La política es conceptualizada como el instrumento para neutralizar los conflictos presentes en una sociedad determinada. A tono con esta premisa el régimen intenta repetir la misma táctica que implementó en el pasado reciente: invitar a la oposición a dialogar sobre la salida a esta crisis. Sin embargo, ya sabemos que el objetivo es otro. Ganar tiempo para intentar solventar la crisis terminal que enfrenta el gobierno. En el otro extremo, la dirección política de la oposición se ha mantenido firme. Ha señalado su disposición a dialogar, una vez que se liberen los presos políticos, en especial Leopoldo López y, desde luego, el referéndum no entraría en la eventual mesa de negociaciones.
Sin embargo, al mismo tiempo que invoca al dialogo, Maduro muestra la naturaleza autoritaria de su régimen y envía señales de la escasa disposición de participar en un intercambio sensato y democrático con la oposición. Voy a subrayar dos. La designación de Didalco Bolívar y Herman Escarrá con la misión de solicitar al TSJ la disolución de la Asamblea Nacional y la ausencia del Presidente de la Republica, del Alto Mando Militar y de los demás poderes públicos en el acto protocolar de la Asamblea Nacional con motivo de la celebración de la firma del Acta de Independencia.
En fin, la república se encuentre cruzada por un conflicto que pareciera que no tiene salida inmediata. Me parece, sin embargo, que existe una puerta para dar escapatoria a este impasse entre los poderes públicos del país. Es indispensable sacar la controversia de los cenáculos de los partidos y volcar la discusión a la calle; incentivar la movilización ciudadana.
¿Cómo movilizar a la ciudanía? ¿Cuál consigna puede ser la apropiada? ¿De qué forma relacionar esta movilización con la solicitud de celebración del referéndum revocatorio?
Bien, voy a intentar dar respuestas a estas interrogantes. Los venezolanos estamos padeciendo una situación de escasez que abarca a una diversidad de rubros y que atraviesa transversalmente a toda la población del país. Pudiéramos denominar a estas insuficiencias (alimentos, medicinas, vehículos, repuestos, ropas de vestir, insumos para la higiene personal, etc.) con la palabra hambre: escasez generalizada de insumos básicos que padece una población de forma intensa y prolongada. En otras palabras, la población sufre de diversos tipos de hambre; desde luego, la más visible de todas es la de alimentos.
Ahora bien, es necesario politizar, en el buen sentido, estas insuficiencias. ¿Cómo hacerlo? Me parece que la respuesta se encuentra en la elaboración de una narrativa que logre articular, por un lado, la necesidad política del momento (referéndum) con esta carencia que padece la población y, por el otro, con la figura de Maduro y su revolución como único responsable de esta calamidad.
Esta narrativa permitiría colocar en el centro del accionar político a los verdaderos protagonistas de esta coyuntura: los ciudadanos. Igualmente, proporcionaría una base adicional de sustento a la iniciativa del referéndum y serviría como elemento de disuasión al intento de aplazar esta convocatoria.
Desde luego, una opción de esta naturaleza tendría posibilidad de éxito si es asumida por la totalidad de los partidos que integran la MUD y, adicionalmente, si rechazan vigorosamente los “cantos de sirena” que provienen del oficialismo.
Las 500 damas que traspasaron la frontera para poder ir a Cúcuta a comprar comida y medicamentos simbolizan la voluntad de cambio que se expresará en el referéndum revocatorio y, en cierta forma, advierten sobre los peligros de caer de nuevo en la trampa jaula del diálogo.