Sin ningún motivo especial, cosas de la vida, diré para sacarme de encima explicaciones que no vienen al caso, releí por enésima vez su obra más trascendente escrita hace alrededor de 75 años, calificado de ciencia ficción, aunque tiene más bien características de “ciencia pronóstico”, vistas las claves que fundamentan la política en el mundo de hoy.
Mr. Eric Arthur Blair
Siendo socialista convicto y confeso, denunció el totalitarismo en varios países, convirtiéndose en una piedra dentro del zapato para los sectores dominantes de la izquierda de entonces. De nombre Mr. Eric Arthur Blair, ciudadano inglés, se hizo inmortal con el pseudónimo de George Orwell. Murió en 1948, a los 46 años, apenas unos meses después de que se publicara su libro más exitoso, titulado “1984”, que aún se lee por estos días.
El comunismo ortodoxo, según él, era otra forma de dictadura equiparable al nazismo, dos caras de una misma moneda en lo que se refiere a la censura y a la represión ejercida por sus respectivos gobiernos.
En esta dirección escribió que el control del pensamiento no solo es negativo, sino también positivo. O sea, no solo prohíbe expresar ciertos pensamientos, sino que también dicta lo que se debe pensar, creando una ideología y hasta un lenguaje (la “neo lengua”), al tiempo que fija un código de conducta. La “verdad oficial” cambia arbitrariamente, según los caprichos de quién detenta el poder.
El 2023 se parece al 1984
Obviamente Orwell sólo alcanzo a vislumbrar desde muy lejos, las transformaciones tecnológicas que están cobrando forma actualmente. Me refiero, sobre todo y de manera resumida, a las posibilidades que abre la Inteligencia Artificial, para rastrear todas las actividades de los ciudadanos, lo cual resulta muy adecuado para brindarle seguridad, pero muy peligroso cuando se trata de su vida privada, abriéndole, así, la puerta a la vigilancia de la población, cosa que esta teniendo lugar en un gran número de países, entre ellos el nuestro, asunto al que, por cierto, deberíamos ponerle más atención.
China es el ejemplo más socorrido para mostrar lo que se ha dado en llamar el autoritarismo digital. Pero no hay que pasar por alto otros muchos países (de izquierda, de derecha a o de lo que sea), que sin llegar al grado alcanzado por esta nación, también ejercen control sobre sus habitantes. Por lo emblemático que resulta cabe mencionar en este sentido a Estados Unidos, cuyos niveles de escrutinio sobre la sociedad se han elevado sensiblemente a partir del ataque a las Torres Gemelas. Dentro de este marco, puestos frente al dilema seguridad o privacidad, tras una consulta los norteamericanos optaron por la primera.
No solo el gobierno
Orwell supuso que la vigilancia masiva solo se originaba en los gobiernos. Sin embargo, en el transcurso de al menos dos décadas, las empresas privadas se vienen desenvolviendo en un escenario que ha sido descrito como “Capitalismo de Vigilancia”. En pocas palabras, esta nueva economía almacena de forma gratuita la experiencia humana privada, convirtiéndola en datos que descifran su comportamiento, mediante algoritmos que monitorean y manipulan la vida de todos, prácticamente sin obstáculos legales, lo que - no sé si habrá necesidad de decirlo-, erosiona la autonomía humana y la factibilidad de un gobierno democrático.
En referencia con lo anterior, recuerdo haber leído en alguna parte que el Big Data equivale al Big Brother de la novela de Orwell.
En un principio fue la utopía
Al comienzo de estos tiempos digitales se alimentaban la expectativa de que los avances logrados desgastaban los cimientos de la distopía orwelliana, asomando la posibilidad de ensanchar las bases de la democracia, haciéndola mucho más participativa y por ende liberal.
No obstante, muy poco tiempo hemos pasado de poner nuestra esperanza en ese proyecto a lamentar como se ha ido torciendo. En aras de la brevedad me limitaré a señalar que la confusión está pervirtiendo la esfera digital, mientras que la recopilación casi a mansalva de los datos personales está menoscabando progresivamente nuestra privacidad.
La llamada Sociedad de la Información nos desinforma de manera creciente a través de múltiples vías. En síntesis, la realidad nos viene envuelta en la denominada posverdad, esto es el predominio de la verdad subjetiva, fundamentando lo que se ha denominado la nueva “autocracia digital”
La intención de George Orwell al escribir su novela fue tratar de evitar lo que para él era un futuro posible para el mundo. Por fortuna, en estos últimos tiempos ha ido emergiendo un conjunto de proyectos regulatorios que buscan marcarle una dirección a los cambios tecnológicos desde un punto de vista humanista y cosmopolita. Pudiera ser, entonces, que finalmente entendimos lo que implicaba su distopía.
Miércoles 10 de mayo 2023