Pasar al contenido principal

Guillermo Mendoza Dávila

¿Para qué la Primaria?

Guillermo Mendoza Dávila

En el ya folclórico escenario político nacional se ha incorporado ahora un nuevo elemento, por demás muy variopinto. Se trata de un proceso rutilante conocido como las primarias de la oposición. Y en este preciso momento yo pregunto, ¿para qué son las primarias?, ¿qué aspiramos todos sacar de este proceso?

A priori la respuesta rápida debería ser la más obvia. Una parte importante del país desea la selección objetiva del contrincante que acuda a las elecciones presidenciales del 2024, de ser posible una candidatura salida de un proceso transparente y aglutinador de todas las corrientes políticas, que ofrezca esperanzas de éxito y unifique el país en su frenética búsqueda de una salida democrática a veinticinco años de predicamentos.

Da la impresión de que ese debería ser el propósito primordial. Más sin embargo, la otra respuesta que está surgiendo del proceso mismo es muy diferente. Todas las corrientes conocidas y otras absolutamente anónimas, promovidas por indecibles intereses, han unido sus esfuerzos para sabotear el proceso, ahuyentando así toda posibilidad de enamorar al electorado. Quizás es que no todos aspiramos a lo mismo.

A junio de este año nos quedan escasamente cuatro meses para la referida justa de la oposición y aún los eventuales votantes no sabemos básicamente nada del referido proceso, más allá de la fecha prevista. No sabemos el cómo, ni el dónde y de seguir así, lo que es más grave es que tampoco sabremos el por qué. Estamos quizás ante otro de muchos episodios de oportunidades ignominiosamente desaprovechadas.

Según encuestas publicadas recientemente, más del 80% del país expresa no identificarse con ningún partido político, lo cual no ha de causar extrañeza, más allá quizás del otro 20% que aún si lo está. Pero basta con leer las noticias para comprender lo aterrador de esas cifras, en un país que ha visto destruidos todos sus logros en tan solo unos pocos años. La joya de la corona latinoamericana, otrora tierra de oportunidades y prosperidad e imán de inmigrantes de todas las latitudes, hoy cuasi arrasada en lo institucional, lo social, económico, educativo, su infraestructura y con las esperanzas perdidas.

Habría que considerar por qué en tan angustiante escenario la oposición no logra captar más adeptos. Y la respuesta la conseguimos con facilidad, ya que ellos hacen sentir sus contrarias posturas diariamente. Unos quieren al CNE, otros no. Unos quieren contar los votos de la diáspora, otros prefieren que no. Hay quienes cuestionan el proceso mismo. Los precandidatos se agreden y descalifican entre ellos por doquier; sus equipos, aquellos que los tienen, ofrecen las más disparatadas soluciones en plazos inalcanzables, inverosímiles medias verdades aún en el habitual campo del populismo.

No en vano un calificado vocero del oficialismo dijo hace pocos días que ellos apoyaban las primarias porque les servirían para dividir (aún más) a la oposición. Lo simple de su declaración no oculta la triste realidad de su profundo impacto. Con un cuarto de siglo a cuestas, todavía la coordinación opositora brilla por su ausencia de la forma más inaudita. Asumiendo que si lo saben pero no lo quieren aceptar, la cruda realidad es que a esta alturas del partido al pueblo le va y le viene si en el 2024 el candidato opositor es este o aquella, si es el o ella, su ideología o marcada carencia de ésta, sus antecedentes como abogado, empresario, cómico, ama de casa, político de oficio o funcionario de carrera.

Aquí hace falta quien rescate las alicaídas ilusiones de un pueblo excluido y abatido en una guerra frontal de absolutismo pragmático, con el apoyo de las armas cuando ha sido necesario para controlar todas las esferas del acontecer nacional, obviamente con fatales resultados. Por ello, ese 80% sólo apoyará la promesa firme, unificada y creíble que la ilusión de justicia social se convertirá en parte medular de la gestión del eventual gobierno, sin que el protagonista sea el gobernante o su entorno, si no el pueblo como un todo, partiendo de los más necesitados.

Sin más que categórica e incondicional unidad podremos alcanzar esa meta, que por ahora pareciera una alejada quimera. La pluralidad es necesaria, pero hoy las avenencias son imperativas. Parafraseando lo dicho por Barak Obama en la convención demócrata del 2004, no participemos en la política del cinismo, más bien participemos en la política de la esperanza. Quizás así los resultados sean otros.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

¿Qué pasó con los salarios?

Guillermo Mendoza Dávila

El primero de mayo vino y se fue sin que los trabajadores del sector público consiguieran lo que pretendían, a la sazón, un ajuste en su sueldo ordinario. Más allá de la inmensa manipulación mediática populista y sesgada de parte de un sector interesado, todos sabíamos muy bien que en las condiciones actuales del país no es posible impactar retroactivamente los haberes de unos 6 millones de personas que dependen de las arcas del Estado.

Ahora bien, ya un poco más calmada la molestia inicial de los sindicatos y trabajadores en general, tanto los oficialistas como los demás, echemos un vistazo a la decisión adoptada por el Ejecutivo luego de casi 6 meses de conversaciones con todos los entes convocados, Central Bolivariana, OIT y Fedecámaras incluidos.

