Las políticas del “socialismo del siglo XXI” instrumentadas por Chávez, destruyeron las bases del progreso económico del país. Su continuación por el régimen de Maduro ha provocado un colapso de la economía venezolana. La producción de bienes y servicios (PIB) de este año equivale a una quinta parte de la generada en el año 2013, y nos ubica entre los países más pobres de la región, como Bolivia y Haití.
En un escrito previo expusimos las tesis de Dani Rodrik quien señala que la iniciativa privada es la clave del progreso económico. Los sistemas de mercados son los que mejor canalizan las iniciativas individuales hacia el progreso material de la sociedad. Sin embargo el sistema de mercados requiere un entorno de estabilidad macroeconómica (control de la inflación), respeto a los derechos de propiedad y seguridad personal. Las instituciones públicas son las que proveen este entorno para que los sistemas de mercado funcionen y los emprendedores privados se sientan motivados a invertir. Esta es la experiencia de los países industrializados más avanzados, incluido China (1).
En el escrito mencionado argumentamos que el “socialismo del siglo XXI” implicó, a diferencia del socialismo chino, la creación de un marco institucional hostil a la iniciativa privada, en un contexto de derroche, corrupción e ineficiencia sin parangón, lo que destruyó los fundamentos del progreso económico del país. Esto no tuvo mayores consecuencias durante el régimen de Chávez, debido a los altos precios del petróleo y el elevado ingreso de divisas que permitió incrementar las importaciones e instrumentar programas de subsidio al consumo, lo que compensó el efecto de las presiones inflacionarias en los sectores de más bajos ingresos.
Sin embargo una vez que los precios del petróleo colapsaron, después del 2014, afloró en toda su crudeza el descalabro que había sufrido la iniciativa privada. En ese momento ha debido producirse un cambio de rumbo. Rodrigo Cabezas, Ministro de Economía de Chávez, consciente de los desequilibrios que se habían generado, planteó la conveniencia de una rectificación de la política económica. Esto lo hizo en una comunicación a Nicolás Maduro en el 2015 y luego en una reunión con la directiva del partido de gobierno (PSUV) en el año 2016. Señala Cabezas, en una entrevista en el diario El País en el año 2018, que lo que recibió como respuesta fueron descalificaciones e improperios por parte de los dirigentes del PSUV. A pesar de las advertencias el régimen de Maduro prolongó las desacertadas políticas del “socialismo del siglo XXI”, lo que profundizó la destrucción de la actividad productiva. El mismo Cabezas expone, en el año 2019, el dramático deterioro de la infraestructura productiva y los traumáticos efectos de la inflación sobre la capacidad de compra de la población: “estamos en el colapso económico, hay un crack económico en Venezuela, haber perdido casi dos tercios de la economía en seis años, una economía de 320 mil millones de dólares que fue el último año del presidente Chávez en el 2012…y ver reducido eso a 120 mil millones de dólares que es el actual tamaño de la economía, es un crack económico increíble para un país petrolero como nosotros”(2). Estas cifras señaladas por Cabezas parecen provenir de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que presenta estadísticas similares en su base de datos. Según los datos de la CEPAL, Venezuela, que era la cuarta economía de América Latina con un tamaño similar al de Colombia, pasó al octavo puesto en el 2019, mientras nuestro vecino país se ubicó como la quinta economía de nuestra región.
La contracción de la actividad económica se profundizó este año, a pesar de que el régimen ha modificado algunos aspectos del “socialismo del siglo XXI”. En un reportaje en el periódico Tal Cual, Ahiana Figueroa entrevista a dos economistas que ofrecen luces adicionales al respecto (3). Según el reportaje, el tamaño de la economía venezolana se ubicaría actualmente entre 48.610 millones y 60.000 millones de dólares, lo que representa menos de la mitad del tamaño que tenía en el año 2019 y la quinta parte del PIB generado en el año 2013, cuando Maduro inició su gestión.
La contracción del tamaño de la economía per se no refleja totalmente la tragedia de nuestro país, tenemos que tener en cuenta la dimensión de la población; cuando lo hacemos obtenemos el PIB por habitante que refleja nuestra capacidad de generación de riqueza per cápita. El PIB por habitante de Venezuela representó, para el 2019, la mitad del promedio de América Latina, si bien en el 2013 lo superaba, ubicándose a la cola de los llamados países bolivarianos que integraban el ALBA y por debajo de Cuba (según datos de la CEPAL). Si asumimos para el 2020 un PIB de 60 mil millones, ello representaría un PIB por habitante de 2.100 dólares, lo que nos ubicaría con un per cápita similar al de Bolivia, uno de los países más pobres de la región. Esta idea es confirmada por el economista y director de la empresa consultora Econométrica Francisco Ibarra, quien plantea, en el reportaje de Figueroa, que “una economía de 60.000 millones de dólares nos ubica como los países más pobres del hemisferio, quizás al lado de Haití y del noreste de Brasil, que es una zona muy pobre”.
(1) Rodríguez R, J.E. 2020. La clave del progreso económico. Dígalo Ahí. número 2, noviembre 7.
(3)Los Andes. 2019. Rodrigo Cabezas: Estamos en el colapso, hay un crack económico en Venezuela. 16 de mayo.
(3)Figueroa, A. 2020. Venezuela cayó estrepitosamente en un agujero de pobreza. Tal Cual. 16 de noviembre.
Profesor UCV