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Fernando El Católico. (2) - Los Personajes de la Política y la historia.

Don Quixote
Tiempo de lectura: 9 min.

Examinaremos ahora otras “armas” de Fernando de Aragón −como los aspectos administrativos y la fuerza militar−, para lograr cambios importantes en sus reinos. Pero valga la aclaratoria de que esta serie de artículos no pretenden ser un resumen histórico, sino simplemente compartir mi visión sobre estos personajes y motivar a la investigación y lectura sobre los mismos; si eso se logra, estará plenamente cubierto el objetivo.

Lo Administrativo.

Usualmente se hace énfasis en las hazañas militares, sus conquistas y las ideas de los personajes políticos e históricos, y mucho menos en el impacto que causan en otros aspectos materiales, judiciales y administrativos en sus dominios y en su época. Es el caso de Fernando el Católico y aunque nos centremos en él, siempre hay que tomar en cuenta la influencia de su esposa, Isabel, sobre la administración, la justicia y otros temas, por ser la reina de Castilla y León.

El Reino de Castilla era mucho más poderoso, rico y poblado que el de Aragón y todos los demás reinos de España juntos, y el poder estaba centrado mucho más en el monarca; contaba con el comercio de la lana, que le garantizaba recursos de los que no disponían los demás reinos. Fernando, al heredar de su padre la Corona de Aragón, en realidad reinaba sobre una especie de confederación, compuesta por los reinos de Aragón, Valencia y Nápoles; los condados de Cataluña y Baleares, y los dominios de Sicilia y Cerdeña. Fernando de Aragón dependía así, mucho más de los “nobles”, la aristocracia de la época y las llamadas “Cortes”, a las que incluso tenía que convocar por separado para negociar recursos, presupuestos y demás.

Tras el matrimonio de los Reyes Católicos en 1469, al principio los Reinos de Castilla y Aragón compartían los mismos monarcas, pero mantenían sus propias costumbres, monedas, leyes e instituciones; por lo tanto, lograr la “unidad territorial” y la ordenación del Estado pasó a ser un objetivo fundamental al que los Reyes Católicos, en especial Fernando, dedicaron un gran esfuerzo, como fórmula para concentrar en sus personas todo el poder político y llevar a cabo la “unidad territorial”, reconquistando territorios que en ese momento no formaban parte de Castilla o de la Corona de Aragón, pero que en tiempos pasados sí lo fueron; de esta manera, se dedicaron a crear algunas instituciones para acrecentar su poder y autoridad, transformando o reorganizando algunos organismos. Por ejemplo:

- La creación de la Santa Hermandad, en 1476: Merece especial atención, pues fue una institución creada en principio contra el bandolerismo que asolaba los caminos de Castilla; pero también fue un organismo que permitía controlar a los “nobles desobedientes” y más tarde a los “herejes”, cuando se creó la Inquisición. Funcionó también como organismo judicial y recaudador de impuestos y tributos. Algunos historiadores la consideran la primera “policía” de carácter represivo que se creó en Europa. Fue disuelta formalmente tres siglos y medio después, en 1834, reemplazada precisamente por la Superintendencia General de Policía, creada por Fernando VII, a quien todos recordamos en Venezuela. De manera que, la creación de la Santa Hermandad −“policía” de vigilancia, control y represión− nos demuestra que no hemos inventado nada en nuestros días; o como nos enseñó José Fouché: los gobiernos pasan, pero la policía queda.

- La conversión de las Cortes, que limitaban el poder de la monarquía en Castilla y principalmente en Aragón, convirtiéndolas en el Consejo Real o de Castilla. En las Cortes de Toledo de 1480, pasaron a ser un instrumento de gobierno −muy eficaz− de la monarquía, que llevó a la pérdida de poder e influencia política de la nobleza, que tanto limitaban, sobre todo a los monarcas de Aragón.

- La Real Audiencia o Alto Tribunal Regio o Chancillería, que se convierte en una poderosa institución judicial con más jueces, funcionarios y oficiales, cuya jurisdicción abarcaba a todo el Estado, recopilando, sistematizando e imprimiendo las leyes de Castilla, en 1485.