El ingreso promedio de la gran base laboral en el sector público estaba apenas por encima del sueldo mínimo y con certeza, la inmensa mayoría devengaba por debajo de los $30 mensuales, lo que los colocaba de lleno en la categoría de pobreza extrema, según la clasificación del Banco Mundial. Todo aquel por debajo de $57 entra en ese abominable lote. Con las medidas recientemente anunciadas, ahora pasan por encima de ese rasero y recuperan algo de su limitado poder de compra.

He ahí la explicación al mentado “frenazo” que sufrió nuestra economía a partir de agosto del 2022, tras las protestas del magisterio por el pago de las vacaciones, cuando las disposiciones del Ejecutivo dictaron linealmente la pérdida de valor de la moneda. La decisión de entonces fue inyectar “digitalmente” una gigantesca masa de bolívares inorgánicos, lo que terminó por llevar la tasa de cambio de 6 bolívares por dólar a principios de agosto a más de 25 en el día de hoy. Estábamos mal y empeoramos mucho. De nuevo pasamos al estancamiento con inflación.

Con esa lección a cuestas y sin hacer aquí juicios de valor sobre si eso les importe o no, la decisión actual es significativamente diferente a la de agosto. El ajuste indexado mensualmente por la vía del bono alimenticio y otro fulano bono con no sé qué melodramático nombre, permiten resolver dos problemas simultáneamente, a saber, mejorar de inmediato el nivel de ingresos de los asalariados sin causar un incremento impagable del pasivo laboral, ya que no impacta prestaciones, vacaciones ni demás beneficios de ley.

Aun si es solo a nivel latinoamericano, un sueldo mínimo mensual cercano a los $75 es risible, sin lugar a duda. Pero, para quienes devengaban tan solo un poco más de $7 hasta el pasado domingo, el ajuste es muy significativo. Al menos alcanza para comer alguito, lo cual en meses recientes se les hacía improbable. La drástica caída en los índices nacionales de nutrición y los de consumo de proteínas son el mejor ejemplo de ello. Este anuncio debería además ayudar en la tan necesaria recuperación del consumo privado, para apuntalar la economía.

Pero sabemos que esto no termina aquí. Los trabajadores han venido prestando sus servicios bajo unas ciertas condiciones laborales, que actualmente ya no son viables. Ello es indiscutible y sin embargo debe ser objeto de serias conversaciones para alcanzar un nuevo esquema que permita mejorar con creces los ingresos de nuestra fuerza laboral. Sólo así podremos pensar en rescatar sus condiciones de vida y la productividad en general de nuestra mano de obra. No basta tampoco con decir que el sector privado paga mucho mejor que el público; ya que en ambos se perdieron los haberes acumulados por años de servicio. La remuneración es y ha sido siempre muy baja por el nocivo efecto retroactivo de cualquier aumento.

La necesidad de mejorar los ingresos actuales debe privar por encima de los beneficios de unos supuestos pagos futuros. Antes de perderlas por la inflación, muchos trabajadores ya se habían visto forzados a retirar sus prestaciones para compensar sus bajos ingresos, quedando igualmente desprotegidos en su eventual cesantía. Además, la estabilidad laboral de años anteriores viene desapareciendo, no solamente en Venezuela ya que se trata de un fenómeno generacional. Los jóvenes no se quedan en una misma organización por mucho tiempo. Por ende, las prestaciones sociales retroactivas son un modelo agotado, que debemos revisar y sustituir.

Para ello es indispensable recuperar nuestra economía, lo cual pasa inevitablemente por abatir las perniciosas sanciones internacionales a nuestra principal fuente de ingresos, para retomar una senda de crecimiento sostenido que permita la absorción de mano de obra productiva y bien remunerada, en condiciones diferentes a las actuales. Sólo así podremos pensar en mejorar los planes de jubilación, la infraestructura de salud pública y todas las demás necesidades de aquellos que ya no puedan proveerse su propio sustento.

Debo quizás revalidar que la realidad política, que todos lo que estamos aquí vivimos por igual, pareciera colidir frontalmente con cualquier asomo de aporte al desarrollo socioeconómico de nuestro país y en especial de nuestro pueblo. Creo sin embargo, que no por ello podemos cejar en el permanente empeño por proponer y tratar de mejorar continuamente nuestras condiciones de vida y de las de aquellos que más lo necesitan.

No olvidemos nunca que “las oportunidades no se reparten por igual”. Hay muchos que por diversas circunstancias no logran acceder a lo mejor que a otros se les ofrece en lo educativo y laboral. Por eso todos debemos luchar, sin descanso, por las mejoras de los más desposeídos. Hagamos caso omiso a las enormes limitaciones vigentes y, aun así, hagamos patria.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

Venezuela en el contexto internacional

Guillermo Mendoza Dávila

Esta semana se juntaron en Colombia el hambre y las ganas de comer. Por una parte, otro líder izquierdista en busca de un trampolín a la palestra internacional, queriendo algo de protagonismo para participar en el complicado juego de la geopolítica global. Por la otra, ambos bandos de nuestra diatriba doméstica queriendo sacar lo mejor de una mala situación.

