A lo largo de las últimas décadas, académicos, comisiones gubernamentales y ONGs venezolanas diseñaron propuestas para una agricultura deseable eficiente y competitiva internacionalmente. Al final estos planteamientos se ampliaron incluyendo al sector agroalimentario en su totalidad, en una plataforma programática que se instrumentó durante la década de 1990, dando pie a un conjunto de reformas que en el sector agroalimentario lograron un relativo éxito, al incrementar las exportaciones hasta un valor cercano a los 600 millones de dólares. Los gremios agropecuarios, que durante este tiempo discreparon de este paradigma, al final, incorporados a la alianza de fuerzas que acompañaron al régimen de Chávez, torpedearon la reforma comercial en el sector agrícola y contribuyeron a su desmantelamiento.
La crisis agrícola y el fuerte incremento de las importaciones agroalimentarias que se dio durante el boom petrolero de la década de 1970, impulsó en los diversos sectores ligados al agro venezolano, una discusión sobre la agricultura deseable en el país y la necesidad de desarrollar planes orientados a incrementar el autoabastecimiento. En un artículo publicado a inicios de la década posterior, que se convertiría en un clásico en el área de la economía agrícola, Gustavo Pinto Cohen planteó la conveniencia de impulsar una agricultura eficiente y competitiva internacionalmente. Planteaba también, la conveniencia de impulsar una agricultura adaptada a las características de nuestros ecosistemas tropicales que predominan en el país, lo que llevaba a replantear el modelo de agricultura que se había realizado, que replica la agricultura llevada a cabo en los países de clima templado.
En el mismo momento que Pinto Cohen formula sus planteamientos, el gobierno socialcristiano de Luis Herrera Campíns crea una comisión para desarrollar un Plan de Desarrollo Agrícola a Largo Plazo (Planagri). Este plan coincide en líneas generales con los planteamientos de Pinto Cohen, de impulsar una agricultura adaptada a los ecosistemas tropicales y apuntalar la competitividad agrícola. A tal fin se propone potenciar los rubros con ventajas comparativas como el arroz y convertirlo en un rubro dominante en la producción de cereales.
Sin embargo las ideas de Planagri y las de Pinto Cohen no son las que llegan a implementarse en la década de 1980. Por el contrario, en la segunda mitad de esa década, con la llegada del partido AD al poder la agenda gubernamental instrumenta un plan de autoabastecimiento elaborado por sectores ligados a los gremios agropecuarios dominados por AD. En consecuencia se impulsa una política de rentabilización de la agricultura en base a fuertes incrementos de precios, que incentiva el crecimiento de una agricultura ineficiente, que dio en llamarse “el milagro agrícola”. Por otro lado, el fuerte incremento de los precios agrícolas se tradujo en una inflación de alimentos que perjudicó a los sectores urbanos de bajos ingresos e incrementó la pobreza.
El impacto de las políticas del “milagro agrícola” sobre los consumidores urbanos de bajos ingresos, dio lugar a una etapa signada por el rechazo o resistencia de diversos sectores del Sector Agroalimentario Venezolano (SAV) a las demandas y propuestas de los gremios agropecuarios. En este contexto surgió una nueva propuesta de políticas agroalimentarias impulsadas por el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (ILDIS), más cercana a la posición del sector agroindustrial; los cuales eran partidarios de un proceso de apertura comercial, en el contexto del cual era necesario incrementar la competitividad del SAV y de la agricultura en particular. El tema de una agricultura competitiva, planteado por Pinto Cohen, es retomado de nuevo. El planteamiento del ILDIS es, sin embargo, diferente de las ideas de Pinto Cohen, en el sentido que acepta la existencia de los sectores agroalimentarios importadores como el avícola, como un elemento estructural del SAV. En este sentido no insiste en la necesidad de incrementar el autoabastecimiento y reducir las importaciones, que son en buena medida insumos para los sectores agroindustriales importadores como el avícola. El énfasis se centra en reducir el desequilibrio de la balanza comercial agroalimentaria mediante el incentivo a las exportaciones, tarea en la que el sector avícola puede desempeñar un importante rol. Otro aspecto que se enfatiza es la necesidad de incrementar la ingesta calórica recurriendo a los subsidios al consumo de rubros como el arroz. En esta propuesta, el trigo conjuntamente con el maíz serían el soporte del consumo de cereales, sin dejar de enfatizar la necesidad de incentivar el consumo de arroz.