Con esas intervenciones y reformas, así como otras que sería muy largo −e innecesario− detallar, logran los Reyes Católicos, además de sanear la Hacienda y el Tesoro Real, diversificar los ingresos y controlar los gastos, en Castilla. Logrados algunos de estos objetivos, Fernando marcha entonces a Aragón, −a emprender una labor similar−, en donde Cataluña está realmente empobrecida. Fernando logra finalmente, mediante negociación y mediación entre nobles y campesinos, sanear la Hacienda y un mayor control del monarca sobre la Generalitat y el Consejo de Barcelona, fortificando de paso la unidad entre Castilla y Aragón.

El desempeño militar de Fernando de Aragón.

Primordial de Fernando fue, sin duda, la tarea militar, a la cual se dedicó a fondo. A los 17 años, ya era Rey de Sicilia y desde más joven aún, se involucró en las guerras con su padre, Juan el Grande, lo que lo fue curtiendo o madurando en los temas del poder. Fernando se involucró en numerosas guerras: en Aragón y Castilla, contra Francia, en Italia y en el Mediterráneo, contra Portugal, en la Conquista de Granada, en el Norte de África, etc. Sería interminable enumerarlas y describirlas todas; relataré solamente tres de ellas, que me parecen significativas por las enseñanzas que nos dejan y porque nos muestran el carácter y personalidad de Fernando.

·       La guerra por la sucesión en Castilla y León: Fernando participó de manera activa y decisiva en la llamada Guerra de Sucesión de Castilla y León entre 1475 y 1479, que aseguró a su esposa, Isabel, como Reina de Castilla, en contra de la sobrina y ahijada de ésta, Juana de Castilla, “la Beltraneja”, hija de Enrique IV de Castilla, medio hermano de Isabel. A la muerte de éste, “la Beltraneja”, apoyada por algunos nobles castellanos, reclamó el reino de su padre, al que también aspiraba Isabel, por lo que la guerra civil fue inevitable. Una de las anécdotas y pasajes de esta guerra es la famosa batalla de Toro, donde había establecido su corte real “la Beltraneja”, resguardada por tropas portuguesas y castellanas, encabezadas por el Rey Alfonso V de Portugal, con quien se había casado “la Beltraneja” y con cuyo matrimonio Alfonso V aspiraba ser Rey de Portugal y de Castilla. Fernando lo enfrentó en Toro; pero, la batalla no tuvo un claro ganador; sin embargo, nadie contaba con la sagacidad y genio de Fernando para ganar batallas políticas. Según refieren varios historiadores, entre ellos, Justo González: “… mientras el rey portugués reorganizaba sus tropas, Fernando enviaba noticias a todas las ciudades de Castilla y a varios reinos extranjeros comunicándoles una gran victoria donde los portugueses fueron aplastados. Ante estas noticias, el partido de "la Beltraneja" [Juana] se disolvió y los portugueses se vieron obligados a regresar a su reino" (en Historia del Cristianismo, Editorial Unilit, 1994, Miami, Tomo 2) Aunque la guerra aún duró tres años más, con diferentes escaramuzas, incursiones y batallas, lo ocurrido en Toro fue decisivo pues significó la pérdida del respaldo, a “la Beltraneja”, de tropas de Castilla.

Así vemos que, desde hace ya más de 530 años, ganar las “batallas de la opinión pública” también resulta crucial; varias de esas cartas enviadas por Fernando, declarando una victoria que no era tal, según algunos historiadores, se consideran una obra maestra de la propaganda política. El “guerrero” Fernando dio una batalla, pero el “político” Fernando fue quien la ganó. No es extraño que Nicolás Maquiavelo, admirador de sus estrategias y métodos, lo considerara un modelo del príncipe moderno.

