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La crisis de la seguridad del agua

Cambio climático
Tiempo de lectura: 7 min.

La escasez de agua, cada vez más grave, representa una crisis de origen humano que puede resolverse mediante intervenciones humanas. La situación exige nuevas ideas sobre la economía de este recurso crítico y sobre cómo gestionarlo mediante estrategias orientadas a la misión que abarquen todos los niveles de gobernanza.

En lo que respecta al agua, el mundo se enfrenta a una situación insostenible. Sin embargo, solucionar el problema no sólo está al alcance de la mano, sino que también es la solución más fácil para hacer frente al cambio climático y generar empleo y crecimiento.

La crisis del agua es evidente. Año tras año, en una región tras otra, a olas de calor y sequías sin precedentes les siguen tormentas e inundaciones destructivas. Los sistemas alimentarios se están secando y las ciudades se hunden a medida que alcanzamos los límites de extracción de agua de la tierra. Más de 1.000 niños menores de cinco años mueren cada día por enfermedades causadas por el agua potable insalubre y la falta de saneamiento, y cientos de millones de mujeres pasan horas cada día recogiendo y acarreando agua.

Se trata de una crisis provocada por el hombre, y puede y debe resolverse mediante intervenciones humanas. Pero para lograr la equidad y la sostenibilidad en todas partes, necesitaremos nuevos enfoques para gobernar el agua y una oleada de inversiones mucho mayores, innovación a gran escala y desarrollo de capacidades. Los costes de estas medidas son insignificantes comparados con los daños económicos y humanitarios que infligirán comparados con los daños económicos y humanitarios que infligirá la inacción continuada.

El primer paso es reconocer que los problemas a los que nos enfrentamos no son meras tragedias locales. Un ciclo del agua desestabilizado afecta cada vez más a todos los rincones del mundo. Los planteamientos actuales tienden a ocuparse del agua que podemos ver -el «agua azul» de nuestros ríos, lagos y acuíferos- y suponen que el suministro de agua es estable año tras año. Pero esto ya no es cierto, ya que, con demasiada frecuencia, el pensamiento actual pasa por alto un recurso crítico de agua dulce, a saber, el «agua verde» de nuestro suelo, plantas y bosques, que transpira y se recicla a través de la atmósfera. 

El agua verde genera alrededor de la mitad de las precipitaciones que recibimos en tierra, la fuente misma de toda nuestra agua dulce. En la misma línea, los países están conectados no sólo a través de flujos de agua azul (como los ríos) sino, lo que es más importante, a través de flujos atmosféricos de humedad. Como componente crítico del ciclo global del agua, el agua verde necesita urgentemente una mejor gestión.

Y lo que es más peligroso, las alteraciones del ciclo del agua están profundamente interrelacionadas con el calentamiento global y el declive de la biodiversidad mundial, reforzándose mutuamente. Un suministro estable de agua verde en el suelo es crucial para mantener los sistemas naturales terrestres que absorben entre el 25 y el 30% del dióxido de carbono emitido por la combustión de combustibles fósiles.

Este proceso representa uno de los subsidios naturales más importantes para la economía mundial. Sin embargo, la pérdida de humedales y de humedad del suelo, junto con la deforestación, está agotando las mayores reservas de carbono del planeta, con consecuencias devastadoras para el ritmo del calentamiento global. El aumento de las temperaturas desencadena entonces olas de calor extremo y aumenta la demanda de evaporación en la atmósfera, lo que seca gravemente los paisajes y aumenta el riesgo de incendios forestales.

De ahí que la crisis del agua afecte prácticamente a cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y amenace a las personas de todo el mundo. La insuficiencia de alimentos para una población mundial en crecimiento, la propagación acelerada de enfermedades y el aumento de las migraciones forzosas y los conflictos transfronterizos son sólo algunas de las consecuencias previsibles.

MISIÓN H2O

Un problema colectivo y sistémico a tan gran escala sólo puede solucionarse con una acción concertada en todos los países y mediante la colaboración más allá de fronteras y culturas. Es crucial que exista una visión compartida del bien común. De lo contrario, lo que hoy podría parecer bueno para un país, mañana podría crear fácilmente problemas para ese mismo país, así como para otros en todo el mundo.

