Corregir la corrupción debe ser asunto de los venezolanos, no de Estados Unidos. Y menos imponiendo sanciones a la venta de petróleo, principal fuente de ingresos del país. Las sanciones a la venta de petróleo venezolano son una gran crueldad contra los empresarios y trabajadores del país. Si se utilizan para atacar la corrupción de algunos funcionarios públicos, es como tratar de eliminar roedores en una casa impidiendo que todos sus habitantes, ayudantes e hijos, coman o compren alimentos. Y esto mientras los gobernantes de la casa están tranquilos en una sala aislada y protegida con todas sus necesidades cubiertas. Y es aún más grave, ya que al pedir a EEUU que imponga sanciones a la venta de petróleo para combatir la corrupción, se está poniendo en manos de otros países lo que compete solo a los venezolanos. ¿O es que Estados Unidos va a estar poniendo sanciones al petróleo cada vez que haya corrupción en Venezuela?. Un asunto distinto es pedir a EEUU y a los europeos que impongan sanciones a los individuos y políticos venezolanos que violan derechos humanos y corrompen el sistema financiero e inmobiliario global. Esa ayuda de sancionar individuos sí puede ayudar, como cuando los ratones se van de nuestra casa ya que empezó una fumigación y se alerta a los vecinos para que se protejan y nos ayuden a erradicar a los roedores infecciosos que huyen con nuestros alimentos.
Muchos venezolanos tienen la tendencia de poner en manos extranjeras la solución de nuestros problemas. Es una especie de tara. Unos la ponen en manos de rusos, cubanos, iraníes, chinos y turcos. Otros la ponen en manos de EEUU y Europa. Muy pocos ponen las soluciones de los problemas en manos de los propios venezolanos. Los que piden a Estados Unidos que pongan sanciones al petróleo para frenar la corrupción no se están dando cuenta de varias cosas: que sus mismos agentes federales, encargados de batallar el dinero ilegítimo que llega de Venezuela, se quedan con grandes tajadas y nada regresa al fisco venezolano para resarcir los daños, pagar maestros y médicos. Los agentes federales de EEUU hasta negocian con los capturados y los dejan tranquilos en Estados Unidos con parte del botín que pertenece a los venezolanos.
Mientras tanto, las sanciones al petróleo venezolano hacen un enorme daño al empresariado nacional, ya que les obliga a vivir con menos ingresos petroleros, un bajísimo PIB que afecta a cada trabajador, profesional e industria del país. La infraestructura y la población no puede mantener sus gastos con un PIB de $70.000 millones. Cuando no había sanciones al petróleo y había corrupción el PIB estaba en $400.000 millones. Un PIB tan bajo producto de las sanciones al petróleo implica menos ventas, menos sueldos y menos actividad económica. Si bien hay una corrupción infinita en Pdvsa, esta no se frena matando a la empresa sino eliminando a los roedores. Incluso las sanciones a la venta de petróleo incrementan la corrupción en Pdvsa al obligarla a vender el petróleo a piratas y no a clientes registrados y solventes, a usar proveedores improvisados y a usar cuentas bancarias no reportadas y hasta en criptomonedas difíciles de hacer seguimiento.
Las sanciones individuales sí pueden ayudar a reducir la corrupción en el país. Las sanciones a la economía petrolera no. Debe haber sanciones individuales si los individuos corrompen el sistema financiero internacional. Para eliminar las cucarachas no hay que incendiar la casa. Hay que atacar a los roedores en operaciones que apunten bien. Y no tiros de perdigones dispersos que maten a todos menos a los roedores. Los venezolanos debemos luchar sin esperar que otros países y que EEUU sancionen a toda la nación. EEUU no tiene por qué luchar contra la corrupción en Venezuela y menos matando al pueblo de hambre. Estados Unidos tampoco debe sancionar la venta de petróleo de Venezuela para lograr fortalecer la democracia. El efecto es contrario. En Barinas, en la pasada elección de gobernador, se demostró que la oposición en el terreno, unida, le puede ganar al oficialismo aún cuando las condiciones no sean idóneas.
El impacto económico de las sanciones al petróleo venezolano es de $300.000 millones en PIB. Y el impacto de la corrupción es mayor. Venezuela, aun con corrupción y con los precios del petróleo menores, llegó a producir un PIB en 2014 de casi $500.000 millones. Hoy, después de las sanciones, produce solo $60.000 millones. Ese es el costo de las sanciones de EEUU al petróleo venezolano. Entre la corrupción, el gasto fiscal de Venezuela y las sanciones al petróleo, hoy el país produce 33 veces menos que Texas con la misma población y con más recursos naturales. Es hora de crear un círculo virtuoso de reorientar el gasto fiscal eficaz y levantar las sanciones para levantar el PIB per cápita, dejar atrás la economía del deterioro y lograr una economía de prosperidad.
Twitter @alejandrojsucre