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Las panzas coloradas

Opinión
Artículos de opinión
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Tiempo de lectura: 2 min.

Los escolares de los años 50/60 éramos invitados por la maestra a leer “Las lanzas coloradas”, obra de Arturo Úslar Pietri, como manera de adentrarnos en nuestra historia, agarrarle el gusto a la lectura, poner a volar la imaginación en la construcción de nuestro propio mundo y hallar el hilo del conocimiento para salir de la ruralidad y la barbarie de las dictaduras y así entrar al moderno canibalismo de la sociedad democrática; era una pelea entre dos corrientes, una conspirando por mantener la presencia cuartelaria para “preservar” la ley y el orden, fusiles mediante, y otra en busca de una ruta hacia la verdadera democracia sustentada por la sociedad del conocimiento y los recursos naturales manejados por especialistas y orientados por creadores del saber y de la riqueza para estimular la imaginación.

En Venezuela, un país que jamás ha entrado a un nuevo siglo por el camino cierto del desarrollo en quinientos años, entre 1498 al llegar los españoles y 1998 con la irrupción de Chávez, se ha pretendido imponer la bota militar y militarista por encima del civismo, sin tomar en cuenta a nuestro procerato que, además de las armas, blandió el pensamiento para aborrecer la monarquía y establecer una república como manera de darle al pueblo gobiernos demócratas, reemplazables y libres a través de la votación universal con la participación popular.

En todo ese tiempo, sólo 40 años, los satanizados 40 años de “La Cuarta”, mucho menos del 10 por ciento, han sido de verdadera democracia imperfecta, sí, pero democracia, durante los cuales los venezolanos todos demostramos nuestra verdadera vocación de libertad y convicción civil de saber hacer las cosas sin tutelajes ni imposiciones, aunque sí en concordancia con las naturales reglas de la convivencia social consensuada en el concierto de naciones y ejecutadas por el Estado a través de la independencia y autonomía de los órganos del Poder Público.

Pero quienes vinieron hablando en nombre de Simón Bolívar, empastichándolo con los sempiternos bárbaros y barbudos dizque revolucionarios, arteros exhibidores de sables y cañones, quienes pretenden siempre imponer sus absurdas ideologías a punta de espadas y balas, han hecho de Venezuela “un piazo ‘e terreno lleno ‘e gente” (lo oímos en un filme venezolano) muerta de hambre por las confiscaciones, el robo al erario y el desfalco a la fe y la esperanza de un pueblo noble como el nuestro.

Hoy día, son los de las panzas coloradas quienes aún no entienden o no quieren entender que ellos sostienen a este régimen. Las panzas coloradas no sólo edematizadas por falta de alimentos proteicos sino las panzas coloradas, ruborizadas por la vergüenza y la indignidad de aquellos que piensan sólo en su bienestar a costa de la vida de todos los demás, particularmente de niños y ancianos, la parte más delgada de la soga con la que están ahorcándonos…