Apreciación de la situación política # 86
Entre dimes y diretes, tanto de la oposición democrática como del gobierno y el chavísmo, se instaló finalmente la mesa de diálogo entre ambos factores opuestos con la participación como observadores, intermediarios, mediadores, acompañantes o cualquier calificativo que usted desee colocarle, de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, del secretario general de la UNASUR, Ernesto Samper y el enviado especial del Vaticano Monseñor Claudio María Celli, quien al ser el solicitado por mutuo acuerdo de las partes, es en definitiva el que marcará la pauta en el proceso de diálogo, al cual hay que agregarle, “y de negociación”, ya que se buscan y exigen propuestas y compromisos concretos, para comenzar a salir de la profunda crisis que nos agobia como nación.
Lo primero que habría que destacar es que este proceso no se pudo iniciar de peor manera. De parte de la oposición se aplazó, por solicitud del enviado papal, la sesión para determinar la responsabilidad política del mandamás del régimen y la marcha programada a Miraflores dos días después, lo que se convirtió en una verdadera tragedia para la oposición que casi conlleva su desintegración y a la pérdida de credibilidad ante la población. Luego de ensayar diferentes estrategias comunicacionales, todas erradas, se logró calmar un poco los ánimos dando como plazo hasta el 11 de este mes para que exista un resultado, cuestión que dentro de un proceso de diálogo tampoco es aceptable y obligará, nuevamente, a los voceros de la MUD, a dar nuevas excusas improvisadas para no caer en contradicciones. ¿Va a patear la MUD la mesa el 11, si no hay resultados concretos? Además de poco probable, sería un error fatal dejar la única vía Constitucional, democrática, pacífica y electoral que nos queda.
Pero tratándose de un proceso de diálogo, los voceros del régimen, incluyendo a su jefe máximo, no se quedaron atrás para tratar de torpedearlo, aunque con un mejor criterio comunicacional entre ellos. Lo que si queda claro es que el gobierno no está a gusto en esa mesa de negociación y especialmente por la intermediación del Vaticano, cuyo enviado tiene prestigio de no andarse por las ramas, de hecho, ya manifestó públicamente que, efectivamente: “…en el país las cosas están muy feas, no hay comida, no hay medicinas…” y más adelante afirma: “…si fracasa el diálogo, el camino podría ser el de la sangre.”. Estas claras afirmaciones del monseñor, los otros “observadores” presentes, con mucho más tiempo en el país, no habían sido capaces reconocerlas y mucho menos plantearlas públicamente. Eso puede darnos alguna señal de por donde se puede encaminar el proceso de diálogo.
Urgentemente, es necesario que la MUD nacional mejore notablemente su estrategia comunicacional y elegir un solo vocero para todo lo que se refiera a este proceso y también, con la misma urgencia, los partidos de la oposición democrática, deben flexibilizar sus posiciones particulares, especialmente con los mecanismos de protestas y coordinarlos en función de apoyar el proceso de diálogo y no para entorpecerlo “si querer”. Es necesario que los factores de la oposición se enfoquen exclusivamente en que este proceso de diálogo y negociación concluya en su fin último que no es otro que pasar de la dictadura actual a un gobierno democrático por la vía constitucional, democrática, pacífica y electoral, que es lo que se ha ofrecido a la sociedad venezolana. El otro camino es el de la sangre, como ya lo mencionó el enviado de su santidad.