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Lo negociado hasta ahora no se puede comentar en 140 caracteres

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El comentario de la semana

Para tomar posición ante lo anunciado por los negociadores el 12 de noviembre de 2016, es indispensable aclarar los pensamientos personales, partir de algunas premisas y leer con detenimiento lo oficialmente acordado.

Este régimen es el peor de nuestra historia y definitivamente dictatorial en su comportamiento; al principio solapadamente, amparado en el favor de las mayorías y abiertamente cuando lo perdió el 6D de una manera más que contundente cuando juzgada por el número de diputados obtenidos por la oposición. No obstante, sigue mostrando ser todavía una fuerza electoral importante de acuerdo a esos mismos resultados y los que reflejan encuestas recientes.

La oposición por haber permitido ser asumida en su dirección por una instancia exclusivamente partidista no ha tenido coherencia en sus objetivos y tampoco en sus actuaciones públicas, mostrando muchísimas fisuras, siendo quizás la mayor la aceptación de que unos pocos asuman hábilmente la representación de todos, cuando en realidad lo son solo de algunos.

El resto de la sociedad civil no ha sabido hacer valer sus opiniones y en definitiva, de hecho que no de derecho, ha permitido que unos pocos partidos políticos decidan el futuro de todos, mientras que los avances logrados, sobre todo, la captación del interés y respaldo de la comunidad internacional ha sido resultado de su accionar, no siempre orientado, ni coordinado y en muchos casos impuesto por ella a dichos partidos.

El diálogo no es algo que comenzó en octubre, viene dándose entre los venezolanos en distintos escenarios (barrios y urbanizaciones, transportes colectivos, hospitales y clínicas privadas, colas por comida y medicinas) llegándose a consensos que pudiesen resumirse en ¡esto no puede seguir así y el responsable es el gobierno de Maduro!

Este consenso en las bases, las presiones internacionales y el instinto de sobrevivencia nos condujeron a una MESA DE NEGOCIACIÓN en la que de seguro y de parte y parte, no todos nos sentimos representados, pero que en definitiva es “lo que hay”, aunque pudiese mejorarse.

Negociación implica llegar a acuerdos en los que las partes tratan de “lograr lo más y perder lo menos” en un tiempo que es usado intencionalmente como parte vital de la negociación misma. En el caso venezolano, esperar que el resultado de la negociación política sea “la inmediata rendición incondicional del adversario” es absolutamente irreal.

Analizando lo logrado hasta el 12 de noviembre de 2016 seguro que nadie en la oposición está satisfecho del todo, pensando que si hubiésemos acompañado la negociación con demostraciones de fuerza, en ningún caso bruta, como ha sido la experiencia mundial en otras situaciones, los resultados hubiesen sido mejores. La realidad es que aunque lo saben ambas partes, últimamente solo las han ejecutado los "maduristas".

Revisando lo anunciado oficialmente pudiésemos tratar de evaluar si hubo logros y la magnitud de los mismos (http://digaloahidigital.com/articulo/hoja-de-ruta-acordada-por-el-gobierno-nacional-y-la-mud-el-12112016). De dicha lectura objetiva se desprende que la MUD logró un documento que reconoce lo que hemos venido señalando sobre, y notando en falta en, las actuaciones del gobierno, quedando pendiente y generando dudas, la forma en la que se materializarán los enunciados contenidos en esa declaración escrita.

En consecuencia debemos resaltar que en el papel, el gobierno le dio la razón a la oposición sin importar cuanto trataron de disimularlo en la selección de las palabras. Eso no lo reconocen nuestros furibundos y debe tener descolocados a los de ellos, sin que las inmensas mayorías hayan sido nutridas con claras explicaciones que minimicen sus grandes y entendibles ansias de prontas soluciones a sus problemas.

Declarar que la MUD lo hizo muy bien es exageración, puesto que hasta ahora ha demostrado que no es un ente verdaderamente unitario, que solo incluye a unos muy pocos partidos y al que tienen que ser incorporados de inmediato, y con todas las prerrogativas, a los que están obviamente ausentes.

Además y como se señala como compromiso en la hoja de ruta a la que nos hemos referido, necesita hacerle espacio en su seno a individualidades que garantice una conformación negociadora que nos represente a TODOS los que adversamos al régimen. Sin ser de nuestra competencia, resaltamos lo conveniente que sería que allí estuviesen también aquellos que sin renegar a los principios originales del proceso, hoy comparten la necesidad de encontrarle una salida a la crisis política, social, económica y ambiental que enfrenta el país.

Decir que no ha habido avances sería mezquino, sobre todo por qué el gobierno ha reconocido sus flaquezas en políticas públicas y la necesidad de bajar el tono del discurso para facilitar salidas a la crisis. No obstante, ello no basta y sigue siendo tarea pendiente el acordar la vía pacífica, democrática, constitucional y electoral mediante la cual la gente pueda concretar su deseo inmensamente mayoritario de cambiar al régimen y para ello ahí siguen estando el referendo revocatorio presidencial, cada vez con menos peso y el que solo tiene como alternativas democráticamente válidas (1) la renuncia del presidente y el nombramiento de un sustituto capaz de conformar un gobierno consensuado de transición, (2) una enmienda constitucional que permita unas elecciones generales y (3) la convocatoria de una asamblea nacional constituyente que permita no solo el cese inmediato de todos los poderes, sino la instauración del marco constitucional que facilite la construcción de un país distinto y de cara al futuro.

Mientras tanto, la gente de todos los colores o mejor aún, olvidando los colores, tiene que seguir haciéndose sentir con todas las formas a su alcance y aquellos que pretendan ser parte del futuro político de esta país están obligados a diseñar de manera consensuada las estrategias para alcanzarlo.