Editorial

Después de las festividades navideñas, que suelen inspirar un espíritu de reconciliación, comienzan a surgir críticas hacia la actuación política de María Corina Machado. Aunque estas críticas parecen provenir principalmente de los perpetuos inconformes, reflejan una actitud persistente en el panorama político nacional: la emisión de juicios de valor sobre cualquier acción política sin fundamentos y sin un conocimiento profundo de las circunstancias que la originaron.

Es claro que el camino hacia la recuperación plena de la democracia en nuestro país estará lleno de obstáculos. Para superar estos desafíos, es crucial utilizar las herramientas de la política en lugar de recurrir a un ficticio belicismo, aunque esto no sea del agrado de algunos.

En las actuales circunstancias que prevalecen en nuestro país, se necesita no solo firmeza, sino también una gran habilidad política. Es evidente que las transiciones hacia la democracia son más el resultado de negociaciones que de imposiciones.

Hoy en día, ni el régimen ni la oposición pueden imponer permanentemente su voluntad, ya que ninguno de los bandos enfrentados ha logrado derrotar o aniquilar al adversario. Nos encontramos más bien en una situación similar a la de Sudáfrica, donde la inteligencia y habilidad política de Mandela facilitaron la reconciliación pacífica entre los contendientes.

María Corina Machado está desempeñando su papel de manera apropiada, y afortunadamente, no está sola en este camino. La inmensa mayoría del país la respalda, y cada vez más recibe el apoyo de sectores fundamentales de la comunidad internacional.

Aunque las críticas aisladas persistirán, la mayoría no les prestará atención y seguirán siendo voces perdidas en el desierto de los perpetuos insatisfechos.

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