La propuesta del ILDIS se desarrolla como una plataforma programática que se presentaría al nuevo gobierno que se elegiría a finales de la década de 1980. El nuevo gobierno es encabezado por Carlos Andrés Pérez en una alianza de fuerzas que deja a un lado a los gremios agropecuarios. El nuevo ministro de agricultura proviene de la agroindustria, por lo que es proclive a la visión desarrollada por el ILDIS. La nueva política económica se orienta al replanteo del modelo rentístico petrolero y a implementar un proceso de reforma y apertura comercial, como herramienta para incrementar la competitividad de la economía. Se desmanteló la política de protección y subsidios al sector agrícola. Los gremios agropecuarios quedaron fuera del proceso de negociación de los precios lo cual se planteó como el resultado de negociaciones directas entre compradores y vendedores de las cosechas nacionales. Todo ello tuvo un impacto negativo sobre la producción agrícola relacionada con el “milagro agrícola”. Sin embargo logró incrementar la producción de los sectores potencialmente competitivos como cacao, café, arroz y frutas tropicales. La reforma comercial en el sector agroalimentario se mantuvo con altibajos durante toda la década de 1990; en una visión de largo plazo las medidas instrumentadas tuvieron un relativo éxito al aumentar las exportaciones agroalimentarias hasta un monto cercano a los 600 millones de dólares, al final de la década. Sin embargo esto no satisfizo las aspiraciones de los gremios agropecuarios, que se inscribieron en el rechazo que diversos sectores plantearon al gobierno de CAP y continuaron posteriormente en su labor de torpedeo de la reforma comercial incrementando la conflictividad al interior del sistema agroalimentario venezolano.
Ante la cercanía de un nuevo evento electoral, a finales de la década de 1990, los gremios agropecuarios se organizaron políticamente a fin de realizar una nueva apuesta, apoyando a Hugo Chávez en sus aspiraciones presidenciales. Una vez elegido Chávez las presiones de los gremios agropecuarios lograron desmantelar la reforma comercial en el sector agrícola y la política de precios concebida en la Agenda Venezuela. Ésta última fue sustituida por una política manipulable por los gremios, los cuales logran insertar en la agenda gubernamental una política favorable a los cereales que logra incentivar la producción de maíz hasta el año 2007, propiciando un desarrollo agrícola vulnerable, en base a rubros para los cuales el país no tiene condiciones para su producción óptima y competitiva. Se restauraron de nuevo los aumentos indiscriminados de precios, como los del “milagro agrícola”, sin considerar el impacto de estos aumentos sobre los consumidores de bajos ingresos. Ello fue posible gracias a que los elevados precios del petróleo permitieron la implementación de programas de asistencia alimentaria que amortizaron el impacto de los incrementos de precios sobre los sectores de más bajos ingreso. Sin embargo la alianza del régimen chavista y de los gremios agropecuarios era contra natura ya que el régimen era proclive a los intereses de los grupos de bajos ingresos, que eran su base electoral. Al final esta incompatibilidad de intereses aflora, la influencia de los gremios agropecuarios se desvanece y el control de precios se radicaliza, lo que unido a la inflación dio al traste con los beneficios de los productores, hundiendo a la producción de cereales en una profunda crisis del año 2008 en adelante.
Nota: un mayor detalle de esta análisis, así como los respaldos documentales y estadísticos de este escrito pueden encontrarse en: Rodríguez R., José E. 2018. Buscadores de renta y seguridad alimentaria en Venezuela, 1973-2012. Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura. Vol. XXIV, n°1., pp. 13-35 (Disponible en internet en el repositorio “saber ucv”)
Profesor UCV