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La tiranía de los imbéciles

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 4 min.

El uso cuidadoso de las palabras es muy importante. Michel de Montaigne dejó claro que nadie está libre de decir estupideces, y lo malo es decirlas con énfasis. En estos días algunos auto consagrados gurús de lo políticamente correcto, han calificado de “imbecilidad” la asistencia de Lilian Tintori a la Casa Blanca, estrechando manos con Donald Trump. Los zeus del olimpo político criollo, han sentenciado con su tridente (twitter), que “la sentencia del TSJ contra de Leopoldo López fue consecuencia de esa foto. Nada más incierto. Ni la más hiriente intelectualidad chavista habría apelado semejante idiotez.

En el pensamiento más profundo no puede faltar el necio perfecto (Les Fleurs du mal, Charles Baudelaire). Hay muchos ejemplos de discurso baladí, cliché, soso, intrascendente…“Ojo: yo por las buenas soy muy bueno, pero por las malas, peor…” Un decir desabrido, tautológico, falaz, que pretendiendo intimidar termina confesando vaguedad e insustancialidad. No por casualidad algunos afirman que los imbéciles “no cambian de opinión”. Incapacidad de discernir propia de las “personas tontas, que carecen de criterio e inteligencia” (DRAE). Quien le dice a otro imbécil, ofende sin elegancia, sin creatividad y con una rudeza que lo desnuda cómo tal. El insulto no sólo denota al ofendido, sino busca molestarlo. Además de enojar al mosqueado, busca rebajarlo patológicamente de incapaz. En resumidas, es una expresión muy fuerte que en el terreno político se revierte. Tachar a otro de imbécil es tan fulminante como boomerang; tan deshonroso como impertinente, por el grado de respeto que el colectivo exige a los hombres de poder (legítimos) o que demandan de éste a ciudadanos que se conducen como tales (dixit Savater). ¿Alguien duda que Lilian defiende una causa justa y ciudadana? ¿Alguien en su sano juicio puede llamarla imbécil por ir adonde le pidan en pro de la libertad de su marido, de su país y la felicidad de sus hijos, de sus compatriotas?

Repasando archivos encuentro que el Diario británico ‘The Guardian’ elaboró una lista gradual con las citas más tontas de los presidentes de EE.UU., revelando que la calidad lingüística de los discursos de los máximos mandatarios, ha caído en picada con el paso de los siglos. Utilizando como prueba de legibilidad la nomenclatura Flesch-Kincaid, misma que mide la capacidad de comprensión de un documento, el estudio arroja que el primer presidente, George Washington y sus compañeros fundadores, registraron niveles de lectura que rondaban la puntuación 20, es decir, utilizaban un vocabulario que refleja 20 años o más de estudios. Los presidentes contemporáneos de EE.UU. apenas alcanzan 10 puntos. George H.W.Bush obtiene 8.6 pts. Es conocido por frases como: “no creo que los ateos deban ser considerados ciudadanos, ni patriotas…Esta es una nación regida bajo Dios” o “es el momento que la raza humana entre en el Sistema Solar”(…)Barack Obama obtiene una puntuación de 9.4. Dijo que “EE.UU. estará a salvo siempre y cuando todos los ciudadanos tengan un leño en la mano” o “no me opongo a todas las guerras, me opongo a una guerra estúpida” (…) Gerald Ford -7 puntos- es recordado por su elocuente, “si Lincoln estuviera vivo, se retorcería en su tumba”; o Ronald Reagan (8pts.), por su comentario de Jimmy Carter: “Una recesión es cuando tu vecino pierde su empleo. Una depresión es cuando tú pierdes el tuyo. Y recuperación es cuando Jimmy Carter pierde el suyo”. Declaraciones contradictorias, arrogantes, que habiendo sido señaladas como imbecilidades por “ilustres líderes de opinión”, éstos terminaron siendo maldicientes y aquellos presidentes. Y hoy Trump es Presidente…

En Venezuela tenemos nuestros propios peregrinos de la lengua: “Si yo me muero y a mí me matan”; “El futuro es mañana”; “En el país de lo ciegos el muerto es ley” Otros: “Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez(…) Hoy tenemos millones y millonas de Bolívar”. Afirmaciones que demuestran torpeza en el discurso. Sin duda. Pero aquél que siendo ilustrado les insulta, lejos de demostrar sobriedad y compostura académica, exhibe un incontenible ego y soberbia. El ridículo o la impronta del gazapo será mayor en el humor o en el cotillón de boca a boca. Pero no en la voz de un profesor.

Cuando desde un flanco político se insulta a otro en tono muy ofensivo, quien tiene las de perder es el agresor. Y cuando la ofensa es hacia un aliado, la imbecilidad se invierte. El asunto no fue estar con Trump. El tema es que quien critica ese encuentro, no aguantaría dos pedidas para atender una invitación de Donald o de quien venga, a la Casa Blanca…El TSJ no condenó a López por el estrechón de manos de Tintori y el aprendiz. López fue condenado el primer día que espetó en plaza abierta (y repleta) la palabra libertad. Y hasta el más humilde sabe qué día saldrá Leoplodo de su celda.

¿Qué puntaje le daría Ud. a quienes ofendieron encendidamente a Lilian Tintori? En todo caso una miserable actitud que responde muy bien a la pregunta, por qué la oposición sigue dividida. Quizás la anarquía, la tiranía de los imbéciles y la mezquindad, duermen más de nuestro lado que del lado contrario.

@ovierablanco

http://www.noticierodigital.com/2017/02/orlando-viera-blanco-la-tirania-...