No será fácil pero tampoco imposible, cuando se inicie el proceso de reorganización institucional, las obras serán inmensas y los obstáculos estarán muy cerca unos de otros. Los estragos y devastación de nuestra Nación son de tal magnitud a los dejados en un país que se encontraba en guerra, 25 años de una administración sin principio, inepta, corrupta, sin moral, sin principios y sin patriotismo es el legado de hombres y mujeres que bajo el amparo de la impunidad, el terrorismo de Estado, cárcel, persecución y muerte de sus opositores, coparon las esferas del poder para dejar un país en ruinas a costa de inmensas fortunas de sus principales representantes revolucionarios según su decir.
La transición hacia un régimen democrático, pleno de libertades, institucional, regido bajo el amparo de la Constitución y las Leyes, solo será posible si entendemos la magnitud de la tarea que se tiene por delante, no sólo por los que asuman la dirección del país, necesario es que el ciudadano de a pie también lo entienda, que el esfuerzo será de todos y no de un nuevo caudillo, las voces desde donde no hay retorno y que fueron víctimas sacrificadas por los sanguinarios bárbaros del régimen, así lo demandan y no pueden caer en oídos sordos, ellos reclaman porque su sacrificio valió la pena, sin olvidar que también esperan porque la justicia recaiga sobre sus verdugos.
Esa es una visión que viene acompañada por la fuerza de la esperanza, por creer en el enorme potencial humano que en estos 25 años ha demostrado tener coraje para enfrentar una cruel tiranía y por creer que Venezuela, en una vuelta al horizonte tiene el mayor potencial de posibilidades de desarrollo económico.
No estamos solos, Dios en Divina Misericordia y Presencia, está con nosotros.