Si bien la política exterior de Estados Unidos hacia Venezuela es bipartidista, todavía es una incógnita cuál será la posición que asumirá el presidente electo, Donald Trump, en medio de conflictos mundiales que impactan en aspectos energéticos: ¿una política de máxima presión como en su primer período o una más moderada como la que adoptó el actual mandatario, Joe Biden?
La incertidumbre aumenta conforme se acerca el 10 de enero, fecha en la que el presidente electo de Venezuela debe asumir el cargo, en medio de cuestionamientos de la comunidad internacional que pide resultados “verificables” de las elecciones del 28 de julio.
El presidente Nicolás Maduro fue proclamado ganador para un tercer mandato, a pesar de las denuncias de fraude de la oposición y de que la autoridad electoral no mostró datos desglosados; mientras que el excandidato opositor Edmundo González, exiliado en España, ha asegurado que espera volver para asumir la presidencia.
Trump, que pocas veces nombró a Venezuela durante su campaña y cuando lo hizo fue con imprecisiones, volverá a ocupar la Casa Blanca en medio de un complejo panorama, con varios conflictos internacionales en curso que envuelven importantes corredores energéticos.
Benigno Alarcón, politólogo y director del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), afirma que, por lo pronto, solo queda claro cómo actuó Trump durante su primer mandato.
“Sabemos lo que sucedió en el pasado, pero también sabemos que hubo cosas que no funcionaron como esperaba la Casa Blanca en ese momento y eso podría modificar la conducta”, sostiene, aunque no descarta que las relaciones puedan ser “más accidentadas”.
Luis Peche Arteaga, consultor político e internacionalista, subraya que existen intereses de actores económicos estadounidenses vinculados al sector petrolero, lo que, a su juicio, podría ser un factor importante en la política de Trump.
Leonardo Buniak, economista, calificador de riesgo y especialista en geopolítica de la energía, destaca que respecto a las sanciones cualquier escenario es posible, pero ve poco probable que sean revocadas las licencias aprobadas a empresas petroleras.
“¿Por qué razón?, porque va a primar la seguridad energética de EEUU. En cualquier escenario sociopolítico en Venezuela el petróleo manda”, dijo a periodistas en un foro empresarial celebrado recientemente en Caracas.
En abril, Estados Unidos revocó una licencia que autorizaba transacciones al sector petrolero y gasístico de Venezuela por considerar que el gobierno de Maduro incumplió compromisos asumidos en materia de garantías electorales, pero permitió la posibilidad de que se emitan licencias específicas.
Tras felicitar a Trump por su victoria, el gobierno de Maduro manifestó estar dispuesto a entablar “buenas relaciones” sobre la base de “diálogo, respeto y sensatez”.
“En su primer gobierno, presidente reelecto Donald Trump, no nos fue bien, este es un nuevo comienzo para que apostemos a ganar-ganar y le vaya bien a Estados Unidos, le vaya bien a Venezuela”, dijo Maduro.
“La voluntad de Dios”
En medio del clima de miedo generalizado que se vive en el país tras las elecciones presidenciales del 28 de julio, algunos venezolanos creen que la llegada de Trump al poder podría ocasionar que se concreten cambios positivos para Venezuela, pero otros se muestran suspicaces.
“Si él ganó, por algo Dios permitió eso. Estamos esperando que se haga la voluntad de Dios a través de Trump, que a lo mejor podría ser la pieza prevista para nuestro país”, dijo Gregoria, una mujer consultada por la Voz de América en una calle de Caracas sin dejar de asomar la dura situación económica que atraviesan millones de venezolanos.
Unos metros más adelante, Eduardo Palacios manifestó tener esperanzas de que EEUU ayude a Venezuela a “salir adelante”, pero no mediante sanciones.
“No van a lograr nada con sanciones. No creo que las levanten, a lo mejor aplican más fuerte para presionar más al gobierno actual”, afirmó.
Para Leonel López, otro ciudadano encuestado por VOA, sería ideal la normalización de las relaciones entre Caracas y Washington, así como el cese del “bloqueo”, pero considera que Trump viene “con presión”.
“Tiene el resentimiento hacia Venezuela en particular, más que hacia otros países de Latinoamérica”, opina.
Las relaciones entre EEUU y Venezuela, que antes de la llegada al poder del expresidente Hugo Chávez fueron históricamente amistosas y sólidas, viven uno de sus peores momentos desde que rompieron lazos en 2019, cuando Trump, que instauró una política de máxima presión, reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
Guaidó fue reconocido por al menos cincuenta países bajo el argumento de que el proceso electoral en el que en 2018 Maduro obtuvo la reelección fue “fraudulento”.
En 2022, tras la invasión de Rusia a Ucrania, se abrió un canal directo entre Washington y Caracas que derivó en el canje, a finales del año pasado, de un grupo de estadounidenses detenidos en Venezuela por Alex Saab, un cercano colaborador de Maduro, actualmente ministro de Industrias, que era procesado en EEUU por lavado de capitales.
Posteriormente el gobierno venezolano acusó a EEUU de incumplir dos memorandos de entendimiento firmados con representantes de la Administración Biden, uno sobre materia migratoria y otro sobre aspectos políticos y diplomáticos, orientados a normalizar las relaciones entre ambos países.