·       La Guerra o Reconquista de Granada: Fue otro episodio histórico decisivo en el que desplegó Fernando sus artes militares. El Reino de Granada era un punto fundamental, sobre todo para Isabel, como elemento de unificación territorial y religiosa, pues era el último reino musulmán que quedaba en la Península Ibérica. La guerra se prolongó por 10 años, desde 1482, iniciada tras la Guerra de Sucesión y las reformas administrativas de las que he hablado, que consolidaron a los Reyes Católicos en Castilla y Aragón. Fernando desarrolló allí una doble estrategia; primero, exacerbó las querellas internas de la familia real musulmana y su guerra civil, reforzando al ejército de una de las partes, el de Boabdil, con quien después pactaría un acuerdo, que desde luego no cumplió. Y segundo, reorganizó su ejército, despojándolo de sus visos medievales, sometiéndolo a una dirección centralizada, pues concebía la guerra como resultado de objetivos precisos, acciones metódicas, como un esfuerzo colectivo con cuerpos organizados y especializados, permanentes, que no se desgastaran y realizaran esfuerzos mínimos. De allí que se considera que Fernando, en Granada, organizó el primer ejército de la Edad Moderna de Europa, en donde la negociación inteligente juega un papel importante, para evitar innecesarias batallas y pérdidas. Divide para ganar, como dijera Maquiavelo, probablemente tomando el desempeño de Fernando en Granada como uno de sus ejemplos para El Príncipe.

·       La guerra con Francia, entre 1501 y 1504: Fue otro episodio de la habilidad militar de Fernando, quien se involucró en esta guerra con Luis XII de Francia por el dominio del Reino de Nápoles. El ejército de Fernando, quien capitaneaba la Liga Santa −los Estados Pontificios, Venecia, España, Milán y el Sacro Imperio Romano Germánico− contra Francia, fue magistralmente comandado por Gonzalo Fernández de Córdoba, “el Gran Capitán”, ya destacado en la Conquista de Granada, quien cambiaba de estrategias y tácticas frecuentemente, al frente de los denominados “tercios del Gran Capitán”, ya convertidos en el ejército más temido de Europa. Después de una primera derrota en Seminara, el Gran Capitán modificó su estrategia, no volvió a enfrentar en campo abierto a las tropas francesas, mediante una guerra de guerrillas, que desgastó al ejército francés y una vez logrado, los enfrentaba en batallas decisivas. Así los obligó a abandonar Nápoles. Mientras, Fernando se movía en las cortes europeas y con el papado, en diversas y hábiles negociaciones y acuerdos, cercando a Francia diplomáticamente, hasta llegar al Tratado de Lyon que acordaba la paz por varios años y permitía a las tropas españolas desalojar a los franceses de Nápoles y quedarse con ese Reinado.

Para concluir el aspecto militar, vale la pena destacar en qué consistían los “tercios del Gran Capitán” y cómo fueron empleados en la Guerra de Nápoles contra las tropas francesas del Rey Luis XII. Los “tercios” estaban formados por una infantería, que incluía piqueros, arcabuceros y espadachines, lo que les daba flexibilidad y eficacia, por el poder de fuego de los arcabuces, combinado con los combates cuerpo a cuerpo −con los soldados españoles muy bien entrenados y disciplinados−, la utilización de trincheras, fosos y fuego de artillería. El Gran Capitán, como ya dije, evitaba la guerra frontal, redujo la importancia de la caballería y desarrolló más la infantería, combinándola con fuego de arcabuces y artillería. Esta fuerza la empleaba, combinando diferentes estrategias y tácticas, entre ellas ataques nocturnos sorpresivos (“encamisadas”), guerra de guerrillas, con unidades pequeñas en ataques inesperados, que desgastaron a las tropas francesas, para derrotarlas finalmente en Ceriñola −batalla que apenas duró una hora−, y en Garellano, a finales de 1503, que obligo a las tropas francesas de Luis XII a retirarse de Nápoles. Los “tercios del Gran Capitán”, con los años, pasaron a convertirse en los Tercios Españoles, el ejército más moderno y formidable de Europa, por más de doscientos años, desde 1530 hasta finales del siglo XVII.

Conclusión

El desempeño de Fernando en la reforma administrativa y del Estado y su actividad militar son otra muestra de la genialidad del personaje, cuya semblanza concluiré en la próxima entrega, desarrollando un aspecto muy importante, como lo fue su relación con la Iglesia y el papado y el papel jugado por la Inquisición en su reinado, para terminar con un resumen sobre su personalidad, que nos permitirá extraer las enseñanzas, para nuestra época, de la vida de este interesante personaje histórico.

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