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El Ángel tenía sexo o… ¡La hiperinflación que arruinó a los alemanes y a los venezolanos!

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 6 min.

¡Apátrida! ¡Traidora! Aulló desde el poder, más de una década después de que la hiperinflación se apoderara del país. Fue ese que compensaba su sentimiento de inferioridad -nacido de las agresiones sufridas durante su niñez- con el ejercicio tiránico del poder. El resentimiento y la venganza, ocupaban su alma ¡Narcisista psicópata! (1) … fue el diagnóstico de la personalidad de aquel que estigmatizó de apátrida y traidora a la alemana nacida en próspera cuna y bien educada Marlene Dietrich -protagonista de la película el Ángel Azul- ¡Ella era su más feroz opositora!

Después de eso, tuvo que emigrar y aceptar, agradecida, otra nacionalidad (2). Fue la historia de miles… A los 19 años de edad, ella padeció esa locura colectiva que sufrió Alemania y cuya única arista visible era el “remarcaje obsesivo” de los precios. Y no había superintendencias de protección al consumidor, ni controles, que pudiesen hacer algún contrapeso. Y es que no los hay, en parte alguna del universo ¡El extremo y desenfrenado aumento de precios definía el momento!... Y afectó la conducta de la futura diva. Esa que confesó tener sexo, pero no género. Esa que fue pionera en la liberación de los roles sexuales. Ella violentó las normas y los convencionalismos de la época y modeló la futura independencia femenina. Inolvidable es esa imagen cinematográfica en la que vestida con smoking besa a otra mujer… La bisexualidad y la androginia abiertamente expuestas… Esa era una revolución en el inicio del siglo XX… “Su masculinidad atrae a las mujeres y su sexualidad a los hombres” dijeron muchos (3).

Y ella no fue la única afectada. La drástica y continuada pérdida de valor de la moneda los desquició a todos. Horroroso momento en el que en la mañana un pan costaba 20 mil marcos y en la tarde, 5 millones. Debía la joven apurarse para ordenar en los restaurantes, pues los precios de los platos subían mientras comían. Los trabajadores eran pagados diariamente ¡Dos veces! Probablemente la joven de 19 años no conocía la causa de tal desenfreno… Tal vez pensó que los dioses habrían enloquecido…Y que los comerciantes también. Culpables del desbarajuste.

En el siglo XXI, el DeutscheBank nos dice, que la causa fue emisión de billetes por parte del gobierno (4) . Con ello enfrentó la invasión franco-belga. Y es que los invasores se apoderaron de un distrito industrial alemán (5) para cobrarle a sus industriales, las deudas del gobierno (6). Este se opuso decididamente. Instó a los empresarios cerrar sus fábricas. Y asumió el pago de trabajadores y fábricas ociosos. Por ello empezó a imprimir billetes. Sin respaldo en trabajo. Ni en producción. De inmediato… ¡Cayó el valor del marco alemán! Los comerciantes para cubrirse, comenzaron a subir los precios. Constantemente, conforme se sucedía la emisión de billetes. Allí empezó el descontrol…

La espiral inflacionaria rápidamente se apoderó de la conducta social ¡Enloqueciéndola! Se formó un huracán social… Los precios subían y subían y -sorprendentemente- la gente se divertía y se divertía… Y, pensando tal vez en que no habría ya nada más, después de tan extrema locura… la gente se desinhibía. En el Berlín bullicioso y libertino de “los dorados años ´20”. Lleno de licenciosos Kabaretts en los que pululaba la libertad sexual y el travestismo. Era allí a donde la Dietrich tuvo que trabajar. En los muy particulares Kabaretts berlineses. Reflejo fiel de la tragedia que estaban viviendo... Los shows musicales de lesbianas y travestis se mezclaban con la sátira política. Su audiencia… una disidencia en efervescente expansión. Y… artistas y literatos a granel. Y es que sorprendentemente la frenética hiperinflación parece haber hecho de Alemania un país vibrante al extremo. Y cargado de fecunda energía expresiva y experimental que marcó la música, el teatro, el cine, la danza y el diseño. Fue un hito, el estreno de La Opera de Tres Centavos de Bertolt Brecht (7) que satirizaba al capitalismo berlinés, a través de la figura de un villano del siglo XIX. Una de sus piezas -Mack the Knife- ha sido convertida en un standard del jazz, que disfrutamos en maravillosas interpretaciones de Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Frank Sinatra, Tonny Bennett y otras muchas glorias de la música. Hasta nuestro Rubén Blades se inspiró en ella para hacer su Pedro Navaja.

