El ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera Jesús Farías ha afirmado en varias oportunidades que los peor de la crisis ya pasó. Lo ha dicho en varias ocasiones, la primera fue el 19 de julio, cuando aseguró: “Lo peor de la crisis ya fue superado”. Dos meses más tarde, el 20 de septiembre, reiteró su declaración: “La situación más grave de la crisis ya pasó y vamos recuperando la senda del crecimiento”. La última fue el 20 de octubre, cuando en una declaración que dio en un programa de entrevistas del canal Venevisión, señaló: “La caída de la economía en nuestro país, como resultado de la debacle de los precios del petróleo, de la guerra económica y de la crisis de un modelo, ya pasó”.
La visión del ministro refleja la tesis del gobierno que la crisis que enfrentamos se debe a la caída en los precios del petróleo. Como estos se están recuperando, es lógico pensar que lo peor de la crisis ha pasado y que los nuevos ingresos petroleros ayudarán a la recuperación de la economía. Esta parte de la tesis gubernamental no es clara, ya que el futuro de los precios petroleros es incierto. Los expertos en el tema, consultados por la prensa especializada como “Cinco Días” (vinculado al diario El País), son escépticos sobre esta recuperación. Todo depende de lo que hagan los productores no asociados a la OPEP, en particular los Estados Unidos, cuya producción no convencional es rentable a los precios actuales. Por otro lado, dudan de la firmeza del compromiso de los miembros de la OPEP en cumplir los acuerdos anunciados, debido al conflicto entre países como Arabia Saudita e Irán. Algunos de los expertos consultados estiman que el petróleo se mantendrá en torno a los 45 dólares, otros opinan que se mantendrá en un rango de 40 a 55 dólares. Es decir, bien lejos de los 70 dólares que aspira el gobierno venezolano, según declaraciones de Nicolás Maduro.
Al margen de lo que pase con los precios del petróleo, la tesis del ministro Farías choca con las previsiones de los organismos especializados como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el cual sostiene que la crisis venezolana no tiene que ver con la caída de los precios del petróleo, sino con las políticas gubernamentales.
n abril del 2016, el FMI señaló que la capacidad productiva del país se ha ido desplomando como consecuencia de la escasez de insumos y de las políticas gubernamentales de controles y el deterioro del clima de negocios. Ciertamente, el descenso de los precios del petróleo contribuyó al provocar la caída en las importaciones y exportaciones. El descenso de la capacidad productiva se reflejó en una caída del Producto Interno Bruto, que mide la masa de bienes y servicios generados en un año, el cual se contrajo en un 6% en el año 2015 y se prevé una caída adicional de 6% en el año 2016. La inflación, estimulada por la impresión de dinero por parte del Banco Central, y a su vez por la escasez y la elevación del dólar en el mercado paralelo, alcanzará 700% en el año 2016 según prevé el FMI.
En informes recientes, el FMI alerta que el desplome económico se ha profundizado y se estima en dos dígitos (10%) debido a la caída de la producción de petróleo, ocasionada por el deterioro de PDVSA. También han influido los mismos factores señalados en el informe previo, relacionados con la escasez de insumos, las políticas de controles y las que lesionan los derechos de propiedad (expropiaciones). La inflación se ha acelerado y se plantea un riesgo real de hiperinflación. Las condiciones sociales se han deteriorado debido a la escasez de alimentos y medicinas, y a la caída del poder adquisitivo.
El Fondo insiste que el problema fundamental de Venezuela no son los bajos precios del petróleo sino las erradas políticas económicas. En su última referencia a Venezuela, el FMI señala que si dichas políticas se mantienen, el país enfrenta riesgos severos incluyendo un mayor colapso de la actividad económica, acompañado de hiperinflación.
Otras fuentes, confirman la aceleración de la inflación. El economista Orlando Ochoa, entrevistado en el programa CNN Dinero, señaló que la inflación de septiembre del 2015 a septiembre del 2016 fue de 700%, muy por encima de la cifra de 180% que dio el Banco Central de Venezuela para el año 2015.
El ministro Farías en sus declaraciones no da señal alguna que las políticas de controles, las que lesionan la propiedad y han provocado la escasez de insumos, así como el hostigamiento a empresas privadas como Polar, van a ser revertidas a fin de crear un clima de negocios favorables a la inversión privada. No hay indicios tampoco que se dará termino a la impresión de dinero que alimenta la inflación. Lejos de ello, sigue culpando a la “guerra económica” por los desatinos gubernamentales. Como el gobierno insiste en sus despropósitos, lo peor de la crisis está por venir.
Profesor UCV