El capitalismo de amiguetes describe una economía en la cual el éxito en los negocios depende de la conexión con los funcionarios gubernamentales. Este tipo de economía se asocia fundamentalmente con gobiernos intervencionistas y autoritarios muy frecuentes en las economías petroleras. Un caso de capitalismo de amiguetes es Rusia, uno de los grandes exportadores de petróleo a nivel mundial, cuyo presidente es Vladimir Putin. Paul Krugman, Premio Novel de Economía 2008, describe la Rusia de Putín como una versión extrema del capitalismo de amiguetes, la cual constituye de hecho una cleptocracia en la cual los leales al régimen consiguen apropiarse de sumas en masa para su uso personal. Krugman, en un artículo publicado en El País a finales del año 2014, discute la contratación de la deuda externa que realizaron los amiguetes de Putin y sus repercusiones en la economía rusa. Exponemos el planteamiento de Krugman y lo utilizamos como referencia para el análisis de Venezuela, la cual constituye otro caso de un capitalismo de amiguetes muy similar a la Rusia de Putin.
A finales del año 2014 Rusia comenzó a enfrentar dificultades, como consecuencia de la pronunciada disminución de los precios del petróleo, que se tradujo en una caída en picada de la moneda nacional (el rublo). Krugman señaló que esta caída era natural cuando una economía se vuelve vulnerable por haber obtenido préstamos en gran escala en el extranjero. Estos préstamos fueron obtenidos por empresarios privados con estrechas vinculaciones con Putin.
Normalmente, un país recurre al endeudamiento, cuando el valor de sus exportaciones no alcanza para pagar las importaciones que se requieren para cubrir las necesidades de las empresas y la sociedad. Pero éste no era el caso de Rusia, que acababa de recibir en los años previos, un caudal de ingresos extraordinarios por concepto de venta de petróleo. La gran interrogante que se planteaba Krugman era ¿Por qué Rusia había pedido prestado tanto dinero y a donde habían ido a parar los recursos provenientes del endeudamiento?
La segunda parte de la pregunta, según Krugman, se podía responder dándose una vuelta por las zonas residenciales de lujo de Londres y Manhattan, especialmente de noche cuando se puede observar las largas filas mansiones con las luces apagadas (residencias que son propiedades de príncipes chinos, jeques árabes y oligarcas rusos). En esencia la elite rusa ha estado acumulando activos fuera de Rusia, las propiedades inmuebles son el ejemplo más visible; la otra cara de esa acumulación ha sido el aumento de la deuda del país.
¿De dónde ha sacado la elite rusa semejante cantidad de dinero? La respuesta por supuesto es que, apunta Krugman, la Rusia de Putin es una versión extrema del capitalismo de amiguetes; constituye de hecho una cleptocracia en la que el círculo cercano a Putin consigue apropiarse de sumas en masas para su beneficio personal. Todo podía sostenerse mientras el precio del petróleo era alto. Pero ahora la burbuja ha estallado y la misma corrupción que sostenía al régimen de Putin ha puesto a Rusia en apuros.
¿Cómo termina esto? La respuesta habitual para un país en la situación de Rusia, es un programa del Fondo Monetario Internacional (FMI) que incluye préstamos de emergencia por parte de los acreedores a cambio de reformas. Es evidente que esto no es lo que va a pasar pues Rusia tratará de ir estirando la arruga por su cuenta. El despotismo de Putin ha contribuido a allanar el camino hacia el desastre. Un régimen más abierto y dispuesto a rendir cuentas habría sido menos corrupto, probablemente se habría endeudado menos y habría estado en mejor posición de renegociar durante la bajada de los precios del petróleo.
La primera pregunta que plantea Krugman es extrapolable a Venezuela: ¿por qué el país se endeudó en las magnitudes que lo hizo, si acababa de recibir más de 1 billón de dólares en ingresos extraordinarios del petróleo y a dónde han ido a parar esos recursos? Basados en lo que ocurrió con los ingresos extraordinarios del petróleo, podemos pensar que los mismos han sido desviados hacia activos de la boliburguesía en el exterior, en forma similar a como ha ocurrido en Rusia.
Existen evidencias aportadas por diversas investigaciones al efecto, como las de Carlos Tablante y Marcos Tarre, que Venezuela es otro caso de un país petrolero donde ha tendido a desarrollarse un capitalismo de amiguetes. Una cleptocracia dónde, en el entorno del presidente Chávez, se generó una corrupción descomunal que significó un drenaje hacia el exterior del país de recursos que algunos estiman en medio billón de dólares.
Una información reciente aparecida en El Nacional, da cuenta que en el año 2016 se han pagado intereses por la deuda externa de 3.500 millones de dólares lo cual es tres veces superior a lo que se requiere para la importación de medicinas. En otras palabras para cancelar una deuda que no era necesaria, se está sometiendo al país a una crisis humanitaria como reflejo de la cual se han producido ya varios fallecidos.
Dejando de lado el tema del origen de la deuda y su justificación, es posible mejorar la situación actual y resolver la crisis humanitaria planteando una renegociación de la deuda con el FMI, como la plantea Krugman. Ello disminuiría la cantidad que hay que pagar en intereses, y liberaría recursos que se podrían utilizar en la importación de medicamentos. Pero como el mismo Krugman lo señala para el caso ruso, ello es poco probable que se dé; por un lado porque el gobierno tendría que someter sus cuentas al escrutinio de los organismos internacionales, así como sus negociaciones con Cuba y Petrocaribe y sus ayudas a los amiguetes de la ALBA. Otra razón y no sabemos si es el principal impedimento, es porque perjudica los intereses de la boliburguesía.
José Guerra señaló, en un artículo publicado en Run Runes en el año 2015, que los tenedores de bonos de la deuda externa eran miembros de la boliburguesía. Estos resultarían perjudicados si Venezuela renegocia la deuda, porque ya no podrían beneficiarse de los intereses especulativos que reciben. En otras palabras, existen 3.500 millones de razones que impiden que esa renegociación se dé. Los intereses de los amiguetes del déspota de turno, que al igual que en Rusia hicieron posible la contratación de la deuda, son los que frenan actualmente la posibilidad de la renegociación y la solución de la crisis humanitaria.
Profesor UCV