Otro hito -el Bauhaus-. Ese estilo futurista de construcción que lo fusionaba con la arquitectura, la escultura y la pintura, para “crear formas que se elevarían hasta los cielos de manos de miles de artesanos como símbolo cristalino de una nueva fe” (8). Las películas El Gabinete del Dr Caligari (1920) de Robert Wiene y Metrópolis de Fritz Lang (1927), son exponentes de lo mejor del cine universal. Pintores como Kandisnki, Klee y Kirchner se daban cita permanente en esos antros de perdición. Nunca serán olvidados… Eran los “dorados años 20”. Esos que Marlene Dietrich vivió en los cabarets berlineses de la República de Weimar -el primer experimento democrático alemán (9)- “No es exageración decir que… era el sitio más emocionante… del mundo”. Una emoción que tenía raíces firmes… Una emoción que exaltaría los sentimientos del mundo entero. Ella no defraudaría. No habría habitante en el mundo que no soltase una lágrima…por Alemania. Y por Europa… Ambas desangradas…Y es que el monstruo maléfico nace del seno de las sociedades defraudadas por su propia gente. Un colectivo que crecía y se multiplicaba a la vez que veía crecer y multiplicarse sus frustraciones. Una y otra vez… Siempre defraudados ¡por su propia gente!…

Hasta que por fin… llegó el experimento político: la República de Weimar (1919) y su reluciente Constitución. Esa que le garantizaba a cada alemán el derecho a expresar sus opiniones libremente: oral, escritas, pintadas o en cualquier otra forma. Ratificada en el teatro berlinés donde Goethe y Schiller dirigieron sus obras. Esa marcada por la apertura y la tolerancia social. Y los artistas aprovecharon la apertura para expresar la tumultuosa época que estaban viviendo. La intencionada desestabilización de la moneda que provocó la ruptura de las convenciones sociales. Era la tormenta perfecta. Así lo vivió la Dietrich. Se acabaron los ahorros de toda la vida. Los de ella y los de sus padres. Y los de todos los alemanes… Y no había ni cómo comprar la comida… ¡menos medicinas! Y es que el precio del dólar subía y subía… Desmesuradamente. Un dólar llegó a costar 4,2 billones de marcos…. Si, sí. Eso es posible. La emisión de billetes lo hizo posible ¡Vayámonos preparando pues esto en Venezuela sólo está iniciándose!…

Y esa locura la trató de afrontar la Marlene Dietrich con su sueldo de cabaretera ¡Qué terrible momento! Lo cierto es que por arte de magia, ella se hizo famosa y millonaria y el gobierno alemán, logró dar fin a la ocupación. La cambió por acabar la resistencia pasiva contra los invasores. Y, con la nueva moneda que introdujo para estabilizar al marco alemán -el Retenmark- la suma total de la deuda de guerra estimada en 154 billones de marcos, cayó a 15.4 centavos el mismo día en que ese nuevo marco fue introducido (10). ¡Truco mágico que arruinó a todos los alemanes! La otra parte de la historia usted la conoce. Es aún más emocionante… aumentó la radicalización política, acabaron con la República de Weimar y llevaron al poder al carismático “narcisista psicópata” Adolf Hitler con otra oferta fraudulenta: reconstruir el imperio alemán.

La lección aprendida por Alemania después de la estruendosa y sangrienta caída de ese imperio, fue la de velar incansablemente por la estabilidad de su moneda. Y por ello le pregunto: Conocidas ya las graves consecuencias sociales de la emisión de billetes sin respaldo ¿Deberíamos proponer su tipificación como delito? ¿Un delito de lesa humanidad? Nótese que en Venezuela, la hiperinflación se inicia estrangulando a la empresa privada y acabando con los empleos que ella aportaba, para convertirse -el gobierno- en el gran empleador. Y para pagarlos, el muy “benefactor gobierno”, emite billetes inorgánicos -que sus familiares y amigos cambian por dólares presionando al alza de su precio-. Se hacen millonarios y por “arte de magia” se dispara la hiperinflación arruinando al resto de los venezolanos. Y… se reduce la población del país. Muchos emigran. Los que se quedan mueren. Y como la “guinda de la torta” culpa a la empresa privada. Queda dueño y señor de la “riqueza nacional”… ¡Expropiada!

Leipzig, enero, 2018

@KarinvanGroning

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