Lo de Petro podría parecer inicialmente intrascendente, ya que un amistoso llamado a elecciones libres, con desmontaje de sanciones y demás acuerdos de la Cumbre no suenan como gran cosa. Más de lo mismo, quizás. No mucho que mostrar luego de tanta alharaca, más allá de su agenda particular. Pero si lo ponemos en contexto, la imagen comienza a cambiar.

Casualmente, el canciller ruso Sergei Lavrov estaba de visita por estos lares, afianzando lazos con Lula en Brasil, fuerte aliado en el BRICS y serio proponente del desmontaje del dólar como principal divisa comercial. También visitó los otros sospechosos habituales, como Venezuela, Cuba y Nicaragua en busca de apoyo a su cruzada. Pero ya hace tiempo que Rusia perdió su sitial como potencia, con una economía que no está siquiera entre las diez primeras del ranking y un dilapidado aparato militar que ha dado enormes sinsabores a su máximo líder, en una vergonzosa y prolongada campaña que va de fracaso en fracaso. Haber bombardeado una ciudad rusa por error es el corolario de esta ignominiosa gesta.

El tema de fondo en la cita Bogotana es la energía venezolana. El mundo entiende que aún falta mucho petróleo y gas por consumir, quizás por todo lo que queda del siglo. En ese escenario, nuestras capacidades son muy apetecidas por los dos polos antagónicos del nuevo orden mundial, sinos y americanos. Y esa es la batalla que se está librando a nuestro alrededor y por cierto, sin que seamos nosotros los protagonistas.

Los chinos quieren consolidarse en el sitial de honor y para ello deben asegurar mercados para sus productos y materias primas para sus industrias. De allí sus alianzas e inversiones por doquier. La renovada ruta de la seda, el comercio en yuanes y acercamientos de todo tipo le dan permanencia y solidez a su proyecto. Los colosales financiamientos del Fondo Chino a los inconclusos proyectos chavistas ilustran claramente este punto. Avenencias a cualquier costo.

Por su parte, nuestros acuciosos vecinos del norte también deben comprender, al menos eso creemos, más allá del populismo de Trump y las tendencias izquierdistas de los demócratas, que el castigo impuesto a las instituciones venezolanas sólo consigue alejar aún más a su otrora aliado comercial y proveedor confiable de energía, y llevarlo derechito a los pies de Xi. Porque el petróleo se va a vender y el gas también, de eso no cabe duda. Sólo queda definir quien lo controla, militarmente o mediante acuerdos. Y más allá de oscuras transacciones con Irán o con la India, los que controlan el juego son solo dos.

En el corto plazo, la salida del mercado de varios millones de barriles de crudo ruso y su reducción en el suministro de gas a Europa occidental han creado una enorme crisis energética que sirvió para renovar el interés por las pocas opciones disponibles. En el centro de lo cual estamos nosotros, listos para reinsertarnos con relativa facilidad en la cadena energética universal. Reservas, pozos, poliductos y refinerías a pedir de boca, los que están y los que faltan. Quien se quede con ese trofeo es lo que se está discutiendo, en Bogotá, en Pekín y en Washington, además de toda Europa.

El visionario francés Jean Monnet dijo “los hombres pasan pero las instituciones quedan”. Necesitamos instituciones sólidas que perduren más allá de las personas que estén al frente en un momento dado. Alianzas internacionales que permitan al país desarrollarse y progresar es una de esas alianzas y para nosotros lo mejor sería trabajar con el viejo conocido, que caer en las garras del nuevo por conocer. Esperemos que en efecto, el viejo conocido lo vea así también.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

¿Crecimiento económico con sanciones?

Guillermo Mendoza Dávila

Las proyecciones de la CEPAL y el FMI coinciden en un crecimiento de nuestra economía del 5% para el 2023 y algo parecido en el 2024. A pesar de ser una noticia positiva, el monto previsto es verdaderamente insuficiente para que se traduzca en mejoras al nivel de vida de nuestra población y reducir las inmensas desigualdades sociales.

Tenemos una economía muy pequeña, por lo que crecer tan solo 5% resulta minúsculo. Para ponernos en contexto, aquí pasamos de ser una economía de unos $10.000 anuales per cápita hace 10 años a las cifras actuales, apenas cercanas a los $2.000 por persona. Creo que no hace falta más explicación. De ahí la pobreza, la migración, la desinversión y todos los otros males que nos abruman.

El crecimiento del PIB observado desde finales el 2021 y durante varios meses del 2022, superior al 10% sirvió para mejorar la capacidad de consumo de la población en general y de inmediato los indicadores comenzaron a recuperarse. Tanto sociales como económicos. Comenzó a disminuir la pobreza extrema y total, de la mano de la expansión de nuestra producción de bienes y servicios. Fue un buen comienzo. Pero ahora apuntamos a una cifra mucho menor.

La salida inmediata, necesaria y suficiente es harto conocida, pero tozudamente repudiada. Debemos lograr ya la eliminación definitiva de las sanciones a nuestras instituciones que mantienen la economía asfixiada. No hago juicios políticos, comprendo muy bien el fondo del asunto, pero reitero que la forma nos está matando a todos y muy especialmente a los que no disfrutamos de las canonjías del poder, y ello sin acercarnos ni un ápice a lo que se pretende con las benditas sanciones.

