilizan en dólares, sino que también se concretan en esa divisa, aunque finalmente se legalicen en bolívares en la notaría o registro mercantil.
Adicionalmente, como el bolívar se vuelve sal y agua debido a la inflación, la gente busca ahorrar en dólares. Con inflaciones de 56 y 68 % en los últimos dos años y la amenaza de una inflación mayor a 100 % en 2015, el bolívar ya no sirve para preservar la capacidad de compra de los ahorros. Todos quieren deshacerse tan rápido como puedan de los bolívares comprando dólares. Pero a medida que los dólares son más escasos su precio sube, y en vista de que no hay mayores opciones para invertir, el dólar termina siendo la mejor reserva de valor para preservar los recursos familiares o empresariales.
En conclusión, aunque no sea una decisión oficial que lleve a sustituir la circulación del bolívar por el dólar, la dolarización de la economía venezolana se está convirtiendo en un fenómeno espontáneo a través del cual las personas buscan protegerse de la erosión que sufre el poder de compra de la moneda nacional. Así, un número creciente de mercados se va cotizando y transando en dólares, sobre todo cuando se trata de productos con un alto componente importado, tales como vehículos, electrodomésticos, computadoras, teléfonos móviles, etc. Como no resulta rentable comercializarlos en bolívares que luego no alcanzan para reponer unas divisas que no se consiguen y son cada vez más caras, se va imponiendo la práctica de fijar el precio y hacer la transacción en dólares.