La situación exige no sólo una mayor ambición, sino también un enfoque del agua impulsado por una misión, que abarque múltiples sectores y se centre en todos los niveles, desde la gestión de las cuencas fluviales locales hasta la configuración de la cooperación multilateral. Podemos y debemos tener éxito en las misiones más importantes del mundo relacionadas con el agua:

  • Lanzar una nueva Revolución Verde en los sistemas alimentarios para reducir el uso del agua y aumentar al mismo tiempo el rendimiento agrícola para satisfacer las necesidades nutricionales de una población en crecimiento.
  • Conservar y restaurar los hábitats naturales que son fundamentales para proteger los recursos hídricos verdes.
  • Establecer una economía «circular» del agua en todos los sectores.
  • Y garantizar que todas las comunidades vulnerables dispongan de servicios adecuados de agua limpia y segura y de saneamiento para 2030.

Aunque estas misiones deben impulsar cambios políticos, alinear los sectores público y privado y estimular la innovación, también requieren nuevas formas de gobernar. La formulación de políticas debe ser más colaborativa, responsable e inclusiva de todas las voces, especialmente las de los jóvenes, las mujeres, las comunidades marginadas y los pueblos indígenas que están en primera línea de la conservación del agua.

El cambio político más fundamental consiste en valorar el agua adecuadamente para reflejar su escasez, así como su papel fundamental en el mantenimiento de los ecosistemas naturales de los que depende toda sociedad. Debemos poner fin a la infravaloración del agua en toda la economía y a las perjudiciales subvenciones agrícolas que impulsan un uso insostenible y degradan la tierra. La reorientación de esos fondos hacia la promoción de soluciones que ahorren agua y la prestación de ayudas específicas a los pobres y vulnerables serían de gran ayuda.

Para solucionar la falta crónica de inversión en agua, debemos volver a dar prioridad a las infraestructuras hídricas en las finanzas públicas, donde curiosamente están desatendidas en la mayoría de los países. Los responsables políticos pueden inspirarse en las mejores prácticas de colaboración público-privada para ofrecer incentivos justos a los compromisos a largo plazo, al tiempo que se atienden los intereses del público, especialmente de las comunidades desatendidas.  

Dada la naturaleza colectiva del desafío del agua, debemos garantizar flujos de financiación mayores y más fiables para ayudar a los países de renta baja y media-baja a invertir en resiliencia hídrica. Los bancos multilaterales de desarrollo, las instituciones financieras de desarrollo y los bancos públicos de desarrollo deberán colaborar estrechamente con los gobiernos para apoyar misiones nacionales sobre el agua que reflejen las necesidades locales y las condiciones ecológicas. Los acuerdos comerciales internacionales también ofrecen posibles palancas para promover el uso eficiente del agua, ya que pueden ayudar a garantizar que el «agua virtual» incluida en los bienes comercializados no agrave la escasez en las regiones con estrés hídrico.

Al igual que estamos haciendo con las emisiones, debemos recopilar datos de alta integridad sobre la huella hídrica de las empresas y crear marcos para la divulgación del uso del agua. También debemos desarrollar sistemas para valorar el agua como parte del capital natural. Poner precio a este recurso fundamental podría reportar importantes dividendos a los países con el paso del tiempo.

En resumen, debemos dar forma a los mercados en todas nuestras economías -desde la agricultura y la minería hasta la energía y los semiconductores- para que sean radicalmente más eficientes, equitativos y sostenibles en el uso del agua.

El informe preliminar 2023 de la Comisión Global sobre la Economía del Agua expuso los argumentos a favor de un cambio fundamental en la forma en que el mundo gestiona el agua. Nuestro informe final de octubre mostrará cómo podemos hacerlo mediante una acción colectiva transformadora.

Sólo estamos en 2024. Si no abordamos estos problemas de frente, los incendios forestales, las inundaciones y otros fenómenos extremos provocados por el agua y el clima serán cada vez más intenso y mortífero en los próximos años. Avanzar en la agenda de la seguridad del agua puede parecer más difícil en medio de las crecientes tensiones geopolíticas, pero representa una oportunidad para demostrar que la colaboración puede beneficiar a todos los países y permitir un futuro justo y habitable para todos. No podemos rehuir este reto.

Traducido por DeepL

6 de septiembre 2024

Project Syndicate

https://www.project-syndicate.org/onpoint/water-security-crisis-nature-of-the-problem-and-what-to-do-by-mariana-mazzucato-et-al-2024-09-1-2024-09