Las últimas décadas han constituido un escenario de debate y confrontación, donde líderes sin ideas han terminado por bloquear las iniciativas que se han planteado para reducir la dependencia de la renta petrolera. Uno de los más relevantes ha sido Hugo Chávez, quien asciende al poder con un libreto escrito por Luis Miquilena; luego del 2002 rompe con Miquilena y abraza el socialismo del siglo XXI, que obedece a una agenda para prolongarse en el poder, cuyos detalles lo elaboran los cubanos. No es una agenda para el desarrollo, por el contrario, nos embarcó en una ruta que al final condujo a la debacle económica y social que atravesamos. El chavismo al igual que su líder es un movimiento sin ideas, lleno de retórica, la cual es una mampara que ha buscado ocultar los propósitos reales de sus líderes.
Manejar un Estado es un asunto complejo, por ello los líderes políticos que aspiran a dirigir el mismo deben tener una formación básica que les permita formular planes económicos para enfrentar los retos que plantea la globalización a los Estados modernos. Así lo entendieron los dirigentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México y enviaron a sus jóvenes presidenciables a formarse en las mejores universidades de los Estados Unidos en gerencia y economía. Un miembro de esta generación fue Carlos Salinas de Gortari quien llegó a presidente de México a inicios de la década de 1990. En su administración se discutió y aprobó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), mediante el cual México estrechó sus nexos con la economía de los Estados Unidos e impulsó al país petrolero a disminuir su dependencia de la producción de crudo y tomar la ruta al desarrollo que la convertiría en la onceava economía mundial (Rodríguez Rojas, José. E.2019. La exitosa ruta de México hacia un país no dependiente del petróleo. Digalo Ahi, n° 7, julio 23).
Una de las limitantes de nuestro país es que una parte de la elite política venezolana ha estado constituida por políticos lampiños de ideas, que han bloqueado las iniciativas que se han tratado de implementar para disminuir la dependencia de la renta petrolera. Ese fue el caso de los comisarios políticos de AD en la llamada “cuarta república” quienes torpedearon la propuesta de reformas económicas planteada por Carlos Andrés Pérez en su segundo gobierno. La propuesta del equipo de CAP incluía un conjunto de reformas dirigidas a incrementar la competitividad de la economía venezolana e impulsar las exportaciones no petroleras. Pero incluía también reformas orientada a fortalecer la democracia venezolana y disminuir la dependencia del poder ejecutivo central. Entre ellas figuró la elección directa de alcaldes y gobernadores. Como lo plantea la periodista Mirtha Rivero en su libro la Rebelión de los Náufragos, esta propuesta arruinó el negocio de los secretarios generales de AD, que en el viejo sistema tenían aseguradas las gobernaciones en cada región y con ello el acceso a los recursos públicos provenientes de la renta petrolera. De allí su reacción negativa a las reformas planteadas por CAP en su segundo gobierno.
Otro miembro de esta especie fue Hugo Chávez, el fundador del movimiento que lleva su nombre. Chávez andaba como un alma errante, después de salir de prisión, deambulando de pueblo en pueblo, denunciando a la democracia venezolana como corrupta y pregonando la abstención, a la espera de que dicho discurso alentara otro golpe de estado.. De este peregrinaje lo sacó Luis Miquilena quien lo convenció de participar en las elecciones y elaboró la agenda del movimiento que ambos lideraron. El proyecto de Miquilena hacía énfasis en consolidar la democracia venezolana y los elementos que le son característicos, como la separación de poderes, el fortalecimiento de las instituciones que garantizan el ejercicio de los derechos civiles, como la libertad de expresión; así como el control de la corrupción un tema que obsesionaba al veterano político izquierdista. El tema de la pobreza y las desigualdades no aparecía como un tema prioritario. Un planteamiento que cualquier persona sensata suscribiría.
Con esta agenda. Miquilena y Chávez convencen a buena parte de la élite del país de acompañarlos en su aventura. Una vez que ganaron las elecciones, Chávez y Miquilena lo que hicieron fue prolongar la Agenda Venezuela colocando en el ministerio de economía a un competente economista Felipe Pérez Martí, quien se encargaría de los detalles del programa económico. Pérez Martí continuó la agenda antiinflacionaria de Teodoro Petkoff conocida como la Agenda Venezuela que retomaba en términos gruesos las reformas económicas impulsadas por CAP previamente. El Banco Central continuó controlando la masa de dinero y el dólar siguió desplazándose en una banda como lo había hecho previamente. La inflacion continuó sus ruta descendente y la capacidad adquisitiva de los trabajadores y la clase media mejoró. La pobreza no aparecía como un tema prioritario.
A partir de la crisis del 2002 Chávez da un giro de 180 grados y abraza el socialismo del siglo XXI, asumiendo una agenda inspirada en la Cuba de los Castros. La relación con Miquilena se rompe cuando éste le advierte de la corrupción en su familia y discrepa de la ruta socialista. Miquilena, un experimentado revolucionario de izquierda, trata de convencerlo de que el ideario cubano no funciona, ni siquiera en Cuba, y busca la colaboración de Fidel Castro para convencer a Chávez de su desatino. Sin embargo el anciano dictador lo que hace, según Miquilena, es utilizar el enorme ego y vanidad de Chávez, lo halaga y lo continúa manipulando para continuar parasitando las arcas públicas venezolanas.
Se conforma la alianza con los cubanos y estos escriben el libreto de la nueva ruta para permanecer en el poder sin control institucional alguno: poíitica del terror contra la disidencia, control de las instituciones, estatización de la economía y manipulación de los pobres, a través de los programas sociales. En su alianza Chávez aspira beneficiarse de la aureola de Fidel Castro en América Latina y aprender del maestro como prolongarse indefinidamente en el poder sin contrapesos institucionales, como lo afirma Enrique Krauze en su obra “El poder y el delirio”. Un proyecto contrario al de Miquilena quien lo critica abiertamente. El nuevo libreto no es una agenda hacia el desarrollo pues, los cubanos carecen del capital humano para elaborar una agenda de esta naturaleza. El nuevo ideario nos embarca en la ruta hacia la debacle económica y social que atravesamos.
El extraordinario incremento de los precios del petróleo proyecta a Chávez como un líder regional, basado en el billete y los maletines que lo contenían. En un viaje a un congreso de mi especialidad celebrado en Quito, en el año 2007, un editor de una revista académica me comentó: °si no hubiera sido por los precios del petróleo, Chávez hubiera sido un personaje intrascendente en la historia reciente de América Latina y de Venezuela”.
La agenda adoptada por Chávez, diseñada por los cubanos, no es una agenda de desarrollo, al contrario contiene dos elementos que lo impiden. Por un lado la relación conflictiva que plantea con los Estados Unidos, y por otro el permanente hostigamiento hacia la iniciativa privada. Va en línea totalmente opuesta a la orientación liberal de las agendas que se han implementado en los paises mas exitosos de América Latina. La agenda busca como propósito prioritario eternizarse en el poder a través de un mayor control de la sociedad por el Estado y una sistemática política del terror, para anular la disidencia interna. Como una mampara se desarrolla una retórica revolucionaria donde las palabras pierden su contenido, donde las ideas son sustituidas por una retórica vacía y hueca que trata de esconder el propósito real de los que se esconden tras de ella. El chavismo tiene varios retos como movimiento político, uno de ellos es sustituir esta retórica por ideas que permitan conformar una agenda de desarrollo; personalmente no creemos que pueda hacerlo pues el peso muerto de su liderazgo fundacional lo impide.
Profesor UCV