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La Convención Demócrata

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 6 min.

Entre el 25 y el 28 de julio tuvo lugar en Philadelphia, Pennsylvania, la convención para nominar a Hillary Clinton como la candidata del partido demócrata a la presidencia de Estados Unidos. A pesar de ser la primera vez que una mujer es nominada a ese puesto, este hecho no tuvo la relevancia que se esperaba.

Una vez superadas las escaramuzas iniciales con los delegados de Bernie Sanders, que se mostraron reacios a aceptar su derrota, se dio inicio a las presentaciones y discursos propios de estas fiestas electorales. Sanders no fue un convidado de piedra en las primarias sino que logró más de 1.800 delegados y mantuvo un discurso encendido, muy popular entre los jóvenes, con una posición que aquí llaman socialista, promoviendo decisiones gubernamentales para disminuir la enorme brecha entre los pocos que tienen demasiado y la inmensa mayoría de clase media o pobre. Sanders logró que Hillary se inclinara un poco más hacia la izquierda, incorporando en su programa algunas ofertas que no habría hecho a no ser por la fuerza del movimiento pro Bernie.

En el espíritu optimista y patriótico predominante, esta convención fue la antítesis de la republicana. Aquella, pesimista, alarmista, con odio y temor ante los inmigrantes, representando el estado de ánimo airado de los trabajadores manuales blancos de las pequeñas ciudades del norte y del centro de Estados Unidos. Esta otra, con muchos delegados y asistentes negros, latinos, gays, con un ánimo alegre y positivo, abierta a los inmigrantes, más en el espíritu de lo que aquí llaman liberal y de izquierda. Quizás la primera con las tintas oscuras demasiado cargadas y la segunda un poco blandengue.

Aquí le dan mucha importancia a la calidad de los discursos, a su elegante pero a la vez entusiasta presentación, en lo que destacó en primer lugar Michelle Obama, una primera dama que ha dejado una huella que será recordada.

Bill Clinton hizo un recuento largo, según algunos no muy afortunado, de sus inicios con Hillary, en lo que fue la primera vez que un expresidente pero a la vez esposo de una candidata hace su presentación.

Obama, haciendo gala de sus grandes recursos oratorios, hizo una defensa de su gestión para dejar sentada la idea de que Estados Unidos ya es una nación grande y gloriosa, que no necesita que venga un tipo como Trump para hacerla grande. Si Trump se ha pasado sus 70 años de vida ignorando a los trabajadores cómo es posible que ahora se declare como su voz. "Él se llama a si mismo hombre de negocios, lo que es cierto, pero yo conozco muchos hombres y mujeres de negocios que han logrado un éxito notable pero que no han dejado atrás de si una estela de demandas legales, de trabajadores impagados, y gente que siente que ha sido engañada". Luego, se dedicó a presentar a Hillary Clinton como la persona más preparada y calificada, más que Bill y él mismo, para ejercer la presidencia de Estados Unidos.

Bloomberg, un magnate mucho más rico que Trump, uno de los hombres más ricos del mundo, alcalde de la ciudad de New York por tres períodos consecutivos, dos veces como republicano y otra como independiente, dio su importante apoyo a Hillary y atacó a Trump diciendo, entre otras frases, que él es un newyorkino y conoce muy bien quién es un tramposo. Y pidió que se eligiera como presidente a una persona sana y competente. Lo de sana es en referencia a Trump que a veces es calificado de loco.

Tim Kaine, el candidato a vicepresidente, que ha sido alcalde de Richmond, gobernador de Virginia y ahora senador, católico practicante pero no fanático en asuntos religiosos, también habló. En su discurso introdujo varias frases en español, idioma que domina gracias a una pasantía de un año en Honduras. Parece un tipo muy capacitado, simpático, y que le va a servir a Hillary como puente con el senado.