La historia, si en algo la valoramos, ha demostrado fehacientemente que las sanciones no cambian gobiernos, ni tampoco logran que rectifiquen sus posturas. Irán y Rusia son los países más sancionados del mundo, junto con Corea del Norte, China, Cuba, Nicaragua, Siria y una larga lista de evidencias de algo que no funciona. Repito, las sanciones no funcionan.

Por cierto, el irreverente mea culpa del gobierno ante la campante corrupción sirve para acabar para siempre con la tesis aquella de que gracias a las sanciones el gobierno roba menos. Como diría los franceses, au contraire, todo lo contrario. Han contribuido a una mayor falta de transparencia en el manejo de las finanzas públicas. Ergo más corrupción, a niveles insólitos.

Se viene en Colombia una muy cacareada Cumbre convocada por el nuevo paladín de la izquierda latinoamericana, para tratar el tema de las sanciones internacionales a Venezuela. Todos los actores de la oposición quieren asistir, nadie quiere perder la oportunidad de figurar y salir en la foto. Pido a Dios que la intención de alguno de los asistentes sea para apoyar y aupar la tesis de acabar con las sanciones a PDVSA y demás entes públicos.

Necesitamos recursos cuantiosos para mejorar los salarios, la inversión social y la inversión pública. También necesitamos pagar la deuda externa para no perder a CITGO. Solamente si aprovechamos el sector energético podremos alcanzar esos objetivos y para ello es imprescindible que se levanten las sanciones.

La contraloría del sector público no se logra por vía de medidas internacionales. Los actores no los van a cambiar otros gobiernos y los marines no van a venir. Eso lo que tenemos que hacer nosotros, desde aquí, unidos en defensa de lo que en verdad somos, que dista mucho de esta fracasada propuesta de manipulación social para beneficio personal de unos pocos.

Lo que ya una vez alcanzamos como nación lo podemos repetir, cuando todos nos veían con envidia, cuando todos querían migrar a Venezuela. Acabemos de una vez por todas con las sanciones que impiden nuestro crecimiento económico y luego busquemos juntos la forma de retomar la senda moralmente correcta del desarrollo social, con liderazgo político que pase esa prueba, pensando más en los que menos tienen y menos en las apetencias personales.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

¿Cómo ganar las elecciones?

Guillermo Mendoza Dávila

En el convulsionado mundo en el cual vivimos actualmente presenciamos al populista de Trump continuar enlodando la figura de la primera magistratura americana, ahora formalmente imputado con 34 cargos criminales de muy baja ralea y al truhan de Putin perseverar en su deleznable campaña militar, destruyendo atrozmente y sin razón alguna un país militarmente débil pero con mucho coraje y sobrada resolución. Por esto mismo, ahora Finlandia se une a la OTAN, alargando la frontera oriental de la alianza.

Desde China Xi Jinping no descansa en su empeño por coronarse como el nuevo campeón del imperialismo universal, pactando con “todo aquel” y usando su poderío económico para poner un pie firme en todos los continentes. Rusia por aquí, Arabia Saudita e Irán por acá, toda África más allá y, Venezuela, Argentina y Brasil por aquel otro lado, con México en la mira. Un nuevo orden mundial, a cualquier costo.

Mientras tanto en la pequeña Venecia, que podría salir potencialmente muy beneficiada por la variopinta actividad geopolítica antes descrita, ante eventos que probablemente no sabremos aprovechar, se nos avecina un proceso electoral primario para escoger un único candidato opositor que habrá de enfrentar, quizás y si se dan las cosas según lo actualmente previsto, al candidato oficialista en las elecciones presidenciales del 2024.

Múltiples actores de variados ámbitos han aceptado el reto, con muy poca capacidad de contención, lanzado con desparpajo su nombre en la contienda candidatural. Posiblemente muchos lleguen hasta el final, para vergüenza de todos, y otros, más prudentes entenderán a tiempo que deben tomar las de Villadiego. Esperemos que Er Conde y Bernabé estén entre los prudentes.

Ahora bien, no podemos menos que preguntarnos si en esta ocasión se aprovechará por fin la oportunidad para montar un frente debidamente unido y fortalecido para ofrecer al país una verdadera opción de salida a la triste realidad en la cual nos encontramos inmersos. Por lo cual me atrevo a lanzar una propuesta muy democrática y perdonen todos ustedes mi inusitada osadía. En realidad, ¿qué sabré yo de política?

Aquí va. Asumiendo que en los escasos seis meses que quedan para las votaciones de oposición no entre al ruedo un outsider con arrastre popular, por ahora sólo se nos han ofrecido dos personas que realmente reúnen las condiciones necesarias para salir triunfantes de este proceso. Podemos estar más o menos de acuerdo con sus posturas individuales, más extremas o más moderadas, pero yo creo que solo tenemos esas dos opciones, no más.

Dejemos sus nombres de lado por un momento y vamos al fondo de mi planteamiento. Propongo a ellos dos promover y celebrar un masivo acto público conjunto, para anunciarle al país una alianza entre dos candidatos hasta ahora bastante enfrentados y que no coinciden mucho en el fondo de sus planteamientos. En dicho acto anuncian un formal acuerdo por el cual cualquiera que resulte ganador en las primarias contará con el respaldo absoluto del otro, quien fungirá como su jefe de campaña y será desde ya su eventual vicepresidente y jefe del gabinete ejecutivo.

