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El drama de la derecha en Latinoamérica

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Cuando analizamos los resultados de los últimos procesos en nuestra parte del continente, podemos llegar a conclusiones erradas y a imprecisiones conceptuales y sociológicas.

El resultado del Perú se acerca mucho a eso.

¿Por qué? ¿Es que la derecha fracasó? ¿Es que el socialismo es mejor o es que el liberalismo no responde a nuestros intereses?

Empecemos por aclarar que en el Perú, como en Argentina, Bolivia y en Chile, no triunfó la izquierda, ni siquiera las ideas de Marx. Es la concertación de un proyecto populista, ideado por Lula da Silva y Fidel Castro en 1990.

No me refiero tan solo al plan del Foro de Sao Paulo ni a la Unión de Repúblicas Socialistas de América (URSA).

No es una película ni un invento del Nuevo Orden ni de los extraterrestres o espíritus.

La derecha o, mejor dicho, el liberalismo como corriente opuesta a la prevaleciente izquierda en Venezuela, aún no ha entendido ni encontrado el puente comunicacional con las grandes mayorías.

En un artículo de prensa, publicado el 9 de diciembre del 2016 en LaRepublica.net, titulado Socialcristianismo. Conclusiones, Emilio Bruce decía:

«Algunos costarricenses perciben el socialcristianismo como extrema derecha por ser antítesis del marxismo y sus derivaciones. En realidad, la oposición contra la doctrina social de la Iglesia católica deriva del hecho de que el socialcristianismo es profundamente democrático y bajo su régimen las elecciones populares son concebidas como un voto para cada ciudadano mayor de edad y se ejerce plenamente en diversidad de partidos y opciones. No es un régimen totalitario de partido único.

»En realidad, el discurso contra el socialcristianismo obedece a que es una herramienta social para lograr cuatro elementos básicos en una sociedad: primero, para colocar la dignidad, libertad y preeminencia del ser humano creado a imagen de Dios antes que cualquier partido, líder iluminado, o del Estado mismo. Segundo, para buscar el bien común estableciendo relaciones de equilibrio, respeto, justicia y bien entre las personas. Tercero, para crear una relación de solidaridad entre las personas sin menoscabo de su libertad, de sus vocaciones o iniciativas libres. Cuarto, para atender las necesidades de los más pobres y de los más necesitados de educación y de trabajo, sin aplastar a quienes tienen, a quienes ya disfrutan del bienestar que se desea dar a toda una colectividad. No es acabando con los exitosos cómo se promueve a los menos favorecidos.

»El socialcristianismo no promueve la creación de pobreza al nivelar para abajo y empobreciendo a todos. El socialcristianismo busca de manera clara que cada individuo despegue sostenidamente en su economía y en su vida familiar. Nunca ha buscado confiscar de unos para dar a otros. Ha buscado y alcanzado relaciones equitativas y justas. Busca claramente repartir riqueza produciendo más, no repartir pobreza repartiendo lo que hay entre todos».

Una de las grandes fallas del socialcristianismo, a pesar de los esfuerzos de muchos, es la carencia de un proyecto, de unas ideas para superar las necesidades materiales, que sí existen y no las negamos, como es el hambre, la pobreza extrema en general.

Maritain, fue un pensador inspirado en la filosofía cristiana. Su aporte es un océano a la causa de la democracia cristiana pero no bastó para enfrentar el verbo, la falsa imagen del comunismo en el mundo.