Hace ya más de cuatro décadas, el 1 de enero de 1976, entró en efecto la Ley Orgánica que Reserva al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos, o simplemente la ley de “estatización” petrolera, con la que el Estado venezolano se otorgó a sí mismo el control directo de la principal industria nacional. A partir de ese momento el Estado usurpó a la Nación, el gobierno les robó a los venezolanos su principal patrimonio natural. En Venezuela nunca hubo una “nacionalización” sino una “estatización” petrolera.
El Estado venezolano, en los últimos años, ha demostrado ser tan incompetente que muchos le atribuyen el “toque de Midas al revés”: todo lo que toca lo convierte no en oro sino en pobreza. Sin embargo, la culpa no es sólo de nuestro Estado agigantado, burocrático y corrupto, sino de todos los venezolanos que le hemos permitido llegar hasta su situación actual; quizás esperando cómodamente que fuera el propio Estado el que nos resuelva nuestros problemas y no nosotros mismos.
Una salida real
A pesar de la grave crisis nacional, sí hay una salida real a largo plazo para pasar de una Venezuela rentista a otra Venezuela productiva. Esta salida representa una enorme transformación que requerirá gran visión y liderazgo. El punto de enlace entre la vieja Venezuela que muere y la nueva Venezuela que nace es precisamente el petróleo. La industria petrolera, como cualquier otra actividad productiva, debe pasar del Estado a los ciudadanos.
La “desestatización” y “democratización” del petróleo son las bases para la construcción de la nueva Venezuela que tanto ansiamos. Una Venezuela más libre, más próspera y más justa, donde los venezolanos seamos realmente dueños del petróleo, donde los ciudadanos tengamos acciones de Pdvsa. Una Venezuela en la que podamos decir con conocimiento y sentir con orgullo que “el petróleo es nuestro”. Necesitamos una nueva Pdvsa: Petróleos de los Venezolanos en lugar de Petróleos de Venezuela.
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