Esta improbable alianza enviaría un mensaje clarísimo al país. Más allá de lo que cada uno particularmente cree y quiere, de cómo se deben hacer las cosas, para ambos el país va primero. Unen sus esfuerzos para mejorar las opciones de triunfo en unas eventuales elecciones libres y después de cambiar a quienes gobiernan, entonces podrán dirimir las diferencias entre ellos.

Esto por cierto acabaría con el circo de las primarias y pondría el foco en lo que realmente cuenta Entonces, ahora sí, en concreto, sugiero que salgan juntos en la foto, con las manos agarradas y muy en alto, María Corina Machado y Henrique Capriles. Una fórmula ganadora de dos personas ciertamente consistentes. Esto es sólo una opinión, ya les dije que no soy experto en política, capero yo creo que para ganar las elecciones lo que hace falta es de fijo, un pacto. Y punto.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

¿Qué gobierno merecemos?

Guillermo Mendoza Dávila

Lo más grave que hay frente a la corrupción es que no hay sanción colectiva. Porque hay ladrones que todo el mundo sabe que son ladrones, que todo el mundo los marca con el dedo y los reciben muy bien y los aplauden porque tienen dinero o porque tienen poder”.

Rafael Caldera.

Cuando les pregunto sobre el gobierno que merecemos, no puedo menos que recordar esas tristemente certeras palabras del señor expresidente, recordado hoy más por la trascendencia de su padrinazgo del otro finado que por lo que logró en su dilatada trayectoria política, con sus dos períodos presidenciales. Incluyendo el triste legado de su hijo, el muy conocido pimentón.

En Carabobo gobernó por muchos años un señor que llegó de Caracas “limpio de solemnidad”. Bien lo recuerdo manejando él mismo su Mitsubishi negro, muy usado, al inicio de la campaña electoral. Ahora vive cómodamente con toda su familia en Connecticut, administrando su boutique financiera. Todos sabemos de donde salió el dinero para eso, pero muchos se rinden a sus pies. “…y los reciben muy bien y los aplauden…”.

También evoco aquel gris aspirante a la sociedad Valenciana de nombre Miguel, ufano opositor, cuando me invitó a su casa para asesorar a su grupete de amigos sobre aquellos bonos que el gobierno emitió a inicios de siglo, que se suscribían en bolívares a tasa preferencial y se podían redimir en divisas. Ante mi rotunda negativa me dijo con sorna, “pero compadrito, ahí nos podemos ganar una plata”. El dinero toma precedente ante la coherencia moral.

Llego al club un día cualquiera y veo a muchos socios de la high pelarle el diente al amigote aquel que salió de abajo con unos concretos contratos, medidos no en metros cúbicos sino en el voltaje del enchufe regional. Asumo que les paga los tragos y les invita la cena. “…y los reciben muy bien y los aplauden porque tienen dinero…”.

La otra tarde salí de mi oficina y una joven, por cierto muy poco agraciada se dirige al estacionamiento delante de mí y se sube a su auto que estaba parado en el único puesto designado para minusválidos. Observo indignado que además hay muchos otros puestos libres, pero este es obviamente el mejor, el que está más cerca. “…no hay sanción colectiva”.

Un anodino vecino lucha a brazo partido por presidir el Condominio donde vive, no para trabajar por su comunidad con transparencia y pulcritud encargado de los vigilantes y el ornato, sino más bien porque reparar las casetas y cambiar las luminarias deja una pequeña comisión. Y nos preguntamos, hasta dónde podremos llegar. “…que todo el mundo los marca con el dedo…”.

Ahora leemos, con lo poco que nos queda de capacidad de asombro que una joven de una buena familia, egresada de un reconocido colegio está supuestamente involucrada en la red de corrupción y degradación en PDVSA. Y no podemos menos que preguntarnos adónde se fueron los valores de nuestra sociedad. Pareciera que hemos perdido el sentimiento de la propia identidad. Es el dinero quien manda, nada más.

La oposición política está en disputa permanente por el poder entre las distintas facciones, en muchos casos más para lucrarse que para hacer el bien, como bien lo demostró el escurridizo López con su manejo de Monómeros. Una sola cara aparece con visos de honestidad y no es de extrañar que vaya punteando las encuestas. Ello en parte explica la alienación social y la pérdida de identidad colectiva… y es que no se ve salida digna.

Bastante y con razón criticamos la gestión pública a todo nivel. En las últimas dos décadas hemos visto desaprovechar extraordinarias oportunidades de continuar con el desarrollo de nuestro país, las condiciones sociales y las oportunidades económicas de nuestro pueblo. La corrupción y el desatino destacan por doquier.

Allá rodaron los avances en la educación, se deteriora la extraordinaria infraestructura edificada durante los 50 años anteriores al proceso actual y no se construye nada nuevo. Los empleos se acaban, los empresarios pasan las de Caín. Empero, no podemos menos que observar con desconsuelo como la filosofía de Eudomar Santos campea por estas calles. Todos los que están reflejados en este escrito quisieron que los pusieran donde haiga.

Nos criaron, sin dudas que a unos más que a otros, con en el sentido de que nuestras acciones y nuestros valores morales no deben ser contradictorios. Actualmente, la norma no parece ser esa, vemos como las acciones van detrás del dinero de forma amoral. El filósofo francés Joseph de Maistre (1753-1821) sostuvo que “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Es por eso que hoy les pregunto, ¿qué gobierno merecemos?

guillermomendozad@gmdconsultor.com

¿Irá preso Dudamel?

