Al final de esta semana alguien, o quizás algunos, lograron convencer al presidente del régimen y al de la Asamblea Nacional que la derrota en las elecciones parlamentarias fue porque la gente quiere un cambio y ese cambio es porque lo están haciendo mal, muy mal y ellos, el régimen, representan para la mayoría la continuidad de un status quo que solo beneficia a particularidades y a los “enchufaos” del mismo, pero también la protección política de mafias económicas enriquecidas groseramente con el erario público inauditable desde hace mucho tiempo.
La nación y dentro de ella buena parte de los seguidores de la revolución, lentamente comienza a percibir que durante estos 17 años el proyecto revolucionario no resolvió ninguno de los graves y grandes problemas sociales, económicos o políticos que el difunto eterno prometió resolver, antes por el contrario, aun disfrutando por casi una década de los mayores ingresos petroleros de la historia, los problemas empeoraron, la pobreza se incrementó, las desigualdades sociales se profundizaron, el ingreso se volvió sal y agua, el aparato productivo desmantelado al igual que PDVSA, con una gigantesca deuda externa e interna que nadie se atreve a cuantificar y un largo etcétera que se fue internalizando en las colas diarias y comunes, para chavistas y opositores, no podía tener otra respuesta que los resultados obtenidos el 6D.
Fue inútil la propaganda oficial a través de la hegemonía de los medios de comunicación, la gente no la veía porque estaba haciendo cola, o el intento fatuo de revivir la imagen del difunto eterno, por eso la redundancia, y la lealtad incondicional a su pensamiento, que no al de maduro, para tratar de convencer a una población que desde hacía tiempo en las encuestas, incluyendo la de ellos, indicaba la necesidad de un cambio, especialmente en la política económica y fiscal que es la que, finalmente, se mete en los bolsillos de la gente.
Siendo la gobernanza “el arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro del desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”, le corresponde al régimen, esperando que los días navideños los inspiren, retomar este concepto para mantener la gobernabilidad el próximo año y a los diputados electos por la unidad nacional exigirla y hacerla cumplir.
19 de diciembre 2015