Finalmente, en el último día se presentó Hillary, toda vestida de blanco, y presentó su discurso de aceptación, insistiendo en una de las frases favoritas de la convención: somos más fuertes juntos. No parece un lema muy potente pero se contrapone claramente al discurso de Trump de que él solo va a arreglar todos los problemas de Estados Unidos. Hillary nunca ha sido gran oradora pero hizo el esfuerzo de quedar a la altura. Presentó planes e ideas concretas para resolver los problemas que aquejan a los norteamericanos: creación de muchos trabajos nuevos y mejor pagados mediante un programa nacional de mejoramiento de la infraestructura del país, aumento del sueldo mínimo, educación universitaria gratuita (uno de los caballitos de batalla de Sanders), aumento de la cobertura de salud, mayores impuestos para los más ricos, etc. En esto se diferenció de Trump que nunca presenta planes para llevar a cabo sus proposiciones. Su equipo asesor dice que no se trata de proponer mejores planes sino de nombrar a la persona que con su empuje va a hacer grande otra vez a Estados Unidos.

El discurso de Hillary, siguiendo el ambiente de la convención, insistió en lo positivo y en la esperanza en el futuro. A veces pareció demasiado feliz y optimista. No hizo casi ninguna referencia a los problemas internacionales como Siria, ISIS, el terrorismo islamista, las relaciones con la Rusia de Putin y con Europa. En esto me pareció deficiente pero se ve que decidió que no era el momento para incorporar esos temas.

En medio de los varios discursos hubo una intervención de una pareja de musulmanes, Khizr y Ghazala Khan, que perdieron un hijo, capitán del ejército de Estados Unidos, en Irak por un atentado con bomba en 2004. Se dirigieron a Trump diciéndole que ellos habían hecho la ofrenda de su hijo, mientras que él no había hecho ningún sacrificio por el país y ahora quería prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos. Fue un momento electrizante en la convención. Al día siguiente, Trump dijo que ese señor no tenía por qué dirigirse a él y que su esposa había estado muy callada, sugiriendo que el marido no la había dejado hablar. Eso ha traído una cola tremenda porque muchos senadores republicanos, incluyendo a McCain, han condenado las palabras de Trump criticando a una pareja que en este país se considera intocable por su enorme sacrificio. La señora Ghazala le contestó a Trump, por escrito, explicándole que había estado callada porque su marido habló por ambos y porque su dolor sigue siendo tan grande que prefirió callar. Este enfrentamiento se considera un grave error de Trump al inicio de su campaña.

Ahora las cartas están echadas. Dentro de tres meses sabremos quién es el próximo presidente de Estados Unidos. Ninguno de los dos candidatos es muy aceptado aquí. Hillary siempre se ha visto como una persona alejada del público, muy cerca del establishment de Washington y de Wall Street. Que es criticada por las elevadísimas tarifas que cobra por sus conferencias. Que ha cometido algunos errores costosos como el uso de un mail particular para sus comunicaciones como Secretaria de Estado. Para muchos tiene ya demasiado tiempo en el candelero público.

Trump es pugnaz, mentiroso, insultante a veces. No tiene ninguna experiencia política, lo que le sobra a Hillary. Es un magnate de las propiedades inmobiliarias que ha tenido muchas bancarrotas, demandas judiciales, en las que al final él siempre sale ganando y los accionistas perdiendo. Está muy lejos de los principios del republicanismo, tanto así que no se entiende cómo es el candidato de ese partido. Pero tiene una cualidad llamativa: parece que sus metidas de pata y sus intemperancias y mentiras no lo afectaran porque sus seguidores, blancos en su mayoría, parecen estar dispuestos a perdonarle todo con tal de que represente a esa mayoría de trabajadores manuales y pequeños comerciantes frustrados. Lo llaman el candidato teflón porque lo que a otros afectaría mucho a él le resbala. Pero puede ser que su enfrentamiento innecesario con la pareja de musulmanes, cuyo hijo murió en Irak, sea el inicio de un período peligroso en el que va a tener que mostrar más cautela en sus declaraciones. Aunque, en realidad, nadie espera que modere su lenguaje porque su intemperancia e imprudencia siempre le han acompañado en las lides políticas y hasta ahora le han dado buen resultado.