Guillermo Mendoza Dávila

Los venezolanos culminamos esta semana llenos de inmenso regocijo. Y no es para menos, ya que desde la campaña electoral de 1978, cuando se impuso aquel famoso eslogan ¿dónde están los reales? estábamos muy ansiosos a la espera de conocer la elusiva respuesta. Esta perspicaz campaña que propuso el entonces asesor americano David Garth, nunca fue respondida. Ni en la cuarta ni en la quinta.

Pero por fin, alabada sea María Lionza, luego de apenas 45 años, el prolongado acertijo nacional ha sido resuelto. SE LOS ESTABAN ROBANDO. A caray, quién lo hubiera pensado. Tamaña sorpresa para el incrédulo populus. Al menos nos queda claro que este gobierno va a luchar muy duro contra la omnipresente corrupción, ¡para que lo sepan! No les fue fácil abrir este criptex, más complejo que aquel que usó Dan Brown en el Código Da Vinci, pero ahora si van con todo.

A medida que pasan los días la cifra reportada en este pervertido episodio va subiendo. Inicialmente nos dijeron que el botín era de apenas $2.800 millones. Luego redondearon a meros $3.000. Ahora aquel afamado abogado que nos enseñó que no hay que ser flaco para “saltar la talanquera” nos habla de 23 millardos. Diantre. Vieron, sí que había suficiente dinero para ajustar los salarios públicos. Pero, resulta que los fondos se esfumaron por el oscuro camino del blockchain.

Pues bien, ¿qué podemos hacer de todo esto, cómo debemos interpretar esta sonora movida de mata? En ese espinoso sentido, a continuación les dejo una lectura, o más bien mi sencilla opinión al respecto.

Veamos los hechos. Al principio supimos que cayó con mucho estruendo el del trombón, luego les pusieron los ganchos a dos violinistas y al del clarinete, siguieron los de las flautas, la tuba, los platillos y el del gong. Está anunciado a los cuatro vientos que están buscando al pianista y pronto deben atrapar al del contrabajo. Pero aquí la gran pregunta, la verdadera cuestión de fondo es ¿qué pasará con el director de la orquesta?

Obviamente, ante toda encrucijada hay dos opciones. Una, que quede libre y desaparezca con el atardecer, esperando que llegue el olvido que borre las huellas de su disonante gestión; en cuyo caso sabremos que esto no fue otra cosa más que un movimiento magistral en el tablero del ajedrez político que han sabido jugar con inusitada destreza los que conforman este bizarro movimiento. En especial ante una inminente campaña electoral, con los puntos bajos.

Allí sabremos que con demostrada maestría enrocaron la torre y el rey, movieron la reina y sacrificaron algunos peones para que el juego continúe. Quizás atendieron a llamados internacionales sobre la idoneidad de quien negocie y firme nuevos contratos con empresas petroleras, quizás fue la presión interna de los encumbrados hermanos que según los periodistas ya era muy evidente, o quizás una cualquiera de las otras tantas interpretaciones magistralmente urdidas que hemos escuchado esta semana.

Empero, no olvidemos que tenemos aún por considerar el otro ramal de esta enrevesada bifurcación. Que no es otra cosa que despertar y leer incrédulos que hicieron preso al famoso director de esta desafinada orquesta. Entonces la lectura es otra y muy diferente; claramente, que aquí alguien se haya comido la luz.

Si el reparto no fue acorde a los términos previamente acordados entre los reconocidos cabecillas del sistema de orquestas; entonces, todos ellos, muy insatisfechos con el extravío de “sus” fondos mediante el uso de las elusivas criptos hayan pasado severa factura, cortando la cabeza a uno de los suyos. Un extraordinario adulticidio, inesperado e impensado en el seno de este proceso.

Hacemos uso del refranero popular con aquello de “amanecerá y veremos”. El tiempo, más temprano que tarde será el inequívoco juez de esta compleja charada. Sigo preguntándome con alto grado de incredulidad… ¿Irá preso Dudamel?

Cómo superar la crisis

Guillermo Mendoza Dávila

Las empresas nacionales, léase sus líderes y su gerencia enfrentan un reto transcendental. Conducir las organizaciones hasta su objetivo en las circunstancias actuales es una tarea titánica. El entorno internacional está sumamente enrarecido con la inflación y decrecimiento de la economía post pandemia, el alto costo de la energía por la invasión de Ucrania y las disrupciones en las cadenas de suministros, en gran medida por los efectos del Covid en China.

A eso le sumamos la realidad nacional, con una prolongada recesión y alta inflación, ambas heridas autoinfligidas, en un modelo de manejos fallidos y decisiones de orientación política más que social y económica. Ahora bien, amigos empresarios rendirnos no es una opción. Debemos asumir con resolución el rol que la situación reclama de nosotros. La pregunta es, ¿qué podemos hacer? Vamos a tratar de responder de forma sucinta, los más corto y concreto posible.

