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Fe de ratas

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Comienzan a saltar las ratas porque huelen que la barcaza está hundiéndose y quieren conservar el pellejo. Son las ratas más peludas las que comienzan a pegar gritos y a dar picadas de víboras creyendo que al buscar tablas como respiradero se salvarían de la gran responsabilidad que en este desastre tienen y donde están metidas hasta la coronilla. Chillan dentro y fuera del país, en sus confortables poltronas o tribunas desde donde les meten un tiro a la dictadura y otro a la oposición como manera de distraer a la hambrienta audiencia que hace tiempo ha tenido tal ejercicio como entretenimiento mientras llega la comida en bolsas o cajas asqueadas y saqueadas en el camino.

Las ratas rojas rojitas orondas quieren dar testimonio de fe sobre una situación cantada hace nada más y nada menos que 26 años cuando tuvieron 25 hartándose de todo lo bueno sin asquearse de nada malo, pero ahora gritando “¡al tirano”!, “¡al tirano!”, como si estuvieran llegando en estos momentos y ocultando que tienen el rabo prendido en candela y los bolsillos llenos de dinero mal habido, y bien vivido, dentro y fuera de esta tierra arrasada por la ignominia.

Visibles panegiristas y ocultos depredadores se dan golpes de pecho cuadra’o en un intento vano de salvarse del dedo acusador de quienes sufren sus consecuencias y de la vara de la justicia que los hará pagar sus tropelías como se cobran las deudas del deshonor y como se expían las culpas ante la justicia divina que abarca a creyentes y no creyentes de la crisis humanitaria que nos acogota y nos embojota en un mismo saco a pesar de todas las diferencias que pudo haber en el pasado y de las pocas que pudiesen quedar ahora.

No escaparán de la rendición de cuentas los que haciéndose indiferentes u obedientes contribuyeron directa e indirectamente a colocar a esta rica nación en el cascajo de la basura, a hacer prósperos a los tiranos y dóciles a los habitantes de otras naciones sin que se les aguara el ojo mientras el llanto de las madres por los hijos ausentes o, en el peor de los casos, muertos por tan sólo gritar por su libertad y luchar por la democracia.

La nobleza del pueblo buscará de alguna manera proteger a algunas de esas ratas porque en el corazón de los venezolanos en general no existe el ánimo de la revancha ni la venganza, aunque otras de esas mismas ratas aseguran que todo lo que hacen es para cobrar lo que le pasó a un familiar metido en malos pasos cuando el país buscaba consolidar su sistema de libertades que se quedó en 40 años cuando deberíamos estar celebrando los 60 con un país en pleno desarrollo democrático, ejemplo de convivencia y responsabilidad.