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¿Crecimiento económico con sanciones?

Tiempo de lectura: 3 min.

Las proyecciones de la CEPAL y el FMI coinciden en un crecimiento de nuestra economía del 5% para el 2023 y algo parecido en el 2024. A pesar de ser una noticia positiva, el monto previsto es verdaderamente insuficiente para que se traduzca en mejoras al nivel de vida de nuestra población y reducir las inmensas desigualdades sociales.

Tenemos una economía muy pequeña, por lo que crecer tan solo 5% resulta minúsculo. Para ponernos en contexto, aquí pasamos de ser una economía de unos $10.000 anuales per cápita hace 10 años a las cifras actuales, apenas cercanas a los $2.000 por persona. Creo que no hace falta más explicación. De ahí la pobreza, la migración, la desinversión y todos los otros males que nos abruman.

El crecimiento del PIB observado desde finales el 2021 y durante varios meses del 2022, superior al 10% sirvió para mejorar la capacidad de consumo de la población en general y de inmediato los indicadores comenzaron a recuperarse. Tanto sociales como económicos. Comenzó a disminuir la pobreza extrema y total, de la mano de la expansión de nuestra producción de bienes y servicios. Fue un buen comienzo. Pero ahora apuntamos a una cifra mucho menor.

La salida inmediata, necesaria y suficiente es harto conocida, pero tozudamente repudiada. Debemos lograr ya la eliminación definitiva de las sanciones a nuestras instituciones que mantienen la economía asfixiada. No hago juicios políticos, comprendo muy bien el fondo del asunto, pero reitero que la forma nos está matando a todos y muy especialmente a los que no disfrutamos de las canonjías del poder, y ello sin acercarnos ni un ápice a lo que se pretende con las benditas sanciones.

La historia, si en algo la valoramos, ha demostrado fehacientemente que las sanciones no cambian gobiernos, ni tampoco logran que rectifiquen sus posturas. Irán y Rusia son los países más sancionados del mundo, junto con Corea del Norte, China, Cuba, Nicaragua, Siria y una larga lista de evidencias de algo que no funciona. Repito, las sanciones no funcionan.

Por cierto, el irreverente mea culpa del gobierno ante la campante corrupción sirve para acabar para siempre con la tesis aquella de que gracias a las sanciones el gobierno roba menos. Como diría los franceses, au contraire, todo lo contrario. Han contribuido a una mayor falta de transparencia en el manejo de las finanzas públicas. Ergo más corrupción, a niveles insólitos.

Se viene en Colombia una muy cacareada Cumbre convocada por el nuevo paladín de la izquierda latinoamericana, para tratar el tema de las sanciones internacionales a Venezuela. Todos los actores de la oposición quieren asistir, nadie quiere perder la oportunidad de figurar y salir en la foto. Pido a Dios que la intención de alguno de los asistentes sea para apoyar y aupar la tesis de acabar con las sanciones a PDVSA y demás entes públicos.

Necesitamos recursos cuantiosos para mejorar los salarios, la inversión social y la inversión pública. También necesitamos pagar la deuda externa para no perder a CITGO. Solamente si aprovechamos el sector energético podremos alcanzar esos objetivos y para ello es imprescindible que se levanten las sanciones.

La contraloría del sector público no se logra por vía de medidas internacionales. Los actores no los van a cambiar otros gobiernos y los marines no van a venir. Eso lo que tenemos que hacer nosotros, desde aquí, unidos en defensa de lo que en verdad somos, que dista mucho de esta fracasada propuesta de manipulación social para beneficio personal de unos pocos.

Lo que ya una vez alcanzamos como nación lo podemos repetir, cuando todos nos veían con envidia, cuando todos querían migrar a Venezuela. Acabemos de una vez por todas con las sanciones que impiden nuestro crecimiento económico y luego busquemos juntos la forma de retomar la senda moralmente correcta del desarrollo social, con liderazgo político que pase esa prueba, pensando más en los que menos tienen y menos en las apetencias personales.

guillermomendozad@gmdconsultor.com