Sine qua non, toda empresa debe caminar de la mano de una estrategia comercial certera, vigente, que persiga la creación de valor para sí misma y para sus clientes. Una oferta atractiva con elementos diferenciadores que permitan satisfacer necesidades del mercado. Ergo, vender. Sin esto, todo lo que sigue a continuación está de más.

¿Qué quiere mi cliente de mí, cómo me diferencio, es por precio, por calidad, es la marca, variedad, tiempo de respuesta, por garantía o por servicio? Saberlo es obligatorio. Debemos estar al tanto de cómo lo atiendo y cómo le gano a mi competidor. Contestar con claridad, ¿por qué me va a comprar a mí y no a otro? Si tengo esa respuesta, tengo grandes posibilidades de éxito.

La agilidad y sentido de urgencia en la adopción de estrategias y toma de decisiones es crucial. Nunca como hoy importó tanto aquello de no dejar para mañana. También, hay que adoptar la digitalización y automatización de los procesos y la información, lo que permite responder con mayor eficiencia en las operaciones y tener los datos a la mano, actualizados y prestos para ayudar a analizar la gestión y actuar.

Los costos y gastos deben revisarse y controlarse para minimizar las erogaciones. De igual forma, hay que trabajar de cerca con los proveedores y desarrollar alianzas para que no falten los insumos, sin incurrir en excesos de inventario. No habiendo mayores opciones de financiamiento externo disponibles, debemos preservar el efectivo, ya que es la principal arma en tiempos como estos. Cash is King.

Dejo para último el elemento de mayor trascendencia. Hay que rodearse de los mejores que podamos costear. Profesionales que conozcan y compartan los objetivos de la organización y que puedan alcanzar su satisfacción personal y profesional en el duro devenir de su desempeño diario, ayudando a conducir este pesado barco a puerto seguro, en un entorno de directrices claras y flexibilidad en su ejecución.

Los líderes deben tener la capacidad de reconocer el potencial y sacar lo mejor de cada individuo. Inculcar en sus colaboradores el porqué de lo que hacen, inspirarlos con su visión y lograr su compromiso, promoviendo y fomentando innovación y productividad. Muchos entre nosotros se han visto forzados a renunciar, a tirar la toalla. Pero otros siguen aquí, luchando en la adversidad con la dirección que aún lo permite. ¿Qué hacen ellos bien?

El éxito se alcanza cuando se logran las metas. Solamente con el liderazgo adecuado y un equipo muy comprometido se pueden dar esos resultados. Para superar los tiempos de crisis el liderazgo empresarial debe proporcionar el ejemplo, enseñar el camino, motivando a las personas a trabajar juntas para lograr el fin común, invirtiendo tiempo y recursos en su equipo para que produzcan su mejor desempeño, con agilidad para decidir y manteniendo siempre el enfoque comercial.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

El divorcio de Shakira

Guillermo Mendoza Dávila

Todos los cristianos en general, pero muy especialmente aquellos más aficionados al mundo de la farándula, hemos vivido muy de cerca la separación de la colombiana y el culé. Y es que las noticias no cesan. Las últimas semanas han sido particularmente intensas con un bombardeo incesante que mantiene la atención del mundo entero centrada en lo que de otra manera hubiera pasado mayormente desapercibido.

En realidad, siendo muy honestos, a quién le puede interesar cuál de ellos hizo qué, los intríngulis de su relación anterior o actual, las verdaderas razones de su divorcio o si ahora se mudan para Miami. Solamente a los muy aficionados al mundo del espectáculo y por unos pocos días.

Cabe entonces la pregunta, si no nos entretiene (para nada) el show business, por qué abordamos el tema. Entremos entonces en las verdaderas razones de mi escrito. La agencia de Publicidad y Mercadeo encargada de manejar la imagen y los negocios de la cantante ha dado al mundo una clara demostración de lo que ello involucra, de por qué cobran lo que cobran, y por qué hay que invertir en la promover imagen del producto. Estrategia comercial.

Estamos en presencia de un fantástico caso de estudio que ya muy pronto recogerá y publicará el Harvard Business Review y que sin dudas será objeto de clases magistrales, estudiado y analizado en las aulas de los mejores MBA en muchas universidades.

Porque sabemos que no estamos leyendo acerca de un caso más del fin de una mala relación entre dos famosos. No se trata solamente de unas canciones pegajosas. Porque no es así. Estamos presenciando una extraordinaria lección de mercadeo y ventas. Una que tomó muchas horas de preparación en las oficinas de una agencia muy profesional; seguramente de las mejores del mundo. Porque ni siquiera el divorcio de Lady D y el ahora rey generó tanto dinero.

En las 24 horas siguientes a salir al aire la primera de las ya famosas piezas musicales, Te Felicito, la habían escuchado 4 millones de personas. Luego lanzaron otra y después una tercera, hasta la estocada final de la primera temporada, la que canta a dúo con otra colombiana, Carolina Giraldo Navarro, la popular Karol G. Por cierto, esperemos lo que viene, porque sin dudas y como dicen los musiús, more to come.

No olvide mi querido lector que cada vez que las muy notorias canciones se escuchan, por cualquiera de las múltiples plataformas, la Patrona cobra su parte. El mundo de la música lo dominan ahora los servicios de streaming, tales como Spotify, Amazon music, Apple music, You Tube y tantos otros. Esos que nos cobran una tarifa mensual a los suscriptores y le pagan una chivita por cada reproducción a los artistas.

