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Acusaciones mutuas vs plan unitario

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 5 min.

A. Estrategias en juego.

1. Los que no participarán en la jornada del 20M sostienen que: a) ese día no habrá realmente una elección; se trata de un acto ilegítimo que no debe ser reconocido; b) aunque se actuase pragmáticamente y hubiese votación opositora masiva de cualquier modo la dictadura manipulará otra vez los resultados; c) hay que aumentar la presión tanto interna y como externa hasta fracturar al régimen.

2. Los que participarán este domingo afirman que: a) una votación opositora masiva servirá para fracturar al régimen (pues dentro de éste no habrá acuerdo para cometer un fraude que tendría que ser enorme); b) la situación económica, social e internacional es insostenible y, por tanto, los sectores potencialmente disidentes del régimen requieren un interlocutor confiable para dar forma a una transición; c) Falcón y quienes le acompañan, incluso perdiendo, contarían con la confianza de esos sectores y ello facilitaría esa eventual transición.

3. Los sectores cubanófilos del régimen, con Maduro a la cabeza (sin ironía), se proponen: a) ganar la “elección” presidencial de cualquier forma; b) reprimir con violencia toda protesta; c) profundizar las formas de control social; d) crear falsas expectativas en opositores leales que acepten los resultados de la “elección”; e) convocar el proceso revocatorio de diputados de la Asamblea Nacional; f) convocar un referéndum para aprobar el proyecto de Constitución comunista; g) aceptar las condiciones que Rusia y China le impongan a cambio de su apoyo; h) aguantar el aislamiento internacional, tratando de victimizarse.

4. Una parte del régimen, que no comparte el modelo neocomunista, busca: a) separarse del sector cubanófilo; b) negociar con sector opositor que le resulte confiable (¿Falcón?); c) negociar con EEUU y otros gobiernos; d) dejar o compartir el poder pagando el menor costo posible.

B. Dilemas opositores.

5. Es necesario reconocer que quienes no participarán en la jornada del 20M solo tienen como plan, hasta ahora, la creciente presión internacional. Este es, sin duda, un ingrediente imprescindible en esta lucha democrática pero no luce como suficiente para provocar la fractura del régimen. En todo caso, estos sectores no tendrán dudas el lunes 21M: ese día seguiremos en dictadura.

6. Quienes votarán no podrán, con alta probabilidad, hacer triunfar a Falcón. ¿Qué harán entonces? ¿argumentarán que hubo fraude? ¿podrán comprobarlo sin haber contado con la organización requerida para vigilar el proceso? ¿O quizás culparán de su fracaso a los “abstencionistas” y/o a la participación de un tercer candidato (Bertucci)? Pero, sobre todo, ¿reconocerán a Maduro como ganador? ¿acaso dejará éste de ser un dictador? Y si no es así, ¿con qué argumento lo desconocerán?

7. Estas son preguntas válidas. No son formuladas con el ánimo de profundizar la brecha entre nosotros, los demócratas. Votemos o no el 21M Maduro seguirá siendo dictador. Todos coincidimos en eso pero quienes votarán deben decir cómo manejarán el asunto si, como todo indica, Maduro consuma su plan.

8. Lo que menos necesitaremos, a partir del 21M, serán las acusaciones mutuas. No tendrá mucho sentido que quienes voten sostengan que de no ser por la “abstención” Falcón hubiese triunfado y la transición habría comenzado. Pero tampoco será muy útil que quienes no participen argumenten que, de haber votado, la dictadura habría manipulado los resultados a su favor. Ambas afirmaciones serían hipótesis difícilmente comprobables. Entre otras razones porque las cifras, manipuladas a su antojo por el régimen, no reflejarán nuestra coyuntura política. Lo relevante es que caer en esa discusión será políticamente estéril. Nos hundirá en un pantano de imputaciones, ante la torcida sonrisa del dictador.

C. Hacia un plan unitario.

9. Los sectores demócratas, participen o no en la jornada del 20M, están esencialmente unidos pues tienen un objetivo común: el cambio político. Por otra parte, aunque no sea evidente, las tácticas que utilizan también están alineadas al perseguir el mismo objetivo intermedio: la fractura de la coalición gobernante. La diferencia está en que unos intentan lograrla ganando la confianza de un sector de esa coalición y otros colocando sobre ella toda la presión internacional que sea necesaria. En cierto modo, sin decirlo o sin saberlo, los dos sectores opositores están desempeñando los papeles complementarios de “policía bueno y policía malo”.

10. A partir del 21M los sectores demócratas enfrentarán el reto, moral y político, de reencontrarse para continuar juntos la lucha por la libertad y la democracia. Las bases de un plan compartido podrían consistir en lo siguiente:

i) Ratificar el desconocimiento de Maduro como Presidente legítimo. Esta es, en realidad, una condición imprescindible para cualquier esfuerzo unitario. (Sugerencia para Falcón ante su posible dilema con respecto al desconocimiento de Maduro: declare que su reconocimiento a éste dependerá de si se comporta o no democráticamente en el futuro, no de su supuesto triunfo en una dudosa elección).

ii) Convocar una consulta ciudadana con un objetivo preciso y viable: elegir el grupo de personas que liderará la lucha democrática. (Un pensamiento para quienes duden, con razón, de una nueva consulta: “Las cosas, para hacerlas bien, es preciso hacerlas dos veces: la primera enseña la segunda”, Bolívar, carta al Gral. Sucre, 24 de mayo de 1823)

iii) Crear un Gabinete alternativo, compuesto por grupos de especialistas que hagan constante seguimiento a la situación económica y social del país y propongan, con rigurosidad y, al mismo tiempo, con gran sentido pedagógico, soluciones factibles en libertad y democracia. Este Gabinete prefigurará un futuro gobierno de unidad nacional.

iv) Mantener el objetivo de realizar una elección presidencial verdaderamente democrática. Ante una dictadura esa es, lógicamente, la demanda esencial. (Se entiende, por tanto, que si esa elección llega a realizarse será porque el régimen se ha fracturado y la democracia estará formalmente recobrándose).

v) Hacer el trabajo político, pendiente desde hace rato, de alinear las protestas sociales que ocurren y seguirán ocurriendo a diario mientras el gobierno socialista sostenga sus devastadoras políticas. Hay aquí una tarea de construcción de significados: toda protesta debe entenderse como un rechazo a la dictadura socialista. Este no es un trabajo solo de partidos políticos que viven una crisis de credibilidad. Es, fundamentalmente, una tarea de numerosas organizaciones civiles que actúan, con admirable entereza, en diversas áreas de la vida social.

vi) Aumentar la presión internacional de los gobiernos demócratas que rechazan la dictadura de Maduro, manteniendo el énfasis puesto en las sanciones a la élite del régimen incursa en delitos de corrupción, narcotráfico y violación de derechos humanos.

vii) Hacer lo necesario para que se ejecute un plan de atención inmediata a la crisis humanitaria. (Se ha sugerido, entre otras cosas, colocar contenedores con alimentos y medicinas en las fronteras de otros países con el nuestro: esta sería, sin duda, una acción de enorme impacto comunicacional y político).

viii) Preparar, desde ahora, el enorme trabajo de la reconstrucción del país. Y aunque es cierto que en diversos contextos la reconstrucción empezará propiamente después de la dictadura, incluso allí el diseño de los cambios necesarios y el desarrollo de capacidades para materializarlos tienen que comenzar ya.

@roca023