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¿Una opción de estrategia para la oposición venezolana?

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

Pareciera ingenuo, tonto e inoportuno discutir el tema que propongo en el título, pero creo que, como menos, podría provocar una reflexión en los dos mundos que están interesados en una solución perdurable de la situación venezolana. El de los partidos políticos y el de la sociedad civil; los primeros porque podrían perder una oportunidad importante de reorientar su plan de acción y la segunda porque es y seguirá siendo la más afectada si las cosas siguen como van. Pensemos, por un momento en que el actual régimen de gobierno se mantenga y se consolide para largo o definitivamente. Es un escenario que no podemos desechar y sobre el cual debemos reflexionar, aun cuando algunas voces esperen cambios y resultados prontos o en un plazo cercano.

Si nos colocamos, como hasta ahora, esperando una solución internacional, cualquiera que sea, solo una negociación entre partidos o una salida electoral, en mi humilde opinión estamos confundiendo la estrategia con la táctica, pues todas estas acciones recién nombradas son tácticas para, posiblemente, recuperar el poder, pero no resuelven un problema básico, cual es quitarle el apoyo popular a la “revolución”. Para ello, habría que atacar y resolver de manera sostenible la situación de pobreza en que vive la gran masa de la población, a la que se le ha arrebatado el ordenamiento democrático que garantice sus decisiones electorales y una prosperidad sostenible en el tiempo. A esa gran mayoría debería dirigirse la oposición con otro discurso que se salga del conflicto político.

Entonces, ¿Cuál puede ser una verdadera estrategia? Otra vez, en mi humilde opinión, lo que debería proceder es que la oposición se proponga recuperar el poder en su sentido más amplio, esto es recuperar de nuevo el apoyo popular. Ciertamente, cambiar el Parlamento, el Tribunal de Justicia y el Gobierno es necesario, pero no es suficiente, pues con ello no terminamos de enfrentar los temas de fondo que acosan la sociedad venezolana, principalmente los de los más vulnerables y de menores recursos.

Conquistar ese poder, creo, es el que no pareciera haberse planteado la oposición porque cree tener ganada y a su favor a la gran mayoría de la población y esta es la interrogante que planteo y que tendría que reflexionarse seria y rigurosamente. Si bien muchas encuestas registran una gran insatisfacción con el gobierno y eso se interpreta como un apoyo tácito y automático a la oposición, este no necesariamente termina de traducirse en un claro y definitivo respaldo para el cambio político. Las manifestaciones de apoyo se expresan en los momentos electorales y estos están contaminados por el fraude, el engaño y el peso de los recursos y la propaganda. Por ello, se obtienen resultados distintos y contradictorios.

Ahora bien, una estrategia en aquella dirección solo cobraría sentido si el discurso político de la oposición politica cambie de contenido, se coloque en esa perspectiva y cuando su liderazgo se replantee reconstruir el verdadero rol del partido político, esto es la conquista del apoyo popular. Algunos analistas y partidarios del mundo opositor han planteado con suficiente razón que nada pasará en Venezuela para lograr un cambio político, si al gran apoyo internacional obtenido no se le suma un componente significativo de “movilización interna”, pero este no se dará jamás si el liderazgo político no cambia su visión de la conquista del poder y la limita a la táctica de dominar la Asamblea o conquistar el Poder Ejecutivo.

Esa gran mayoría, reconozcamos, fue conquistada y convencida por un discurso que penetró en sus más profundas entrañas y todavía esa herencia sigue presente en el animo de la gente. Aun cuando la situación económica y social siga siendo terrible, el temor a un cambio que no termina de inspirarles confianza es un elemento decisivo y ella solo se conseguirá acercándose a sus graves problemas, a sus intereses y a sus valores., Cuando estos giren su mensaje en esa dirección abrirán las puertas de la movilización interna

Mientras tanto: ¿Qué puede hacer la sociedad civil, siendo que, frente a este cuadro, sabe que el país se le va de las manos, no solo por el creciente déficit democrático, sino porque al final termina “pagando los platos rotos” y porque ha dejado el país a la deriva? Soy de la opinión de que debe tomar iniciativas articuladas y provocar un encuentro que obligue a retomar el camino del país que todos queremos y que obligue a los partidos políticos a salirse de la ruta de un exclusivo conflicto político. La sociedad civil debería constituir y articular un mecanismo de defensa en esa dirección.

Solo si logramos la confluencia de los partidos políticos y la sociedad civil en una dirección de alto vuelo que ponga a Venezuela por encima de todo, que reconquiste la confianza de la gran mayoría por la opción de una sociedad abierta, sin paternalismo y con la mira puesta en prosperidad para todos, podremos superar esta transición “revolucionaria” que tanto daño ha hecho, que ha traído desgracia y división entre venezolanos. Creo posible que algunos o muchos de los que la apoyan verían con buenos ojos una iniciativa de este carácter.

Ahora, frente a la urgencia y la emergencia originada en la pandemia, se presenta una gran oportunidad para rehacer el camino e ir en conquista de esa gran mayoría que sigue pendiente de que alguien se les acerque, le genere confianza y les presente una solución creíble y sostenible para su futuro. Quizás, de esa manera, logremos captar una inmensa mayoría para ese objetivo táctico de propiciar una gran movilización interna en favor del cambio.