Luego vienen todas las otras fuentes de ingreso asociadas, como las presentaciones en vivo, los patrocinantes, las redes sociales, la radio, la mercancía y otras más. La infinita genialidad de la ya mencionada agencia se evidencia cuando le encarga a un buen compositor, que claramente todos saben bien quien es, una letra. Le dan el guion, le dicen que incluya por algún lado unas marcas de artículos mundanos y proceden a subastar esa estupenda gema.

No sabría decir cuanto fue, pero imaginan ustedes lo que pagó Renault por aparecer allí. Fundada en 1899, ningún aviso publicitario en la historia de la fábrica había producido tantos dividendos. Casio no perdió la oportunidad de estar junto a Rolex en boca de cientos de millones de personas. Al costo que sea, eso no les importó ya que el resultado de su inversión fue lo que la habilidosa agencia les había garantizado y les cumplieron con creces.

El mundo de la música está en su mejor momento comercial. Allí se insertó con increíble acierto esta sencilla muchacha latina con grandes habilidades artísticas para explotar, en el mejor de los sentidos, su proyección universal. El otro no sabe todavía qué le pegó, y es que cada vez que él abre la boca ella no llora, pero sí factura. Así se mata un despecho. Chapó Shakira, me quito el sombrero.

guillermomendozad@gmdconsultor.com

De economía y profecías autocumplidas

Guillermo Mendoza Dávila

Una profecía autocumplida es el proceso por el cual determinadas expectativas conducen a su propia confirmación. Una creencia sobre un evento futuro que lleva a las personas a actuar de una cierta manera, lo que en última instancia hace que se produzca el resultado anticipado. El término formal proviene del sociólogo norteamericano Robert K. Merton, pero ya antes Henry Ford lo había enunciado, “tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, tienes razón”.

En economía, es la noción de que las creencias colectivas y las expectativas de los consumidores, las empresas y los inversionistas pueden influir significativamente en los resultados económicos de un país, al impactar en la conducta y en la toma de decisiones de los individuos.

Cuando dichas expectativas son optimistas, es muy probable que los consumidores y las empresas actúen acorde, invirtiendo y gastando más dinero, lo que de inmediato impulsa el crecimiento económico. Por el contrario, cuando las expectativas son pesimistas, la actividad económica se reciente y el crecimiento se desacelera.

El gobierno juega un importante papel en este proceso. Cuando las políticas públicas se consideran beneficiosas para el desarrollo de la economía, ello conduce a un aumento del gasto de los consumidores y de las empresas, lo que a su vez conduce a un mayor crecimiento económico. Lo contrario produce un efecto desfavorable. Lo mismo se puede decir de la percepción del desempeño del Banco Central.

De igual manera, los medios de comunicación juegan un rol crucial en la formación de expectativas de la población. Si las noticias económicas se difunden de manera positiva, pueden generar un mayor gasto de los consumidores y las empresas. Compleja labor si no hay noticias positivas que difundir, pero debemos cuidarnos mucho de las fake news.

En la Venezuela contemporánea, el ligero crecimiento económico de finales del 2021 y el primer semestre del 2022 se alimentó considerable de la susodicha profecía, ya que en general se respiraba un cierto aire de mejoría. El mercado como colectivo incrementó su consumo, las empresas mejoraron su contratación y remuneración, los emisores e inversionistas regresaron a la bolsa de valores, surgieron algunos nuevos negocios. Las expectativas ayudaron al resurgir del sector comercial, que vivió una tenue mejoría de la mano del gasto particular.

Pero luego nos pegó la modificación del IGTF sobre la dolarización, la debacle monetaria de agosto y la caída de la renta petrolera por la pérdida del aliado ruso para la colocación del crudo, y muy pronto el sentimiento colectivo cambió. Las esperanzas de mejoría se desvanecieron de la mano del resurgir de la inflación y la depreciación sostenida de la moneda. Expectativas negativas autocumplidas.

Hoy día, aun cuando los economistas todavía predecimos un repunte del PIB para el 2023, el saber popular está muy desanimado y las velas están arriadas. El consumo agregado ha bajado, las empresas están agazapadas, las ventas y la cobranza maltrechas, y el arribo de unas aburridas primarias no ayudan en nada. Dichas expectativas negativas conducen a un mayor deterioro del desempeño económico nacional.

Como colectivo, lo que necesitamos con urgencia es renovar el ánimo. Empero, recuperar nuestro entusiasmo no es tarea fácil, ya que hace falta crear un ambiente positivo en lo económico y en lo político, y ambos planos están seriamente comprometidos por ahora.

Quizás una mayor apertura petrolera junto al incremento del comercio bilateral con Colombia y Brasil, más el necesario acuerdo tripartito para mejorar el salario público nos traigan renovadas esperanzas económicas. Quizás algún sorprendente pacto electoral motive al desilusionado pueblo a sonreír nuevamente.

Quisiera pensar también en un certero viraje de las políticas públicas, pero ni en el famoso sueño de Martin Luther King había tanta esperanza. A corto plazo necesitamos unirnos para apoyar y generar expectativas francamente positivas, a partir de escenarios creíbles. De esas que según la embrujada profecía, se puedan autocumplir.

guillermomendozad@gmdconsultor.com