Sabes mejor que nadie
Que me fallaste
Que lo que prometiste se te olvido
Sabes a ciencia cierta
Que me engañaste
Aunque nadie te amara
Igual que yo
Lleno estoy de razones
Pa'despreciarte
Y sin embargo quiero
Que seas feliz
Que allá en el otro mundo
En vez de infierno
Encuentres gloria
Y que una nube de tu memoria
Me borre a mi
Dile al que pregunte
Que no te quise
Dile que te engañaba
Que fui lo peor
Échame a mi la culpa
De lo que pase
Cúbrete tu la espalda
Con mi dolor
Ha sido una actitud permanente de la cúpula chavista, no asumir responsabilidades ante sus errores, equivocaciones y fracasos; sino, más bien, intentar eludirlas, adjudicándoselas a otros distintos factores de la sociedad. De chivos expiatorios han servido, factores internos, que han llamado: “endógenos”; pero, principalmente, factores externos que han denominado “saboteadores”, “golpistas”, etc. Por lo tanto, no es nada sorprendente ver como el gobernador de Aragua culpa al alcalde Guárate de las protestas de la gente de San Vicente, por el cierre del vertedero; como tampoco lo es, que Maduro achaque a los medios de comunicación la responsabilidad por las protestas realizadas en distintas regiones del país, a causa del engaño gubernamental al ofrecer y no cumplir con la venta de productos navideños.
Esto me hizo recordar una vieja canción, que ha sido interpretada por muchos cantantes a través del tiempo (desde que yo estaba muy pequeño); la cual conozco gracias a artistas contemporáneos como Ricardo Montaner y Luis Miguel, entre otros. Prácticamente, esta pieza musical forma parte de la cultura popular y su título es: “Échame a mí la culpa”. Su autor es el Sr. Ángel Espinoza Aragón, mejor conocido como “Ferrusquilla”. Su letra evidencia el despecho de un enamorado que acusa a su pareja de haberlo engañado, de haberle fallado, a pesar del amor que le entregó, pero, sin embargo, en vez de despreciarla (según él, con todo derecho), pide que le eche las culpas del fracaso para que ella pueda ser feliz.
A diferencia de este pobre enamorado, los enchufados no asumen sus culpas, pero, igualito, están sufriendo el abandono de sus afectos. Estos saben que les fallaron, olvidaron lo que prometieron; que fueron engañados y están llenos de razones pa´despreciarlos, pero, ni están esperando llegar al “otro mundo”, ni tener nubes en la memoria para borrarlos de allí, porque en realidad, han sido lo peor.
Maracay, 29 de noviembre 2015