La Conferencia Internacional sobre Venezuela ha sido un gran paso del Presidente Petro para elevar del debate estéril entre la oposición y el oficialismo y enunciar los pasos para llegar a un acuerdo nacional. Los 20 países asistentes, a quienes como venezolano les agradezco con el corazón que hayan tomado tiempo para reunirse y tratar el tema Venezuela en tan alto nivel, hicieron luego de debatir unos enunciados con los puntos clave para superar las diferencias entre oposición y oficialismo. En esa conferencia no permitieron estar presente ni a la oposición ni al oficialismo para evitar un enfrentamiento estéril que lleva 20 años sin llegar a ninguna parte. 20 años de cacofonía donde cada parte expone caprichosamente sus exigencias a la otra y donde ambas saben de antemano que no van a ceder a ninguna petición de la contraparte y donde ambas se benefician de no llegar a acuerdos y donde no hay ánimos de arreglo aunque la población sufra lo indecible.
En caso que la Conferencia Internacional tenga resultados, hay dos cuellos de botella que subsisten para recuperar la economía.
No hacer licitaciones del gasto fiscal de acuerdo con la Ley es el primer cuello de botella por resolver por parte del gobierno de Maduro. Ha sido impresionantemente descuidado con el manejo de los fondos de pdvsa y demás entes del estado. Un gasto fiscal sin rendición de cuenta y sin licitaciones es clientelar y siempre asegura devaluación e inflación y división social. El presidente Maduro se entero que los $25.000 millones en PDVSA en meses pasados desaparecieron en bitcoins y clientes maulas. Eso paso también en el 2015 y 2016.. Y paso con CADIVI que entre todos han desaparecido mas de $300.000 millones y todavía el gobierno no organiza profesionalmente la tesorería nacional. El gobierno debe enfocarse en desarrollar un plan de licitaciones y debe rescatar la Ley de Licitaciones Públicas del año 2001 para ser aplicada inmediatamente. Las cifras estadísticas quedarán a través de la historia para que se pueda evaluar el aporte o los daños que los gobiernos han causado a la nación.
El segundo cuello de botella es que la economía venezolana está enfrascada en sanciones económicas de los EE.UU. y el gobierno, aunque reconoce que se han dejado de percibir $630.000 millones por las sanciones, se ha distraído infructuosamente buscando apoyarse en China, Rusia, Turquía, Vietnam y algunos países árabes para traer inversiones que no vienen. Medio picó el ojo a EE.UU. y Chevron vino.
Todos los venezolanos estamos sufriendo en esta disyuntiva pérdidas que el presidente de AN calcula en $630.000 millones y que seguirán mientras no se reduzca la batalla entre EEUU y el gobierno venezolano. EEUU no tiene por qué sancionar a la economía, debiera concentrase en sancionar individuos. Pero el gobierno nacional no debe dejar pasar más tiempo ni disimular que Irán, China o Rusia invertirán esas cantidades perdidas.
El gobierno debe enfocarse en aliviar las sanciones a la economía venezolana de EE.UU..
El gobierno del presidente Maduro debe tomar pasos contundentes para cambiar la situación actual de la economía.
En la Conferencia de Colombia esta semana pasada se plantean dos hechos claves que despejan toda la hojarasca de peticiones no importantes para el país y se centra el debate en lo fundamental. Que Maduro no puede ir a elecciones bajo sanciones y que la oposición necesita fecha electoral.
En forma creativa el gobierno del presidente Maduro tiene una gran oportunidad de fijar fecha electoral, que EE.UU levante sanciones y que el presidente Maduro se concentre en rescatar a las empresas del estado con inclusión social en los mercados de valores si se activan, rescatar el aparato productivo privado y negociar levantar las sanciones para crecer sin inflación. La historia premia a los que aman a su pueblo con hechos. La industria de vehículos es una muestra de lo que pudo ser Venezuela y no fue por malas políticas económicas. Venezuela pudo haber sido una de las principales en el ramo automotor en Latinoamérica. Fue centro de desarrollo de Toyota, GM, Ford, Chrysler y muchas otras con plantas manufactureras produciendo cientos de miles de vehículos y un sector de autopartes que generaban 40 % de los insumos y de calidad mundial, empleando cientos de miles de venezolanos. Venezuela se proyectaba como el país desde donde exportar vehículos a Latinoamérica. Hoy la industria automotriz esta desmantelada, las fábricas se mudaron a Brasil y Argentina y solo se importan unos miles de vehículos al año y todo eso por las pérdidas que ocasionaron el no reconocer las cartas de crédito en 1990 y CADIVI 2013. Nunca es tarde para corregir errores. El caso Chevron lo demuestra. Falta el regreso de las grandes petroleras nacionales y mundiales y muchos otras inversiones que regresen. Venezuela lo merece.
Twitter @alejandrojsucre