En el marco de la celebración del “Día del Maestro” los educadores de todo el país salieron a las calles para continuar sus luchas por sus Derechos Laborales que permanentemente han sido violados por el régimen. En los últimos 24 años, el 15 de enero se ha transformado en una jornada de lucha de los maestros venezolanos denunciando al gobierno nacional por la aplicación de la Operación Morrocoy, para desconocer la Convención Colectiva que establecen mejoras sustanciales en lo salarial y social, para paliar la grave crisis económica que ha destruido el presupuesto y patrimonio familiar. En una parodia, el régimen pretende discutir las convenciones colectivas solo con sindicatos paralelos afectos, en clara violación de los acuerdos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y las leyes del país.
Concentraciones y marchas representan las permanente acciones de lucha de los educadores frente a un régimen sordo, ciego y mudo frente al reclamo de un aumento salarial digno, que supere definitivamente el miserable sueldo de hambre que actualmente reciben.
Al régimen no le preocupan las miserables condiciones laborales de los maestros y su virtual desaparición. En Venezuela, 166.338 docentes dejaron las aulas entre 2018 y 2021, estimándose que el 59% de estos desertó por los bajos salarios y las pobres condiciones laborales; el resto migró. El salario de un maestro titulado que inicia su carrera, perdió el 95,9% de su valor en los últimos 24 años y con ello las oportunidades para avanzar en sus tareas profesionales.
Durante el desarrollo de las acciones de calle, los maestros rodeados de pancartas, pendones, y sus megáfonos gritando las consignas referidas a sus justos reclamos, buscan el espacio y tiempo suficiente para conversar entre si e intercambiar ideas sobre el análisis de la situación y el futuro de sus luchas.
Un número importante de los participantes coinciden en señalar que la profesión docente, en todos los niveles desde la escuela básica hasta la universidad, ha sido golpeada al extremo. Las escuelas, carecen de los elementos básicos para fungir como tales, con maestros y estudiantes acosados por la hambruna, en medio de la destrucción y deterioro de sus aulas, laboratorios y jardines. Sabemos que más del 80% de las escuelas carecen de servicios sanitarios, sin agua, con electricidad intermitente y sin maestros. La peor de esta circunstancia ha sido el quebranto de la noble profesión docente en todos los niveles, a contracorriente con uno de los aspectos que más cuidan las sociedades que hoy cosechan frutos, por la calidad de la educación y el reconocimiento del valor de sus maestros.
También, es común escuchar que el 15 de marzo de 2022 fue la fecha del último aumento salarial decretado por el gobierno de Nicolás Maduro. Por aquel entonces, se estableció un sueldo mínimo mensual de 130 bolívares, que equivalía a 30 dólares y comprendió un resquicio para la población que esperaba, a partir de allí, una recuperación gradual de su poder adquisitivo. Los docentes han permanecido atados al mismo salario mínimo durante 21 meses. En este período, los Bs 130 perdieron 88% de su valor en dólares y de $30 pasaron a representar apenas $3,62; esa espera ya acumula más de 666 días y no da señales de acabar. Esa temporalidad de más de seiscientos días lleva a muchas personas a pensar y relacionar al régimen con las versiones bíblicas del número de “La Bestia” que es el 666.
Maduro, con sus salarios de hambre, la negativa a discutir los contratos colectivos, la negativa a establecer seguros HCM que garanticen la protección social, la eliminación o drástica reducción de los Programas de Alimentación Escolar, el abandono de las instalaciones y dotaciones escolares, las resoluciones de la ONAPRE destinadas a aplanar los salarios, la quiebra de las Cajas de Ahorro del personal, el proselitismo político partidista, retaliaciones y persecuciones a educadores en las instituciones educativas, el rechazo al ingreso, permanencia y ascenso por concursos universales que garanticen la idoneidad en el ejercicio del cargo y así mejorar la calidad de la enseñanza en nuestros planteles escolares y la adjudicación sin concursos de los cargos directivos. sin lugar a duda representa a uno de los Jinetes del Apocalipsis.
No cabe ninguna duda al señalar que el balance educativo 2023, del régimen de Maduro, es un fracaso de graves y nefastas consecuencias:
-El 25% de los maestros y el 15% de los estudiantes de los niveles básico y medio abandonaron las aulas en los últimos tres años. Además, 85% de los planteles no cuentan con Internet, 69% tiene carencias agudas en el servicio eléctrico, y 45% carecen de acceso al agua. Entre la población de 3 y 17 años se redujo la cobertura educativa nacional después de la crisis del COVID, según la última encuesta Encovi, en casi 1 millón de niños y jóvenes.
–Solo acceden a la educación el 23%de los venezolanos que viven en pobreza extrema. Y que “sólo 25% de los jóvenes entre 18 y 24 años en Venezuela tienen acceso a la educación en centros privados”, por lo que ha disminuido en gran medida las matrículas a nivel nacional.
-Se estima que más de 50% de los docentes se ha retirado del sistema por los insignificantes y miserables salarios, el adoctrinamiento impuesto en los contenidos educativos y las represalias a la que están sometidos si los cuestionan. El salario docente se encuentra por debajo del umbral de la pobreza.
La base magisterial está consciente de la necesidad de superar la crisis de la educación y para que ello sea posible es necesario derrotar a La Bestia y sus políticas apocalípticas. Este nuevo aniversario del Día del Maestro sirve para avanzar en la consolidación de la Unidad de los venezolanos para poder transitar con éxito el camino hacia un cambio de gobierno para el restablecimiento de La Libertad y La Democracia.