La vida está llena, muy cargada, de circunstancias, situaciones y sucesos que invitan a nuestro análisis y decisión y como son tantas, de diversas magnitudes e índole, debemos necesariamente hacer un programa, aunque sea mental, para atenderlas de manera oportuna eficaz, y dentro de ese programa tener un orden de prioridades que nos indica el tiempo de su atención. Esas prioridades, la importancia y relevancia de ellas, la determina lo que nosotros, con buen criterio, le estimemos y efectivamente tengan.
También es muy natural y normal que cada uno de nosotros tenga almacenado en el pensamiento un grupo de deseos que también es lógico que organicemos de acuerdo con la magnitud e importancia de ellos. Se entiende que nuestros deseos son perfectamente realizables para no caer en lo inalcanzable jamás, aunque pensar en lograr lo utópico nos llena de energías, de esperanza y ganas de luchar. Siempre se debe aspirar lo grande y trascendente y nunca conformarnos con lo pequeño y superfluo.
En este orden de ideas estoy seguro que en la escala de circunstancias que vivimos está la lamentable situación del país y la nuestra, ocasionada por este régimen totalitario, dictatorial, autoritario, déspota y arbitrario, disculpen la redundancia en los calificativos, ocupando el primer lugar y que en nuestra escala de deseos está también de primerísimo orden está salir cuanto antes de lo que tenemos. En este caso el deseo se corresponde con las circunstancias y ambos están de primero.
Luchar por lograr nuestros deseos es nuestro deber y por ello nuestra tarea prioritaria es sacar para siempre del poder lo que aún tenemos e iniciar un proceso radical de cambios que nos conduzca a un país en vías de desarrollo integral y a un pueblo con bienestar y felicidad. Ambas cosas son posibles y si no lo son, tenemos el ineludible e impostergable deber de hacerlas, la manera de lograrlo es con UNIDAD de todos los que deseamos cambio.
Las circunstancias están presentes y las vivimos con amargura y por ello demandamos cambio radical con la realización de nuestros sueños.
La segunda guerra mundial se origina por la existencia de un enemigo común (Hitler) que amenazaba a la humanidad con sus malvados deseos expansionistas, que hizo posible que dispares y enfrentados entre sí (los aliados) se unieran para vencerlo; afortunadamente lo lograron. Nosotros estamos ante un enemigo común a todos y a la región democrática y libre, que se empeña irracionalmente en mantener el poder y nos corresponde irremisiblemente unirnos para derrotarlo para que más nunca vuelva.
Nuestro deber es luchar para hacer ciertos nuestros deseos, que al lograrlos, veremos un país donde se respira aire fresco y puro y nuestros sueños tienen posibilidades de hacerse realidad.